Lo fantástico en la comedia fílmica

Texto de mi presentación en el Cine Club Lux de Pamplona, el 13 de noviembre de 1988, del tema “Lo fantástico en la comedia”, con la película de Howard Hawks “Me siento rejuvenecer” como pretexto. XXXI Semana del Cine de Pamplona. Salón Loyola.

El ingrediente de la fantasía (lo quimérico – la ficción) ha llegado también a teñir la comedia, formando un atractivo producto para pasar el rato.

Recordemos que la comedia tiene unas características:

  • Es un drama que desde la dislocación lleva al humor
  • Sus elementos son la exageración, la incongruencia y lo inesperado que se condensan en el gag que estimula la hilaridad.
  • Otro de sus elementos es el personaje femenino, eje desencadenador de las situaciones.

A nivel histórico hay varios hitos o momentos a reseñar en el desarrollo del tema.

El cine burlesco explotó las fantasías del mudo por medio de la comicidad de Harold Lloyd, Buster Keaton y el dueto de Laurel & Hardy.

En Francia, René Clair salta de la realidad al sueño. En “Sucedió mañana”, un periodista recibe cada noche la prensa del día siguiente, donde se anuncian los fallecimientos. Cierto día lee su propia muerte debido a un error y éste será el desencadenante de la acción.

En Estados Unidos, la productora Universal rueda una serie de films de terror con Fantomas como personaje, de 1930 en adelante. Norman McLeod dirige en 1937 “La pareja invisible”, en que una pareja de millonarios muerta en accidente descubre que tiene la facultad de materializarse a su gusto, haciéndolo, y provocando una serie de farsas para el bien de sus amigos. Vincent Minelli, en “Adiós Charlie” (1964) contempla las aventuras de un Don Juan misógino transformado en mujer. Richard Quine, en “Adorable vecina” (1961) trata de las aventuras de una bella bruja con ritmo de alocadas persecuciones. Robert Stevenson, en Mary Poppins (1965), traslada lo fantástico a la comedia musical, mezclando los personajes reales con los dibujos animados sobre un fondo pintado, y con efectos cinematográficos que permiten “hacer volar” a la institutriz con su paraguas. Richard Lester, en The sitting room (1969), unos supervivientes de la tercera Guerra Mundial, en el metro londinense, son transformados curiosamente en “buzón de correos”, “estación de radio” y “mujer encinta de 17 meses”.

Los Años 60 traen la extensión de la comedia fantástica con realizadores como John Gilling en Gran Bretaña, Henri Lamöe, Pierre Kast y Jean-Pierre Mocky en Francia y de ello tenemos los ejemplos característicos del Ingmar Bergman, de “El ojo del diablo” (1960), presenta a un Satanás que le ha salido un orzuelo en el infierno y sabedor de que es a causa de la castidad de una joven en el mundo, envía a Don Juan para pervertirla, y del film italiano por episodio de “Las brujas” (1966) codirigido por Visconti, Bolognini, Rossi, Monicelli, De Sica y Sordi.

Howard Hawks

El cine de Howard Hawks se ha polarizado en torno a dos géneros: el cine de aventuras o de acción, y la comedia.

A través de ellos se manifiesta su oscilación entre dos constantes, como son el drama del hombre en peligro y el humor, no exento de pesimismo, negro.

El cine de aventuras se explica por su inclinación a la acción. Él mismo fue aviador en la Primera Guerra Mundial y piloto de pruebas.

Su cine de aventuras constituye una exaltación del valor humano, un canto a la amistad, con el hombre y la máquina a su servicio. Sus películas, dentro de este género, se caracterizan por ser anti épicas, mostrar lo cotidiano, lo deportivo, pero no lo trágico. Sus título más destacados bajo este enfoque son “la escuadrilla del amanecer”, “Águilas heroicas” y “Sólo los ángeles tienen alas”, pero también es el director de “Una novia en cada puerto”, “pasto de tiburones” y Hatari, con tratamiento de western.

Es en la comedia donde Hawks plantea temas que afectan a la conciencia de su país, los Estados Unidos de América, como son el matriarcado, la misoginia la mujer como artículo de consumo o ave de presa) y el gansterismo, entre otros. Las películas encuadradas en este género, como “la comedia de la vida”, “Los caballeros las prefieren rubias”, “Su juego favorito”, “La fiera de mi niña” y la película que hoy nos reúne, “Me siento rejuvenecer”, presentan una aceleración de los acontecimientos con un ritmo progresivo debido al peso de la acción y a la inventiva del realizador.

Hawks se ha distinguido también en otros géneros, como el cine de gánsters, con títulos como “Scarface, el terror del hampa” y The Big Sleep; el western, con “Río rojo”, “Río Bravo” y “El dorado”; y el cine bélico, con “El sargento York”.

Cartel promocional de «Me siento rejuvenecer» (Monkey Business, Howard Hawks, 1955)

Es considerado Howard Hawks como uno de los maestros representantes del clasicismo estadounidense nacido al calor de Hollywood, como otros grandes tales Vidor, Ford y Whyler. Su clasicismo se caracteriza por su aparente simplicidad, prueba de su profunda sabiduría cinematográfica. Se basa en una puesta en escena concebida para implicar al espectador; un sentido del relato y el manejo de la elipsis; el ritmo vico de la acción; la maestría en la planificación y en el montaje; la sobriedad; y la sólida dirección de actores, como Humprey Bogart (en “Tener o no tener” y “Sacarface”), Gary Cooper (en “El sargento York”) y Cary Grant en “Me siento rejuvenecer”.

Esta película -“Me siento rejuvenecer” (1955)- se basa en una historia absurda que termina por poner la capacidad del hombre (el científico) en entredicho.

El tema es la recuperación de la juventud perdida, con la inversión de edades y tiempos en varias direcciones.

El elemento perturbador es un mono (no una mujer que es lo habitual en sus comedias) que mezcla el contenido de las probetas y produce, al ser bebido, la dislocación de tiempos y la creación de situaciones insospechadas, llenas de humor.

Reflexión amarga sobre el paso del tiempo y la impotencia del hombre para detenerlo.

Imagen de la portada: fotograma de la película de René Clair «Sucedió mañana»