Billy Wilder es un director que ha sido juzgado con severidad por su prestigio industrial como ganador de Óscars y taquillero, porque la crítica se ha decidido más por los realizadores malditos tipo Orson Welles o Stanley Kubrick y en Europa se le ha visto como un nuevo exponente de la vulgaridad americana, en especial a causa de sus comedias, juzgándole como casi “pornográfico”, a excepción de la revista Positif y del crítico Michel Ciment.
Para sus detractores, se ha complacido exhibiendo en su obra fílmica una galería de tarados físicos o morales: desde casos patológicos como el alcohólico en “Días sin huella», ” casos límite de amoralidad y corrupción:
- Gigolós y arribistas en “Si no amaneciera”.
- Conquistadoras del macho, superior en experiencia y en dinero, tal en Sabrina y Ariane.
- Miserables y negativos personajes de “perdición”.
- La estrella del ayer, vanidosa, absorbente y posesiva de “El crepúsculo de los dioses”.
- Cónyuges infieles como los de “Bésame, tonto”.
- Comerciantes de la noticia periodística de “El gran carnaval” y “Primera plana”.
- Codiciosos del dinero como los personajes de “En bandeja de plata”.
Todos ofreciendo una imagen sórdida del hombre y de las relaciones sociales.
Hay que remarcar que Wilder es un director inconformista. Pero, precisamente, los aspectos más criticados de él, -es decir, su chirriante agresividad y su capacidad de comunicación social- son las virtudes en las que reside este inconformismo.
La continuidad y la coherencia en la obra de este director (desde el drama negro a la comedia ácida), han demostrado que es uno de los más mordaces críticos de la s costumbres públicas y privadas de la cultura norteamericana, un cronista devastador del optimismo del americano medio, que ha asumido en sus comedias críticamente.
En este sentido, Wilder ofrece el reverso de la narrativa heroica tan querida de los estados Unidos (desde Zane Grey a Howard Hawks o Raoul Walsh) y del acaramelamiento sentimental (cuyas vetas atraviesan las obras de Vincent Minnelli o George Cukor).
Su cine tiene varios parentescos:
- Su visión ácida y pesimista de la condición humana y social se emparenta con la tradición de la sátira germano-expresionista, a la manera del pintor expresionista alemán George Grosz.
- El uso intensivo del claroscuro fotográfico en su primera época y el recurso a la caricatura grotesca (en sus comedias) remiten al expresionismo centroeuropeo.
- Su predilección por los espacios cerrados (nunca abordó el western) remite al kammerspiel germánico.
Pero hay que recordar que Billy Wilder es en realidad un judío vienés que nace en 1906 en el seno de una familia dedicada al comercio.
Se dedica a la crónica deportiva en Viena y luego en Berlín tras abandonar sus estudios de Derecho.
Trabaja como guionista para la productora alemana UFA, donde colabora con Robert Siodmak y Viktor Janson en opereta y cine frívolo musical..
Al subir Hitler al poder en 1933 huye a París.
Comienza como director junto a Alexandre Esway con “Curvas peligrosas” y se declara entonces vinculado a la Escuela Vienesa de Lubitsch y Stroheim, donde prima el realismo o, más bien, pesimismo.
En 1934 se nacionaliza estadounidense y prosigue su carrera en Hollywood, aprendiendo el oficio junto a Howard Hawks. Escribe para Lubitsch los guiones de “La octava mujer de Barba azul” y “Ninochka”, escribiéndolos en colaboración con el novelista Charles Brackett (1938-1950) e I. A. L. Diamond (el rumano Itek Izzy Dominici), en la etapa de comedias (desde 1957).
Comedias
En 1954, Wilder evoluciona hacia la comedia con su película Sabrina, lo cual subleva a la crítica, que le tacha de “menor” y “frívolo”. No es así, porque Wilder se muestra siempre coherente y, en este caso, de un humor subversivo.
A Sabrina le siguen otras comedias como Ariane, “Con faldas y a lo loco”, “Un, dos, tres”, “En bandeja de plata”, “Irma la dulce”, “La tentación vive arriba” y “El apartamento”, que tienen unas características comunes:
- Sigue el cinismo, la ironía y el sarcasmo del viejo Wilder, pero ahora divierte.
- Crea situaciones montadas sobre la farsa: farsa que opera cambios trascendentales sobre la vida de los personajes, de modo que una vez que se desmonta nos parece encontrarnos en un mundo nuevo. Así, por ejemplo, en “Con faldas…”, los personajes de Jack Lemmon y Tony Curtis se ven obligados a disfrazarse de mujeres para librarse de los gánsteres que les persiguen, ingresando en una orquesta femenina; en “Irma…”, Lemmon se disfraza de lord inglés para reconquistar al personaje que encarna Shirley McLeine de los bajos fondos en que se halla; en “Un, dos, tres”, un comunista fanático debe convertirse por unas horas en un ciudadano capitalista para recibir a sus suegros, que vienen de los Estados Unidos; en “El apartamento”, Lemmon vive en su piso de soltero convertido en casa de citas de sus superiores de la oficina; en Ariane, Audrey Hepburn finge tener muchos amantes para conquistar al personaje que encarna Gary Cooper.
- La narración es ágil, el ritmo desbordante de las imágenes llega a aturdir al espectador.
Veamos ahora dos prototipos de su comedia fílmica separados por quince años: “Con faldas y a lo loco” (1954) y “Primera plana” (1974), ambas comedias satíricas pero si en una de ellas sus dardos se dirigen a la mafia en la época de la Ley Seca, en la otra al mundo de la comunicación y periodismo.
“Con faldas y a lo loco” abre el mejor periodo de madurez satírica de Wilder. Es una de sus comedias más disparatadamente divertidas. Es una parodia del cine de gánsteres en la que hace suya la tradición de las persecuciones alocadas del cine burlesco de Mac Benet.
Tiene varios momentos de interés indudable, como el gag inicial del coche fúnebre transportando licor, las peripecias de Lemmon disfrazado de mujer, la seducción de Marilyn Monroe a Tony Curtis en una suprema lección de feminidad y de puro cine, y el tango que bailan al unísono el millonario y Lemmon, cuando éste, que lleva una flor en la boca, tras darse la vuelta en un paso de la danza, la flor ha pasado a la boca de la pareja, en una elipsis al estilo de Lubitsch.
En esta cinta, el autor demuestra de nuevo sus buenas dotes de director de actores, obteniendo de su juego interpretativo buenas definiciones tipológicas. Curtis es el simpático joven arribista y sin escrúpulos, “el que se lleva la chica”; Lemmon es el antihéroe, el menos corrompido y más honesto, el que sale vencido en la pareja viril, exaltado por Wilder, que demuele la imagen del americano triunfador; la Monroe nos ofrece una de sus mejores interpretaciones que llena de nostalgia. La mítica Monroe, que fue creída una pin-up más, de poco talento, y que no pudo superar a una sociedad llena de contradicciones, a caballo entre la concepción de la mujer como objeto y el matrimonio. En esta película no solo demuestra sus buenas dotes de comediante, sino su registro abiertamente cómico que amenaza con anular a los veteranos compañeros de reparto.
“Primera plana” es su décimo quinta primera intervención cinematográfica cuando tenía ya 68 años de edad y a sus espaldas 24 realizaciones y 27 argumentos escritos.
Se la puede considerar como un intento poderoso de “ponerse al día” con gran vitalismo por su parte, pues se trata de una de sus películas típicamente wilderianas y responsablemente serias.
Periodista y conocedor de los mecanismos de la prensa sensacionalista, aborda aquí -como ya hizo en “El gran carnaval” (1951)- el tema tan americano de la producción y mercantilización de la noticia en la industria periodística.. En “El gran carnaval” trataba de los manejos de un periodista alcohólico que explota periodísticamente el accidente de un hombre atrapado en una cueva, al hacer excavaciones en un yacimiento indio. En complicidad con el sheriff, interesado en el asunto con la idea de ganar votos en las elecciones, organiza un escándalo publicitario prolongando innecesariamente el salvamento de la víctima, que acaba muriendo.
“Primera plana” retoma el mundo del periodismo con igualmente intención acusatoria. Un periodista del Chicago Examiner comunica a su jefe que abandona su trabajo para casarse y ocuparse en una agencia publicitaria. Esto ocurre en 1929, en vísperas de la ejecución de un supuesto anarquista. El periodista se hace cargo del asunto, para descubrirse al final la implicación, por razones políticas, del gobernador y del sheriff de la ciudad.
Adaptación de la obra de Ben Hetch y Charles MacArthur (1928), el interés de su argumentos interesó, antes que a Wilder, a otros dos directores que la llevaron a la pantalla: Levis Milestone (1931) y Howard Hawks (1940).
- La versión de Wilder las supera por su crítica corrosiva, ya que se aprovecha para burlarse de una serie de instituciones por definición incontestables:
- La Prensa, planteando que la libertad de expresión no garantiza la veracidad de las ideas que expresa.
- La Policía, que presenta al servicio de los intereses y el desorden.
- La Justicia, pues la aplicación de la ley favorece al que tiene el poder.
- La Democracia, ya que los grupos de presión convierten una elección en designación.
Miguel Marías piensa, por su parte, que la actitud de Wilder no tiene nada de revolucionaria, pues simplemente es rebelde, inconformista, iconoclasta y sanamente anarquista, que incita al descreimiento y es pesimista, pero que al fin tiene un carácter “sanamente irreverente y liberador”, ya que no salen mal parados los marginados, por ejemplo el anarquista y la prostituta.
Todo este mensaje llega al espectador en forma genérica de comedia. Su valor está en el humor y sarcasmo que despliega, pues hasta puede llegarse a aplaudir a los acusados por él. A nivel fílmico, la cinta se soporta sobre un guión perfectamente elaborado, eludiendo el peligro de caer en teatro filmado. A ello colabora una planificación sobria y una puesta en escena de tan perfecta no apercibida. El ritmo es sostenido por los chispeantes diálogos, las idas y venidas de los personajes, la sensación de que el tiempo corre. La ambientación de época está muy lograda, así por ejemplo la oficina de redacción del periódico. Para finalizar, llamaré la atención sobre la interpretación de los actores, uno de los fuertes de Billy Wilder: Jack Lemmon, Walther Mattau y secundarios.
Fichas técnico-artísticas
“Con faldas y a lo loco” (Some Like it Hot, 1959). Producción: United Artists / Ashton Productions / The Mirisch Corporation. Dirección: Billy Wilder. Guión: Billy Wilder, I.A.L. Diamond (Historia: Robert Thoeren, Michael Logan). Fotografía: Charles Lang (blanco y negro). Montaje: Arthur P. Schmidt. Música: Adolph Deutsch. Dirección artística: Ted Haworth. Vestuario: Bert Henrikson, Orry-Kelly y Joan Joseff. Reparto: Marilyn Monroe, Jack Lemmon, Tony Curtis, George Raft, Pat O’Brien, Nehemiah Persoff, Joe E. Brown, Joan Shawlee, Billy Gray, George E. Stone, Mike Mazurki, Dave Barry, Harry Wilson, Beverly Wills, Edward G. Robinson Jr., Barbara Drew. Duración: 120’. País: Estados Unidos.
Premios: Oscar: Mejor vestuario (en blanco y negro). 6 nominaciones. 3 Globos de Oro: Mejor Película Comedia, Actor (Lemmon), Actriz (Monroe). Premios BAFTA: Mejor actor extranjero (Lemmon). 2 nominaciones. Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor director. Sindicato de Guionistas (WGA): Mejor guión comedia. National Board of Review: Top 10 mejores películas (1959)
“Primera plana” (The Front Page, 1974). Producción: Universal Pictures (Paul Monash). Dirección: Billy Wilder. Guión: Billy Wilder, I.A.L. Diamond adaptadores de la obra de Ben Hecht y Charles MacArthur. Fotografía: Jordan Cronenweth. Montaje: Ralph E. Winters. Música: Billy May. Dirección artística: Henry Bumstead. Vestuario: Burton Miller. Reparto: Jack Lemmon, Walter Matthau, Susan Sarandon, Vincent Gardenia, David Wayne, Allen Garfield, Austin Pendleton, Charles Durning, Herb Edelman, Martin Gabel, Harold Gould, Cliff Osmond, Dick O’Neill, Jon Korkes, Lou Frizzell, Paul Benedict, Doro Merande, Noam Pitlik, Joshua Shelley, Allen Jenkins, John Furlong, Biff Elliot, Barbara Davis, Leonard Bremen, Carol Burnett. Duración: 105’. País: Estados Unidos.
Premios: Premios David di Donatello: Mejor director y actor extranjero (Lemmon y Matthau). Globos de Oro: 3 nominaciones, incluyendo mejor película comedia/musical . Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión adaptado comedia (1974)
Imagen de la portada: Billy Wilder posa con sus estatuillas como si tal cosa.