La preparación a lo largo de los cuatro últimos años de un noveno volumen del Atlas Etnográfico de Vasconia sobre el Calendario tradicional festivo y religiosidad popular, según el proyecto Etniker, a iniciativa del eminente etnólogo don José Miguel de Barandiarán, me ha llevado a la investigación de una serie de temas con él relacionado, de los que voy dando cuenta en esta página a la espera de poderse realizar la síntesis final a que de lugar la publicación. En esta ocasión me referiré a dos celebraciones de la Pascua de Resurrección: la Bajada del Ángel en Tudela y la Procesión del Encuentro, presente en diversas localidades navarras y alavesas.
La Bajada del Ángel
Con este nombre es conocida una original y antiquísima función religiosa que se celebra en Tudela, capital de la Ribera del Ebro, en la mañana del Domingo de Resurrección, y que constituye la representación escénica de la supuesta aparición del Ángel a María, anunciándole la resurrección de Cristo.
El etnógrafo tudelano José María Iribarren, que conoció directamente esta celebración, nos describe cómo se desarrollaba a mediados del siglo XX, convirtiendo su información en un testimonio veraz que va a servirnos como referente para apreciar sus modificaciones a lo largo de la historia.
La describe en la década 1940 en su artículo “Estampas del folklore navarro” (1944), reeditado dos años más tarde como libro con el título De Pascuas a Ramos [1].
“En el edificio principal de la plaza, al que llaman de las Escuelas, y a la altura del tercer piso, aparejan una decoración en forma de templete o tabernáculo [que recrea las puertas del Cielo]. Del fondo de este templete, que mantiene sus puertas cerradas hasta el momento culminante del espectáculo, parte una soga enorme y tensa que, en suave descenso, atraviesa la plaza, yendo a quedar sujeta en uno de los balcones del lado opuesto [en la antigua Casa de Castro ahora comercio de Benetton].
Dispuesto así el templete, la soga y los tornos, gracias a los cuales el ángel habrá de deslizarse por los aires, la función se desarrolla en esta forma:
Poco antes de las seis de la mañana llega a la plaza, procedente de la Catedral, la procesión de la Cofradía del Sacramento con el Santísimo, al que acompañan el Cabildo y el Ayuntamiento.
La comitiva se detiene a la entrada de la plaza y, entonces, de la puerta del Santo Hospital (hoy de la puerta de la iglesia) sale, llevada en andas por cuatro cofrades, la imagen de la Virgen, velado el rostro con un pañuelo negro, la cual es colocada bajo el templete que minutos después ha de abrirse [2].
Cuando el reloj del edificio municipal donde arman la decoración hace sonar las campanadas de las seis [de la mañana], es de ritual que la chiquillería tudelana cuente, a grito pelado, las horas:
¡Tan! ¡¡¡Una!!! / ¡Tan! ¡¡¡Dos!!! / ¡Tan! ¡¡¡Tres…!!!
Tras de la sexta campanada, se abren de par en par las puertas del camarín, y de su fondo azul y cóncavo brota, menuda y blanca, la figura del Ángel, al tiempo que la Banda Municipal -que llegó con la procesión- rompe a tocar la Marcha Real.
El momento es interesante. El Ángel (eligen para esto chicos pobres o huérfanos de seis a nueve años), pálido de emoción y de madrugada, inicia su travesía aérea santiguándose varias veces a una increíble velocidad.
Luego, mientras su mano izquierda agita suavemente una banderola de seda blanca [que vino a sustituir en 1854 a una vela encendida puesto que desprendía gotas de cera fundida sobre los asistentes], mueve la diestra en ademán, más que salutatorio, natatorio.
Colgado con correas y ganchos de un rebullón de gasa azul y de forma ovoide que simula una nube, va deslizándose a lo largo de la maroma enjabonada, por medio de otra cuerda, que sujetando la nubecilla, es accionada por unos tornos.
Lleva el Ángel corona de latón, tirabuzones, un tonelete de seda con alas, y el tobillo derecho sujeto al rebullón de gasa por una correa fina, a fin de mantener la pierna alzada, en actitud de salto.
A medida que avanza sobre la plaza llena de gente, la imagen de la Virgen se mueve, precediéndole, hasta colocarse frente a él y en lugar a propósito para que el Mensajero celestial pueda arrancarle el pañuelo de luto que cubre su cabeza. [Antes de hacerlo grita en medio del absoluto silencio ¡Alégrate María, porque tu Hijo ha resucitado! seguido de una ovación de los asistentes]
Cuando el Ángel, a fuerza de nadar en el aire de la mañana, llega a la altura de la Virgen, se santigua tres veces, le quita el velo y, tomando en los dientes una punta del mismo, se lo echa a las espaldas garbosamente (La gente aplaude).
Vuelve a santiguarse a gran velocidad; vuelve a hacer sus zalemas de banderola; y los tornos, que se han detenido para dar lugar a esta escena, comienzan a girar al revés. El Ángel, en la misma actitud natatoria, retrocede. Al llegar a mitad de la plaza, derrama sobre la multitud papelitos impresos que dicen ALELUYA, y es ascendido hasta el templete, cuyas puertas se cierran tras él [entre estrepitosas ovaciones, gritos, y volteo de campanas].
Seguidamente se incorpora a la procesión, llevando una bandera, y la comitiva sigue su marcha hasta entrar de nuevo en la Catedral, donde se celebra la Misa Mayor, con el Sermón de la Resurrección, último que predica el Cuaresmero” [3].
Origen de la ceremonia
Otros tudelanos interesados por la etnografía local, como Julio Segura y Luis María Marín Royo [4], explican que el origen de este espectáculo pudo tener sus raíces en el siglo XIV y lo creen arraigado ya en el siglo XVI. Conocemos todos los detalles de esta celebración en el siglo XVIII gracias a un dibujo del archivero Juan Antonio Fernández y los testimonios del clérigo francés Joseph Branet, del canónigo doctoral de Tudela Joaquín de Conejares y del historiador Vicente de la Fuente [5].
La organizadora de esta ceremonia fue la Cofradía del Santísimo Sacramento, erigida en la Catedral de Santa María desde principios del siglo XIV en el contexto de la bula expedida por el Papa Urbano IV que instituyó la festividad del Corpus Christi para contrarrestar a los herejes que negaban la presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento. En tal efemérides la Eucaristía bajo rico palio se trasladaba desde la Capilla del Sacramento (a mano izquierda del altar mayor) por el Portal de la Virgen y calle Almudí a la Plaza de Santa María o Plaza Vieja con asistencia del Ayuntamiento, los fieles de la ciudad, el cabildo y la capilla de música de la seo (con anterioridad, el Sábado Santo los cofrades habían trasladado con luminarias la imagen de La Purísima (en realidad la Asunción de María a los Cielos) [6] desde la Catedral hasta el antiguo hospital en el cercano convento de Nuestra Señora de la Gracia, procesión que se conoció como “de las mandarras” por ir precedida por la chiquillería con ellas vestida) [7]. Paralelamente, la imagen de la Purísima, con sus mejores galas y su rostro cubierto por un paño negro, salía de la Casa Consistorial acompañada por seis niños vestidos de ángeles, a los que se premiaba con confituras (costumbre ya perdida hacia 1658), que anunciaban a la Virgen María la Resurrección de su Hijo, y se acercaba en procesión. Tras el encuentro de la Madre con su Hijo sacramentado, y una vez hechas algunas reverencias de la Virgen ante Él, uno de los niños (que por entonces se escogía entre los que contaban entre 12 y 14 años de edad) quitaba a la Señora el velo negro de su rostro, significativo de la tristeza que padeció en la Pasión de su Hijo Jesucristo; entonces el pueblo prorrumpía en aplausos y aclamaciones, a continuación seguían en procesión hasta la catedral siguiendo por las calles de la Cárcel, Rúa, Merced y Lagos, entrando por la misma puerta por donde salió. Una vez en el interior se reservaba el Santísimo y, colocado el paso de la Purísima en el lado del Evangelio, se iniciaba la función religiosa. Abrían la marcha el macero y la cruz alzada portada por un diácono; detrás, los infantes de la Capilla cantando, acompañados por un flige y un oboe; los canónigos con hábitos corales; el niño vestido de Ángel con la bandera de la Cofradía; el paso procesional de la Purísima, portada por clérigos con roquetes y mucetas; un turiferario; y, finalmente, el palio con el Santísimo y los regidores municipales con traje de golilla y espadines. Pero sabemos, por testimonio de Juan Antonio Fernández [8], que en 1663 esta práctica ya se había sustituido por la tramoya del Ángel que baja por la maroma al encuentro de la Virgen. En la Casa Consistorial, en uno de sus balcones cuelga de un largo vástago un muñeco, al que llaman “el Volatín”, que simboliza la desesperación y suicidio de Judas Iscariote, el delator de Jesucristo. Esta ceremonia se celebraba hasta fines del siglo XIX el mismo Domingo de Resurrección antes de iniciar la Bajada del Ángel. Llegada la procesión de regreso a la Catedral, tras la misa cantada del Santísimo Sacramento en el altar mayor, con sermón incluido, la Cofradía quemaba un árbol de fuegos y cohetes, había además en la ciudad hogueras, faroles y luminaria toda la noche, y así daban principio a las fiestas de Pascua, después de una dura y larga Cuaresma [9].
El festejo de la Bajada del Ángel se celebró en la Plaza Vieja hasta 1851, año en que el Ayuntamiento expuso a la Cofradía del Santísimo Sacramento que por estar ruinosa la fachada del Ayuntamiento y ser pequeña la plaza para el gran concurso de gentes forasteras y locales, sería conveniente su traslado a la Plaza Nueva, y desde entonces este es su escenario [10], donde se monta el templete en la segunda planta de la Casa del Reloj, únicamente con un cambio de horario: si antes se hacía a las 6:00 h de la mañana ahora comienza la procesión a las 9:00 en punto.
Evolución en el tiempo
En la actualidad la fiesta mantiene su esencia aunque se aprecian algunas adaptaciones. Por ejemplo, en cuanto al cortejo, ahora salen de la Catedral el Santísimo y la Purísima; mientras el Santísimo, autoridades catedralicias y Ayuntamiento permanecen en la cercana iglesia de Nuestra Señora de Gracia, donde residía el antiguo hospital, la imagen de la Virgen rodea la Plaza Nueva y se coloca bajo la Casa del Reloj donde se ha instalado el templete del que saldrá el Ángel al tiempo que la banda interpreta la “Marcha Real”; el Ángel -que lo encarna indistintamente un niño o una niña desde 2008- se incorpora a la procesión de regreso a la Catedral acompañado por sus padres. Para encarnar el papel del ángel y de su suplente en caso necesario -antes eran escogidos entre los niños de catequesis- ahora es preciso apuntarse antes de ser elegido. La familia Vallejo – Arregui, con la ayuda de Marcos Milagro, Zoraida Hoyos y Marco Terrén, es la encargada de escoger al Ángel y prepararle para que su paso por la maroma sea perfecto [11]. Desde 1999 las familias de los niños que les gustaría que su hijo encarnase el papel de Ángel hacen llegar a esta familia los datos personales de los candidatos, a los que se entrevista junto con sus padres. Uno de ellos será el elegido, aquél que demuestre ser valiente, arriesgado, simpático, extrovertido, conocedor de la ceremonia, que él tenga ganas de hacerlo -no su familia-, y unas medidas corporales adecuadas al corsé y al tamaño del templete del que ha de salir. Suelen tener seis años de edad para que en el momento de hacer el Ángel cuenten con siete años o como mucho ocho. Una vez elegidos, el titular y el suplente se dan a conocer al Ayuntamiento, al Deán y a todo el pueblo de Tudela, por los medios de comunicación. Es tan grande el número de niños interesados que tienen por norma que hagan de Ángel una sola vez.
En décadas anteriores, María Álava, miembro de esta familia e impulsora de esta tradición en el último tercio del siglo XX, visitaba los distintos colegios de Tudela y los maestros o maestras le hacían una primera selección, ella los observaba y elegía al que creía más adecuado, pedía permiso a la familia y si aceptaba, ya era el escogido.
Hasta que se hizo cargo ella a finales de la década 1950 y en época de la Cofradía del Santísimo Sacramento, el Ángel era encarnado por un niño de una familia con poca disponibilidad económica o por algún niño residente de la real Casa de Misericordia. La elección la hacía algún sacerdote de la Catedral o anteriormente la Junta de la Cofradía. No abundaban los candidatos. Era costumbre que el niño hiciese el Ángel más de una vez, hay casos de hasta cuatro años seguidos, con auténticas sagas familiares, y la edad para encarnar al Ángel estaba alrededor de los nueve o diez años. También era habitual que el niño fuese visitando los comercios y domicilios tudelanos, vestido de Ángel, recogiendo propinas. Un Ángel de la década 1940 manifestaba que, gracias a los donativos recogidos, pudo vivir su familia algo mejor durante los tres meses posteriores. Desde 1958 se ayuda a su familia con los fondos procedentes de la venta de lotería de Navidad.
Informa Miguel Ángel Vallejo Casado que “lo más importante son los ensayos. Los hacemos una vez por semana y en horas distintas el suplente y el titular. Se hacen en nuestra casa en la Avda. de Zaragoza nº 16. Junto a mí están presentes Zoraida Hoyos y Ana María Arregui Álava. Antes de comenzar a ensayar el niño merienda, es una forma de irle conociendo. Luego el cuarto de estar de nuestra casa se convierte en una virtual Plaza Nueva y realizamos el ensayo. Consiste en ir reviviendo todo lo que el ángel tiene que hacer en la ceremonia. Vamos memorizando el texto, va conociendo su significado y realizando los movimientos desde que sale del templete, se santigua tres veces, echa aleluyas, el vuelo, el encuentro con la Virgen, el grito “Alégrate María porque tu hijo ha resucitado”, quitarle el velo, el echárselo en el hombro, la entrada en el templete, etc. Lo hace andando por la habitación y con una réplica de las alas, el paño, las aleluyas, etc. Esto lo va repitiendo varias veces todos los días. A diferencia de antes no se le pone peluca sino que el Ángel se deja crecer el pelo. El ensayo termina siempre con un rato de juegos”.
“El Domingo de Resurrección desayuna el Ángel en el domicilio de Pili Terrén. A él acuden una docena larga de Ángeles de años anteriores, cada año está más concurrido, es como si al volver a vivir su pasado quisieran animarle en esos importantes momentos anteriores a la ceremonia. Es momento de charla, de medios de comunicación, de amigos y colaboradores, de anécdotas y también de nervios. Alrededor de las ocho de la mañana empezamos a vestir al Ángel. Se comienza por el calzón que normalmente se le pone aparte, fuera de la vista de todos, porque así lo manifiesta el niño. Ya en el salón, se le pone la camiseta de felpa gruesa con las bocamangas de la tela del vestido. El corsé es lo que más cuesta porque no tiene que hacerle daño, tiene que quedar bien centrado y la argolla tiene que quedar en el eje de simetría de la columna para que al colgarlo no se desequilibre. Al ponerle el vestido el niño ya se va transformando en Ángel. Luego vienen las alas que es muy importante colocarlas bien porque se le facilita al niño el movimiento de echarse el velo al hombro. Se le ponen las sandalias, el cíngulo para sujetar el vuelo del vestido, la bolsa de las aleluyas, con muchas dentro. Se le pone la corona, se le peina, le damos las últimas recomendaciones. Ya es un “Ángel”. Viene a continuación la sesión de fotos y la firma de aleluyas, para hacer un poco de tiempo y pasarlo a la Casa del Reloj alrededor de las nueve menos diez, donde queda bajo la dirección del coordinador de la ceremonia, Luis Eduardo Gil Munilla. Le acompañan al niño hasta que termina la procesión los padres del Ángel. El grupo de colaboradores, con emoción contenida, vemos la ceremonia en la Plaza Nueva, a pié de calle, cerca del lugar del encuentro de la Virgen y el Ángel, viviendo cada momento con gran intensidad, esperando que todo salga bien y que el niño entre de vuelta al templete y se cierren las puertas del cielo”.
Desde 1986 se sueltan una docena de palomas en el momento en que el Ángel retira a la Virgen el paño de luto de su cabeza, y se hace para exteriorizar así la alegría del momento.
En la actualidad y desde la desaparición de la Cofradía del Santísimo Sacramento en 1931, el Ayuntamiento es el encargado de instalar, mantener, conservar, almacenar y costear todos los elementos que se montan en la Plaza Nueva: el templete, la maroma, el torno de la Casa del Reloj, el de la casa de enfrente, la nube de la que se suspende al ángel, y lo asume por la importancia que para el desarrollo turístico de la ciudad tienen las antiguas ceremonias de El Volatín y La Bajada del Ángel, declaradas “Fiestas de interés turístico nacional” en junio de 2002. Del montaje y desmontaje de los artilugios se ocupa la brigada municipal de obras (unas doce personas). Los gastos corren de cuenta de la familia Vallejo – Arregui, que autofinancian la ceremonia con los beneficios de una lotería navideña y aportaciones anónimas.
Otra de las novedades introducidas es, desde 2002, la participación en la procesión de la Guardia de Honor de Alabarderos de San Juan Bautista de Tudela, del Centro Cultural Miguel Sánchez Montes, que lo hace junto a la banda de música, los caballeros de la Orden del Volatín (organizadores del simulacro de volteo del Judas del día anterior), y las diferentes autoridades eclesiásticas y civiles. Los alabarderos tienen su antecedente en las «procesiones armadas» del Domingo de Pascua de Resurrección de la desaparecida ermita de San Juan de Calchetas. Según informa uno de sus miembros, Pedro Miguel Sánchez Eguialde [12], “la Guardia de alabarderos escolta la imagen de María desde su salida de la Catedral, colocándose delante y detrás de la imagen. El Capitán, flanqueado por la bandera de San Juan y el pendón de alabarderos, abre la comitiva delante de la Virgen, seguido de cuatro alabarderos encabezados por el Maestro de Armas. Otros cuatro alabarderos, seguidos al centro por otro alabardero de cierre, van detrás de la imagen. Cierran la comitiva el Gran Maestre de alabarderos, flanqueado por los blasones de San Juan y Tudela. Durante la ida a la Plaza de los Fueros [es la Plaza Nueva donde se celebra la Bajada del Ángel] los alabarderos llevan sus alabardas a la funerala, en señal de luto y duelo por la muerte de Cristo y haciéndose partícipes del dolor de María. Al llegar la Procesión a la Plaza de los Fueros, toda la comitiva, a excepción de la Guardia de alabarderos, se introduce en la Iglesia de Santa María [o de Nuestra Señora de Gracia]. La Guardia de honor de alabarderos acompaña a la Virgen hasta situarse frente a la Casa del Reloj. Allí espera a que el Ángel salga y quite el velo de luto a María para, momentos después, cambiar sus alabardas a la posición de escolta. Una vez la imagen vuelve, y el Ángel ha salido de la Casa del Reloj, se reanuda la procesión con la misma disposición que a la ida y se regresa a la Catedral”.
En 2009 el templete que se instala en la Casa del Reloj fue reformado por Tomás Muñoz Asensio, profesor de escenografía de la Escuela Superior de Arte y Arquitectura de Bellas Artes de Madrid, que tiene hondas raíces familiares en Tudela.
Los Auroros comienzan ese día su ronda a las seis de la madrugada partiendo del domicilio del Ángel y después van por las calles de la ciudad.
Para Miguel Ángel Vallejo, “esta ceremonia tiene algo que no es tangible y es que la gente la siente suya, porque es una cosa sencilla que no es de nadie, sino de todos, y eso cala. Para nosotros es el acto más especial de Tudela y se merece todo”. “Con las familias de los niños que han hecho de Ángel somos amigos para siempre” [13].
Una representación similar se ha celebrado en la localidad navarra ribereña de Ablitas.
Según testimonio del vecino Luis Dóiz, se conoce que a mediados de la década de 1940 la función se hacía en esta localidad a media mañana y de la Iglesia salían como ahora, con la Procesión del Encuentro, dos comitivas; la de las mujeres por la calle de la Diezma- que portaba a hombros una antigua talla de la Purísima, cubierta la cabeza con un velo- y la de los hombres con el Santísimo bajo palio, que iba por la calle de la Iglesia para terminar ambas en la Plaza. En ésta se colocaba una soga y una cuerda auxiliar, que iban desde el piso alto del entonces Ayuntamiento, hasta la altura del primer piso del bar de “La Cristina” (hoy Bar Moreno). El Ángel salía desde lo alto del Ayuntamiento y mediante un mecanismo de tracción, y colgado de un arnés a la soga, le iban deslizando tirando de la cuerda pequeña desde el fondo de la Plaza para que, llegado a la altura de la Virgen, le retirase el velo y anunciara la Resurrección. Terminado este momento se estiraba de la cuerda pequeña desde el Ayuntamiento para la vuelta y recogida del niño. Concluida la ceremonia, la procesión con el Ángel volvía a la Iglesia donde se celebraba una misa solemne.
En la actualidad esta mecanismo se ha sustituido por una escalera que se apoya en las andas del paso de la Virgen por la que asciende el Ángel (que también puede ser una niña) y retira el velo de luto de la cabeza de María, pronuncia la frase de rigor, coloca entre las manos de Ella una azucena, las besa y lanza los papelitos con las aleluyas que la gente recoge para llevar a casa, al tiempo que se sueltan palomas blancas. En el momento de la retirada, el público rompe en aplausos y la banda musical entona el himno de las Cortes de Navarra. Al retirarse el Ángel, se dirige al Santísimo (el sacerdote que lo porta se adelanta ligeramente del palio), y realiza tres genuflexiones ante Él mientras se santigua (tal como lo hizo antes de aproximarse a la Virgen para retirarle el luto). Después la procesión, que ha llegado por separado a la Plaza -por un lado el Santísimo y por otro su Madre- se funde en una para regresar al templo parroquial, desde el que se hacen sonar las campanas.
La Bajada del Ángel o “Fiesta del Ángel” se ha mantenido en localidades de Castilla como Aranda de Duero (Burgos) y Peñafiel (Valladolid); y, en A Coruña de Galicia, en Muros, como “Fiesta de la Palomita”; en Ariza, Zaragoza, donde al acto llaman “echar el Ángel”; en Alfarrasí, de Valencia, donde mantienen la tradición del “Angelet de la corda”; incluso se celebra en Ecuador, en el pueblo de Saraguro, provincia de Loja. En todos los casos se trata de una tradición antiquísima, posible evolución de los Autos Sacramentales que se celebraban en la Edad Media.
La Procesión del Encuentro
El Domingo de Resurrección tenemos otros ejemplos procesionales del Santo Encuentro de la Virgen María con su Hijo en localidades navarras y alavesas, que ofrecen diferentes variantes en su representación.
Navarra
En el Valle del Ebro destacan las procesiones del Encuentro de Ablitas, Cabanillas, Cadreita, Carcastillo, Cortes y Fustiñana, algunas de ellas descritas por el etnógrafo José María Iribarren [14].
En Ablitas se celebra una función parecida a la de Tudela, aunque en forma más pobre y menos aparatosa. Salen simultáneamente de la parroquia dos procesiones que afluyen a la plaza. Una de ellas lleva la imagen de la Concepción, cubierta con manto negro. En la otra sale el clero con Cruz alzada y un niño vestido de ángel.
Una vez en la plaza, se adelanta el ángel y, subido a una silla quita el manto negro a la imagen y se lo coloca al hombro, repitiendo muchas veces la palabra «Aleluya”. También, en el regreso a la iglesia, va esparciendo unos papelitos que llevan escrita esa palabra.
Antes solían colocar unas cortinas o tapices cerrando una de las bocacalles de la plaza; tras ellas se colocaba la imagen y, al llegar el niño, se abrían las cortinas para que éste le quitase a la Virgen el manto.
A !as diez de la mañana se celebraba «El Encuentro» en Cabanillas, que en la actualidad se ha pospuesto al mediodía. Desde la iglesia de Nuestra Señora de La Asunción salían par una calle la Dolorosa, escoltada por las mujeres, y por otra una niña vestida de ángel bajo el palio, acompañado por los varones. Ambas se encontraban en la plaza del «paletón». Colocaban a la Virgen a ras del suelo y entonces la niña se acercaba haciendo genuflexiones y reverencias a la vez que recitaba unos versos y lanzaba unos papelitos que se llamaban «aleluyas». Cuando llegaba a la Virgen le retiraba el velo de la cara colocándoselo la niña en su pecho con una aguja. En este momento esta aguja adquiría poderes mágicos [15].
La procesión del Encuentro de Fustiñana -continúa Iribarren- se celebra en la forma siguiente. Salen dos procesiones: la una conduciendo la efigie de la Virgen de la Peña, patrona de la villa, cuyo rostro aparece cubierto con un velo enlutado; la otra llevando en unas andas, adornados con arcos de follaje, una imagen diminuta del Niño Jesús, la misma que durante el resto del año mantiene en pie, junto a su pecho, la Virgen de la Peña.
El encuentro de ambas imágenes se realiza en la Plaza Mayor. Las dos se saludan, avanzan hasta reunirse, y entonces la Virgen queda libre del velo que ocultaba su rostro. Suena en este momento la Marcha Real, y seguidamente se funden las dos procesiones y se encaminan a la parroquia, marchando delante la efigie del Niño.
En la Ribera Alta, concretamente en Fitero, un cortejo de mujeres saca en hombros a la Dolorosa de la Ermita de Nuestra Señora del Patrocinio cuyo rostro está tapado; al mismo tiempo, desde la Iglesia de Nuestra Señora de los Abades, un grupo de hombres saca en hombros a Jesús que también sale con el rostro ocultado. Ambos cortejos están encabezados por una persona ondeando un pendón que al encontrarse en la Plaza del Mercado se lo intercambian y retiran las respectivas capuchas que cubren los pasos de la Dolorosa y de Jesús. De aquí se dirigen a la Iglesia de Nuestra Señora de los Abades para la Misa Mayor.
Explica Jimeno Jurío que en algunas poblaciones meridionales navarras y de la merindad de Estella eran bailados los Judas durante la procesión o en otro momento de la tarde del domingo o del lunes de Pascua, donde fue costumbre arraigada pasear los muñecos a lomos de borricos, sometiéndolos a un juicio sumarísimo y quemándolos en la plaza pública. Los mozos del Valle de Aguilar de Codés salían a pedir alimentos para la merienda [16]. En Cabanillas, por ejemplo, el Encuentro se celebra a las 11:30 h y a las 13:00 h del mismo Domingo de Resurrección tiene lugar la famosa persecución y captura del Judas en la Plaza del Ayuntamiento.
En la misma Pascua de Resurrección, por la mañana, tiene lugar en la población estellesa de Los Arcos la función del “Encuentro”, que trata de representar el de Cristo resucitado con su divina Madre.
La procesión que conduce al Santísimo, se detiene ante el convento de las Concepcionistas, de donde sale, a hombros de cuatro mozos, una imagen de la Dolorosa cubierta con un manto de luto. Los que portan las andas avanzan tres pasos y hacen genuflexión; repiten esto dos veces más, y al llegar frente a la custodia, ante la presencia de Jesús sacramentado, levantan con gran brío la imagen. En este instante, un hombre (durante muchos años lo fue el señor Nicolás el sastre) retira con destreza el velo negro, y aparece la Virgen vestida de blanco.
En Azagra (N) también se celebra, en esta villa con la participación de los niños que vayan a hacer la Primera Comunión revestidos de ángeles.
La Procesión del Encuentro se hacía en la seo pamplonesa a las 7:30 h. de la mañana, una vez terminados los Maitines de la Resurrección. La imagen de Santa María la Real, titular del templo mayor salía por el Arcedianato y la calle Dormitalería, para encontrarse con el Santísimo, que, saliendo por la puerta principal, era portado bajo palio por el obispo de la diócesis, regresando al templo por la Plazuela de San José. En la actualidad la procesión no sale del templo y el encuentro entre la Madre con su Hijo Santísimo se produce ante el altar en el crucero catedralicio. El palio es portado por miembros de la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Pasión del Señor, que en ese día se ocupan de recibir la colecta para la Catedral. En el momento del encuentro los porteadores de la imagen de Santa María la Real realizan tres inclinaciones ante Jesús Sacramentado en señal de adoración. El pueblo fiel asiste con velas encendidas y la procesión, ahora una sola, discurre por el claustro -el Santísimo precedido por su Madre- mientras la Capilla de Música de la Catedral entona cánticos eucarísticos y marianos.
Así termina la Semana Santa que algunas poblaciones de Navarra realzan con escenificaciones de la Pasión de Cristo: Andosilla, con el Via Crucis Viviente que vino a sustituir al desaparecido de Aras; las representaciones de Milagro o Tudela (que añade la “Rompida de la Hora” del Jueves Santo al estilo del bajo Aragón para representar el estruendo que se escuchó en Jerusalén tras la muerte de Jesús), y las procesiones del Santo Entierro de Corella y Pamplona.
Álava
El Encuentro de Jesús y María también se celebra en la localidad alavesa de Salinas de Añana.
Según refiere José Ángel Chasco, al mediodía del Domingo de Resurrección, se produce el pregón anunciador del encuentro de las dos parroquias que hubo en Salinas, la de San Cristóbal (desaparecida) y la de Santa María de Villacones (actual). Hacen el encuentro y saludo de ciriales y cruces parroquiales, insignias, estandartes e imágenes de las dos iglesias. El escenario donde se produce es la Plaza del Ayuntamiento, que cobija al monumento del salinero. Se produce a las 12:30 h.
En la esquina de poniente de dicha plaza se sitúan los miembros de la parroquia de Santa María de Villacones en el siguiente orden: ciriales y cruz parroquial, pendón blanco, estandarte de la Inmaculada, estandarte rojo, estandarte del Ayuntamiento e imagen de la Virgen María con el rostro cubierto por un velo blanco. Y en la esquina de oriente se sitúan los feligreses de la parroquia de San Cristóbal con esta disposición: ciriales y cruz parroquial, pendón dorado, guión de San Luis Gonzaga, estandarte de la Cofradía de San Isidro e imagen de Jesucristo Resucitado.
Antes del encuentro hacen tres venias. Primero se saludan las cruces procesionales, luego lo hacen los pendones, estandartes e imagen de María, Madre, que se encuentra con su hijo Jesús.
Los parroquianos de Santa María de Villacones quitan el velo como cese del dolor, que cubre el rostro de la Virgen María y los fieles de San Cristóbal portan la imagen de Cristo Resucitado, momento en que el pregonero de la representación pronuncia los siguientes versos:
En esta alegre alborada, Jesús ha resucitado / y con su madre angustiada en la plaza se ha encontrado. / Quitad ese triste manto. Porque el luto ya ha pasado. / Que torne en gozo su llanto. ¡Jesús ha resucitado!
Las dos procesiones parten de los extremos de la plaza y se van juntando y saludando a medio camino en el centro. El encuentro y saludo es entre las parroquias y las cofradías como la de San Isidro y la Veracruz.
Los estandartes representan a los diversos estamentos de la población: nobleza, asociaciones marianas de jóvenes, Ayuntamiento, familias… Realizan un acto de hermandad.
El orden del saludo y cruzamiento de toda esta simbología de insignias es el siguiente. Comienzan por saludarse las cruces parroquiales de las dos iglesias (la actual de Santa María de Villacones y la desaparecida de San Cristóbal); luego lo hacen los pendones blanco (que representa a Dios Creador) y dorado (pueblo de Dios o Iglesia) portados por los mayordomos de las cofradías de San Isidro y de la Santa Veracruz respectivamente; los estandartes de la Inmaculada (congregación Hijas de María) y guión de San Luis Gonzaga (asociaciones marianistas de jóvenes) antes portados por una pareja en puertas de casamiento; los estandartes rojo y del Apostolado de la Oración antes llevados por las familias Nograro y Estrada respectivamente; los estandartes del Ayuntamiento (éste perteneció a la cofradía del Santísimo de la extinta parroquia de San Cristóbal) y de la cofradía de San Isidro Labrador portados por el alcalde y un cofrade; e imágenes portadas en andas de la Virgen María y de su hijo Jesús Resucitado.
En la misma plaza puede observarse el monigote de Judas colgado de un saúco, al que después “se ahorcará” siguiendo tradicional costumbre.
Bibliografía general
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SIERRA URZAIZ, Francisco. “Algunos apuntes sobre el folklore de Cabanillas”, in Revista del Centro de Estudios de la Merindad de Tudela, nº 4, 1992, págs. 5-28.
Notas
[1] IRIBARREN, José María. “Estampas del folklore navarro” in Príncipe de Viana. Año 5, nº 17, 1944, págs. 393-420 e IDEM. De Pascuas a Ramos. Galería religioso – popular – pintoresca. Pamplona, Editorial Gómez, 1946, págs. 251 y 257-259. [2] Informa Iribarren que la imagen de la Virgen que toma parte en esta fiesta es la que existe en la Capilla del Espíritu Santo de la Catedral, al lado de la Epístola. En la tarde del Sábado de Gloria, terminadas las Vísperas, la Cofradía del Sacramento la traslada al Hospital, que se conoce como convento e iglesia de Nuestra Señora de Gracia, donde permanece hasta la hora de la función. [3] Iribarren se refiere a un tudelano célebre afectado por varias desgracias, que en medio de ellas tuvo la sorna de decir lo siguiente: “¡Ya no me faltaba a mí más que hacer de Ángel; que se rompiera la maroma y que matara a un forastero!”. Por “cuaresmero” se entiende el predicador que contrata el Ayuntamiento de un pueblo para que predique todos los sermones de Cuaresma (IRIBARREN, José María. Vocabulario navarro seguido de una colección de refranes, adagios, dichos y frases proverbiales. Pamplona, Diario de Navarra, 1997, pág. 143) [4] SEGURA MIRANDA, Julio. Tudela. Historia, Leyendas, Arte. Tudela, ed. del autor, 1964, págs. 161-162 (información después ampliada en SEGURA MONEO, Julio y otros. “Bajada del Ángel de Tudela”. Tudela, 2016. Disponible en web: http://www.bajadaangeltudela.com/hasta2016/historia/index.html); y MARÍN ROYO, Luis María. Etnografía histórica tudelana (Costumbres). Tudela, ed. del autor en col. con el Banco de Bilbao, 1977. Págs. 123-125. [5] FERNÁNDEZ GRACIA, Ricardo. “Tres relatos dieciochescos de la Bajada del Ángel” in Diario de Navarra, Pamplona, 3 de marzo de 2008, pág. 62; ONA, José Luis (ed.). Joseph Branet. Diario de un sacerdote refractario refugiado en España (1791-1800). Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2018; FUENTE, Vicente de la. “Costumbres provinciales. La bajada del ángel” in Semanario Pintoresco Español, 15 (11 de abril de 1841), págs. 116-118. [6] Se venera en la Capilla del Espíritu Santo de la Catedral, en su altar realizado expresamente para esta imagen, situado en el lado de la epístola de dicha capilla. Data del siglo XVII. Las andas con que sale en procesión pertenecen al mismo siglo. Cuatro son las familias, de las que uno de sus miembros, históricamente y generación tras generación, tiene el honor de llevar a la Virgen en andas en la procesión y durante la Ceremonia del Ángel (familias Munárriz, Carcavilla, Eraso y González). Cada familia tiene asignado un lugar en las andas y suele ir a su lado un acompañante para llevar la muleta o palo de apoyo, que se utiliza en los momentos de descanso de los porteadores. Es habitual que de joven se comience llevando la muleta y de mayor se lleve el varal de las andas. Los cuatro porteadores y sus cuatro acompañantes van vestidos con túnicas blancas con cíngulos azules y, también en azul, el anagrama de María que lucen en el pecho. Más información en: http://www.bajadaangeltudela.com/hasta2016/index.php [7] Llaman en Navarra “mandarra” a la blusa que usaban los chicos que llegaba hasta encima de las rodillas (IRIBARREN, J. M. Vocabulario navarro…, cit. pág. 316). [8] FERNÁNDEZ GRACIA, R. “Tres relatos dieciochescos…”, cit. [9] Una breve relación de esta función en pleno siglo XVIII nos la proporciona el informe sobre cofradías de 1772, conservado en el Archivo Histórico Nacional, comentado por FERNÁNDEZ GRACIA, Ricardo. “Tres relatos dieciochescos de la Bajada del Ángel” in Diario de Navarra, Pamplona, 3 de marzo de 2008, pág. 62. [10] Solamente en tres ocasiones ha dejado de celebrarse la tradicional representación. En los años 1809 a 1813 a causa de la guerra de la Independencia y de la ocupación de la ciudad por los franceses. En el año 1869 porque, al llegar la procesión a la Plaza Nueva, rompió a nevar copiosamente. Y en los años 1932 a 1936 inclusive, por causa de la República (IRIBARREN, J. M. De Pascuas a Ramos, cit. págs. 256-257). [11] Informaciones vertidas por Miguel Ángel Vallejo en la página electrónica consultada el 24.09.2019:http://www.bajadaangeltudela.com/hasta2016/index.php
[12] En la web consultada el 25.09.2019: http://www.bajadaangeltudela.com/hasta2016/procesion/alabarderos/index.html [13] M. T. “Miguel Ángel Vallejo prepara con Ana María Arregui al Ángel de Tudela”, in Diario de Navarra, 30 de enero de 2013, págs. 28-29. [14] IRIBARREN, J. M. De Pascuas a Ramos…., cit. págs. 260-263. [15] SIERRA URZAIZ, Francisco. “Algunos apuntes sobre el folklore de Cabanillas”, in Revista del Centro de Estudios de la Merindad de Tudela, nº 4, 1992, págs.. 5-28. [16] JIMENO JURÍO, José María. “Pascua de Resurrección”, in Gran Enciclopedia Navarra. Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1990. Tomo IX, pág. 45.