Conferencia pronunciada en la Sala de Cultura “Juan Bravo”, de Madrid, el 22 de enero de 2002, invitado por la Asociación Cultural Navarra y Caja Navarra.
Se presenta al Museo de Navarra como principal museo de la Comunidad Foral de Navarra, el que custodia y difunde los fondos artísticos y arqueológicos de este territorio histórico. Trata del origen del Museo, la historia de sus fondos, el edificio que los contiene, las adaptaciones del mismo a la luz de la nueva museología, y su funcionamiento a una con la Sección de Museos, Bienes Muebles y Arqueología, que se le añade en 1990. Por último, se trata de su proyección en el futuro. El artículo es transcripción revisada de la conferencia de su autor, director del Museo de Navarra, en la Sala de Cultura “Juan Bravo”, de Madrid, el 22 de enero de 2002.
The Museo de Navarra is presented as the main museum of the Chartered Community of Navarre. It holds and disseminates the artistic and archaeological collections of this historic territory. The presentación covers the origins of the Museum, the history of its collections, the building and the changes made in the light of new museum design, and its coordinated operation with the Section of Museums, Movable Items and Archaeology, which was added in 1990. Finally, it deals with the museum’s projection towards the future. The article is a revised transcription of a lecture given by the Director of the Museo de Navarra in the Sala de Cultura “Juan Bravo” in Madrid on 22 January 2002.
El Museo de Navarra se inauguró el 24 de junio de 1956, teniendo como sede el antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Misericordia, en la calle Santo Domingo, al extremo norte del Casco Antiguo de Pamplona, en una elevación del terreno que le permite disponer de buena luz y de una posición estratégica para contemplar desde él, en gran panorámica, buena parte de la Cuenca del río Arga.
Frente a su edificio se encuentran el Palacio de los Reyes de Navarra, nueva sede del Archivo Real y General de Navarra, y el Departamento de Educación y Cultura, antigua Universidad de Santiago, en cuya planta tercera se hallan las oficinas de la Institución Príncipe de Viana, órgano del que depende.
Es, por tanto, un centro perteneciente a la Administración Foral, hoy por hoy su único museo abierto al público –aunque no el único en funcionamiento, puesto que se trabaja para la apertura del Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja” y del Museo del Carlismo. Es el principal Museo de la Comunidad Foral de Navarra, no sólo por la importancia de sus fondos, sino por su simbolismo, pues recoge bienes que nos hablan de su pasado como reino con personalidad propia. Desde este punto de vista, se puede catalogar como un museo general –semejante en su propósito, por ejemplo, al Museo Nacional de Arte de Cataluña-, aunque tipológicamente, es un museo-síntesis de Arte y Arqueología.
En su encuadramiento orgánico, el Museo de Navarra es un centro adscrito a la Sección de Museos, Bienes Muebles y Arqueología del Servicio de Patrimonio Histórico de la Institución Príncipe de Viana, que es la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra, a su vez integrada en el Departamento de Educación y Cultura. Esta articulación marca su funcionamiento, al que me voy a referir más tarde.
Fue declarado Bien de Interés Cultural el 1 de marzo de 1962, y el 13 de diciembre de 1999 fue admitido en el Sistema Español de Museos, a propuesta de la Junta Superior de Museos, en la que los directores de este centro han estado presentes como vocales. El Museo de Navarra es miembro del International Council of Museums (I.C.O.M.), órgano supremo en su materia asociado a la U.N.E.S.C.O.
Origen de sus colecciones
El origen de las colecciones conservadas en el Museo de Navarra es vario, y a él confluyen en 1956 fondos procedentes del antiguo Museo Artístico-Arqueológico de Pamplona; de la Institución Príncipe de Viana; de la Iglesia; y aportaciones de particulares.
Al Museo Artístico-Arqueológico de Pamplona se le puede calificar como primitivo Museo de Navarra. Fue formado por la Comisión Provincial de Monumentos e inaugurado el 28 de junio de 1910 en el edificio de la Cámara de Comptos, antigua calle de Tecenderías, hoy del arquitecto Florencio Ansoleaga, uno de sus mentores junto a Julio Altadill y Juan Iturralde y Suit. Mantuvo su funcionamiento hasta 1940, en que siendo su director Ignacio Baleztena se trasladaron los fondos temporalmente al Archivo Real y General de Navarra, tras ocupar su sede la recién creada Institución Príncipe de Viana.
La importancia de este Museo –en la fundada opinión de Emilio Quintanilla- estuvo en la proporción de sus piezas que pasaron a formar parte del posterior Museo de Navarra [1]. De aquél modesto, pero relativamente completo museo, en cuanto a arte navarro, proceden piezas y conjuntos sobresalientes del actual, como:
- La prensa de volante y colección de troqueles para acuñar moneda.
- El sepulcro gótico de la princesa Doña Juana de Navarra, procedente del Convento de San Francisco de Tudela.
- El Obispo de estilo gótico y tallado en piedra de San Pedro de la Rúa de Estella.
- Lápidas y escudos de la Ciudadela y Murallas de Pamplona.
- La serie de cobres pintados al óleo del “Génesis”, de Bouttats, procedentes del desamortizado Convento de la Merced, de Pamplona.
- Las sillas de montar, góticas, procedentes de Azagra.
- La colección de lienzos del siglo XIX en depósito del Museo de Arte Moderno dependiente del Museo del Prado, con obras de Serafín del Rincón, Cecilio Pla, Luis Franco, Bernardino Ferrándiz, José Díez Penadés, Máximo Peña y Miguel Jadraque, entre otros.
- Y pinturas de los dos últimos siglos, como “El Viático en Baztán”, de Javier Ciga, y otras de García Asarta y Carceller.
En el plano arqueológico:
- Materiales dolménicos obtenidos en las exploraciones de Ansoleaga e Iturralde por la Sierra de Aralar, Maya y Burguete.
- Los mosaicos romanos de Teseo y el Minotauro, las Murallas e Hipocampo, procedentes de las excavaciones de Iturralde y Suit en la calle Curia de Pamplona; y otros de procedencia diversa (Lumbier, Liédena…).
- Así como diferentes objetos procedentes de la excavación de Iturralde y Suit en el cementerio visigodo de Argaray (Pamplona), en 1895.
La Comisión de Monumentos ya hizo entonces las primeras gestiones para trasladar al Museo las estelas romanas de Gastiain, encajadas en la pared de la ermita de San Sebastián, que fueron dibujadas por Nicasio Landa, pero no ingresaron en el Museo de Navarra hasta 1952, y los capiteles de la Catedral románica de Pamplona, que lo hicieron en 1954.
Es muy interesante comprobar como, con medios escasos pero gran tenacidad, la Comisión logró montar un museo avanzado en cuanto a contenido y proyección pública. Hubo en él secciones de Pintura, Escultura, Arqueología y otra de carácter diverso, que reunía fondos de numismática, orfebrería, cerámica, armería y mobiliario. Cuando fue posible se coleccionaron objetos originales y, cuando no, se obtuvieron vaciados en yeso para completar el conjunto expositivo (se contó con reproducciones de los capiteles de la iglesia de San Pedro de la Rúa y del Palacio de los Reyes de Navarra de Estella, así como de la fachada románica de la Catedral de Pamplona; hubo una colección de copias de obras clásicas y renacentistas [2]). También dispuso de biblioteca y de un archivo gráfico constituido por fotografías de los principales monumentos de Navarra (contribución de Julio Altadill) y reproducciones de monedas y sellos (aportación de Mariano Arigita). Es decir, trató de cubrir los objetivos de un museo actual –conservación de fondos, exposición pública y didactismo- dentro de una visión universalista quizás pretenciosa para la limitación de recursos existente, pero dando tanta importancia a la presencia de objetos como a la documentación del Patrimonio Histórico-Artístico de Navarra.
Igualmente, trató de despertar una conciencia de valorización de tal Patrimonio, ya no sólo mediante la creación de este Museo, sino con la organización de exposiciones: en 1883 la de “Objetos Históricos y Artísticos de Navarra”, en los Salones de Vínculo, y en 1920 la de “Arte Retrospectivo”, en la Catedral, ambas en Pamplona. Esta última presentó más de 2.000 piezas.
En los dieciséis años que median desde la creación de la Institución Príncipe de Viana, en 1940, hasta la recuperación del Museo, en 1956, ya con el nuevo título de Museo de Navarra, el papel jugado por ella y su director José Esteban Uranga, será decisivo para la aportación de nuevos fondos en un edificio con el espacio requerido para su lucimiento y futuro incremento.
La llegada de nuevos objetos se acompasa a la marcha de las intervenciones restauradoras de la propia Institución en las iglesias de Navarra, de donde, con el acuerdo de la Archidiócesis, se extraen pinturas murales y elementos arquitectónicos –principalmente capiteles y dentro de este apartado los de la Catedral románica de Pamplona-, que darán al Museo de Navarra un peso en cuanto al Arte Medieval se refiere.
Por otra parte, las campañas arqueológicas sistemáticas encargadas a los responsables del Museo Arqueológico Nacional, Blas Taracena y Luis Vázquez de Parga (director y subdirector respectivamente) y a Juan Maluquer de Motes (profesor de la Universidad de Barcelona), suministran nuevos fondos de la I Edad del Hierro y de la Romanización (cerámica, mosaicos y epigrafías).
En cuanto a las aportaciones de particulares, el conjunto más significativo son las pinturas murales trasladadas desde el Palacio de Oriz, en las inmediaciones de Pamplona, donadas por la familia Ferrer, encargadas por sus antiguos propietarios, los Cruzat, en el siglo XVI, para recordar la batalla de Mühlberg entre el Emperador Carlos V y los príncipes protestantes alemanes.
El edificio
Para la ubicación del Museo se eligió un edificio emblemático por su pasado educativo y asistencial en el campo de la Medicina: el Hospital de Nuestra Señora de la Misericordia había sido desde su erección en 1556 sede de la Cofradía y Colegio de San Cosme y San Damián, y después Real Colegio de Medicina, Cirugía y Farmacia. A la expedición de títulos en tales materias se sumó desde 1829 su labor hospitalaria, pero en 1925, tras su traslado al nuevo Hospital Provincial, fue transformado en cuartel de la Policía de Asalto (Armada después), quedando más tarde sin uso concreto. Por ello fue elegido por la Diputación Foral como lugar más idóneo para el Museo.
Su remodelación para la función que se le exigiría desde entonces fue encomendada al arquitecto-restaurador de la Institución Príncipe de Viana, José Yárnoz Larrosa, que lo transformó exteriormente en un edificio de líneas clásicas, acorde con la portada renacentista conservada (obra de los entalladores Juan de Villarreal y Juan Vizcaíno), e interiormente en un espacio funcional de estilo sobrio, con una escalera de aspecto palacial. A la Iglesia adjunta, de estilo gótico-renacentista, construida a expensas del Arcediano de la Tabla de la Catedral de Pamplona, Remiro de Goñi, y del Virrey Francisco de Avellaneda, se le sustituyó su mal conservada fachada por la de la Iglesia de la Soledad de Puente la Reina, muy similar en su traza.
El saber hacer de Yárnoz se compaginó con la intervención museográfica del por entonces Director del Museo Arqueológico Nacional, Joaquín María de Navascués y de Juan, hombre de antecedentes navarros y buen conocedor de los museos, pues había sido igualmente director de los de Córdoba y Tarragona, así como también responsable de la instalación museográfica de sus fondos, y de los de otros museos como el de Sevilla, Burgos y el propio M.A.N., antes de encomendársele el montaje del de Navarra.
El Museo de Navarra se inauguró el 24 de junio de 1956 con veintidós salas, una sala de exposiciones, un salón de actos, oficinas, biblioteca, laboratorio de restauración, área de servicios y viviendas para el personal de conserjería. Ocupaba solamente tres plantas del edificio, pues la cuarta, así como la Iglesia, se cedieron al Estudio General de Navarra –futura Universidad de Navarra. En esta planta se impartieron estudios de Filosofía y Letras.
La instalación museográfica se dirigió a valorar exclusivamente las piezas, rehuyendo la exposición aparatosa. Para ello Navascués recurrió a varias fórmulas muy prácticas por su funcionalidad [3]:
- Un sistema de escaparates con dos haces y pasillo divisorio con puerta para el servicio, para la presentación de piezas arqueológicas.
- Reconstrucciones arquitectónicas y del ambiente originario, para mostrar las pinturas murales de la Capilla de la Virgen del Campanal (de la iglesia de San Pedro de Olite) y las del Palacio de Oriz.
- Alzado de planta para su adaptación a los grandes formatos, así se hizo con las pinturas murales de la Catedral de Pamplona.
- Vitrinas exentas dotadas de fanal de cristal para mostrar piezas excepcionales (el bacinete de barbera atribuido al Príncipe de Viana, la montura gótica de Azagra…).
- Atendiendo especialmente a la textura y color de pavimentos, paredes y techos, así como a los soportes –ligeros- de los elementos arqueológicos expuestos.
- Los paños de paredes libres se emplearon para mostrar fotografías y gráficos con la situación original de los elementos expuestos.
En 1957 es nombrada directora del Museo María Ángeles Mezquíriz, que ya venía trabajando en él como conservadora. Como puede deducirse de un periodo de tiempo tan dilatado –hasta su jubilación a fines de 1998 cuarenta y cinco años de servicio-, la historia del Museo está estrechamente ligada a su persona, no sólo por el incremento de las colecciones, que obligaron a la apertura de nuevas salas (hasta treinta y siete), sino por el impulso dado a la investigación de sus fondos, y la progresiva importancia de sus acciones culturales, y también por el fomento de la investigación arqueológica de campo y la coordinación (desde la Sección de Museos, Bienes Muebles y Arqueología asignada en 1990) de las iniciativas conducentes al control y protección del Patrimonio Mueble de Navarra (arqueológico, artístico y etnológico).
Poco antes de la nueva remodelación arquitectónica a que se sometería su edificio a fines de la década 1980, el Museo de Navarra disponía de una completa biblioteca especializada en Arqueología y en Arte, un Laboratorio de Restauración modélico en ambas especialidades, y un sistema de seguridad avanzado. Tenía el apoyo de publicaciones arqueológicas regulares –como la serie “Excavaciones en Navarra” y “Trabajos de Arqueología Navarra”- además de la Revista “Príncipe de Viana”.
En esa época, las exigencias de la nueva museología, el deseo de hallar una dimensión más proporcionada a los fondos de Arte y Arqueología, desde la Prehistoria a nuestros días, y la necesidad de buscar nuevos espacios, impusieron la remodelación completa del edificio, que fue encomendada a los arquitectos catalanes Jordi Garcés y Enric Soria [4], tras una renovación de los forjados proyectada por Javier Lahuerta.
De esta profunda actuación arquitectónica habría que destacar:
- La ampliación en más de 2.000 m., hasta un total de 7.500 m., del espacio útil para las distintas actividades del Museo, robando al subsuelo terreno para almacenaje de fondos y obteniendo así una sala para Prehistoria con un cierto aire “rupestre”, por debajo del jardín; la dotación de un gran recibidor bajo una estructura de casetones ajardinada al exterior, que cubre el viejo patio, y permite a los grupos de visitantes organizarse, disfrutando de la contemplación de un patio inglés, con jardincillo, y exposición sobre las paredes de la iglesia aneja de algunos mosaicos romanos.
- La separación, al tiempo que articulación, con una lógica organizativa, de las diferentes áreas del Museo: fondos reservados en sótano, espacios para la actividad temporal (exposiciones, conferencias etc.) en planta baja, salas para la exposición permanente en las demás plantas, y servicios técnicos restringidos al personal del museo o a la consulta especializada en el cuerpo norte del inmueble; esto permite que las distintas actividades coexistan sin estorbarse.
- Como consecuencia del planteamiento anterior, la circulación del visitante por las distintas salas es muy clara y la señalización sencilla.
- La Iglesia, inicialmente concebida como almacén visitable, fue transformada más recientemente por el arquitecto Luis Tena en sala de exposiciones de arte sacro y ocasional auditorio de música.
Los aciertos de Soria y Garcés afectaron de manera directa al diseño de peanas, pilares, repisas y al fondo de alguna pieza singular (como el Cristo de Santa Fe de Escániz), que fueron ejecutados en acero cortén. Su color rojizo resalta las piezas expuestas sin por ello privarles de su necesario protagonismo, y armoniza perfectamente con los tonos grises de suelos, paramentos y techos. En lugares reservados al paso se permitieron pintar las bóvedas de azul intenso –como en la galería de unión con la Sala de Prehistoria- lo que rompe la sensación de estatismo del centro museístico.
En conjunto, el Museo de Navarra actual produce al visitante una grata sensación, que tratamos sea completa ofreciéndole un programa de actividades, al que enseguida me referiré.
Sus fondos
Acabo de aludir a la naturaleza de los fondos del Museo de Navarra, que son de Arte y Arqueología, relativos a todas las épocas de la Historia en el territorio que hoy ocupa esta Comunidad. Son bienes hallados o ejecutados en Navarra, o bien que han formado parte de su patrimonio privado o eclesiástico, lo que permite observar diferentes estilos y huellas de influencias externas.
De la totalidad de bienes expuestos sobresalen por su calidad excepcional varios conjuntos:
- Dentro del amplio espectro de la Romanización, la colección de mosaicos y estelas funerarias, destacando, entre los primeros, los procedentes de la villa del Ramalete (Tudela), especialmente el dedicado a Dulcitius, representado como cazador, perteneciente al siglo IV o V de nuestra era, y ejecutado seguramente por mosaiquistas norteafricanos itinerantes; en cuanto a las segundas, el conjunto de estelas tabulares de Gastiain es admirable por la riqueza de sus elementos decorativos, destacando el dedicado a Antonia Buturra, hija de Viriato. Una pieza muy interesante por cuanto muestra el contacto de las gentes romanizadas con las iberas en un medio vascón es el fragmento de pavimento de Andelos (actual Mendigorría), con inscripción ibérica (likine abuloraune ekien bilbiliars).
- De época medieval, junto a los únicos vestigios de escultura prerrománica de la ermita de San Miguel de Villatuerta y algunos islámicos de la Mezquita de Tudela, es para destacar la magnífica colección de capiteles románicos procedentes de la Catedral de Pamplona, tanto de su portada, atribuidos al Maestro Esteban, como de su claustro, posteriores en un cuarto de siglo, mediado el XII, que son de factura tan pulcra como interesante su iconografía, especialmente en los dedicados a glosar la Pasión de Jesucristo, su Resurrección y la Historia del Santo Job, tema infrecuente en la decoración de capiteles.
- Del mismo momento, aunque encuadrables dentro de las diferentes corrientes estílísticas del arte gótico, son el amplio conjunto de pinturas murales, trasladadas a lienzo, procedentes de iglesias navarras del ámbito rural (como Artaiz, Gallipienzo, Artajona) y urbano (Olite, Pamplona), destacando las de la Catedral iruñesa, y por su calidad la pintura de La Pasión de Cristo, del Maestro Oliver.
- Del Renacimiento, de hacia 1550, la serie de grisallas del Palacio de Oriz, formada por varias composiciones: las campañas de Carlos V contra los príncipes protestantes en sus distintas fases (Socorro de Ingoldstat, los campamentos de los oponentes, el paso del Elba con la batalla de Mülhberg, y la rendición del Duque de Sajonia ante el Emperador y su lugarteniente el Duque de Alba); otros paneles muestran escenas del Paraíso Terrenal, del Antiguo Testamento y del Fabulario medieval.
- Del Barroco, los doce cobres que presentan el ciclo del Génesis, pintados por Jacob Bouttats, admirables por la perfección de su técnica y el interés de sus narraciones.
- De época contemporánea, el Museo ofrece el más completo panorama expuesto de Pintura Navarra de los siglos XIX y XX, con nombres como Inocencio García Asarta, Javier Ciga, Gustavo de Maeztu, Jesús Basiano y Julio Martín Caro, entre otros artistas de época reciente.
Y la imagen del Museo de Navarra se asocia también a piezas individuales de valor incalculable, algunas de ellas reiteradamente solicitadas por otros museos para ser mostradas en exposiciones temporales. Me refiero, por encima de las ya mencionadas, a:
- La Arqueta Hispano-Musulmana de marfil, conocida como Arqueta de Leire, por haberse conservado como relicario en dicho monasterio. Es una obra excepcional de la eboraria islámica realizada por el Maestro Faray y sus discípulos Misgan, Rasid, Jair y Sa Abada en el taller de Medinat al-Zahara, en la etapa final del Califato de Córdoba (1005 de nuestra era), por encargo del hijo de Almanzor, Abd al-Malik. Representa escenas aúlicas, de justas y cinegéticas, con variadas influencias estilísticas.
- El Cáliz ofrecido por el Rey de Navarra Carlos III el Noble a Santa María de Ujué, obra de Ferrando de Sepúlveda (1394), trabajo de orfebrería en plata dorada y esmaltes con las armas de Evreux y de Navarra, y la dedicatoria inscrita en el pie polilobulado.
- La talla en madera de San Jerónimo Penitente, obra del escultor Juan de Anchieta, realizada en el estilo romanista miguelangelesco (último tercio del siglo XVI), procedente de la Catedral de Pamplona.
- Obras pintadas por Roland de Mois (“Ecce Homo”), Luis de Morales (“Ecce Homo”) –de mediados y último tercio del siglo XVI-, Jacques Francart (“Políptico de la Vida de Cristo y la Virgen”, 1612), Antonio González Ruiz (“Retrato de monja”, 1750), Luis de Paret (“Retrato de Leandro Fernández de Moratín”, último tercio del s. XVIII).
- Retablo renacentista de la Iglesia de San Juan Bautista de Burlada, producto de la colaboración del entallador francés Esteban de Obray con el pintor pamplonés Juan del Bosque.
- Doce sitiales de la Sillería renacentista del coro de la Catedral de Pamplona, realizados por Esteban de Obray, normando vecino de Tudela, como director, y Guillén de Holanda como imaginero más destacado, conjunto decorado “a la romana” con relieves de profetas y santos en sus tableros.
- El Retrato de D. José María Magallón y Armendáriz, V Marqués de San Adrián, ejecutado por Francisco de Goya en 1804, uno de sus retratos masculinos más geniales por su inigualable dominio técnico y maestría para la captación psicológica de un afrancesado, Grande de España, cuya pareja, el retrato de Dª María Soledad Fernández de los Ríos, también pintado por Goya, se encuentra en el Museo de la Fundación Paul Getty de Los Ángeles (Estados Unidos).
Los fondos expuestos, no obstante, constituyen una parte del total, obedecen a una selección realizada con ánimo pedagógico, pero también obligada por el espacio disponible.
Entre los materiales que sólo es posible ver con ocasión de exposiciones monográficas, como es el caso de la recién clausurada sobre “La Moneda en Navarra”, se encuentra el valiosísimo monetario –más de 15.000 piezas- con sus 300 troqueles de acuñación y la prensa de volante, procedentes de la Cámara de Comptos Reales, que acuñó moneda hasta 1841, poco antes de promulgarse la Ley Paccionada.
A este fondo hay que añadir una fototeca de autores navarros con series fotográficas de Nicolás Ardanaz, Gerardo Zaragüeta, Julio Altadill y otros autores más jóvenes.
En cuanto a los fondos arqueológicos, el Almacén de esta especialidad, existente en Cordovilla, que alberga de manera ordenada materiales de seis décadas de excavaciones arqueológicas, guarda conjuntos tan singulares como los de arte mueble magdaleniense de la Cueva de Abauntz (Valle de Ulzama), formado por cantos rodados con grabados de animales estilizados y símbolos abstractos; de la I Edad del Hierro de Cortes de Navarra; y de la Villa de las Musas de Arellano, un centro productivo de época romana, de los siglos I a IV de nuestra Era, dotado de lagar y bodega para el almacenamiento de vino, además de un espacio ritual. Materiales, insisto, de gran importancia para comprender el pasado cultural de nuestro territorio.
Su funcionamiento
Tras su reapertura en 1990, el Museo de Navarra, ya con su ordenación arquitectónica actual, ve potenciarse servicios de consulta como la Biblioteca, Videoteca, Fototeca, Fondo Documental de Artistas Navarros Contemporáneos (con unas 1500 referencias), y Gabinete Didáctico. Estos recursos, por un lado, están permitiendo expandir la cultura desde el Museo mediante actividades de difusión (casi 130 exposiciones temporales en este periodo, once años de ciclos dedicados al arte cinematográfico, varios congresos científicos, innumerables conferencias, conciertos etc.) y atención a numerosos investigadores. Pero, además, desde el Gabinete Pedagógico, se han impulsado actuaciones de hondo calado que apuestan por el futuro: unos 14.000 niños acuden anualmente con sus profesores a visitar el Museo. Se montan de manera continua talleres de trabajo para niños y adultos, atendiendo a las personas discapacitadas. Son más de diez las guías didácticas existentes y tres maletas pedagógicas, que permiten conocer el Museo desde las aulas.
En el orden científico, desde la Sección de Museos, Bienes Muebles y Arqueología, como una labor asignada al director del Museo, se impulsa la realización de Inventarios (Arqueológico, de Bienes Muebles Eclesiásticos y Etnográfico, éste al ritmo de crecimiento del nuevo Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”, en el Monasterio de Irache, creado en 1993, todavía en proceso de formación); se emiten informes sobre el Patrimonio Arqueológico y se conceden las licencias de excavación y prospección; se orientan y dirigen restauraciones del Patrimonio Mobiliario Artístico y se elaboran los expedientes de su protección legal; se coordina la Red de Museos de Navarra (formada ya por diez centros), se controlan las inversiones en ellos realizadas e impulsan nuevos proyectos como el Museo del Carlismo (Estella), el Museo de la Colección “Muñoz Sola” (Tudela) y la Fundación-Museo “Jorge Oteiza” (Alzuza).
El Museo de Navarra cuenta hoy con una plantilla de ocho técnicos superiores y su personal, incluida la Sección, supera el medio centenar de personas. Hace dos años se le ha dotado de una nueva estructura administrativa con cinco Negociados, a fin de agilizar la marcha de los trabajos tanto administrativos como materiales.
Su proyección en el futuro
Hace unos meses planteaba una reflexión ante el papel que jugaba el Museo de Navarra en el conjunto de los de Bellas Artes en España [5]. El balance lo daba como positivo y, enlazando con lo dicho entonces, quisiera terminar mi disertación exponiendo las líneas actuales de trabajo del Museo, que se dirigen a mejorar:
- Las comunicaciones internas: aunque los equipos informáticos se han modernizado y puesto en red, y el Museo se anuncia en Internet desde 1998, es preciso completar la informatización de la Biblioteca, y está pendiente la mecanización del catálogo de fondos, tarea a largo plazo que se iniciará este año.
- La formación técnica y científica del personal dependiente, con el fomento de su participación en todo tipo de reuniones de carácter profesional, y, desde el punto de vista de las relaciones, la presencia de nuestro personal en las organizaciones del sector –Comité Español del I.C.O.M. y Junta Superior de Museos- es un hecho; se busca el asesoramiento de entes especializados, como, por ejemplo, para la restauración de bienes muebles, el Instituto del Patrimonio Histórico Español, organismo con el que nos une un convenio de colaboración.
- La calidad de exposiciones y actividades culturales y didácticas, buscando siempre que sea posible obtener la colaboración del patrocinio privado.
- Y la proyección social del Museo, que dirigimos en varias direcciones: al público, con el refuerzo de la colaboración de los Guías Voluntarios y la Asociación de Amigos del Museo de Navarra; a los centros docentes, bien los colegios, como la Escuela de Arte y la Universidad de Navarra, entidades con las que mantenemos convenio de colaboración, incluso prestación docente ampliable a la Universidad Pública de Navarra (los cursos de Patrimonio, Museología y la asignatura de Historia del Cine y de otros Medios Audiovisuales son impartidas en este ámbito por técnicos del Museo de Navarra); y a la comunidad científica, con nuestra colaboración en diversas publicaciones.
Para su expansión en un futuro, el Museo de Navarra tiene que vencer una serie de limitaciones, como:
- Unos deficientes accesos por falta de señalización urbana y aparcamientos limitados e insuficientes en la zona de influencia, lo que merma su capacidad de atracción.
- La necesidad de ampliar su espacio para dar mejor cabida al arte contemporáneo; el arte de nuestros días, con su debate abierto en torno al mismo, le llevaría a asumir un papel de primer orden como ente para el estudio y difusión de la creación actual; esta ampliación le permitiría dotarse de servicios ahora inexistentes como cafetería, y tienda y guardarropía más capaces; y asimismo el mejorar sus condiciones medioambientales internas.
- Por último, sería conveniente dotarle de una mayor autonomía para alcanzar un funcionamiento más ágil, que le permitiese competir en plano de igualdad con otras ofertas culturales.
En conclusión, creo que el Museo responde al importante papel encomendado de ser el principal referente museístico de nuestra Comunidad, pero necesita un apoyo que le haga superar estas limitaciones para estar al nivel que los tiempos demandan.
Sólo así lograría vencer la resistencia de sectores sociales que todavía no se han dejado seducir por esta institución tan nuestra como es el Museo de Navarra.
Notas
[1] QUINTANILLA MARTÍNEZ, Emilio, La Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra. Pamplona, Gobierno de Navarra (Departamento de Educación y Cultura), 1995, p. 269; y ZUBIAUR CARREÑO, Francisco Javier, “Iturralde y Suit y el museo provincial de artes y antigüedades. Orientaciones museográficas y crítica del arte moderno”, en Príncipe de Viana, Anejo 15 (1993), pp. 641-654.
[2] Fueron depositadas por el Museo de Reproducciones Artísticas de Madrid, del que era director José Ramón Mélida y Alinari, Vocal de la Comisión Provincial de Monumentos de Navarra.
[3] NAVASCUÉS Y DE JUAN, Joaquín María de, Aportaciones a la museografía española. Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1959, pp. 143-163 y láms. XXXV-XL, (El Museo de Navarra).
[4] CRESPO, Txema G., Jordi Garcés y Enric Sòria. “La reconversión de un hospital en museo”, El País (Ed. del País Vasco), 10 de marzo de 2001, p. 10; y MONTANER, Josep María, Museos para un nuevo siglo, Barcelona, Ed. Gustavo Gili, 1995, p.p. 160-165. Para el actual Museo de Navarra véase también ECHEVERRÍA GOÑI, Pedro L., Iglesia del Hospital de Nuestra Señora de la Misericordia, Pamplona, Museo de Navarra, 1997; y MEZQUÍRIZ, María Ángeles (Dir.), Museo de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra (Departamento de Educación y Cultura), 1998.
[5] ZUBIAUR CARREÑO, Francisco Javier, “Anotaciones a un informe sobre los museos españoles (I). Los museos de Bellas Artes. (II). El Museo de Navarra”, Diario de Navarra, 8 y 9 de agosto de 2000, pp. 17 y 19 respectivamente.