El verdadero cowboy del Far-West

El cine del Oeste Americano tiene muchos admiradores, tanto en España como en el resto del mundo. Bien es verdad que los americanos son especialistas en este género de películas, que interpretan a la perfección. Además, hay que añadir a esto los modernos adelantos del cine, que nos presentan los duros pero grandiosos paisajes del  oeste americano. A todo lo cual hay que añadir la ambientación, las canciones e incluso la acción y emoción que les caracteriza.

Pero lo que verdaderamente caracteriza a esta clase de películas, es un hombre: el cowboy. El cowboy es un ser muy distinto del presentado en el cine. El verdadero cowboy ha sido disfrazado para crear otro muy distinto cuya finalidad será la de entretener más al público. Pero la verdad del cowboy es esta:

El cowboy no es precisamente un hombre con dos revólveres y una bravuconería indefinible, que resolvía sus pleitos a tiros o a puñetazos, sino todo lo contrario, pues esto no deja de ser producto de la imaginación, por dos razones que impiden que esto sea verídico.

La primera es que, según la historia, los cowboys eran pacíficos, o por lo menos poco ofensivos y se entretenían en transportar ganado de una parte a otra del Estado y no en pegarse y matarse, pues se podían contar con los dedos de la mano los que a esto se dedicaban. Claro está que también hay algo de verdad en esto, pues la “fiebre del oro” impulsó a cometer muchos asesinatos y barbaridades.

La segunda y más poderosa razón es que el tal revólver solo lo utilizaban para asustar a las reses y además no lo llevaban colgado del cinto sino en el equipaje.

Más tarde se inventó el colt, allá por el año 1830, debido a que el cowboy estaba en condiciones de inferioridad respecto a los indios, pues estos podían dispararle una lanza o una flecha desde veinte metros de distancia sin fallo alguno. Mientras que el cowboy cargaba su revólver de un tiro, ya había recibido el mortal disparo.

Después de la Guerra de Secesión, en 1870, se hizo práctico el colt de seis tiros, pero aún y todo el cowboy no podía permitirse grandes proezas.

Así que cuando llegaban las cosas a un punto culminante prefería utilizar su carabina “Winchester” que su colt de seis tiros.

Es verdad que el cowboy empleaba mal su colt, pero aún empleaba peor sus puños. Aunque no lo parezca, el cowboy presumía de caballero y consideraba las peleas como propias de gente baja. Por eso, cuando el caso lo requería, prefería usar su colt, su carabina o el cuchillo que a sus propios puños, y si por casualidad no poseía estas armas prefería retirarse antes que llegar a las manos.

Si bien el cine ha disfrazado este aspecto del cowboy ha cultivado y conservado dos cosas: el atuendo y el caballo.

El atuendo era una cosa que el cowboy guardaba mucho. Llevaba un sombrero de ala ancha, negro o marrón, con refuerzos de piel de castor, como el que llevaban los jinetes sudistas en la Guerra de Secesión. Luego fue sustituido por uno blanco llamado “Stetson”. Llevaban pañuelos muy finos anudados al cuello y camisas de colores vistosos, con chaleco de cuero. Y en las épocas frías se tapaban con un capote de tipo militar. Las botas se las hacían a la medida, pagando por ellas hasta veinte dólares, mientras que en una tienda de la ciudad no pasaban de diez dólares las mejores. Los tacones de las botas no tenían otro fin que el de sujetarse mejor a los estribos. El colt lo cuidaban mucho y solía tener la culata de caucho con revestimientos de nácar o marfil. El cañón tenía unos treinta centímetros, reduciéndolo después a la mitad.

Y pasando ahora a hablar del caballo, el cine lo presenta como el mejor amigo del cowboy y esto es verdad. Era el célebre “mustang”, descendiente de los que llevaron los españoles a América y que erraban en grandes rebaños por el Norte de Méjico. Era muy fiel y su compañero inseparable, además de ser una gran defensa contra los indios y los lobos del Far-West.

En fin, y para ir terminando podríamos decir que el cowboy es el máximo personaje de la civilización. Él abrió con su ganado la carrera hacia las nuevas tierras.

Podríamos decir también que el cowboy nació con el “trail”.

El “trail” fue una marcha por un interminable sendero hecho a través de la hierba cenagosa y polvorienta de la pradera, con millares de reses. Esto fue llamado por los cowboys el “trail”.

Era un formidable movimiento que duraría treinta años y que se efectuaba como una operación militar. Habían muchos problemas que vencer, como reunir los millares de ganado vacuno, fijar la partida, hacer un reconocimiento de los lugares por donde habrían de pasar, lograr sitios para el abastecimiento de agua y zonas para guardar las reses.

Además habrían de vencer muchas dificultades, como la fatiga, el sol, la lluvia, la sed y el hambre, cuidando además de las estampidas y otros problemas.

Cuando los cowboys efectuaban el “trail”, pasaban meses sobre sus caballos no desmontándose más que unas horas a la noche.

El cowboy, en términos generales, fue el único hombre que descubrió y dominó el gran desierto y que gracias a ellos hoy es un lugar próspero.

Eran en suma héroes, héroes que precedieron a la civilización de los Estados Unidos y que gracias a ellos se fundaron ciudades como Abilene, una ciudad que en tiempos fue el gigantesco matadero americano.

También “la fiebre del oro” impuso su conducta y se fundó Virginia City, una ciudad minera de Nevada, que se hizo célebre por su oro y sus crímenes, teniéndose  que fundar los Comités contra el Crimen, debido a las barbaridades que se cometían. Llegó a estar de moda la horca, a la que la gente acudía con traje de fiesta a presenciar de qué modo se ajusticiaba.

Pero pese a todo esto y a la Guerra de Secesión, se siguió llevando a cabo la acción civilizadora del país, forjándose poco a poco lo que hoy es la mayor potencia del mundo.

Recordando esto, precisamente, Kennedy, el presidente asesinado, cuando quiso expresar el papel de los Estados Unidos en el mundo, habló de la “nueva frontera”, porque fue en el oeste en donde se forjó el espíritu luchador de la joven nación.

Imagen de la portada: el actor estadounidense Randolph Scott encarnó al característico cowboy del género western estilizado por el cine estadounidense. En el fotografía con su compañero inseparable, el caballo Stardust.