Estelas discoideas de Navarra

Introducción

Entre los diferentes monumentos funerarios que en Navarra han servido para señalizar las sepulturas figuran las estelas discoideas, las cruces y las laudas. Las estelas tabulares, de forma rectangular, que tan rápidamente se extendieron en la comarca vasco-francesa del Labourd durante los siglos XVII y XVIII, no llegaron a emplearse en Navarra prácticamente. Por el contrario, la cruz fue pos­tergando a la estela discoidea en Navarra progresiva­mente a partir del siglo XV y, en la antigua Merindad de Ultrapuertos o Baja Navarra, actual Francia, desde 1600, generalizándo­se ya del todo en el siglo XVIII, si bien no se llegó a la exclusión completa en esta zona. Por su parte, las laudas o planchas de madera o piedra que recubrían las fuesas en el interior de las iglesias, convivieron con estos monu­mentos desde la Edad Media al siglo XVIII por lo menos. De estas últimas Colas catalogó unas 34 en Ultrapuertos, mientras que en Navarra no se ha comenzado todavía su localización sistemática. Su mayor Interés es epigráfico y no ornamental. No ocurre lo mismo con las cruces bajonavarras que presentan perfiles muy recortados y festonea­dos, de una fantasía exhuberante un poco barroca, en las que los adornos e inscripciones se han pintado en negro sobre blanco dándoles un singular aspecto. Pero de to­das estas piedras funerarias, la más antigua y con una tradición más lejana es la estela discoidea. Hasta el año 1979 inclusive se han catalogado 664 piezas en la Navarra peninsular y 544 en Ultrapuertos, en total 1.208. Ello supone una pro­porción muy importante dentro del conjunto numérico mundial de estos especímenes.

Aspectos que definen la estela

Estela navarra de procedencia desconocida

  1. Se compone de dos partes: el disco (circular) y el pie (trapezoidal), que se unen en la zona llamada cuello, y que fija la transición entre ellos. También dispone de un canto que completa su silueta. La decoración cubre el disco -por una o dos caras-, y, excepcionalmente, el pie y el canto. Estas libertades ornamentales son muy comu­nes. Por ejemplo, hay 88 estelas pie-decoradas en Nava­rra, la mayor parte de ellas en Espinal y Valcarlos, lugares fronterizos con la Baja Navarra, donde ascienden los ejemplos a 247, con mayor extensión e intensidad en los valles de Arberoue, Lantabat y Ossés. La canto-decoración, al contrario, es aquí inferior, reduciéndose a excrecencias esféricas en 52 estelas, mientras que en Navarra, aún siendo 38 los casos, la imaginación orna­mental es superior. También hay casos de estelas no decoradas en Navarra, pero no superan las 17 unidades.
  2. La estela tiene un doble valor, su forma plástica y su contenido espiritual. En la forma tiende siempre a un equilibrio basado en la armonía entre medidas, módulos y ritmos. En el contenido, es una manifestación de la actitud del hombre cristiano ante el más allá y, en este sentido, será como una prolongación de la personalidad.
  3. También es el soporte de un lenguaje simbólico a través de las imágenes que sugiere la decoración.
  4. Por otra parte, la mayoría de las veces se inserta en un contexto dado, el cementerio: la estela ejerce ante la tumba de los antepasados una función protectora, repre­senta el hogar familiar. Pero, con cierta frecuencia, no va asociada a tumba alguna, y así ocurre cuando hace de crucero (San Martín de Unx) o de estación del Vía Crucis (Sansoain de Orba) o conmemora un hecho luctuoso o la expiación de una muerte violenta (Beyrie, Ultrapuertos), o las meras acciones del hombre (Bigüezal). En tales circunstancias suelen erigirse a la vera de los caminos. Por otra parte, también se ha planteado como hipótesis la posibilidad de que fueran erigidas las estelas en el interior de los templos (opinión de Peña Santiago, Zubiaur y Duvert).

Area de expansión

Distribución geográfica de piezas en Navarra (se incluye la Baja Navarra actualmente francesa)

La estela discoidea es el resultado de una larga evolu­ción, cuyo punto de partida parece estar en el deseo de proporcionar al muerto su imagen, para que pueda reen­carnarse su alma errante. Ello va en perfecta consonancia con su silueta antropomórfica. J. M. Barandiarán la consi­dera como una representación y estatua de los antepasa­dos y ve sus posibles antecedentes en los menhires antropomorfos, tesis coincidente con las de Frankowski, Colas, Latronne y O’Shea entre otros. Parecen confirmarlo las denominaciones que recibe en lengua vasca: «gizona» (el hombre), «kurutze-burubeltza» (la cruz de la cabeza negra) y «harri-gizona» (el hombre de piedra). Es lógico que esta concepción haya sido común a muchos pue­blos, como lo confirma la presencia de esta clase de estelas en torno a la cadena pirenaica (País Vasco, Béarn, Ariége, Altos Pirineos, Aude, Lauregais, Landes, Cataluña y Aragón), a la Meseta Castellana (Madrid y, sobre todo, el flanco oriental, Burgos, Soria y Segovia) y otros puntos como Cantabria, Asturias, Córdoba y las áreas portugue­sas de Oporto, Coimbra, Santarem, Lisboa, Évora y Beja. También se localizaron ejemplares discoides en Italia (la Bolonia etrusca), Gran Bretaña, Escandinavia, Terranova (tras la colonización vasca del siglo XVI) y Oriente Medio (Siria, Arabia y Armenia, así como en la zona caucásica). Volviendo al tema de la silueta de estos monumentos, añadiremos que en Navarra existen ejemplos de piezas funerarias exageradamente antropomórficas. Son áreas de especial intensidad las de Sánsoain-Leoz-San Martín de Unx-Ujué-Cáseda-Peña y, más aún, Tierra Estella (Ayegui, Azcona, Eulate, Iranzu, Los Arcos, Monjardín y Guirguillano) y focos secundarios en la Cuenca de Pam­plona, Valle de Erro, y Valcarlos. Sin embargo, el número de estelas antropomorfas no supera el 8% en Navarra y el 4% en Ultrapuertos.

Cronología

En primer lugar es preciso advertir que, salvo en po­cos casos, los investigadores no han seguido unos crite­rios verdaderamente rigurosos y científicos para llegar a datar las estelas con cierta exactitud, por lo que hoy contamos con dataciones vagas y tan sólo seguras a partir del siglo XVI y no siempre. Para datar con cierta aproximación fiable las estelas discoideas se hace preci­so obrar con cautela, como lo ha planteado Michel Duvert en sus observaciones para la datación de los monumen­tos funerarios, publicadas en 1977. El 28,91% de las estelas navarras y el 34,55 de las bajonavarras cataloga­das han sido datadas. De entre las primeras, las más antiguas son la estela de Amescoazarra, de posible ori­gen celta; las de Liscar (Liédena), Arazuri y Soracoiz (Guirguillano), de influencia ibérica; la del Castellar de Javier, anterior a la romanización; los fragmentos de Biokoitzazpe (Alsasua) y una estela de Eulate con perfora­ción central (Museo San Telmo. San Sebastián), anteriores al cristianismo; otras nueve estelas de Soracoiz, romanas, paleocristianas o, como hipótesis complementaria, célti­cas; un ejemplar de Iriberri (desolado de Leoz) estaría emparentado con éstas de Soracoiz y las vizcaínas de Arguineta, es decir, datable entre los siglos I a. C. y IX de la era cristiana; del siglo IX sería la estela de Errotabidea (Goñi); muy antiguas o antiguas son las de Santacara, Sansoain de Orba, Oronz de Salazar, Oronoz-Mugaire, Zubiri, Eulate y Lanz; de la alta edad media, una de Espinal, dos del Museo San Telmo y otras de Lanz y de Ujué; de fines de esta época la de Gomácin (Puente la Reina); medievales, románicas, románicas de transición, góticas o bajomedievales, hay 106 estelas; del siglo XV se han datado 3, del XV 11, del XVII-XVIII 113 y del siglo XIX 3 estelas.

Colas, tras su extensa recopilación de estelas discoideas bajonavarras, llega a las siguientes conclusio­nes:

  • Las más antiguas no poseen inscripciones. Algo más tarde aparecen en ellas los dibujos de flores y los signos astrológicos. A continuación vinieron representa­dos en ellas los instrumentos del trabajo y los emblemas profesionales.
  • En el siglo XVI aparecen las primeras estelas datadas expresamente y los primeros nombres de personas inscritos en ellas
  • En el siglo XVII se multipli­can las inscripciones y predominan las estelas con ins­cripciones. Ostentación de la cruz cristiana.
  • La «belle époque» de la estela discoidea bajonavarra va de 1600 a 1650.

De las 21 estelas de perfil antropomórfico que cata­loga solo 9 son estimadas por él como muy antiguas, antiguas o primitivas. De esta última clase cataloga 64 ejemplares, 10 del siglo XVI, 69 del siglo XVII, 37 del siglo XVIII y 8 del siglo XIX. El resto no están datadas. Al contra­rio de lo que sucede en Navarra, donde se han podido datar ejemplares verdaderamente antiguos, en Ultrapuer­tos el más remoto es un discoide de Ostabat del siglo XV y a continuación otro de 1501 de Isturitz. Son también anti­guas algunas estelas de Anhaux y Lasse (Valle de Baigorry), de Bascassan, de Ainhice-Mongelos, Mendive y Lecumberry (en Cize), de Helette (en Arberoue), de llharre, Sorhapuru y Oregue (en Mixe), de Hosta, Ibarrolle, Arros y Ostabat-Asme (en Ostabarret), y de Saint-Martín de Lan­tabat.

Las causas de la decadencia y desuso de la estela discoidea en Navarra, obedecen a tres factores:

1.° Natu­ralmente, los cambios debidos a las modas, favorecidos por el despego económico moderno, que fueron motivan­do las novedades apuntadas al principio.

2.° El Papa Gregorio IX dio libertad a los fieles cristianos para que, a partir de la segunda mitad del siglo XIII, enterraran a sus difuntos en el interior de las iglesias, práctica exclusiva hasta ese momento del clero, de la nobleza, de los márti­res o de los benefactores de la Iglesia, lo que fue ocasio­nando un desinterés hacia estos monumentos, muchos de los cuales fueron destruidos o aprovechados como material de construcción.

3.° El desarrollo de las villas muradas en los siglos XIII y XIV llevó a la escasez de los amplios terrenos que rodeaban las iglesias, lo que incidió en la misma reacción de agotar el suelo de las naves de las iglesias para las inhumaciones, hasta que en el siglo XVI se afianza totalmente la nueva costumbre. En San Martín de Unx, sin embargo, ya en el siglo XIV se aprove­chan las estelas para la construcción. El germen de la destrucción ya estaba bien desarrollado cuando Carlos III ordenó en el siglo XVIII la traslación de los cementerios a extramuros de las poblaciones. No obstante, la fiebre devastadora no cundió tanto por la Montaña navarra, sin duda por ser esta zona más impenetrable y amante de las tradiciones seculares. En la Merindad de Ultrapuertos, sujeta a partir del siglo XVI a otro régimen político, los cambios no soolo no afectaron, sino que es a partir de los siglos XVI, XVII y aún XVIII cuando se produce la verdade­ra floración de estos monumentos que ahora se decoran con profusión, conservándose hasta nuestros días a pe­sar de los frecuentes saqueos a que se vieron sometidos por los coleccionistas. Durante el siglo XIX y primer tercio del XX todavía se erigieron estelas discoideas ante las sepulturas navarras y, lo que es más importante, se con­servaron -a pesar de los avatares- muchos ejemplares, lo que evidencia que Navarra fue muy rica en ellos, mucho más que cualquier otra región española.

Ornamentación

Distribución geográfica de las decoraciones geométricas y astrales

Distribución geográfica de las decoraciones vegetales

Las estelas discoideas navarras son parte del arte popular, salido de las manos del hombre rural con volun­tad de representación, alejado de los grandes centros de la vida, que ha sabido conservar en sus creaciones un estilo propio, educado en la experiencia de generaciones anteriores a la suya y, en menor grado, en su propia inspiración ingenua, fresca y primitiva. Aplicado a su tra­bajo, rara vez es creador: se somete a rasgos ya vistos por él en objetos análogos, en ocasiones sobre los monumen­tos arquitectónicos que abundan en la región. Pero la imitación no resta categoría a las estelas navarras, pues, al contrario, el mérito del cantero está en la «elección» de los motivos decorativos, en su agrupación para dar un significado al monumento y en su ejecución por los medios técnicos disponibles. La voluntad de representación de que hace gala, casi siempre realista, abandona otras veces lo comprensible en un afán de llegar a simbolismos que aún hoy poseen un significado poco claro, como ocurre en algu­na estela del Museo de Navarra, de Eransus, de Egüés, de Oscáriz, de Cáseda, de San Martín de Unx y de Ujué. Otras bajonavarras de Bidarray, Mendive, Sorhapuru, Ibarre, Saint-Martin de Lantabat y de Arrossa, Beyrie y Juxué plantean los mismos problemas de interpretación hasta el punto de que puede llegar a pensarse en la existencia de un arte abstracto popular.

A veces el cante­ro no siempre es tan personal y se somete a influjos varios, las modas, el estilo y otros criterios de tradición técnica. Secularmente, ha tomado la decoración de estas fuentes:

  • De una tradición decorativa muy antigua que proviene de los pueblos indoeuropeos, enriquecida en la Edad Media, cuyo máximo exponente es la decoración astral.
  • De la magia de tipo profiláctico (recopilada por Paracelso en su «Archidoxis Magicae» en el siglo XVI), de donde se tomaron ciertos signos protectores (como el signo ovifilo, por otros llamado swástica), alguno de los cuales ya había sido empleado por el pueblo hebreo (el sello de Salomón), y que -según Colas- fueron cristiani­zados por los vascos. De las antiguas monedas en curso, cuya simple forma y división en cuarteles sugirió al lapidario navarro nuevas posibilidades decorativas, to­mando de ellas cruces diversas, flores de lis, ciertos atri­butos como los besantes o algunos símbolos religiosos tan utilizados en las monedas medievales.
  • De algunos emblemas corporativos adoptados en la Edad Media (la pentalfa).
  • De los anagramas de Cristo (IHS, alfa y omega) y de María, de las inscripciones funerarias vistas por doquier.
  • De la heráldica.
  • De los relieves y monu­mentos del entorno (algo ya probado en las estelas de Sangüesa y de Ujué).
  • De los instrumentos u objetos del difunto, costumbre primitiva seguida en la decoración parietal, así como en las antiguas estatuas-menhires o en las estelas de la Galia o de la propia Navarra romanas.

Distribución geográfica de motivos místicos

Distribución geográfica de figuras divina, humana y animal

La decoración imita con frecuencia el fenómeno de irradiación solar y, así, muchas veces los adornos se disponen circularmente alrededor del centro del disco como en una continua expansión, provocando una gran cantidad de efectos ópticos de claroscuro, que confieren a la estela una especie de vida interior. Vemos, pues, que las estelas encierran un mensaje simbólico: tratan de evidenciar la supervivencia del alma del difunto, home­najean al Creador del Sol que es Dios, atestiguan una transcendencia. Y el simbolismo no es generalmente in­consciente o imitativo. Por lo cual, puede concluirse que la estela es mucho más que un mero objeto decorado: es una prolongación de la personalidad del hombre, es la expresión de una fe y de unas creencias.

Conviene hacer hincapié en la superioridad decorati­va de las estelas de Ultrapuertos sobre las del resto de Navarra. Ultrapuertos aporta estelas discoideas de inne­gable gusto en la composición ornamental, en la que una neta ejecución resalta un dibujo limpio, que hace desta­car en las caras una bella colección de instrumentos diversos -de culto y de trabajo-, no sólo masculinos sino también femeninos. Estas estelas, que habrían sido cinceladas por canteros de la región, siguen las influencias navarras después de 1512, advirtiéndose a ambos lados del Piri­neo paralelos decorativos.

Tipología

Aún ateniéndose al género de estelas discoideas, se dan dentro de ellas hasta 32 variantes en atención a la constitución general de la pieza, disponga ésta de pie lanceolado o de lados divergentes, romboidal o con hom­bros, más o menos estilizado, sinuoso, recto, etc. Tam­bién influye la naturaleza del cuello en la formación de tipos, pues hay estelas carentes de él o ultradesarrollado. Los mismos discos pueden ser abombados, más anchos que altos o incompletos. Semejante complejidad no pue­de deberse más que a la total libertad de expresión en el cantero. Más tarde comprobaremos el abanico de moti­vos decorativos en las estelas navarras. Añadiremos aho­ra cómo las orlas o filetes ornamentales de forma circular que festonean los discos llegan a ser de 38 clases diferentes usando en la decoración tan sólo motivos geométricos.

Otros motivos decorativos

Materiales, dimensiones y peso

Las estelas discoideas están labradas en piedra co­mún del entorno geográfico. Los investigadores vasco-franceses no han incluido datos de esta clase en la catalo­gación de monumentos funerarios de la Merindad de Ultrapuertos, mas en Navarra sabemos que la arenisca es la roca principalmente empleada, no sólo en la Zona Media y Cuenca de Lumbier-Aoiz, sino en los valles prepirenaicos (Arce y Romanzado) y Navarra Oceánica (Valle de Santesteban). La caliza es empleada en áreas monta­ñosas como el Valle de Améscoa o en el Macizo de Cinco Villas (Vera de Bidasoa). Excepcionalmente se han em­pleado otras rocas, como el granito y la pizarra en Valcarlos.

El menor diámetro de disco se da en una estela del Museo de Navarra, de 14 cm.; el menor grosor, 11 cm., lo ha dado una estela de Eransus; y la altura más corta, los 46 cm. de la estela de Ibiricu. Por el contrario, las dimen­siones más exageradas son éstas: 75 cm. de diámetro en una estela de Lanz; 27 cm. de grosor en una de Eulate (Museo San Telmo); ésta última da también la altura mayor: 170 cm. Pero por término medio las dimensiones pueden ser 38 cm. de diámetro en el disco, 16 cm. de espesor, 66 cm. de altura. Peso medio, unos 50/60 kg. Las estelas bajonavarras son sensiblemente más anchas, gruesas y altas que las altonavarras, hasta el punto de que el peso máximo se ha cifrado en 300 kg. y alcanzan sin dificultad los 100 cm. de altura.

Procedimientos técnicos

La técnica más utilizada en la talla de las estelas, tanto en Navarra como en Ultrapuertos, es el bajorrelieve o «champlevé» de los franceses, que consiste en rebajar el contorno de un dibujo obteniendo un fondo cuyo plano debe ser paralelo al de la silueta convertida en relieve. Una variante es el altorrelieve que se basa en los mismos principios del bajorrelieve, pero exaltando las figuras des­de el fondo de la piedra, en profundidad, llegando casi al bulto redondo. Este método sólo lo presentan algo exage­rado las de Arazuri, San Martín de Unx y Arraute. La inscultura también es extraña y se basa en la manera de obtener un relieve por rebaje del fondo, mostrando los elementos esculpidos en un plano inferior a la superficie de la piedra. La incisión, considerada procedimiento pri­mitivo, es más propia de estelas en piedra arenisca y se halla relativamente presente en las de Navarra y muy raramente entre las bajonavarras. Las estelas de Lepuzain (en el Valle de Orba) no presentan más procedimien­to técnico que éste, como las de Moriones, en Ezprogui. Pero es bastante habitual en estelas medievales al lado del bajorrelieve y del bisel. La labra abiselada a dos vertientes en planos que se cortan formando aristas finas se emplea con frecuencia, por los efectos lumínicos que produce, como ayuda del bajorrelieve en el acabado de las piezas y para la decoración vegetal y geométrica.

Localización

Ésta se ha precisado tras la consulta del catálogo de estelas discoideas de Navarra desde sus orígenes hasta 1979 inclusive. De su examen se obtienen las siguientes conclusiones:

  • Se registra la mayor densidad de hallaz­gos en los valles pirenaicos centrales y orientales, Cuen­ca de Lumbier-Aoiz e inmediaciones de Pamplona, des­cendiendo levemente en la zona media oriental y más en la occidental (Tierra Estella) con focos sueltos en el Corre­dor de la Barranca, Val de Santesteban, Vera de Bidasoa, Baztán y algunos puntos dispersos en la Cuenca de Pam­plona.
  • La línea meridional de hallazgos va desde Los Arcos, Tafalla, S. Martín de Unx y Ujué a Peña, siendo Santacara el punto más meridional.
  • Los lugares con más incidencia en los descubrimientos son: Peña (42 ejemplares), Espinal (26), Valcarlos (24), Sangüesa y S. Martín de Unx (21), Alsasua (20 estelas o ¿estatuas-menhires?), Oroz Betelu y Vidángoz (20), Sansoain de Orba (14), Garayoa (12), Eu­late, Esparza de Salazar e Indurain (11), Guirguillano y Zalba (10),
  • En cuanto a Ultrapuertos, la concentración es patente sobre todo en los valles de Mixe (147), Arberoue (95), Cize (93), Ostabarret (81), Ossés (54), Baigorry (41) y Lantabat (33). En el Señorío de Gramont, al N., no hay hallazgos. Por el oeste, salvo algunos puntos importantes (St.-Martín d’Arrossa y Bidarray en Ossés, Meharin y Helette en Arbe­roue), la concentración se debilita. En proporción al nú­mero de cementerios y extensión, los valles mejor dota­dos son Ossés, Arberoue, Lantabat, Ostabarret, Baigorry y Mixe, y Cize. Los puntos con mayor incidencia: Saint- Martin dArrossa (28), Meharin y Beyre (18), Helette, Jaxu y Bidarray (17), Saint-Esteben y Juxue (16), Orsanco y Ostabat-Asme (14), Isturitz, Irouleguy y Ascombeguy (13), Ayherre (12), Garris y Larcevau (11), Ascarat, Beguios, Sumberraute y Cibits (10).

Principales motivos decorativos

1.° Geométricos y astros; a) los motivos geométri­cos (círculos, semicírculos, arcos, escuadras, triángulos, líneas y entrelazos etc.) están presentes en todas las estelas, prácticamente. Los casquetes esféricos y el aje­drezado son más numerosos en Ultrapuertos; b) las estre­llas se representan en una amplia extensión; c) son abun­dantes los signos solares en los valles de Mixe, Ostabarret y Cize, al E, y se dispersan por Navarra; d) predomina la luna en Mixe y Ostabarret y se halla diseminada por Nava­rra; e) el globo terráqueo tan solo se encuentra en Ga­rayoa y es escaso y disperso en Ultrapuertos; f) Las swás­ticas o signos ovifilos se hallan en estelas de Banca, Bidarray, Arraute, Juxué y Cáseda; g) trisceles en Ibarrolle y Lacarre; h) tetrascele en Santacara; i) la estrella y los signos solares en los cementerios de Espinal, Igal, Zunza­rren, Lizoain, Azparren y Guirguillano; la estrella, la luna y el globo terráqueo en el de Garayoa; la estrella y la luna en los de Valcarlos, Oroz-Betelu, Garayoa, San Martín de Unx, Peña y Goldáraz; y j) en los valles de Mixe y Ostaba­rret, la estrella con la rueda solar aparece en 7 cemente­rios, con la rueda y la luna en 10, con la rueda, la luna y el globo terráqueo en 3, y con rueda, globo y swástica en 1; la rueda solar con la luna en 2 cementerios.

Estela de Iranzu

Estela de Monjardín

2.° Figuración: a) dispersión general de motivos fi­gurativos, a excepción de los animales, en Ultrapuertos (Valles de Cize, Ostabarret, Mixe y Arberoue); b) aparece la imagen de Cristo Crucificado en San Martín de Unx, Puente la Reina y Saint-Martin d’Arrossa; c) se represen­tan en Navarra cuadrúpedos (en 6 cementerios), bípedos alados (en 7) y serpientes (en 4), mientras que en Ultra­puertos, además de los cuadrúpedos (en 3), de los bípe­dos alados (en 11) y de las serpientes (en 1), figura un pulpo en Ahaxe; d) en una misma estela de San Martín de Unx hay figuración triple; e) la humana y animal aparece a un tiempo en los cementerios de Espinal, Goldáraz, Izalzu, Lizarraga, Beguios y Garris; la divina y animal en Saint-Martin d’Arrossa,

3.° Vegetales: a) las flores son abundantísimas en el área general de hallazgos; b) predominan las rosetas pluripétalas en ambas demarcaciones; c) las flores de lis son más frecuentes en Ultrapuertos, sobre todo como remates de los extremos de la cruz; d) el rosal místico que acompaña a las letras MA (María) se emplea en el valle de Mixe (Beyrie, Garris, Sumberraute y Aiciritz), en Ostaba­rret (Arhansus, Harambels) y en Arberoue (Amendeuix); e) las palmetas en Peña; f) las volutas en Elbetea, Aniz y Espinal; y g) los árboles en Goldáraz y Aróstegui, en Arraute y en Bustince, tomados de la heráldica o con interpretación simbólica.

4.° Diversos: a) el empleo de objetos atribuibles a la actividad del difunto en vida es muy superior en Ultrapuer­tos (21 cementerios frente a 45) con neta superioridad del valle de Mixe sobre los de Cize, Ostabarret, Baigorry, Lantabat, Arberoue y Ossés; b) predominan en Navarra la podadera de viña (en 12) y el martillo (en 9), y en Ultra­puertos los arados y herramientas de cultivo (en 24), los útiles de hilandera (en 21), los de carpintero (en 10) y los de leñador (en 7); c) las armas más comunes son la espada, lanza, dardo, escudo y ballesta (esta en Morio­nes, S. Martín de Unx y Helette); d) la representación heráldica, siempre escasa, está dispersa, concentrándo­se en Cize; e) las arquerías en una estela de S. Martín de Unx y en otra del Museo de Navarra.

5.° Místicos: a) la cruz cubre todo el área a excep­ción de ciertos puntos de la Navarra nor-occidental, Salazar-Roncal, Javier-Liédena y valle de Ostabarret; b) el anagrama de Cristo (IHS) es más frecuente en la mitad nor-oriental de Navarra y abunda en Ultrapuertos de S. a N., perdiendo intensidad al oeste; c) las iniciales MA (María) solo pueden verse en Valcarlos y en Mixe, Ostaba­rret y Cize en abundancia; d) las letras griegas alfa y omega en Olóriz y Mixe, donde se presentan asociadas a IHS; e) el corazón inflamado en Vera de Bidasoa y es propio de Mixe y de Ostabarret; f) la elipse, símbolo del ojo divino, es privativa de la Alta y Baja Navarra Oriental; g) coinciden a menudo la cruz y el anagrama IHS en un mismo cementerio en Navarra; y cruz-IHS-MA en Ultra­puertos.

Bibliografía

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COLAS , L . La tombe basque. Recueil d’inscriptions funéraires et domestiques du Pays Basque Francais. París, Honoré Champion, 1923 (Reed. esp. La Gran Enciclopedia Vasca, 1972, bajo el título de Grafía, ornamentación y simbología vascas… I, pp. 79-262).

DUVERT, M. “Contribution á l’étude des monuments funéraires du Pays Basque”. Bulletin du Musée Basque. Bayonne, 1977, 77, 105- 138.

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ZUBIAUR CARREÑO, F. J. “La investigación de la estela discoidea en Navarra. Historiografía y Bibliografía (1774-1979)”. En Páginas de Historia del País Vasco (Homenaje de la Universidad de Navarra a D. José Miguel de Barandiarán). Pamplona. EUNSA, 1980.

Los mapas incluidos, traducidos a blanco y negro, se han tomado de la nueva edición del libro del etnógrafo polaco Eugeniusz Frankowski Estelas discoideas de la Península Ibérica, preparada por el prof. José M. Gómez-Tabanera  y Ediciones Istmo que incluye el presente artículo inserto en el GRAN ATLAS DE NAVARRA GEOGRÁFICO-HISTÓRICO, contando con la autorización del editor Caja de Ahorros de Navarra. Asimismo texto y mapas son accesibles en la dirección:

http://www.fundacioncajanavarra.es/sites/default/files/atlas_navarra_ii_can00012-2-0000000000000000000.pdf