Huellas de los Encuentros en las instituciones navarras

A finales del mes de junio de 1972 se inauguraban en la capital de Navarra (España) los famosos Encuentros de Arte, conocidos en el mundo entero como «Encuentros de Pamplona». Cuarenta y tres años más tarde, la Universidad de Navarra quiso conmemorarlos para hacer un balance de su aportación a la Cultura y valorarlos en consecuencia, lo que se hizo con una serie de actividades programadas con motivo de la inauguración de su particular museo: el Museo Universidad de Navarra. Uno de sus apartados se tituló “Huellas de los Encuentros en las instituciones navarras”, con varias intervenciones de conferenciantes convocados a un seminario sobre el mecenazgo de los Huarte, familia que los hizo posible. Las primeras de ellas tuvieron lugar el 2 de febrero de 2015, cuando la ciudad de Pamplona se hallaba cubierta por la nieve. De ellas entresacamos las del titular de esta página web.

La necesaria colaboración entre las instituciones públicas aún no ha llegado

Algunos de los integrantes en el Seminario «El Mecenazgo de los Huarte» en el Museo Universidad de Navarra, el 2 de febrero de 2015. De izda. a dcha.: Javier Zubiaur, Silvia Sádaba y Javier Manzanos (Foto: Manuel Castells/UN)

Esta tarde he estado escuchando las conferencias, todas muy interesantes, desde multiplicidad de ángulos y de experiencias personales que nos descubren que los Encuentros tienen una dimensión todavía por descubrir. Lo que más me ha impresionado de todo es su originalidad o especificidad en su proyección internacional. Es decir, que quizás han tenido mucha más importancia de la que nosotros le habíamos dado.

Pero haciendo una reflexión crítica, me vienen dos ideas a la cabeza: primero la discontinuidad y segundo la falta de colaboración. Es decir, que ya en la plasmación de los Encuentros hubo falta de colaboración. El Ayuntamiento de Pamplona fue más sensible y la Diputación Foral de Navarra menos. No hubo una perfecta colaboración, por lo que no hubo un perfecto engranaje entre el régimen político y los Encuentros, y a pesar de todo se llevaron a cabo como una especie de gran machada, digámoslo así. El gran objetivo se vio cumplido, pero se frustraron [1]. Y creo que este es el mal de nuestra sociedad: iniciamos aspectos muy ambiciosos que incluso pueden llevarse a cabo pero no encuentran continuidad, y, si no la hay, no hay fruto. Es como si en la educación se iniciaran facultades que a los dos años cerrasen. Esto me lleva a pensar que es necesaria la colaboración, y de ahí paso a la idea del consenso político. No se pueden plasmar proyectos de futuro sin un acuerdo básico entre las fuerzas, y no sólo me refiero a las políticas sino también a las sociales y educativas, que lograran un consenso para llevar a cabo grandes iniciativas que produzcan su fruto. Yo he sacado esas dos grandes impresiones. Me parece que en el campo cultural, que en definitiva es arte, y en el campo educativo, son esenciales.

Les voy a contar mi experiencia cuando me hice cargo de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra [2]. Me encontré con un plan de ayudas a la creación de artistas plásticos y visuales, y hubo un cambio político por el que se marchaba el Partido Socialista y llegaba la Unión del Pueblo Navarro, por quien fui nombrado. Tuve que tomar la decisión de romper con el planteamiento anterior para iniciar uno nuevo o perfeccionar el existente. Claramente vi que lo necesario era lo segundo: perfeccionar las ayudas a la creación, complementarlas en aquello que era necesario, para lo que se introdujo la creación a través del vídeo. Seguimos adelante porque era necesario que aquello diera sus frutos. Con esto no quiero ponerme de ejemplo ni mucho menos, sino que quiero destacar la importancia que tienen estos dos aspectos: la continuidad y el espíritu de colaboración.

Esto también se deja ver en la no existencia de un museo de arte contemporáneo en Navarra, que no es sino un fracaso. Es un tema que a mí, desde hace ya décadas, me plantean como una necesidad. La existencia de este museo privado en el que nos encontramos hoy es una buenísima noticia, pero nos falta un museo donde se pueda ver una secuencia histórica del arte contemporáneo de Navarra desde el siglo XIX al presente. Y esa carencia es un fracaso consecuencia de que los navarros no nos hemos puesto de acuerdo, y por eso hemos fracasado estrepitosamente. Incluso el proyecto del CENAC [3] en la Ciudadela estuvo muy mal planteado porque ni siquiera hubo estudios técnicos. Yo tengo comprobadísimo que cuando hay decisiones políticas sin soporte técnico detrás, ni estudios técnicos de viabilidad, siempre terminan mal. Esto es lo que nos falta todavía a pesar de que se vienen haciendo grandes esfuerzos. Por ejemplo, en la década de 1990 el Museo de Navarra realizó ciento cincuenta exposiciones de arte moderno, principalmente de artistas navarros. Hay muy buenas colecciones públicas: del Museo de Navarra, del Gobierno de Navarra, del Ayuntamiento de Pamplona, del Parlamento de Navarra, de la Fundación CAN, de la Universidad Pública de Navarra, de ayuntamientos… Pero hay que saber utilizar ese fondo. Hay que superar algunos intentos de configurar museos, como es la exposición de esculturas al aire libre de Bertiz, el de la Universidad Pública de Navarra en su campus, o en la Vuelta del Castillo en Pamplona. Esto son pequeños fogonazos, pero realmente nos tenemos que poner de acuerdo para crear este museo. Es muy buena iniciativa el Museo de Huarte, el Museo Muñoz Sola, el de Alzuza [4]… pero nos falta el complemento básico que es calibrar la importancia que ha tenido en Navarra la creación de nuestros artistas, que son numerosos y polifacéticos desde los siglos XVIII-XIX al presente.

Esa es la asignatura pendiente y, si bien los Encuentros despertaron un gran interés, hoy agudizan todavía más esta ausencia. Creo que tuvieron una gran derivación: indirectamente, a partir de ellos, la pintura y la escultura navarras dan un giro hacia la abstracción. Se mantienen la pintura y la escultura figurativas, por supuesto, que tienen su propia fecundidad y su desarrollo, pero ya nos encontramos con que en el año 73 Pedro Manterola es un pintor racionalista. Tenemos el caso curioso de Joaquín Fraile, un pintor de Garínoain afincado en Vitoria, que en el año 63 es informalista. La obra de todos estos artistas que derivan hacia la abstracción, complementada con la evolución de la figuración y con la llegada de las artes audiovisuales, sería algo que daría un gran empaque y una presencia justa, necesaria, a Pamplona a través de un museo, complementario de éste y de los existentes.

El MUN y la democratización del arte contemporáneo desde Pamplona

Para la realización de un proyecto de un museo, como está demostrando la Universidad de Navarra con éste, son necesarias la cohesión de voluntades, tener las ideas claras, tener sensibilidad por el patrimonio y determinación en alcanzar los propósitos. En este caso no se ha contado con ayudas oficiales, porque se han buscado de otro tipo, empresas, particulares, etc… Creo que nadie está llamado a estar excluido. Una de las cosas que más me ha llamado la atención en Navarra es que el régimen foral del que disfrutamos es un inconveniente para que el Ministerio de Cultura haga un museo aquí, por ejemplo. El Estado ya interviene aquí subvencionando el Canal de Navarra y otro tipo de inversiones. Si también somos españoles, ¿por qué no se involucra el Ministerio? Los museos, o públicos o privados, que en definitiva van dirigidos a todos los navarros, están llamados a contar con todo tipo de apoyos y de recursos, sumando voluntades. Creo que en Navarra hay colecciones privadas y públicas de importancia en las que el arte navarro está bastante bien representado. Entonces, ¿por qué no hacemos confluir todo esto en un centro donde podamos ver de forma estable esa secuencia histórica del arte navarro contemporáneo? Eso es compatible con otro tipo de edificios, de museos especializados o con otro tipo de instituciones. Lo que abunda no daña.

En Navarra se ha creado el Sistema de Museos, antes Red de Museos, que era un sistema más modesto. Lo que busca el Sistema Navarro de Museos es la colaboración entre todos, el reparto de las escasas ayudas y, en definitiva, mejorar la infraestructura museística de la Comunidad. Tenemos que encontrarnos todos. Es una pena que haya colecciones que estén vetadas al público, en las que no solamente hay arte navarro, sino que también hay artistas importantes como en la colección de la Caja de Ahorros de Navarra, que yo recuerdo haber catalogado en el año 79 u 80, y que entonces ya tenía un fondo muy importante de artistas del momento: Somoza, Equipo Crónica, Alcain, Tàpies, Chillida, Oteiza… Ese fondo está guardado pero, ¿por qué no sale a la luz? Sería cuestión de consensuarlo y poner los medios económicos, que tampoco son tantos. ¡Es más difícil mantener un museo que abrirlo!

Imagen de la portada: Jardines de la Ciudadela de Pamplona en los Encuentros 1972 en imagen tomada por Pío Guerendiain e incorporada a la cubierta del libro Los Encuentros de Pamplona en el Museo Universidad de Navarra, Pamplona, MUN, 2017.

Notas

[1] Recordemos que los Encuentros de 1972 fueron la primera edición de un festival proyectado como bienal.

[2] Fui nombrado en 1991 por el nuevo ejecutivo foral presidido por Unión del Pueblo Navarro, que sucedió al del Partido Socialista Navarro, y ejercí el cargo hasta 1995.

[3] Centro Navarro de Arte Contemporáneo.

[4] Fundación-Museo Oteiza.