Jacques Anquetil, el mejor

Anquetil en lucha contra el crono

A mi juicio, Jacques Anquetil, es el mejor ciclista que ha dado la historia. A la vista de su vida deportiva y de su dilatado palmarés, nos quedamos atónitos al ver cómo el gran ciclista normando, el primer ciclista francés, haya podido dejar atrás al gran Bobet y hasta al mismísimo Coppi. La regularidad y la carrera contra el «crono», son sus virtudes más sobresalientes: debido a estas cualidades de magnífico ciclista, Jacques Anquetil es millonario. Pero él mismo lo dice:

«Les aseguro que el dinero que gana el ciclista es el más honrado. Sólo uno que ha corrido sobre una bicicleta sabe el sacrificio que ello supone»

Las estadísticas le sitúan en el primer puesto. El normando es el número uno del ciclismo mundial.

La afición de Jacques

Nació en Mont Saint Aignam el 8 de enero de 1934, y sus padres poseían una granja en Normandía.. A los cuatro años, montó por primera vez en una bicicleta. era su bautismo de equilibrio, como más tarde se lo dijo su padre. Más adelante fue a la escuela y se distinguió como un alumno aplicado y tenaz en los estudios. Ya terminados sus estudios elementales, estudió para ser tornero. Tan tenaz era, que llegó a decirle a su patrón que lo que él hacía en un día, él lo podía hacer en una hora. Ya para entonces tenía un amor propio insuperable.

Pero su oficio no era óbice para que desapareciera su afición por el ciclismo y todos los días, después del trabajo, cogía la bicicleta y rodaba durante una hora. Jacques tenía una idea metida en la cabeza: quería llegar a ser como o mejor que Coppi. Para él, Coppi era el mejor ciclista  y su favorito. Y ahora vemos cómo lo ha podido conseguir. Para hombres de su naturaleza, es cosa fácil de pedir. Para otros no lo sería, pero para «rocas demoledoras», como Anquetil, sí.

Sus hazañas

En 1952, cuando solamente contaba dieciocho años, era campeón de Francia amateur y el mejor cronometrista francés. Gracias a André Boucher pudo ir a la Olimpiada de Helsinki, donde pudo hacer gala de sus aptitudes. Sin embargo su porvenir no estaba todavía resuelto. Su rebeldía se lo impedía. Él mismo decía que si le prohibían fumar, fumaba, y que si le prohibían hacer una cosa, la hacía. Por ejemplo, se dice que Anquetil frecuentaba mucho los «night-clubs» parisienses y que a menudo se le veía del brazo de las mujeres más hermosas de Francia. También se dice que por ese camino, su vida deportiva no habría durado más de cuatro o cinco años. Pero la presencia de Janine, la que luego sería su esposa, hizo que serenase su vida y la que según él, hizo que llegase a los treinta y dos años, en plenas facultades físicas.

A los diecinueve años, ya era profesional y ganó el «Gran Premio de las Naciones». En 1954, lo volvió a ganar, juntamente con el «Gran Premio de Lugano», también contra reloj. En 1955, era campeón de Francia de persecución e intentaba pulverizar los récords de velocidad establecidos por Coppi, Rivière y Baldini. En 1956, en el Vigorelli de Milán, consigue batir en 46,159 kms. por hora, el récord mundial de la hora establecido por Coppi.

Jamás se vio un ciclista tan completo. Jamás existió un ciclista, ni en pista, ni en carrera, que pudiera rodar con semejantes piñones y catalinas. Su superioridad es total en contra reloj y es el ciclista que guarda más regularidad.

Ya en carreras por etapas, demuestra también su absoluta superioridad. Entre otras muchas cuenta con estas victorias: cinco veces «Tour de Francia», dos veces «Cuatro Días de Dunkerke», «Tres Días de Bélgica», dos veces «Giro de Italia», una vez «Vuelta a España», «Criterium de la Dauphiné-Liberé» y multitud de clásicas y carreras en pista.

Con todo, faltan en este palmares carreras de la categoría de la «Milán-San Remo», «Vuelta a Lombardía» y además, junto con el Campeonato Mundial, que hicieron las glorias de ases de la categoría de Binda, Ronse, Van Steenbergen, Coppi y Bobet.

La hazaña que acabó de convencer a la afición

Anquetil, al contrario de otros ases, fue un hombre que consiguió su popularidad a expensas de grandes hombradas. A Jacques no le fue fácil conquistar a la afición, sobre todo a la francesa -desplantes, sus declaraciones-. Para ello, tuvo que vérselas con un Bahamontes y un Poulidor, a los que con mutable esfuerzo, pudo hacer que mordieran el polvo. Pero cuando verdaderamente convenció a todos de que era el mejor, el indiscutible, fue el 30 de mayo de 1965.

Anquetil acababa de tomar parte en el célebre «Criterium del Dauphiné-Liberé», prueba francesa por etapas, de gran dureza. Nada más llegar a Avignon, término de la prueba, después de haber derrotado a un Poulidor en plena forma y a un Manzaneque, siempre oportunista, tomó un avión del ejército que le conduciría a Burdeos, donde tomaría parte en la clásica «Burdeos-París», prueba muy larga y durísima de 550 kilómetros en línea, en la que los corredores toman la salida a las dos de la madrugada y tras pasar toda la noche y la mañana en bicicleta, termina a media tarde.

No hay duda de que a la vista de estos datos, la clásica «Burdeos-París» tiene que ser una carrera para colosos y par hombres de una gran naturaleza resistente.

Pues bien, Anquetil, después de dormir solamente una hora, tomó la salida en Burdeos, para después de una larga lucha incansable, ir a parar victorioso a París. Al principio de la carrera, Anquetil no se defendía muy bien, pero después, cobrando ánimos y esperanzas, se hizo con el mando de la carrera. Él mismo confesó que no fue fácil neutralizar la escapada de Mahé y que tampoco fue fácil destronar al inglés Simpson, que dominaba la carrera y al que logró dar alcance a 12 kms. de la llegada, entrando al Palacio de los Príncipes en solitario.

Anquetil con su eterno rival: Raymond Poulidor

Esto sólo lo puede hacer Anquetil, con su naturaleza prodigiosa y su formidable corazón. Se dice que Anquetil solamente tiene cincuenta pulsaciones por minuto en reposo y que después del esfuerzo puede descender a cuarenta, recuperándose rápidamente.

Su resonante victoria, conquistó desde entonces al fanatismo de las masas. Machacó a sus contrincantes y de ahí que exista entre los franceses la eterna rivalidad entre Anquetil y Poulidor -salvadas las distancias de calidad-, que es la base de la afición francesa.

Pero los 500.000 kilómetros que sus piernas han recorrido, no le pesan todavía y es un corredor que puede dar muchos sustos y sorpresas al mundo, porque a sus treinta y dos años, Anquetil sigue siendo el más grande y el más completo.

Estoy seguro que con la desaparición de este gran ciclista, el ciclismo mundial perderá su aliciente, a no ser que la afición encuentre a su sucesor, cosa poco probable, y que aunque suceda será difícil, por no decir imposible, que tenga su categoría.