“Juventud pervertida”, de David Greene

El director de la película “Juventud pervertida” (The People Next Door), David Green, nació en Manchester en 1921 y se educó en Londres.

David Greene

Fue hombre aventurero, pues dio la vuelta al mundo como marinero en un barco pesquero.

Antes de llegar al cine ha sido repórter informativo (especializado en la sección de sucesos), y actor teatral, debutando en la Royal Shakespeare Company, actuando hasta en Nueva York.

Después se inició en la dirección de programas de televisión, tanto en Canadá como en Estados Unidos, ganando varios premios. Primero dirigió la serie “Los defensores” y más tarde la serie-western Shane, para la televisión estadounidense.

En 1966, a sus 45 años, dirige su primer filme, titulado The Shuttered Room (La habitación cerrada) y, un año más tarde, Mr. Sebastian. Al Festival de San Sebastián de 1968 presentó otro título, The Stranger Affair (El asunto extraño).

En 1969, cuando contaba 48 años de edad, dirige por fin su The People Next Door, “Juventud pervertida”, que es la película que veremos a continuación.

Se puede educir de lo expuesto que el suyo es un carácter inclinado a la experiencia individual (marinero), interesado por acontecimiento sociales anormales (repórter de sucesos), inquieto por el arte de la comunicación social desde la escena teatral, al cine y la televisión, y como realizador de televisión ha preferido -entre otros- los temas de la aventura y de la crítica del temperamento inglés, procurando distraer al espectador, pero “dándole” un pequeño mensaje de fondo.

Su inclinación satírica y social -que luego llevará al cine- aunque disfrazada a veces de humor, es el resultado de su formación en los medios londinenses, donde aún permanecían vigentes las actitudes de los “jóvenes airados” (Tony Richardson, Lindsay Anderson, Karel Reisz), que vieron el mundo y el cine de manera diferente y dieron origen al llamado Free Cinema.

Estos jóvenes directores ingleses tenían en común:

  • Su oposición al orden existente y su resolución de retarle.
  • Su vocación expositiva de la condición humana, de lo individual y su entorno, con todas las presiones y frustraciones que gravitan sobre la persona día a día.
  • La obsesión por la alienación del hombre, que imposibilita la comunicación y el diálogo.
  • Su afán realista, es decir, testimoniar que “la vida es como es y los hombres son como son”.

De todas estas características participa David Green, si bien en lugar de formarse en el documental (como los “jóvenes airados”) lo ha hecho en la televisión; o en vez de rodear los ambientes de sus películas de barrios proletarios, haya preferido niveles sociales más altos.

En Mr. Sebastian se propuso hacer un cine-comedia de humorismo típicamente inglés, pero dentro de la sátira a una “sociedad de cerebros electrónicos y de espionaje”. El filme no carecía de mensaje: el hombre-dominador no será el que posea más cerebro, sino el que gobierne mayor número de cerebros electrónicos y hombres de mayor coeficiente intelectual; la futura sociedad la formarán los obreros de la inteligencia.

Ahora bien, la técnica de la película era tan aparente, el desfile incesante de chicas guapas y el final rosa tan notables, que al terminar la sesión uno podía dudar de la seriedad de la obra.

No ha sido esta la circunstancia de “Juventud pervertida”, un título sensacionalista que no se corresponde con la versión literal de su traducción al castellano (que sería el de “La gente de al lado”), que aborda un tema más trascendente y de viva actualidad: el problema del consumo de drogas entre la juventud, que alcanza niveles de preocupación incluso en nuestro país.

Otros carteles publicitarios de la película

La película presenta el caso de una adolescente de una familia acomodada de Nueva York, que a causa de las drogas provoca una crisis familiar al colocar a sus padres Arthur y Gerrie -que hasta el momento vivían sin problemas- ante una realidad que no podían sospechar y contra la que no encuentran defensa en su forma de ser ni en su formación. Descubren que su hija Maxie ha estado tomando LSD. Sospechan que su hermano mayor, Artie, le ha suministrado la droga por lo que le echan de la casa. Pronto descubrirán que Maxie se siente intimidada por sus padres y no está contenta con su vida, por lo que su salida ha sido huir hacia las drogas.

Son bastantes los asuntos que aparecen en la película y sobre los que podríamos dialogar tras la proyección: drogas, diferencia generacional, hippies, relaciones sexuales prematuras, inconstancia en el trabajo, apariencia de bondad (es decir hipocresía), justicia o injusticia, infidelidad conyugal…

A nivel de contenido cabría preguntarse si estos temas han sido abordados por el director con seriedad y honestidad, o si lo han sido de manera convencional, o quizás manipulados o con espíritu crítico. Si refleja problemas reales de la sociedad actual o son exageraciones. ¿Cómo son cada uno de los personajes?

Y, a nivel artístico, si es superior el interés del tema a su resolución en imágenes. Si el relato interesa por las peripecias o está sobrecargado de acción.

Después de la proyección, en el coloquio, se “diseccionó” la película tras el diálogo suscitado. En cuanto a la diferencia generacional presente en el filme, se advirtió la vida acomodada de los adultos y la de los adolescentes al margen del mundo de los adultos; se presenta en la cinta la rebelión juvenil a través de conjuntos de música moderna y de la revuelta estudiantil; se constató la falta de diálogo y de fe en la juventud: Artie es expulsado de casa por su padre sin atender a sus protestas de inocencia, en tanto el padre piensa que al vecino de al lado le van las cosas bien porque tiene un “hijo modelo”, y le pide consejo porque al ser director de un centro de enseñanza presume que entiende de pedagogía; el padre separa violentamente a su hija de Elliot y, al descubrir la verdad de los hechos, denuncia al “hijo modelo” del vecino por tráfico de drogas; la madre, por su parte, forzando a su hija al diálogo termina por abofetearla en el sanatorio.

En la presentación de los hippies el director nos hace reflexionar sobre nuestros juicios. ¿Son honrados los hippies o los aparentemente honestos como la familia “de al lado” tal como nos sugiere el título original de la película? Una reflexión que se puede aplicar al cambio de papeles de los personajes adolescentes: Artie resulta ser inocente mientras que el “hijo modelo” es el traficante.

El caso de las relaciones sexuales prematuras habría que analizarlo dentro de su contexto, pues por una parte hay un deseo de comunicación afectiva en Maxie, infidelidad conyugal en su padre, crisis de valores y descenso de la moralidad.

La inconstancia en los estudios de Maxie es consecuencia de la inestabilidad familiar.

Por otra parte la justicia como tal queda puesta en duda, pues la policía encargada de su aplicación no castiga a los verdaderos culpables.

En cuanto al consumo en sí de la droga, en el coloquio se comentaron los distintos efectos del consumo de LSD, el comportamiento humano ante las drogas en una sociedad del bienestar a la luz de la inestabilidad emocional del adolescente y las actitudes sociales ante el toxicómano que desea readaptarse a la vida normal.

Ficha técnico-artística del filme

“Juventud pervertida” (The People Next Door, 1969. Producción: Avco Embassy Pictures. Director: David Green. Argumento y guión: J. P. Miller. Montaje: Brian Smedley Aston. Fotografía: Gordon Willis en eastmancolor. Música: Don Sebesky. Intérpretes: Eli Walach (Arthur), Julie Harris (Gerri), Debora Winters (Maxie), Stephen McHattie (Artie), Hal Holbrook (David), Cloris Leachman (Tina), Don Scardino (Sandy), Rue MaClanahan, Nehemiah Persoff. 93’. Estados Unidos.