Texto de mi presentación del filme de Donald Siegel en el Colegio Mayor Larraona, de Pamplona, el 21 de abril de 1998, dentro del ciclo de «Cine de ciencia-ficción».
Invasion of the Body Snatchers (1956) es un largometraje del cine clásico de la ciencia-ficción «paranoica» de los años 50, en que los avances de la investigación nuclear y espacial, así como la tensión por la guerra fría contra la Unión Soviética, despertaron en el mundo más desarrollado una preocupación cósmica tal, que el productor Walter Wanger hubo de ordenar que se introdujeran en este film un principio y un final imprevistos, con el fin de aplacar el terror que se supone produciría en los espectadores.
El tratamiento dado por su director, Donald Siegel, lo convirtieron en un film negro y de ciencia ficción a un mismo tiempo, que inauguró un nuevo subgénero, el cine de conspiración [1].
En el pequeño pueblo de Santa Mira, en California, ocurre un fenómeno extraño: algunas personas no parecen ellas mismas, aunque aparentemente lo sean. El Dr. Bennet comienza a indagar qué sucede y pronto repara horrorizado que se está produciendo una invasión silenciosa de seres de otro mundo, reproducidos a partir de semillas atraídas por el viento que toman el aspecto real de los cuerpos a los que sustituyen, robándoles los sentimientos y sus creencias, transformando la población en un colectivo uniforme carente de problemas. Esta nueva población, que amenaza con extenderse por todo el país, necesita apoderarse de otros cuerpos para sobrevivir.
El director Donald Siegel (Chicago, 1912-1991) realizó estudios de arte dramático en Londres y Hollywood, donde entró a trabajar en la Warner Bross en 1933. Desempeñó sucesivos contratos como archivero, asistente montador y supervisor de planificación y montaje, donde aprendió una característica de sus posteriores películas -el sentido del ritmo y de la concisión-, que demostró en secuencias de Gentleman Jim (Raoul Walsh, 1942), “Yanqui dandy” (Yankee Dodle Dandy, Michel Curtiz, 1942) y Casablanca (Michel Curtiz, 1943).
Ha dirigido las escenas de acción de cuarenta grandes producciones, sobresaliendo las de El sargento York (Sergean York, Howard Hawks, 1941), Pasaje para Marsella (Passage to Marseille, Michael Curtiz, 1944) y La exótica (Saratoga Trunk, Sam Wood, 1945)
Ha realizado dos cortometrajes: Star in the night y Hitler lives
Abordó el largometraje con The veredict (1946), thriller interpretado por Peter Lorre y Sidney Greenstreet
En 1949, abandonó la Warner por una carrera de free-lance que le llevó a la productora RKO (“El gran robo” – The Big Steal) y de ahí a la Universal (Duel at Silver Creek) y a la Columbia (China venture)
Un trhiller de estilo documental, Riot in Cell Block II, confirmó en 1954, sus cualidades de cineasta, que pueden concretarse en un buen sentido del suspense; el interés por el estudio de los comportamientos, de la violencia en particular, en todas sus formas, a través de la conducta de seres asociales (gangsters, vengadores, policías sin demasiados escrúpulos etc.); el gusto por los efectos chocantes; y la cohesión interna de la acción y el dinamismo de impacto.
A este género, el más propicio para su talento, dedicará una decena de títulos importantes: Baby Face Nelson (1957), “Contrabando” (The Lineup, 1958), “Código del hampa” (The Killers, 1964), “Brigada homicida” (Madigan, 1968), “La jungla humana” (Coogan’s Bluff, 1968), “Harry el Sucio” (Dirty Harry, 1971) y “La fuga de Alcatraz” (Escape from Alcatraz, 1979).
El éxito comercial de La invasión…, que lo tipificó como un ejemplo de cineasta de producciones B, le permitió trabajar con presupuestos más amplios y actores conocidos y afines a su temperamento, como Lee Marvin, Steve McQueen, Richard Widmark y Clint Eastwood (al que en parte modeló como actor).
Adepto a una violencia salpimentada de humor burlón, en sus últimas películas Siegel dejó aparecer una sutil melancolía y firmó, especialmente con “El último pistolero” (The Shootist, 1976), un bello homenaje a John Wayne y a la edad de oro del western.
Para Tavernier y Coursodon [2], las cualidades de Don Siegel fueron el profundo conocimiento del oficio de cineasta; el sentido real del reparto y, en el marco de un cine del comportamiento (behaviorista), de la dirección de actores, especialmente en lo que se refiere a la descripción de las conductas individuales; además de su narrativa elíptica, que le dotó especialmente para el género thriller. Pero también reconocen en él defectos como la falta de estilo y de personalidad, y el sometimiento a reglas y géneros (más que otros compañeros de su generación como Fleischer, Mann, Parrish o Karlson).
Con todo, según estos historiadores, en su filmografía han sobresalido tres películas sobre las demás: Riot in cell Block II, The veredict y “La invasión de los ladrones de cuerpos”, objeto de comentario, al que consideran el mejor film de ciencia-ficción, si se exceptúa “2001 una odisea del espacio” (2001: A Space Odyssey, de Stanley Kubrick.
Imagen de la portada: El Dr. Bennet y su novia Becky Driskol huyen de Santa Mira perseguidos por sus vecinos ya poseídos por los alienígenas.
Notas
[1] Ficha técnico-artística de la película: Director: Donald Siegel. Guionista: Daniel Mainwaring, a partir del serial Colliers’s magazine, de Jack Finney. Música: Carmen Dragon. Efectos especiales: Milt Rice- Fotografía: blanco y negro en superscope. Intérpretes: Kevin Mc Carthy (Dr. Miles Bennet), Diana Wynter (Becky Driskol), Larry Gates (Dr. Danny Kaufmann), King Donovan (Jack), Carolyn Jones (Teodora), Jean Willes (Sally), Ralph Dumke (Nick), Virginia Christine (Wilma), Tom Fadden (Tío Ira), Kenneth Patterson (Mr. Driscoll). Producción: Alied Artist. Duración: 80’. Estados Unidos de América.
[2] TAVERNIER, B. – COURSODON, J.-P. 50 años de cine norteamericano. Madrid, Akal, 1997, tomo II, pp. 975-979.