Entre las peregrinaciones penitenciales de Navarra, en España, mantienen su raigambre las que pertenecen a la antigua merindad de Sangüesa: a Santa María de Roncesvalles, San Pedro de Usún, Trinidad de Lumbier, San Miguel de Izaga, Santa Coloma de Meoz, Santo Cristo de Aibar, Santa María de Ujué, Santo Cristo de Cataláin y Javier , sobre todo la que encamina a los peregrinos al Santuario de Javier, calificada por destacados estudiosos de la etnografía religiosa como la “romería de la Navarra total”, que ha sido capaz de superar la crisis de fe y el reformismo eclesiástico de los tiempos modernos como “un renuevo de esa operativa religiosidad de los navarros” [1].
En efecto, cada año, en tiempo cuaresmal, del 4 al 12 de marzo, coincidente con la Novena de la Gracia a San Francisco de Javier [2], acuden a su solar, donde nació en 1506, situado en la Navarra media oriental, a pie y por variados procedimientos que exigen un esfuerzo físico e impulsados por una predisposición espiritual a la conversión, miles de peregrinos -que en 2019 en las dos grandes marchas organizadas superaron las 41.000 personas-, no sólo procedentes de Navarra sino de las comunidades próximas y de otras más alejadas, en grupos organizados por las parroquias u otros colectivos, de manera individual o en plan familiar [3].
Hasta 2019 las peregrinaciones oficiales eran dos (primer domingo de marzo y sábado siguiente), que se idearon por mera operatividad ya que las infraestructuras de acogida así lo aconsejaron. Los puntos de salida son variados, cada uno lo hace desde donde vive, pero mayormente los peregrinos se concentran en Pamplona y en varias localidades de la Ribera del Ebro para desde allí dirigirse a Javier. En el primer caso los peregrinos recorren 55 km, que se hacen en un solo día, y entre 80 y 100 km los que provienen de la Ribera tudelana y sus distintos pueblos que parten en grupos desde la zona y emplean para ello dos días.
La ruta que lleva de Pamplona a Javier conlleva una caminata de 8 a 10 horas. La travesía más utilizada parte en la capital de la carretera a Zaragoza que lleva hasta Noain [4], atraviesa el valle de Elorz entre las sierras de Tajonar y Aláiz, dejando a ambos lados de la vía aldeas como Torres, Zulueta, Zabalegui, Elorz o Yárnoz, y llega a Monreal, donde se sitúa el primer puesto de atención sanitaria al peregrino. Desde Monreal hasta el bosquete de Sengáriz —donde habitualmente se hace una parada para reponer fuerzas— y el puerto de Loiti -segundo puesto de la Cruz Roja- la carretera discurre por el valle de Ibargoiti, flanqueada por la sierra de Izco y la Peña de Izaga, en suave ascenso desde los 540 m de Monreal hasta los 728 m de la cima de Loiti. Muchos peregrinos aprovechan la bajada de este puerto para rezar en la contemplación del bello paraje que desde allí se divisa: las sierras de Ilión y de Leire, más abajo la Foz de Lumbier, en lo alto la ermita de la Trinidad y, si la claridad del día lo permite, el Pirineo roncalés nevado. Un poco más abajo se encuentra la intersección de las carreteras de la que fue Venta de Judas, nuevo punto sanitario y de atención al peregrino por los voluntarios de ASVONA (Asociación de Voluntarios Olímpicos de Navarra). El itinerario continúa hasta Liédena donde se bifurca el camino, el más transitado es el que lleva hasta Sangüesa por la carretera NA-127 flanqueando el río Aragón, pero algunos peregrinos optan por subir el puerto de Yesa y, desviándose por entre las huertas lindantes con el río Aragón, dejando a la derecha el viejo puente de los roncaleses, llegar a Javier directamente (aunque este acceso lo ha entorpecido últimamente el trazado de la autovía Pamplona-Jaca). A lo largo de los últimos 8 Km. que conducen al Castillo de Javier desde Sangüesa (carretera NA-5410), el peregrino verá en su trayecto las cruces de piedra erigidas por los mozos de Navarra que acompañan el rezo del Via Crucis. Hay quienes prefieren el monte al asfalto: éstos desde Pamplona se dirigen por el Valle de Aranguren a Tajonar y Zolina y, a la altura de Labiano, atraviesan el collado de Andrikain, pasan al valle de Elorz en dirección a Monreal y ahí toman el camino de Santiago que procede de Somport-Jaca pero recorriéndolo en sentido inverso para dirigirse a Izco y salir a Rocaforte cabe Sangüesa.
Otros peregrinos parten de la Ribera. En este caso el recorrido transcurre principalmente por caminos. Salen de madrugada del viernes primero de marzo y recorren las distancias en apenas 48 horas. Los del punto de concentración de Tudela (Ribaforada, Fontellas y el mismo Tudela), los que siguen la ruta del río Alhama (Fitero, Cintruénigo, Corella, Castejón y Cadreita) y los que bordean el Queiles (Monteagudo, Barillas, Tulebras, Cascante y Murchante) se dirigen a la ermita de la Virgen del Yugo en término de Arguedas (N), magnífica atalaya desde la que contemplar las Bardenas Reales y primer descanso de la travesía. Tras almorzar se dirigen por el paraje de Landazuría y El Plano, al Monasterio de la Oliva, en término de Carcastillo (N), fin de la primera etapa donde los caminantes reciben asistencia sanitaria y hospedaje. De ahí, el sábado unos van por Murillo el Fruto a San Isidro del Pinar y otros se desvían por el monte de Peña hasta “la que nunca faltó”, Sangüesa, así llamada por su proverbial espíritu de acogida. Una cuarta ruta elige la Cañada de los Roncaleses (que son los peregrinos que proceden de Buñuel, Cabanillas y Fustiñana) para alcanzar San Isidro del Pinar y otra última llega desde Cortes, al límite de Aragón, y por Torre de Peña y Gabarderal convergen ambas en Sangüesa. Los que vienen de Tierra Estella se dirigen a Larraga y por Tafalla y San Martín de Unx, Gallipienzo y Cáseda llegan al mismo punto. Tras pasar la noche en Sangüesa, temprano, a las 7 de la mañana, con los demás peregrinos, cubren los 8 km hasta Javier en Via Crucis penitencial, para llegar dos horas más tarde a la explanada del Castillo de Javier donde se celebrará la Misa y comunión multitudinarias presididas por el Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela. Encabezan la comitiva los peregrinos de Larraga con su pesada cruz negra a cuestas en homenaje a los accidentados el 6 de marzo de 1949 cuando, de regreso a su pueblo, volcó en Sada el autobús que les devolvía a casa.
El programa de los actos religiosos que se celebran en Javier no ha variado en lo sustancial a lo largo de los años. En 2019 se dirigieron a los diferentes colectivos y arciprestazgos que acuden prontos al solar del Apóstol de las Indias estimulados por su llamada espiritual. Cada uno tiene sus días. En marzo, y en este orden, tuvo lugar la peregrinación monástica y de la vida consagrada (el día 4), la de Mendialde o zona euskaldún de Navarra (el 5), la de Tierra Estella, Zona Media y Solana (el 6), la Javierada sacerdotal y la militar (el 7), la de la zona de la Ribera y Sangüesa (el 8), la Misa de Acogida al Peregrino (que se celebra el 9), la primera Javierada el domingo 10, los peregrinos de Pamplona y su Cuenca, y Roncesvalles (el 11), la segunda Javierada el 16 sábado, y, en mayo, el domingo de Pentecostés la Javierada de los Enfermos (antes llamada del Dolor) y de la Tercera Edad, y el 17 la Escolar. Hace unos años se instauró una jornada festiva en el mes de abril para todos aquellos que se llaman Javier, acompañada de misa jotera, foto familiar, comida de hermandad y visita guiada al Museo del Castillo. Como ya es tradicional, la plantilla del C. A. Osasuna inicia la temporada futbolística encomendándose al Santo en Javier, a cuya basílica acuden para ofrecerle una corona de flores y, en 2019, la copa de su ascenso a primera división. Veneran su reliquia y reciben la bendición del capellán del equipo.
Las razones que inducen a peregrinar a Javier son fundamentalmente religiosas: por pura devoción, por el cumplimiento de una promesa, para ofrendar algo, para pedir un favor (alivio o curación de enfermedades, trabajo, aprobado en los exámenes…) o para agradecer una gracia recibida, a las que se une otra intención muy importante, cumplir con una tradición recibida de los antepasados [5]. Pueden explicar la Javierada otras motivaciones como hacer deporte, vivir una aventura personal o hacer nuevas amistades [6]. Es también, para los sacerdotes, oportunidad de conocer mejor a sus feligreses y para muchos, en particular, ocasión para el reencuentro consigo mismos [7]. La Javierada constituye también una afirmación de navarridad –“vínculo comunitario, igualitario, directo o racional, existencial”, ha escrito el padre Recondo [8]- y hasta puede entenderse como un rito iniciático a la adolescencia [9].
Así dice la letra de la canción, escrita por el sacerdote jesuita Valeriano Ordóñez, que ha interpretado por décadas el grupo musical los Iruñako:
“Para sentirte navarro / ven con nosotros a Javier. / Nada hay más grande en Navarra / que el castillo de Javier. / A Javier van los caminos / para abrir la primavera, / y en Javieradas de gracia / florece Navarra entera”.
La Novena de la Gracia, marco en el que se desarrolla esta peregrinación al santuario javeriano, tuvo su origen en el milagro atribuido al Santo por el padre jesuita Marcelo Mastrelli, que tras sufrir un golpe mortal en 1633 sanó inexplicablemente tras pedir su intercesión, prometiéndole misionar en Oriente. El mismo Javier, en la visión que tuvo el padre italiano, le anticipó que moriría martirizado en Japón, como así sucedió. Santa Teresa del Niño Jesús, co-patrona de las misiones con él, fue gran defensora de esta novena afirmando que por medio de ella se puede obtener todo aquello que se desea. Su texto lo compuso otro jesuita, el padre Alejandro Filipucci, también beneficiado por uno de sus milagros en 1658. Consta de una oración a San Francisco Javier, un Padrenuestro y una Avemaría, rezados durante estos nueve días seguidos, del 4 al 12 de marzo. En estos días se reza “pidiendo una gracia especial, si nos conviene”, de ahí se deriva su nombre. El texto de la novena dice lo siguiente:
“¡Apóstol amabilísimo y lleno de caridad, San Francisco Javier! Adoro junto contigo y con la mayor reverencia a la Divina Majestad y con gozo le agradezco los extraordinarios dones y gracias que te concedió durante tu vida y por la gloria de que gozas ya en el Cielo. Y a ti te suplico que me obtengas con tu poderosa intercesión la gracia de cooperar a la salvación de todos los hombres; y para mí, en particular, la de vivir y morir santamente.
Te ruego, además, que me consigas la gracia especial que deseo alcanzar en esta Novena [Petición]. Pero, si lo que pido no ha de ser para mayor gloria de Dios y mayor bien de mi alma, alcánzame tú lo que para eso sea más conveniente.
Amén.
[Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Oración que decía y compuso el Santo:
«¡Eterno Dios, Criador de todas las cosas! Acordaos que Vos creasteis las almas de los gentiles haciéndolas a vuestra imagen y semejanza. Acordaos, Padre Celestial, de vuestro Hijo Jesucristo, que derramando tan liberalmente su sangre, padeció por ellas. No permitáis, Señor, que sea vuestro Hijo por más tiempo menospreciado de los infieles; antes aplacado con los ruegos y oraciones de vuestros escogidos los Santos y de la Iglesia, Esposa benditísima de vuestro mismo Hijo, acordaos de vuestra misericordia y olvidando su idolatría e infidelidad, haced que ellos conozcan también al que enviasteis, Jesucristo, Hijo vuestro, que es salud, vida y resurrección nuestra; por el cual somos libres y nos salvamos y a quien sea dada la gloria por infinitos siglos de los siglos. Amén».
Oración final:
«¡Señor y Dios nuestro!, Tú has querido que numerosas naciones llegaran al conocimiento de tu nombre por la predicación de San Francisco de Javier. Infúndenos su celo generoso por la propagación de la fe y haz que tu Iglesia encuentre su gozo en evangelizar a todos los pueblos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”.
En 1922 recibió el premio de la Diputación Foral de Navarra, convocado con ocasión del III Centenario de la canonización del Santo, el que ha sido aceptado como himno oficial a San Francisco Javier, con letra de Alberto Pelairea y música de Joaquín Larregla. Dice así:
“En el eco de tus montes, / vibre eterna esta canción, / al cruzado que vencía / con la fuerza del amor. / Por enseña el crucifijo / donde expira y gime Dios, / donde Cristo da a los hombres, / un abrazo de perdón. / En el solar de nuestra fe, / cantemos todos a Javier.
Al entrar en tu Castillo, / Santo apóstol del Japón / te pedimos nos enciendas / con el fuego de tu amor. / Y, abrasados de tu celo, con tu mismo corazón / que entreguemos nuestra vida / por llevar almas a Dios. / Por nuestro Dios y ante tu altar / antes morir que desertar”.
La historia de las Javieradas, bajo el aspecto organizativo actual, es relativamente reciente. Sus antecedentes inmediatos se retrotraen al 9 de marzo de 1940, terminada la Guerra Civil, en que por iniciativa del obispo de la diócesis Mons. Marcelino Olaechea, los miembros de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, acompañados de su capellán José Manuel Pascual Hermoso de Mendoza, y quienes se les añadieron en el camino, acudieron al santuario de Javier en número de trescientos peregrinos, excombatientes en su mayoría, con su hábito castrense, cruces y banderas, para agradecer haber salido indemnes del campo de batalla, con salida desde la basílica de San Ignacio, en Pamplona. En aquella ocasión los peregrinos se dirigieron a Lumbier desde la Venta de Judas y por los túneles del tren Irati llegaron a Liédena para desde allí dirigirse a Sangüesa donde pernoctaron y, al día siguiente, caminaron hasta Javier con el rezo improvisado del Vía Crucis. La Santa Misa la presidió el obispo en el frontón del colegio de los P.P. Jesuitas. La peregrinación se volvió a repetir un año después coincidiendo con el IV Centenario de la Marcha a las Indias de San Francisco Javier, con asistencia de los jóvenes que en adelante serán en su mayoría protagonistas de la Acción Católica pamplonesa animados por su consiliario Santos Beguiristáin Eguílaz, quien puso como lema “Javier y lo difícil”, pues por entonces la peregrinación se hacía desde Sangüesa, por la noche y bajo la iluminación de antorchas. Ambas Javieradas continuaban por separado todavía en 1949. Los de la Acción Católica oían misa en la basílica de Javier a las tres y media de la madrugada; y los Voluntarios de la Cruz se dirigían a Javier a las 8 de la mañana para asistir a la Misa de las diez y media de la mañana.
No obstante, hay precedentes de la peregrinación aún más lejanos. Desde la Baja Edad Media se registran peregrinaciones a Nuestra Señora de Javier, titular de su parroquia y, sobre todo, al Santo Cristo de Javier, por fieles de la tierra de Sangüesa y de Navardún, en Aragón. La beatificación (1619) e inmediata canonización de Francisco de Javier (1622), seguida de su nombramiento como patrono del reino (1624) o, más exactamente, copatrono junto con San Fermín (1657), y su designación como patrono de las misiones de Oriente (1749) incentivaron la devoción navarra al Santo protector, circunstancias que sin embargo no propiciaron el surgimiento de nuevas romerías al solar nativo del Santo. Será el 4 de marzo de 1886 la fecha en que la Diputación Foral de Navarra organizaría la que se considera primera gran romería al santuario javeriano para solicitar la protección de San Francisco Javier ante la epidemia de cólera morbo asiático que se cernía sobre Navarra [10]. Se calcula que aquella concentración reunió entre 12.000 y 15.000 peregrinos [11]. Se hizo a pie por el camino real de Sangüesa a Javier, pero a raíz de este acontecimiento la Diputación Foral construyó la carretera que uniría Sangüesa con Javier y la duquesa de Villahermosa, propietaria del solar del Santo, con la mente fija en el modelo de Lourdes, inició la restauración de su castillo, que en 1889 cedió a la Compañía de Jesús. Años más tarde la misma Carmen Azlor de Aragón añadió a la fundación un colegio apostólico, que consolidó la presencia de los jesuitas en el lugar. El 25 de mayo de 1896 tuvo lugar una segunda peregrinación, esta vez en desagravio por la blasfemia y para impetrar el fin de la guerra de Cuba. Con tal ocasión se colocó la primera piedra de la basílica. La conmemoración del Cincuentenario del Dogma de la Inmaculada en 1904 fue momento adecuado para la organización de romerías desde los pueblos cercanos. El 23 de septiembre de 1922, dentro de los actos del III Centenario de la Canonización de San Francisco Javier, se celebró otra marcha oficial al castillo, que contó con la presencia de diversas autoridades navarras y del mismo Alfonso XIII [12]. Otra Javierada digna de recuerdo es la que organizó entre sus amistades y servidumbre la valerosa Camino Jaurrieta Múzquiz, esposa del que sería tres años más tarde Vicepresidente de la Diputación Foral de Navarra, Juan Pedro Arraiza Baleztena, tras haber disuelto la Compañía de Jesús y precintado el Castillo de Javier el gobierno de la Segunda República en 1932. La caravana de coches se dirigió hasta el Cristo de Javier. Es célebre la frase que pronunció ante él: “¿Que ahora te van a dejar solo?. Pues ahora vas a estar más acompañado que nunca” [13]. Y aún se celebró una peregrinación más, el 12 de marzo de 1939, en que un numeroso grupo de peregrinos marchó en el tren Irati desde Pamplona a Javier, para pedirle al santo patrón la pronta terminación de la guerra, que finalizó veinte días después. La primera Javierada de la Ribera la reclamó para sí y su pueblo de Valtierra Florencio Salado, alias Salchucho, que en época imprecisa pero antes de que las Javieradas se generalizasen organizó un grupo de caminantes que fue acogido, durante su marcha hacia el castillo de Javier, por los monjes cistercienses del Monasterio de la Oliva. En Carcastillo les tomaron por pistoleros y en Cáseda les echó el alto el guarda, hasta que se aclararon sus intenciones. Llegaron a Javier cantando la aurora de Peralta:
“Escuchad, escuchad: / lo que Cristo enseñaba. / El gran San Ignacio decía a Javier: / ¡Oh Javier!, ganar todo el mundo / y ¿el alma perder?” [14]
En 1952, IV Centenario de la Muerte del Santo, se rezó el primer Via Crucis por la carretera de Sangüesa a Javier, donde se habían erigido las estaciones. Se congregaron 8.000 jóvenes. En esta década se crea el Secretariado de la Marcha a Javier dentro de la Junta Diocesana de Acción Católica, que también recibirá el nombre de Comisión de Peregrinación a Javier e impulsará las peregrinaciones pese a los rigurosos inviernos de la época. La década de 1960 ve definitivamente implantada la infraestructura y red de asistencia sanitaria y de seguridad que hoy se mantiene (unas 200 personas en total) con una presencia regular de unas 40.000 personas entre ambas convocatorias, la segunda de las cuales trascurre en un solo día, el sábado, de manera que la hora convocada para el Via Crucis es las 15h y las 17h para la Eucaristía (esto desde 1994 y se considera la Javierada de las Familias). Cada convocatoria la preside un lema que incita a peregrinar con un compromiso determinado. En 2019 este lema fue Enviados, manera de sugerir el papel misionero de los cristianos en el mundo contemporáneo. La novedad en la década de 1960 fue la Javierada de las mujeres que no se fundiría con la de los hombres hasta 1993. Fue la Juventud Femenina de Acción Católica la que en 1960 se encargó de organizarla, en principio desde Sangüesa, aunque eran muchas mujeres las que iban por su cuenta y riesgo desde Pamplona sin la presencia de puestos de socorro médicos que no se instalaron para ellas hasta 1970. Ese año se calculó que se juntaron en el Castillo 5.000 mujeres, número que subiría a 12.000 al año siguiente. Al igual que estaba ocurriendo con las Javieradas masculinas, la femenina fue a más, y en 1964 (año en que se detectó la presencia de algunas mujeres en la Javierada masculina) los cálculos apuntaron una presencia de 18.000 mujeres [15]. La presencia de los jóvenes en las Javieradas es mayoritaria: se estima en un 60% los peregrinos de entre 15 y 30 años de edad. A su vez, se ha constatado que la mayor parte de los peregrinos ha realizado la ruta en más de una ocasión [16].
Tres hitos significativos marcan el desenvolvimiento histórico de esta peregrinación: en 1982, asistió a ella el Papa Juan Pablo II, que atrajo a la explanada de Javier a 100.000 personas; en 1990, con ocasión del cincuentenario de la Javierada, la Eucaristía fue oficiada el por el Nuncio Apostólico de S. S. en España Mons. Mario Tagliaferri, que impartió la bendición con el brazo de San Francisco Javier, que, incorrupto, ofrece al culto la iglesia del Gesú en Roma; la última ocasión en la que la reliquia había viajado a Navarra había sido en 1965 con motivo de la celebración de las Bodas de Plata de la Javierada.
La denominación Javierada fue empleada por primera vez por el obispo de Pamplona, Mons. Marcelino Olaechea, en 1940, en la alocución dirigida a los primeros peregrinos, miembros de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, si bien la palabra Xaveriadas había dado título a una composición poética del jesuita madrileño Bernardo Monzón con que deseaba narrar en 1669 las “Hazañas del sol de Oriente San Francisco Xavier”, en expresión de su propio subtítulo, cuyo original se conserva en el British Museum de Londres [17]. La Javierada ya fue recogida por José María Iribarren en la primera edición de su Vocabulario navarro en 1952 como neologismo referido a la “romería anual de los mozos al Castillo de Javier” y la hizo suya José María Pemán cuando peregrinó en 1958, para quien el sufijo ada expresa abundancia o acciones impetuosas tales como riada u hombrada, que en el fondo es lo que supone acudir a pie hasta Javier, con el tiempo por lo general frío y ventoso del mes de marzo navarro. En las décadas 1960 y 1970 la “javierada” y “marcha a Javier” entraron en una cierta colisión, por el apoyo a esta última denominación de algunas entidades que veían en la primera cierta ideologización retrotraída a la Guerra Civil. Sin embargo, “javierada” se impuso a nivel popular, porque, como escribió el jesuita padre Recondo, “significa no sólo Marcha al castillo de Javier, sino inmersión de Navarra en el espíritu de su gran Santo” [18].
La generalización de la pandemia mundial Covid-19, también conocida como “pandemia del coronavirus”, obligó a interrumpir las Javieradas de 2020 y 2021 por razones de seguridad, pero en 2022 se recuperaron en el marco de la celebración de los 400 años de la canonización de San Francisco Javier el 12 de marzo y la concesión por el Papa Francisco de un Año Jubilar, entre el 4 de marzo de 2022 y el 12 de marzo de 2023. El lema escogido para las Javieradas de 2022 ha sido el de “Caminando juntos con Javier”, coherente con la idea del Sínodo convocado por el Papa de caminar unidos para construir una gran familia, la Iglesia. El calendario de las Javieradas sufrió ciertas adaptaciones: el 4 de marzo fue escogido para la Javierada Monástica; el 5 fue la Misa de acogida al peregrino; el 6, la Primera Javierada, con Vía Crucis desde Sangüesa y Misa ante el Castillo; el 8, peregrinación de la Zona Media y Javierada Militar; el 9, peregrinación de la Zona de Estella; el 10, la Javierada Sacerdotal; el 11 peregrinación de la Zona Media; y el 12 de marzo tuvo lugar la Segunda Javierada, igualmente con Vía Crucis desde Sangüesa y Misa en la explanada del Castillo de Javier. Otras novedades dadas a conocer entonces fueron la de escoger un proyecto misionero propuesto por uno de los misioneros navarros, en 2022 la construcción de una iglesia en la comunidad indígena de Cocama, en la selva amazónica; la puesta en marcha de los “Amigos de las Javieradas”, para contribuir a su sostenimiento mediante el mecenazgo socio-cultural; el primer concurso fotográfico de las Javieradas con el patrocinio de Caja Rural de Navarra; y la elección de los soportes de comunicación digital para su propaganda mediante una web en Internet (www.javieradas.com), una app para móviles y perfiles en redes sociales.
Foto de la portada: Tercera estación del Vía Crucis en la carretera de Sangüesa a Javier erigida por los «mozos de Navarra».
Esta investigación forma parte de la redacción del Calendario festivo y religiosidad popular para el Atlas etnográfico de Vasconia, en preparación por los grupos Etniker.
Notas
[1] ARRAIZA FRAUCA, Jesús. “Religiosidad popular”, in BEGUIRISTAIN, M. A. (Dir.). Etnografía de Navarra. Pamplona: Diario de Navarra, 1996. Vol. 2. Pág. 630; LARRAMBEBERE ZABALA, Miguel. “El poso tradicional de santuarios y romerías”, in MARTIN DUQUE, Ángel (dir). Signos de identidad histórica para Navarra. Pamplona: Caja de Ahorros de Navarra, 1996. Vol. II. Pág. 381. [2] Francisco de Jaso y Azpilicueta (Castillo de Javier 7 de abril de 1506 – Sancián, frente a la costa de China, 3 de diciembre de 1552), es considerado el navarro más universal y su referente espiritual más destacado. Tras ingresar en la Compañía de Jesús fundada por Ignacio de Loyola e impulsado por su afán misionero entre 1542 y 1552 recorrió trece países de tres continentes diferentes predicando el cristianismo y convirtiendo a él sus nativos (FERNÁNDEZ GRACIA, Ricardo. San Francisco Javier Patrono de Navarra: fiesta, religiosidad e iconografía. Pamplona: Institución Príncipe de Viana, 2006; SCHURHAMMER, Georg. Francisco Javier, su vida y su tiempo (1506-1552). Pamplona: Gobierno de Navarra-Compañía de Jesús-Arzobispado de Pamplona, 1992. 4 vols.). [3] La manera habitual de realizar la marcha es a pie pero los hay que prefieren otros medios de transporte: la bicicleta, los patines, a caballo…, y quienes lo hacen fuera de las fechas señaladas según su predisposición o incluso de noche tras finalizar la jornada laboral. Algunos hacen el regreso a pie. Hay quienes hacen su “Javierada” en Pamplona acudiendo a rezar al Santo a la Parroquia de su nombre. También existe la Javierada de los Navarros en Madrid a Nuevo Baztán, antiguo complejo fabril fundado por Juan de Goyeneche en el siglo XVIII en esta localidad próxima a Alcalá de Henares, organizada por la Real Congregación de San Fermín de los Navarros, que en 2019 alcanzó su cuadragésima segunda e ininterrumpida edición. [4] Con el desarrollo urbanístico de Pamplona en los últimos años se recomienda llegar a Noain tomando en Pamplona la calle Sadar, dirigirse al polígono industrial de Mutilva, enlazar con el de Tajonar, desembocar en las huertas de ocio del Mirador, en el paraje de Loitegui, y de ahí salir a Noain en la carretera que lleva a Sangüesa y Javier. [5] PORCAL GONZALO, Mª Cruz. «Turismo cultural, turismo religioso y peregrinaciones en Navarra. Las Javieradas como caso de estudio» in Cuadernos de Turismo. Murcia: Universidad de Murcia, 2006, número 18. Pág. 116. [6] PERALES DÍAZ, José Antonio. “La Javierada” in Auñamendi Eusko Entziklopedia (Fondo Bernardo Estornés Lasa), Disponible en: http://aunamendi.eusko-ikaskuntza.eus/es/la-javierada/ar-79568/Versiones de 1986 y 2019. Consulta: 2108.2019.
[7] RECONDO, José María. «La Javierada» in Navarra, Temas de Cultura Popular. Pamplona: Diputación Foral de Navarra, 1975. Número 220. [8] RECONDO, cit., pág. 15. [9] AGUIRRE BAZTÁN, Ángel. “La identidad cultural de Navarra”, in La identidad de Navarra. Barcelona: Ediciones Bardenas, 1998.Pág. 55; BERIAIN, Josetxo. La identidad colectiva: vascos y navarros. Pamplona: Universidad Pública de Navarra, 1998. Este autor llega a hablar de un “nacionalismo místico” centrado en la figura del Santo, a diferencia de otros nacionalismos basados en la sangre, la lengua o la raza. [10] LARRAMBEBERE, cit., pág. 381; RECONDO, cit., pág. 5. [11] PORCAL, cit., pág. 114. RECONDO, cit. da una cifra de 20.000 peregrinos. [12] LARRAMBEBERE, cit., pág. 381. [13] RECONDO, cit. págs.. 6-7. [14] RECONDO, cit. pág. 7. [15] JIMENO JURÍO, José María. “Javierada”, in Gran Enciclopedia Navarra. Pamplona: Caja de Ahorros de Navarra, 1990. Vol. VI, págs. 293-294. [16] PORCAL, cit. pág. 119. [17] ELIZALDE, Ignacio. San Francisco Xavier en la literatura española. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1961. Cap. III. [18] RECONDO, cit., págs.. 14-15.