El Museo Etnográfico de La Rioja

En 1982, siendo gerente de publicaciones de la Institución Príncipe de Viana y estando a mi cargo la edición de la revista Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, preparé un artículo sobre la recuperación etnográfica de La Rioja teniendo como eje la labor desarrollada por este museo y partiendo de un dossier solicitado al etnógrafo riojano Luis Vicente Elías Pastor, personalidad destacada del esfuerzo científico y divulgador de la vecina región. Se pretendía que aquella información sirviera de estímulo para cuantos trabajamos en Navarra en la disciplina etnográfica, para contribuir a hacer desaparecer ese complejo de “pioneros” solitarios que tenemos los etnógrafos, estrechando vínculos de unión y colaboración entre nuestras iniciativas y otras loables que hacen progresar el conocimiento humano entre nuestros vecinos.

No es necesario insistir una vez más en la profunda transformación que sufre nuestra sociedad, invadida por la modernidad de costumbres y el bienestar material, así como por ideas que conforman nuevas mentalidades, que están llevando a una progresiva desaparición de la cultura tradicional, con peligro de su desaparición irreparable e insustituible. Paralelamente a este cambio, ha surgido en los medios intelectuales y universitarios una preocupación por los temas del pasado, plasmada con mayor fuerza en la investigación histórica y, sobre todo, en la investigación histórica moderna y contemporánea o, por citar otro ejemplo, en la edición de catálogos monumentales que tratan de levantar acta notarial sobre todo lo valioso que en el campo artístico todavía nos queda. También en el campo de la ecología se insiste con apremiantes llamadas de socorro, para decirnos: “esto es lo que todavía podemos disfrutar, pero ¡cuidado! Si el hombre no ejerce un control sobre si mismo, pronto se transformará la naturaleza en un desierto”.

En el terreno de la Etnografía se ha combatido para evitar la desaparición de usos y costumbres populares tradicionales y prueba de ello son las publicaciones que van dándose a conocer -aunque aún en escaso número- o la instalación de una veintena de museos etnográficos, de los que el más conocido tal vez sea el Museo del Pueblo Español, instalado en Madrid. Pero todavía su número es bajo y se echan en falta gran número de museos regionales y también de ecomuseos -como el de Marquèze, en las Landas- , en los que se ha reconstruido la cultura material del pasado y se reproduce enteramente la vida natural dentro de su medio originario. Urge, del mismo modo, un más decidido apoyo de la Universidad Española a la docencia e investigación etnográfica, reconociéndole así una categoría científica similar a la de otras disciplinas.

Luis Vicente Elías en la actualidad (Foto: UPV/Aygües)

El Museo Etnográfico de La Rioja se planteó dentro de este contexto. Tuvo su origen en un anteproyecto becado por el Instituto de Estudios Riojanos en 1976, aunque en 1966 un grupo de investigadores había propuesto a la Diputación de Logroño un plan de trabajo de diez años de duración para el estudio de la literatura popular, de la medicina, de la ganadería, de la apicultura, de los festejos, de la familia, de los juegos, etc., plan que no se llegó a realizar. Fue en 1977 cuando la Diputación decidió crear el Museo Etnográfico de La Rioja, encomendando dicha dirección a Luis Vicente Elías, Licenciado en Filosofía y Letras y especializado en Etnografía por la Universidad de Burdeos, doctorado posteriormente en la Universidad de Barcelona. Con el que desde un primer momento colaboraron Gabriel Alberola y José Luis Gil Valgañón.

Dicho anteproyecto contemplaba un museo en el que se albergaran materiales, pero a su vez mantuviera y conservara las técnicas tradicionales y artesanales que persisten hoy en La Rioja. Como estructura científica el museo contaría con un grupo de investigadores que estudiaran los temas folklóricos y etnográficos. La triple versión del museo -albergue de objetos, taller artesanal y laboratorio etnográfico- sólo se conseguiría con un carácter abierto en el que participaran las personas y entidades que lo desearen. El objetivo inicial del anteproyecto era realizar un museo vico, activo y alegre, en oposición a los viejos museos tradicionales, serios y oscuros. Por ello, el interés de su director fue desde un principio vincular en sus actividades a los centros de enseñanza, las asociaciones y los ayuntamientos.

Metodología seguida en la instalación del Museo

Como es lógico, la primera meta era conseguir la adquisición de piezas para constituir los fondos del museo. Su metodología fue sencilla. Se dividió La Rioja en diversas áreas, con un criterio geográfico y a cada zona se le asignó un indicativo con objeto de ir elaborando un fichero de campo para el archivo de materiales.

El trabajo de campo se realizó a partir de julio de 1977, fecha de creación del Museo, hasta diciembre de 1978. Durante la recogida se utilizó un cuaderno de campo, en el que fueron recogiéndose todos los datos relativos a temas etnográficos; junto a él, se llevó un diario de la actividad de cada jornada y un fichero. En este fichero constaban los datos de cada uno de los objetos que pasaban a formar parte de los fondos del museo, siguiendo un modelo semejante:

Número

NOMBRE

Otros nombres

Localidad de adquisición        ZONA

Localidad de fabricación

Nombre del propietario

Materiales

Fecha de adquisición

Precio

Los objetos pasaban a formar parte de los fondos del Museo por tres medios, la compra, el depósito y la donación. A lo largo del tiempo indicado, el autor y sus colaboradores recogieron unos 1.200 objetos representativos de la vida tradicional riojana. Estos pertenecían a diversas áreas como la casa , la agricultura, la ganadería, la artesanía, los juegos, las medidas, la indumentaria y otras más. También fueron recogidos algunos objetos en Extremadura, recogidos con la vida pastoril riojana.

Entre las formas diversas de apropiación de materiales, fue el de la donación de particulares el más habitual (el 80%). Cumpliendo con las exigencias del proyecto, se anunció un Concurso de recogida de materiales entre todas las escuelas riojanas, durante el año de 1978. Por medio de este concurso, los niños riojanos descubrieron el interés de la cultura material de su pueblo. Posteriormente, los sesenta niños premiados realizaron una excursión a Burgos y Santander, visitando varios museos y entre ellos el Museo Etnográfico santanderino instalado en la Casa de Velarde.

Otra actividad escolar, que no aportó objetos, sino refranes, dichos, apodos, poemas populares, etc., fue la aplicación de una Encuesta Dialectal, organizada en colaboración con el Patronato del Milenario de la Lengua Castellana.

A todo objeto depositado en el almacén del Museo, pues, le correspondía una ficha definitiva con su correspondiente fotografía. Los datos que se apuntaban en ella eran los siguientes:

Nº de inventario

Nº de ficha de campo

Procedencia

Fecha de adquisición

Foto

Designación

Materiales

Lugar de fabricación

Lugar de uso

Fecha de fabricación

Fecha de utilización

Dimensiones

Nº Negativos

Forma de ingreso: donación, compra, depósito. Precio

Estado de conservación

Tratamientos

Referencia topográfica

Descripción

Técnica de utilización

Bibliografía

Observaciones

Fecha de redacción

Aparte de los objetos recopilados, se realizaron más de dos mil fotografías de actividades y modos de vida tradicionales, que formaron inicialmente el archivo fotográfico del Museo.

En diciembre de 1978 se concluyó la tarea de recolección de materiales con un curso de aprendizaje de instalaciones museísticas en el Museo de artes y Tradiciones Populares de París, al que acudió su director.

El Museo lo dio a conocer Luis Vicente Elías en la revista Narria en 1989

Exposición por secciones

Estos materiales se exponen en cuatro salas del hogar Provincial de Logroño, y su criterio de exposición ha sido encuadrarlos por temas generales relativos a la vida tradicional riojana.

Agricultura

Por ejemplo, en el área “Agricultura” se puede observar todo lo relativo a la actividad agrícola, yugos con todas sus variantes, arados, barzones, sistema de transporte y arrastre, el proceso de la trilla y otras herramientas utilizadas en el medio.

Vida Pastoril

El área “Ganadería” está relacionada directamente con un sala dedicad a la “Vida Pastoril”. En esta podemos ver todo lo relativo al marcado y señalamiento de lanares, sistemas de collares, formas de atar el ganado caballar, herramientas de herrador, y todo lo relativo a la hierba como alimento para el ganado en invierno. La sala relativa a “Vida Pastoril” nos muestra todo el ajuar completo de os pastores trashumantes, así como su artesanía; técnicas; trabajos en corcho, hueso, cuerno y pelo; collares de ganado y de perros; la indumentaria tradicional está representada en los trabajos de “estezado”, pantalones y chalecos de piel de oveja curtidos con “tan” o sobados de forma artesanal; una muestra de la vivienda trashumante lo constituye “el chozuelo” o “chocillo” pequeña cabaña que sirve de abrigo y protección a los pastores que cuidan el ganado por las noches.

Casa

Un área muy importante de la muestra es la dedicada a la casa, en la que se observan aspectos domésticos tales como la fabricación del pan; la matanza; el mobiliario; cuencos en madera para sal y ceniza;; instrumentos y útiles relativos al fuego; piedras de moler y sistemas de colgar la matanza y secado de los quesos; así como una completa colección de pesas, medidas y ponderales.

Artesanía

La artesanía, como actividad importante dentro de la vida tradicional, se ve representada en la exposición por medio de útiles, materiales y productos realizados por artesanos que todavía trabajan en La Rioja. Podemos contemplar por ejemplo los instrumentos relativos a la botería, especializada en la fabricación de botas y pellejos, para el consumo y transporte del vino. La cestería está representada por un conjunto de piezas realizadas por cesteros actuales, tanto en mimbre pelada como sin pelar. En este mismo apartado hemos de incluir también la técnica del “escriño” o trabajos de cestería realizados en paja de centeno y mata de moral pelada. Por medio de esta técnica se elaboran recipientes que sirven para guardar el grano y la harina. A estas “nasas” podemos añadir los “escriños”, paneras y otro útiles que ya han desaparecido del uso corriente quedando en la provincia un solo artesano que los fabrique. Relacionado con la cestería y dentro del capítulo de “la apicultura” hemos de citar las colmenas o vasos, realizados en cestería a partir de un molde y recubiertas de barro y excrementos de vaca. En esta área podemos observar también otros tipos de colmenas realizadas en troncos vaciados o fabricadas con corteza de cerezo.

El taller de carpintero, con todas sus herramientas tradicionales, es otra de las áreas de esta exposición. Unida a ésta, el proceso de fabricación de palas de ablentar tal y como se fabrican en Anguiano.

Las fibras textiles han tenido una gran importancia en La Rioja como lo demuestra el auge de los pueblos “pelaires” tales como Cervera, Munilla, Soto, Ezcaray, etc. Las fibras vegetales se reflejan en el trabajo del cáñamo, con los instrumentos de su preparación antes del hilado, trenzado y tejido. Como continuidad las ruecas de hilar y torcer las cuerdas, con todos los útiles necesarios. También el cáñamo se ha tejido en la zona de Cervera, Cornago y Muro de Aguas, como lo demuestran los telares que se guardan entre los fondos del Museo y que debido a su tamaño y dificultad de montaje no han sido expuestos.

A partir del cáñamo y en la zona del Alhama y del Linares se ha mantenido la fabricación de la alpargata hasta nuestros días, como lo demuestran los útiles que se exponen como final del proceso del cáñamo. La lana, como fibra textil de gran tradición en la Rioja, está representada a lo largo de toda su manipulación. Partimos de una variada colección de husos y cardas, para llegar a los tornos de hilar o ruecas con todos sus complementos de devanaderas, cardadoras y otros útiles aplicados a la fabricación de ovillos y madejas. Entre los fondos del Museo y dentro del capítulo de la lana, hemos de citar los telares que por su tamaño no han sido expuestos en la actualidad, tales como los de Ezcaray, uno de Munilla, otro de Enciso y otro de Cornago, que en la instalación definitiva del Museo tendrán un lugar predominante.

Como muestra de los trabajos tradicionales relativos a la artesanía textil, se presentan diversas labores en cáñamo, sábanas, camisas, mantas de ballarte, talegas, sacos, etc. también es de destacar en este grupo la colección de almazuelas. Los bordados y trabajos de ganchillo completan esta colección, acompañados de los pañuelos que lucen las mujeres de Cameros en los días de fiesta.

En la sala relativa a la alfarería, hay objetos recogidos en los pueblos de Cameros y procedentes de diversos alfares, de Navarrete, Ojacastro, Haro, Lumbreras, Torrecilla, Soto, Laguna y Cervera. Para completar esta área se exponen también, tejas y aguilones, alcanduces, adobes y adoberas.

Atención prioritaria al tema de la vida pastoril

Uno de los temas al que mayor atención dedicaron el director del Museo y sus colaboradores, fue desde un principio el de la vida pastoril en La Rioja. Por consiguiente, se realizó un estudio sobre los cinco últimos pastores riojanos que continúan descendiendo hasta Extremadura con sus rebaños para pasar el invierno. Esta fue la razón de que el equipo al que nos referimos se dirigiera a Cáceres, para durante un mes de trabajo, realizar una encuesta y una selección de objetos relativos a este modo de vida, con destino al Museo Etnográfico.

En Torrecilla y San Román se exhibieron dos exposiciones en torno a la vida pastoril y la industria textil y se llevó a cabo, durante el curso de 1978, un ciclo sobre “Vida pastoril en La Rioja” en el Colegio Universitario de Logroño, colaborando en él Claudio García Turza. Todo este esfuerzo de comunicación se amplió con charlas en torno a las actividades del Museo, realizadas por toda La Rioja.

Restauración de materiales y recuperación de técnicas artesanales

Fue necesario restaurar gran parte de los objetos recogidos, por ser gran parte de estos de madera, piel, lana y otros materiales fácilmente destructibles y con este fin se montó en el Museo un taller de restauración. Para resolver todos los problemas técnicos que esta actividad plantea, se contrató a un técnico restaurador -José Luis Gil Valgañón-, a quien se envió a realizar dos cursos de especialización tanto al Instituto de Conservación y Restauración de obras de arte de Madrid, como al Museo de Artes y Tradiciones Populares de París.

Se trató igualmente de recuperar diversas técnicas y quehaceres artesanos en vías de desaparición. A tal fin se encargaron a varios artesanos la realización de diversas piezas, siguiendo las líneas y técnicas tradicionales, dando estos unos cursos posteriores de aprendizaje por encargo del Ministerio de Cultura. Los trabajos resultantes fueron expuestos en al menos dos ocasiones.

Otra actividad que el Museo ha llevado a cabo ha sido la recuperación y posterior traslado a Logroño de diversos archivos de pueblos abandonados, como el de Torremuña, o en otro caso el depósito del interesante archivo de las Trece Villas, hasta ahora en Villanueva de Cameros.

Investigación científica

Para ir completando la visión de la vida tradicional, uniendo el material etnográfico con la investigación, se elaboraron diversas encuestas encaminadas a obtener el mayor número de datos posible sobre el pasado próximo de La Rioja. Se confeccionaron varias encuestas tipo, unas con intencionalidad museográfica y otras con exclusivo fin de investigación. La primera que se elaboró fue en 1977 para estudiar la arquitectura popular de La Rioja y fruto de ella fue la publicación del libro que llevó el mismo título.

Otras encuestas fueron enviadas a personas e instituciones, como la que se hizo previamente para conocer la existencia de artesanos, técnicas, anticuarios, locales adecuados etc. Una más tuvo por objeto el mayor conocimiento de la vida pastoril y, en general, fueron un complemento adecuado a las tareas de instalación del Museo Etnográfico.

Divulgación

Antigua Casa de Beneficencia de Logroño, primera ubicación del Museo

A partir de 1979 se comienzan a exponer materiales del Museo Etnográfico de La Rioja en la sede del Hogar Provincial, antigua Casa de Beneficencia, gracias al esfuerzo positivo de Luis Vicente Elías, Gabriel Alberola y José Luis Gil Valgañón, quien en lo sucesivo se haría cargo de la dirección del Museo.

Durante estos años, e independientemente de la exposición permanente en su sede, el Museo etnográfico se extiende por toda La Rioja en exposiciones parciales. Así de materiales de la zona serrana en Torrecilla de Cameros y en San Román de Cameros (año 1978). Un años más tarde, sobre cerámica popular riojana, en Arnedo, y otra de artesanos en Logroño, a la que concurrieron herreros sogueros, cesteros, escriñeros, hiladoras, almazueleras, tejedores y alfareros, que trabajaron delante del público, mostrando sus técnicas. En 1980, Elías se encargó personalmente de varias exposiciones en Badarán, Albelda y Ortigosa de Cameros, que continuaron al año siguiente, bajo el patrocinio de la Diputación de La Rioja y de la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja.

Para completar el área de divulgación -dentro del proceso que describimos: investigación, recuperación de materiales y de técnicas y divulgación de lo obtenido- Luis Vicente Elías pronunció por toda La Rioja una veintena de conferencias sobre la vida tradicional en trance de desaparecer, algunos de cuyos títulos son de relevante actualidad: “Antropología y folklore”, “Análisis antropológico de la regresión en Cameros”, “Delimitación etnográfica de la provincia de Logroño”, “Etnografía y autonomías regionales”, “Arquitectura popular de La Rioja”, “Sistemas de matrimonio en la Sierra de Cameros”, “La vida rural en La Rioja”. Muchas de estas conferencias y otras investigaciones de Vicente Elías fueron editadas, en un afán final de recuperar modos de vida, técnicas, costumbres, leyendas y todo lo que, de un modo u otro, pudiera relacionarse con la tradición riojana.

La financiación del Museo y planes futuros

La financiación del Museo Etnográfico de La Rioja corre a cargo de la Diputación, que aportó la suma inicial de doscientas cincuenta mil pesetas, con que se compraron unas doscientas piezas de la colección expuesta, si bien en la tarea divulgadora de sus fondos colaboran diversas instituciones, asociaciones y el Ministerio de Cultura, ya nombrado anteriormente.

Un tema todavía no resuelto para dicho Museo es el de su ubicación definitiva, aunque se ha especulado con la recuperación de un edificio en el casco viejo de Logroño, en Ruavieja 9, donde podría disponerse de 2.560 metros cuadrados, distribuidos en tres plantas. Ello no estaría reñido con las sucursales que del mismo podrían abrirse en otros puntos de la región.

El interés del cuadro directivo actual del mismo, se centra en el estudio de la etno-musicología (cantares, coplas, rondas, danzas, música), así como de los telares tradicionales y la decreciente vida pastoril.

Imagen de la portada: los disciplinantes de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, conocidos como «picaos», de San Vicente de la Sonsierra, en la Rioja Alta,  son muestra de una tradición  religiosa de signo penitencial superviviente de la cultura popular.