La biografía del director de cine italiano Federico Fellini (Rímini, 1920-Roma, 1993) está hecha de largos períodos de espera ociosa, de encuentros decisivos y de oficios diversos, en parte, quizá, legendarios, como explica Gilbert Salachas en la biografía de este cineasta [1].
Nace en una familia burguesa de tipo medio que se dedica al comercio. Estudia en colegios religiosos, donde se forma su personalidad, como en el caso de Buñuel, a base de disciplina rigurosa que origina en él una propensión al ensueño, consecuencia de su imaginación hipersensible. A sus siete años se marcha del colegio para cuidar la cebra enferma de unos cómicos ambulantes, lo que prueba su temprana inclinación al mundo del circo.
En 1938 llega a Florencia, donde alterna su vida bohemia con el dibujo de caricaturas y de comics (Flash Gordon) en el periódico toscano 420. Se traslada un año más tarde a Roma, para trabajar como periodista en Il popolo, sin abandonar sus caricaturas, ahora en el semanario satírico Marco-Aurelio, donde conoce al cómico Macario. Entonces toma contacto con el cine, como gagmen en varias películas de este actor de variedades.
Iniciada la Segunda Guerra Mundial, trata de evitar su incorporación a filas, iniciando una gira de variedades por Italia en compañía de Aldo Fabrizi. Escribe guiones para la radio y, en 1942, se casa con Giulietta Massina, actriz entonces teatral, a la que había enamorado en su ejercicio de guionista.
Su relación con el cine e intensifica tras conocer a Roberto Rossellini, pero antes de trabajar como guionista para él lo hace para Piero Tellini, Cesare Zavattini, Pietro Germi y Alberto Lattuada. En 1944, se decide a colaborar con Rossellini, como guionista, sucesivamente, en sus peñículas «Roma, ciudad abierta» (1944-1946), Paisà (1946), «El amor. El milagro» (1947), «Francisco, juglar de Dios» (1949) y Europa 51 (1952).
Se ha discutido mucho acerca de si Fellini ha pertenecido o no a la estética y espíritu del Neorrealismo italiano, aquella escuela que entre 1945 y 52 mostró al cine la vuelta a la invención de la realidad. Ciertamente, escribió los guiones para algunas de las películas neorrealistas más significativas de Lattuada (Il molino del Po, 1949; Luci di varietà, 1951) y de Rossellini, y no hay duda de que la experiencia directa de la realidad ha influido en el cine de Fellini poderosamente, ya no sólo por la estética decisiva del Neorrealismo, sino ayudado por el Realismo Poético francés al que admiraba. Después, sus obsesiones de soñador impenitente han transformado esta experiencia con tintes más subjetivos.
Fellini es, antes que nada, un creador de tipos humanos sacados de la realidad e iluminados por dentro de esperanza e ilusión (como los personajes de sus películas Gelsomina, Cabiria, Zampano o Wanda). Son personajes «acharlotados», cuya raíz está en el héroe de Chaplin: el pobre hombre superfluo de nuestro tiempo. Serán los simples o los locos, la familia del espectáculo y los malhechores, los estafadores y traficantes dudosos, las prostitutas y desocupados, los que encarnen toda una concepción ontológica de la vida y de la mala suerte en sus películas, a los que se ha acercado Fellini con respeto y benevolencia.
A Fellini le fascina la decadencia, porque es portadora de un renacimiento interior. Así, las historias que nos cuenta son poéticas. Su solución es como la de Charlot o Don Quijote: que la realidad se transforme en ilusión, para que la ilusión pueda ser realidad un día. Este es el misterio de Fellini, su particular surrealismo, que resulta de la concepción del cine como un espejo, donde el hombre se reconoce de manera inmediata, descubre su alma y aspira a una mayor lucidez.
En las películas de este director italiano es posible ver una serie de temas y elementos que contribuyen a crear este especial mundo, con una iconografía determinada:
- El cortejo, que recorta sus siluetas al amanecer, marcha callado y con música, vaga o desfila, es fantasmal e irreal.
- Las calles y las plazas nocturnas con fuentes: laberintos urbanos con paredes que rompen la profundidad visual, con papeles que arrastra el viento, símbolo de la soledad y vacío tras la fiesta.
- El paisaje: naturaleza muda e inhumana de horizontes lívidos o grisáceos (landas, playas o mar), donde se recortan insólitos elementos plásticos (un árbol, una arquitectura o un mero andamiaje), observados con tiempo lento, viento fuerte y contrastes de luz.
- La fiesta: abundan en sus films los festejos colectivos exaltados y frenéticos; y la madrugada que representa el contraste de la soledad y desesperación.
- El gusto por el disfraz: asistimos al carnaval, a toda clase de histrionismos vistos desde el fasto cinematográfico; el disfraz encubre un deseo de escapar a la lastimosa condición humana.
En la filmografía de Federico Fellini se pueden advertir varios ciclos:
- 1950-52: «Luces de variedades» (codirigida con Lattuada) y «El jeque blanco», mediante las que se revela en Italia como director de comedias llenas de patetismo, con un sentido del espectáculo extravagante y gusto por la caricatura histriónica.
- 1953-56: «Los inútiles», La strada, «Almas sin conciencia», «Las noches de Cabiria», películas nostálgicas por la inocencia y el idealismo perdidos. Son tragicomedias, donde Fellini se compadece de aquellos que desprecia el mundo moderno.
- 1959: La dolce vita (1959), mirada circular sobre la aristocracia y la burguesía italianas, débiles y crueles, lanzada por un periodista indolente y bromista.
- 1963-69: «Fellini ocho y medio», «Julieta de los espíritus» y «Satyricón», reflejan el desencanto como fin de toda aspiración humana.
- 1971-74: Roma di Fellini, «Los clowns» y «Amarcord-Mis recuerdos”, suponen una vuelta a los recuerdos de la infancia, pero mostrando un mundo en crispación: Roma, como una ciudad que ha cambiado y con un porvenir dudoso; los payasos en una sociedad seria; la provinciana ciudad de Rímini, en la oscura etapa del predominio fascista.
- 1976-83: «Casanova», «Ensayo de orquesta» y «La ciudad de las mujeres», evocan el final de un mundo que se disuelve entre visiones fulgurantes de lo grotesco, lo enigmático y lo mortuorio.
- Fellini recibe un Óscar de la Academia de Hollywood por la labor de su vida en el cine.
Analizaremos dos títulos escogidos de su filmografía, que entendemos dispares por sus distintos propósitos, aunque ambos caractericen el personal mundo del director italiano.
“Los inútiles” (I Vitelloni, 1953), que obtuvo León de Plata de la Mostra de Venecia [2] se basa en la existencia diaria de cinco gandules en la ciudad costera de Rimini (la natal de Fellini), en el Adriático: Moraldo, Ricardo, Leopoldo, Alberto y su “guía espiritual” Fausto. Ya pasados de edad como para vivir sin trabajar, pasan los días en el bar, se dedican a gastar bromas o a trazar proyectos ilusorios. Deambulan por la ciudad de la mañana a la noche o viceversa.
El filme se dedica a observar sus conductas individualmente y en conjunto, las aspiraciones de cada uno frustradas por el “espíritu” del grupo, donde vence la indolencia. Se dice que es la película más sincera de Fellini, autobiográfica, ya que él también pasó por estos momentos en su juventud.
Se puede considerar una película neorrealista, pues para Fellini el neorrealismo es una manera de hacer frente a la realidad, mirar la vida con sencillez, amor humano y con absoluta sinceridad.
Desde el punto de vista formal vale la pena destacar varios aspectos.
En primer lugar la conjunción de descripciones. El ambiente de una pequeña ciudad de provincias, con su rutina, su vida gris y monótona, donde o te dedicas a trabajar o te aburres, junto al estudio de caracteres, la psicología personal de quienes integran el grupo principal de personajes, los vitelloni, y su relación con los demás.
La perfecta estructura narrativa de su guión es otro de ellos: la descripción del ambiente y sus protagonistas mediante voz en off, sucesión de los hechos, desenlace final, co d diálogos fluidos y buena caracterización.
En segundo lugar la escenografía: interiores que identifican una época concreta; selección de exteriores con espacios abiertos, diurnos o nocturnos, que remarcan la soledad de los personajes (el embarcadero y la playa, las calles…, componiendo escalonadamente a los personajes).
La música de Nino Rota es melancólica y su bella melodía sirve para comprender a sus personajes perdedores.
Fellini, además, usa el claroscuro con intención simbólica, “como la vida misma”.
Algunos planos y breves escenas y secuencias destacan por su particular interés:
- Planos: Los seminaristas niños caminando en fila tras su preceptor por la playa.
- La salida en tren de Moraldo en la estación: una sucesión de planos muestra las escenas que va abandonando, en realidad se va a alejar de su vida pasada para recomenzar otra vida sin ataduras lejos de su ciudad.
- La celebración del carnaval en el casino: el ambiente recargado, fascinante, con su final patético.
La influencia de esta película sobre el cine español se hizo sentir en el filme de Juan Antonio Bardem “Calle Mayor” (1956), que aunque inspirada en una farsa de Carlos Arniches, mantuvo coincidencias indudables con este film de Fellini (los cinco amigotes aburridos, el ambiente provinciano, las bromas pesadas para soportar el día a día…)
Doce años después Fellini aborda “Julieta de los espíritus” (1965), una película de 88’ protagonizada con su mujer desde 1942, Giullietta Masina, que le permite expresar, ya no la realidad circundante, sino la subyacente, el surrealismo que es uno de los importantes vectores de su producción cinematográfica [3].
Giullieta Masina, nacida en San Giorgio (Bolonia) en 1921, era cantante, actriz de teatro y violinista. Había estudiado literatura en la Universidad de La Sapienza (Roma), donde sobresalió en el teatro del Ateneo universitario. Trabajó en la radio con la Compañía de Teatro Cómico Musical (donde conoció a su futuro esposo Federico). Antes de “Julieta…”, la Masina ya había trabajado con Fellini en Luci di varietá (colaboración con Lattuada, 1951), después de haber intervenido como actriz en Senza Piettá (1948, de Alberto Lattuada), “Persiana cerrada” (1950, de Luigi Comencini) y Europa 51 (de Roberto Rossellini), y se reincorporará a la filmografía de su marido en 1954 con La strada para encarnar a Gelsomina, un personaje con la inocencia de Charlot, que le valió un Óscar, y “Las noches de Cabiria” (1957), ganadora de otro Óscar).
En el argumento de “Julieta de los espíritus”, el personaje de Julieta duda de la fidelidad y del amor de su marido y acude a reuniones espiritistas buscando un consejo, un síntoma que le permita reconocer que aún siente cariño por su esposo y que puede recuperar a su amado Giorgio. Es una especie de patito feo en medio de un ambiente hermoso y de una sociedad que le es indiferente ( este tema de la indiferencia también dominante en otro de sus títulos, la Dolce vita).
Esta búsqueda da pie a Fellini para escenificar las emociones y fantasmas de Julieta, recreando ambientes fantásticos, oníricos, surrealizantes, de gran belleza por su puesta en escena, su colorido, la variedad de tipos humanos escogidos, su vestuario y el ritmo de planos y escenas.
Piero Gherardi nos muestra una escenografía acorde: estilizada (diríase modernista) y barroca, que recrea el misterio, baña la realidad de poesía y siempre resulta sugerente.
Notas
[1] SALACHAS, G. Fellini. Monte Avila ed., Caracas, 1971.
[2] Ficha técnico-artística del film: Dirección: Federico Fellini. Guión: Federico Fellini y Ennio Flaiano. Fotografía: Otello Martelli, Luciano Trasatti y Carlo Carlini. Escenografía: Mario Chiali. Música: Nino Rota, su compositor habitual hasta 1979. Montaje: Rolando Benedetti. Reparto: Franco Fabrizi (Fausto), Franco Interlenghi (Moraldo), Alberto Sordi (Alberto), Leopoldo Trieste (Leopoldo) y Riccardo Fellini (Riccardo). Literalmente i vitelloni se traduce por los terneros, pero figuradamente significa los zánganos o gandules.
[3] Ficha técnico-artística: Dirección: Federico Fellini. Guión: Federico Fellini y Tullio Pinelli. Fotografía: Gianni di Venanzo, en color. Música: Nino Rota. Escenografía: Piero Gherardi. Montaje: Ruggero Mastroianni. Reparto: Giullieta Masina (Giullieta), Sandra Milo (Sussy), Mario Pisu (Giorgio), Sylvia Koscina, Valentina Cortese, Valeska Pert y José de Vilallonga (amigo).