El Gobierno de Navarra (España), por Acuerdo de 2 de noviembre de 1994, creó el Museo Etnológico de Navarra, señalando su ubicación en el Monasterio de Irache, en Ayegui, a poca distancia de Estella [1]. El 13 de febrero de 1995, según acuerdo del Gobierno Foral se le dio el nombre de «Julio Caro Baroja”, «en reconocimiento a los méritos y la labor de investigación desarrollada en el campo de la etnología por esta personalidad navarra».
En el conjunto monástico adscrito a la Institución Príncipe de Viana, la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra viene realizando adaptaciones que hagan posible, esperemos que en breve plazo, la exposición de las primeras piezas con valor etnográfico, integradas en los fondos de reserva de este ya incipiente Museo.
De la importante noticia de su creación, se han hecho eco los medios de comunicación social, para manifestar un interés generalizado por esta nueva infraestructura alcanzada al fin, tras muchos años de intentonas fallidas. Como no podría ser menos, dado el carácter de sus páginas, la Revista Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra se ocupa ahora de describir los pasos que han llevado a divulgar este feliz suceso.
Los antecedentes del Museo Etnológico de Navarra
El Museo «Etnográfico» de Navarra, como ha venido siendo denominado, ha sido un proyecto varias veces frustrado.
Durante la década de 1950, propone su creación la Real Sociedad de Amigos del País, con intención de situarlo en su local de la calle San Antón, de Pamplona.
En 1966 surge el intento más serio de llevarlo acabo. El proyecto para un Museo Etnográfico del Reino de Navarra, que se da a conocer precisamente en Pamplona dentro del «IV Symposium de Prehistoria Peninsular [2]. Su autor, don Julio Caro Baroja, dará un fuerte impulso en los anos sucesivos a la Etnografía en nuestra tierra, adquiriendo para la Diputación Foral de Navarra, con la colaboración de don José María Satrústegui, los primeros objetos (en su mayoría aperos de labranza), que hoy se guardan en Irache; inspirando la creación de la revista periódica Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, que aparece en 1969; colaborando estrechamente con su hermano Pío en la producción de documentales cinematográficos sobre «El Carnaval de Lanz», «Demonios danzantes» (1964), «El Paloteado de Cortes» (l970) y «Navarra, cuatro estaciones» (1970); o publicando estudios de largo alcance como la Etnografía Histórica de Navarra (1972) y La Casa Navarra (1982), editados por la Caja de Ahorros de Navarra.
Son los años de docencia de don José Miguel de Barandiarán en la Universidad de Navarra (1963-1978), de cuya cátedra saldrá el Grupo Etniker de Navarra, que pondrá en marcha la aplicación de un cuestionario sistemático, con el fin de constatar los cambios producidos en el paso de la vida tradicional a la modernidad en nuestra sociedad.
Durante esta época, se forma un estado de conciencia sobre la necesidad de recuperar los objetos de esa sociedad tradicional, explicar las costumbres y modos de vida amenazados de nuestros antepasados.
La Institución Príncipe de Viana estudia seriamente la posibilidad de crearlo en 1968, al encomendar a su arquitecto, don José María Yárnoz, la elaboración de un proyecto arquitectónico, que lo situaría junto al Museo de Navarra.
Un informe de don Vicente Galbete, director entonces de la Institución Príncipe de Viana, revela que la Diputación Foral de Navarra, en sesión del 5 de septiembre de 1975, acordó crear el Museo Etnológico de Navarra en la Sala de Armas de la Ciudadela, de Pamplona, durante el proceso de restauración compartido con la Caja de Ahorros de Navarra, si esta entidad lo viese oportuno, pero las diferentes soluciones que se barajaron para el lugar (Museo del siglo XIX, Sala de Cultura, incluso Biblioteca Pública), impidieron una toma de postura conjunta.
De esta época datan las primeras adquisiciones, ya mencionadas, dirigidas por don Julio Caro Baroja, a quien sin duda debemos el mayor estímulo en la creación del actual Museo Etnológico. Las piezas del que podríamos llamar «fondo de Vera de Bidasoa», se almacenan por aquel entonces en la Escuela de Peritos Agrícolas de Villava, de donde pasarán al Palacio del Príncipe de Viana, de Sangüesa, el 2 de agosto de 1980, con la supervisión del director de su Casa de Cultura, don Francisco Javier Beúnza Arboniés, a quien se debe el incremento de los fondos al incorporar las piezas de varios talleres artesanales. El número de éstas llegan entonces a 200. En ese momento se habla de crear un Museo Etnológico de la Merindad de Sangüesa. De esta ciudad, los fondos irán a parar, el 30 y 31 de diciembre de 1992, al Monasterio de Irache.
No puede olvidarse el encomiable intento de recuperar objetos etnográficos llevado a cabo por don José Ulibarrena Arellano en su Museo Etnográfico de Berrioplano, después de Arteta (Valdollo), que fue reconocido por la Diputación Foral al firmar el correspondiente acuerdo de colaboración y asistencia museológica, el 17 de marzo de 1986, que facilita desde entonces sus tareas.
El Museo de Navarra, sección administrativa de museos del Gobierno de Navarra, adquiere en esos años algunas piezas singulares. Citaremos como más destacada la carpintería de Azuelo, comprada en 1984 a su propietario Francisco Ariztimuño, perteneciente a una saga familiar de carpinteros. Dicha carpintería, de tracción animal, fue cuidadosamente desarmada por el herrero de Sangüesa, Jesús Juanto, dibujada por técnicos de la Sección de Patrimonio Arquitectónico de la Institución Príncipe de Viana y luego publicada por Antxón Aguirre Sorondo en la revista Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra.
Impulso definitivo desde 1992
En el año 1992, desde la Dirección General de Cultura-Institución Príncipe de Viana, se dirige una atención prioritaria a la Etnología, obteniéndose la cesión en uso del material procedente de la Casa de Cultura de Sangüesa, reunido por don Francisco Javier Beúnza cuando era su director. El acuerdo de colaboración que formaliza la referida cesión se firma el 21 de diciembre de 1993. Las piezas, cuyo número alcanza casi las 1.900, se encontraban recogidas además de en el Palacio del Príncipe de Viana, en el Convento del Carmen de esta ciudad.
A lo largo de 1992, y mediante el comisariado del propio Javier Beúnza, se impulsa una política de adquisiciones de patrimonio etnográfico, a la vez que se promueven y aceptan donaciones, con el fin de aumentar y complementar los ya importantes fondos existentes.
En 1993 se mantiene esta política de incorporación de fondos. Debemos destacar la cesión del material particular del señor Beúnza, que se une, por acuerdo de colaboración de 21 de diciembre, al legado municipal de Sangüesa, ya cedido anteriormente. Abarca un total de 354 piezas.
Al año siguiente se mantiene la misma política, con la recepción de importantes donaciones, entre las que destacaremos una trilladora Rustón Ebro de 1927 procedente del valle de Egués, que tras almacenarse en Irache fue inexplicablemente incendiada en el mes de agosto de 1994.
Naturaleza de los fondos adquiridos
Transcurrido el año 1994 prosiguen las gestiones conducentes a incrementar los fondos del Museo, resultando de ello un conjunto que se acerca a las 5.700 piezas, que podrían distribuirse en tres lotes principales:
- Fondo «Vera de Bidasoa” constituido fundamentalmente por aperos de labranza.
- Fondo “Sangüesa” (1.968 piezas cedidas en uso por el Ayuntamiento). Contiene piezas muy diversas con instrumentos-testigo de la vida espiritual (religiosidad popular, ciclos de la vida humana, ciclos del año, enseñanza o medicina popular) así como de la vida material (casa, recolección, caza, pesca, ganadería, oficios.. .).
- Fondo “Beúnza” heterogéneo, como el anterior, en su conformación. Aparte quedan las adquisiciones que ingresan a partir de 1992, aportadas por don José Javier Castillo Vaquero, de Tudela; la Familia Cantón, de Estella; el Ayuntamiento de Estella; la Fábrica de Curtidos «Ruiz de Alda», también de Estella; la Familia Antona, de Arbeiza; don Ignacio Barber Zulet, de Eslava; don Tomás Bienzobas González, de Corella; don Juan Ramón Segura Navarro, igualmente de Corella; los hermanos Lauroba, de Tafalla; don Eusebio Arellano Calvo; las hermanas Martínez Eslava, de Egués; el Concejo y la Parroquia de Eguaras; la familia Elizari-Armendáriz y la empresa Gráficas «Baja Navarra», de Pamplona.
Entre los fondos acumulados recientemente, destacan los siguientes talleres artesanales:
- De cucharería de Linzoain (Valle de Erro)
- De guarnicionería de San Martín de Unx
- De herrería de Eslava
- De cordelería de Urroz Villa y de Pamplona
- De cuchillería de Estella
- De carpintería de Azuelo
- De carrería de Lumbier
- De herrería de Estella
- De alpargatería de Sangüesa
- De hojalatería de Pamplona
- De esquilado de Corella
- De tonelería de Tafalla
- Conjunto de hierros procedente de la «Colección Agudo» de Corella
Esta importantísima colección, está formada por elementos diversos procedentes de Navarra, La Rioja, Aragón y Castilla-León, algunos de los cuales tienen incluso un sobresaliente valor artístico, además de etnográfico.
A estos objetos incluidos en los talleres hay que sumar aperos, útiles y herramientas relacionadas con diversas tareas agrícolas y artesanales, varios carros (entre ellos una galera), un telar, así como maquetas diferentes de maquinaria agrícola.
Como puede suponerse, para ordenar todo este material, conocer su uso y protegerlo adecuadamente, en 1993 se puso en marcha el Inventario Etnográfico de Navarra, coordinado desde la Sección de Museos del Gobierno Foral, que está permitiendo orientar con sentido las futuras adquisiciones. Cada pieza es inventariada, catalogada, fotografiada y estudiada mediante la cumplimentación de una ficha específica, que permitirá elaborar una base de datos automatizada.
La tarea pendiente
Entre los trabajos a desarrollar en el futuro, el más urgente es la preparación de un Plan Museológico que indique como ha de evolucionar este Museo y que espacios ha de ocupar, con la distribución racional de los mismos de acuerdo a una selección expositiva de los materiales. Para ello, a lo largo de 1994, se ha procedido a reparar todas las cubiertas del Monasterio de Irache, en su parte moderna (puesto que la monumental mantiene su carácter independiente, con apertura al culto incluso) y un gasto de 66 millones de pesetas Anteriormente se habilitaron almacenes provisionales y se convirtieron en diáfanas las plantas superiores del edificio, cara a su posterior transformación en salas de exposición.
Es de suponer que las magníficas condiciones del emplazamiento y la capacidad del inmueble, así como su propio valor artístico a la vera del Camino de Santiago, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, constituyan un foco de atracción importante, incluso para el desarrollo de la zona donde se halla enclavado.
Cumplida esta «asignatura pendiente» del Gobierno de Navarra, que hace justicia a los esfuerzos de tantas personas y voluntades, confiamos que, en el futuro, el Museo Etnológico sirva para incrementar la investigación de nuestro pasado preindustrial y así evitar perder el conocimiento de la cultura tradicional de nuestros mayores, que es nuestra referencia más cercana.
Fotografía de la portada: Vista aérea del Monasterio de Irache, escogido por el Gobierno de Navarra como sede del Museo Etnológico de Navarra «Julio Caro Baroja»
Notas
[1] Acuerdo publicado en el Boletín Oficial de Navarra, núm. 137, del lunes 14 de noviembre de 1994 , p. 5275.
[2] CARO BAROJA, Julio. «Proyecto para un Museo Etnográfico del Reino de Navarra», en Problemas de la Prehistoria y Etnología Vascas, IV Symposium de Prehistoria Peninsular, Institución Príncipe de Viana, Pamplona 1966, pp. 313-3 19.