Arte en Navarra. XVIII. El retablo barroco

Guion para su desarrollo: Estado de la cuestión. Introducción. Pervivencia del romanismo e influjo de Gregorio Fernández. El retablo pre-churrigueresco. El retablo churrigueresco. El retablo rococó

Estado de la cuestión

La retablística en Navarra es rica, tal como han venido mostrando una serie de trabajos publicados antes del Catálogo Monumental de Navarra y por el propio Catálogo. Esta riqueza es mayor en el foco de Tudela y menos en los de Estella y Olite.

En este campo los contados entre Estella y los talleres riojanos han sido puestos de relieve por RAMÍREZ MARTÍNEZ con artistas que trabajaron en ambas zonas –como Elcaratea- sobresaliendo Juan Bazcardo, que documenta como navarro (“Los talleres barrocos de escultura en los límites de las provincias de Álava, Navarra y La Rioja”, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1981). Esta relación se sitúa en el XVII, en un estilo influido por Gregorio Fernández, que se extiende también a Álava y Guipúzcoa y se ha de prolongar en el siglo siguiente, con Diego de Camporredondo.

Esta influencia de Gregorio  Fernández fue estudiada por M.C. GARCÍA GAÍNZA (“La influencia de Gregorio Fernández en la escultura navarra y vascongada” (BSAA, Valladolid, 1972)

La relación del foco de Tudela con Aragón parece clara y fructífera, como ha demostrado R. FERNÁNDEZ GRACIA a través de la figura escultórica de José Ramírez (III Coloquio de Arte Aragonés, Huesca, 1983), y pondrá de manifiesto más aún su futura tesis doctoral.

El tema al que alude el enunciado ha sido muy bien sistematizado en 1975 por M. C. GARCÍA GAÍNZA, quien distingue una primera etapa de pervivencia del Romanismo y de Gregorio Fernández (hasta mediado el XVII), otra pre-churrigueresca (en la segunda mitad), otra más ya churrigueresca (con el cambio de siglo) y finalmente la época del retablo rococó (avanzado el siglo XVIII). Ya aludimos en el tema anterior a cómo esta autora reivindicaba para Navarra un arte barroco desconocido hasta entonces por los especialistas (“Notas para el estudio de la escultura barroca navarra”, Letras de Deusto, 1975).

Introducción

La escultura navarra del Barroco no presenta la cohesión estilística de la escuela romanista navarra, ni tuvo un valor semejante. Tampoco tuvo rasgos tan peculiares y regionales, sino que se limitó a seguir el desenvolvimiento de la escultura barroca nacional.

Concepción GARCÍA GAÍNZA avanzaba en su trabajo citado varias apreciaciones sobre la escultura navarra de este momento, que las últimas investigaciones han conseguido contradecir:

  1. Gran parte de los maestros escultores que trabajan en Navarra son de origen diverso y no navarro (riojanos, aragoneses y guipuzcoanos); pocos son los autóctonos.
  2. Pamplona no parece tener un taller con entidad, en cambio sí los tienen Tudela y Viana, incluso Cabredo, centros estos últimos muy influyentes sobre La Rioja Alavesa, y hasta sobre Guipúzcoa. También Corella es un centro muy activo, como igualmente Estella.
  3. En el estudio de la retablística se observa una evolución análoga a la del resto de las escuelas barrocas nacionales, con las siguientes fases: pervivencia del romanismo; retablo pre-churrigueresco; retablo churrigueresco; rococó.

Con carácter general, esta evolución quedaría marcada de la siguiente forma:

  • Primeras décadas del XVII: fuerte influencia romanista.
  • 1630 en adelante: penetración de la influencia de Gregorio Fernández y la escultura vallisoletana a través de obras importadas por los conventos.
  • Mediados del siglo: recuperación del ornato barroco (cartelas cactiformes, festones o guirnaldas onduladas de frutos, columna salomónica, que se emplea en Tudela en torno a 1660)
  • Fin del XVII / comienzos del XVIII: se incorporan motivos vegetales menudos y nerviosos que ocultan las propias estructuras, lo que conduce al retablo churrigueresco.
  • Con el rococó: se produce un receso decorativo, pero las plantas se presentan más movidas (“borrominescas”)

En cualquier caso, no es en las imágenes donde destacarán los maestros navarros, sino más bien en los conjuntos arquitectónicos-decorativos de los retablos que salieron de sus talleres.

Pervivencia del Romanismo e influjo de Gregorio Fernández

Dura hasta casi mediados del siglo XVII.

Vamos a considerar las características de este periodo.

Todavía permanecen activos los talleres romanistas que mantienen aún las ordenadas trazas de los retablos: su equilibrada distribución de escenas en relieve y en bultos; la compartimentación del retablo en múltiples espacios individuales, sin la unidad espacial que ha de caracterizar al Barroco.

El único cambio a resaltar es el recargamiento de lo ornamental y la multiplicación de las molduras decorativas. También la preferencia de la columna serpenteante a la de estría vertical, que produce un efecto más rico, barroquizante.

La escultura continúa siendo romanista, en composición como en tipos iconográficos, si bien comenzará a sentirse la influencia de Gregorio Fernández (1630, 1640…) Fernández había trabajado en el País Vasco, los escultores navarros Pedro Jiménez y Miguel de Elizalde fueron oficiales suyos y éste último su yerno.

Los artistas locales tomarán de la escultura de Gregorio Fernández los rostros afinados, con la típica disposición del cabello en tres mechones; las actitudes e indumentaria, más naturalistas que en el romanismo; el plegado rígido quebrado en ángulo característico, que se imitará hasta el amaneramiento.

En general, se observa una sustitución paulatina de la idealización romanista por el realismo barroco.

Los retablos donde la influencia de Fernández es más palpable son los de Sesma, Ciriza, Berriozar, Arellano, Arruazu y especialmente el de Lacunza.

Retablo mayor de Los Arcos y detalle del Nacimiento de Cristo (Víctor Pastor Abaigar en Príncipe de Viana, “Retablos barrocos de la Parroquia de Santa María de Los Arcos”, 187, 1989)

Retablo mayor de Los Arcos y detalle del Nacimiento de Cristo (V. Pastor Abaigar, Príncipe de Viana, 187, 1989)

 

Con todo, los más sobresalientes son los mayores de Los Arcos y Viana, de traza aún romanista pero enmarcada por una ornamentación delirante que no deja espacio vacío:

  • Retablo mayor de Los Arcos: obra de Martín de Aranalde y José Pérez de Viñaspre. Sus características le sitúan muy bien en el momento: banco con las clásicas escenas de la Pasión (influencia aún romanista); oscilación decorativa entre elementos renacentistas y barrocos; escultura bajo el influjo de Fernández (naturalismo en las escenas y paños rígidamente quebrados) En los relieves hay pasajes de la infancia de Cristo con la Virgen, destacando por su calidad la Adoración de los Pastores. Se inspira en un dibujo renacentista. Aparece ya la columna salomónica. Preside el ático la Asunción de María rodeada de ángeles, dos de los cuales la coronan bajo la mirada del Padre.
  • Retablo mayor de Santa María de Viana: posterior en quince años al anterior, es por ello más barroco (decoración abultada y carnosa; placas cactiformes, peanas con los Apóstoles; cogollos y hojas de alto relieve; mayor plasticidad; frontón curvo coronando) Obra escultórica de Bernardo de Azcárreta o Elcaraeta, escultor riojano con el que colaboran en éste los vianeses Diego y Pedro Jiménez (oficial de Fernández). GARCÍA GAÍNZA llama a Azcárreta “intérprete fino y recreador de los modelos de Fernández” y la considera obra maestra. Se dedica a la Asunción y, por lo tanto, a la exaltación mariana. Muy hermosas son las escenas de la Anunciación y de la Visitación, con detalles realistas y espontáneos, llenos de gracia. En ocasiones las figuras se salen del marco, con libertad barroca. La Asunción es un magnífico conjunto escultórico, ligero y gracioso, pues la Virgen aparece en pie sobre el mundo, sostenido éste por tres angelitos; María lleva túnica floreada y en elegante postura alza su rostro pero enmarcado en detallados cabellos hacia el cielo; la manos sobre el pecho es delicada y fina; el manto fuertemente movido y quebrado ondea a su alrededor sujeto por angelillos juguetones de rostros risueños con mechones de cabello sobre la frente. La coronación del piso superior se la representa en los cielos. Destacan el clásico rostro y delicadas manos de la Virgen. Son miguelangelescos el Padre y el Hijo (detalle de las barbas). El Apostolado aparece repartido por el retablo en peanas, con volados ropajes.
    Retablo mayor de Viana (Portal Digital de la Cultura Navarra) y detalle de la Asunción (viana-digital-archive.blogspot.com)

    Retablo mayor de Viana (Portal Digital de la Cultura Navarra) y detalle de la Asunción (viana-digital-archive.blogspot.com)

    En este momento de transición al Barroco se da en la región OE de Navarra, en torno a Cabredo (con la figura del caparrosano Juan Bazcardo) y Viana (con Diego Jiménez II), un foco de irradiación escultórica hacia La Rioja Alavesa, incluso parte de Guipúzcoa.

Retablo pre-churrigueresco

Ocupa la segunda mitad del XVII.

En este momento los conventos recién fundados importan de Castilla (Valladolid) esculturas para ornar sus iglesias. Así ocurre con los conventos de carmelitas Descalzos de Pamplona y Corella o Trinitarios de Pamplona. Estas imágenes siguen el estilo de Gregorio Fernández o bien son copias de las suyas.

También los conventos introducirán un tipo de retablo que MARTÍN GONZÁLEZ llama “pre-churrigueresco”, de origen madrileño, que se difundió por la Península gracias a Pedro de la Torre y Alonso Cano.

Son ejemplos:

  • El Retablo mayor de Carmelitas Descalzos, de Pamplona: que responde a este tipo con alto banco, un cuerpo con un orden de columnas estriadas y un remate semicircular sostenido por estípites. Elemento primordial decorativo es la cartela cactiforme.
  • El retablo colateral de las Agustinas Recoletas, de Pamplona: incorporando columnas salomónicas y cuadro en el ático, más cartela cactiforme.
  • Los retablos de la Iglesia de Ntra. Señora del Rosario, en Corella: el mayor presenta orden salomónico gigante, obra del escultor tudelano Sebastián de Sola y Calahorra.
  • El retablo de las Clarisas de Estella: combina columna salomónica con estípites, ático semicircular y tarjeta cactiforme, follaje abundante y figuras enteramente de bulto entero (faltan los relieves habituales hasta ahora). Las imágenes son encalmadas pero sus ropajes se agitan y quiebran.
Retablo mayor de las Clarisas de Estella

Retablo mayor de las Clarisas de Estella

Santa Catalina y San Juan. Retablo mayor de las Agustinas Recoletas de Pamplona

Santa Catalina y San Juan. Retablo mayor de las Agustinas Recoletas de Pamplona

Este tipo de retablo se registra en otras localidades navarras: Puente la Reina, Leiza, Ciordia, Tudela, Larraga, etc.

Retablo churrigueresco

En los comienzos del XVIII cambia la moda del retablo en el sentido de cuajarse de una decoración a base de follaje nervioso, cada vez más dinámico y menos abultado, que se entrelaza con niños y caras; prolifera el enmarque ovalado y trilobulado de gran recargamiento decorativo; el estípite convive con la columna salomónica y con otra más de fuste oculto por la decoración; hay una revitalización de la escultura regional: Tudela se convierte en un foco destacado, con escultores a tener en cuenta como Juan de Peralta, Francisco de Gurrea, Sebastián de Sola y Calahorra, Francisco San Juan y los hermanos Del Río.

Ejemplos:

  • Retablo del convento de las Agustinas Recoletas de Pamplona: colaboración perfecta entre Francisco de Gurrea (tracista y escultor), Juan de Peralta (autor de la Inmaculada que preside y quizás también colaborador de Gurrea en el conjunto escultórico) y Francisco de Aguirre (estofador y dorador). Los aspectos que conviene resaltar son: el banco de perfil mixtilíneo muy movido y completamente ornamentado con follaje; el enmarque del nicho de la Inmaculada Concepción totalmente cuajado de follaje y dinámicos niños; ático semicircular completamente cuajado de decoración, con el calvario; los santos del cuerpo del retablo están encalmados, muy bien trabajados y con gran realismo (venas en las manos); la Inmaculada Concepción en el interior de un óvalo de follaje dinámico y angelotes, con manto volado que cruza su pecho y rostro sereno; acertada policromía en carnaciones y dorados que resaltan sobre el fondo rojo salmón del fuste, produciendo un vivo contraste. Los retablos laterales fueron trazados igualmente por Gurrea y esculpidas sus imágenes por Peralta.
  • Capilla del Espíritu Santo (Catedral de Tudela): colaboración de Gurrea con su sobrino Sebastián de Sola, autores del retablo.
  • Capilla de Santa Ana (Catedral de Tudela): dejando aparte el Apostolado, el programa iconográfico se dirige a exaltar a Santa Ana, la Virgen María, que aparece rodeada de ángeles en una típica gloria barroca. Sigue el plan de los sagrarios dieciochescos. El retablo es de José Ortiz.
  • Otros retablos barrocos en Tudela son el mayor de San Jorge (Iglesia de los Jesuitas), de José y Antonio del Río; los retablos de las Dominicas, y los de las Clarisas (desaparecidos)
Interior de la Capilla de Santa Ana en la Catedral de Tudela

Interior de la Capilla de Santa Ana en la Catedral de Tudela

Retablo mayor de Cárcar

Retablo mayor de Cárcar

El influjo de Tudela se extenderá por Navarra:

  • Cárcar: en el Retablo de San Miguel, que para GARCÍA GAÍNZA es “lo más selecto del churrigueresco en Navarra”, con cuerpo único de columnas (tres a cada lado), arquitrabe de perfil muy movido y mascarón con el Calvario y ángeles a modo de gloria barroca; en el centro del retablo va el titular triunfante sobre el demonio, con las dos alas desplegadas, muy dinámico; decoración profusa y menuda de efecto riquísimo.
  • Corella: Retablo de san José en la parroquia de San Miguel.
  • Azagra: Retablo mayor de la Parroquia, que recuerda al de Cárcar.

El retablo rococó

Conforme avanza el siglo XVIII (1720 -1760 o incluso hasta 1770) se va imponiendo un nuevo tipo de retablo llamado “rococó”, caracterizado por movidas plantas de influencia borrominesca con armadura ochavada, cascarones en el ático, entablamento entrante-saliente y sección ondulada, con el uso de rocalla como elemento decorativo fundamental. Blanduras.

Ejemplos:

  • Retablo mayor de Lesaca: monumental en su arquitectura y proporciones, con esculturas de San Martín y la Inmaculada del escultor castellano Luis Salvador Carmona. En el cascarón de la parte superior va una gloria con evocaciones berninescas (Cátedra de san Pedro, en el Vaticano) y del Transparente de Toledo, presenta a la Santísima trinidad. Las esculturas de Carmona reflejan las características del momento en su realismo castellano, gracia rococó y corrección neoclásica.
  • Retablo mayor de Lodosa y de Lerín, con empleo generalizado de rocallas.
  • Retablo mayor de San Miguel de Corella: con una magnífica imagen del santo, obra de Juan Antonio Gutiérrez; el resto es obra de Diego de Camporredondo, autor también del de Lerín y de los colaterales de esta de Corella.
  • Retablo mayor y colaterales del Monasterio benedictino de la Encarnación (Corella).
  • Retablo mayor de Luquin.
  • Retablo mayor de Bacaicoa.
Retablo mayor de la parroquia de San Miguel, Corella

Retablo mayor de la parroquia de San Miguel, Corella

Retablo mayor del Convento Sancti Spiritus de Puente la Reina

Retablo mayor del Convento Sancti Spiritus de Puente la Reina

En esta época, el aragonés José Ramírez realizará obras dignas de consideración:

  • Retablo mayor de Peralta: del que esculpirá la calle central, siendo los laterales de Diego de Camporredondo; dedicado a narrar el martirio de san Juan Evangelista.
  • Proyecto del retablo de la Virgen del Camino (San Cernin de Pamplona).
  • Proyecto para cinco retablos para el Convento de Carmelitas Descalzas de Lesaca.
  • Seis imágenes para el Convento del Sancti Spiritus, de Puente la Reina. En ellas demuestra sus cualidades de experto imaginero, algo casi desconocido entre los navarros del momento, mejores tracistas. Destacan su San Jerónimo (de cuerpo arqueado y manto voladizo bien agitado) y el San Ambrosio (de telas bien plegadas).

Nota del redactor: Las imágenes de los retablos de las iglesias de parroquiales de Corella, de Cárcar y de San Saturnino de Pamplona, así como de los conventos de las Clarisas de Estella y Agustinas Recoletas de Pamplona han sido tomadas del libro de Ricardo Fernández Gracia, El retablo barroco en Navarra, publicado en Pamplona por el Gobierno de Navarra, 2002. Son fotos de Larrión/Pimoulier) Las imágenes de la Capilla de Santa Ana de la Catedral de Tudela y del Convento de Comendadoras de Puente la Reina Sancti Spiritus acompañan artículos del mismo autor aparecidos en Diario de Navarra en fechas  27/07/220 y 23/05/2022

Imagen de la portada: Santa Teresa en el momento de la reverberación. Imagen napolitana en el Retablo de la Capilla de la Virgen del Camino en la Iglesia de San Saturnino, Pamplona