El cine y los medios audiovisuales actuales

Naturaleza del cine frente a otros medios

No parece fácil de definir la consistencia del cine frente a otros medios audiovisuales. Juan Antonio Ramírez [1] explica que su naturaleza consiste en ser “un tipo peculiar de relato icónico – literario – sonoro”, con las siguientes notas diferenciales:

  • Supone la proyección sobre una pantalla plana de una sucesión múltiple de imágenes impresas en una película transparente.
  • La velocidad de esa proyección es superior al umbral mínimo de la persistencia retiniana (varias imágenes semejantes son percibidas como una proyección fija; una descomposición del movimiento permite su reconstrucción imperceptible en la pantalla).
  • El cine permite la posibilidad de una visualización socializada de cada proyección: la sala de exhibición es una “gruta sagrada” a la que se va a soñar, en el silencio y la incomunicación (a diferencia de la televisión según MacLuhan [2]). Implica también una multiplicación de cada película mediante procedimientos de copia fotosensible. Es, pues, un medio de masas, que requiere una compleja infraestructura industrial y comercial-publicitaria.
  • Dispone de un lenguaje complejo, flexible y fácil de descifrar, con el que se articula la exposición de todo tipo de ideas, acciones y sucesos (reales o imaginarios).

La filmación

El material básico de toda película se obtiene con la filmación, que es la operación mediante la cual un fragmento espacio-temporal del mundo físico (convenientemente iluminado), queda registrado en un número variable de fotogramas, aptos para el revelado y su ulterior proyección en la pantalla [3].

La filmación, como en el caso de la fotografía, tiene su base en el sistema técnico y estético de la cámara fotográfica:

  • En el negativo/positivado, que traduce las impresiones lumínicas de un espacio y unos objetos situados ante la cámara.
  • En el empleo de la luz (y la sombra) como condicionante de la representación.
  • En la mediación tecnológica entre el dato físico y su representación.
  • En el carácter monofocal (que en la fotografía es estático, por ello da el máximo valor a la instantánea, y en el cine, dinámico, ya que la cámara puede moverse en el transcurso de la filmación). Ambos procedimientos reducen lo visible a un solo foco que es el objetivo del tomavistas.
  • El cine puede conseguir los mismos “efectos” de la fotografía: en el negativo: distintos ángulos de visión y objetivos, corridos, modificación tonal (uso de filtros); en el tratamiento del negativo (retocados o manipulaciones químicas); y en el positivado (además de los recurso citados, corrección de defectos, solarización, etc.)

La diferencia del cine respecto de la fotografía radica en la subversión que la cuarta dimensión (el tiempo) introduce en la representación monofocal del espacio.

Y esta “subversión” la lleva a cabo el cine mediante el recurso de la elipsis: recorte o compresión del tiempo en el relato, a semejanza de la literatura y el cómic.

En una película se han seleccionado unos tiempos determinados, que se ofrecen al espectador y se han despreciado otros, que el espectador reconstruye en su imaginación, dándolos por supuestos.

Los elementos que condicionan esa selección son:

  • La escenografía: se filma en el escenario que conviene a la historia de la película. En el expresionismo alemán se hace en el estudio recurriendo a la iluminación artificial. El cine – ojo, el neorrealismo, el cine – verdad, el documentalismo utilizan escenarios reales, con luz natural.
  • El maquillaje y el vestuario, que han sido tomados del teatro, aunque el cine los realza mediante la “fotogenia”.
  • Los encuadres de la cámara, sus angulaciones, movimientos y planos. Exceptuando el movimiento, la pintura, la fotografía, el cartel, el cómic y la fotonovela, ofrecen también la posibilidad de seleccionar el espacio mediante el encuadre y el plano.
  • La búsqueda de la adecuada profundidad de campo: en la filmación cinematográfica y sin alterar el plano, se puede variar la atención del espectador, pasando el enfoque desde el fondo a primer plano (a diferencia de la fotografía.
  • El movimiento de los actores y de los objetos dentro del campo.

La filmación suministra fragmentos de películas impresionados, que una vez revelados y positivados, constituyen la materia bruta para el montaje, según una idea rectora que es el guión.

El montaje

El montaje es la operación mediante la cual se empalman esos fragmentos con el fin de lograr la recreación espacio-temporal deseada por el realizador. Esta operación da un sentido nuevo a las imágenes, que por separado no tenían, y que deriva de su relación.

Ya nos hemos referido a la utilización que otros medios visuales hacen del encuadre y sobre todo de la planificación.

Ejemplo de viñeta – plano en un cómic de «Mortadelo y Filemón» (Francisco Ibáñez)

Ejemplo de viñeta – secuencia en el cómic «Las aventuras de Tintín» (de Hergé)

Acciones simultáneas y uso de la elipsis en el montaje de viñetas de «Las aventuras de Tintín» (de Hergé)

Ahora vamos a tratar en particular del cómic y de la fotonovela (usando los ejemplos de los historietistas Francisco Ibáñez y Hergé), para comprobar cómo ambos emplean -como unión de los tiempos muertos del relato- textos diegéticos que permiten salvar las elipsis entre viñeta y viñeta. En el cine mudo se aprecia algo similar: se introducen textos entre fotogramas para explicar (por ausencia del sonido) los saltos atrás o las acciones simultáneas.

Ahora bien, la llegada del sonido al cine y la televisión trajo una absoluta novedad, que enseguida les distanció de estos medios, que continuaron sugiriendo el ruido aumentando la expresividad de las imágenes, la forma-tamaño de las letras (para sugerir el volumen sonoro) o por onomatopeyas. La música, en cambio, se representa con algunas corcheas, con o sin pentagramas, de forma bastante imperfecta.

Por su parte, cómic y fotonovela son capaces de estructurar (como el cine y la televisión), unidades de relato espacio – temporales, como la viñeta- plano o la viñeta – secuencia.

La televisión

La televisión supone pocas novedades lingüísticas con respecto al cine [4].

De hecho, algunos la han considerado como “un nuevo procedimiento” para la exhibición cinematográfica, lo que es cierto en la mayor parte de los programas diferidos (telefilms, telenovela, variedades, etc.).

Su innovación fundamental radica en la retransmisión en directo, donde se eliminan las elipsis y asistimos a la “realidad de lo que sucede”, junto a millones de telespectadores.

DE su extraordinaria audiencia y difusión (hoy vía satélite) se infiere el poder convertirse en un instrumento poderoso para el control de las masas jamás soñado en la historia humana: la TV puede “filtrar” cualquier acontecimiento mostrando de él sólo lo que convenga.

Yveline Baticle [5] ha señalado las características de este medio frente al cine:

  1. A nivel de creación:
  • Es intimista: abundan los primeros planos, los planos son más largos, son menores las posibilidades de salto-atrás y ofrece más posibilidades de trucaje fotográfico.
  • El tiempo coincide con la duración real de los hechos (el cine elide los tiempos sin significación especial).
  • Los diálogos son espontáneos y hasta presentan errores gramaticales y de pronunciación (en el cine los diálogos son muy pulidos y redundantes ante la imagen que habla por si misma).
  • La interpretación de los actores es más viva que en el cine, porque importa mucho la palabra (en el cine es discreta, estática, la imagen prima sobre la palabra) ;
  • La imagen es electrónica, no fílmica con una definición inferior a la imagen fílmica (para proyectar una película la televisión se sirve de un aparato que se llama telecine).
  1. A nivel de motivación:
  • La televisión se dirige al espectador en su intimidad diaria, en su casa, y le hace «vivir» los acontecimientos (los primeros pasos del hombre en la Luna se vieron en directo) ; de ahí la importancia que la publicidad tiene la televisión (en el cine, en cambio, el espectador se prepara para ir a la sala de proyección, se arregla, sale a la calle, se cita con unos amigos, está en condiciones de ser más activo ante la proyección).
  • La imagen de la televisión transmite mensajes subliminares y crea adicción: ofrece 25 imágenes por segundo, que han condensado 625 líneas y 840.000 puntos (frente a 20 millones en el cine), de los que en un segundo el espectador solo puede seleccionar unos centenares [6]. La falta de televisión produce nerviosismo y agresividad en los televidentes adictos. Por el contrario, el consumo de imágenes actúa como lenitivo psíquico.
  1. A nivel técnico:
  • Las tomas de vistas son parecidas en ambos medios: las cámaras de televisión (hoy de vídeo) son empleadas en el cine para ensayar encuadres y trucajes, además de para comprobar en todo momento la marcha del rodaje.
  • La televisión se sirve de un aparato llamado “magnetoscopio” que permite leer imágenes registradas/almacenadas sobre banda magnética («vídeo tape»), y emitirlas sobre un monitor como imagen única (a pesar de haber sido tomadas por varias cámaras); y borrarlas o trucarlas (mientras que en el cine la película impresionada no tiene semejante polivalencia).

¿Pero cómo ha repercutido la televisión en el cine?.

A nivel de producción de filmes, la colaboración se impuso entre ambos medios. Gran número de películas de hoy se filman pensando en su eventual exhibición por televisión (el 80% en Estados Unidos) o mediante cámaras mixtas de tal manera que se impresiona película cinematográfica y se registra imagen electrónica por medio de vídeo para televisión. Esto trae como consecuencia un “lenguaje” fílmico más televisivo, menos espectacular (ni movimientos de masas, ni horizontes., etc.) y más intimista (primeros planos, ritmo lento). Incluso hay directores que se han pasado al campo de la televisión (Rosellini, Bergman…), en parte también por crisis de trabajo.

El cine lucha contra la crisis desencadenada por la televisión a partir de 1950, mediante:

  • Grandes espectáculos (western, fantástico, ficción…) al estilo que va imponiéndose “de Steven Spielberg”.
  • Especialización temática y política d autores “con mensaje” (Godard): político (Costa Gavras), estético (Resnais, Pasolini, Visconti, Bresson), alternativo underground (anti-cine que se rebela contra la censura), etc.
  • Intensificando el ritmo de las películas (West Side Story, Robert Wise).
  • Con técnicas inaplicables en televisión tendentes a aumentar el relieve, ampliar el campo visual y mejorar el sonido (cinerama, cinemascope, vistavisión, toddao): ofrecen efectos especiales, favorecen la integración del espectador en la acción, dan mayor impresión de realidad.
  • Ensayos de cine olfativo.
  • Nuevas vías de exhibición: vídeo – cine, la misma televisión.
  • Lanzando nuevos actores, multiplicando los festivales, ofreciendo una distribución – exhibición del producto más diversificada (drive – in, multicine).

El vídeo y la imagen sintética

La grabación videográfica nació como un sistema ágil de registro y almacenamiento audiovisual, que era vital para que la televisión estadounidense se emancipara de la tiranía del directo [7].

Surge el primer magnetoscopio comercializado por la Ampex en 1953, el año en que aparece el Cinemascope para competir con la televisión.

Sus ventajas técnicas fueron la condición borrable y regrabable de sus mensajes, y su inmediata reproductibilidad sin necesidad de procesos en el laboratorio.

En el fenómeno del vídeo se hallan dos medios tan distintos como el televisor y el principio de grabación magnética del sonido (magnetófono).

El paso del cine al vídeo ha supuesto, sobre todo, una revolución técnica e industrial, con la sustitución del soporte fotoquímico de sales de plata (que contiene una imagen visible tras su revelado) al soporte metálico de óxido de hierro (que codifica la imagen por medios magnéticos y requiere de un lector llamado magnetoscopio para hacerla visible sobre una pantalla fosforescente).

Mayoritariamente la producción de vídeo ha venido a sustituir a la de Súper 8, sobre todo en la forma de vídeo de celebración familiar, de vídeo comercial y de pornovídeo.

A partir de 1963 lo utilizaron los artistas marginales como vídeo-arte, en el contexto de las tendencias de vanguardia y contraculturales (en los artes conceptual, ecológico, del comportamiento, underground, etc.).

Los videastas, en este sentido, han roto deliberadamente con la tradición del cine basada en la impresión de la realidad, los géneros del cine narrativo – representativo y los imperativos del star-system.

Adoptan una visión personalizada (vídeo viene del latín ego video, yo veo).

Avanzada la década de los 70 la imagen videográfica comienza a coexistir con otra llamada infográfica o sintética, obtenida en ordenador mediante códigos programables, que puede ser visionada sobre la pantalla de un televisor, ampliada de formato o en forma impresa.

La imagen infográfica alcanza una fluidez y versatilidad nunca logradas. Hereda de la pintura su capacidad para inventar formas, y de la fotografía su precisión detallista.

Entonces podemos preguntarnos, ¿qué es obra de arte, el programa o el producto resultante?:

  • El programa informático es la obra artística en potencia.
  • Su imagen (en pantalla o impresa) es la obra de arte en presencia, apta para su fruición.
  • Pero en tanto no se haga visible permanece latente en el ordenador (como las imágenes de la emulsión fotográfica no revelada).

La imagen sintética es una nueva forma de dibujo sin lápiz o de pintura sin paleta ni pinceles, que de momento se ha aplicado a la imagen animada o al trucaje – efectos especiales (“Supermán III”, de Richard Lester; “Star Trek, la conquista del espacio”, de Robert Wise; “El retorno del Jedi”, de Richard Marquand…). Aunque tiene capacidad para reconstruir figuras humanas sin la presencia del actor, mediante la codificación de sus rasgos físicos (lo que se presta a una eventual manipulación, como ha sucedido con la representación de la actriz Marilyn Monroe).

Papel del cine en la cultura actual

Es evidente que el cine ha sido el fenómeno artístico más importante de nuestra época, creador de una nueva cultura visual que ha configurado una nueva era: la de la imagen.

Es un medio que ha universalizado la cultura, haciéndola llegar a todos los rincones del mundo y de una forma inteligible para todas las naciones. La imagen es una lengua universal que no necesita traductores.

Sin embargo, este medio vive hoy una coyuntura muy peligrosa, que está imponiéndole adaptaciones decisivas para su futuro. Por un lado sufría ya el acoso de la televisión, que le ha restado millones de espectadores. Hoy, a la televisión internacional se suman otras amenazas, derivadas o emanadas de la misma televisión:

  • La transmisión de televisión vía satélite, que pone a disposición del público una oferta más variada y atractiva de programas.
  • La recepción de emisiones de televisión por cable, que son más cuidadas y respetuosas en la inclusión de mensajes publicitarios (al menos en estados Unidos).
  • Y el vídeo.

Estas amenazas son tan reales como el aumento espectacular de venta de televisores en el mundo. Se habla ya de “satélitemanía” y de “cablemanía”.

Pero la clave del cambio producido en los espectadores se halla en el vídeo. Crece en la gente el deseo de independizarse de los horarios de la emisión de la televisión, y de liberarse de una publicidad insistente y agresiva.

Ante esta situación el vídeo ofrece una distracción más “creativa” y “familiar”, sea mediante grabaciones ex profeso o vídeojuegos.

La revolución del vídeo es imparable:

  • La televisión está más capacitada que el cine para resistir mejor esta presión del vídeo: permanecerá disponible en el comedor de la casa, sólo bastará apretar un botón para verla; le quedan por explorar muchos recursos aún: la captación de nuevas emisiones por satélite o cable, ofreciendo al espectador la posibilidad de responder mediante un pulsador para intervenir en concursos o adquirir productos anunciados, entre otras cosas.
  • El cine ya quemó sus últimos cartuchos en la lucha contra la televisión( color, pantalla gigante, sonido estereofónico), y parece haber llegado al límite de sus posibilidades técnicas: no puede infiltrarse en los domicilios: necesita movilizar a los espectadores, sacarlos de casa, ponerles a hacer cola y cobrarles la entrada; está llamado a ser el primero en cambiar y aprovechar las posibilidades tecnológicas que el vídeo le ofrece. Directores como Ford Coppola o Lukas ya han proclamado la muerte del cine tradicional y se sirven cada vez más de cintas magnéticas (el cine electrónico), que ofrece posibilidades inéditas, como el visionado inmediato de lo grabado, trucajes electrónicos y abaratamiento de costos (un ejemplo, “Corazonada”, 1983, de Francis Ford Coppola), y tiene abierto un desarrollo tecnológico apenas comenzado: vídeo de alta definición, distribución mundial de films vía satélite, exhibición con vídeoproyectores en grandes pantallas, transmisión simultánea de señal mediante fibra óptica y equipos más pequeños y ligeros; las cámaras de operar en cine de 16 mm y súper 8 quedarán definitivamente arrumbadas, frente a la vídeocámara-magnetoscopio portátil, y el ordenador (aunque de momento sea caro).

El cine y la televisión han acusado el impacto del vídeo y así son cada vez más numerosos los programas televisivos producidos sobre cinta magnética; mientras que las productoras de cine ofrecen al público ediciones en vídeo-casete de clásicos del cine, junto a las últimas novedades mundiales.

Se estima que para 1990, el 25% de los ingresos de la industria cinematográfica provendrá del alquiler y venta de películas en cinta magnética (sin contar el comercio de vídeos piratas, que en algunos países alcanza a casi la mitad de los alquilados-vendidos).

Por muy comprometida que sea la coyuntura para el cine, este medio no podrá desaparecer, pues ha demostrado ya:

  • Que es un medio útil para crear obras de arte originales.
  • Que toda película es un documento audiovisual, testimonio de nuestra civilización y fuente de conocimiento de la Historia para las generaciones futuras.
  • Y que es un medio de expresión semejante a la escritura, la palabra o la imagen, y por tanto perfectamente válido, que tendrá siempre sus creadores y su público.

Lo más que sucederá -y es algo que ya hoy se palpa- es que deberá aceptar (como siempre ha hecho), las nuevas posibilidades que le ofrece la moderna tecnología.

Notas

[1] RAMÍREZ, J. A. Medios de masas e historia del arte. Madrid, Cátedra, 1988, cap. 3.4, p. 223 y ss.

[2] ID., p. 235, nota 67.

[3] ID., p. 226 y ss.

[4] ID., p. 236 y ss.

[5] BATICLE, Y. Clés et codes du cinéma. Paris, Magnard, 1973.

[6] La cámara de vídeo utilizada en televisión analiza línea por línea el objeto que registra y estas líneas están formadas por puntos.

[7] GUBERN, R. “Del vídeograma a la imagen sintética”, Eu-topías, Minneapolis – Valencia, 1986, vol. 2, núm. 1, invierno, pp. 153-159.