«En periodo de crisis, es importante animar a las empresas con oportunas desgravaciones fiscales o declaraciones de interés social, a participar en esta tarea común del saber…»
La historia de mecenazgo privado dirigido a fomentar la cultura, a través de la difusión popular programada por el Gobierno de la comunidad autónoma de Navarra, se remonta a 1986 con los Festivales de Navarra de ese año y, desde entonces, el apoyo al patrocinio privado ha sido constante.
Por regla general -y en el caso de los Festivales de la Comunidad Foral de Navarra-, estas colaboraciones económicas de las entidades privadas no han superado con sus aportaciones el 20% de los gastos generados y se mantienen hoy en un porcentaje discreto del 15%.
Pese a esto, es necesario destacar que estas colaboraciones suponen un importante refuerzo económico, y permiten un acuerdo entre la Institución Príncipe de Viana y las empresas más importantes de la Comunidad Foral de Navarra. Esperamos desarrollar este acuerdo en el futuro, si el rigor que tratamos de dar a nuestras actuaciones convence progresivamente a estas instancias de que a través de la cultura se pueden ir favoreciendo actitudes de sensibilidad y participación de todos los ciudadanos, que confieren a la sociedad una mejor armonía en las relaciones interpersonales.
De suyo, tras los festivales de la Comunidad navarra, han podido establecerse otros convenios de colaboración con empresas para hacer posible ambiciosos concursos que van adquiriendo una personalidad propia y anuncian nuestra cultura por todo el mundo.
Quiere ello decir que las posibilidades de desarrollo cultural, gracias al apoyo de las empresas, son importantes y cabe extenderlas a otros campos del quehacer cultural de forma más regular, a los que todavía sólo nos hemos asomado, como son las exposiciones de obras de arte, los congresos científicos, las publicaciones, las restauraciones o los inventarios de bienes culturales. Pues hoy, las empresas captan el creciente interés de la sociedad por una cultura que se democratiza y es patrimonio vivo de todos.
Con todo, es importante, más que nada en periodo de crisis, animar a las empresas -con oportunas desgravaciones fiscales o declaraciones de interés social- a participar en esta tarea común de extender el saber y en esta línea deben dirigir sus pasos las Administraciones públicas de todas las comunidades autónomas del país.
Por otro lado, los gestores de la iniciativa cultural tenemos ante nosotros el reto de trabajar sin descanso, con seriedad y profesionalidad, para que la cultura no sólo sea un medio para llenar los ratos de ocio, sino algo tan respetable que merezca el apoyo privado por su credibilidad.
Por todo ello, debemos reconocer que el mecenazgo de entidades privadas que hoy atiende solicitudes puntuales, puede ayudar a crear un clima de hábitos culturales que posibilite, a su vez, la formación de industrias o empresas de la cultura que generen hasta su propio empleo en una sociedad de servicios avanzada.
No es descabellado pensarlo, pero debemos tener en cuenta, que ello nos va a exigir mucho esfuerzo, mucho rigor y audacia. No será imposible lograrlo si, entre todos -particulares, empresas e instancias oficiales- adoptamos este compromiso para el desarrollo social por medio de la cultura.