La Institución Príncipe de Viana y la cultura de Navarra

Desde su creación, en 1940, por la Diputación Foral de Navarra, la Institución “Príncipe de Viana” ha conseguido redoblar los esfuerzos en pro de la defensa y desarrollo de la cultura de Navarra, emprendidos desde mediado el siglo XIX por la Comisión Provincial de Monumentos Histórico-Artísticos, que había puesto en marcha un ilusionado programa de actuaciones, siempre condicionado, no obstante, por los limitados recursos de la época.
Es difícil de dimensionar lo mucho que la Institución “Príncipe de Viana” ha hecho por la cultura de nuestra tierra en estas algo más de cinco décadas. Para hacerse una idea de sus resultados, basta pensar que ya en 1946 la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le concedía su Medalla de Honor, en reconocimiento a su intensa labor en torno al patrimonio histórico de sus primeros años de existencia. El éxito de la Institución “Príncipe de Viana” se podría cifrar, con la perspectiva que da el tiempo, en dos aspectos: el primero es el de su temprana creación, cunado en España este género de instituciones locales tardarían muchos años en desarrollarse, sin la ventaja que ofrecía a Navarra su particular Régimen Foral, que facilitaba un alto grado de competencia en la materia. La conciencia histórica del viejo Reino fue sin duda un acicate sobreañadido al espíritu fundacional a favor de la cultura, que, en todas sus manifestaciones, heredamos de nuestros mayores. El deseo de responder a estas necesidades históricas ya se advierte en las palabras de su fundador -Tomás Domínguez de Arévalo, Conde de Rodezno- con sus referencias al pasado glorioso en los estatutos de la Institución, publicados por su revista oficial, desde entonces llamada “Príncipe de Viana”. El Vicepresidente de la Diputación Foral aludía a la necesaria conservación de los monumentos, el cultivo de las Bellas artes y convivencia con todo el tesoro espiritual y sentimental del pueblo navarro, “si se quiere enfrentar designios de perpetuidad -escribe- en sus singulares características”.
Segundo aspecto, desapercibido, de los valores de la Institución (y del Gobierno que la sustentó durante estos años), ha sido el de la continuidad de sus esfuerzos humanos y económicos. La Institución “Príncipe de Viana”, en sus cincuenta y dos años de existencia, ha puesto en marcha recursos modestos (si los comparamos con otras áreas del poder foral), pero bien administrados, con conocimiento de causa, de forma sistemática, gracias a haber contado con la sensible colaboración de un magnífico grupo de funcionarios y hombres de cultura.

Al prestigio de la Institución “Príncipe de Viana” no es ajena la alta cualificación de sus directores históricos: don José María Lacarra, modelador de la moderna historiografía de Navarra; y don José Esteba Uranga, correspondiente de las Academias de la Bellas Artes y de la Historia. La dirección de ambos ocupa las tres primeras décadas de su existencia. Se puede decir que la misión de los que continuaron su labor -Vicente Galbete, Fernando Redón, José Javier Itúrbide y José María Romera- fue configurándose como una progresiva labor de alta coordinación de los equipos humanos de ellos dependientes, dada la multiplicidad de sus funciones, que ha crecido sin parar en los últimos años, hasta la asunción total de competencias por el Gobierno de Navarra en 1982.
Hoy, el panorama de la cultura de Navarra es muy distinto al de 1940 y ello, sin duda, se debe al estímulo ejercido por esta Institución, que no ha buscado tanto su propio protagonismo como la promoción de cuantas iniciativas culturales nacen en el seno de la propia Comunidad. La Institución “Príncipe de Viana” sigue responsabilizándose de la mejor conservación de nuestro patrimonio mueble e inmueble, así como del patrimonio documental y bibliográfico, al que se han sumado en los últimos tiempo los modernos soportes magnéticos. Pero se ha asumido como necesaria la difusión popular e los fondos patrimoniales, con intención participativa y fines educativos. Así, es realidad que el Museo de Navarra se ha convertido en un centro cultural, además de depósito donde se conservan los bienes artísticos de la comunidad. La Red de Bibliotecas es una bien implantada malla que por todo Navarra ofrece la posibilidad de consulta y préstamo del rico patrimonio bibliográfico de que disponemos.
A todo ello se suman otras muchas actividades tendentes a estimular la creación artística, los convenios con entidades de incidencia cultural -desde la música al folklore-, los programas propios como Festivales de Navarra, los cursos de perfeccionamiento para coordinadores socioculturales de los Ayuntamientos navarros, el sostenimiento de una escuela de Teatro y de la Orquesta Santa Cecilia y un largo etcétera.
Sin duda, queda mucho por hacer. Pero se va alcanzando una creciente sensibilidad por la cultura en nuestra tierra. Tenemos muy claro que de poco servirían los esfuerzos aislados en un campo, como el de la cultura, que , que es patrimonio de todos. Corresponde al conjunto de la sociedad navarra “arrimar el hombro”, como popularmente se dice, para que solidariamente alcancemos el techo del desarrollo integral del hombre, objetivo último de la cultura. Esta colaboración ha de ser el mejor estímulo para que la Institución “Príncipe de Viana” encuentre el ritmo de su futuro desenvolvimiento.

(Artículo también accesible en el enlace fnhogaresnavarros.com/revistas.html)

Imagen de la portada: Patio interior de la que fue sede histórica de la Institución «Príncipe de Viana», la Cámara de Comptos de Navarra.