El Rodchenko rojo del MUN

El 10 de abril de 2018, invitado por el Museo de la Universidad de Navarra (Pamplona, España), tuve el gusto de participar en el ciclo La obra escogida por… presentando la pintura del artista guipuzcoano Manu Muniategiandikoetxea “Rodchenko rojo” (2004), una obra adquirida por María Josefa Huarte y donada a este museo junto a otras piezas de su colección en 2008.

Estas son las líneas que con tal motivo escribí, una variación de las cuales es la que ofrecí ante la obra al público que acudió a la cita.

La obra de Manu Muniategiandikoetxea en un ambiente propicio a la contemplación

Manu Muniategiandikoetxea en Galería Altxerri, de San Sebastián (2015), con motivo de su exposición Nator, Dator, Noa, Da, ante dos versiones de su «Rodchenko rojo»

La pintura “Rodchenko rojo”, del artista multidisciplinar, pero ante todo pintor, Manu Muniategiandikoetxea Markiegi, nacido en la localidad guipuzcoana de Bergara en 1966, luce magníficamente ocupando una pared principal de una de las salas más relevantes de este museo donde el arte abstracto goza de preferencia: el Museo de la Universidad de Navarra. La acompañan obras señeras de Vasili Kandinsky, Pablo Picasso, Mark Rothko, Luis Feito, Eduardo Chillida, Eusebio Sempere, Gerardo Rueda y Manolo Millares. El diálogo que se establece entre ellas es posible porque comparten una misma vía de indagación formal que, salvando las distancias, llega al espectador a través de los sentidos y su intelecto. La obra de Muniategi -contracción que nos viene obligada por la amplitud de su apellido- sobresale del conjunto por su intenso colorido rojo. Su impacto visual ha requerido de los montadores el derecho a ocupar, ella sola, toda una pared.

“Para mí -explicaba el célebre escultor Henri Moore- una obra debe tener una vitalidad propia. No quiero decir un reflejo de la vitalidad de la vida, del movimiento, acción física o vivacidad, sino que una obra puede tener en sí misma una energía encerrada, una intensa vida propia, independiente del objeto que pueda representar… una vitalidad espiritual que para mí es más conmovedora y penetra más hondo que los sentidos…” [1].

Es el caso de la pintura “Rodchenko rojo” y la razón por la que posiblemente la adquiriese María Josefa Huarte en la exposición de su autor Ni ez naiz hemengoa (No soy de aquí) en la Sala Rekalde de Bilbao en abril de 2004. También es verdad que por su gran formato y el motivo representado, el cuadro se halla en la línea de los que Barnett Newman, uno de los ejecutores de la Nueva Abstracción estadounidense, señalaba como favorecedores de un impacto visual en el espectador al rebasar con sus dimensiones el campo de su visión habitual, lo que a su juicio determinaba no solo la estructura interna de la pintura sino su efecto cualitativo. Esto es obvio en el “Rodchenko rojo” de Manu Muniategi.

«Rodchenko rojo» (2004), de Manu Muniategiandikoetxea, expuesto en el Museo de la Universidad de Navarra

La pintura se ha realizado con colores acrílicos previo bosquejo a lápiz, y frotado del soporte en ocasiones, sobre dos paneles de madera de 310 x 183 x 3,6 cm formando un díptico de medidas totales 310 x 366 x 3,6 cm. Sobre un fondo de color rojo intenso se ha reinterpretado el motivo central de la escultura del constructivista ruso Alexander Rodchenko “Construcción espacial suspendida nº 9” (1920-1921), que constituye un verdadero tema en el imaginario estético de Manu Muniategi, pues vuelve a ella con cierta frecuencia [2] y de manera monotemática en el Museo de la Fundación Oteiza (Alzuza) en febrero de 2011, en su propuesta “Rod nº 9”, en la que combinaba escultura, dibujos y un vídeo en torno a esta emblemática obra del vanguardista ruso. Entonces señalaba entre sus razones:

 “su relación evidente con la obra de Jorge Oteiza, por su pertenencia al constructivismo, por su carácter procesual y por contener, en definitiva, elementos del lenguaje artístico de las vanguardias que activan la obra…”. “Esta idea -continúa- me permite apropiarme de obras y discursos de parte de las vanguardias, para usarlas e interiorizarlas como elementos de un discurso que me traslada a otro estadio de la creación, determinando así la estrategia para avanzar”. “Tomar la obra de otro artista como punto de partida de mi trabajo posterior, como apropiación, encierra una cierta manera de transferencia, no sólo conceptual sino también física. Trabajar sobre una obra ya creada me permite convertirme en ella, en su autor, que pasa a formar parte de mí” [3].

Muniategi se caracteriza por ser un tenaz investigador que acude a las fuentes bibliográficas como los catálogos de arte -pero no en exclusiva pues también le interesa rebuscar en internet, el cine, la televisión, el diseño, el vídeo, el cómic y también se ve atraído por la arquitectura- para diseccionar o tomar prestadas sus poéticas que incorpora y reinterpreta en sus trabajos, sirviéndose de las artes plásticas: pintura, dibujo y escultura, pero también de los montajes expositivos y los espacios a ocupar por su propia obra que rediseña a conveniencia, como escribe Chus Martínez “para profundizar y acotar los perímetros de la comprensión del arte y la realidad” [4]. Es, pues, un artista conceptual en toda su amplitud, que busca en la deconstrucción de las obras maestras de la modernidad comprender los lenguajes de la Vanguardia histórica, conocerse a sí mismo y poner en tensión sus cualidades innatas de creador. Por su actitud revisionista ante la obra ajena, su proceder técnico es de carácter discursivo, deja un margen a la especulación, de modo que en “Rodchenko rojo” es fácil ver cómo el trazo a lápiz que bosqueja inicialmente la obra se sale de su recorrido, el soporte se halla manchado por salpicaduras de color (recuerdo de la Action Painting estadounidense nacida al calor de las improvisaciones surrealistas) e incluso sobre el soporte afloran unos clavos. Los colores usados para las circunvalaciones “rodchenkianas” que se entrelazan, con tonos contrastados respecto al fondo rojo que van del gris al marrón, al blanco y negro, de la luz a la sombra, hacen que aquellas se destaquen vivamente en el espacio buscando ese fin dinámico-espacial-aéreo que se proponían alcanzar los constructivistas rusos en una especie de arte total.

El artista y su intencionalidad

Manu Muniategiandikoetxea se licenció en las especialidades de pintura y escultura en la Universidad del País Vasco, en la que cursó estudios entre 1985 y 1990, siendo sus compañeros, entre otros, Mabi Revuelta, Itziar Okariz y Jon Mikel Euba. Ha completado sus conocimientos con la asistencia a cursos de estampación en Algorta (1985-1987) y de animación por ordenador en Bilbao, y participado en talleres de Arteleku [5] dirigidos por Adolfo Schlosser, Joan Hernández Pijuan, Pepe Espaliú, Jürgen Partenheimer, Ángel Bados y Txomin Badiola más otro de Pepe Albacete (entre 1991 y 1997).

Desde la terminación de su carrera su participación en exposiciones individuales y colectivas ha sido incansable, fruto de una actividad casi febril e insaciable de búsqueda de nuevos derroteros para la expresión artística. Ello ha sido reconocido por los premios Gure Artea del Gobierno Vasco (2000) y Altadis (2005), y la presencia de su obra en colecciones y museos, como éste de la Universidad de Navarra, es amplia [6].

Javier Viar le sitúa entre los artistas vascos salidos de la Facultad de Bellas Artes de Bilbao que se dan a conocer en la década de 1990, caracterizados por su conexión internacional con opciones estéticas derivadas de la transvarguardia italiana, el arte pobre, el neo-expresionismo, el neo-pop, hasta las que se manifiestan mediante instalaciones que tienen a la fotografía y al vídeo como recurso principal o al cuerpo por herramienta expresiva, u otras de naturaleza performista, con propensión generalizada al empleo de las nuevas técnicas y lenguajes, que usan de manera conjunta y versátil. Es la generación de los nacidos en la década de 1960, en la que también forman numerosas mujeres artistas interesadas por manifestar en su exposición la actitud feminista [7].

Entre los integrantes de su generación, Muniategi ha optado por la exploración de las posibilidades creativas y los límites del medio con el que trabaja, que es por encima de otros la pintura, disciplina que le sirve de base, y que amplía a la consideración del plano y del espacio circundante en su mutua relación con los que establece un diálogo que le acerca a la escultura, la arquitectura y las artes de la temporalidad, incluida la música, que de paso le sirve de fondo sonoro mientras trabaja en su estudio. La música, digo bien, porque los espacios que quedan vacíos entre los aros inscritos de “Rodchenko rojo” representan aquello que “está por suceder, lo que esperamos que pase, y eso es, precisamente, la música” [8]. En tal sentido, como explica Chus Martínez [9], Muniategi reflexiona sobre la “ontología de la propia pintura”. No puede catalogársele solo como “apropiacionista”, término usado por Viar, aunque en origen lo sea, pero va más allá en su búsqueda al sugerir futuros desarrollos constructivos que le aproximarían a la obra de los arquitectos Gordon Matta-Clark o Rem Koolhaas [10]. Así lo confirman las palabras del mismo Muniategi:

“Mi yo está conformado por un puzzle formado de piezas, artistas y momentos de la historia, que construyen un corpus propio y determinan mi forma de pensar desde el arte. En este sentido, siento que mis predecesores recorrieron un camino artístico-cultural, que yo debo completar simbólicamente… Tomar la obra de otro artista como punto de partida de mi trabajo posterior, como apropiación, encierra una cierta manera de transferencia, no sólo conceptual, sino también física. Trabajar sobre una obra ya creada me permite convertirme en ella, en su autor, que pasa a formar parte de mí” [11].

“Construcción espacial suspendida nº 9”, de Aleksander Rodchenko (1920-1921), que sirve de inspiración a Muniategiandikoetxea

«Rodchenko rojo» (2004), de Manu Muniategiandikoetxea presente en el MUN

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esto explica la atracción que Muniategi ha sentido por la figura de Alexander Rodchenko y en concreto su ya mencionada “Construcción espacial suspendida nº 9” [12], que re-interpreta pictóricamente, formada por una composición de once circunferencias entrelazadas o superpuestas a la manera de una compleja esfera armilar que parece suspendida en el espacio y girarse de manera virtual en la que interactúan círculos, elipses, espacios delimitados, vacíos resultantes, planos sugeridos, perspectiva y vivo cromatismo a modo de una gran construcción entramada o un juego de múltiples ritmos curvilíneos dotado de un relieve más que aparente. Su interés por el constructivismo no se ha limitado sólo a Rodchenko sino también a las composiciones espaciales de Liubov Popova y a las construcciones de Vladimir Tatlin, así como a Oteiza en cuanto influido por aquel. Sin embargo, Muniategi reconoce verse más atraído por Rodchenko que por Oteiza:

“porque las obras de Oteiza están muy hechas ya, son muy rotundas y me permiten menos elaboración [aunque] los dos artistas se enlazan en algunas piezas, porque Oteiza era muy ruso…” [13]

Así, ha declarado:

“La obra de Alexander Rodchenko constituye el motor y la inspiración de buena parte de mi obra, que en muchas ocasiones consiste en la recreación de sus piezas introduciendo en ellas variaciones de distinto signo: modificación de sus dimensiones, utilización de materiales cotidianos, empleo de colores distintos… Se trata, en definitiva, de ponerse en su piel, y comenzar a hacerse preguntas para seguir aprendiendo” [14].

Muniategi pinta siguiendo los impulsos de su intuición como si se encontrase inmerso en la corriente de un río que le lleva y le lleva [15].

“Trabajo la estructura, pero no elijo un color determinado. La idea que tengo en la cabeza es siempre constante, no cambio de un cuadro a otro. Mis cuadros no son obras independientes en sí mismas sino forman parte de un impulso creativo común y continuado” [16].

«Rodchenko rojo» (2004), fragmento

Su método particular -así lo explica Alicia Fernández- consiste en penetrar en el interior de sus estructuras y reordenar el espacio. El orden, la perspectiva, las apariencias geométricas o el gesto de la materia abren camino así a efectos de profundidad mediante líneas, planos y el uso del vacío como un espacio más» [17]. Añade Arantza Barandiarán que bajo una dicción en apariencia desmañada, sus propuestas esconden una compleja articulación en la que determinados iconos y motivos objetuales actúan, de modo indistinto, como factores estructurales o constructivos, como imágenes o detonantes alegóricos [18]. Es como si redefiniera la imagen de otro absorbiéndola hasta hacerla suya para terminar por descubrir, atónito, que ya le pertenecía.

Óscar Alonso [19] escribe que “… sus estudios prolongan en el tiempo una sucesión de variaciones y permutaciones, al tiempo que en cada paso son visibles los intentos por profundizar cada vez más en lo esencial de las formas, las imágenes o las construcciones que maneja. Ese deseo por alcanzar al final el esqueleto de las “figuras” es quizá la seña de identidad más acusada del heterodoxo estructuralismo que practica”.

Recorrido por la obra de Muniategiandikoetxea hasta su exposición en Rekalde

Sus primeras obras se vinculan a la naturaleza. En los años 1993 a 1995 (en las exposiciones presentadas en la Galería Emilio Navarro de Madrid y DV de San Sebastián) aparece en su pintura la representación de elementos arquitectónicos, sobre todo puertas que, aunque no realizadas con estricta geometría, demostraban su temprano interés por basarse en estructuras y espacios complejos -que comunicaban con otros espacios- para ordenar la composición [20]. Adolfo Castaño percibe en su pintura una ansiedad por mostrar aquello que está cerca de él, aquel espacio entrevisto o fingido tras una puerta que parece real sin llegar a parecerlo del todo dentro de otro espacio mayor, limpio, que es el del fondo del cuadro [21]. Un juego entre forma y contenido, significante y significado puestos en cuestión, según Badiola y Bados [22]. Estructuras y ventanas rompen la fuerza de los fondos en los que predomina la expresión del color [23].

En 2001 se publican críticas muy acertadas sobre su obra. Alicia Fernández [24] explica que desde sus primeras incursiones a finales de los 80, aún sin terminar los estudios de Bellas Artes en Bilbao, Muniategi ya destacaba por la fuerza, la singularidad del lenguaje y la expresividad de su obra. Añadía que le define la búsqueda de registros expresivos y posibilidades formales. Su apuesta, como apunta Fernando Huici [25], es una “muy peculiar e intrigante exploración fronteriza del umbral que separa, casi como en el filo de la navaja, la pura articulación geométrica del plano pictórico de su deslizamiento hacia una imagen elemental, ya sea la estructura de un mueble o un interior arquitectónico”. “Con naturalidad y sin esfuerzo aparente -continúa Alicia Fernández [26]– Muniategi busca lo expresivo de la obra en su composición, en su estructura, en la forma o en el color. Compone espacios que transforma en propios desde el recuerdo y la memoria artística de las fotografías de los creadores que le interesan… Martin Kippenberger, Bruce Newman, Stanley Kubrick, las arquitecturas del holandés Rem Koolhaas, Liubov Popova y los constructivistas rusos son devociones reiteradas en su obra. No obstante, aunque parte de modelos y ejemplos anteriores, toma la distancia adecuada respecto a ellos para elaborar sus propias conclusiones”. “Somete el modelo elegido a una reestructuración valiéndose de procedimientos tradicionales de la pintura y de otros que inventa para cada ocasión, la informática incluida”, añade María Luisa Borrás [27]. En su análisis de Muniategi, Alicia Fernández advierte que la pintura penetra en el interior de estructuras, sillas, mesas, puertas o habitaciones. Ordena el espacio, lo domina, lo cambia. Pero también afirma los valores puramente plásticos. El orden, las apariencias geométricas o el gesto de la materia abren camino a efectos de perspectiva y profundidad, líneas, planos, el uso del vacío aprovechando los efectos producidos por la luz y por ese dibujar con las sombras. Las obras extienden y proyectan su presencia hacia el exterior porque ellas concentran impulsos que cobran vida fuera de los límites del cuadro, algo que se advertirá claramente en el montaje del cuadro “Rodchenko rojo” sobre la pared blanca del Museo de la Universidad de Navarra.

Los proyectos de Muniategi se desarrollan como investigaciones visuales y el modo de mirar hacia la Vanguardia, que ya es un hecho conformado en la exposición de la Sala Rekalde de Bilbao en 2004, nos demuestra la bien asimilada lección del constructivismo y su enlace con la escultura vasca, las obras de Jorge Oteiza, Txomin Badiola y Pello Irazu, sumándose, como explica Santiago Olmo [28], a la cadena regional de relectura crítica de las tradiciones que dé lugar a una transformación efectiva.

Para Viar, el parentesco de la obra de Miniategiandikoetxea con el de Pello Irazu, en particular, es más próximo que el de Badiola, aunque ambos juegan con la deconstrucción de cajas, muebles y habitáculos, pero se acerca más al primero por el uso del color en sus construcciones tridimensionales y los espacios expositivos donde se muestran, que también adoptan el aspecto de una construcción escénica [29].

En su exposición en la Sala Rekalde, de Bilbao, en abril de 2004, que llevó por título “Yo no soy de aquí” (Ni ez naiz hemengoa), los aspectos estéticos que no logra ver del todo planteados los traslada Muniategi a la escultura, que ser el será el camino a recorrer, siempre con ese aspecto de aparente inacabado que tiene su obra, que no es sino resultado de su discurso reflexivo en el intento por comprender la forma [30]. Destaca Ramón Esparza la renuncia a la originalidad como una de las características del artista, que no es un “autor” en sentido estricto por su apropiacionismo de lo ajeno, pues entiende la creación como reelaboración, ni tampoco hay en su obra un “estilo” definido si por tal se entiende una factura fácilmente identificable. Donde se manifiesta Muniategi es en la transformación, en el proceso, lo que explica que en esta exposición el artista incluyese materiales normalmente ocultos como sus dibujos previos donde se manifiesta la inspiración del artista. Las esculturas son piezas de madera de dos formatos -pequeño y grande-, que, después, Muniategi incorpora como motivos en su pintura.

Del CAB de Burgos al presente

A partir de su exposición en el Centro de Arte de Caja Burgos, que se inaugura en junio de 2007, y hasta el momento presente, el interés de Manu Muniategiandikoetxea se dirige con preferencia a la escultura y al espacio que la alberga en las salas de exposiciones, formando el conjunto, donde la pintura goza del privilegio de seguir siendo la chispa de la que nace su proceso creativo, una puesta en escena dotada de cierto dramatismo en el sentido originario de este término, es decir, interesar y conmover al visitante, en este caso con el discurso narrativo que se le ofrece, obligándole a replantearse sus referencias.

Aunque la crítica reconoce en él influencias varias relacionadas con los movimientos de vanguardia, no sólo el constructivismo ruso, sino también el neo-plasticismo, el grupo Abstracción-Creación, la obra de Max Bill, etc., sus preferencias sigue dirigiéndolas hacia la figura de Rodchenko. En la exposición siguiente en la Galería Espacio Mínimo de Madrid (2009) muestra una variación tridimensional inspirada en el constructivista ruso que titula “Casa roja (Rodchenko n º 29)” que indica persiste en el intento de, como aquel, profundizar en el juego de las formas abstractas, en tal caso unos maderas ortogonales que apuntan en diferentes direcciones desplazando la mirada del espectador hacia los límites, algo favorecido por la posición oblicua de la escultura en la sala y su reflejo en un gran espejo situado tras ella que aumenta el efecto de profundidad. Presencia real y convención ilusionista se entremezclan afianzando la dimensión de lo real [31]. Su insistencia en el análisis de la obra de Rodchenko le lleva a exponer al mismo tiempo una serie de maquetas de madera, a modo de prototipos, en las que ensaya todas sus posibilidades como pequeñas construcciones: las secciona, las gira, las pinta y, a veces, las traslada a otro material industrial, como llantas de acero de diferentes calibres [32].

Los últimos años han sido testigos de cómo Manu Muniategi insiste sin cesar en resoluciones personales de la “Construcción suspendida nº 9” ofrecidas tanto en el Centro de Arte La Conservera de Ceutí (Murcia) (2009) y en el Museo de la Fundación Oteiza en Alzuza (Navarra) (2011) como en la Galería Altxerri de San Sebastián (2015), donde además de jugar con combinaciones de círculos concéntricos introduce otra apropiación del ruso, la “Construcción espacial nº 11”, donde el juego se establece mediante la conjunción de rectángulos.

Notas

[1] Henri Moore citado por READ, Herbert. La escultura moderna. México / Buenos Aires, Editorial Hermes, 1966, p. 163.

[2] Es el caso de su exposición en el Centro de Arte La Conservera de Murcia, en 2009, donde ofreció al público una maqueta en tres dimensiones de la célebre obra. En 2015 retoma el mismo tema en su exposición de la galería Altxerri de San Sebastián y en 2017 inspira en la escultura de Rodchenko el cartel anunciador de la Quincena Musical de San Sebastián.

[3] Los textos en cursiva son los de la presentación del catálogo de la exposición en el Museo de la Fundación Oteiza, en Alzuza, “Muniategiandikoetxea interpreta a Rodchenko”, entre el 10 de febrero y el 29 de mayo de 2011, precedida por el título “Rod nº 9” (Véase Muniategiandikoetxea: Rod. Nº 9. Alzuza, Fundación Museo Jorge Oteiza, 2011. Colección Interpretaciones núm. 7).

[4] MARTÍNEZ DOMÍNGUEZ, Chus. “Muniategiandikoetxea, tenaz investigador. Una exposición analiza la obra del artista vasco a través de sus últimos trabajos, en los que encontramos las cuestiones más conocidas y decisivas de su producción”, El País, Madrid, 20 de mayo de 2014. Enlace: https://elpais.com/cultura/2014/05/19/babelia/1400507618_976301.html Acceso: 05.02.2018.

[5] Arteleku, centro de arte contemporáneo dependiente de la Diputación Foral de Gipuzkoa, situado en el barrio de Loiola, Donostia-San Sebastián, al que Fernando Golvano ha calificado de “factoría vasca de creación, experimentación y reflexión” (GOLVANO, Fernando. “Travesías liminares”, Catálogo Travessies liminars / Atalaseko Zeharbideak. (Barcelona) Ajuntament de Barcelona / Diputación Foral de Gipúzcoa / Escola Massana / Arteleku, 1994).

[6] Su obra está representada en las colecciones del Banco de España, Caja Madrid, Junta de Extremadura, L’Oreal, Unión Fenosa, Museo de Bellas Artes de Álava, Fundación Coca-Cola España, Comunidad Autónoma de Murcia, Ayuntamientos de Pamplona y de Vitoria-Gasteiz, entre otras. Su biografía más detallada puede consultarse en: BARANDIARÁN MÚGICA, Arantza. “Muniategiandikoetxea Markiegi, Manu”. Enlace: http://aunamendi.eusko-ikaskuntza.eus/en/muniategiandikoetxea-markiegi-manu/ar-79513/ Acceso: 26.01.2018; ARTFACTS.NET. Manu Muniategiandikoetxea. Consulta: 26.01.2018. Este enlace recoge quince exposiciones individuales y veintinueve colectivas del artista hasta 2016; y Manu Muniategiandikoetxea. Enlace: http://www.espaciominimo.es/muniategiandikoetxea-manu/ Consulta: 21.02.2018.

[7] VIAR, Javier. Historia del arte vasco. De la Guerra Civil a nuestros días (1936-2016). Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2017, tomo II, pp. 929-931.

[8] “Una escultura abstracta de aros concéntricos suspendida sobre el escenario de la Quincena Musical [de San Sebastián] [2017] Enlace: http://www.kulturklik.euskadi.eus/noticia/2017032811393566/una-escultura-abstracta-de-aros-concentricos-suspendida-sobre-el-escenario-de-la-quincena-musical/kulturklik/es/z12-detalle/es/ Acceso: 28.01.2028

[9] MARTÍNEZ, Chus. “Tableau-Bateau edo ragtime-arenlogika = Tableau-Bateau o la lógica del ragtime: Manu Muniategiandikoetxea”, en el catálogo Manu Muniategiandikoetxea: ni ez naiz hemengoa, Bilbao, Sala Rekalde, 2004, p. 11.

[10] VIAR, J. Historia del arte vasco, (cit.), tomo II, p. 1078; y FERNÁNDEZ, Alicia. “Manu Muniategiandikoetxea, artista: superar la bidimensionalidad”, Ars Magazine, Madrid, núm. 7, julio-septiembre de 2010, p. 90. Gordon Matta-Clark (Nueva York, 1943 – 1978) fue un artista estadounidense, de ascendencia chilena que exploró diferentes modos de intervención arquitectónica. Se le reconoce principalmente por sus building cuts o cortes de edificios (cuttings), acciones donde seccionaba edificios interviniendo escultóricamente sobre la arquitectura ya existente. Estudió Arquitectura en la Universidad de Cornell (New York, EEUU) sin llegar a ejercer como tal, pues se consideraba más un “anarquitecto”, un deconstructor, con el fin de re-pensar el espacio y mirar mas allá de su habitabilidad. Con ocasión de estudiar Literatura Francesa en la Universidad de la Sorbona, en el París de la década de 1960, pudo tomar contacto con los filósofos deconstructivistas, con Guy Debord y los llamados situacionistas, que desarrollaron el concepto de “desvío” o reutilización de elementos artísticos preexistentes en un nuevo conjunto. Rem Koolhaas es un arquitecto holandés (1944, Rotterdam) titular del estudio OMA cuyos proyectos están influidos por las vanguardias históricas, especialmente el constructivismo ruso y el suprematismo, así como por De Stijl en el empleo de colores primarios. En su obra también se incluyen elementos deconstructivistas como fachadas descompuestas.

[11] MUNIATEGIANDIKOETXEA, Manu. “Manu Muniategiandikoetxea. “Rod nº 9”, en Muniategiandikoetxea: Rod nº 9, Alzuza, Fundación Museo Jorge Oteiza, 2011, p. 7.

[12] Entre 1918 y 1921 Rodchenko hizo tres series de construcciones espaciales construidas con ligeras planchas de madera recortada. Ensayaba posibilidades sobre formas básicas como círculo, triángulo, cuadrado, recortándolas en bandas concéntricas uniformes, algunas recubiertas con pintura plateada para reflejar la luz, con el fin de descubrir las capacidades estéticas, físicas y funcionales de diferentes materiales (el acero en ocasiones). Un efecto que se multiplicaba con las sombras en su giro, ya que se montaron suspendidas en el espacio, sujetas por varillas, evitando la peana de la escultura tradicional como rechazo de la pintura de caballete, considerada género burgués y obsoleto. Era para los constructivistas la manera de hacer un arte revolucionario al servicio del pueblo, pero que para Read terminó convirtiéndose en un arte de laboratorio que tuvo su continuidad en las investigaciones de la Escuela de la Bauhaus (VILLA, Rocío de la. “Muniategiandikoetxea, afán constructivo”, El Cultural de El Mundo, 15 de mayo de 2009, p. 32; READ, Herbert. La escultura moderna. México / Buenos Aires, Editorial Hermes, 1966, cap. III).

[13] M. N. “Muniategiandikoetxea reinventa a Oteiza y a Rodchenko en su muestra más potente. El artista guipuzcoano presenta en Bilbao el resultado de sus últimos tres años de trabajo”. El País, 30 de abril de 2004.

[14] DÍAZ-GUARDIOLA, Javier. “Manu Muniategiandikoetxea. La hora de la verdad”. En el catálogo Manu Muniategiandikoetxea. Bear gorria primavera azul. Diputación Foral de Gipuzkoa, 2008.

[15] Es una comparación por él ha admitida en la entrevista de Teresa Sala para Euskonews en junio de 2008 (Manu Muniategiandikoetxea artista). Enlace: http://www.euskonews.com/0445zbk/elkar_es.html Consulta: 26.01.2018.

[16] URROZ, Ana. “Primera muestra en solitario de Manu Muniategiandikoetxea. El artista bergarés cuelga desde hoy sus obras expresionistas abstractas en Galería DV”, El Diario Vasco, San Sebastián, 31 de marzo de 1995, p. 79.

[17] FERNÁNDEZ, Alicia. Art. citado de Ars Magazine, 2010.

[18] BARANDIARÁN, Arantza. Muniategiandikoetxea Markiegi, Manu, (cit.)

[19] ALONSO, Óscar. “Forma, estructura, sistema”. ABC Cultural, mayo de 2009, p. 35.

[20] VIAR, J. Historia del arte vasco, (cit.), tomo II, p. 1074.

[21] CASTAÑO, Adolfo. “Manu Muniategi y la densidad de la materia”, El Cultural de ABC , 21 de abril de 1993, p. 14.

[22] BADIOLA, Txomin – BADOS, Ángel. Intxausti, Muniategiandikoetxea, Peral. San Sebastián, Departamento de Cultura y Turismo de la Diputación Foral de Gipuzkoa (Arteleku Forum de las Artes), 1994, p. 26.

[23] URROZ, Ana. “Primera muestra en solitario de Manu Muniategiandikoetxea. El artista bergarés cuelga desde hoy sus obras expresionistas abstractas en Galería DV”, El Diario Vasco, San Sebastián, 31 de marzo de 1995, p. 79

[24] FERNÁNDEZ, Alicia. “Flujo continuo”, en el catálogo Sasi guztien laino guztien azpitik. Muniategiandikoetxea. Vitoria, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, 2001, pp. 9, 11, 13 y 15.

[25] HUICI, Fernando. “El orden de lo visible”, El País, 21 de febrero de 1998. Crítica de la exposición individual en la Galería My Name’s Lolita Art, Madrid.

[26] FERNÁNDEZ, A. “Flujo continuo”, (cit.).

[27] BORRÁS, María Luisa, en La Vanguardia, 17 de febrero de 2000. Crítica de la exposición individual en la Galería S-292, Barcelona. Aludida por Alicia Fernández en su artículo citado.

[28] OLMO, Santiago. “Rodchenko rojo, 2004 de Manu Muniategiandikoetxea”. Enlace: http://museo.unav.edu/coleccion/la-coleccion/rodchenko-rojo Consulta: 26.01.2018

[29] Así, por ejemplo, en su exposición individual en el Centro Cultural CAB de la Caja Burgos, en esta ciudad en 2007. Véase VIAR, J. Historia del arte vasco, (cit.), tomo II, p. 1078.

[30] A decir verdad, en su exposición en la Galería Albéniz, de Pamplona, dos años antes, su propuesta plástica ya se hacía sobre soportes como la escultura y el vídeo, además del dibujo y la pintura.

[31] Aspecto destacado por MADERUELO, Javier. “Manu Muniategiandikoetxrea”, El País Babelia, Madrid, 30 de mayo de 2009, p. 22.

[32] VILLA, Rocío de la. “Muniategiandikoetxea, afán constructivo”, El Cultural de El Mundo, 15 de mayo de 2009, p. 32.