Sillas de montar a caballo de Azagra, en el Museo de Navarra

 

Introducción

El recuerdo de batallas trascendentales -escribe Mercedes Jover Hernando en la presentación del catálogo de la exposición Caballero y caballos entre 1212 y 1512, celebrada en el Museo de Navarra (España) entre junio y noviembre de 2012- nos hace ser conscientes de la presencia de un modo de vida, de una cultura que estuvo vigente durante siglos. El caballero, el hombre que se distinguía por montar a caballo, como cazador, como soldado, como deportista distinguido después, no lo era solamente por poseer un caballo y los arreos necesarios para montarlo, sino por pertenecer a un linaje, lo cual obligaba a defender los altos valores de los que era depositario. El caballo, el jinete, el caballero, están presentes en el Museo de Navarra desde los primeros testimonios materiales conservados que exhibe. La pieza que en este artículo se analiza fue una de las presentes en dicha exposición.

Introduction

The memory of momentous battles -Mercedes Jover Hernando writes in the presentation of the exhibition catalog Knight and horses between 1212 and 1512, held at the Museum of Navarra (Spain) between June and November 2012- makes us aware of the presence of a mode life, a culture that was in effect for centuries. The Knight, the man who was known for riding, as a hunter, as a soldier, as a sportsman to later molo was only by having a horse and the necessary trappings pa ride, but because they belong to a lineage, which forced to defend the high values of which the depositary. The horse, rider, knight, are present in the Museum of Navarra from the first material evidence preserved exhibits. The piece is analyzed in this article was one of those present in the exhibition.

 

Ficha técnica

Piezas de autor anónimo. Siglo XIV (en torno a 1.300). Estilo gótico. Proceden del antiguo solar de los Azagra (Azagra, Navarra, España). Donación de su alcalde al Museo Artístico y Arqueológico de Pamplona, en 1903, de donde pasaron al Museo de Navarra (Pamplona). Fecha de ingreso: 22 de noviembre de 1955.

Silla de Azagra 1 (Museo de Navarra)

Silla de Azagra 2. Vistas frontal y trasera (Museo de Navarra)

Silla 1

Fuste o armazón de madera aparejada con mezcla de yeso y sílice (en baja proporción), forrada de badana cubierta de pan de oro sobre el que se pintó con pigmento de carbón vegetal y aplicó una doble capa de recubrimiento, de aspecto pardo y blanquecino, siguiendo el procedimiento de la anterior. 46 cm. (long.) x 33,5 cm. (anch.) x 23 cm. (alt.). Ha perdido el arzón trasero (el único conservado muestra perfil curvo). Núm. de Inventario: 3.546. Reserva del Museo de Navarra.

Silla 2

Fuste o armazón de madera aparejada con yeso, forrada de badana cubierta de pan de oro, corlado en rojo y acabado a base de una mezcla de aceite de lino y resina de colofonia sobre la que se aplicó en seco una capa de cera mezclada con parafina de aspecto pardo. Arzón de perfil rectangular. 45,5 cm. (long.) x 39,6 cm. (anch.) x 29/30 cm. (alt.). Núm. de Inventario: 3.545. Reserva del Museo de Navarra.

 

Análisis

Silla de Azagra 2. Vista fronto-lateral (Museo de Navarra)

Los arzones de ambas sillas están decorados con motivos ornamentales de principios del siglo XIV: pequeñas hojas de trébol y de lis insertas en tallos vegetales en las dos caras del único arzón conservado de la primera, y lacería repleta de temas heráldicos en las caras exteriores de los dos arzones en la segunda. En este último caso se trata de escudos de gules de plata, cuartelados de azur y castillo de oro, en alternancia de tamaño (5 mayores y 6 menores) sobre un fondo de entrelazo dorado, que se corresponden con las armas empleadas por Gonzalo de Azagra, natural de Villafranca, a principios del siglo XIV.

Según Martínez de Aguirre y Menéndez Pidal, el sistema decorativo empleado (gusto por la repetición múltiple de las mismas armas y decoración de lacería) fue muy frecuente en los reinos de Castilla y Aragón –no solo en las sillas sino en la vestimenta y complementos de montar (como las espuelas y arreos de los caballos)- siendo más que probable su origen aragonés, pues de esta procedencia era el linaje al que pertenecen las armas representadas. Esta hipótesis quedaría reafirmada por el empleo como forro de las sillas de guadamecí o piel fina de carnero (también llamada badana), curtida y preparada para ser dorada, policromada y barnizada, que en aquella época solía importarse en bruto del norte de África, y cuyo manejo era propio de moriscos y mudéjares, como los que estaban asentados en Aragón.

A diferencia del cordobán, que era de clase inferior por ser de cabra y tener una aplicación más práctica, el guadamecí se empleaba con funcionalidad estética y suntuaria. La forma de decorar la piel indica la existencia de dos manos o estilos diferentes, pues si bien el entrelazo de la mayor es de raiganbre islámica, los tréboles de la incompleta son de uso común en el arte gótico, aunque entrelazados con tallos sinuosos de aliento árabe, y los fondos se trabajan con un ferreteado empleando punzón para dar al conjunto sensación de relieve y vistosidad. Al interior del arzón de esta silla puede observarse también una línea curva de orificios calados. Este tipo de piel aporta un valor añadido a las sillas, que además de ser de las pocas conservadas anteriores al siglo XVI, sobresalen por emplear este recubrimiento orgánico con una elevada calidad estética (sobre todo en la silla completa) cuando en Europa el momento culminante de los guadamecíes no se alcanza sino a partir de ese siglo y hasta el XVIII.

Por su decoración y ligereza parecen sillas de paseo, no pensadas para el trabajo o la guerra, y por sus dimensiones se deduce están diseñadas para un niño, en el caso de la primera (incompleta), y una persona de cuerpo más bien menudo o joven la segunda, sin duda para jinetes masculinos, pues son para montar a horcajadas. Las tablas longitudinales del fuste, en ambos casos, están unidas mediante correas de cuero transversales, para adaptarse al lomo del animal, y presentan orificios por donde penetraría la cincha de sujeción al caballo, en tanto los arzones están sujetos al fuste por pasadores metálicos. Queda al descubierto el sistema por el que el forro de piel se ha fijado a la silla, mediante claveteado y cosido en zig-zag de tiras de ese material. Todo ello quedaría oculto a la vista por el aparejo decorado.

Bibliografía

CATÁLOGO. L’art de la pell. Cordovans i guadamassils de la col.lecció Colomer Munmany. [Barcelona] Generalitat de Catalunya, 1992; QUINTANILLA, E. La Comisión de monumentos Históricos y Artísticos de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1995, p. 263 y nota 89-p.273; MARTÍNEZ DE AGUIRRE, J. y MENÉNDEZ PIDAL, F. Emblemas heráldicos en el arte medieval navarro, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1996, p. 71 y 336.

El texto completo del catálogo es accesible en: http://es.calameo.com/read/0023374744Obee7beOb3b