Bienabe Artía durante la Guerra Civil. Azarosa historia previa al exilio del pintor irunés

Cuando el coronel Beorlegui tomó la ciudad de Irún el 26 de agosto de 1936, en el transcurso de las operaciones tendentes a impermeabilizar la frontera de Gipuzkoa con Francia, para asegurar el avance de las tropas nacionales en el inicio de la Guerra Civil española que se prolongaría hasta abril de 1939, se encontró con una población que ardía bajo las llamas provocadas por incontrolados anarquistas del bando republicano. Ellas fueron la causa de la pérdida de las primeras obras en la trayectoria artística del pintor Bernardino Bienabe Artía (Irún, Gipuzkoa, 24 de diciembre de 1899-Etxalar, Navarra, 17 de marzo de 1987), sin que pueda desecharse la posibilidad  de sustracción y comercialización ilícita de alguna de ellas en tales momentos de consternación, con el pintor evadido apresuradamente a la vecina localidad francesa de Hendaya [1].

Nos explica Viglione que las obras perdidas “eran las más queridas por el pintor, porque reflejaban los titubeos de su adolescencia, los primeros logros de su paleta y esa búsqueda casi angustiosa de la propia personalidad” [2].

Bienabe tenía vinculación con Francia. Su apellido paterno era originario de Orthez, en la región de Nueva Aquitania, la lengua francesa le era familiar y, como pintor, había pasado temporadas en París ampliando su formación, con estancias en 1925, 1930 y 1932. Atravesar la frontera no era para él ningún problema, pero esta vez la cruzaría temiendo represalias de orden político por la ideología socialista de su familia, aunque su hermanos Gerardo y Adolfo fueron los más significados en este aspecto: el primero fue concejal de Irún y había formado parte de la Gestora de la Diputación de Guipúzcoa en 1931 por el Partido Republicano Radical Socialista, y Adolfo era miembro de Izquierda Republicana, de la Asociación “Amigos de Rusia”, del Socorro Rojo Internacional y colaborador asiduo de La Frontera Republicana, rotativo que sufrió la censura durante la Dictadura de Primo de Rivera. Pero más aún, había sobresalido por ser uno de los impulsores del Pacto de San Sebastián el 17 de agosto de 1930 para proclamar la II República con la intención de poner fin al reinado de Alfonso XIII, y unos meses después por solidarizarse con los capitanes Galán y García Hernández que proclamaron la República, si bien por apenas un día de duración, en Jaca (Huesca), el 12 de diciembre de 1930. A esta circunstancia arrastró a su hermano Bernardino y a quince iruneses más, que fueron acusados de “rebelión militar e insulto a la fuerza pública”, lo que llevó a Adolfo  a refugiarse en Hendaya y a Bernardino a marcharse a París por largo tiempo, hasta que una vez proclamada oficialmente la República pudo volver a su tierra [3].

No obstante, las situaciones vividas por el protagonista de nuestra historia, como por todos aquellos que se vieron bajo peligro de muerte o de éxodo forzoso en la Guerra Civil, no son aún del todo claras, bien por carecer de documentación esclarecedora o bien porque ellos mismos han evitado recordarlas intencionadamente para no dar de si mismos una opinión que para algunos pudiera ser desfavorable.

Bienabe en París. Antecedentes de su participación en el Pabellón Español de la República el año 1937

Desde Hendaya Bienabe desembarcó en el puerto de Rochefort  el 10 de setiembre  “como miliciano procedente de Irún” [4], desde donde se dirigió a París, donde le vemos participar entre los días 22 de mayo y 10 de junio de 1936 en la Exposition de Peinture Basque que La Ligue Internationale des Amis Basques, creada por iniciativa del promotor y mecenas Manuel de Ynchausti, había organizado en el 7 de la Rue de Faubourg Saint Honoré, y lo hace con  un cuadro Île-de-France, y en ella coincidirá con numerosos paisanos evadidos a Francia, los pintores Juan de Aranoa, Aurelio Arteta, los hermanos Alberto y Ricardo Arrúe, Benito Barrueta, Antonio de Guezala, Isidoro Guinea, Víctor Landeta, Julián de Tellaeche, José María de Ucelay y los ya establecidos en el país vecino Ramiro Arrúe (que vivía en San Juan de Luz) e Ignacio Zuloaga, al que la guerra le sorprende en París.

Mas su buena relación, incluso amistosa, con quien sería nombrado Director General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas del Gobierno de Euzkadi, José María de Ucelay, y con su colaborador Julián de Tellaeche, con quienes había participado en varias exposiciones colectivas de pintura, y gracias al apoyo decisivo del entonces Ministro Sin Cartera del Gobierno de la República, Manuel de Irujo, pudo contarse al año siguiente entre los escogidos pintores que participarían en la Exposición de Arte Vasco del Pabellón Español en la Exposición Internacional de París, sobre Artes y Técnicas en la Vida Moderna [5].

En efecto, con Ucelay, cuatro años más joven que él, había coincidido en exposiciones para la Fiestas Eúskaras de Fuenterrabía (1925) -después de la cual viajaron ambos a París- en la Muestra de Artistas Vascos de las Galerías Emporium de Barcelona (1933), en la III de Artistas Vascongados en el Museo de Arte Moderno de Bilbao -cuando a Bienabe le adquiere la Diputación Foral de Bizkaia el cuadro Uno que pasará a integrarse en los fondos del Museo de Arte Moderno de Bilbao-, y en la ya mencionada de París. Con Tellaeche, cinco años mayor, en las del III Congreso de Estudios Vascos de Guernica (1922), en la IV de Noveles Guipuzcoanos (1923) -con él de jurado, que le concedió el primer premio a su cuadro Carnestolendas-, en la siguiente convocatoria de Noveles, donde Bienabe consiguió el tercer premio y Tellaeche el cuarto, y en las Fiestas Eúskaras de Fuenterrabía (1925), en la de Galerías Emporium de Barcelona (1933) y en la de Pintura Vasca de París, también con la presencia de Ucelay en estas tres últimas.

Refiere Muñoz Fernández en su libro sobre la evacuación de los fondos del Museo de Arte Moderno a París al comienzo del enfrentamiento civil [6], que quienes seleccionaron las obras del Museo de Arte Moderno de Bilbao que habrían de exponerse en Pabellón de la Exposición Internacional de Paris fueron, en febrero de 1937, Julián de Tellaeche, Mauricio Flores Kaperotxipi y, posiblemente también, José María de Ucelay, sin que participara en las decisiones el director del Museo, Manuel Losada, al encontrarse enfermo. Paralelamente, diferentes artistas y políticos, aprovechando el certamen internacional, coincidieron en la idoneidad de organizar una exposición de arte vasco en la capital francesa “que sería una excelente propaganda para nuestro país… de los valores artísticos e intelectuales de nuestra raza” (en palabras de Ramiro Arrúe) -exposición que se celebraría en junio de 1939 con la inclusión del cuadro de Bienabe Refugiado de Enghien– idea ésta que apoyaron Telesforo Monzón, Consejero de Gobernación, y  Manuel de Irujo, Ministro Sin Cartera, miembros del Gobierno de Largo Caballero. Este último, Irujo, incluso se había puesto en contacto con esta finalidad con los pintores Aurelio Arteta y Bernardino Bienabe, que estaban exiliados en París, porque consideraba que podrían ser de ayuda para tal propósito.

Firma de Bienabe Artía sobre el lienzo de «Retrato de superviviente» (MNAC)

Una vez en París, Irujo intercedió por Bienabe ante Jesús María de Leizaola, Consejero de Justicia y Cultura del Gobierno de Euzkadi, para que le ofreciera trabajo en el Pabellón de París, ya que se encontraba en una situación delicada. Julián de Tellaeche y Mauricio Flores Kaperotxipi se encargaron de los preparativos para la muestra. El 17 de abril de 1937, Leizaola escribió a Irujo, que servía de contacto para los preparativos del Pabellón de España en París, para comunicarle que, entre otras cosas, tenían previsto llevar a París unos fondos representativos del arte vasco contemporáneo, procedentes del Museo de Arte Moderno de Bilbao y de diferentes colecciones particulares, seleccionados por una comisión compuesta por representantes del Departamento de Cultura del Gobierno de Euzkadi (Juan Zabalo y Julián de Tellaeche) y de la Asociación de Artistas Vascos (los pintores Antonio de Guezala, Ricardo Arrúe y Nicolás Martínez Ortiz, el escultor Higinio de Basterra y el arquitecto Tomás Bilbao).

Del Museo de Arte Moderno procedieron 86 obras (1 escultura y 85 pinturas de 30 artistas diferentes, donde estaban incluidos los nombres de Bienabe y de su paisano Gaspar Montes Iturrioz) Estas obras llegarían a la Delegación del Gobierno de Euzkadi en París-La Chapelle procedentes del puerto holandés de Ijmuiden el 12 de mayo de 1937. Se trataba de una muy completa selección con obras de escultura de Paco Durrio, Moisés Huerta, Nemesio Mogrobejo, Joaquín Lucarini y Valentín Dueñas, así como obras de pintura con artistas de renombre como Darío de Regoyos, los hermanos Arrúe, Adolfo Guiard, Juan de Echevarría, Mauricio Flores Kaperotxipi, Manuel Losada, Francisco Iturrino y José María Ucelay, entre otros. Podía pensarse que de esta selección saldría la definitiva para la sección de Euzkadi del Pabellón Español, pero el 12 de junio llegó a París, procedente de Bilbao, vía La Rochelle, un segundo envío motivado por la necesaria evacuación patrimonial amenazada por la inminente entrada en Bilbao de la fuerzas nacionales, y correspondía a casi la totalidad de los fondos del Museo de Arte Moderno de Bilbao (los del Bellas Artes se protegieron en el Depósito Franco del muelle de Uribitarte de la ciudad), y de esta manera, a la colección anterior se unieron hasta 176 obras de pintura, varias esculturas, piezas de artesanía de Eibar, armas, damasquinados diversos, ediciones artísticas de libros, decoraciones teatrales y maquetas de arquitectura. Este conjunto de obras es el que viajaría a otras ciudades europeas acompañando las actuaciones del grupo de danzas vasco “Eresoinka” (finalmente con el nombre de «Euzko Abesbatza»: Coro Nacional Vasco), y con él se pretendía mostrar la evolución de la pintura vasca desde el romanticismo de fines del XIX hasta las más jóvenes generaciones del momento, entroncando la pintura romántica (pintoresquismo, costumbrismo, pintura de historia) y pervivencias del regionalismo con movimientos innovadores ligados a la modernidad internacional.  Coincidiendo con la primera velada del grupo coral y musical en el Palais de Chaillot de París,  en el 7 de la calle Faubourg Saint Honoré el 21 de mayo de 1939, Antonio de Guezala y Julián de Tellaeche mostraron este gran fondo de arte vasco bajo el título de Exposition de Peinture Basque (del 22 de mayo al 19 de junio), a cuya inauguración acudió el lehendakari Aguirre, en el contexto de una gran semana parisiense de amistades vascas inspirada por la Ligue International des Amis des Basques. Se había celebrado anteriormente una exposición semejante en Bruselas y después la exposición de París se llevó a La Haya, según otras informaciones también a Amberes, Amsterdam, Rotterdam y Londres, pero sólo hay constancia de la presencia de Bienabe en las de París [7].

El Gobierno Vasco veía en estas exposiciones y manifestaciones, y en los folletos correspondientes que se editaron, un instrumento eficaz para mostrar la cultura y el patrimonio propios en el ámbito internacional. En esta línea, Bienabe Artía estaba elaborando un álbum de estampas del País Vasco similar al que había realizado el escritor, pintor y político gallego Alfonso Daniel Rodríguez Castelao.

Pero volvamos a su participación en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París, que tuvo su gestación previa y su protagonismo en las personas de Ucelay, comisario de la sección vasca del mismo, y de Tellaeche, subcomisario, que contó con la colaboración de Juan Zabalo Txiki, y de Antonio de Guezala como custodio de las obras del Museo de Arte Moderno de Bilbao evacuadas a París [8].

La Exposición Internacional de París y la relevancia del Pabellón Español

Ha sido Fernando Martín [9] el que ha estudiado a fondo la génesis y naturaleza de este Pabellón también conocido como “el de la República”, ya que en 1937 fue encomendada su organización por las autoridades francesas al Gobierno de España entonces bajo régimen político republicano, en un momento en que se libraba en el Estado español una guerra civil de la que saldría victorioso el general Franco instaurándose en el país, a partir de abril de 1939, una dictadura que no finalizaría hasta su muerte en 1975, posibilitándose, con la reinstauración de la monarquía parlamentaria, una apertura gradual del franquismo hacia la democracia [10].

Vista general de las Exposición Internacional de París 1937. El Pabellón de España en segundo término por la derecha, a continuación del de Alemania. Al fondo el Palacio del Trocadero (Foto: Freedberg. The Spanish Pavilion at the Paris World’s Fair, 1986)

La Exposición de París en concreto ostentaba el título de Exposition International des Arts et Techniques pour la Vie Moderne. La de 1937 fue la séptima de las realizadas en la capital francesa, pero ninguna pudo igualarse a la de ese año, en cuanto a organización y proyectos urbanísticos se refiere. La describe Martín como una vasta red de más de dos kilómetros de paseos, compuesta por jardines, fuentes y avenidas, que formaban una verdadera ciudad dentro de la capital con sus más de cuarenta países representados, más la arquitectura típica de cada una de las provincias francesas, en el mismo centro de la urbe, a orillas del Sena, en el solar ocupado por la de 1900, dentro del ángulo formado por la avenida de Fernando I de Rumanía y la calle central del Trocadero, pasando por el puente de Jena, para cuya ocasión fue ensanchado, y la torre Eiffel, siguiendo el Campo de Marte. Los pabellones colindantes al que edificaría España eran los de Polonia, Alemania, los Estados Pontificios y Noruega, en una posición predominante.

Estaba prevista la inauguración de tan magno conjunto para el 1 de mayo, sin embargo no se efectuaría oficialmente hasta el 12 de julio (sin que los trabajos de decoración del Pabellón Español se hubieran concluido) y se preveían siete meses de duración. Inicialmente se asignó a nuestro pabellón una extensión de  3.900 metros cuadrados, que al final quedaron en 1.400. Una comisión de artistas propuso el nombramiento como comisario de Carlos Batlle, que así fue confirmado por el Gobierno español, luego sustituido por José Gaos, rector de la Universidad de Madrid, y la designación como arquitecto de Luis Lacasa, al que posteriormente se uniría Josép Lluís Sert [11].

A nivel de concepto, la participación española por medio del Pabellón pretendía denunciar los acontecimientos de España para mostrar cuáles eran los objetivos del Gobierno poniendo el acento en la lucha heroica del pueblo español. Según la visión extranjera: “obtener el apoyo de la comunidad internacional para defender la República, para lo que el Gobierno español encargó como principal reclamo artístico y diplomático el Guernica de Pablo Picasso” y “ofrecer una visión de la cultura tradicional española como contrapunto a la violencia de los acontecimientos que se sucedían en el país” [12]. En cuanto a sus contenidos artísticos, el deseo de mostrar la evolución efectuada a partir de 1925 por la joven generación de artistas de vanguardia y, por parte de los artistas intervinientes “dar testimonio de solidaridad con la República y proclamar a la opinión pública la situación crítica en que se encontraba España” [13].

El Pabellón Español o de la República tras su inauguración (Foto: Wikipedia)

El Pabellón Español llamó la atención por la desnudez estructural de su arquitectura, frente a la grandilocuencia que ostentaban los pabellones vecinos de Alemania y Rusia. Explica Martín que la desnudez estaba potenciada por la utilización de materiales modernos visibles (acero, cristal, fibrocemento), sin la menor intención de ocultación o revestimiento, una construcción clara, racional, flexible, con predomino de las formas horizontales, ofreciendo una sensación de ligereza, muy en consonancia con las características racionalistas de los años treinta, en una línea lecorbusiana, lo que se consideraba una síntesis entre el razonamiento funcionalista y el planteamiento racionalista. Sert fue el autor del diseño, del aspecto formal del edificio; Lacasa de lo ideológico, de la manera de enfocarlo y distribuir sus contenidos de forma integral: técnicas artísticas como pintura, escultura, fotografía, artes gráficas (con destacada presencia del cartel) y cine junto con su divulgación por medio de conferencias, espectáculos folklóricos, bailes, proyecciones, dramatizaciones y audición de discos, en los que se emplearía la planta baja, todo ello bajo la envoltura arquitectónica que ofrecía el edificio. Casi toda la escultura ubicada al exterior del pabellón tenía como temática a la mujer (en las obras de Julio González, Pablo Picasso y Francisco Pérez Mateos) Pocos pabellones como el español pudieron ofrecer obras cualitativamente tan importantes como el Guernica de Picasso, La Montserrat de González, El payés catalán en rebeldía de Miró, La fuente de mercurio de Calder, y El pueblo español tiene un camino que conduce a las estrellas de Alberto Sánchez.

Planta segunda del Pabellón Español. Exposición del Arte Vasco en la parte izquierda (Foto: M. Mompó García)

La planta segunda -la más importante para nuestro caso- se dividía en dos secciones, una renovable y otra permanente. La primera buscaba dar idea de lo que era España a través de las distintas regiones por medio de fotografías de paisajes, arquitecturas, vida económica y costumbres; productos típicos de artesanía: tejidos, cerámica y muebles; literatura: libros y revistas. La sección segunda se dedicaba enteramente a la exposición de artes plásticas: pintura, escultura, grabados, dibujos y carteles. La nómina de artistas expositores ascendía a la cincuentena. Las dimensiones de esta sección eran de unos 30 m de largo por 11 de ancho, lo cual aconsejaba subdividirla por zonas y recurrir al uso de mamparas y paneles móviles donde suspender las obras. Estos tabiques flexibles eran especialmente eficaces para la obra itinerante que se mostraba de manera temporal [14].

Cataluña y el País Vasco se repartían en ella el espacio expositivo por mitades iguales.  También había una representación de la escuela española en París  (con nombres como Miró, Picasso y fotografías de esculturas de Emiliano Barral, Francisco Pérez Mateos, Manuel Pascual, Julián Lozano y Ricard Boix) y de otros artistas españoles (Horacio Ferrer con su Madrid 1937, Gutiérrez Solana, Gregorio Prieto, Rodríguez Luna, Arturo Souto, Eduardo Vicente, Aurelio Arteta, Francisco Iturrino, y las esculturas  Cabeza de mujer de Emiliano Barral, Retrato de Francisco Pérez Mateos y Cabeza de mujer de Picasso)

Representación artística vasca en el Pabellón

La representación artística vasca se redujo a unas pocas obras -16 según Martín y Muñoz, 17 según Colorado [15]– pese a que en aquellos días una mayoría de las existencias artísticas del Museo de Arte Moderno de Bilbao e incluso de propietarios particulares como Ramón Aras Jáuregui, Ramón de la Sota o la familia Echevarrieta se encontraban en París por la obligada evacuación ante la guerra. El reducido espacio disponible [16] obligó a practicar una selección de obras para su exposición en el Pabellón Español, mientras las restantes fueron trasladadas al Musée de Maisons Lafitte  en exposición permanente durante el certamen internacional [17], pero antes de hacerlo se expusieron en el Museo Jeu de Paume de París, según Calvo Serraller bajo el título de Arte Español Contemporáneo, aunque añade que en él se hizo una exposición retrospectiva de seis siglos de arte catalán del X al XV [18]. Arribas y Barañano añaden a estas exposiciones otra en el Museo de Luxemburgo bajo la dirección de Tellaeche [19]. Las noticias sobre esta itinerancia, seguida de almacenaje, siguen siendo un tanto confusas, pues también Martín afirma que había intención de exponer la obra que no cupiera en el Pabellón en la sede del Patronato de Turismo Español de la capital [20], y antes de su devolución a Bilbao parece que se almacenaron en unos locales de la calle Madame nº 6 de Paris [21]. También los autores que han tratado este aspecto yerran al confundir el Museo de Bellas Artes de Bilbao con el de Arte Moderno, que es de donde procedían las obras [22].

Hay distintas informaciones referentes a los pintores vascos que participaron en la sección de Artes Plásticas de Euzkadi, lo que lleva a pensar que hubo una preselección previa a la selección definitiva o que hubo rotación de obras, cosa probable aunque no confirmada por documentación.

María José Arribas menciona los nombres de Antonio de Guezala, pintor; Higinio Basterra, escultor; Jesús Uruñuela, pintor; Juan Zabalo, ilustrador-cartelista; Julián de Tellaeche, pintor, y unos desconocidos Larrea, T. Bilbao  y J. Irigoyen, éstos aportados oficialmente por el Departamento de Cultura, más los del pintor R. Arrúe, [¿Ramiro o Ricardo?]; Martínez, O. [hay que suponer que se trata del pintor Nicolás Martínez Ortiz de Zárate] por la Asociación de Artistas Vascos [23]. En esta confusa lista no figura Bienabe, pero sí en las tres siguientes.

Fernando Martín aporta la suya, indicando las obras que les representaron [24]:

  • R. [amiro] Arrúe: Pastor, Romería.
  • B. [enito] Bikandi: Puente.
  • J. [uan de] Echeverría: Naturaleza muerta, Flores.
  • F. [¿] García: Tulipanes.
  • D. [arío de] Regoyos: Urumea, Larhune, Santa Lucía.
  • V. [alentín de] Zubiaurre: Por las víctimas del mar.
  • [Bernardino] Bienabé: Retrato.
  • J. [ulián de] Tellaeche: El grumete, Veleros,
  • J. [¿] Arteta: Pescadores, Idilio.
  • J. [osé] M. [aría] Uzelai: Paisajes

Arturo Colorado [25] da los nombres de:

  • Aurelio Arteta
  • Juan de Echevarría
  • Darío de Regoyos
  • Julián de Tellaeche
  • Valentín de Zubiaurre
  • Arrúe
  • Inocencio García Asarta
  • Bernardino Bienabe
  • José Benito de Bikandi
  • José María Ucelay

Como vemos, en la relación de Fernando Martín no se aclara quien es “F. García”, que según Colorado es Inocencio García Asarta (el cual había fallecido en 1921), ni cual de los hermanos Arrúe expuso, aunque para Martín fue R. Arrúe, parece que Ramiro; además J. Arteta debió ser Aurelio [26]. Muñoz Fernández reitera el nombre de Fernando García, que debió ser Fernando García Alegría, pintor bilbaíno (1855-1952), cuya biografía se recoge en Arteder y consigna que en efecto intervino en la Exposición Internacional de París, aunque su pintura Tulipanes no consta en el actual Museo de Bellas Artes de Bilbao, heredero del de Arte Moderno [27].

Francisco Javier Muñoz Fernández concreta los siguiente autores y sus pinturas [28]:

  • José María Ucelay: Paisaje.
  • Bernardino Bienabe: Retrato de un hombre leyendo.
  • José Arrúe. Pastor y Romería vasca (Martín sostiene que eran pinturas de su hermano Alberto Arrúe).
  • Aurelio Arteta: Idilio rústico y Pescadores vascos.
  • Benito Bicandi: Puente de Ondárroa.
  • Juan de Echevarría: Florero con abanico y libro, y Florero.
  • Fernando García: Tupilanes.
  • Darío de Regoyos: El Urumea, El monte Larhune y Santa Lucía (Josefina Alix no incluye El monte Larhune).
  • Julián de Tellaeche: El grumete blanco, y Veleros.
  • Valentín de Zubiaurre: Por las víctimas del mar.

Sin embargo Manuel Llano Gorostiza [29] modifica en parte las listas anteriores:

  • José Arrúe: Romería en la plaza, Romería y Pastor.
  • Ricardo Arrúe: Puerto
  • Juan de Echevarría: Naturaleza muerta, Naturaleza muerta, y Flores.
  • Gaspar Montes Iturrioz: Alrededores de Irún.
  • Darío de Regoyos: El Urumea, El monte Larrún, y Santa Lucía.
  • Julián de Tellaeche: El grumete blanco, y Veleros.
  • Pablo Uranga: Prueba de bueyes.
  • Benito Bikandi: Puente de Ondárroa.
  • Valentín de Zubiaurre: Por las víctimas del mar.

Tras considerar las distintas aportaciones, pero valorando la profundidad con que Fernando Martín Martín  aborda el estudio del Pabellón Español, con la consulta en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca de la lista en que Ucelay, comisario general de la Sección de Euzkadi, marcó los nombres de los expositores [30], es obligado dar por buena su relación. En ella, efectivamente, se encuentra Bernardino Bienabe Artía, que queda confirmado por el interés personal que hacia él tuvo el ministro Manuel Irujo. Pero, como hemos dicho, no hay que descartar, a priori, que hubiera rotación de pinturas en los paneles de la Sección de Euzkadi, y, en tal caso, los nombres indicados pudieron también haber estado presentes en la exposición. Es lo que cree Eloína Vélez en su tesis sobre la historia del Museo de Bellas Artes de Bilbao [31].

Añade Martín: “El solo repaso de los nombres y títulos que componen esta lista de artistas vascos, nos sitúa y nos hace ver, de que se trata de una muy buena representación de la pintura regional vasca: En sus lienzos aparecen de manera fidedigna, los caracteres propios de un pueblo y una raza. Tradiciones y festejos, alternan con el quehacer cotidiano, en el campo o en el mar, enmarcados siempre bajo el paisaje que les vio nacer”.

«Uno», también conocido como «Retrato de un hombre leyendo», de Bernardino Bienabe Artía, 1934. Museo de Bellas Artes de Bilbao

Tal estimación no concuerda, en principio, con la pintura de Bienabe expuesta, Retrato (Fernando Martín) o Retrato de un hombre leyendo (Francisco Javier Muñoz), que la reconocemos en el titulado Uno (adquirido al pintor por la Diputación Foral de Bizkaia para el Museo de Arte Moderno de Bilbao en 1934 con ocasión de la III Exposición de Artistas Vascongados), teniendo presente que las obras expuestas en el Pabellón  procedían en su mayoría del Museo de Arte Moderno de Bilbao [32]. Josefina Alix no dudó en identificarlo así en su comisariado de la exposición retrospectiva del Pabellón de París en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de 1987 al incluirlo entre los fondos expuestos [33]. Pero no concuerda con la descripción de Martín si comparamos el retrato Uno con la pintura etnográfica del arquetipo vasco unido al paisaje al estilo de los Zubiaurre, pues se identifica más con una pintura  moderna de síntesis expresiva al modo de Daniel Vázquez Díaz epígono de Cézanne [34], cuyas pinturas conocía bien Bienabe. Por su planteamiento formal sí estuvo en concordancia con la idea que el Pabellón Español deseaba transmitir de modernidad y apertura al exterior de nuestras artes plásticas. El hecho es que, sin embargo, la mayoría de las obras expuestas no fueron obras vanguardistas, sino de corte realista incluso academicista [35]. El retrato aportado por Bienabe representa a un hombre joven, visto en posición lateral, sentado en una silla sobre cuyos brazos se apoya con un libro abierto en las manos, aunque el personaje levanta de él sus ojos en actitud pensativa. Viste chaqueta americana y camisa azul de cuello abierto, y en el fondo una tela sugiere con sus pliegues el estudio del artista preparado para la ocasión [36].

Las pinturas de Bienabe en el Museu Nacional d’Art de Catalunya

Terminada esta exposición, que no se prolongó seis meses más tal como quería la organización por el enrarecimiento político que se observaba en Europa, de forma que el Pabellón Español comenzó a demolerse el 28 de febrero de 1938, Bienabe decidió abandonar París para dirigirse a Barcelona, ciudad que le era familiar por haber participado el año anterior en una exposición colectiva, de la que no tenemos más que esta única referencia. Hay  que recordar que en Barcelona residía desde el 31 de octubre de 1937 el Gobierno de la República.

Creía Bernardino que en Barcelona se encontraba uno de sus hermanos, posiblemente Adolfo, desde donde suponía estaba realizando gestiones para rescatar a su novia Jacoba que había quedado aislada en Madrid, pero no consiguió localizarle. Refiere Seisdedos que en la capital catalana anduvo al principio a la deriva, sin saber qué hacer [37] decidiéndose finalmente a presentarse al Gobierno, “para hacer oferta sencilla de servir a la república”, en palabras de Julián Martínez [38]. Lo cierto es que le encargaron cubrir un servicio de control en el puerto, que, además de pesado, le obligaba a presentarse a diario a las autoridades. Más de una vez debió lanzarse precipitadamente bajo las vagonetas del transporte portuario ante los ataques aéreos del enemigo. Todo aquello, y la pobreza que veía por doquier, hirieron su sensibilidad de artista. Y un día decidió abandonar su cometido y no volverse a presentar ante sus responsables.

Martínez nos entera que en esta ciudad “colaboró en el diario “Euzkadi en Catalunya”, participando en exposiciones con pintores, exaltando la epopeya de la lucha y sirviendo con la conciencia de su deber en diversos cargos durante los días afligidos de la lucha civil”. Tal información no debe tomarse más que con gran cautela, pues no parece creíble que tendiera con sus pinceles a ninguna exaltación, sino a una reflexión en torno a la realidad circundante que había vivido sobre la “triste experiencia de un mundo insólito, cruel e insolidario”, como así la describía en las entrevistas realizadas en 1983 y 1984, independiente de una asignación concreta a cualquiera de los dos bandos en lucha [39].

Bienabe explicaba en tal ocasión haber pintado algunas sugerencias que le impuso la Guerra, apuntes de aquel apocalipsis que, tras pasar a Francia al término de la confrontación expuso en la Salle Lumen del 3 Rue Garancière de París. Se trató de una exposición, inaugurada el 7 de julio, patrocinada por el diario L’Aube, refrendada por el Gobierno Vasco en el exilio. Expuso pinturas como Éxodo vasco y Apocalipsis, dramática visión de unas mujeres desollando un mulo muerto en una calle barcelonesa. Fueron obras que se deduce fueron pintadas a la manera expresionista de Vlaminck, a juzgar por lo escrito por Galoyer sobre el colorismo “febril” de su paleta, con las que intentaba superar el recuerdo angustiado de la dramática Guerra Civil. La situación del pintor era muy precaria: “Sólo le quedan los dedos para pintar y, como a los artistas, muchos sueños esperando”, y añade el crítico su llamamiento “a los amigos del periódico para abastecerle de medios materiales” [40].

Museo Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) Barcelona

En el pasado mes de mayo del año en curso tuve la agradable sorpresa de recibir una información de mi colega en el campo de la museología Elena Llorens Pujol, Conservadora adjunta del Departamento de Arte Moderno y Contemporáneo del Museu Nacional d’Art de Catalunya, dándome cuenta de la existencia en los fondos del Museu de cinco pinturas de Bernardino Bienabe Artía consideradas a priori parte “del lote de obras del Pabellón de la República que quedaron depositadas en Barcelona y que nadie recogió”, ofreciéndome la posibilidad de investigar su procedencia y analizarlas al detalle [41]. Estas obras habían sido incorporadas al catálogo de la obra del pintor que publiqué en 1991 usando tan solo referencias indirectas [42].

Como he dicho, las pinturas del pintor guipuzcoano figuran en el catálogo de este Museo como “muy probablemente procedentes de la Exposición Internacional de París, 1937” y “exhibidas en el Pabellón Español, “o de la República”, 1937”, pero lo cierto es que no ha quedado constancia documental de ello ni de que formaran parte de las exposiciones de pintura vasca itinerante por diversas ciudades europeas promovidas por el Gobierno de Euzkadi, aunque sí pudieron ser enviadas a París con este propósito. Salvo que se demuestre lo contario, estos lienzos los pintó Bienabe en Barcelona, donde fueron enmarcados por Estampería Bordas [43], y por alguna razón (trabajo al servicio de, compensación por el apoyo recibido…) pasaron a depender de organismos de la República (el Gobierno o la Generalitat).

Son las siguientes obras:

Busto de superviviente [Bust de supervivent, MNAC 14074]

1937. Óleo sobre tela. 68,5 x 50 cm. Obra firmada y datada Bienabe / Artía / 1937, en el ángulo inferior izquierdo (según el espectador). Reverso: sobre la tela en letra cursiva y tinta negra Busto de superviviente [letra que podría ser de su autor] y etiqueta de Gran Estampería José Bordas; sobre el bastidor en la parte superior [19]37.

Descripción: Hombre joven de complexión fuerte, representado de medio cuerpo, desnudo, de rostro reconcentrado, ligeramente inclinado, ante el mar sugerido tras él. El título que le da su autor es el “superviviente”, se supone que ante el naufragio de su nave. El tema del mar, los trabajos en él y la tragedia inherente a las condiciones de peligro en que se desarrolla esta labor, son temas predilectos de Bienabe Artía.

Bibliografía: Art contra la guerra, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1986, pág. 151, cat. s/núm., reproducción en negro. (catálogo de la exposición homónima); Catàleg de pintura segles XIX i XX. Fons del Museu d’Art Modern, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1987, pág. 174, cat. núm. 212, reproducción en negro; ZUBIAUR CARREÑO, F. J. Bienabe Artía. San Sebastián, Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, 1991. Cat. nº 38, pág. 268. Reproducción en negro.

Dos mujeres [Dues dones, MNAC 14073]

Hacia 1937. Óleo sobre tela. 100,5 x 100,5 cm. Obra firmada Bienabe en la parte inferior izquierda (según el espectador). Sin data.

Descripción: Dos mujeres representadas de medio cuerpo, en posición lateral, con expresión grave de preocupación y dolor contenido ante una paisaje de luces contrastadas, que amenaza más que protege. La primera de ellas se lleva la mano derecha a la cabeza mientras que con el brazo contrario protege contra su pecho a una ¿niña? de facciones borrosas, una de tantas criaturas indefensas ante el peligro ¿la guerra? La segunda, a la derecha, parece acompañarla en el dolor tomándola del brazo.

Bibliografía: Art contra la guerra, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1986, pág. 150, cat. s/núm., reproducción en negro. (catálogo de la exposición homónima); Catàleg de pintura segles XIX i XX. Fons del Museu d’Art Modern, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1987, pág. 173, cat. núm. 211, reproducción en negro.

Hombre tocando la guitarra [Home tocant la guitarra, MNAC 145110]

Hacia 1937. Óleo sobre tela. 110 x 80 cm. Obra firmada B Bienabe / [1]93[7], en el ángulo inferior izquierdo (según el espectador) [44]. Sin data.

Descripción: Un hombre de edad madura, con su bigote ya cano, con una guitarra entre las manos en posición de tañer sus cuerdas. El fuerte claroscuro impide identificar con seguridad el primer término, una repisa o mesa en la que reposan, de modo decorativo, puede que también simbólico, una careta y una pipa de fumador. La pintura se inserta en la temática social que el pintor cultivó en su juventud al contacto con la tradición pictórica española.

Bibliografía: Art contra la guerra, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1986, pág. 151, cat. s/núm., reproducción en blanco y negro. (catálogo de la exposición homónima); Catàleg de pintura segles XIX i XX. Fons del Museu d’Art Modern, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1987, pág. 174, cat. núm. 214, reproducción en blanco y negro; ZUBIAUR CARREÑO, F. J. Bienabe Artía. San Sebastián, Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, 1991. Cat. nº 40, pág. 268. Daba como cierta su datación en 1937. Reproducción en negro.

Pescadores del País Vasco [Pescadors del País Basc, MNAC 14072]

Hacia 1937. Óleo sobre tela. 60 x 73 cm Obra firmada Bienabe Artía en el ángulo inferior derecho (según el espectador). Sin data. Reverso: sobre el lienzo cuño de tinta donde aún es posible leer GINEBRA y BARCELONA.

Descripción: Cinco pescadores de cuerpo casi entero -uno de los cuales abraza a un niño que oculta su rostro bajo el brazo de su protector, situado a la derecha- se representan alineados en dos planos superpuestos ante un paisaje montuoso lamido por el mar, sobre cuyas aguas en calma se muestra la proa de un barco, con tres palos de su arboladura, que deja ver su título en el casco: ELKANO. En sus diferentes actitudes, mirando al frente o inclinando su rostro, sugieren el drama de quienes viven del mar a costa de mil peligros. Es la espera del marinero que marchó a ganarse la vida y tarda en volver. La espera se hace tensa, quizás con resultado trágico. Alternan expresiones de tensión, preocupación y resignación en los marineros, caracterizados con sus remos y ropa de trabajo. Un tema muy propio de su autor en el contexto de la pintura marinera guipuzcoana.

Bibliografía: Art contra la guerra, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1986, pág. 150, cat. s/núm., reproducción en negro. (catálogo de la exposición homónima); Catàleg de pintura segles XIX i XX. Fons del Museu d’Art Modern, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1987, pág. 173, cat. núm. 210, reproducción en negro; ZUBIAUR CARREÑO, F. J. Bienabe Artía. San Sebastián, Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, 1991. Cat. nº 41, pág. 269. Da como cierta su datación en 1937. Reproducción en negro.

Retrato masculino  [Retrat masculí, MNAC 14075]

Hacia 1937. Óleo sobre tela. 64 x 44,5 cm Obra firmada Bienabe / Artia, en el ángulo inferior derecho (según el espectador). Sin data. Reverso: sobre el bastidor etiqueta moderna de Sit Transportes Internacionales, S. A. donde figura como prestador el M.A.M. [Museo de Arte Moderno]

Descripción: Retrato de hombre de edad avanzada, con bigote, representado de lado, vestido someramente con chaqueta y jersey sobre la que asoman los cuellos de su camisa. Parece ir tocado con barretina morada al estilo de los payeses catalanes.

Bibliografía: Art contra la guerra, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1986, pág. 151, cat. s/núm., reproducción en blanco y negro. (catálogo de la exposición homónima); Catàleg de pintura segles XIX i XX. Fons del Museu d’Art Modern, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1987, pág. 174, cat. núm. 213, reproducción en blanco y negro; ZUBIAUR CARREÑO, F. J. Bienabe Artía. San Sebastián, Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, 1991. Cat. nº 39, pág. 268. Da como cierta su datación en 1937. Reproducción en negro.

Estas pinturas fueron localizadas en las salas de reserva del Palau Nacional de Montjuic, entre los fondos del antiguo Museu d’Art Modern de Barcelona, inaugurado en 1934, hoy parte del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) [45] Allí se encontraba una serie de obras -unas 270 entre pinturas, esculturas, dibujos y grabados- casi todas ellas fechadas entre 1937 y 1938, cuyo denominador común era su tema, que aludía a la Guerra Civil española. Fueron “reconocidas” en 1986 con ocasión de la revisión previa a las dos exposiciones celebradas con motivo del cincuenta aniversario del Pabellón Español:  Arte contra la guerra, en el Palau de la Virreina de Barcelona, comisariada por Manuel Arenas y Pedro Azara, y Pabellón español: Exposición Internacional de París, 1937 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid con Josefina Alix como comisaria [46]. En ambas figuraron parte del conjunto aparecido. El descubrimiento “era especialmente significativo porque algunas de ellas llevaban en el reverso una etiqueta del Pabellón Español de la Exposición de Arte y Técnica de París de 1937” y se habían dado por perdidas, anota la entonces directora del MNAC Cristina Mendoza [47]. Ella las relaciona con aquellas obras que llegaron a París procedentes de distintos lugares de España no para ser expuestas permanentemente en la segunda planta del Pabellón (esto las diferenciaba del Guernica de Picasso, por ejemplo, específicamente concebida para integrarse dentro de la arquitectura del edificio) sino para renovarlo periódicamente o para ser mostradas fuera de él y se refiere en concreto a la muestra de la escuela vasca de pintura en el castillo Maisons-Lafitte, próximo a París, que también albergó arte catalán [48]. A diferencia de la sección de Euzkadi, de la que se conocen nombres de expositores, de los que colgaron sus obras en la sección de Catalunya no se sabe nada, a excepción de las obras de Julio González y Joan Miró. Acierta Mendoza al afirmar que “al hablar de las obras del pabellón, se confunde el hecho de que una obra se enviase con el que efectivamente se expusiera” [49].

¿Se evacuaron a Ginebra los cuadros de Bienabe pintados en Barcelona?

Sello existente en el reverso del lienzo «Pescadores del País Vasco»

La mención de las palabras Ginebra y Barcelona del sello en el reverso de una de las pinturas del Museu d’Art Moderne de Barcelona (luego transferida al Museu Nacional d’Art de Catalunya), en concreto en la titulada Pescadores del País Vasco (1937), plantea un interrogante sobre el devenir de este cuadro de Bienabe y quizás también del resto del lote del pintor guipuzcoano depositado al terminar la guerra en las reservas del Palau Nacional de Montjuic.

Como es sabido, la inseguridad vivida en las semanas previas a la entrada de las tropas nacionales en Barcelona (que se produjo el 26 de enero de 1939) movió al Gobierno de la Generalitat a evacuar el patrimonio artístico mueble a lugar seguro, en  el caso de los fondos del Museu d’Art Moderne de Barcelona el sitio escogido fue la Iglesia parroquial de San Esteve de Olot [50], en tanto una selección de fondos de arte medieval catalán se habían trasladado en 1937 al Museo Jeu de Paume de las Tullerías parisienses donde comenzaron a exhibirse con gran éxito de público bajo el título de L’Art Catalan du Xè siècle au XVè siècle, para pasar a continuación, con la ayuda técnica del Museo del Louvre, al castillo de Maisons Lafitte, cerca de París, después de lo cual se trasladaron desde la capital de Francia al Palacio de la Sociedad de Naciones de Ginebra, en Suiza, bajo el paraguas del Comité International Pour la Sauvegarde des Trésors d’Art Espagnols, creado a instancias del pintor José María Sert, en virtud del acuerdo alcanzado con el Gobierno de la República instalado en Figueras desde el 22 de enero de 1939 (Acuerdo de Figueras, 3 de febrero de 1939) [51], donde coincidirían con otros fondos del Tesoro Artístico Nacional -Museo del Prado, Palacios Real y del Escorial, Academias y otras instituciones del Estado español- que se habían trasladado desde Valencia y ahora reunido en varios depósitos del norte de Cataluña con el fin de llevarlos hasta Perpignan en camiones por el paso fronterizo de Le Perthus y desde allí a Suiza por tren hasta la estación ginebrina de Cornavin, a la que llegaron el 13 de febrero de 1939.

Entrada al Museu d’Art Moderne de Barcelona en 1980, también sede del Parlament de Catalunya

No quiero decir con esto que el cuadro o los cuadros de Bienabe formaran parte de los fondos del Museu d’Art Moderne de Barcelona para esa fecha, pero sí es posible que dependiesen de la Generalitat de Catalunya (que había decretado el 24 de julio de 1936 la incautación de todos los bienes situados en edificios de instituciones públicas del territorio catalán con el fin de protegerlos) o, por elevación, del Gobierno de la República instalado en Barcelona tras su salida de Valencia, pues Bienabe se había puesto a su disposición tras llegar a la capital huido desde Irún. Estos fondos evacuados eran tanto públicos como particulares y consta que parte de ellos se depositaron en el Museu d’Art Moderne de Barcelona en sus reservas del Palacio Nacional de Montjuic [52]. Los cuadros evacuados no volvieron a Barcelona hasta el 17 de setiembre de 1939, cuando quedaron como depósito del Museu seguramente por disposición del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional (SDPAN) creado por el Gobierno de Franco [53]. Las obras de arte catalán depositadas en el castillo de Maisons Laffite fueron formalmente entregadas por el Gobierno francés a Eugenio d’Ors como Jefe de Bellas Artes de la España nacional el 8 de marzo de 1939, aunque permanecerían en Francia hasta el término de la Segunda Guerra Mundial, 1945. D’Ors no exigió inventario de ellas aunque confirmó a Joaquim Folch i Torres, Director General de los Museos de Arte de Barcelona, como conservador de estas obras [54].

¿Los lienzos de Bienabe Artía fueron llevados a París y después a Ginebra como tantos bienes incautados o sólo se trasladó a Ginebra el titulado Pescadores del País Vasco y el resto del conjunto se separó para ser exhibido en las muestras de pintores vascos de París para luego ser reintegrado a su lote originario, o es posible que Bienabe pintase nuevos cuadros para dichas exhibiciones? Tan larga pregunta tiene difícil respuesta porque los bienes enviados a Ginebra partieron sin sus fichas de identificación, y el inventario que hizo la Sociedad de Naciones es “un jeroglífico” [55]. Pero hay un hecho claro: si Bienabe aún seguía conservando la propiedad de sus cuadros no pudo reclamar su devolución al verse obligado al exilio [56], lo que explica fueran “descubiertos” entre los fondos almacenados del Palau Nacional de Montjuic.

En 1939 Bienabe embarca en Burdeos con destino a Chile para después asentarse en Bolivia, y no volverá a España hasta 1948. Se libró en Le Perthus de ser internado en los campos de refugiados españoles en Francia por su aplomo al salirse con disimulo de las filas de detenidos y preguntar en correcto francés al guardián por una dirección desconocida. Le ayudó su porte distinguido.

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Imagen de la portada: Bernardino Bienabe Artía en 1934. Fotografía sacada de la prensa de la época.

Las imágenes de las pinturas pertenecientes al Museo Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) han sido amablemente cedidas para su uso en este artículo.

Notas

[1] Esta posibilidad, inevitable en tiempos de guerra, ya la apunta SAAVEDRA ARIAS, R. (2011) “El exilio del patrimonio artístico español durante la Guerra Civil (1936-1939”, en  Nuevos horizontes del pasado: culturas políticas, identidades y formas de representación. Actas del X Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea (coord. por Ángeles Barrio Alonso, Jorge Hoyos Puente y Rebeca Saavedra Arias) Santander, Publican.

[2] VIGLIONE, A. “Bernardino Bienabe Artía prepara una exposición antológica de su obra pictórica”, La Voz de Guipúzcoa, 26.01.1961, pág. 12.

[3] Sobre la vida de Adolfo Bienabe Artía consúltese http://www.asociacionrepublicanairunesa.org

[4] Nota 124 de la página 53 de MUÑOZ FERNÁNDEZ, F. J. (2017). El museo ausente. La evacuación del Museo de Arte Moderno de Bilbao a Francia durante la Guerra Civil. Bilbao, Universidad del País Vasco.

[5] Dentro de la Dirección General de Bellas Artes hubo una Sección de Museos y Bellas Artes en la que trabajaron dos oficiales, el pintor y dibujante Juan de Zabalo Txiki, desde noviembre de 1936, y a partir de enero de 1937, el también pintor y amigo de Ucelay, Julián de Tellaeche, que había sido nombrado con anterioridad por el Partido Nacionalista Vasco custodio del tesoro religioso de las parroquias del País Vasco, y tenía experiencia en la defensa del patrimonio desde meses atrás. Tellaeche fue el encargado de las tareas relacionadas con los museos, por lo que a él le correspondieron las gestiones vinculadas al Museo de Arte Moderno de Bilbao y otros museos, según MUÑOZ FERNÁNDEZ, F. J. (2017). El museo ausente. La evacuación del Museo de Arte Moderno de Bilbao…, cit., pág. 36.

[6] MUÑOZ FERNÁNDEZ, F. J. (2017). El museo ausente. La evacuación del Museo de Arte Moderno de Bilbao…, cit., págs. 52-53 y 154-155.

[7] Entre el 8 y 14 de febrero de 1938 se celebró la exposición Peinture basque ancien et moderne en Bruselas, en el foyer del Théatre Royal des Galeries St. Hubert, coincidiendo también con la actuación de “Eresoinka” en la ciudad. A partir del 5 de marzo la siguiente  exposición se celebró en La Haya –Baskische Moderne Schilderkunst o Pintura Vasca Moderna- en la sala Van Dijk, aunque sin coincidir con la actuación de “Eresoinka”. Las noticias al respecto nos son muy claras, pues parece que el destino de estas obras de arte fue dispar, pues mientras algunas participaron en diferentes exposiciones, como acabamos de explicar, otras fueron retenidas o desaparecieron. Las obras que permanecieron en París, del Museo de Arte Moderno de Bilbao y de particulares, se depositaron en la sede de la empresa de transportes France Transports Domicile, y no se enviaron a Bilbao hasta marzo de 1941, según explica VIAR, J. (2017) Historia del arte vasco. De la Guerra Civil a nuestros días (1936-2016) Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao. Tomo I, pág. 24.

[8] MUR, P. (1991) Antonio de Guezala y Ayrivié 1889-1956. Bilbao Museo de Bellas Artes de Bilbao, pág. 132.

[9] MARTÍN MARTÍN, F. (1982) El pabellón español en la Exposición Universal de París en 1937. Sevilla, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

[10] El régimen del general Franco o la “España nacional” participaría, como contrapunto a la Exposición Internacional de París, con un pabellón en la Bienal de Venecia de 1938, en la que participaron los artistas José de Togores, Pedro Pruna, Fernando Álvarez de Sotomayor, Gustavo de Maeztu e Ignacio Zuloaga, que recibió la medalla de oro en el certamen de pintura, además de los escultores Enrique Pérez Comendador, Pablo Mañé y Quintín de Torre. El escritor Eugenio D’Ors fue nombrado comisario general del pabellón español.

[11] Al comisario general José Gaos se unieron otros de las comunidades con representación monográfica, el de Cataluña Ventura Gassol y el del País Vasco José María Ucelay; más otros comisarios generales adjuntos, José L. Vaamonde y Max Aub; un secretario general, Hernando Viñes; un agente comercial,  Emilio Estilles; un arquitecto colaborador, Antonio Bonet Castellana; el Director de Bellas Artes Josep Renau y los artistas españoles residentes en París Pablo Picasso, Joan Miró, Julio González y el escultor Alberto Sánchez, que se reunían en la Oficina del Patronato de Turismo Español del Gobierno español en el Boulevard la Madeleine. Estos detalles se explican además en  PÉREZ ESCOLANO, V.-LLEÓ CEÑAL, V.-GONZÁLEZ CORDÓN, A.-MARTÍN MARTÍN, F. “El Pabellón de la República Española en la Exposición Internacional de París, 1937”, en  BOZAL, V.-LLORENS, T. et alii (eds.) (1976) España. Vanguardia artística y realidad social: 1936-1976. Barcelona, Gustavo Gili, 1976, págs. 30-31.

[12] MENDELSON, J. (2009). El Pabellón Español París, 1937. Barcelona, Ediciones de La Central, pág. 3; LOEWEL, A. (1937) “La Exposición de París 1937. Ojeada política”, Mi Revista, Barcelona, año II, nº 21 de 15 de agosto.

[13] MARTÍN, F. “Un hito en la cultura española del siglo XX. El Pabellón de la República”, en V.V.A.A. (1986) Art contra la guerra. Entorn del pavelló espanyol a l’Exposició Internacional de París de 1937. Barcelona, Palau de la Virreina, Ajuntament de Barcelona, pág. 238.

[14] MARTÍN, F. “Un hito en la cultura española del siglo XX. El Pabellón de la República”, cit., pág. 239.

[15] MUÑOZ FERNÁNDEZ, F. J. “Las colecciones particulares de arte durante la Guerra Civil y la posguerra en Bizkaia”, en COLORADO CASTELLARY, A. (ed.) (2018) Patrimonio cultural, guerra civil y posguerra. Madrid, Fragua, pág. 59; y COLORADO CASTELLARY, A. (2021) Arte, botín de guerra. Expolio y diáspora en la posguerra franquista. Madrid, Cátedra, pág. 74.

[16] Las Bases a las que debían ajustarse los concursantes a la Exposición de Arte y Técnicas de París de 1937, concernientes al Pabellón de España, establecían unas dimensiones del local  para la sección de artes plásticas reducidísimas, de no más de 8 m lineales de muro, lo que obligaba a que las dimensiones de las obras a exponer no excedieran de 1,50 x 2 m de altura para la pintura. Y, como norma general, no debían representar una provocación para cualquier Gobierno representado en París  (ALIX TRUEBA, J. (1987) Pabellón español: Exposición Internacional de París, 1937, cit., pág. 269)

[17] El Château de Maisons-Lafitte o de Maisons simplemente, está situado entre París y Versalles, en el departamento de Yvelines, a orillas del río Sena, y es considerado una obra maestra de la arquitectura barroca civil del siglo XVII.  El arquitecto Domènec Escorsa Badía uno de los comisionados nombrados por la Generalitat de Catalunya para levantar el Pabellón Español confirma que esta exposición era independiente del Pabellón (M.A. / P. A. “Entrevista con Domènec Escorsa”, en V.V.A.A. (1986) Art contra la guerra. Entorn del pavelló espanyol a l’Exposició Internacional de París de 1937. Barcelona, Palau de la Virreina, Ajuntament de Barcelona, pág. 244.

[18] CALVO SERRALLER, F. (dir. ) (1991). Enciclopedia del Arte Español del siglo XX. I. Artistas. Madrid, Mondadori, pág. 203.

[19] ARRIBAS, M. J. (1979) 40 años de arte vasco 1937-1977. Historia y documentos. Zarauz, Itxaropena, pág. 12; BARAÑANO, K. (1981) Ucelay. Bilbao, Caja de Ahorros Vizcaína, pág. 65, nota 55.

[20] MARTÍN MARTÍN, F. (1982) El pabellón español en la Exposición Universal de Paría en 1937, cit. pág. 35.

[21] Situada a caballo de los barrios Odeón y Notre-Dame-des Champs, en el distrito 6. Debe su nombre a Marie-Joséphine de Savoie, princesa de Cerdeña, llamada “Madame” porque era esposa de “Monsieur”, el hermano de Luis XVI, es decir el Conde de Provenza, futuro Luis XVIII. Las obras se devolvieron a su origen con mediación directa de la Gestapo, ya que las autoridades nacionalistas vascas se negaron a entregarlas al Gobierno de Franco. Es una información de COLORADO CASTELLARY, Ar. (2021) Arte, botín de guerra. Expolio y diáspora en la posguerra franquista. Madrid, Cátedra, pág. 74.

[22] Tanto Martín como Alix atribuyen las obras al Museo de Bellas Artes de Bilbao, cuyos fondos quedaron a cubierto de bombardeos enemigos en el Depósito Franco del muelle de Uribitarte en Bilbao. Fue el Museo de Arte Moderno quien evacuó las obras a París y de ellas se nutrieron las exposiciones de arte vasco, junto a otras obras de procedencia particular (requisadas por el Gobierno de Euzkadi mediante el Decreto para  la Defensa del Tesoro Artístico en su propio territorio, Diario Oficial del País Vasco de 13 de octubre de 1936). Esto lo confirma el propio Javier Viar, director posterior del Museo de Bellas Artes. Es conveniente aclarar que el Museo de Arte Moderno de Bilbao era propiedad de la Diputación Foral de Bizkaia y que había sido inaugurado en 1924, fusionándose con el de Bellas Artes en 1945, que a su vez era propiedad del Ayuntamiento de Bilbao y se había inaugurado en 1908. A partir de la fusión de ambos sólo existe un solo Museo de Bellas Artes de Bilbao regido por un Patronato donde están representadas ambas instituciones. Véanse MARTÍN MARTÍN, F. (1982) El pabellón español en la Exposición Universal de Paría en 1937, cit. pág. 35; ALIX TRUEBA, J. “La organización de la participación española en París, 1937”, en el libro coordinado por ella en 1987 Pabellón español: Exposición Internacional de París, 1937. Madrid, Ministerio de Cultura, pág. 30; y VIAR, J. (2017) Historia del arte vasco. De la Guerra Civil a nuestros días (1936-2016) Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao. Tomo I, pág. 24.

[23] ARRIBAS, M. J. (1979) 40 años de arte vasco 1937-1977…, cit. pág. 15.

[24] MARTÍN MARTÍN, F. (1982) El pabellón español en la Exposición Universal de Paría en 1937, cit. pág. 214.

[25] COLORADO CASTELLARY, A. (2021) Arte, botín de guerra. Expolio y diáspora en la posguerra franquista. Madrid, Cátedra, pág. 74, nota 132.

[26] COLORADO CASTELLARY, Arturo (2021) Arte, botín de guerra. Expolio y diáspora en la posguerra franquista. Madrid, Cátedra, pág. 74, nota 132.

[27] Fernando García Alegría nace en Bilbao en 1895. En 1911 emigra junto a su familia a Buenos Aires donde asiste a clases de pintura. A su regreso a Bilbao expone con gran éxito y por primera vez en 1916. Viaja a París y entra en contacto con las corrientes pictóricas del momento y con el grupo de artistas vascos allí residentes. Se establece en Madrid hacia la década de 1930 y una vez terminada la Guerra Civil regresa a Bilbao. Se integra en el ambiente cultural de la ciudad y participa en numerosas exposiciones y eventos artísticos que en ella se celebraron. En su pintura las iniciales influencias modernistas de Anglada Camarasa y de los pintores franceses, fueron derivando hacia otras más modernas y vanguardistas con vigorosas pinceladas y paleta vibrante. Esta fulgurante trayectoria quedó truncada en 1952 cuando Fernando García Alegría murió repentinamente.

[28] MUÑOZ FERNÁNDEZ, Francisco Javier (2017). El museo ausente. La evacuación del Museo de Arte Moderno de Bilbao a Francia durante la Guerra Civil. Bilbao, Universidad del País Vasco.  Cap. 2.

[29] LLANO GOROSTIZA, Manuel (1975) Manuel Losada. Bilbao, Espasa Calpe.

[30] En la nota 11 de la pág. 183 de su libro sobre el Pabellón Español, citado, explica de donde proceden estos datos, que son de los catálogos existentes en el Archivo de Salamanca (P. S. Barcelona, carpeta 47) CENTRO DOCUMENTAL DE LA MEMORIA HISTÓRICA. SALAMANCA (Listado de posibles artistas que participarían en el pabellón de la exposición Internacional de París de 1937. Sigla: CDMH_PS_BARCELONA_C047_EXP011

[31] Ella piensa que la participación vasca en la Exposición Internacional fue bastante autónoma con respecto al Comisariado General. Véase VÉLEZ Y LÓPEZ, E. (1992) Historia del Museo de Bellas Artes de Bilbao, 1908-1986. Tesis doctoral bajo la dirección del Dr. Jesús Hernández Perera. Madrid, Universidad Complutense (Facultad de Geografía e Historia. Departamento de Historia del Arte II. Moderno) Recurso electrónico.

[32] Así lo estima también Eloína Vélez. Véase VÉLEZ Y LÓPEZ, E. (1992) Historia del Museo de Bellas Artes de Bilbao, 1908-1986, cit.

[33] ALIX TRUEBA, J. (dir. y textos) (1987) Pabellón español: Exposición Internacional de París, 1937, cit.

[34] Véase mi libro Bienabe Artía. Donostia-San Sebastián, Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, 1991.

[35] LLORENTE HERNÁNDEZ, A.: “La guerra en el arte de las vanguardias del siglo XX. Una aproximación a la representación del horror en la pintura vanguardista”, en CABAÑAS BRAVO, M.- LÓPEZ-YARTO ELIZALDE, A.-RINCÓN GARCÍA, W. (coords.) (2009). Arte en tiempos de guerra. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, págs. 229-230.

[36] Uno (1934) Óleo sobre lienzo. 100 x 70,3 cm Museo de Bellas Artes de Bilbao (nº de Inventario 82/2284) Depósito de la Excma. Diputación de Vizcaya (Fecha de ingreso: enero de 1935) Obra firmada BIENABE [1934] Bibliografía: ARTEDER. BASE DE DATOS DE ARTE VASCO. Museo de Bellas Artes de Bilbao; Museo de Arte Moderno de Bilbao. Catálogo. Año de 1935. Uno (figura) Cat.. nº 227. Medidas que figuran: 100 x 80 cm.; Catálogo de Arte Moderno y Contemporáneo. Museo de Bellas Artes de Bilbao. Bilbao, Banco de Vizcaya, 1980, pág. 167. En este catálogo las medidas que se dan son 100 x 70 cm.; ZUBIAUR CARREÑO, F. J. (1991) Bienabe Artía. Cit. Cat. nº 35, pág. 268. Reproducción en negro.

[37] SEISDEDOS, J. L. (1975) “Bernardino Bienabe Artía, 1899”, en el catálogo Bienabe Artía (1899) (Decano de los pintores guipuzcoanos), Bilbao, Galería Arteta, pág. 33.

[38] MARTÍNEZ, J. (1982) Vida y carácter de la obra del pintor Bernardino Bienabe Artía (1899). San Sebastián, Diputación Foral de Guipúzcoa, pág. 50.

[39] ZUBIAUR CARREÑO, F. J.  (1990) “El nombre y la obra de Bienabe Artía en su testimonio”, Boletín de Estudios del Bidasoa, nº 7, pág. 222.

[40] GALOYER, R.  (1939) “Un peintre basque -Artía Bienabe expose Salle Lumen”, Paris, L’Aube, núm. indeterminado de la primera quincena de julio. En su artículo informa de otras obras expuestas, todas ellas recientes, como  Notre-Dame au soleil couchant, La Seine à Saint-Denis, Enghien le soir, Place de Montmorency, y escenas apacibles: cabras pastando en un prado, barcas planas junto al río, o retratos como el del periodista Enderez, también refugiado; una sólida figura de marinero, una melancólica Ausencia cargada de pensamientos; una niña en un soleado jardín.

[41] Agradezco a mi colega Elena Llorens el interés hacia mi persona y hacia la figura del pintor Bienabe en su propósito de conocer mejor la naturaleza de los fondos contemporáneos del Museu Nacional d’Art de Catalunya, a su cuidado directo, así como las informaciones enviadas (datos catalográficos, proceso de restauración y fotografías).

[42] ZUBIAUR CARREÑO, F. J. (1991) Bienabe Artía, cit.

[43] Estampería Bordas. Herencias. Antigüedades. Calle Banys Nous 14, Barcelona. Ya en 1897 existía en la calle Puertaferrisa, 8, Barcelona, aunque podría tener sus antecedentes en la casa fundada en 1744 en la calle Cururulla, 5 (Según el Catàleg  del Patrimoni Arquitectònic, Històric-Artístic i Paisatgístic dels Establiments Emblemàtics de la Ciutat de Barcelona. Categoria E3: Elements d’Interès Paisatgístic. Ajuntament de Barcelona, s. f. Accesible en: https://docplayer.es/76358219-Cataleg-del-patrimoni-arquitectonic-historic-artistic-i-paisatgistic-dels-establiments-emblematics-de-la-ciutat-de-barcelona.html.

Según información de Elena Llorens, los cuadros mantienen sus marcos originales, por lo que la etiqueta de la Estampería Bordas ha ayudado a datar las pinturas y el lugar donde se realizaron con absoluta seguridad.

[44] La persona que catalogó esta pintura en el MNAC ha dudado en la data al interpretar la firma haciéndola constar como Bienabe / 19?? o bien B. Bienabe / 93, datación imposible pues su autor ya había fallecido, señalándola en rojo como advertencia en su ficha correspondiente. El 4 de setiembre de 1936 incontrolados anarquistas incendiaron Irún lo que supuso para Bienabe la pérdida de gran parte de su obra que se hallaba en la Paseo de Colón 44 (¿) (pág. 31 de mi libro biográfico), además al comienzo de las hostilidades había huido a Hendaya desde donde se dirigió a Barcelona, luego esta pintura no puede ser del año 1931, como cabría pensar de una primera lectura de su fecha, sino de 1937, como el resto de sus pinturas existentes en el Museo de Arte Moderno de Bilbao. Catálogo. Año de 1935 MNAC.

[45] En 1987 las colecciones de arte de los siglos XIX y XX del Museu d’Art Modern sito en el Palau de la Ciutadella de Barcelona -incluidas las pinturas de Bienabe- iban a trasladarse al Palau Nacional de Montjuic en proceso de remodelación para acogerlas en el nuevo Museu d’Art de Catalunya (actualmente MNAC), lo que se cumplió en 2004 en virtud de la Ley de Museos aprobada por el Parlament de Catalunya en 1990. El motivo, que el Palau de la Ciutadella iba a ser ocupado totalmente por el Parlament, pues desde que se restableciera en 1976 la Generalitat de Catalunya, compartía espacio con el Museu d’Art Moderne. En el catálogo de obras del MNAC figuran las de Bienabe Artía en las págs. 173-174 (aunque en su índice se apuntan erróneamente las de 210-214) y figura su adquisición en las provenientes de Exposiciones Oficiales de Arte, en concreto la Exposición de Arte y Técnica de París, año 1937 (pág. 1141) Así lo hace constar la directora del Museu d’Art Modern Cristina Mendoza en “Història de les col-leccions”, y en particular en el epígrafe “La guerra civil i el retorn al Palau de la Ciutadella”, dentro del Catàleg de pintura segles XIX i XX: fons del Museu d’Art Modern. Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 1987, págs. 10-33

[46] ALIX. “El pabellón español en la Exposición Internacional de París, 1937”, cit. Presentación; V.V.A.A. (1986) Art contra la guerra. Entorn del pavelló espanyol a l’Exposició Internacional de París de 1937. Barcelona, Palau de la Virreina, Ajuntament de Barcelona.

[47] MENDOZA, C. “Las obras de la Guerra recuperadas en Barcelona”, en V.V.A.A. (1986) Art contra la guerra. Entorn del pavelló espanyol a l’Exposició Internacional de París de 1937. Barcelona, Palau de la Virreina, Ajuntament de Barcelona, págs. 244-247. Elena Llorens y Eduard Vallès suponen que fueron “ocultadas para preservarlas de una destrucción posiblemente segura por cuanto todas eran obras de artistas comprometidos con la República” (LLORENS, E.-VALLÈS, E. (2021) “El fondo de obras de la Guerra Civil del Museu Nacional: historia y memoria”, Blog del Museu Nacional d’Art de Catalunya. Acceso: blog.museunacional.cat)

[48] Otras exposiciones análogas fueron la organizada por la Generalitat de Catalunya sobre Arte Catalán de los siglos X al XV, en el Jeu de Paume (París), luego trasladada al castillo de Maisons-Laffitte ampliando su contenido. También conviene recordar que en 1936 se había celebrado una exposición de arte contemporáneo catalán a favor de las víctimas del fascismo, que tuvo lugar en la Oficina Española de Turismo de París.

[49] MENDOZA, C. “Las obras de la Guerra recuperadas en Barcelona”, cit. pág. 246.

[50] Sobre las condiciones favorables de este lugar para albergar los fondos reunidos véase PÉREZ CARRASCO, Y. (2018) Patrimonio confiscado: la incautación y el éxodo de colecciones de arte privadas en Barcelona durante la Guerra Civil (1936-1939) Barcelona, Base. Cap. 3.

[51] Texto del acuerdo en  COLORADO CASTELLARY, A. (1991) El Museo del Prado y la Guerra Civil. Figueras-Ginebra, 1939. Madrid, Museo del Prado, págs. 128-130.

[52] Así lo confirma  PÉREZ CARRASCO, Y. (2018) Patrimonio confiscad, cit. pág. 71, que también destaca la falta de documentación existente para identificar obras y propietarios, pág. 120 y ss.

[53] ÍDEM. pág. 154 y ss.

[54] COLORADO CASTELLARY, A. (1991) El Museo del Prado y la Guerra Civil…, cit., págs. 237 y 260. En París, no obstante, quedaron dos grandes conjuntos exhibidos en el Pabellón Español: la colección de Artesanía y Trajes Populares, depositada en el Museo del Hombre del Trocadero y la colección de Arte Vasco,  en el 79 bis de la Rue Madame de París, custodiada hasta la partida a Perú de Julián de Tellaeche en 1952, “entregándolos entonces a Agustín Alberro Picavea, Delegado del Gobierno de Euzkadi en París,  en cuya Delegación estarán hasta 1978”. Véanse ALIX TRUEBA, J. (dir. y textos) (1987) Pabellón español: Exposición Internacional de París, 1937, cit. cap. 9, pág. 164-169; y PLAZAOLA ARTOLA, J. (1994) Pintores vascos. En las Colecciones de las Cajas de Ahorros. Bilbao Bizkaia Kutxa / Gipuzkoa Donostia Kutxa / Vital Kutxa, vol. III, pág.131.

[55] Ver PÉREZ CARRASCO, Y. (2017) “Más allá de la frontera: de Barcelona a Ginebra. Noticias sobre el éxodo de colecciones de arte privadas a finales de la Guerra Civil”, Goya, Revista de Arte, nº 359 (Ejemplar dedicado a Coleccionismo), págs. 152-163. Fueron frecuentes las intersecciones en las políticas de los gobiernos autónomos de Cataluña y de Euzkadi con las que desplegó el Gobierno de la República, tal como recoge Joaquim Nadal i Farreras en el prólogo a Patrimonio confiscado de Yolanda Pérez Carrasco y Arturo Colorado en  El Museo del Prado, cit., pág. 219 y ss., que describe las diferencias políticas entre los responsables “rojos y nacionales” encargados del inventario en Ginebra, y en concreto menciona que las obras procedentes de Cataluña carecían de documentación e indicación de origen, pág. 224.

[56] Véanse además los estudios esclarecedores: NADAL I FARRERAS, J. “El escudo del arte. Proyección e itinerancia durante la Guerra Civil en Cataluña (1936-1939)”, en COLORADO CASTELLARY, A. (ed.) (2018) Patrimonio cultural, guerra civil y posguerra. Madrid, Fragua, págs. 71-95; SERRA ARMENGOL, M. Ll. “Arte en tiempos de guerra. Los orígenes de los depósitos de arte en la Guerra Civil y su destino durante la posguerra en Cataluña”, en IDEM, págs. 151-165; y PÉREZ CARRASCO, Y. “El exilio del patrimonio artístico catalán durante la Guerra Civil: París y Ginebra. Análisis de las fuentes documentales”, en IDEM, págs. 431-456. Sobre las vicisitudes del exilio de obras de arte catalanas a Ginebra véase también COLORADO CASTELLARY, A. (2021) Arte, botín de guerra. Expolio y diáspora en la posguerra franquista. Madrid, Cátedra, e ÍDEM (dir.) (2010). Arte salvado. 70 aniversario del salvamento del patrimonio artístico español y de la intervención internacional. Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales.