Una pintura de Vicente Berrueta a sumar a las ya catalogadas

El contacto con mis lectores, a través de esta página, depara a veces gratas sorpresas. Tal ha sido el ofrecimiento de catalogar una pintura en propiedad privada del pintor guipuzcoano Vicente Berrueta Iturralde, nacido y fallecido en Irún (1873-1908), del que tan solo están controladas cuarenta y tres pinturas debido a la prematura muerte del artista, sin sucesores directos, y a la consiguiente dispersión de su obra. Una obra pictórica no exenta de interés, a la que me he referido en diversas publicaciones que el lector podrá consultar en este sitio web.

Se trata de un óleo sobre tabla de 36,5 x 24,5 cm. que representa, tras su identificación, la Calle de las Tiendas, de la villa de Fuenterrabía -hoy retitulada Hondarribia-, como podrá deducirse de este escrito.

Vicente Berrueta Iturralde. Calle de las Tiendas (Fuenterrabía, h. 1890)

La Calle de las Tiendas en una fotografía de la época

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es obra firmada V BERRUETA, con inicio de rúbrica, en el ángulo inferior derecho (según el espectador), encolor negro.

Firma del pintor

Procede de la colección originaria de los Srs. Ardanza Etcheverría (Leandro y Pilar, de San Sebastián), que posteriormente pasa a la familia Ardanza Goytia (en Bilbao), y sucesivamente a la familia Ardanza Marqués (Leandro, Eduardo, Ana y Rocío, también en Bilbao), que son bisnietos de sus primeros propietarios.

La identificación del lugar representado me ha llevado a concluir, con casi completa seguridad, que se trate de una calle del casco antiguo de Fuenterrabía, población situada a escasos kilómetros del lugar del nacimiento de su autor, a la que acudió con frecuencia no sólo a inspirar su obra sino a ejecutarla. Una fotografía antigua de aquella población induce a identificarla como calle de Las Tiendas, próxima al mercado de abastos, pues sus trazas se semejan bastante a la representación pictórica de Berrueta, donde tal vez, llevado de la originalidad o la estética, o por considerarla un estudio previo, eliminó de ella la torre barroca de la iglesia parroquial de Santa María de la Asunción y del Manzano, que la domina en altura, sustituyéndola por el cielo azul. Esta calle ya le interesó como motivo pictórico, pues en la póstuma exposición antológica de su obra conocida, en el Ayuntamiento de Irún, en 1984, figuró un cuadro bajo este mismo título.

El punto de vista escogido ofrece en primer término un ensanchamiento de la calle, quizás bifurcación con otra vecina, en ligera pendiente tal como muestra un punto de vista bajo. Se ofrecen, a la derecha, las fachadas de varias casas de entre tres y menos plantas que decrecen en perspectiva, destacándose de ellas diferentes saledizos (balcón y aleros de los tejados). En término medio se opone a ellas en sentido perpendicular otra casa que ofrece al espectador su fachada principal, con su gran puerta y ventana superior, obligando a la calle a estrecharse. Tras ella la línea de fachadas, opuestas a las primeras, se pierde en el fondo. En lo alto asoma el cielo sobre el que se recortan las construcciones.

Se ha pintado el conjunto de forma abocetada señalando las grandes masas sin detallar demasiado las formas, fiando la expresión a la sensación predominante que se desea en quien la contempla: destacar la humildad de un barrio a esa hora en que cae la tarde, con el suave declinar de la luz. Todavía ilumina ésta parte de la casona y los primeros términos, pero ya ha abandonado la estrecha calle, que permanece en la sombra, aunque persiste en su fondo. Es, pues, un estudio del claroscuro consiguiente, que el pintor ha plasmado sirviéndose de una paleta de ocres en sus varias gamas y con distintos empastes (más densos en primer término, donde las formas más se disuelven).  Las ramitas verdes de un árbol que se sugiere  en la parte superior izquierda, el perfil rojo de los tejados y el cielo azul son las únicas excepciones cromáticas en el amarillo oscuro predominante. La primera casa de la hilera de fachadas de la derecha ostenta un escudo en su pared y los bajos puede que sean los de un comercio, a cuyos pies unos bultos informes sugieren objetos amontonados. Parece que una figura humana se halla de pie donde la calle se estrecha.

Es la firma la que orienta su datación más que el acabado de la pintura, que por su abocetamiento parece tratarse de un estudio o análisis previo para una obra definitiva, lo que dificulta su atribución a un periodo concreto. Berrueta se afinca en su ciudad natal en 1895 tras sus años de formación en la Academia de San Fernando y el estudio de Joaquín Sorolla, en Madrid. En los años siguientes mantiene contacto con los pintores José Salís y Darío de Regoyos, afincado entonces en Irún, aunque se ausenta entre 1899 y 1901 por la concesión de una beca de la Diputación Foral de Guipúzcoa para ampliar conocimientos en París, en los estudios de Laurens y Constant. Muestra su obra pictórica en tal ocasión tanto en el Salón Permanente de la Sociedad de Artistas como en la Exposición de Bellas Artes, donde en 1900 alcanza el preciadísimo Diploma de Honor y Mención Honorífica.  En los años previos a su marcha a París pinta varias calles en la vecina Fuenterrabía –Calle de Las Tiendas y Calle Pampinot entre las más significativas- que en un estudio anterior yo situaba en torno a 1896 y venían firmadas por V. BERRUETA de manera parecida a la que consideramos propiedad actual de la familia Ardanza. No obstante, una paleta más clara aparece en las citadas, por lo que me inclino a pensar que esta Calle de las Tiendas pudiera ser algo anterior, dentro de su realismo inicial, en torno a 1890, en la época en que realiza sus estudios de Bellas Artes en la Academia de San Fernando y acude al estudio de Joaquín Sorolla, cuya huella en este óleo no está muy presente a no ser en el uso de la luz, de forma muy atemperada al carácter de su autor.

A nivel interpretativo, la enfermedad que Berrueta padeció en vida, una tuberculosis pulmonar de tipo febril, explica que, conforme a su progresión en el tiempo, una parte de su obra se dirigiese a espacios solitarios donde, ensimismado, huye de todo espectáculo conforme a su tímida personalidad. En esta elección pudo influir Regoyos, que a la humildad de sus temas -también atraído por el tipismo de las callejuelas- unía figuras espectrales de mujeres enlutadas, tal como aparecen en Calle Pampinot y se sugiere en la Calle que ahora consideramos. Berrueta veía la realidad contemplada a través de su interioridad.

Desde el punto de vista compositivo la pintura tiende al equilibrio, contrapesando los lados en torno al eje de la calle y su perspectiva lejana, pero al mismo tiempo denotando cierta variedad, ya que la casa de la izquierda se ofrece en posición frontal. Color resumido y delicada iluminación son características de su realismo que evolucionará en su paleta desde el principio de su carrera como artista a un naturalismo que desembocará en impresionismo en la etapa siguiente, con un colorido mucho más rico y un interés creciente por la claridad, donde la composición ya no la da el modelo natural  (la calle) sino que el pintor la escoge de manera más consciente, añadiéndole dramatismo en algún caso (Minazuri, La espera del marinero) también en conexión con la pintura social en torno a la vida del campesinado y del mar, pero ya bajo influencias francesas (Puvis de Chavannes, Bastien-Lepage y Cottet), dentro de un eclecticismo que también ofrece su propio interés.