Introducción
El presente catálogo fue objeto de las Prácticas Profesionales de Museos del que suscribe, bajo encargo de la Directora del Museo de Navarra, la Dra. Dña. María Ángeles Mezquíriz Irujo. Elaborado durante 1984, fue revisado y mecanografiado en septiembre y octubre del año siguiente. Este trabajo tuvo su oportunidad en el depósito provisional del Legado Maeztu a la Ciudad de Estella en las dependencias del Museo de Navarra, donde se procedía en dicho año a su restauración.
Fue entregado el Legado de Maeztu al Museo de Navarra por el Ayuntamiento de Estella, acompañado de unas listas de inventario -en parte no muy exactas-, realizadas por los estelleses el escultor Dn. José María Mínguez Albisu y el Director de su Casa de Cultura, Dn. Félix Muelas Argandoña.
Con la catalogación llevada a cabo se constatan las obras existentes en dicha entrega, que no quiere decir fueran todas las cedidas por Dn. Gustavo de Maeztu a Estella en su legado post mortem, dado que una parte de la obra del artista no se halla bajo control (así, por ejemplo, la casi totalidad de planchas litográficas).
Comprende este catálogo 440 obras, distribuidas del siguiente modo: 152 óleos, temples, acuarelas y gouaches; 252 obras gráficas; 35 autolitografías y 1 plancha litográfica. Se ha evidenciado, tras la catalogación, que tres o tal vez cuatro obras del conjunto no son de la autoría de Gustavo de Maeztu: así el Retrato de Vicente Euladio Araluce y González, repetidamente atribuido al pintor alavés.
En cuanto a la ordenación del material, nos parece oportuno indicar lo siguiente:
- Se sigue una ordenación por técnicas del material artístico, dada la complejidad que ofrecen los procedimientos del artista, muy personales y originales. Tal vez pueda pensarse que algunas técnicas dadas por simples, lo sean compuestas. En tal sentido, advertimos al lector que cuando así sucede es por que valoramos la primacía real que en la ejecución de la obra ha tenido para Maeztu una técnica concreta. Técnica mixta para nosotros es, pues, aquella en que intervienen al unísono y con igual categoría varios procedimientos.
- No hemos numerado las obras para su identificación posterior en la versión definitiva mecanografiada, por entender que así habríamos caído en la ligereza de otros que nos precedieron en el intento de clasificar esta obra y que dejaron -todos ellos- su correspondiente anotación numérica al dorso de las obras, con lógico perjuicio para la estabilidad de los soportes. Será necesario, pues, identificar títulos y obras, si este catálogo fuera dado por bueno.
- A este respecto añadiremos que se han respetado los títulos dados por el autor a sus obras; que cuando se desconocían, se han aplicado los que nos parecían más objetivos por la representación; y que en ciertos casos en que nos parecía más libre la identificación del título, ésta se ha puesto entre corchetes, tal vez actuando con demasiado escrúpulo por nuestra parte.
- Hemos puesto interés en reflejar el estado de conservación de cada obra en el acto de catalogación, por si fuera útil de cara a su restauración. Tristemente damos fe del abandono injustificable en que -para mal de nuestra “Cultura”- se tuvo el Legado Maeztu en los años posteriores a su fallecimiento y de modo especial tras su traslado al Ayuntamiento de Estella para la restauración del Palacio de los Reyes de Navarra, edificio en el que se ubicó en tiempos el Museo de Maeztu. Y, al propio tiempo, hemos certificado el gran valor artístico que tal colección posee, aún a pesar de su deficiente conservación.
La catalogación se ha llevado a cabo con el modelo que exponemos a continuación e incluye datos sobre:
- Título, subtítulo y en su caso dedicatoria
- Medidas de alto por ancho, en centímetros
- Procedimiento técnico y soporte. Observaciones al respecto
- Lugar de ejecución y año de realización (de los que en muy contados casos informan las obras)
- Firma y ubicación de la misma, si consta
- Exposición/es en que figuró la obra
- Publicaciones en que se reproduce
- Descripción del asunto y análisis técnico estilístico.
Finalmente, sólo nos resta añadir unas observaciones de carácter práctico. La primera, que la ordenación de las obras sigue la disposición alfabética (con completos índices para facilitar el control). La última, que las obras no firmadas -salvo que se indique lo contrario- son consideradas como auténticas de Gustavo de Maeztu.
Confiamos en que nuestro catálogo pueda servir de base al estudio que sobre Gustavo de Maeztu y Withney deberá hacerse en breve. Sólo así podrá comprenderse en su auténtica dimensión artística este Legado, de tan hondo valor sentimental para Estella y Navarra [1].
Para facilitar el manejo del catálogo se ha dividido en dos partes: Introducción y técnicas simples; técnicas mixtas y otros materiales.
El autor. 4 de Octubre de 1985
Índice
Técnicas simples
- Óleos
- Gouaches
- Acuarelas
- Temples
- Litografías
- Lápiz de grafito. Dibujos
- Carbones. Dibujos
- Pasteles. Dibujos
- Plumas a tinta. Dibujos
- Pinceles y tinta. Dibujos
Técnicas mixtas
- Carbones coloreados con gouaches. Dibujos
- Carbones acuarelados. Dibujos
- Carbones coloreados con pastel. Dibujos
- Lápices acuarelados. Dibujos
- Lápices coloreados con gouache. Dibujos
- Lápiz y tinta. Dibujos
- Técnicas mixtas varias
Otros materiales
- Plancha litográfica
- Fotos de Gustavo de Maeztu y recuerdos. Documentos y recortes de prensa.
Obras de otros autores
Índices (títulos catalogados, geográfico y onomástico)
Catálogo
Técnicas simples
Óleos
Aldeanas. Estudio
175,5 x 130. Óleo sobre lienzo.
Tres muchachas de pie, en posición escalonada, ante un intercolumnio de piedra, con dos arcos a la vista. En el ángulo inferior derecho, en primer término, un cesto con hortalizas. La primera y la tercera aparecen en posición tres cuartos, coincidiendo en la postura: el brazo derecho en jarras y sujetando el izquierdo la carga de la cabeza, que es respectivamente un cántaro y un cesto con uvas. En medio de ambas, de lado y con el rostro de perfil, pero dando la espalda al espectador, la tercera muchacha. No porta objeto alguno. Exhibe un atuendo popular: falda hasta los pies (dejando ver un zapatito impropio de una aldeana), blusa ceñida a la cintura y pañuelo como tocado, plegado por detrás. Maeztu idealiza a las aldeanas. Emplea una factura abocetada. Estudio de actitudes, de composición y de luz. La figura más hecha es la central: su falda está bien movida y coloreada con rojo y negro según el claroscuro. Las arquerías acabadas dejan ver un cielo azul fuerte, atemperado por la izquierda con lilas suaves. Maeztu posterga su canon femenino anguloso para presentar aquí otro más estilizado.
[Aldea vasca]
49 x 59 x 0,5. Óleo sobre plancha de uralita, con perforaciones en los ángulos para poderla colgar.
La plaza de una aldea vasca. A la derecha los arcos del pórtico de la iglesia, junto a los cuales corteja una pareja de jóvenes. Al fondo varias casas en claroscuro. Por encima el monte y cielo oscuro. Anochece. A la izquierda, en primer término, cuatro figuras masculinas en actitudes de fuerza, tal vez por jugar a la pelota, pues no lo puede precisar el corte de la plancha. Paleta de verde, ocre, blanco, azul y negro. Los dos primeros son los más utilizados. Bien resuelto el claroscuro. Las luces se representan con blanco y verde alimonado intenso. Se sombrea con azul morado y negro. Se somete la pincelada al dibujo.
Alegoría de Cantabria
94,5 x 83,5. Óleo sobre lienzo grueso. Al dorso escribe el pintor: “Cantabria, alegoría” / pintado por G. Maeztu. Se trasluce bajo la pintura la imprimación blanca.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Se reproduce a color en Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 50.
Ante un arco de piedra apuntado, en primer término, a la izquierda del espectador, una mesa con diversos objetos: un paño blanco, una hogaza de pan, una jarra de vedrío blanco sobre un paño rojo del que sobresale una mazorca de maíz y, en segundo plano, un botellón de cristal verde y sección cuadrada, con un farol. El conjunto forma un agradable bodegón, bien compuesto y natural, además de colorista. En el lado contrario, se aprecia bajo el vano del arco una campiña montañesa con su costa y un cementerio lejano, además de unos tejados que se asoman a la verde ladera, con la costa del mar a lolejos. El horizonte lo cierra el monte cubierto de nieblas. Cielo en transformación, entonado con azules, amarillos y carmines de varias gamas. La composición “prefabricada” no resta efecto al conjunto -que lo tiene- ni perspectiva, en una síntesis de buen hacer pictórico y sentido expresivo. En cuanto a resultados, es superior el primer término al fondo, al que se asignó una función ambiental de acompañamiento. Magníficos los ocres de la piedra y la composición cromática de los cuerpos de la mesa: el paño blanco sombreado con azul, el vario color rojo del paño que destaca aún más de la blancura de la jarra y a su vez ésta el verde del botellón y el dorado de la hogaza.
Alegoría de Guipúzcoa
94 x 84,5. Óleo sobre lienzo grueso. Escribe el pintor al dorso: “Guipúzcoa”, alegoría.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Ante un arco de piedra apuntado, se sitúan en primer término una silla baja con una vasija de barro (con vedrío blanco) y en ella unas flores, además de una casaca azul con bordados rojos; al pie un gorro con cascabeles. A través del arco con balconada de hierro, se aprecia una terraza con dos pescadores apoyados en un muro, mirando al mar. A la derecha unas casas, tal vez también de pescadores. Más abajo quedan un mirador al mar y el puerto. Lejos, tras el agua del mar, la costa del golfo con construcciones imprecisas y dos montes de poca altura, más el cielo de azules y carmines agrisados. La alegoría se compone de una alusión al hogar tradicional (silla, vasija y flores), al carácter festivo y alegre (la casaca de los alardes), a la danza (el gorro de cascabeles), al mar y trabajo (el propio mar, los marineros y sus viviendas) y a la naturaleza de Guipúzcoa. Los muros de piedra y la balconada tal vez aluden a su historia. Es un cuadro de composición preparada y efectista, bien construido, precisándose bien los términos. Colorista: dominan los tonos pálidos, fríos, con notas cálidas de rojo y naranja.
Alegría en la taberna de Amsterdam
150,5 x 140. Óleo sobre lienzo. Al dorso escribe el pintor en rojo: “Alegría en la / taberna de Amsterdam [esto último repasado a carboncillo] / Maeztu / Bilbao”.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Se reproduce a color con escasa calidad en Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 64, superior izquierda.
Una escena de interior con cuatro personajes. En primer término, de pie, un joven bien vestido parece hacer prestidigitación, sacando de su sombrero un gran pez. Tras él, sentados en una mesa, un hombre toma sopa, inclinado sobre su plato humeante; a su lado una joven fuma un pitillo; de pie, tras ellos, recortando su figura en la pared del fondo, un cuarto personaje, más bien grueso, parece brindar con su copa, que levanta con su mano derecha. Hay alegría en los rostros. La mesa se cubre con un mantel que se recoge por delante, mostrando pliegues y las piernas de la chica que se adivinan al fondo, entre la sombra. En la mesa, a la izquierda, varios objetos se colocan a modo de bodegón: una jarra con agua, dos tazas de café, una jarra con cerveza y una botella de licor. La luz llega de la izquierda, avivando el color hasta el extremo en el mantel, al que arranca un color amarillo vivo y sombras azules en las zonas de mayor intensidad, quedando en ocre las zonas menos irradiadas. Adecuada composición. Bien empleado el color: dominan ocres, rojos y azules pesados, combinados con blancos y grises azulados para obtener delicadezas materiales (el pez y los objetos de la mesa). Los rostros broncíneos de los personajes, iluminados con claroscuro contrastado, destacan sobre un fondo claro, gris verdoso, atemperado por transparencias amarillas. Rasgos físicos apasionados: labios carnosos y ojos oscuros. Pincelada suelta que rehúye detalles y alcanza el volumen con aparente facilidad.
Anochecer en la Catedral de Tuy
44,5 x 63,5. Óleo sobre tabla de madera de 2 cm de grosor. Al dorso escribe el artista y firma: “P. Catedral de Tuy. G. De Maeztu [a carbón]; “P. de Dña. Urraca [con tinta gris]; “Anochecer en la Catedral de Tuy. G. De Maeztu” [en azul].
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
La catedral sirve como fondo a una plaza por la que discurren transeúntes: dos religiosas a la izquierda (ante una casa parcialmente cubierta por un árbol), dos mujeres y un hombre, y otras dos mujeres a la derecha. A la catedral se accede por escalinata. La puerta de acceso queda a la derecha del eje imaginario del cuadro, aunque un rayo de luz dirigida hacia ella la convierte en el centro de interés. Atardece. SE prolonga la escena por la izquierda al progresar la fachada catedralicia lateral formando calle. Por ella avanzan las sombras. Cielo muy reducido en extensión, de tinte azul oscuro, resalta los perfiles de las construcciones. Dominio de ocres en una paleta limitada al gris-negro, verde, amarillo y breves entonaciones de azul, con algún toque atrevido de carmín.
Ante el altar
256 x 212. Óleo sobre lienzo. Obra inconclusa.
Se reproduce a color con escasa calidad en Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 46, inferior. Facilita medidas erróneas: 256 x 200 cm
Pintura inacabada que presenta siete personajes ante un altar sólo esbozado, construyendo las masas generales de la composición. Las figuras están prácticamente terminadas. Son figuras de aldea. Delante del altar hay dos mujeres cogidas de la mano, ambas de espalda, si bien se acierta a ver el perfil de una de ellas -la más retrasada-, pues vuelve la cabeza. Un pastor ladeado es la figura de mayor energía y mejor pintada del conjunto: lleva el zurrón al costado, con el cuerno y la capa; su rostro curtido. Al lado derecho queda una madre con su niño en brazos, de perfil y detrás una muchacha dirige los ojos al cielo. En el extremo opuesto se sitúa otra mujer, joven, con los brazos cruzados, de cara al grupo, con los ojos perdidos, en actitud de meditación. Son figuras modeladas con gran vigor, bien dibujadas, con sentido de la composición y de la perspectiva. Así da valor al escorzo, manifiesto en los brazos de las dos mujeres y el pastor que están ante el altar. En el ara vemos cuatro candelabros, una hornacina con la imagen siluetada de la Virgen y dos ventanas o similar, todo esbozado. El color es de una gran variedad, sombreándose con energía los pliegues de la ropa: rojos, amarillos, verdes y morado, blanco azulado. Son figuras sólidas, ben construidas, fuertes. Dotadas de movimiento las tres centrales.
Árabe y parisina
60 x 60 x 0,5. Óleo sobre plancha de uralita. Perforaciones en los ángulos superiores para suspender.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Una muchacha a la izquierda es cortejada por un hombre de raza y vestimenta árabe. Se han tomado de medio cuerpo. En la mesa, en primer término, una botella y un vaso, así como la mano del árabe con un puro entre los dedos. Ambos se sonríen y se dirigen las caras. Ella mira al suelo. Visten con elegancia: ella traje descotado y chal, con un largo collar cruzado a un la do con gracia, de cuentas verdes como sus pendientes, más sombrerito con plumas; él es maduro, con barba y anteojos en una cara de bon vivant. El fondo es verde indefinido. Composición adecuada. Atención por las calidades (ropas, piel, objetos de la mesa, adornos femeninos). Emplea blanco, verde y rojo fundamentalmente. Ella recibe la luz desde la izquierda, quedando el árabe en claroscuro.
Autorretrato
70 x 49,5. Óleo sobre lienzo.
Muestra el busto del pintor ladeado, volviendo la cabeza al espectador. Toca ésta con la boina. Viste chaqueta, camisa y corbata. Muestra un pañuelo azul en el bolsillo superior de la camisa, a juego con la corbata. Se trata de un hombre joven, cerca de la madurez, pintado con pincelada suelta y pasta ligera, sin entrar en detalles, centrándose en la representación del rostro, cuyos rasgos determina con exactitud. Los ojos se dirigen a la izquierda, como prestando atención hacia atrás. Aboceta el resto, en particular la chaqueta de color rojo oscuro. El color del fondo es opaco, gris verdoso sobre fondo azul. Empastes a la izquierda del rostro para indicar la luz.
Autorretrato
41 x 27,5. Óleo sobre lienzo pegado en cartón, con arañazos a la derecha. En el dorso figura la marca del proveedor -Hardy-Alan. París- y el núm. 160.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Busto del pintor joven, como de unos 20 años. Viste deportivamente con un abrigo de cuello levantado, camisa con lazo al cuello y sombrero de alas flexibles, adornado con una cinta. Inclina levemente la cabeza, pero levanta los ojos mirando con atención al frente. Es un muchacho delgado, de rasgos bien caracterizados, en especial boca, nariz y ojos, que denotan un hombre observador, inteligente. Se dio al fondo un color verde oscuro para destacar la figura por contraste, dado que está pintada con ocres. Materia fluida, con claroscuro delicado en la cara, representando con sensibilidad cromática la calidad de la piel (labios, brillos en la nariz y ojo izquierdo). Apariencia espontánea en la factura del busto, se atiene más a las líneas en la cabeza. Suave claroscuro en el sombrero. Buena ejecución.
Autorretrato
47 x 41. Óleo sobre lienzo. La tela está recortada, pueden faltarle varios centímetros de lado. Un parche al dorso.
Representada la cabeza y parte superior del tórax del artista, no totalmente de frente, volviendo la mirada hacia su izquierda. Viste chaqueta con chaleco y camisa. En el cuello lleva un lazo. Sobre su frente un ligero mechón de cabello. Estamos ante un muchacho casi adolescente. Se le ha figurado al aire libre, con un fondo de matorrales y monte a lo lejos y una leve línea de cielo azul. Clásico por su concepción, se abre a las tendencias paisajísticas de fines del siglo XIX. Pero hay en él un realismo académico y falta de naturalidad en la fusión de la figura y naturaleza. Interesan los empastes de color ocre-bermellón y blanco o siena en el fondo. Cierto puntillismo en los matorrales. Fondo desvaído.
Autorretrato
77 x 58,5. Óleo sobre lienzo.
El pintor joven de medio cuerpo, colocado casi de perfil, al aire libre, con cielo amplio y el perfil borroso del horizonte en la parte inferior. El conjunto está bañado por una luz suave de anochecer, que ilumina no obstante la cabeza del pintor. Viste de negro, parece que chaqueta con camisa blanca y lazo en el cuello. Lleva boina, algo echada atrás dejando escapar el cabello por delante. Los rasgos de la cara están cuidadosamente pintados, bien tomado el perfil, con atención al sombreado de la barba, los brillos y entonación de la piel. Es académico en su concepción, con paleta clásica española, un tanto velazqueño. Dominan el negro (atemperado con azul y rojo) en el ropaje, y verde azulado-grisáceo en el fondo, destacándose el tono cálido de la cara del personaje.
[Autorretrato]
45 x 54,5. Óleo sobre lienzo.
Puede tratarse de un autorretrato del pintor. Se ha representado de joven, casi adolescente. Aparece solo su busto, ladeado, aunque vuelva la cabeza para no ser tomado de perfil. Viste camisa, con lazo en lugar de corbata. Lazo que parece de color verde, con lunares rojos. La luz aclara el lado izquierdo de la cara, aguzando su nariz y mentón. Sobre la frente despejada cae un mechón de cabello. El pintor compone la figura de la siguiente forma: la coloca en la mitad derecha del lienzo sobre un fondo oscuro; a su izquierda, algunos toques leves de ocre parecen sugerir reflejos de la luna. La oscuridad deja sólo al descubierto la cabeza y cuello del pintor. Factura realista.
Beethoven y el poeta
96,5 x 118. Óleo sobre lienzo. Tres parches al dorso.
Se reproduce a color con escasa calidad en Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 66, inferior. Medidas equivocadas: 100 x 120.
Vemos en primer término a dos hombres sentados, que representan al poeta y al célebre compositor Beethoven. Detrás se alejan en el espacio una red de estanques delimitados por pequeños diques, con escalones, balaustres y un puentecillo. Varios cisnes nadan en uno de ellos. En el fondo unas filas de arbolillos crecen en la pradera y se destaca en el horizonte un castillo en ruinas (a la izquierda) y otro amurallado (al centro). Es vigoroso el modelado de primer término -que da reciedumbre a los cuerpos- y delicadamente poético el paisaje, como si fuera una consecuencia de la naturaleza ideal soñada por los creadores, el poeta y el músico. Se representa al primero mirando a Beethoven y a éste concentrado en si mismo, abstraído, como si ambos se inspiraran en ese momento. La contraposición de términos es correcta. Colorido frío (ocre verdoso, negro, azul turquesa, lilas, verdes alimonados), poco avivado por una luz que se presume de atardecer. Maeztu compone los cuerpos con ritmo, colocando bien las manos de los personajes: el poeta de perfil mira a la izquierda y apoya su mano derecha en la barbilla; Beethoven en segundo término, de frente, se acaricia las manos. Alcanza con éxito el volumen en los rostros.
Boceto para “Canto a la tierra”
54,5 x 67,5. Óleo sobre lienzo. Al dorso hay un papel adherido en el que el artista ha escrito: “Sondica / Maeztu”. Parece tratarse de un ejercicio previo para estudiar la composición de su cuadro Canto a la tierra, al que recuerdan el guitarrista y caballo de la izquierda, la bailarina central y el personaje tendido en el suelo, como asimismo el valle andaluz del fondo, aquí tapado en parte por tres figuras femeninas vestidas con trajes largos de flecos. Técnica abocetada, como corresponde a un estudio compositivo de masas y actitudes de los personajes que intervienen en escena.
Brindis
41 x 33.Óleo sobre cartón entelado. Al dorso una etiqueta indica su procedencia del mercado parisino: LEFRANC and CIE. PARIS. Diversas anotaciones de números.
Estado de conservación: en abril de 1984 se halla empolvado, con perforaciones arriba y abajo y puntas matadas, lo que podría disimularse al enmarcar.
La pintura trasluce un bosquejado anterior a carbón, que parece ajeno a esta obra.
Busto de aldeano casi totalmente frontal. Eleva con su mano derecha una jarra de vino para brindar. Su indumentaria y expresión un tanto bárbara, de beodo, nos lleva a clasificarle dentro de los tipos pueblerinos grotescos pintados por Maeztu. Sobre su blusa (¿) azul destaca un pañuelo blanco anudado al cuello y boina bien encasquetada. Su cara se anima con el vino, como así sus ojos. La una enrojecida; los otros brillantes. En los labios hay una sonrisa. La jarra chorrea vino, efecto que se consigue rayando el soporte imitando así los chorretones. La figura se pinta con soltura, abocetando con azules y ocres y materia poco empastada. El fondo recibe rojo por la derecha y verde al lado contrario, con empastes ocre-rojizos más a la izquierda. La luz que ilumina la cara del bebedor amarillea, como si fuera ocasionada por el resplandor del fuego.
[Bull-dog y palomas]
59,5 x 51,5. Óleo sobre lienzo grueso. La imprimación dada se aprecia por detrás.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Composición de naturaleza inerte y viva. Sobre una mesa, colocadas sobre un paño, yacen varias palomas muertas, una de ellas escorzada en primer término a la derecha. Detrás, un perro de raza bull-dog las mira sentado. A su derecha, una pieza de barro, tal vez una jofaina, volcada. En la mesa, descubierta por delante, se entreabre un cajón. El fondo es de color verde chillón, manchado con trazos pardos para restarle planitud. El perro tiene volumen y efectos lumínicos sobre la parte anterior de su cuerpo. Bien matizado el plumaje de las torcaces. Acertada composición.
Cabezas de burro
65,5 x 57,5. Óleo sobre lienzo.
Dos cabezas de burro, en situación paralela. De la primera se ve el cuello, que a su vez tapa el de su compañero. Las orejas de ambos se cruzan en la parte superior. Sobre la pared -teñida de verde grisáceo- se proyecta la sombra de la cabeza del burro situado a la derecha. Llevan sus arreos colocados. La pincelada distribuye bien la coloración del uno (gris) y del otro (marrón), tendiendo a ser envolvente para alcanzar el volumen preciso. Las crines, en cambio, se representan con trazos paralelos. Bien definida la luz, que aclara el entrecejo de las bestias, que posan obedientes.
Café de la Paix
100 x 110. Óleo sobre chapa de ocume, en cuyo dorso ha escrito el pintor: Café de la Paix / G. de Maeztu. G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Año de ejecución: 1918.
La terraza de un café. Dos hombres y una mujer toman unas copas sentados a una mesa mientras conversan. Parece tratarse de dos marroquíes y una muchacha de alterne. Sobre la mesa un mantel blanco ofrece en primer término unos pliegues. A la derecha, en primer plano, una botella de champagne, un azucarero, una copa y un vaso con líquido. Más allá un vaso con licor de menta y una pajita. El personaje de la izquierda -un hombre de pocas carnes y de piel renegrida tomado de perfil- se dirige a los otros dos sonriendo. En su mano derecha, que apoya en la mesa, sostiene una copa de champagne. Con la izquierda acciona, apoyando así su palabra. Enfrente, visto de lado, le escucha otro moro de tez cárdena, grueso y con expresión de bon vivant, bien vestido y orondo, con fez sobre la cabeza, con patillas y bigote. Apoya su brazo derecho en el mantel y sostiene un puro entre los dedos. Frente al espectador y entre ambos queda una señorita joven, vestida con un abrigo de pieles y de cuello alto. Lleva con coquetería un sombrero. En este momento bebe un vaso. Al fondo una ventana (y un jarrón a la izquierda), con una luz de crepúsculo procedente de detrás de la tapia que intuimos al fondo, por encima de la cual se sugiere la forma confusa de una casa. Es un cuadro de eminente composición, con buena modulación de términos y calidad pictórica. Destaca la expresividad de los blancos (mantel, camisas, abrigo, vasos), el papel dominante de los cálidos (rojos y ocres) y el contraste de los tipos que se retratan, con alusión a una vida de lujo y placeres. Tratados con gran acierto los primeros términos (bodegón y pliegues del paño).
Cafetín nocturno
60 x 75. Óleo sobre lienzo grueso, bien tensado. Parte de la imprimación pasa al dorso, donde escribe el autor: Cafetín nocturno / G. de Maeztu.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Se reproduce a color en Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 75, 2.
Escena de interior con representación de un hombre maduro y dos muchachas jóvenes, sentados en una mesa de un café. Sobre esta hay una copa con un refresco y una pajita en su interior, así como un paño arrugado. Las actitudes de los personajes son las siguientes: el caballero se dirige con la palabra a una de las chicas -la que se halla al centro de la composición en plano preferente- quien le mira con indiferencia, apoyando su cabeza en la mano derecha. Camuflada tras ella y tapándose la cara con el brazo, otra muchacha parece reírse de lo que el hombre dice a su compañera. La composición es acertada: el caballero está a la derecha de espalda, con su cara de perfil, pero extiende su brazo izquierdo sobre la mesa, mientras sostiene entre sus dedos una copa de licor. La muchacha de alterne equilibra con su figura la composición, en tanto que la otra tiene un papel secundario de contraste y relleno de los espacios libres. Sobre la mesa los objetos crean un pequeño bodegón, socorrido para establecer diferencias espaciales y fijar proporciones. Hay una relación de miradas a tener en cuenta por su valor sugerente. La escena choca al espectador, quien aprecia el esfuerzo del caballero por interesar con su conversación a unas muchachas de por sí indiferentes a lo que oyen, habituadas a su papel de alterne. Se aplica el color a grandes manchas que forman planos, sin entrar en detalles. La perspectiva se obtiene con gradientes de altura y tamaño. Atención por el claroscuro.
El campanar de Peralta
67,5 x 60,5. Óleo sobre lienzo grueso y tensado. Al dorso escribe el artista el título citado añadiendo: óleo / G. de Maeztu.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Paisaje con alta torre de iglesia, aislada, dominadora sobre las casas de su izquierda y el fondo, que forman sin duda parte del pueblo. Por una cuesta en primer término discurren varios personajes: una mujer (¿) y un hombre con su azada al hombro, más una aguadora. A la izquierda unas mujeres (¿) inician la subida de la cuesta montadas en sendas caballerías. Detrás un ensanchamiento del pueblo, con una casa en ruinas en lugar preferente y a su lado un carro tirado por un aldeano. Al fondo, por este lado, se pierde la calle. Por Detrás del pueblo y de la torre (de cuatro cuerpos y arco lateral) queda un monte de poca altura, salpicado de corrales. Cielo amplio, muy colorista, con tonalidades encendidas de rojo, verde, amarillo, amalgamados con azul y blanco, en menor cantidad. El intenso contraluz muestra la torre en semi-sombra y los términos anteriores -inclusive parte del pueblo- en luz. Se ha aplicado el color a base de manchas. Sólo se han construido previamente con el dibujo los grandes volúmenes. El color del cielo es intuitivo, muy matizado con pincelas cortas. Es audaz, pero hermoso.
[Cantareras por el Camino de la Ermita]
71,5 x 91. Óleo sobre lienzo.
Discurren por el camino, en primer término, tres parejas de muchachas con cántaros al costado, precedidas de una carreta tirada por caballos. Por encima de un muro de piedra, con escalinata de acceso, tras dos árboles pelados, vemos una ermita con espadaña y algunas casas del pueblo. Cielo azul, con resplandor amarillo por la izquierda. Luz tenue de atardecer en el resto. SE han abocetado las figuras de primer término. El conjunto de edificaciones no tiene el volumen necesario. Ocres y rojos aplicados sin gusto. Cierta ingenuidad. Perspectiva errada. Obra menor, tal vez de su época juvenil.
Canto a la tierra
223 x 288. Óleo sobre lienzo. Obra inconclusa.
Se reproduce a color en Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 54, inferior. Da medidas erróneas de 225 x 270 cm.
Escena al aire libre. Sobre una elevación del terreno, en primer término, se desarrolla una escena que describimos así: una pareja se halla sentada en el suelo, toca él la guitarra y ella se recuesta sobre su compañero, mirándose ambos; detrás un caballo en posición lateral, mueve la cabeza a la derecha, mirando a dos mujeres que hablan entre sí, lejanas y difusas. Detrás de su grupa, en el centro de la composición, una muchacha joven, llena de salero, canta con los brazos en jarras. Más a la derecha, tumbado al pie de una palmera escucha la canción ensimismado un joven. En el ángulo inferior derecho, en primer término, los aparejos de la montura del caballo sobre el suelo. Al fondo y más abajo, en el valle, las casas de un pueblo andaluz entre campos verdes. Lejos queda un monte bajo y el cielo rojizo de un crepúsculo. Es una pintura de aspecto mural y básicamente compositiva y alegórica de Andalucía (su tierra, el cante hondo, la guitarra, la mujer, el caballo…). No hay teatralidad: las posturas de los personajes son naturales y variadas, en un conjunto alegre, con importante papel del paisaje. El ángulo superior izquierdo, reservado a las dos mujeres en conversación, es la parte peor del cuadro. Da la sensación de que el pintor no ha sabido resolver ese espacio o, mejor, que no lo ha terminado. Está logrado el resto, sobre todo el conjunto de cantaora y pareja sentada. No tanto el caballo, que parece metido a la fuerza y congestiona el espacio. Es, además, musculoso en exceso y su desproporción choca con la natural anatomía del resto de los personajes. Esta exageración anatómica se observa también en el brazo izquierdo del guitarrista. De todas las figuras, la que se ha resuelto mejor a nivel pictórico es la de la cantaora: con apostura viste el traje de bailaora, amplio mantón floreado y zapato de tacón; en su cabello negro rizado lleva el adorno de una peineta andaluza. Correcto el fondo paisajístico, con casitas blancas entre arbolillos, medio en la penumbra. El empaste es vigoroso y el color variado, con buenos resultados, como lo demuestra la cantaora, con amarillos en el mantón y naranjas en la falda en contraste expresivo. Dominan, con todo, los ocres y verdes oscuros, fuertes, propios de un atardecer crepuscular. Acertados grises sobre la piel del caballo. En el cielo hay lejanías azules y turquesas, carmines y violetas de gran audacia colorista, que intentan a un tiempo equilibrar el peso de la composición, que se desequilibra a la izquierda.
El cazador de Baigorri
187 x 189.Óleo sobre lienzo. Este se divide en dos partes, como se advierte por la costura que coincide con el eje central imaginario del cuadro. En el bastidor del lienzo alguien ha escrito en rojo “Cazador” (Febrero de 1984).
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en ocre.
Se reproduce a color con escasa calidad en Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 74. Facilita medidas erróneas de 185 x 185 cm.
Una escena de interior. Ante el hogar de una casa rústica del Norte, el cazador paree sentado en una silla de mimbre, situándose casi al centro de la composición y en posición frontal. Es un tipo rechoncho y jocundo, que viste como aldeano de comienzos de siglo, con camisa, chaleco, pantalón grueso, faja y abarcas. Detrás, a su izquierda, una niña con vestido de volantes cubierto en parte por un delantal, sujeta por las patas traseras dos conejos muertos, mostrándoselos al cazador. Al pie de este sus compañeros los perros: uno de pie alza el hocico hacia los conejos y otro delante, en primer término, echado y dormido, al calor del hogar. Los cuerpos de los cánidos apareen laterales y la cabeza del que está echado aparece frontal. El conjunto de la estancia está cuidado y bien compuesto: en primer término, a la izquierda y al ángulo, el equipo del cazador (zurrón, la manta y escopeta) y tres palomas muertas tendidas en el suelo, junto a un bull-dog jadeante que nos mira. Por ese lado, en segundo plano pasea un gallo y más lejos un gato cerca de la lumbre parece amodorrado. En el lado contrario, en segundo plano, una mesa con mantel incluido y sobre ella unas hortalizas (cebollas y berzas), una jarra y objetos culinarios. Como fondo queda el amplio hogar, con morillos y lumbre, coronado por la gran campana de la chimenea. Esta presenta una repisa con faldones de tela y diversos objetos de cobre y de cristal: vasijas, candelabros, una imagen de la Virgen, almirez, porrón, etc. Se aprecia incluso el techo de la estancia, con sus vigas de madera y una ventana a la izquierda con barrotes, la cual permite comprobar que es de noche. La pared es de piedra y el suelo embaldosado en rojo. Es un cuadro de composición y de pormenores. Pesa más la mitad derecha del cusdro, lo que trata de compensarse con la mayor profundidad del lado contrario y el punto de fuga de la ventana. Los pormenores se reparten a uno y otro lado, con atención por los objetos. La luz del fuego contribuye a la brusquedad del claroscuro, manifiesto en el suelo, pared y rostro del cazador principalmente. Color empastado. Dos técnicas de pincelada dan el volumen necesario: formando masas de color y mediante toques cortos para alcanzar calidades (pelaje de los perros) y dar los efectos de luz (en las ropas). El dibujo es correcto. A destacar ciertos escorzos y su detallismo. Predominan los ocres y rojos sobre el verde y amarillo. Con negro se sombrea la boca del hogar. Algunos blancos se entonan bien (en el bull-dog y el mantel, donde alcanza buenas calidades con ayuda del azul y carmín). El centro de atención se sitúa en torno al cazador y en él mismo, cuyo rostro nos da la imagen de un hombre vividor, alegre y amante del buen comer y beber, seguramente.
La Clásica
150,5 x 110. Óleo sobre lienzo grueso, con materia empastada en primer término. Al dorso escribe el pintor: La Clásica / Bailarina / 1900 / G. de Maeztu.
Año de ejecución: 1900.
La bailarina en primer término, casi de cuerpo entero (no parecen los pies). No se ofrece totalmente frontal. Mira al frente, en efecto, pero su cuerpo muestra un perfil ondulado, con la rodilla izquierda flexionada. Su mano derecha se apoya en la cadera y lleva la izquierda a lo alto del pecho, posándola sobre el pañuelo que adorna su cuello. Lleva con gracia un sombrerito blanco sobre la cabeza, algo echado atrás, que contrasta con la negrura de sus cabellos ondulados, desparramados por los hombros. Viste como bailarina, con fantasiosa falda de flecos, semi transparente, efecto que se alcanza con blanco, amarillo, verde y malva en fuerte contraste con las medias rojas de sus piernas. Alcanza cromatismos de cierta abstracción formal. Cubre hombros y brazos con un colorista mantón español de atrevido cromatismo naranja, rojo, verde y amarillo. Aparece La Clásica en el interior de un patio, con dos columnas al fondo y unas escaleras a la derecha En el suelo de baldosa roja se proyecta una luz tenue. El rostro de la bailarina es bello, apasionado, con ojos oscuros y tez morena de gitana (¿). Es, sin embargo, fuerte y poderoso, en contraste con la delicadeza de la mano apoyada en el pecho, afilada y frágil. Con dibujo se ha construido la figura, pero el color se apodera de ella con el atrevimiento señalado (no renuncia, por ejemplo, a los negros). Hay en este lienzo una admiración del hombre por la belleza de la mujer española.
Don Tancredo López, Rey del Valor
98 x 75. Óleo sobre cartón. Al dorso escribe el pintor: Don Tancredo López / Rey del valor / G. de Maeztu.
Figura el retratado en primer término, en posición tres cuartos, ante un balconcillo en forma de arco, por el que se ve el ruedo y tribunas de una plaza de toros. Se desarrolla en la arena una corrida, pues vemos a un torero corriendo hacia el toro, con el capote en la izquierda. En el centro del ruedo un hombre se halla inmóvil sobre un podio. El toro lo embiste. Por encima del tejado de la plaza, al fondo, sobresale sobre el cielo azul una catedral. Luz suave de atardecer. Don Tancredo viste impecablemente de traje y corbata, con sombrero. En su hombro derecho una capa (¿) roja muestra su forro verde. Apoya su mano derecha en un bastón, en tanto que el brazo contrario permanece extendido, destacando un anillo entre sus dedos. Es un hombre maduro pero bien conservado. Enjuto, de ojos pequeños y nariz respingona, serio, sabe lo que hace. La escena del fondo parece indicarnos el cometido profesional de Don Tancredo, desafiando, inmóvil, al toro. Colores pardos pintados a planos en el traje del retratado, obteniendo claridades y volúmenes con pinceladas de azul y amarillo agrisados. Hay, con todo, toques cromáticos sueltos, como el amarillo verdoso del bastón, el verde de la corbata y el amarillo pálido de la cinta del sombrero, así como las notas de la capa. Aún consigue mayor volumen la figura en función de su colocación ante una pared blanca, cuya naturaleza cromática se obtiene con amalgama de azul, rosa y blanco. La pincelada se torna sutil al pintar en la plaza de toros y catedral los elementos constructivos de fino dibujo, sobre un fondo verde limonáceo con luz muy sugestiva de atardecida, que se contrapone con un contraluz de tono morado para representar la sombra. El cielo es azulado, un tanto grisáceo para representar la huida de la luz: resalta los perfiles de los edificios. Óleo bien compuesto y ejecutado.
Dos chinos
140 x 119,5. Óleo sobre lienzo. Al dorso un pequeño reentelado y el nº 15 anotado.
Se reproduce a color en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 69.
En primer término dos hombres de aspecto oriental, tomados de frente, el grueso algo más próximo al espectador. Este lleva las manos detrás y escucha sonriendo lo que le cuenta el compañero situado a su derecha, que es más alto y delgado y apoya sus palabras con un además de la mano. Están representados en posición de casi ¾, en la calle, como demuestran en segundo término -aunque difusos- varios transeúntes y edificios de aspecto igualmente oriental. La escena tiene su parte de humor, basado en el contraste de los dos tipos humanos. Bien establecidos los términos y coloreado el conjunto: tonos suaves al fondo, con predominio de verdes y amarillos, manchas de azul y carmín en primer plano contrastan con los vestidos pardos de los chinos y el tono broncíneo de sus rostros. Detalles de color en los pañuelos del cuello.
Droguero de pueblo
110 x 91. Óleo sobre lienzo grueso. Al dorso escribe el pintor a carboncillo: Droguero de pueblo. Oleo / G. de Maeztu / Nº 4 [El número se repite en el bastidor]. Aflora la imprimación blanca por detrás.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Se reproduce a color en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 55.
El droguero se halla sentado en una mecedora (¿) de paja en la calle del pueblo. Ante él la mesa, a la derecha, ofrece objetos diversos de su oficio y de las mezclas que está realizando. Estos son: dos paños, de los que uno cuelga por delante tapando en parte el cajón de la mesa; una vasija de barro; un porrón medio lleno de un líquido rojizo (que bien podría ser vino); un montón de polvo rojo; un botellón sujeto con el brazo izquierdo contra el pecho para hacer las mezclas y un almirez entre las piernas. El droguero tiene aire bonachón. Diríase por su semblante que es un buen bebedor y comedor. Al menos su rostro está encendido y la nariz roja no engaña. En la comisura de los labios sostiene una colilla de cigarro. Tras él queda un fondo de casasen claroscuro, con dos mujeres que trajinan lejos. Sobre su cabeza hay una forma imprecisa, tal vez un tejadillo o canaleta, con intención decorativa. Colorismo expresivo; así el blanco de su bata está muy estudiado en sus efectos lumínicos (en realidad son amarillos y grises que por contraste con el fondo aparentan blancura o, al menos, claridad). Contrastan los colores fríos (verdes y amarillos pálidos) con los cálidos (el tono bronceado de la piel del droguero y la nota audaz de color que nunca falta). Composición correcta de efectos un poco escénico. La figura tiene fuerza.
Estudio de color
46 x 62,5. Pintura al óleo sobre papel grueso ahuesado de 70,3 x 87,8 cm con una doblez en medio. Pigmento diluido con aguarrás. El dorso manchado por huellas de pisadas y anotación a rotulador negro de las medidas del espacio pintado.
Ejercicio cromático llevado a cabo con óleo bien disuelto en aguarrás, aplicado al soporte valorando las veladuras de unos colores sobre otros y el atemperado de los mismos, así como el poder sugeridor de la transparencia y la expresión de naranjas, ocres, azules, verdes y blancos aplicados en densa mancha o con arrastre de pincel y trazo horizontal alargado, o bien mediante trazos oblicuos paralelos débiles o gruesos, procurando la fusión de los mismos entre sí. El resultado da una masa aérea como atmosférica y evanescente, que recuerda los ejercicios llevados a término por Turner sobre la masa área del mar.
Eva
111 x 85.Óleo sobre lienzo. Al dorso se ha escrito el número 17.
Se reproduce a color de escasa calidad en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 57.
Desnudo de mujer joven en tamaño ¾ dentro de un paisaje con luz nocturna. La figura aparece lateral, como en actitud de avanzar hacia nuestra derecha, pero vuelve el cuerpo hacia el frente, al girar la cabeza hacia atrás para mirar sonriendo. Extiende el brazo derecho ocultando parte de la mano tras el muslo, en tanto que la contraria se posa sobre el seno izquierdo en actitud poderosa, que choca con la actitud del rostro, de cierta provocación. En el fondo parecen representarse unos jardines difusos por la luz de la noche, con una fuente (¿) y follaje a la derecha. El horizonte es bajo y en el cielo se mueven algunas nubes ligeras. El tipo humano es anguloso, fuerte y carnoso, un tanto rubeniano. La cabeza es sólida, con melena negra que cae por la espalda y enmarca la cara: resaltan en ella los ojos negros oblicuos y los labios rojos. Son los rasgos de una mujer joven llena de vida. Desde el punto de vista pictórico se ha empastado en abundancia el cuerpo de la muchacha, aplicando carmines, rosas y verdes armonizados con pincelada curva envolvente. Se cuida el sombreado, que es ligero. En el fondo quedan verdes y azules. Se aplica amarillo al verde en las zonas expuestas a la luz y el cielo -azul verdoso- apenas se calienta con carmín. El empaste es igualmente grueso.
Evening party
114 x 119. Óleo sobre lienzo. Al dorso ha escrito el autor el título. Parche en la parte inferior.
Interior de un casino inglés. En una amplia estancia lujosamente decorada con alfombras, chimenea, apliques de luz, cuadros y butacones, se encuentran diversas personas vestidas con trajes elegantes propios de una fiesta de alta clase, bien en grupo o diseminadas en primer término. Dos camareros se disponen a servir un cóctel a la derecha. Al fondo se comunica esta estancia con otra por un arco. En ella, algunas personas sentadas en butacas observan a los demás. Aquella queda en contraluz y el primer término en sombra. La luz arranca vivos matices en el color rojo de las tapicerías y de las alfombras. La pared de la chimenea queda parcialmente iluminada, contrastando malvas con ocres. Las cuatro figuras anteriores están definidas, mientras que las posteriores se abocetan haciéndose más transparentes. Las veladuras destacan en sus vestidos, pintados con negro, amarillo, verde y gris de gran sensibilidad. Buena modulación de los términos y distribución de luces, captando el aire en la distancia.
Gitanos
120 x 120,4 x 1. Óleo sobre plancha de uralita, atornillada a un bastidor de madera.
Una gitana sentada a mujeriegas en un borrico que se escorza levemente, volviendo la cabeza hacia nosotros. Detrás, en parte tapado por el borrico, un gitano sujeta del atalaje de la cabeza a una caballería. Al fondo un montículo y tras él una hilera de árboles de tronco vertical. El cielo oscuro nos habla de anochecer. La luz palidece ya, oscureciendo el fondo. Las figuras de primer término todavía pueden verse con claridad, en especial la gitana que recibe la luz en el pecho y falda. La pincelada modela con seguridad los volúmenes y con toques más breves trata de captar la instantaneidad de la luz (véase la camisa de la mujer). Es colorista el primer término (naranja de la falda, rojo de la manta de la montura, verde del pañuelo). En el resto se sirve el pintor del verde, ocre y negro (mezclado con el azul ultramar). Acertada composición e ilusión de perspectiva.
Gitanos
121 x 120,3 x 1. Óleo sobre plancha de uralita, atornillada a un bastidor de madera.
Una pareja de gitanos en primer término, vestidos a su modo particular, representados de medio cuerpo. Él, erguido coloca en jarras su brazo derecho u enrolla en el contrario la capa que cuelga de su hombro, llevando la mano a la faja. Ladea la cabeza hacia su compañera, que, en segundo plano, sujeta del ronzal a un caballo que en lo alto parece resistirse a que lo lleven. Ella viste un traje multicolor. El caballo se encuentra en difícil postura, escorzando su cabeza hacia el fondo. Parece como herido o doliente, como si se levantara del suelo con esfuerzo, en actitud poco natural. Los personajes se encuentran al exterior, en una verde campiña con follaje en primer término y casas al fondo, entre las que destacan tres torres. La luz es de atardecer y así lo indica el cielo verde agrisado y el escaso contraste de las formas. Bien medidos los términos. Verdes desvaídos en el fondo. La pareja de gitanos acusa un colorido más vivo, en especial el vestido de la mujer pintado a manchas amarillas, rojas, azules, grises y verdes. A destacar en el hombre su pañuelo rojo, chaleco verde ycapa marrón, y, especialmente, la camisa de un blanco atemperado por capas de rojo y azul, transparentando la base de color blanco.
Gustavo de Maeztu en 1919. Autorretrato
112 x 76,5. Óleo sobre lienzo. Al dorso escribe el pintor: Envío / G. de Maeztu / Estella Bilbao [esto último tachado] [raya] / Autorretrato / “G. de Maeztu / en 1919” /. Ha figurado en exposiciones / Londres. Gafton Gallery / Amsterdam. Museo Municipal / París. Galerías Dumlez [¿].
Ejecutado en 1919.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Se reproduce a color de escasa calidad en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973. En negro en el vol. II, p. 67 y en color falseado en el vol. IV, p. 47, que da de paso las medidas erróneas: 110 x 75.
Figura el artista en posición ¾, ladeado, con traje de chaleco, chaqueta y pantalón, camisa y pajarita a rayas rojas y negras. Un reloj luce sobre el chaleco. Toca su cabeza con un sombrero. Con la derecha se apoya en un bastón y en airoso contrapeso coloca en el costado su brazo contrario arqueado, sosteniendo a la vez su gabán. Fondo manchado de ocre y azul cielo. Predominan en la figura los ocres, con luces broncíneas sobre la vestimenta y que avivan su blanca camisa -en claroscuro blanco azulado-. Es un hombre joven, delgado pero de carnes poco prietas. Un mechón de cabello asoma a un lado desde su sombrero. Aunque mira a su izquierda, la sensación del espectador es que le mira con fijeza. Detallado con atención el rictus de los labios. Buen modelado y claroscuro.
Haarlem. Invierno
100 x 120,5. Óleo sobre lienzo. Al dorso escribe el autor: “G. de Maeztu / Haarlem / Invierno”.
Al dorso figuran igualmente varios adhesivos. En uno se dice: XXI. Esposiz. Biennale Internaz. d’Arte / di Venezia -1938- XVI / 298. Otro parece aludir a un pase o registro oficial. En uno más, escrito a máquina, se hace constar: “Giorn[ata] di solidaritá […] ver la Spagna. Venezia 29/5/1938 XV / Fratelli Spagnoli, / Oggi 45 millioni di Italiani esprimono illoro sentí / mento di fraternità per la Spagna Martire. La Spagna / sarà Nazionale e Cattolica. Questo lo volete Voi, questo lo vuole il Duce. “El bolchevismo sarà stirpato dalla / baionette ed un’unica incrollabile fede, / Arriba España ¡ un italiano di Mussolini”.
Ejecutado en 1938 (¿).
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Sobre un canal de agua encalmada una barcaza con dos hombres, cerca de la orilla, carga hierba. En la orilla de un islote (¿), tres más trabajan en el acarreo de la misma hasta la barcaza. Vemos la hierba amontonada. Detrás, sobre una ladera de parcelas cultivadas, una hilera de casas y al fondo grandes árboles tapan el cielo, en desproporción evidente. Interesan en este cuadro los efectos de transparencia y reflejos del agua, bien obtenidos. Predominan los verdes, ocres y azules, atemperados con rojos, en una escena con luz suave de atardecer, que apaga el conjunto.
Idilio negro
95,5 x 75. Óleo sobre lienzo. Al dorso escribe el autor: Idilio Negro / ó Leo / Nº 2 G. de Maeztu.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Se reproduce a color de escasa calidad en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, p. 67.
Dos figuras de medio cuerpo -una mujer joven y un hombre de raza negra y edad madura-, sentados en una mesa, en el interior de un cabaret (¿). Sobre la mesa, a la derecha, dos copas de champagne. Ella, en situación preferente y posición ligeramente lateral, lleva un vistoso traje de noche muy descotado. Coloca su brazo derecho sobre la cintura, arqueándolo. Vemos que lleva una pulsera en la muñeca. Colocando el codo del otro brazo en la mesa da la mano al hombre, colocado de frente, en segundo plano. Es fornido, aunque maduro, viste smoking y habla a su prometida. Aparecen sentados en un banco forrado de rojo, con unos cortinajes (¿) rojos al fondo por los que se filtra la luz. Interesante presentación de las manos. El caballero habla a la dama y ella escucha: aparecen abstraídos en su idilio. Llega la luz de la izquierda, aclara el pecho de la muchacha y la frente del caballero. El color contribuye a modular espacios: amarillo y verde en primer término (vestido de la chica), cuerpo rosáceo; malvas en segundo plano (mesa); negros en tercero (smoking); rojos en el fondo. El contraste de razas es patente y así se contraponen el perfil de ella y el rostro de él al fondo, con un efecto chocante. Pincelada larga y líquida, con empastes breves para representar efectos de reflexión de la luz.
Intimidad
66,5 x 59. Óleo sobre lienzo. Al dorso ha escrito el autor: G. de Maeztu / óleo / Intimidad.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Escena de interior. Dos muchachas desnudas, una sentada de costado en un sillón orejero cubierto por telas, adopta una postura similar a la de la “Maja” de Goya, posando, no realmente en una actitud natural. A su lado otra muchacha de pie se apoya en los brazos de un sillón cubierto igualmente por telas: su posición es frontal, aunque inclina la cabeza a la derecha. Parte de estas telas caen al suelo, dándole oportunidad de ejercitarse en la plástica. A su espalda dos pesadas cortinas, entreabiertas, permiten ver un lecho. A la izquierda, en un plano anterior a éste, hay una mesa circular con una silla adosada. Sobre la mesa un jarrón con flores y al fondo, en la sombra, un biombo desplegado y un cuadro en la pared. La escena está bien compuesta, midiendo los planos de la perspectiva con justeza, apurando el espacio plástico en realidad reducido. Hay equilibrio compositivo. El color se ciñe a las formas, bien dibujadas, mostrándose el pincel más libre al tratar las telas y actuando de forma aérea. La luz no presenta una procedencia bien definida, pero se plasma con delicadeza: se aclara la mesa e iluminan las flores, que reflejan sobre la mesa. El jarrón es traslúcido. Las telas de los sillones en parte se han iluminado, como asimismo los desnudos, brillantes y voluminosos. Las cortinas también reciben su parte de luz. Se modula con sensibilidad el claroscuro en el fondo. Ocres, azules agrisados, verdes y rojos.
Jota navarra
310 x 270,5.Óleo sobre lienzo.
El zaguán de entrada a una casa roncalesa idealizada. El punto de vista parte del interior al exterior, con varios planos diferenciados. El primero muestra el interior de un gran arco de piedra. En el lado derecho dos mozos roncaleses asisten al canto de la jota, colocados decorativamente uno de pie apoyado en la pared, con brazos y piernas cruzados y la chaqueta colgada al hombro, con giro de la cabeza a la derecha, dirigiendo el oído hacia el canto. Algo anterior a él, otro mozo se halla sentado en una silla, apoya el brazo izquierdo en su respaldo, mostrando la espalda y las piernas extendidas hacia el medio de la escena. Ambos mozos visten el traje roncalés con sombrero, camisa, chaleco, pantalón, faja, calzas y alpargatas. En el lado contrario se han colocado junto a la pared un cántaro, una herrada y un zurrón. Un pato y una gallina se pasean cerca. De la pared cuelgan dos argollas con una brida de cuero (¿). El segundo plano comienza pasado el arco, al comienzo del pórtico que da a la calle y a mano derecha una hermosa muchacha, vestida con el colorista traje roncalés, entona una jota, con el brazo derecho en jarras y el otro suspendido en el aire en actitud declamativa, con gracia femenina. A su izquierda -nuestra derecha- de tras, un hombre grueso, maduro, se halla sentado en una silla baja, de paja, tocando la guitarra. Como tercer plano, una larga mesa cubierta con mantel blanco que llega casi hasta el suelo. En ella varios objetos difícilmente identificables: una jarra de barro, carne sobre una tabla de picar, un kaiku de madera y varias hortalizas. Al otro lado de la mesa asisten al canto, por la derecha sentados o de pie, cuatro mujeres, dos con niños en brazos. Este plano se cierra con las columnas del pórtico de esta casa concebida como un marco escénico, adecuado al formato mural de este cuadro. Un cuarto plano muestra al pueblo con casas a ambos lados -enlucidas y encaladas sus paredes- y árboles que orillan un prado central. Un quinto plano, finalmente, añade campos en pendiente al fondo y el monte, con el cielo en lo alto. Avanza la tarde y se extienden las sombras. Pintura de composición decorativa, que mide bien los términos y elige con gusto los motivos, adecuándolos en su tamaño a la distancia visual que exige un mural. Así, modela a planos valientes de color los dos primeros términos, aboceta el tercero y se contiene la línea en los restantes. Emplea con preferencia los ocres, que entona con amarillo y verde en primera instancia. En el paisaje en sí introduce verdes agrios dentro de la zona sombría, que va azulando y mezclando a ocres y rojos en la distancia. Bien dosificada la luz, que matiza con atención en el suelo embaldosado de la estancia.
Juana Whitney, mi madre
184 x 124,5. Óleo sobre lienzo. Dos reentelados al dorso.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Se reproduce a color de escasa calidad en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 46 superior izquierda. Facilita medidas erróneas: 185 x 125 cm.
Aparece la madre del artista de cuerpo entero, de pie, al exterior, en un jardín. Posa en actitud pensativa, tomando su barbilla entre los dedos de su mano izquierda y descansando el codo sobre la mano contraria, a la altura de la cintura, al tiempo que esta otra se apoya en la empuñadura de la sombrilla que vemos inclinada en primer término. Por eso la figura se tiende muy ligeramente hacia delante. Se trata de una mujer madura, bien conservada. No bella, pero de facciones correctas, delicadas. Advertimos el parecido con el artista en los ojos y morbidez de las mejillas, en la palidez de la piel. Viste trajo negro largo, con puntillas del mismo color en las bocamangas. Destaca un detalle ornamental lila sobre su pecho y la blancura amarillenta de su sombrilla de seda. A su espalda se alza un árbol y más lejos vemos una escultura ornamental, unos arcos y agua estancada, con vegetación, todo ello muy desvaído en la luz del atardecer que invade la escena con coloración verdosa. Recuerda los retratos ingleses por el gusto compositivo y la elegancia, siendo la paleta española, principalmente el negro, en el que se advierten cualificadas matizaciones de gris y verde. Atiende las calidades materiales (vestido, sombrilla).
[Lechuza]
88,5 x 68. Óleo sobre lienzo.
Una lechuza posada en una peña que aparece en primer término. Está de perfil y el único ojo que es posible ver se vuelve al espectador. Por debajo corre un riachuelo entre rocas. Al fondo queda un pueblo semi ruinoso agazapado en el monte. Coloración fría, a base de verdes y azules. Malvas unidos a rojos y azules en el cielo, que es alto aparece turbulento. Se acentúa la perspectiva suavizando los tonos del fondo, que aparece difuso, con dominio del gradiente de saturación.
La leyenda de Don Juan
213,5 x 200. Óleo sobre lienzo.
Se reproduce a color de escasa calidad en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 52. Medidas erróneas de 215 x 200 cm.
Cuadro de composición y gran espacio. Se representa a la derecha a Don Juan, sentado, mirando al frente en actitud pensativa y como cansado. Se apoya con su mano izquierda en el asiento, cubierto por un manto desplegado, y extiende su brazo derecho para sujetar la espada que cae vertical sobre el suelo. Se le representa con las dos encarnaciones del amor: Doña Leonor desnuda en primer término, de espalda al espectador y recostada sobre la rodilla de Don Juan, pasándole el brazo por el hombro; y Doña Leonor vestida con el hábito religioso en segundo plano, de pie, en actitud también pensativa. Como fondo un pueblo solitario con torre almenada y el convento, ante el que se ven varias religiosas de hábito blanco. Horizonte bajo y cielo amplio de nubes turbulentas en movimiento, como las tensiones que se desatan en el interior de Don Juan. Cuadro escenográfico en el que las figuras se yerguen como estatuas, con peso decorativo evidente en el tratamiento de los espacios libres (paño plegado bajo el desnudo de Doña Leonor) y en el torbellino celeste anaranjado y gris. Modelado a grandes trazos de pincel. Luz tenue de atardecer, con el fondo en penumbra. La fortaleza viril de Don Juan contrasta con la delicadeza del cuerpo desnudo de Leonor, que se robustece desde los hombros. Tiene peso literario.
Lilly
109,5 x 85,5. Óleo sobre lienzo. Al dorso escribe el pintor: Lilly / óleo / G. de Maeztu.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Una mujer joven en posición ¾, sentada en un banco de piedra, con las piernas cruzadas, vuelve su cabeza al espectador. Detrás queda un arco en la pared, asomando claridad por el fondo. Viste traje de noche descotado, de color verde. Rodea su cuello una bufanda de plumas grises. Lleva los brazos hacia delante y su mano izquierda toma el antebrazo derecho en su regazo. En la mano izquierda lleva un guante largo hasta el codo y con las puntas de los dedos de la mano contraria toma el otro guante, que vemos descansar en el banco. Parte de su pecho queda iluminado, como su vestido en donde se manifiestan el claroscuro con empastes vigorosos que modelan el volumen. Pincelada suelta en la bufanda. Veladuras en el pecho. La cabeza queda en la sombra y la tez de la muchacha se ha coloreado con grises destacando en ella sus ojos verdes, el color rojo de sus labios y dos adornos a ambos lados de su cabeza, de intenso amarillo y naranja. En el fondo contrastan los pardos agrisados de la izquierda con los malvas del lado contrario, en la parte expuesta a la luz.
Maja con mantón
101,5 x 90,5. Óleo sobre tela reaprovechada, de características similares a las que se emplean para recubrir colchones o tal vez de cortinaje. Es de características semejantes al lienzo de lino, pero la trama textil es en espiga. Está reparado con entelados parciales (al menos nueve).
Obra inconclusa.
Muchacha joven de tamaño tres cuartos, en posición frontal suavizada por una leve inclinación de la cabeza hacia su izquierda y la colocación del brazo del mismo lado en jarras, lo que confiere al cuerpo un ligero balanceo. Viste traje ceñido a la cintura, que resalta el busto y sus caderas, con manga hasta el codo del brazo, con flecos en los extremos. Cubre su espalda y costado derecho con un mantón verde de atrevidas flores amarillas y rojas. Un extremo del mantón cruza el pecho y en la parte inferior cuelgan sus flecos. El rostro es de mujer morena española, con cierto misterio en sus ojos. La figura está a falta de perfeccionamiento (el único brazo que hay a la vista sólo se ha manchado, pero carece de color). Tras la maja a través de un arco se ve al exterior, entre las rejas. Anochece, con esa luz que lleva a confundir las formas. Bien tratados los blancos de la pared, manifestándose en ella suavemente la sombra.
Maja de la pulsera
100,5 x 82. Óleo sobre lienzo.
Muchacha joven frontal, de tamaño ¾, con la cabeza levemente movida a la izquierda, pero dirigiendo sus ojos al espectador. Detrás un muro, que a la derecha se abre en arco, a través del cual vemos en la parte inferior un paisaje recorrido por un arroyo, con horizonte bajo. La maja viste traje de bailarina, con flecos en el codo. Coloca con gracia su mano izquierda sobre la cadera, ocultando su brazo derecho tras un mantón. Ha coloreado a manchas el traje y el mantón, con resultado expresivo y abstracto si aisláramos algunas formas del mantón, formadas con gises, negros y blancos. La audacia cromática prosigue en los verdes, amarillos y carmines del vestido. El rostro de la muchacha es el arquetípico de Maeztu: cara redondeada y carnosa, labios sensuales y ojos oscuros apasionados, realzados por el claroscuro que les rodea. El fondo sirve al deseo de destacar el bulto de la figura y libera de carga temática parte del espacio.
Malabarista
200 x 105,5. Óleo sobre lienzo. Al dorso ha escrito el artista: Malabarista. Envio G. de Maeztu. Otra mano pone el nº 23. Un papel adherido al bastidor dice lo siguiente: Indica Maeztu del techo al centro luces.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Un equilibrista de raza oriental tomado de cuerpo entero. Con las piernas entreabiertas hace equilibrios con una vasija de cerámica colocada sobre la frente por su borde. Con el brazo derecho colocado en jarras sujeta otra más. El brazo izquierdo reposa extendido. El suelo se sugiere por un plano de carmín intenso, sobre el que se proyecta la sombra del equilibrista. A la izquierda, otras dos vasijas aguardan el momento de su utilización. La pared del fondo -de aspecto sucio- se ha coloreado con siena y gris verdoso suave, en transparencia, dando color al conjunto. El equilibrista viste traje de bombachos y babuchas. Se ha coloreado con ocres, sobre los que resaltan blancos agrisados con purpurina imitando a la plata, así como amarillos dorados con purpurina imitando al oro y también morados, con su efecto lumínico colorista. Se ha sombreado con atención la tez rojiza del rostro. Sobre el pecho cae la trenza de su cabello negro. Equilibrio de masas.
[Manola]
76,5 x 63. Óleo sobre lienzo.
Una muchacha tocada con mantilla, de tamaño tres cuartos, se apoya con su brazo izquierdo en una barandilla, en primer término. Detrás queda una terraza con balaustrada de piedra, más abajo la playa con unos islotes, uno de ellos coronado por un castillo. La línea del horizonte se confunde en el mar con densos nubarrones. Atardece. El físico de la joven es goyesco, si bien labios y ojos corresponden a los modelos femeninos de Maeztu. Lleva un vestido malva, ceñido a la cintura por una banda encarnada que se enlaza por delante y se ha pintado de forma abocetada. La figura se aclara por la luz de primer término, mientras que el fondo se ha oscurecido con azul entonado con verde y negro. El contraste de temperaturas crea una ilusión espacial. El mar cabrillea ligeramente.
Marajáh of Patiala
117 x 96,5. Óleo sobre lienzo. Al dorso escribe el autor con humor: “Marajah of Patiala by G. de Maeztu”. La imprimación profundiza hasta el dorso.
De tamaño tres cuartos y frontal es representado este personaje, con las manos apoyadas en un sable apenas visto. Cuerpo y brazos se balancean hacia la derecha en un intento de romper el frontalismo. Se toca la cabeza con un turbante, lleva un rico vestido y se adorna con abundantes joyas: un broche de diamantes en el turbante, un collar y anillos de piedras preciosas. Es un hombre de mediana edad, de tez algo cetrina, barbado y de ojos penetrantes. Presumido, altivo, castigador. Pintado con paleta de tonos fríos en el vestido y cálidos en las bocamangas y en la tez. El fondo se calienta con rojos – ocres y sombras en gris. Se obtienen los reflejos en el vestido con este color también, más amarillo, siena, azul y violeta. Técnica de planos en la representación de los pliegues. Juego óptico de las veladuras.
Mi gato
101 x 101. Óleo sobre lienzo. Presenta al dorso un pequeño reentelado y el núm. 18.
Sobre una mesa (¿) cubierta por paños de tela, hay depositado un jarrón y junto a él un gato de pie, ladeado y ambos a la derecha de la composición. El gato alarga su cuerpo y vuelve la cabeza atrás. Su anatomía parece exagerada en la línea de la expresividad y el simbolismo: aparenta poder y misterio. El motivo da pie al artista para un ejercicio cromático de azules y granates sobre los paños, con claridades en blanco y veladuras en verde. La luz aclara el pecho del felino, medio ocre y medio pardusco. En la pared del fondo -de ocre formados con amarillo, azul y rosa- se proyectan algunas sombras más intensas en rojo. Los brillos del jarrón nos sugieren su naturaleza de porcelana.
Mi hermana Ángela
150,5 x 120,5. Óleo sobre lienzo. Obra inconclusa.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Se la representa joven, sentada en un banco de piedra, en un jardín y al aire libre. Al fondo, en la parte inferior, un río encalmado. En la orilla contraria hay una colina, en cuya cima parece representarse un muro de piedra elíptico con masa de arbolado. En el ángulo superior izquierdo una vista de monte lejano. La figura retratada se sienta en el extremo del banco. Viste un elegante traje azul con encajes blancos en el cuello y puños. El peinado presenta moño trasero y un gracioso flequillo sobre la frente. La postura es consecuencia de cruzar una pierna sobre la otra y apoyar su mano derecha en la parte posterior del banco, mientras posa el brazo contrario en sus piernas, sosteniendo con la mano izquierda el sombrero adornado de plumas blancas. Vuelve la cabeza al espectador. Ante el banco, en disposición oblicua, su sombrilla, recogida, en el suelo. De su cintura caen los extremos del lazo que la ciñe. En el lado izquierdo y en sentido paralelo al marco crece una ramita con hojas. El cuadro permanece sin acabar, es posible que no le gustara la postura de la joven a su autor: carece de la suficiente naturalidad, no ha acertado con la perspectiva de los hombros. Brazos y espalda quedan por retocar, también la cara, la sombrilla y el arbolillo de la izquierda, carente de fuste. Fondos muy desvaídos, aún desdibujados (más aún el ángulo superior derecho), sin la suficiente perspectiva. Presenta mejor aspecto la parte inferior de la falda, con pliegues de acertado claroscuro y volumen: se ha obtenido un expresivo color azul entonado con blanco y negro.
Mi hermana María
184 x 174. Óleo sobre lienzo. Al dorso escribe el pintor el título de referencia. Presenta a este lado tres parches.
G. de Maeztu, en rojo, al ángulo inferior derecho.
La hermana del pintor figura de pie, de amplio tamaño ¾ a la derecha de la imagen. Aparece frontal, con el cuerpo algo inclinado a su izquierda debido a la postura adoptada, pues coloca el brazo derecho en jarras y extiende el brazo contrario, apoyándose apenas con la mano en la pared. Ocupa todo el primer término una mesa con libros desparramados, papel y recado para escribir, un portarretratos y un jarrón de porcelana. Más allá se intuye la sombra de una silla. Tras esta escena se advierte en la pared una gran arco que ofrece la vista extensa de unos jardines, fuente y estaque incluidos, parterre floral y árboles variados. Al extremo hay una villa de varias plantas, con galería en el piso superior. Queda como último plano el monte y un cielo escaso en extensión, con una nube que recibe el reflejo de la luz crepuscular. El cuadro, ofrece términos bien modulados y perspectiva; escribanía, retratada, jardín, monte, cielo. Perspectiva acentuada por el color y la luz, con gradiente desde la oscuridad a la claridad final. Importante obra desde el punto de vista cromático, con moderadas entonaciones grises delante y expresivas coloraciones al fondo de lilas, turquesas y azules, amarillos, blancos que recuerdan a su maestro Hermenegildo Anglada Camarasa. Consigue calidades apreciables en los brillos del jarrón y un claroscuro suavísimo en la piel del visón del abrigo de María de Maeztu, así como en su vestido, coloreado de gris malva con acierto y realismo. La pincelada se precisa y acorta, para captar matices en la luz y por consiguiente empastándose. La retratada es una mujer madura. No es bella, pero aparenta distinción. Sus facciones son correctas. Maeztu ha obtenido bien la morbidez de la carne y el tono sonrosado de la piel, en la que destacan sus ojos azules. La pose es natural y tiene cierta gracia. Puede catalogarse como obra de alta categoría dentro de la producción artística de Maeztu.
Mis amigas salen de misa
188.5 x 156,5. Óleo sobre lienzo.
Se reproduce a color de mala calidad en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 70. Informa mal de las medidas: 185 x 155 cm.
Caminan en primer término dos muchachas cogidas del brazo, acompañadas por una mujer de más edad. A la izquierda, dos perrillos falderos recaban la atención de su dueña. Detrás queda un paisaje verde, arbolado, alomado, con la iglesia en lo alto entre casas dispersas y, más lejos aún, montes y cielo grisáceo. Luz suave de día encapotado. Las chicas visten con elegancia, igual que la señora mayor, tal vez madre de la más adelantada, bella, coqueta y provocadora, con ademán despreocupado, en actitud que provoca una mirada de advertencia de la madre. La amiga de esta muchacha se abanica con gracia. Diríase que el autor ironiza con el título dado al cuadro. Adecuada composición. Ofrece un primer término con perspectiva profunda y ambiente. Ejecución desenvuelta, alterna pincelada amplia para modelar volúmenes, con toques superpuestos de tipo impresionista para atrapar los efectos fugaces de la luz, más intensos en el paisaje (el arbolado en especial). El pintor muestra una adaptabilidad a colores de diferentes temperatura: ocres y naranjas sobre la blusa de la muchacha central, azules intensos en el vestido de la madre, verdes y amarillos jugosos en el paisaje (en línea con la Pintura Vasca), azules difuminados al fondo, etc. El motivo es gracioso y alegre. Una buena ejecución del pintor.
[Muchacha]
70,5 x 67,8. Óleo sobre plancha de uralita de 1 cm. de grosor.Busto de muchacha. Levanta el brazo derecho y pone su mano en la nuca, girando suavemente la cabeza hacia arriba. Es de cabello rubio. Viste una especie de túnica de escote generoso, que deja entrever una constitución fuerte. Detrás se insinúan unos altos árboles -cipreses o chopos- y el cielo, con luz de anochecer. Se pinta con mayor delicadeza el rostro de la muchacha, cuidando sus facciones, insistiendo en ojos, nariz y boca. Modela el resto con pincelada enérgica, recurre a veladuras y toma el volumen del cuerpo con exactitud. Emplea amarillos en el vestido, y azul, negro y carmín en las carnes, velando suavemente. El fondo es abocetado y los árboles se reducen a sombras que se recortan en el azul oscuro del cielo.
[Muchacha con flor]
110,5 x 100. Óleo sobre lienzo. En el marco presenta una papel adherido y roto que, sin embargo, aún permite leer la palabra NIGHTON sobre el perfil de una barca. Presenta cuatro numeraciones diferentes en otros tantos adhesivos o anotaciones. El lienzo está parcheado por tres sitios al dorso.
Una muchacha sentada en una silla, lateral y en primer término, se apoya con su codo derecho en la barandilla de un balcón. Viste falda larga de flecos y cubre su pecho con un chal floreado. En su mano derecha sostiene una rosa, al tiempo que inclina la cabeza hacia delante como si quisiera percibir su fragancia. El brazo izquierdo queda en jarras, con donaire. Tras la barandilla, a la izquierda, un hombre joven, embozado en una capa y con sombrero, la corteja. Por la derecha, el fondo, vemos las casas del pueblo en penumbra, pues es de noche, así como el lienzo ruinoso de una muralla. El cielo azul oscuro. Es un tema encajado con exquisitez, con un aire a lo Romero de Torres, muy español. Perfectamente modulados los términos. La forma en que se ha pintado la muchacha, con dibujo preciso y entonación entre pálida y encarnada, le confiere gran delicadeza. Hay exuberancia cromática en el vestido y chal del personaje femenino, en los que emplea respectivamente ocres y verdes con toques curvos de rojo-amarillo, preocupado el pintor por la transparencia y el efecto de una materia delgada, que se adapta a las formas del cuerpo. Estudio atento de la luz, con un cierto gradiente en la intensidad de a misma, menor en el fondo. Claroscuro atrevido en el cortejador, cuya capa pliega con energía y haces de rojo y negro. Maeztu demuestra una vez más saber cómo colocar y mover las cabezas de sus personajes, cómo disponer las manos con soltura y dar expresividad a la oposición de maneras -delicadas en la mujer, fuertes en el hombre- ayudándose del dibujo y sobre todo del color. El conjunto arquitectónico del fondo, con su soledad y colorido verde azulado, da un misterio a este galanteo amoroso.
Muchacha del abanico
110 x 84. Óleo sobre lienzo de trama prieta.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Muchacha de vigorosa contextura física, un tanto varonil, de tamaño ¾, posición de perfil y mirada dirigida a la izquierda. No es un perfil completo, pues ofrece parte de la espalda. Viste con traje elegante, muy descotado por detrás, con un lazo en la cintura, bajo él. Dirige el brazo derecho hacia atrás, para mostrarlo arqueado y sostiene en la mano izquierda el abanico desplegado. En realidad no se ve esta mano. El abanico sobresale del brazo izquierdo, pegado al cuerpo. Esta posición y lo desmesurado de su tamaño dan artificio a la figura, tomada en una actitud poco natural de pose. Parece una figura ritual, más propia de su pintura mural, de perfil miguelangelesco, con expresión serena, espiritual, contenida. Su cabello negro, ondulado, cae por la espalda en melena corta. Sobre él destaca una peineta de color rojo. Maeztu parece indagar en su prototipo femenino. Modela bien el vestido, a grandes planos de color. El tono de la piel es broncíneo. El fondo es de un amarillo-naranja cálido y expresivo, con líneas onduladas de azul turquesa, queriendo representar una pared empapelada. El pintor ofrece así los únicos detalles del conjunto. El resto se decanta hacia un muralismo evidente.
[Mujer con mantilla]
71,2 x 65. Óleo sobre lienzo.
Una mujer joven, de medio cuerpo, inclina la cabeza a su derecha. Porta en ella una mantilla, que cae por delante y deja ver a su través el color verde de su vestido. Este refleja su luz en el rostro femenino, dándole una entonación verde que resalta una tez pálida de labios colorados y sensuales. Es el prototipo exacto de mujer en la ensoñación de Maeztu. El fondo presenta una entonación rosácea para destacar en relieve la figura.
[Mujer de raza gitana]
65,2 x 54 x 0,5. Óleo sobre plancha de uralita, con perforaciones en los ángulos superiores para suspensión. Una grieta en la parte superior izquierda.
Mujer joven de medio cuerpo que parece estar en movimiento, pues alza el brazo izquierdo y con la mano contraria mantiene a media altura unas cintas. Viste traje verde de mangas cortas y delantal (¿) amarillo con flores rojas y verdes. La cara permanece en la sombra. Su cabello es negro, con melena ondulada. La piel es de tono cobrizo, como de raza gitana. Se ha pintado a manchas de color, ante un fondo verdoso, que se entona con carmín.
[Mujeres enlutadas]
70 x 95,5. Óleo sobre lienzo.
G. DE MAEZTU, en el ángulo inferior izquierdo (La rúbrica parte del palo derecho de la M).
A la orilla de un camino y en primer término hay siete mujeres envueltas en amplios ropajes negros: dos a la izquierda en conversación, y otras tres al extremo izquierdo también en conversación. En medio una joven alarga la mano como pidiendo limosna y a su izquierda otra anciana le mira descaradamente. Todas las viejas parecen murmurar sobre la joven. En planos posteriores quedan una pradera, un valle con algunos pueblecitos dispersos, varias montañas encadenadas y un cielo azul, con nubes y reflejos luminosos. Es una obra menor, de difícil interpretación y regular acabado, tal vez de su época juvenil. No están mal tratados los ropajes de las mujeres, pero el resto es torpe e ingenuo.
[Mujer y hombre con botellón]
60 x 53 x 0,5. Óleo sobre plancha de uralita que presenta perforaciones en la parte superior para suspender. El ángulo superior izquierdo está roto.
Una mujer joven en primer término y en segundo plano un hombre maduro con un botellón de vidrio entre las manos, ambas figuras de medio cuerpo corto. Hay entre ellos una comunicación secreta, a juzgar por la sonrisa de sus labios. El rostro de la joven tiene el inconfundible misterio de los de Maeztu: ocultación parcial por la sombra, ojos negros, labios carnosos que dejan ver blancos dientes. El hombre es de rostro broncíneo, delimitado por un dibujo de línea negra. Pintura líquida semitransparente. Colores rojo, azul, verde y negro. Fondo verde impreciso.
Musa
205,5 x 154,5. Óleo sobre lienzo.
Muchacha de cuerpo entero, situada en primer término, vestida de bailarina, con falda de flecos, con el pecho descubierto. Dirige su brazo derecho a lo alto y sujeta con la mano un chal floreado que cae por la espalda y vuelve por delante, respetando el desnudo. La mano contraria lo sujeta en la cintura. El gesto da un movimiento ondulado al cuerpo como de paso de flamenco. Los flecos del chal caen por delante cubriendo parte de la falda, cuya cola larga gira desde atrás hacia delante. En los lados observamos unas hojas trenzadas como si de una parra se tratase. Tras la figura una playa de mar, con el monte a lo lejos y amplio cielo, oscurecido por la noche. La muchacha dirige la mirada a su derecha. Es una chica hermosa de cabello y tez morenos, de cuerpo grueso y carne mórbida. Provoca su desnudo. Suave modelado de las carnes, un poco “hinchado” en el pecho. Pincelada empastada y corta en el vestido, dando expresión a las calidades de la meteria. Juego de malvas y negros en la muchacha, lilas y morados en el fondo, con una luz nocturna que destaca en relieve a la musa y se apaga en el fondo, con expresión de lo ambiental.
Los novios de Vozmediano
158,5 x 199. Óleo sobre lienzo. El autor ha escrito al dorso: G. de Maeztu / “Los Novios de Voz Mediano”. Presenta el lienzo dos parches, algún agujero y grietas.
Gde Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en negro (las dos primeras letras están ligadas y el subrayado parte del segundo palo de la M).
Se representan los novios en primer término, con sentido decorativo, sobre la ribera de un río encalmado que se sitúa en segundo plano y con unos árboles a la derecha. Al otro lado,, en la ribera contraria, una manada de toros y tras ellos un promontorio con un torreón en ruinas y una muralla encubierta por matorrales. Monte bajo y cielo nublado al fondo. Los novios se toman de la mano, y ella tumbada sobre la hierba, de espaldas al espectador, volviendo la cabeza para mirarle. Viste larga falda que deja sentir las formas de su cuerpo mórbido y atrayente. Lleva camisa remangada hasta el codo, pañuelo floreado y mantilla. El cuerpo levemente escorzado. Deja tomar su mano izquierda a su amante, que colocado de pie, en tamaño tres cuartos y posición frontal, situado a la izquierda, mueve la cabeza para mirarla. Viste como un aldeano de principios de siglo: amplio pantalón, camisa, faja en la cintura y zorongo en la cabeza. De su hombro izquierdo pende la capa castellana. Es de fuerte constitución, bien constituida cabeza y brazos vigorosos. Los brazos de los personajes contribuyen con su “lenguaje” a equilibrar los pesos de la escena: el derecho del hombre posa la mano en su cabellera y el derecho de la muchacha le sirve de apoyo en el suelo, oculto tras la cintura. Este cuadro es una síntesis del mundo de Maeztu: hermosura, vigor, atractivo y promesa de fecundidad en la pareja de enamorados; naturaleza idealizada y virgiliana, de árboles estilizados y agua espejeante; la torada símbolo del espíritu, la bravura y la raza; el castillo en ruinas, estampa de un pasado glorioso, visión épica de la historia. El cuadro presenta característica smurales en la composición y las formas. La pincelada es -lógicamente- de trazo amplio, modela planos voluminosos y plasma con realismo las anatomías propias de cada sexo (nervatura en él y redondez en ella). Magníficos empastes de amarillo y rosa en la falda de la novia de Vozmediano, y de rojo en su pañuelo. Dominan en el hombre ocres y rojos, con tono broncíneo en las carnes. El paisaje es vaporoso, presenta veladuras de verde sobre rojo.
Los novios de Vozmediano
156 x 200,5. Óleo sobre lienzo. Presenta al dorso dos parches en el lado izquierdo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en negro.
Se reproduce a color en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 54. Indica medidas erróneas: 150 x 200 cm.
Se representan los novios, en primer término, sobre un pequeño promontorio, tumbado él, dando la mano a su prometida, que aparece de pie, de tamaño tres cuartos, a la derecha. En plano posterior aparece un prado y el pueblo junto al camino orillado de árboles. Dominan el pueblo las ruinas de lo que parece ser una iglesia fortaleza, con la torre desmochada y sin tejado. Campos bajos y horizonte nítido. Cielo plomizo. Como otro cuadro homónimo de este mismo Museo, participa de sus mismos condicionantes: decorativismo, gran espacio, simbolismo. Está mejor construido, más apurado el color, pero no atiende tanto a las calidades pictóricas. Es en este caso la pincelada envolvente, define formas y volúmenes de las construcciones, estudia el efecto de la luz. Los novios son seres de firme constitución física y coherentes con su sexo, viril él delicada ella. En la esmerada composición hay que destacar las posturas de los novios: el novio extendido en el suelo, de costado, con la rodilla derecha recogida, se apoya en tierra con el codo izquierdo; con el rostro de perfil, mira a su novia. Ciertamente parece algo descoyuntado, efecto de su miguelangelismo. Extiende su brazo hacia la muchacha, que toma su mano. En ella se atenúa el efecto de pesadez con detalles románticos como los de su mantilla y pañuelo del cuello, tan femeninos. Modelado enérgico, con atención al claroscuro. Predominan ocres, rojos y azules sobre las figuras humanas, los verdes en el paisaje, no tan atmosféricos como su homónimo. Ultramar en el fondo montuoso. Cielo verdoso, agrisado, movido.
Nocturna
205 x 149,7. Óleo sobre lienzo. En el bastidor lleva adherido un papel que dice: Exposición de Arte Español Contemporáneo en París / Número: 231 / Título de la obra: Nocturna / Autor: Gustavo de Maeztu / Dimensiones: 1,50 x 2,00 / Procedencia: Madrid (Particular).
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, en rojo.
Se reproduce en color de mala calidad en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 59. Titula: “la musa nocturna”.
Una joven muchacha -musa de la noche- vestida con elegancia, con velo negro y larga cola. Alza su brazo derecho y deja el contrario flexionado a la altura del hombro, balanceando su cuerpo con gracia. Su anatomía es hermosa, blanda su carne y representada con delicadeza. Su movimiento empuja la mirada al suelo, hasta el punto de que casi vemos su cara de perfil. Se halla en medio de un jardín, con árboles, estatuas de amorcillos y un estanque en cuya agua se refleja la luz de la noche. Una escalinata, al fondo, conduce a un palacete. A lo lejos una carretera sinuosa conduce a una población semioculta por la arboleda. Domina el monte en un paisaje mediterráneo. Cielo oscurecido por la noche, definiendo un fondo azulado, desvaído. Ante él destaca la Musa, vestida con ropas ricas en las que el pincel matiza con esmero los colores amarillo, rosa, y blanco en el vestido; rojos de distintas entonaciones en la capa, negros transparentes en la toquilla. La noche parece inspirar a su autor.
Pareja de club
173,5 x 125,3. Óleo sobre lienzo. El pintor anota al dorso: Pareja de Club / nº 11 / G. de Maeztu / Envío de / Pamplona. Al escribir el título vuelve a hacerlo sobre otro igual más antiguo, precedido del nº 15. El marco que lleva en febrero de 1984 presenta un adhesivo en la parte inferior con el siguiente título: “Pareja de Girls Club”, pero el añadido de “Girls” no figura en el titulado por el pintor al dorso.
Una dama y un caballero jóvenes de cuerpo entero, pies y cabezas cortados por el marco del cuadro. Como fondo una columna entre cortinajes, alguno -como el de la derecha- muy espeso y plegado. En un tercer plano, semioculto por el cortinón, se ve el arranque de una escalera de piedra ornamental y policromada. Con fulgor ocre sobre la pared azul grisácea del último término. Visten con elegancia: ella traje de noche descotado hasta la cintura por la espalda, con finos tirantes, tratado con acierto cromático y lumínico por el pintor a base de verdes, lilas, rojos, agrisados; él se presenta con “smoking” y chistera. Ella, dando la espalda al espectador, tapa en parte a su compañero, pero vuelve la cabeza y se ladea, como si algo le llamara la atención. Él nos mira en posición lateral, sonríe despreocupado e introduce su mano en el bolsillo. Maeztu representa bien estos ambientes de alto postín, que conoce. En las figuras tiende a estilizar el tipo. Amplia pincelada sometida a l volumen de las formas y al dibujo (patente en el cortinaje). Se muestra más espontánea si se trata de captar brillos o efectos lumnínicos (el traje de la dama). Domina los tonos pardos y las oscuridades (cortinaje, suelo y fondo). Trata las carnes con palidez (espalda de ella) o acentúa el color natural de la piel (en el caso del caballero).
Parisina y árabe
99,5 x 120,5. Óleo sobre lienzo. Al dorso se ha escrito, dentro de un círculo, A-3.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Escena de interior. Sentados en un banco y apoyándose en una mesa, se representan una mujer joven -a la izquierda- y un hombre de raza árabe. Sobre el mantel blanco que cubre la mesa, en una bandeja de plata, dos objetos de metal no identificables; una cajetilla de cigarrillos y un pañuelo (¿). Entre ambos personajes hay una relación de intimidad. Ella viste un traje descotado de tirantes y abrigo de cuelo con plumas, asimismo un collar de cuentas verdes que acaricia con su mano derecha. ´l viste chilaba y cubre su cabeza con un turbante. Es hombre maduro, de tez cetrina, nariz aguileña con anteojos y barba. Susurra a la muchacha de alterne unas palabras. Coloca en la mesa el brazo izquierdo y lleva entre los dedos una boquilla con cigarrillo. El fondo de la estancia recibe el claroscuro, insinuándose a la derecha una puerta. Maeztu colorea a planos la chilaba y el abrigo de la muchacha. Se ciñe al dibujo con mayor exactitud en las manos, caras y objetos de plata de la mesa. Obtiene buenas calidades con las materias (vestidos, piel de la muchacha, mantel, plumas) estudiando la luz con gran atención. Su colorido de ocres, siena. Malva, negro y blanco es de una gran sensibilidad, adaptando pincelada y color a los volúmenes y pliegues de los vestidos.
La pecera
59,5 x 51,5. Óleo sobre lienzo grueso.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
En una mesa cubierta por un tapete amarillo hay una pecera en forma de copa, que alberga algunos pececillos apenas esbozados por el pincel. A su pie dos gatos parecen guardar los preciados animalillos. A los lados y por detrás se han representado macetas con plantas que arrojan sus hojas hacia la parte superior. Composición equilibrada. El gato de primer término permanece de espalda, escorzado (su cuerpo tal vez exagerado de tamaño). El que está tras la copa frontal y ante la luz, dormita. Sobre el fondo oscuro parece chillar el color rojo de una de las macetas. Los pelajes gatunos muy matizados de color: amarillo, azul y gris el del primero, amarillo-ocre el segundo. Interesantes transparencias en el agua, conseguidas con ayuda de los colores amarillo, verde y azul.
La pecera
59,5 x 51,5. Óleo sobre lienzo grueso.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Sobre una mesa, en cuyo centro y sobre un tapete amarillo hay una pecera en forma de copa, montan la guardia tres gatos, dos agazapados junto al fuste y el tercero, a la izquierda, sentado, parece lamer el cristal del recipiente. Detrás y a un lado una maceta con una planta, cuyas hojas llenan el espacio superior. Composición equilibrada: los dos gatos echados oponen sus cabezas en torno al pie de la pecera y se alargan sus cuerpos. El gato incorporado mira el interior de la copa, en la que se intuyen los peces tras las transparencias del color. Contrastan los colores pardos, verdes y ocres del pelaje de los gatos, con el rojo intenso de la maceta y el fondo neutro del cuadro. El pincel matiza sin cesar.
Perro, gallina y peces. Bodegón
94,5 x 74,8. Óleo sobre cartón. Al dorso escribe el pintor: Perro, gallinas / y peces / Bodegón / G. de Maeztu.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, en negro.
Se reproduce en color en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 62.
En primer término, a la derecha, un tonel tapado por un plato con una calabaza. En segundo plano una mesa con un mantel blanco -algo sucio- recogido en la parte izquierda, dejando ver las patas de la mesa de madera. Sobre la mesa descansa un perro setter con mirada lánguida. Ante él hay un barreño volcado, del que salen dos peces -uno gris y otro malva- que parecen estar en equilibrio inestable. En la pared del fondo cuelga de un gancho una gallina boca abajo, con las alas desplegadas. Justo al lado contrario queda una ventana cerrada, destacándose ante ella las hojas de una hortaliza vista sólo en parte, tapada por el pero. Composición apretada en el espacio y preparada, algo defectuosa en cuanto a perspectiva (así el plato sobre el tonel). Parece ser mejor un ejercicio pictórico, en el que no deben desdeñarse ciertas calidades sobre el perro y el mantel, en base a combinaciones de color (ocre con rojo, verde con amarillo y azul con blanco).
Pierrot en la taberna
139,5 x 120,5. Óleo sobe lienzo. Al dorso lleva el nº 34.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Se reproduce en color de mala calidad en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 66.
Escena de interior, con una ventana que deja ver un espacio exterior: unos disfraces y un carro de caballos al lado de un río, con un edificio iluminado al fondo, en la noche de París (¿). Corresponde el interior a una taberna. Una muchacha joven se apoya en una mesa medio ebria, con lo brazos cruzados y un vaso en la mano izquierda. A su lado, sobre el mantel medio arrugado, hay una botella de licor y la máscara del disfraz. Detrás, en posición erguida y de tamaño ¾, un hombre sostiene un vaso en la mano. Va disfrazado de Pierrot, con la máscara recogida en la cabeza. A su derecha y en el ángulo queda la ventana mencionada, que sirve de punto de fuga a la mirada del espectador. En el ángulo contrario vemos un jamón (¿) colgado de la pared, que es de entonación malva. La escena está iluminada por una luz que viene de la parte inferior izquierda, tal vez originada por el fuego del hogar, que provoca una fuerte expresión en el rostro de la muchacha y en el mantel, de tonos vivamente amarillos. Se alcanza bien el contraste de la fiesta y la embriaguez. Pincelada extensa y empastada. Colorido frío con algún atrevimiento opuesto (el rojo intenso de la falda de la muchacha). Composición de masas y espacio equilibrada.
Puente de San Juan. Estella ó Lavanderas
68 x 60,5. Óleo sobre lienzo tensado y grueso. El texto del título se halla escrito en la parte superior del dorso del lienzo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Paisaje en que se representa el puente -al fondo- con los primeros términos ocupados por unas rosas (a la izquierda), con escalera de ascenso hacia el camino que enlaza con el puente. El centro está ocupado por el agua del río Ega remansado, quedando la corriente a la derecha, que viene impulsada desde atrás y discurre bajo el puente por su único ojo, a través del cual se entrevé un fragmento de paisaje. Entre las peñas del río se lavan la ropa dos mujeres. A su espalda unos escalones llevan a la orilla. A su izquierda otras dos mujeres conversan junto a su ropa. Otras más suben la escalera que les llevará de regreso a la ciudad portando en la cabeza la ropa ya lavada. Al pie del puente se secan al sol varias sábanas. En lo alto del mismo van tres jinetes con sus monturas. En primer término y a la izquierda, un mozo conduce un borrico aparejado con albardas. Cielo seminublado. En el se recortan algunos arbolillos, inclinados por la fuerza del viento. Es un cuadro de composición escénica, a pesar de su reducido formato. Predominan los verdes, matizados con azul y amarillo en el río, con sugerentes transparencias en el agua remansada. El color se aplicó mediante manchas en los primeros términos (lavanderas), con los últimos términos más construidos, para aumentar la ilusión de perspectiva. Los verdes pesan demasiado en el conjunto, que resulta frío.
Ramiro de Maeztu
153,5 x 145. Óleo sobre lienzo, con reentelado parcial.
Se reproduce en color en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 51.
El hermano del pintor es representado de pie en el interior del pórtico de una casa solariega. Queda en primer plano y a la derecha de la composición, en posición lateral, aunque se vuelve al espectador. Sus pies quedan cortados por la tela. Bien vestido, lleva un amplio abrigo marrón, desabrochado, que deja ver un traje oscuro, con camisa blanca y corbata más chaleco marrones. Su mano derecha sostiene las gafas a la altura de la barbilla. Detrás del personaje y en perspectiva vemos sobre una mesa su sombrero y el paraguas apoyado en ella, y un paño, tal vez su bufanda. En el suelo embaldosado se proyectan las sombras y luces que envía el sol matutino y alegra el fondo paisajístico. Este lo constituye el recodo de un apacible río orlado de chopos y campo verde, cercado al fondo por montañas. Estudiada composición. Pincelada suelta que registra todo tipo de luces y matices de color en función del gradual claroscuro. La paleta rica opone tonos oscuros en primer término (hombre, suelo y muro del pórtico) con claros en el fondo (verdes, amarillos y grises), en gradiente inverso para crear una ilusión de profundidad. Monte bien modelado. Se consigue una ilusión de profundidad. Monte bien modelado. Se consigue el resplandor celeste con rojos unidos a azules, con el misterio que tanto gusta al pintor. Puede considerarse este cuadro,, no obstante, como un verdadero retrato de Ramiro de Maeztu, por la meticulosidad puesta en la representación de los rasgos físicos que infunden carácter al retratado, singularmente los del rostro, de los que se deriva una impresión de hombre inteligente, profundo, pensador. Su estilo es distinguido.
Retrato de Víctor Eúsa
155,5 x 127,5. Óleo sobre lienzo. Obra inconclusa.
Se reproduce en color de mala calidad en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 59 inferior izquierda.
Se representa al arquitecto sentado en un banco preparado con tablones de madera, algo ladeado, mirando al frente. En las piernas -cortadas por el lienzo- yace su abrigo. El retratado se apoya en el banco con el codo derecho y toma un libro en la mano del mismo lado. En cambio, extiende el brazo izquierdo y sostiene en la mano unos planos (¿) que difícilmente pueden precisarse, ya que las manos están inacabadas. Viste un correcto traje gris, de chaqueta cruzada al pecho, con chaleco, camisa y corbata. Es un hombre maduro que dirige la mirada a la derecha, concentrando su atención en los planes arquitectónicos que ocupan su pensamiento. Inmediatamente detrás, un andamiaje de maderos y una soga enmarcan la escena del fondo, consistente en el Seminario Conciliar de Pamplona, una de las obras de más empeño de este arquitecto navarro. Un cielo gris nublado destaca por encima de la gran cruz del edificio. Se ve el perfil de un monte lejano. Se trata de una composición escénica, un tanto aparatosa. Esta impresión la acentúa el carácter inconcluso de la pintura, de forma que el fondo aparece como un telón sin la necesaria perspectiva. La figura de Eúsa está en estado más elaborado, salvo sus manos y detalles del banco sólo esbozado por manchas azules (¿unos libros?). A destacar del conjunto la cabeza de Eúsa, que puede conceptuarse como un verdadero retrato.
Retrato de [Lady Every]
200 x 149,5. Óleo sobre lienzo. Al dorso ha escrito el autor: Maeztu / nº 28 / ………….. / London. Un parche al dorso del lienzo.
Londres, s.a.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, en negro.
Retrato de una dama inglesa de cuerpo entero. En posición lateral, con un pie algo levantado, mueve la cabeza a la derecha, al tiempo que extiende el brazo derecho y apoya su mano en un biombo situado a su espalda. Con la mano izquierda toma el lazo que ciñe su cintura. Es una mujer joven, hermosa, alta, de tez pálida. Lleva un vestido negro hasta los pies, calzados con zapato de tacón del mismo color, adornados con hebillas brillantes. Presenta un escote cuadrado con encaje blanco. Ciñe la cintura una banda adornada en el frente por una flor. Lleva melena hasta el arranque del cuello con una diadema sobre la frente de la cabeza. La pose es un poco artificial: el brazo izquierdo es demasiado rígido. La piel está bien entonada con un leve claroscuro que afecta sobre todo al vestido, con grises y negros delicados. Pincelada precisa. Materia líquida. Factura más suelta en el fondo y suelo. Colorido sobrio de entonación oscura en ocres, rojos y negros. Efecto de luz ligera desde la izquierda al rostro y cuello de la retratada.
Retrato de señora [¿Echevarría?]
151 x 90. Óleo sobre lienzo, con un parche en la parte inferior del dorso.
Una señora de cierta edad, de cuerpo entero, sentada en una silla, en medio de una estancia de fondo indefinido, con la única excepción de un cuadro colocado en lo que puede suponerse es la pared, como única referencia para la profundidad espacial. El fondo es verde oscuro. Viste traje negro con cola, extendida a nuestra izquierda. Coloca las manos en su regazo, cerrándolas sobre un abanico plegado. Tanto ellas como la cara son las únicas partes iluminadas. En el rostro, la mirada se dirige a lo lejos. Bien encarnada la piel, flácida y sonrosada. No es el estilo habitual de Maeztu: ni se sitúa la figura en un escenario abierto, ni la materia se empasta, ni tiende al naturalismo sino lo contrario, al romanticismo, con el mismo efecto de luz que el “Hilarión Eslava” de Salustiano Asenjo, aún si cabe siendo el que se cataloga más austero. La blandura de la piel, las manos y la pincelada líquida recuerdan al “Retrato” de Vicente Euladio Araluce, dado como de Maeztu e integrante de esta misma colección. No puede catalogarse con plena seguridad como obra ejecutada por Gustavo de Maeztu.
Rincón del Ebro. Toloño
150,5 x 150,5. Óleo sobre lienzo. El pintor ha escrito al dorso: Rincón del Ebro / Toloño / G. de Maeztu.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en negro (el palo de la G está cruzado con un trazo horizontal; la rúbrica del apellido parte del segundo palo de la M; la z es baja).
Toloño, en el ángulo inferior izquierdo, en azul.
Se reproduce a color de mala calidad en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 71.
Paisaje de amplia perspectiva. En primer término la orilla del río: cuatro caballos a la derecha, estilizados, de estampa pura. A la izquierda dos aldeanos descansa al lado de sus monturas de la fatiga del viaje y lo hacen sentados al pie de unos árboles alargados, junto a un toro de lidia que está tumbado pacíficamente ante ellos. El río avanza tranquilo por el ancho cauce, abriéndose en dos brazos al topar con un islote. Al otro lado vemos una fila de chopos y montículos escalonados en diferentes planos, siendo cada vez más altos. A la izquierda, un camino se abre paso entre ellos y apreciamos que por él discurre una carreta con heno. En las cercanías dos toros tranquilos. Lejos queda un monte azulado por el efecto aéreo de la perspectiva, al que se antepone una colina coronada por una fila de árboles. Cielo movido, con nubes y claros bien fundidos. Colorido verde y ocre, con azules lejanos. Matizados de color los primeros planos (montículos y río espejeante). Paisaje grandioso y bonancible. Decorativo, fuerte y delicado a la vez. Bien cortado, estudiados los términos. La composición trabajada a conciencia.
Rosita mirándose al espejo
161,5 x 117. Óleo sobre lienzo, grueso. En el bastidor se repite el título “Rosita” varias veces.
Se presenta la figura de pie y de cuerpo entero, frontal, con el pie derecho adelantado. En su mano derecha lleva un espejo, sostenido a media altura, dirigido a la cara como para mirarse. Con la mano izquierda toma un bucle de su cabello, a la altura del pecho. Viste un elegante traje largo, ceñido a la cintura con una faja de lazos fantasiosos anudados al costado y suelto en la falda, dejando ver las medias de seda roja, a juego con los zapatos de tacón. A esto se añade una blusa malva descotada y ceñida al busto. De esta blusa penden cintas enlazadas en el busto. El atuendo se completa con una bata (¿) de larga cola que se pliega sobre el suelo. En la amplia estancia donde se encuentra, de suelo verde con claroscuro, vemos al fondo una abertura en la pared en forma de arco peraltado, con escalones, que a través de él llevan al exterior. Vemos un cielo de atardecer, azul plomizo, y fuerte iluminación dorada crepuscular. A la izquierda de Rosita hay una pilastra con molduras y un espeso cortinaje que la cubre en parte. Interesante caracterización de la muchacha, tan hermosa como fuerte. Admirables tonalidades en el blanco de su vestido (asociando amarillo, gris y malva), con valientes notas de carmín en las medias. Fuerte modelado en la cortina, con claroscuro marcado con empastes. Estudio lumínico adicional.
La rusa en casa del cerámico
131 x 100. Óleo sobre lienzo. El pintor ha escrito detrás: nº 1 [en negro] / La rusa / en casa del / cerámico / G. de Maeztu / Bilbao [en rojo]. El marco que tenía en Febrero de 1984 presentaba un adhesivo con el siguiente título: “Chinos en el Strand”, tal vez por haber pertenecido a otra obra. La tela ha sido reaprovechada de un cuadro anterior de mayores dimensiones en altura, para utilizarse en este nuevo cuadro. El lienzo conserva 4 cm. de aquella anterior, coloreados en azul.
Bilbao, s. a.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en rojo.
Se reproduce en malas condiciones de color en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 58. Aparece con el título de “Chinos en el strand”.
Escena de interior. Un hombre de piel amarilla aparece sentado tras una mesa cubierta con mantel. Acaricia con su mano izquierda una vasija de porcelana (¿), mientras que con la contraria sostiene una pipa. En la mesa también hay una figura de caballito lamiéndose una pata. Detrás del hombre sonriente, hay una mujer, un caballero y otro tipo asiático enfundado en un manto con una especie de abanico en la mano, dispuestos todos en línea ascendente -desde el primer a último término-. Como fondo una pared con arco. La muchacha tiene aspecto de andaluza, tal vez sea una “bailaora”, que cubre su espalda con un abrigo pesado. El caballero de su derecha, atildado, , fuma un puro y susurra al oído de la muchacha unas palabras quien sabe si relacionadas con la mercancía del cerámico. El chino dispuesto en línea permanece hierático. La luz, que llega de la izquierda, se proyecta principalmente sobre el cerámico, por lo que el resto de los personajes permanecen en la sombra. El claroscuro afecta de igual modo al mantel, el cual, levantado por delante deja ver una pata de madera. Modelado a grandes planos de color, empastando allá donde se manifiestan las luces. Mayor atención a las figuras de primero y segundo término, descuidando la del sirviente. Dominan los verdes, no obstante haber rojo, negro y blanco.
Las samaritanas
2017,5 x 238,5. Óleo sobre lienzo. Al dorso se ha escrito: nº 20.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en negro.
Se reproduce con escasa calidad en la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 58 superior. Aporta medidas erróneas: 205 x 235 cm.
Cuadro de composición escénica con las figuras de cinco muchachas en primer término, portando cántaro de aguadoras, distribuidas de forma que dos aparecen a cada uno de los lados y la quinta recostada en el suelo, o que permite ver un paisaje de profundo horizonte: una tierra seca de montículos desnudos, cruzada por un río, con un puente y una ciudad amurallada. Cielo azul plomizo, pintado con ultramar y atemperado por carmín. Se estudia la composición de primer término, en la que las aguadoras manifiestan actitudes graciosas y femeninas impropias del trabajo que realizan. Tres son representadas de pie con el cántaro sobre la cabeza, su cuerpo se ondula en actitud provocativa. Otra, a la derecha, se arrodilla y adopta una actitud de reflexión contorsionada, impropia de una persona que porta sobre sí una vasija de barro. La que está tumbada abraza su jarrón de agua y extiende su cuerpo como si fuera una odalisca. Varias sonríen. Una mira al espectador con ojos subyugadores. Son mujeres de buena talla, opulentas, vestidas con blusa y largas faldas que no disimulan las formas corporales. Se ha pintado con energía a base de rojos oscurecidos con negro, en contraste con el verde suave alimonado del paisaje, un tanto etéreo. El agua plateada del río da una nota poética al conjunto, que aparece ante los ojos del espectador como un fresco decorativo.
San Juan de Pié de Puerto (Francia)
45,2 x 64. Óleo sobre lienzo.
Paisaje que recoge el valle sobre el que se asienta la antigua villa navarra de St. Jean-Pied-de-Port. Un campo orillado por árboles. El valle lejos, iluminado por luz crepuscular que arranca entonaciones de amarillo y malva. Montes alomados al fondo y cielo azul con nubarrones en movimiento, sobre cuyas crestas incide el sol. Tiene la frescura de haber sido pintado seguramente al aire libre.
Se había levantado el toro ibérico
249,5 x 330,5. Óleo sobre lienzo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Pintura mural alegórica del Alzamiento Nacional del 18 de julio de 1936. Sobre un promontorio rocoso culminado por torreones de piedra ruinosos, testigos mudos de una historia gloriosa -la historia de la España invicta- se despereza el toro ibérico, alargando su cuerpo en un osado escorzo, perfilando en lo alto su testuz con arrogancia. Se condensan en él los valores amenazados de la Patria (la bravura, la reciedumbre). El toro dirige la mirada a la derecha, donde tras el río, en la ribera contraria, se aprestan a luchar las fuerzas republicanas amparándose en sus baterías, emplazadas estratégicamente. El toro ibérico está acompañado de los soldados del bando nacional. En primer término, en gradiente dealtura, se sitúan los requetés -hombre fornidos y viriles- vestidos con capotes militares, que vuelven sus cabezas hacia el toro mostrando los perfiles de sus juveniles rostros. Continúan por la derecha varios soldados falangistas, los cuales dirigen al enemigo su saldo marcial. Tras el toro, igualmente en gradiente de tamaño y altura, se han situado tres soldados del ejército regular africano (moros), vestidos con chilabas: dirigen al enemigo sus fusiles. Y en la parte superior de las rocas varios soldados del ejército español, el primero de ellos de pie recortando su silueta en un cielo verde amarillento épico, exhorta con su voz a los combatientes. Varios jinetes a lo lejos completan el cuadro de este bando. A lo lejos, bajo un cielo de amplia perspectiva con luz de amanecer -el amanecer de España- un puente cruza el río. El cuadro ofrece el punto de vista desde el bando nacional, exaltando sus valores e identifica estos con los que han sido consustanciales a España. Desde la óptica plástica, la composición se orienta a la exaltación de estas ideas, en una distribución escénica de las masas, dando relevancia a la solución de perspectivas dirigidas hacia el bando republicano, de izquierda a derecha. La perspectiva profundiza igualmente desde el primero a último término en línea recta, recortándose en este espacio no sólo el toro ibérico, sino las torres de una antigua fortaleza. Tal espacio es el celeste que se abre a un nuevo amanecer desde el bando nacional y tras el soldado que arenga a las tropas, tal vez símbolo de Francisco Franco. Es significativo, pues, que el amanecer llegue desde el bando que va a resultar vencedor y que la noche todavía no se haya despejado sobre los republicanos. Emplea Maeztu principalmente el color verde, asociado a gris sobre la tierra y a amarillo con rojo sobre el cielo. Se ha pretendido conscientemente dar un efecto broncíneo, escultórico, al toro, para insistir en su poder simbólico. Se ha seguido una técnica de manchado a planos con el fin de corporeizar las figuras, forzando la expresión de músculos para caracterizar el tipo racial español, uniendo la técnica de pintura mural al propósito de exaltación.
Shetter, pato y gavilán
59,5 x 51. Óleo sobre lienzo fino tensado. Al dorso escribe el pintor: “Shetter, pato y gavilán / óleo / G. de Maeztu.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Composición de naturaleza inerte y viva. En primer término se ofrecen, colgados de las patas por una cuerda, un gavilán y un pato, tapado en parte por aquél. Ambos despliegan sus alas. Detrás, echado sobre una mesa (¿), aparece un perro de caza, muestra su cabeza con la boca entreabierta, jadeante. De la mesa cuelgan unos paños que el pintor sólo ha coloreado a grandes trazos de pincel. Hay mayor detallismo en el plumaje del gavilán y apenas nada en el del pato. La cabeza del perro está lograda. El fondo de la estancia se colorea con verde y algunas manchas oscuras para dar el contraste necesario.
Los siete bandidos de Écija
291 x 397. Óleo sobre lienzo.
No ha podido describirse por estar en mal estado de conservación, protegida la pintura por pliegos de papel de seda, enrollada la tela en un cilindro de cartón duro.
Torada
80,5 x 70,5. Óleo sobre lienzo. Obra inconclusa. Al dorso, en el tramo superior del bastidor, se ha escrito: “Torada” (boceto)”.
Se trata de una obra inacabada, de la que se ofrece tan solo la mancha inicial, configurando los volúmenes y proporciones a plasmar. No obstante, esto es suficiente para poder apreciar la concepción posterior de la obra. Se han dado los colores esenciales, aunque luego pudieran matizarse o rebajarse. Presenta como tres cuerpos claramente diferenciados. En el inferior, que ocupa la mitad del espacio pictórico, se representa una manada de toros en distintas posiciones, en tres grupos diferentes, pero en actitud e marcha. La conducen unos jinetes situados detrás. Se representa el motivo en un escenario abierto, una pradera lindante con casas con tejado a una sola vertiente y las ruinas de una fortificación, todo lo cual constituye el segundo nivel en la perspectiva del cuadro. Y el tercero lo conforma un cielo parte llameante de naranjas intensos y parte azul verdoso, sobre el que se recortan las ruinas antedichas. Aun con las reservas de una obra inconclusa, puede calificarse de recargado el primer término. En él amarillos y verdes muy expresivos.
Torada en 1900. Las presidentas
150,2 x 140,5. Óleo sobre lienzo. El pintor ha dado al dorso una mano de pintura blanca, en el primer tercio superior, para ocultar el título de otra obra anterior que subyace bajo esta y decía: “Tres moras de Music Hall / G. de Maeztu / (BILBAO) [esto último no está cubierto por la pintura blanca]. Sobre la pintura blanca ha escrito el siguiente texto en color marrón: Torada en 1900 / Las Presidentas / G. de Maeztu. Es, pues, una tela reaprovechada, con series de a tres rayas o bandas longitudinales, marrones, con aspecto de ser tela de colchón o similar. Imprimación ocre. Un parcheado en la parte inferior derecha.
Se reproduce con escasa calidad en el color dentro de la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 63.
Sobre el vallado de una plaza de toros pueblerina se sientan dos muchachas guapas, bien vestidas, en actitud de pose. Una tercera se halla de pie y espalda, con el brazo derecho en jarras, por detrás y entre ambas. En segundo plano queda la plaza taurina, improvisada con maderos y carros. En la arena tres mozos torean un astado, todo ello en el ángulo superior derecho. En el vallado gentes apretujadas asisten al espectáculo, algunos incluso subidos a un carro. Al fondo quedan las casas del pueblo, una iglesia por la izquierda y una muralla con varios torreones. Un cabezo montuoso al fondo y el cielo nublado con claros y luces amarillas de atardecer. La composición armoniza muy bien los términos, sin merma de la profundidad espacial. El pintor retrata a las presidentas con brío cromático -verdes y amarillos principalmente-, no exento de provocación (por los planos bajos que ofrecen las puntillas de las faldas y las medias de seda rojas). Aunque la factura no desciende a detalles formales, cuida de ofrecer expresiones de color mostrando los destellos de luz del mantón de una de las presidentas, los brillos del cabello rubio, las “manchas” de lazos, flecos y guantes que realzan la coquetería femenina. La muchedumbre se aboceta. La muralla aparece en contraluz, para aumentar la sensación de proyección espacial. Cuadro bien estructurado.
[Torero]
84 x 74. Óleo sobre cartón.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, semi borrada.
Un torero vestido con el traje de luces, de marrón y oro, con corbata encarnada, sentado. Envuelve su figura con una capa blanca de la que asoma su brazo derecho, apoyado en la pierna. Inclina levemente su cara a la derecha y entorna los ojos con aire melancólico. Tras él en la pared se abre un arco que deja ver lo que parece ser un estanque con un pórtico y unos árboles por la izquierda en perspectiva, así como el torreón de una iglesia y, más lejos, los arcos en herradura del coso taurino. Atardece. La escasa luz lleva a confundir las formas. Corresponde este paisaje al estado de tristeza del torero. Se ha pintado el torero con asta fluida y técnica abocetada. La viveza del óleo es disminuida por el soporte de cartón, no obstante estar bien combinados en el torero los ocres de su traje con la faja y corbata encarnados, así como con los blancos de su capote de paseo.
Torero [Estudio]
70 x 80,5. Óleo sobre lienzo.
Amplio busto de torero representado a la izquierda, con un estanque al fondo y lka silueta de una montaña en el ángulo superior derecho del cuadro. La luz nocturna desvirtúa las formas. El torero mueve la cabeza con altivez hacia su izquierda. Va enfundado en su capote de paseo, pintado a grandes manchas de color, puesto que lo verdaderamente interesante para el pintor es la cabeza del torero, tocado con la montera. Da carácter al rostro entero del personaje un ligero contraluz que viene de la izquierda. Dominan en su cuerpo los ocres. Un plano rojo oscuro sugiere el suelo, los verdes amarillentos del plano siguiente las aguas del estanque. El plano posterior se presenta atmosférico.
Toreros antes de la corrida
93 x 73. Óleo sobre cartón.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Un torero sentado a la derecha de la composición, en primer término. A su espalada otro torero, colocado a la izquierda y de pie, mira a su compañero. Como fondo una pared con abertura en forma de arco de herradura. Estudiadas composición y actitudes: una ofrece variación y vacío; las otras movilidad y ademanes característicos de la dignidad del torero (el torero de a pie arquea un brazo y toma con la mano contraria su chaquetilla; el torero sentado -centro de atención por su mayor riqueza cromática y ser objeto de la mirada del compañero- va enfundado en su capote de paseo y se recuesta sobre el lado izquierdo). Los rostros de los toreros permanecen en la sombra, algo difusos. Son personajes recios, enteros. Destacan los azules y amarillos del torero sentado y la muleta roja del segundo, aplicados con pincelada expresiva larga y suelta. El fondo es un acierto de azul y malva grisáceos, consiguiendo Maeztu amortiguar la expresividad de los primeros planos. Se aprecia una corrección en la cabeza y brazo del torero que permanece de pie y tras hacerla no se corrige el fondo correspondiente a la pared, quedando de manifiesto un trazo sinuoso.
Valencianas en Estella
188,3 x 140. Óleo sobre lienzo. Al dorso escribe el pintor: Valencianas / En / Estella / G. de Maeztu.
Se reproduce con mala calidad dentro de la Biblioteca: pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, vol. IV, p. 80. Aporta medidas erróneas: 190 x 140 cm.
Dos muchachas hermosas y vitales representadas de cuerpo entero, bajo un arco de piedra sustentado por dos columnas. Como fondo la entrada a una casa, con dovelaje de piedra sobre basamento de ladrillo. Posan con gracia: la primera sentada en una silla de mimbre mira al espectador desde su postura lateral y recoge las piernas con donaire; sostiene en su regazo un cesto de hortalizas y se toca con un pañuelo blanco, viste blusa roja y falda verde que permite ver bajo el delantal arremangado las puntillas de su saya, las medias de seda y el zapato fino que cubre sus pies. A su izquierda, algo detrás y de pie, con un brazo en jarras, su compañera sostiene una cesta con frutas a la altura de la cabeza de la otra muchacha. Viste de forma análoga, pero con otros colores: amarillo, rosa, rojo, delantal blanco. La escena se completa con unos melones y un cesto en el ángulo inferior izquierdo, en primer término y un montón de hortalizas coronado con otros dos cestos con cebollas y berenjenas (¿), detrás de la muchacha que permanece sentada. Una manta roja, a rayas, pende de la silla y se extiende por el suelo. El conjunto es de gran colorismo: abundan los verdes, bien mezclados con rojos y amarillos en la fruta. Composición imaginativa y dinámica. Maeztu sabe disponer los ropajes y plegarlos con gracia. Todo el cuadro habla de vitalismo y fecundidad. Decorativo.
Vuelta de la guerra. Requeté
95 x 81,5. Óleo sobre lienzo. Al dorso ha escrito el autor: “Vuelta de la guerra” / “Requeté”, / óleo / G. de Maeztu / Estella, 1938”.
Estella (Navarra), 1938.
G. de Maeztu / [REQUETE], en el ángulo inferior izquierdo.
Una escena familiar. El requeté, de espalda, se inclina para abrazar a su hijo pequeño. En plano posterior la madre contempla conmovida la escena, tomando con su mano izquierda un extremo del pañuelo que lleva al cuello, tal vez para enjugarse los ojos. El escenario lo constituye la calle de un pueblo navarro: una casa típica al fondo, con gran arco dovelado de ingreso y balcones a los lados. A la izquierda, más lejos, varias mujeres asisten al encuentro, una de ellas con un niño en brazos. Atardece y un último rayo de sol ilumina parte de la casa, quedando el resto en la sombra. Este rayo afecta en lo esencial a las figuras de primer término, iluminando sus cabezas. El pincel aplica el color a planos vigorosos de ocres verdosos sobre el combatiente, que va pertrechado con cartucheras y machete. Maeztu busca la expresión en buena medida a través del contraste del color: blancos (pañuelo, camisa del niño), rojos (la boina del soldado) y rosas (pañuelo de la madre). Bien compuesta la escena, con profundidad y dramatismo.
Gouaches
Aguadora. Estudio
20,6 x 15,4. Gouache sobre papel ahuesado, pegado a una cartulina crema de 22,7 x 17,5 cm., cuyo dorso evidencia se trata de una autolitografía de Maeztu aprovechada con este fin. Figura en él el nº 4 anotado con carboncillo.
Se aplicó el color con humedecimiento previo del soporte, siguiendo técnica de la acuarela. Bosquejado previo a carboncillo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Sencillo bosquejo a carbón de una muchacha aldeana de tamaño tres cuartos, en posición lateral, bien vestida, que porta sobre la cabeza un cántaro. Los sujeta por su base con la mano derecha, en tanto que la mano izquierda es llevada a la mejilla en actitud de pose demasiado estudiada: todo el cuerpo se ha coloreado con un tono de marrón, aclarando la falda y parte de la cara. Al fondo se le ha dado un tratamiento con amarillo y ocre más manchas grises alargadas en la proximidad de la figura, haciéndole destacar del espacio.
Alquézar. Huesca
19,4 x 32,6. Gouache sobre papel adherido a una cartulina crema de 24,4 x 37,3 cm. , en cuyo ángulo superior de la izquierda el autor ha escrito a lápiz: Alquézar. Al dorso se presenta un fragmento coloreado con la representación de dos jinetes sobre caballerías subiendo la ladera de un monte arbolado, con cielo como fondo, y empleo de azules y rojos. Hay diversas anotaciones a lápiz rojo: 44 x 30 y nº 12. Al hacerse el inventario de Estella se copió de nuevo el título y numeró a lápiz de forma convencional con el número 53 inscrito en un círculo. Se aplicó el color puro o con aguada previa del soporte. Bosquejado a carboncillo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, a carboncillo.
Visión del conjunto del pueblo con un camino a la izquierda, un arbolillo, un crucero de piedra y las casas en segundo plano distribuidas por todo el espacio. Se intensifica la ilusión de distancia con un primer término de una casa, situada a la derecha. Tras el homogéneo casco de la población, pintado con ocres y rojos, hay dos montículos, uno a cada lado: el derecho es un escarpe con un castillo amurallado en la cima y varias torres. El cielo es amplio, verdoso y azulado, tornadizo. En él, a la izquierda, el autor anotó a lápiz una serie de observaciones precedidas de números que las ubica en el espacio plástico, sobre el color y la luz. Leemos: 1 cadmium; 2 rojo; 3 violeta rojo negro etc., para indicar las necesarias mezclas de color. Este se mantiene en las gamas frías. El punto de vista elegido da a Alquézar un aire de pintoresquismo y espectacularidad.
Angulero vasco
50,5 x 33. Gouache sobre papel de ligero tono sepia, adherido a otro del mismo tono ligeramente superior en tamaño. Técnica de aguada previa. Bosquejado a carboncillo. El dibujo ha sufrido algunos arañazos por los rasgones que aparecen en los lados y principalmente en la parte superior derecha.
“Arrantzale” vasco de medio cuerpo y casi tres cuartos, en posición lateral y actitud de caminar. En su antebrazo izquierdo lleva las redes de pescar y en la mano derecha el farolillo con que alumbrar el mar al pescar. Queda como fondo el mar, que evoluciona en la distancia desde una coloración verde a una lila. Maeztu ha anotado a lápiz: no oleajes. Es, pues, serena su superficie. El cielo presenta planos de color azul. En tal fondo, tanto el mar como el aire se han plasmado con aguada, haciendo correr al color sobre esta superficie con intención de mostrar la mutación del cielo. El pescador se ha contorneado con trazo grueso de carbón y coloreado con pinceladas rectas paralelas, dando rojo a la chaqueta y azul al pantalón. Los reflejos del farolillo se dan a entender no coloreando el soporte. La cara, desdibujada, muestra una expresión de concentración, también de entereza y virilidad.
Ayuda al náufrago (estudio inacabado)
34 x 50. Gouache sobre cartón gris, con bosquejado a carbón. El soporte se muestra arrugado en el ángulo inferior derecho y con ondulaciones en los extremos. Perforaciones en los ángulos.
Estudio de posiciones, singularmente de un marinero que trata de incorporar a otro náufrago, desvanecido. Se ofrecen dos versiones del mismo tema, próximas entre sí, en la arena de la playa. Tras las figuras, a la izquierda, una aldeana mira la escena. A la derecha, un dique defiende la playa del mar. Al fondo y lado contrario, otro más con un faro en su extremo. Entre ambos se ve el mar azul oscuro, con cielo movido de nubes azotadas por el viento y luz de anochecer. El dibujo se presenta inacabado, ya que solo se ha coloreado en parte con gouache. No obstante se advierte un bosquejo previo a lápiz que fija las posturas de los cuerpos, los cuales, tras aplicar el color adquieren todo su volumen. Tiene gran importancia la consecución de luces, que exageran la palidez de la piel en el náufrago marinero. Se emplean ocres, rojos y azules aplicados sin aguada.
Barcaza
11,6 x 14,7. Gouache sobre papel, con técnica mixta de aguada y carbón.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Una barcaza cargada con redes de pescar y marineros en popa avanza hacia la izquierda, sobre el mar. La línea del horizonte aparece detrás de la popa. El resto aparece envuelto en bruma. Se obtiene las ondas del agua con la aplicación del color sobre aguada. En el cielo se alcanzaron calidades de mutación mediante raspado del soporte (ángulo superior izquierdo). Toques de color en seco para dar volumen y luces. Algunos trazos de carbón dan corporeidad. Atardece. Viene la luz de la izquierda.
Boceto para el mural de la Sala de Juntas de la Excma. Diputación Foral de Navarra (Pamplona)
160,9 x 267,3, al tamaño natural del mural definitivo. Dibujo a pincel y gouache, con bosquejado previo a carboncillo, sobre una base de papel kraft de tono sepia, formada por dos piezas encoladas en la mitad en sentido transversal (no obstante se desencolaron en parte por la izquierda). Se agrietó en el centro y parte superior izquierda, reparándolo posiblemente el propio artista con una tira de papel encolado. Perforaciones en la periferia como de haber sido aplicado a la pared. Se ha coloreado en algunas partes con carboncillo difuminado para resaltar volúmenes. Los colores empleados han sido rojo sangre y negro carbón. En la parte superior presenta un adhesivo con el núm. 104 y al dorso, en la parte inferior derecha, en rotulador rojo el núm. 424.
Se presenta un amplio escenario: un valle en el que en primer término aparecen tropas militares. A la izquierda tres caballeros alineados sobre sus corceles, acorazados y lanza en ristre, vistos desde el lado derecho. El primer caballo realiza una cabriola y relincha. Bajo las patas del equino se inician unas rocas que forman un suave promontorio. A continuación hay tres perros, uno retrasado y aullante. Después un grupo nutrido de soldados distribuidos en segundo plano, vistos desde el lado derecho y espalda, con la pica al hombro. De ellos dos quedan en primer término, para incidir en el efecto de lejanía espacial. Permanecen en actitud de caminar, con la pierna derecha retrasada, mirando al cortejo de damas que se ofrece a su izquierda. En el ángulo derecho dos briosos caballos ensillados y enjaezados son representados en posición lateral. El mes próximo al espectador relincha torciendo el cuello. Las tropas avanzan hacia el fondo, en dirección izquierda-derecha, donde las rocas declinan junto a unos chopos, en cuyas proximidades retozan tres ciervos. Flanquean los soldados un cortejo de damas que avanza por el valle, seguido de lanceros y jinetes que asoman tras el recinto amurallado dispuesto al centro de la composición sobre dicho cortejo, en un paraje rocoso de donde cuela un arroyo que desaparece al fondo del barranco junto a unos chopos. Desde una altura dominan los abanderados a caballo. Varios edificios asoman en las laderas de esta elevación: una iglesia a la izquierda, un torreón y la puerta de un castillo a la derecha. A los lados de la composición se ofrecen lejanías espaciales: campos arbolados por la izquierda y la silueta de unas murallas sobre un cabezo; la iglesia de Eunate por la derecha. La conformación del terreno semeja el de la zona media de Navarra. Se confía al cielo el espacio restante. El horizonte es alto. El conjunto se planteó como un amplio escenario que de cabida a gran número de figuras, distribuidas con sentido efectista y épico. Así los planos espaciales son numerosos y la perspectiva es acorde a los efectos visuales que deben producir los murales. La visión histórica propuesta combina realidad (Eunate) con ficción y se localiza en el siglo XV. La distribución de las figuras y concepción del mural son de gran gusto, evitando caer en el recargamiento. Se establecen líneas de fuga visual hacia el fondo, que aparece más simplificado. Hay dinamismo en los grupos y fuerza en los primeros personajes (lanceros, caballos, rocas). Desde el punto de vista técnico, se han perfilado los cuerpos con pincelada curvilínea envolvente y se ha trazado en ellos los detalles fundamentalmente de indumentaria, arreos, plegados etc. Las masas (montañas, rocas, árboles) se han perfilado y las construcciones se han pormenorizado más, incluso sombreado.
Caballo con arreos
22,2 x 24,2. Gouache sobre papel adherido a una cartulina de 23 x 27 cm. con adherencias de papel y mutilaciones en la periferia. Bosquejado a carboncillo. Al dorso se comprueba la existencia de una litografía del autor, con un núm. a lápiz: 156.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, con carbón.
Estudio de un caballo con sus arreos de tiro y monta: collarón y silla. Está en posición lateral, mirando a la izquierda, con el cuerpo alargado y algo escorzado, mostrándose soberbio y estirado sobre sus patas delanteras, en medio de un verde prado, del que apenas destacan y un pueblecito a la izquierda y un monte azulado a la derecha, ya que el punto de vista adoptado es muy bajo con el fin de exaltar la figura del equino plena de poder y fuerza. El cielo sobre el que se recorta se agrisó con trazos horizontales de pincel, sobre una base ligeramente rosa. Se han introducido correcciones sobre el primitivo trazado de las patas, grupa y cuello del animal, que está bien perfilado, coloreado con trazos de carbón y mancha de color marrón oscuro, en tanto los arreos son vagamente lilas.
Camino de Monjardín [o Carro de labranza]
12,9 x 19. Gouache sobre papel. Se aplica la pintura con aguada, siguiendo técnica de acuarela, con ligeros toques de color puro. Bosquejado de carbón. Se adhiere la base a una cartulina crema de 15,5 x 22 cm. despelletada en los extremos. En la parte superior, el autor ha escrito a lápiz negro un texto difícilmente legible por las adherencias de papel y su despellejada superficie, que puede equivaler a cualquiera de los dos títulos dados a esta obra. Al dorso hay unas manchas de color y los textos siguientes: Monjardín de Estella [a lápiz negro] / Tarde de otoño [en rotulador negro]. Y las medidas 31 x 28 y los números 5 y 154, inscrito en un círculo
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en carbón.
Pequeño apunte, apenas bosquejado, que muestra en perspectiva, a la derecha, el castillo de Monjardín, en las proximidades de la ciudad navarra de Estella, sobre una colina. A la derecha, en segundo término y equilibrando la composición, un carro de labranza, con tres caballerías sueltas pastando a su alrededor. Tomado con cierta perspectiva, muestra parte de los bultos de su interior. Es un carro con capota que descansa en medio de un campo, ante un ribazo. Se presentan al mismo tiempo otras figuras: en primer término, a la izquierda, una muchacha con una canasta al costado; a la derecha cinco figuras de aldeanos y aldeanas un poco más allá. Animado color de ocres y verdes, con suave cielo verde.
Caserío
25,5 x 36,5. Gouache sobre cartulina ahuesada, con bosquejado previo a carboncillo. Aguada también previa a la aplicación de la pintura, con materia líquida, dando transparencia a la pintura. Al dorso figura un adhesivo con el núm. 368.
G. de M., en el ángulo inferior derecho, a carboncillo.
Una modesta casa de dos alturas y tejado a dos vertientes desiguales en tamaño, vista casi frontalmente y en primer término. El ángulo de visión ofrece parte de su lado izquierdo orientado a un camino orillado por una empalizada. Al fondo suaves colinas, con cielo azul. Llega la luz de la izquierda. Se trata de un dibujo elemental, coloreado con gouache de cierta ingenuidad o torpeza, que no parece revistiera importancia para el autor. Emplea ocres y azules.
Cazador
30,5 x 23,5. Gouache sobre papel adherido a cartulina ahuesada de 49,5 x 38 cm., con manchas de polvo y de humedad, así como perforaciones en los ángulos. Al dorso manchas de óleo de color azul, amarillo y rojo, indicando que esta hoja se ha reutilizado como soporte. Se indica el número 50, inscrito en un círculo. Se aplica el color con técnica de acuarela y en estado puro. Bosquejado a lápiz y carbón. Leves sombreados a carbón. Una fina retícula de 24 espacios bien definidos indica pueda tratarse de un boceto para mural.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, a carboncillo.
Con cierto sentido monumental representa Maeztu a este cazador como hombre joven, vestido al estilo popular de principios de siglo, con el zurrón al hombro, sujeto por su mano izquierda y la escopeta bajo el brazo derecho. Le acompaña el perro en segundo plano. Ambos caminan hacia la derecha, si bien el cazador vuelve la cabeza para mirar atrás. Un campo verde sirve de fondo, con caseríos dispersos y bueyes labrando la tierra dirigidos por sus amos. Un río separa las tierras de cultivo del monte, sobre el que se echa la niebla. Está conseguido el ambiente aéreo, para el que el pintor ha dosificado el color con aguada, sirviéndose del fondo natural de l soporte, dándole una tonalidad rosácea y gris. El cazador y su perro están dotados de fuerte dinamismo direccional hacia la derecha, con cierto sentido del esfuerzo. Los rasgos del cazador quedan imprecisos, pues parece perseguirse un efecto de conjunto. Está modelado con suaves planos de claroscuro y en distintas tonalidades de azul. Algunas notas de carmín en su elástica vasca son de gran expresividad. El conjunto decorativo y bien planteado.
El cazador
59,7 x 47,4. Gouache sobre cartulina ahuesada, con bosquejado ligero al carboncillo. Leves rasgaduras en la periferia. Al dorso y al carboncillo presenta los números 14 y 35, inscrito en un círculo.
G de Maeztu / G de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, en carboncillo, superpuestos los textos.
Nueva versión de este tema. El Museo de Maeztu conserva en sus fondos catalogados otra realización homónima efectuada al gouache. Aquella es superior a esta, que se presenta en un tamaño mayor. No debió gustar a su autor, que la firma por dos veces (esto puede interpretarse como descuido o signo de disgusto). En efecto, se aprecias llamativos defectos formales, como la cabeza del perro que acompaña al cazador, en contraste contradictorio con otros fragmentos del asunto que están bien planteados: así la mitad inferior del cuerpo del cazador, el campo y el cielo). La niebla que invade el monte se sustituye en este caso por la ladera nevada. Aunque errada, la obra demuestra el gran sentido del color que tenía Maeztu.
Edificio
70 x 89,4. Gouache sobre papel grueso ahuesado. Obra inacabada. Se aplica el color muy disuelto en agua, adoptando la técnica de la acuarela. Bosquejado a carboncillo y pincel fino. Es posible se humedeciera el soporte antes de aplicar el color. El cielo y parte superior izquierda se han rascado con lija o piedra pómez, más parece para acentuar el efecto de niebla que para efectuar correcciones, pues éstas habrían de ser muy burdas sobre una superficie rugosa. Desgarros y perforaciones no sólo en los ángulos. Uno de tales desgarros ha sido reparado con cinta adhesiva transparente por el dorso. Un ribete de 1 cm. de anchura, de color morado, rodea algunos sectores de la periferia.
Un edificio sólido de piedra y estilo aparentemente neoclásico, de dos plantas. El punto de vista elegido nos muestra dos de sus paredes, quedando imprecisa en la sombra la de la derecha. La luz de amanecer da al color una entonación pálida. Sobre el suelo de la calle (y es un edificio aislado) se muestra el claroscuro de ese momento horario. El edificio se alarga por la izquierda, con una tapia coronada por abundante follaje que en parte se extiende a la fachada del edificio noble, ocultándolo. Un aire agrisado se interpone entre la vista del espectador y el edificio, como si de un efecto de niebla se quisiera tratar, logrado con aplicación del color mediante aguada y leve pincelada para suavizar el contorno de las formas, así como mediante el rascado del soporte ya indicado. Se han empleado los colores ocre (que muestra por transparencia el tono crema del soporte, o sea la luz), verde y azul. El rojo entona los tonos claros.
Estampa campesina
28,8 x 21. Gouache sobre papel adherido a una cartulina ahuesada de 32,8 x 24,5. Bosquejado a carbón. Huellas de papel encolado en la periferia. Al dorso de la cartulina el pintor ha escrito en lápiz rojo: 43 x 36. Lleva el número 151 inscrito en un círculo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, en carbón.
Con un bajo punto de vista representa el pintor una madre campesina sentada en el suelo, recostada sobre una piedra (¿), con un niño en brazos. Cerca de los pies hay una cesta con un paño caído. Ella es representada en posición lateral y su hijo de espaldas. Cerca y vistas en altura aguardan las mulas que tiran de un carro, al que todavía permanecen uncidas. Y a través de estos cuerpos se ven, de manera imprecisa, las casas del pueblo y la línea del monte azul. El cielo parece nublado, con algunas luces fugaces. Es el momento del descanso en la faena agrícola. La maternidad se funde en la Naturaleza como algo consustancial a ella. La armonía y el silencio de esta poética imagen, es realzada con la actitud resignada y hasta bondadosa de los animales, que miran al frente. El pintor lleva a cabo un interesante juego de espacios, con una composición difícil. La ejecución busca el efecto impresionista, perceptible en las mulas y las figuras humanas, si bien los colores permanecen en melancólicas gamas verdes, azules y ocres.
Flora. Desnudo
31,9 x 24,3. Gouache aplicado pro o acuarelado, con leve dibujo a carboncillo sobre papel ahuesado grueso, que al dorso lleva el número 63 inscrito en un círculo. Despellejado el borde en sus últimos 6 mm. al haberse arrancado un passe par tout anterior.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, a carbón.
La muchacha se encuentra de pie y en posición frontal, ante un lecho colocado junto a unas cortinas verdes y un ventanal, por donde entra la claridad necesaria a la escena. Su cuerpo desnudo no se presenta rígido, sino suavemente curvilíneo: las manos detrás, una ligera inclinación a su izquierda (al levantar la pierna de ese lado) y un movimiento de compensación hacia el otro lado de la cabeza. La muchacha sonríe y muestra unos dientes blancos que destacan en su bella y sombría cara. El cuerpo se ha modelado con ayuda de un claroscuro perfecto a base de difuminado y carmín ligero, que dan forma atractiva y sensual al mismo, perfilándolo con sumo cuidado, destacándolo del fondo, donde la luz tras filtrarse entre las cortinas se proyecta sobre las telas del techo. Interesante juego entre apariencia y realidad por medio de la luz.
Gitano andaluz. Estudio
32,4 x 24,7. Gouache aplicado previa aguada del soporte sobre papel grueso de entonación gris. Huellas de papel encolado en la periferia. Al dorso y con motivo del inventario hecho en Estella, han anotado a lápiz negro: GITANO ANDALUZ, añadiéndole el número 152 inscrito en un círculo.
Gde Maeztu, en el ángulo inferior derecho, a carbón [tres primeras letras ligadas]
Sobre un suelo impreciso obtenido con manchas de violeta, sobre el fondo púrpura que ocupa el espacio plástico, se muestra en actitud de caminar hacia la izquierda a un tipo gitano, más bien maduro, pintado a manchas abocetadas de amarillo, azul y blanco. Ciertas partes de la anatomía, entre las que hay que contar cabeza y piernas -más algún detalle como el sombrero- se dibujan a pincel con trazo fino. Predomina, pues, el efecto de color sobre la forma, aplicándose además éste con transparencia o mayor pureza, intentando dar la impresión fugaz y dinámica del cuerpo en movimiento. Se aprecia en el trazo del pincel cierta estilización, producto de la rápida ejecución (así en la sombra del gitano). El fondo se ha coloreado con rojo oscuro, mostrando por transparencias un ambiente vago y atmosférico.
Hombre con sombrero. Retrato
34,8 x 32,4. Gouache sobre cartulina ahuesada. Se aplica el color previa aguada del soporte. Dibujo a carboncillo en la cabeza del retratado y al comienzo de los hombros. Al dorso presenta papel engomado en la periferia y despelletados como de haber sido arrancado de otro soporte. Manchas de color y trazos de carboncillo. El número 37 inscrito en un círculo. Coloración muy suave, con rascado previo del soporte para darle rugosidad. Fijado parcial (en el sombrero).
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, a carbón.
Busto de hombre maduro tocado con sombrero de ala amplia y embozado en una capa o tal vez hongarina. SE representa de lado, mirando al espectador, con naturalismo. En su cara recibe una luz que deja el lado derecho en la sombra. Esto hace destacar detalles de su cara, tal como arrugas, flacidez de carrillos, la rugosidad de un rostro curtido por el aire. Su mirada está fija, pero no perdida, es observadora. Todos los rasgos de su fisonomía se han perfilado con carboncillo. El sombrero igualmente, pero apenas se ha coloreado. Se le ha dado un tono marfil con fijado y bajo el ala se ha sombreado con carboncillo. La capa se ha modelado a grandes planos, formando los pliegues, que se perfilan con línea gruesa de carbón. Se ha frotado con lija sus superficie para dar aspecto rugoso al tejido. El coloreado es suave, graduando la intensidad del mismo para plasmar el claroscuro. SE ha utilizado una interesante técnica.
Iglesia visigótica de Baños. Palencia
31,5 x 21. Gouache aplicado según técnica de acuarela, con algún toque puro, con bosquejado y sombreado a carboncillo, sobre papel y éste adherido a otra hoja de papel más grueso de tono crema y medidas 37,7 x 27 cm., en cuya parte superior el autor ha escrito a carboncillo: Iglesia Visigótica de Baños-Palencia. Huellas de papel engomado en la periferia y manchas de cola. El dorso de esta base está parcialmente coloreado, habiéndose utilizado de nuevo. Anotaciones a lápiz rojo del pintor: 40 ½ x 32 ½, nº 30, y otras anteriores tachadas por él: 49 x 35. Incorpora el número 6 inscrito en un círculo.
G. de Maeztu, al ángulo inferior izquierdo, a carbón.
Interior de la expresada iglesia, cuya advocación es la de San Juan, en la localidad de Baños de Cerrato. Se representa la nave central con punto de vista lejano y desde la izquierda, ofreciendo, pues, entre el ángulo de visión y el fondo de la imagen, la serie de columnas que separan esta nave central de la lateral izquierda, ofreciendo un bello efecto de perspectiva y de variedad compositiva. Hacia el medio de la nave central una mujer arrodillada reza y un hombre -oculto en parte por una columna- permanece de pie tras ella. Al fondo, por la izquierda, vemos el altar; a la derecha la nave lateral izquierda, sin demasiada definición. En lo alto los arcos en herradura que sostienen la techumbre, con una ventana en la parte superior derecha, que da a la calle. El conjunto de las formas se ha perfilado con carboncillo, detallando hasta cierto punto los acantos de los capiteles y efectos como el de la curvatura de los fustes. Por efecto de la luz filtrada, proveniente de la derecha y atrás, así como del ábside, se iluminan los intradoses de los arcos con amarillo alimonado, permaneciendo el interior con leve sombra que invita al recogimiento, obteniéndola con azul, gris y ocres, más algunas manchas de verde.
Interior de San Millán de la Cogolla
23,2 x 28,5. Gouache sobre papel grueso de tono crema, con textura de tela. Bosquejado y sombreado con carbón. Passe par tout del mismo tono, con anchura de 6,2 cm., manchado por la descomposición de la goma. Al dorso, al hacerse el inventario de Estella, han escrito a lápiz negro: S. Millán de la Cogolla. Sepulcro, y añaden el número 54 inscrito en un círculo. Al dorso del gouache el autor ha escrito con lápiz rojo: 41 x 35 y nº 28. Lleva un 4 en color azul.
G. de Maeztu, en el centro inferior izquierdo, en carboncillo.
Se muestra en perspectiva el interior de esta iglesia riojana, con luz artificial y contraste de sombras, por la luminosidad de dos antorchas aplicadas a la pared. Dos devotas oran a la derecha con recogimiento antes unos sepulcros colocados en un amplio nicho existente en la pared, bajo una bóveda que descansa en columnas, a ambos lados de los sarcófagos, a los que se accede por una breve escalera situada a la derecha. El suelo, de lajas de piedra, es de un color ocre opuesto al verde oscuro de las paredes, y a su vez al amarillo verdoso y chirriante de la pared y bóvedas, efecto de la luz artificial de que hemos hablado. El efecto de claroscuro se obtiene intensificando el color con sombreado de carbón, en haces de trazos rectos paralelos a bolsas de materia difuminada. Tiene un aire fantasmal y mortuorio bien logrado.
Jardín
27,8 x 21,9. Gouache sobre papel grueso. Bosquejado previo a carbón y lápiz. Se obtienen las luces con rebaje del color por pincelada aguada, siguiendo técnica propia de la acuarela. El soporte se ha adherido a una cartulina de 36 x 29,8 cm., en la que se ha vaciado un espacio donde encajar la obra, resultando un passe par tout adicional que se colorea de amarillo. El dorso de este soporte está coloreado y reaprovechado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
En primer término se representa un monumento de piedra, consistente en un basamento de piedra rematado en los ángulos por florones y una columna en el centro con hojas de acanto, sobre las que va como remate un barco de vela. Tras este monumento queda el paseo, un banco de piedra con dos personas sentadas y un macizo vegetal, por encima del cual, a la izquierda, se ve un arco vegetal. Cielo azulado y nublado en parte. Verdes agrisados, ocres y azules que no tapan el dibujo previo del conjunto, realizado a lápiz y carbón. Claroscuros. Se obtienen las luces rebajando el color con agua y pincel, como en la técnica de la acuarela.
Jardín
24 x 31,5. Gouache sobre papel grueso ahuesado. Se obtienen las luces rebajando el color con pincel aguado. Al dorso parte de un aguafuerte del pintor, en cuyo dorso se ha pintado esta obra. En la parte inferior ha escrito el pintor a lápiz: a.
Un estanque con agua, de forma elíptica, rodeado por columnas rematadas en ánfora y setos, algunos formando un arco, a través del cual se ve el curso de un río (¿). Al fondo, en la bruma, parece adivinarse la ladera de un monte. Transparencias en el agua dormida del estanque. Incluso reflejos. Melancolía, poesía, soledad. Paleta de verdes, con algunos ocres y azules. Bosquejado previo a lápiz.
Jinetes
70 x 89. Gouache sobre cartulina ahuesada. Este se aplica con técnica semejante a la de la acuarela, muy disuelto en agua y humedeciendo el soporte. El soporte se ha raspado en algunos sectores para obtener efectos ambientales. Bosquejado a carboncillo. Perforaciones de polilla. Fragmentos de ribete de papel en la periferia, de color granate y 1,5 cm. de anchura. Desgarros y una arruga a la derecha.
Obra inacabada, que como tal muestra formas imprecisas que pueden malinterpretarse. Con una vasta llanura como fondo, dos caballos marchan en primer término en dirección a la izquierda. Sus cuellos se muestran a distintas alturas. En el más próximo a nosotros van montados dos personajes: uno sobre la grupa abrazado al anterior, como si fuera herido, fatigado o preso. Solapado a éste, en la segunda montura, va otro personaje embozado en un capote, con la cabeza protegida por un sombrero (¿tal vez un tricornio?). En tal caso podría estimarse como obra de denuncia socio-política. La pintura se ha aplicado sobre un bosquejo desdibujado y leve. Ha dibujado las formas pintando con el color y con la ayuda de ocres, azules y verdes modela las formas y alcanza volúmenes y contrastes espaciales. Sin embargo no precisa detalles, por lo que las formas devienen sombras fantasmales que caminan por un paisaje de límites imprecisos, como si de la visión de una pesadilla se tratase.
Jota vasca
31 x 47,5. Gouache sobre papel ahuesado. Se aplica con técnica de acuarela. Bosquejado y sombreado a carbón. Rota la esquina inferior izquierda. Marca al agua en la parte superior derecha, donde también se ha escrito a lápiz el número 72. Perforaciones en los ángulos. Al dorso han escrito a lápiz: 60 JOTA VASCA. Surco por doblado en el centro.
Escena de interior, en una taberna del norte de España. Tres mozos y una moza bailan una jota vasca elevando los brazos y saltando. Por el ritmo se contorsionan los cuerpos. Los torna gesticulantes una luz artificial que realza las sombras. Al fondo, de pie sobre una mesa, el acordeonista toca su instrumento, mientras sonríe y lleva el ritmo con su cuerpo. Un hombre grueso, de abultado vientre que protege con sus manos entrelazadas, ríe con satisfacción ante la danza. Otro más, éste nervudo, de pie, se divierte lo suyo, acompañándose de tragos de vino, pues en su mano derecha lleva un vaso y en la mesa aparece la botella. El fondo de la habitación está oscurecido de azules y violetas. Una ventana situada en la parte superior derecha, indica que la noche llegará pronto. Maeztu capta bien el carácter del vasco, amante de la danza, de la música, del buen comer y beber, y de la alegría compensatoria de los ratos dedicados al esfuerzo del trabajo. La escena está vista con sentido del humor, tal vez acentuando la visión con cierto ánimo caricaturesco. Desde el punto de vista técnico, el pintor ha procedido a delimitar los cuerpos con dibujo al carboncillo. Después ha aplicado el color con sentido del volumen y de la sombra, para lo que ha graduado la intensidad de la materia cromática, en función de la luz recibida, empleando amarillos, azules y verdes, con algunos naranjas. El claroscuro lo intensifica con sombreado de carbón, quien colabora igualmente al modelado con precisión. La composición es variada y atiende tanto el dinamismo como la quietud, que opone en curioso contraste.
Maternidad
21 x 32,4. Gouache sobre papel, previa aguada del soporte. Bosquejado con carbón. Se adhiere el soporte a una cartulina crema de 35 x 44 cm., perforada en los ángulos. El pintor ha escrito bajo el gouache: nº 10, a lápiz, y 16 en el ángulo inferior izquierdo. El soporte está sucio de polvo, humedad y pintura.
Sobre la ribera del río, en primer término, se ofrece a la derecha, en estudiada composición, una escena familiar: una mujer sostiene a su hijo en brazos, sentada en tierra, sobre una de las piernas, adelantando la otra, flexionada, formando así un hueco donde acomodar al niño al calor del cuerpo materno. En plano posterior y de pie aparece el padre, un joven soldado requeté que se apoya con sus manos en el fusil, ondulando el cuerpo. En la orilla unos cuantos caballos forman grupo. El río discurre bajo un puente que queda a la izquierda, y al otro lado varios chopos se diseminan en sus cercanías. Una torre defensiva se alza en el espacio de tierra indicado, que aparenta forma de lengua, pues al fondo se aprecia el cauce de otro río, con otro puente a su vez de varios arcos. Al fondo el monte y cielo amplio. Previo bosquejado rápido y desdibujado de cartón se aplica el color sobre aguada del soporte y tras secar se aplican toques sueltos de pintura pura para dar relieve a ciertos detalles (prendas de vestir, caballos, agua del río, brazos de los personajes, etc.), para lo que emplea rojos, rosas, ocres o turquesas. Aboceta en la factura. Predominan amarillos, ocres, grises y verdes. La luz afecta directamente a la torre, y deja el resto en una sombra suave.
Montejurra
17,2 x 15,5. Gouache sobre papel. La pintura se aplica con técnica de acuarela y pura. Débil bosquejo a carboncillo. El papel se ha adherido a una cartulina crema de 19,5 x 18,2 cm. , que presenta adherencias de papel en los bordes. Al dorso hay un fragmento de litografía de Maeztu, con barniz y nuevas adherencias de papel engomado en la periferia. Anotación a carboncillo del número 16.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, a carbón.
Interesante cuadrito, que representa en poco espacio a dos hombres a caballo y otro más descabalgado de su montura, junto a un elevado árbol de grueso tronco, que lanza sus ramas a lo alto. Se encuentran en medio de un camino, orillado por un muro con adornos de esferas (a la izquierda) y por un ribazo al lado contrario. El camino tuerce a la derecha, justo donde una arboleda y una tapia, que se cubre con hiedra. Al fondo, en perspectiva y colores más suaves, el perfil de Montejurra desvaído por un aire gris que pesa en la atmósfera. Cielo nublado, sabiendo aprovechar el tono del soporte. Se alcanza con acierto el gradiente de color para modular la distancia: tonos densos en primer término y aguados al fondo.
Orillas del Ega
20,8 x 30,3. Gouache sobre papel grueso de entonación sepia, adherido a una cartulina crema de 24 x 34 cm., que presenta un fragmento de litografía del propio autor al dorso. Bosquejado con carbón. El gouache se emplea muy disuelto en agua, con técnica de acuarela.
G de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, en carboncillo.
El punto de vista elegido muestra unos campos con chopos. El río Ega se divide en dos brazos. El principal discurre al fondo, más dinámico. En primer término aparece estancado el segundo de los brazos: reposan sus aguas y emiten reflejos. En la orilla una mujer permanece de pie, con un bulto como de ropa en el suelo. Cierran el fondo unas rocas que forman acantilado, con la boca oscura de una cueva a la derecha. En lejanía, por la izquierda, unos campos más levados y el monte azul oscuro. La luz es suave, como de atardecer. El cielo vagamente verdoso carece de fuerza luminosa. El color principal es el verde y en menor grado el ocre y azul. Se aplica con técnica de acuarela, muy líquido, con algunos toques más puro, en rocas, arbolado y monte. Se valoran las transparencias del soporte, que por ejemplo atemperan el cielo. Apariencia bucólica.
Paisaje
18,8 x 29,8. Gouache sobre cartulina. Bosquejado previo a carbón. Passe par tout ahuesado de 6,5 cm. de anchura, que se adhiere al dibujo y presenta manchas de humedad. El dibujo presenta al dorso manchas de gouache y medidas escritas a lápiz rojo: 41 x 31 ½, y el número 14. Parece material reutilizado.
G. de Maeztu en el ángulo inferior izquierdo.
Un río cruza el espacio de un lado a otro. Un árbol queda a la izquierda y tres a la derecha, en primer término. Por la ribera contraria discurre un camino y en él se diseminan varios transeúntes. Casi al mismo pie se elevan unas poderosas rocas, base de una elevada montaña, cuya cumbre se perfila en un cielo verde agrisado, con alguna nube. A la izquierda aparece otro monte, éste iluminado, en contraste con el paisaje sombrío. En el roquedo abundan ocres y grises. Los planos de luz se aplican con pinceladas de leve gris blanquecino. Factura suelta, que no precisa detalles. Resolución de ocres y grises verdosos.
Paisaje
66,5 x 84,7. Gouache sobre cartulina ahuesada. La pintura imita la técnica de la acuarela, disolviéndose el color en agua. Bosquejo a carboncillo. Presenta desgarrón en la parte inferior, reparado en el dorso con cinta autoadhesiva transparente. Otros desgarrones periféricos. Perforaciones y desgarros en los ángulos. Restos de cinta autoadhesiva morada en la periferia, de 1,5 cm. de anchura.
G. de Maeztu en el ángulo inferior derecho, en carboncillo (queda la firma bajo el color).
Un arroyo, en primer término, cruza transversalmente el espacio, mostrándonos primeramente una orilla y tras el curso del agua la otra, más trabajada con los pinceles. Unas rocas en el límite de esta orilla. Pasada ésta, el campo se eleva y sobre el ribazo crecen tres árboles, algo separados entre sí, que muestran algunas ramas peladas. Se les pospone una casa a dos vertientes de acusada pendiente. Ante ella juegan dos niños, a la derecha. Por ese lado apreciamos un fondo de campos verdes con arbolillos, la ladera de un monte y el cielo azul. El motivo está trabajado con espontaneidad, coloreándose orillas y arrollo con liviandad, jugando a las transparencias en este último y a los reflejos de pálida luz, obtenidos con éxito. A pesar de ser más construido el fondo, la impresión general es de abocetado como si se tratase de un ensayo para probar el efecto del punto de vista escogido, la profundidad del espacio y la luz que trasciende un aire lleno de humedad. Gama colorista de verdes mezclados a azules y ocres en menor proporción. En el cielo azules agrisados y lilas.
Paisaje rural con torre almenada
23,9 x 29. Gouache sobre papel. Bosquejo en carboncillo. El papel se ha adherido a una cartulina ahuesada de 32,2 x 40 cm. que presenta huellas de papel encolado en la periferia. Presenta un nº 4 escrito por el autor a lápiz negro en la parte inferior. Al dorso manchas al óleo en azul y rojo y las anotaciones a lápiz rojo por el pintor: 41 ½ x 33 ½ y nº 34. Se añade la clasificación por inventario: 62 inscrito en un círculo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en carboncillo.
En primer término, a la izquierda, una parte de las fachadas de dos casas escalonadas. La calle del pueblo las separa de una muralla almenada que aparece en segundo término. Por este camino discurren tres aguadoras con el cántaro a la cabeza, primero una sola, luego las dos juntas. Se han abocetado por completo. Tras la muralla aparecen unas casas de cierta elevación, con pocos y escasos vanos y protegiendo el ángulo un torreón. Por encima de esta segunda línea defensiva y más atrás se erige una torre de mayores dimensiones, alta y almenada, que se recorta en un cielo gris, transitorio, con notas de blanco y malva. Parte de su muro está tapado por las ramas de un árbol que crece en un huerto (¿) a la derecha, tras una empalizada de madera. Su trazado es estilizado y está bien conseguido el efecto de verdor que se ve tras su tronco, con espontaneidad, algo impresionista. Domina, sin embargo, una luz suave, a la que dan melancolía los verdes y ocres del conjunto.
Pueblo
19,5 x 29. Gouache sobre papel, con acabado de dibujo a lápiz para contornear el conjunto. El procedimiento seguido ha sido el de aguar el soporte y aplicar el gouache. Ya seco se han dado las luces con gouache seco y finalmente se han contorneado los volúmenes con lápiz de grafito.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Un pueblecito en el valle, entre campos alomados, con la iglesia en primer término, a la izquierda. Delante, a la derecha, como referencia espacial, dos muchachas jóvenes junto a un árbol, cortado por el límite de la hoja de papel. En la lejanía se recorta otra iglesia en el horizonte y otro pueblo asoma en la ladera de la izquierda. Cielo amplio con nubarrones. Predominan en el campo los verdes, ocres en los pueblos y azul-verde de tonalidad grisácea en el cielo. Aquí se consigue con acierto la impresión de movimiento, en contraste con la apacibilidad de la tierra.
Puente de la Merced. Bilbao
21,9 x 19,9. Gouache sobre papel. Se aplicó la pintura con técnica de acuarela. Bosquejo a carbón. El soporte se ha adherido a una cartulina crema de 26 x 25 cm., en cuya parte superior el pintor ha escrito a carbón: Puente de la Merced-Bilbao. En la parte inferior izquierda lleva el nº 32. La periferia presenta huellas de papel arrancado. En el dorso, huellas de color evidencian un reaprovechamiento de la cartulina como soporte. Lleva las medidas 34 x 32 en lápiz rojo y los números 16 (en azul), 11 (dentro de un círculo) y el título de la obra, ambos en lápiz negro y de mano ajena al pintor.
Gde Maeztu, en el ángulo inferior derecho, a carboncillo (las tres primeras letras aparecen ligadas).
Un puente cruza el río Nervión de un lado a otro de la composición, mostrando un solo ojo y el agua encalmada del cauce discurriendo bajo él. Por encima un par de arbolillos y varias farolas. Al fondo la fachada de una iglesia, con apariencia plateresca, y alta espadaña con tres arcos. En plano posterior hay varias casas, una calle asciende por la derecha con diversos transeúntes, permaneciendo en contraluz. Por el lado contrario se representa una casa más y una torre como de aspecto conventuales, asomando un abeto entre ellos y el monte a lo lejos. Cielo azul, con poca luz. Atardece. Buen punto de vista que ofrece un amplio espacio. Emplea colores ocres y verdes, con entonación fría.
Puerto pesquero
20 x 25. Gouache aplicado mediante aguada y bosquejo previo a lápiz de grafito sobre cartulina ahuesad. En el dorso presenta la silueta de un macho cabrío (¿) en posición lateral, con fondo azul, pintado con gouache. Passe par tout crema de 7 cm. de anchura a los lados y de 7,7 cm. en las partes superior e inferior, con manchas de humedad y anotaciones al dorso, en rojo, dando medidas y el texto: no a la Escala. Pudiera ser que tal observación no se refiriera a esta obra.
Una barcaza fondeada en el mar, junto a la ribera. Sobre ella cuelgan del mástil las redes de pescar. A la derecha hay otra barca más en idéntica situación, sólo que cortada por el margen de la cartulina. En la ribera un montón de redes se seca, apoyadas tal vez en un muro. Dos marineros hacen sus tareas y también se ve algún transeúnte a lo lejos. Al fondo las casas del pueblo, alineadas en la ladera. Cielo azul oscuro. La luz del atardecer acaricia las fachadas de las casas, dejando sombríos sus flancos laterales. Hay una atención dirigida a los efectos de claroscuro y de transparencia tanto en el agua como en las redes. Verdes y amarillos en el agua. Ocres en la tierra. Azul en el cielo, en gradiente cromático.
Ribera de Navarra. Boceto para mural de la Excma. Diputación Foral de Navarra. Pamplona
El papel tiene la forma que se describe a continuación, con las siguientes medidas: 1) 28,5; 2) 16; 3) 44,5; 4) 28,5; 5) 55,5; y 6) 89.
Gouache sobre cartulina ahuesada, con bosquejo a carboncillo. La pintura se diluye en agua como si fuera acuarela. Se intensifica el efecto de volumen del mozo que tira de los caballos con raspado del soporte. El boceto lo enmarca una ancha línea de carboncillo. Su forma adecúa la obra para adaptarse al marco de una puerta en su versión final. En la parte inferior, fuera del espacio plástico, se ha escrito con caligrafía de lápiz: Fragmento del panneau. Rivera de Navarra – G. de Maeztu. Al dorso se ha escrito con bolígrafo azul: nº/ 8. La pintura se inscribe en una cartulina de 51,7 x 88 cm.
Vida y trabajo en la Ribera de Navarra. En primer término un mozo en postura de fuerza tira del ronzal de dos mulas enyugadas, acompañando su acción con gritos. Los animales son representados en posición lateral. Dirige los animales hacia el arado que descansa en el suelo, a la derecha. A la izquierda, en un campo próximo, una cuadrilla de tres hombres laya la tierra. Dos aguadoras aminan con donaire -el cántaro bajo el brazo o sobre la cabeza- hacia el fondo, en el que se recortan unos chopos sobre el horizonte. En el lado contrario se ha representado un campo llano por donde discurre anchuroso el Ebro. Cerca de la orilla se afanan unos hombres en trasladar al agua los maderos de una almadía, que aguarda en el agua a medio construir. Un boyero conduce dos bueyes en las proximidades. La orilla del otro lado presenta una vegetación imprecisa y campos alomados, suaves. Cielo gris. Se acentúa por medio del movimiento la laboriosidad del ribero, movimiento multidireccional en ocasiones: así el mulero tira de los animales hacia la derecha, pero estos se afianzan en el suelo; los layadores apalancan su herramienta contra la tierra y tiran del apero hacia atrás; las aguadoras se dirigen hacia el fondo, etc. Este mismo movimiento obliga a inclinar los ejes de la simetría de los mulos y del arriero. Se cuida la modulación espacial, dando mayor importancia al primer término, que contribuye por su efectismo a aumentar la ilusión de distancia. A ello colabora un cierto gigantismo dominante en los animales, que dota de fuerza y musculatura a los hombres. Se ha escogido una paleta de ocres, atemperada con amarillo, azul, verde y un poco de carmín. A la definición de las masas no sólo contribuye el color -como al efecto de perspectiva- sino un dibujo que delimita contornos.
Rincón de Oñate
22,5 x 28,6. Gouache sobre papel, aplicado con técnica de acuarela. Bosquejo a carbón. El soporte se ha adherido a una plancha de papel grueso de tono ahuesado de 34,5 x 41,3 cm., en cuya parte superior izquierda el autor ha escrito a lápiz de grafito: Rincón de Oñate; y, en la parte inferior: nº 5. Huellas de papel engomado en torno al gouache y manchas de cola. Al dorso manchas de color como si se hubiera reutilizado esta cartulina y anotaciones del pintor en lápiz rojo: 42 ½ x 36 y nº 29, más el número 3 en azul. Se añade el 66 inscrito en un círculo.
G. de Maeztu en el ángulo inferior izquierdo, en carbón.
El ángulo de visión escogido muestra la derecha unos arbustos y parte de una casa, posible almacén. Un camino cruza transversalmente y en él hay una pareja de hombres a la izquierda en conversación y dos mozas que caminan en dirección contraria, llevando en la cabeza sendas canastas con hortalizas. Tras una tapia, al fondo, varias casas. Una de ellas se antepone a las dems como torreomo basamento, con fachada curva y otro mchura, que presenta manchas de humedad. Unas manchas de color en el dorso dás que son más humildes, y ésta a diferencia de las otras que son de dos plantas, tiene tres, con tejado saliente. La luz es tenue, aunque en estas fachadas se modula cierto claroscuro. Destacan por su viveza los tonos verdes de la hierba de primer término, quedando el resto dentro de gamas grises de violeta, marrón rosa, blanco y verde. El cielo grisáceo se obtiene con azules de varias intensidades, pero mortecinos, con luces levemente grisáceas dadas por el propio soporte visto en transparencia.
Sahagún. León
29,4 x 21,8. Gouache aplicado con aguada y en estado puro, previo bosquejo de carbón, sobre papel. Passe par tout crema de 6,4 cm. de anchura, que presenta manchas de humedad. Unas manchas de color en el dorso del soporte indican la recuperación de un material anterior con fines artísticos. El pintor anota en él a carboncillo el título. Otras anotaciones presentes: 41 ½ x 35 ½ , en rojo; nº 25, también en rojo el número 47 inscrito en un círculo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, a lápiz de grafito.
Se muestra una iglesia de tres cuerpos prismáticos: dos como basamento, con fachada curva y otro más como torre, con aspecto de zigurat. Se ornamentan con pisos superpuestos de intercolumnios de estilo mozárabe. En primer término, dando naturalidad al conjunto pétreo, se representan dos parejas de hombres y mujeres, los unos en conversación, las otras caminando. Visten a la moda de comienzos de siglo. Cielo azul turquesa mudable. Sumado este color al verde amarillento de los edificios y al negro de dibujo y sombreado, da al conjunto un aspecto más que fantasmal irreal.
San Francisco Javier
64,5 x 50. Gouache sobre papel grueso ahuesado. El carboncillo bosqueja primero, luego colabora al dibujo y sombreado. Perforaciones en los ángulos. Arrugas en los lados. Maeztu representa al Santo de busto, ligeramente lateral y con la cabeza inclinada mostrando su perfil racial, cruzando el brazo derecho sobre el pecho. Se le representa en plena naturaleza, con un río o lago detrás, dos árboles a la izquierda junto a la orilla, recortándose en el cielo el arbolado y la vegetación que crecen en la orilla contraria. El cielo comienza a aclararse en el horizonte por efecto del incipiente amanecer, pero aún se muestra en general oscuro, quedando San Francisco Javier en la penumbra. Sólo las aguas emiten reflejos y quedan suavemente iluminadas la cara y la mano derecha de Javier: así se muestran la expresión espiritual del célebre navarro y la mano transmisora de la fe. Se ha sorprendido al misionero en vigilia, su entrega absoluta a los demás no distinguía el día de la noche en su afán de apostolado, de salvar las almas de los infieles. Se le ha representado con fuerza, dando expresión en su cara a los ojos y labios, que denotan una actitud doliente, de honda pasión espiritual. Es perfecta en su rostro la modulación de luces y sombras. El volumen del cuerpo se consigue en parte con un rascado del soporte que ayuda a distinguir las formas del hombro y brazo derecho dentro de la oscuridad. Se emplean los colores negro, ocre, verde y azul sabiamente mezclados, sin desdeñar las luces naturales ofrecidas por el soporte.
Torero. El paseíllo
37,8 x 25. Dibujo bosquejado con lápiz de carbón y coloreado con gouache, fijando ambos con aguada, sobre papel adherido a una cartulina de tono hueso y cierta dureza de medidas 42,8 x 31,8 cm. Los extremos derecho e inferior no se han refinado. Los ángulos aparecen perforados. Al dorso manchas de gouache como para un ejercicio pictórico y anotación de las medidas 44 x 32, por lápiz tal vez del pintor.
Apunte de un torero de cuerpo entero y de perfil caminando de izquierda a derecha sobre la arena del coso taurino, del que al fondo vemos la valla. Adelanta la pierna izquierda, en tanto la derecha aparece retrasada y algo flexionada, tocando el suelo con la punta de la zapatilla en el momento de dar el paso. Con las manos sujeta a la altura del pecho los extremos de un largo capote que pende por la espalda y arrastra por la arena. El diestro vuelve la cabeza para sonreír a la afición. Vemos, pues, su rostro de frente, protegido por la montera, bien encasquetada, desplazado de su eje hacia la izquierda. Viste traje de luces. Su figura se destaca en el espacio de forma ilusoria, por la colocación al fondo de una valla cuya parte superior coincide con el pecho del torero. Tres planos dan el entorno ambiental: uno inferior (el suelo del coso, sombreado en primer término) otro medio (el vallado, coloreado de rojo sobre difuminado leve de carbón que transparenta el soporte crema) y uno superior (indefinido, aéreo, ligeramente manchado con carbón y aguada encarnada). Maeztu rasca el soporte en la parte derecha inferior, para dar de forma más viva la ilusión de la arena. Las líneas generales de la figura se han trazado con generosidad, de forma libre, desdibujando, dando el contorno fundamental, para que el color fije el cuerpo y el capote más tarde. Dosificando aguada y difuminando, el color da el claroscuro tanto al cuerpo del torero como a su vestimenta. Sólo intervienen los colores carmín y negro (gouache y carboncillo respectivamente). Las luces se obtienen en buena medida por transparencia del soporte, cuyo tono crema constituye también el tercer color.
Vapor
13 x 20,5. Gouache sobre papel. Bosquejo a carboncillo. El color se aplica mediante aguada.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Un pequeño barco de vapor navega por el mar. Dirige su proa a la derecha. Al fondo queda un farallón de rocas y la línea de alta mar. Sobre el vaporcito hay un marinero en actitud de trabajar y en la cubierta unas redes amontonadas. Maeztu aplica los colores con aguada y da además toques en seco de color, fijando volúmenes y luces. Perfila los cuerpos finalmente a carbón. El claroscuro presente es de atardecer: fondos aclarados; una luz roja en la chimenea del vapor se corresponde con el reflejo de las aguas. Predominio de verdes y azules fríos.
Viento lluvioso en Estella
15,3 x 17,5. Gouache sobre papel grueso ahuesado y bosquejo a carbón. Al dorso manchas de color, lo que demuestra se ha reutilizado este papel. Passe par tout de 6,5 cm. de anchura, de papel crema, con manchas del engomado al exterior; se pega al soporte por el dorso con tiras de papel de periódico impreso. A este lado también y en la parte superior, el pintor ha escrito con lápiz rojo: nº 7 / 30 x 28, que son las medidas completas del formato de la obra. Se añade el número 15 dentro de un círculo.
G. de Maeztu en el ángulo inferior izquierdo, a carboncillo.
Varias personas suben y bajan por una escalera de piedra situada en primer término, defendiéndose del viento que inclina sus cuerpos y de la lluvia racheada que azota la calle con paraguas. El agua forma al caer una cortina que desciende oblicuamente y espesa la atmósfera, buen efecto que se alcanza con trazos ligeros de color blanco azulado en gamas grises. La escalinata tuerce a la derecha. La calle linda con un muro tras del que se ven varias casas de diferentes alturas y alguna chimenea. Se añaden detalles como el asca del suelo o el humo que sale de una chimenea. Al fondo de este paisaje urbano se aparece un monte elevado y rocoso, de forma cónica, situado a la izquierda, en tanto que a la derecha se ha representado un monte más suave. La factura de las figuras es abocetada, animando ropas y paraguas con toques de color más puros. En conjunto se agrisan los colores por el efecto atmosférico transitorio. Adecuado punto de vista.
Acuarelas
Casa del pescador
18 x 16. Acuarela sobre papel grueso ahuesado. Bosquejo previo a lápiz de grafito, patente bajo el color. Anotaciones a lápiz donde se plasmarán luz y sombra. El dibujo acuarelado se incluye en una hoja de 24 x 24,8 cm., en el que restan adherencias de un passe par tout arrancado. En el lado izquierdo se ha escrito a lápiz: Casa del / Pescador.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Escena de interior de una casa de pueblo, grande, casi diríase monumental, formada por un patio en el que gruesas columnas sostienen la estructura adintelada sobre la que descansan las vigas de madera del piso superior. Al fondo una puerta de madera con casetones. El suelo es irregular. Una escalinata asciende por la derecha, mostrando a varias mujeres en su recorrido. Tiene barandado de piedra, que luego se ciega con pared. El interior está lleno de claridad, con claroscuros. Se ha coloreado con ocres, grises y azules agrisados. Notas de color rojo en las mujeres, de factura abocetada. Se obtiene un buen ambiente empleando pocos medios. El punto de vista escogido muestra un espacio amplio.
Castrojeriz
22,9 x 34. Acuarela sobre papel. Bosquejo previo a lápiz de grafito. El soporte se adhiere a una cartulina ahuesada de 29,8 x 42,9 cm. con huellas de otro papel que circundó el dibujo como passe par tout. En la parte superior derecha ha escrito el pintor a lápiz: Castrojeriz. Y en la parte inferior: nº 6, todo à 6 cmt. de margen-lado, 6 cmt. En el dorso del soporte vemos parte de la litografía titulada Se levantó el toro ibérico. España 1936, y anotaciones a lápiz rojo: 44 x 33, nº 11, y el nº 12 a lápiz de grafito, inscrito en un círculo.
GdMaeztu, en el ángulo inferior derecho, a lápiz de grafito (las letras se ligan entre sí).
Punto de vista panorámico del pueblo burgalés de Castrojeriz. Ofrece en primer término los restos de sus antiguas murallas y ante ellos un camino por donde discurre un aldeano con su yunta de bueyes y el carro. Otro aldeano le precede a cierta distancia. Al fondo y a la derecha, en disposición como de arco se sitúan las casas del pueblo, humildes y de dos plantas. Vemos a dos mujeres con su cántaro a la cabeza transitando por la calle. Por encima del tejado de las casas se alza un cabezo de vertientes empinadas, en cuya parte superior -acostado en la ladera- vemos un castillo ruinoso recortándose en el cielo, como testigo de tiempos pasados gloriosos. Cielo gris con luces nacaradas que anuncian el atardecer. Tras un ligero bosquejo a lápiz se colorea el conjunto con amarillos terrosos, grises y rojos oscuros (en los tejados), poco iluminados. En el monte se matizan las vertientes con ocres, verdes y grises. Se propende a la transparencia, dándole una apariencia espontánea al conjunto, bien acabado.
Nocturno en San Pedro de Viana
30,5 x 36. Acuarela sobre cartulina crema de 33,3 x 43,3 cm. Débil bosquejo a lápiz de grafito. Al dorso se ha escrito a lápiz negro: 103 / Nocturno en San Pedro de Viana. Papel de 1 cm. de anchura adherido como ribete. El dorso muestra una litografía de Maeztu.
Gde Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, a lápiz (las tres primeras letras van ligadas).
Desde un bajo punto de vista puede verse sobre unas rocas la población de Viana, parcialmente amurallada, con la sólida torre de la iglesia de San Pedro dominando el conjunto. En primer término un ancho camino en cuesta describe una curva para llevar a la ciudad. Por él transitan dos parejas de aldeanos, un personaje embozado sobre una caballería y otro más cubierto por una manta, el cual queda cortado por el límite del espacio plástico. A la izquierda de este camino hay una casa y sobre la cuesta unos árboles. Varias mujeres sobre las rocas. El cielo es crepuscular, con densos nubarrones morados. Técnicamente, se ha bosquejado el conjunto a lápiz con trazo suave, dejándose ver con intención en algunos sitios (como en las grietas de las rocas). Después se ha coloreado teniendo presente que la luz llega desde la derecha, utilizando para ello ocres, azules y verdes principalmente. Interesante cielo al haber frotado el soporte con pincel arrastrado, al objeto de aparentar movimiento y mutación de la masa aérea. Adecuadas composición, modulación de espacios y distribución de la luz.
Los pájaros se alejan
30,2 x 20,5. Dibujo a plumilla y tinta negra coloreado con acuarela sobre papel grueso ahuesado. Se le adhiere un passe par tout blanco de 6,5 cm. de anchura. Bajo el dibujo alguien ha escrito con pluma y tinta negra: los pájaros se alejan = acuarela=. Al dorso de la obra el autor ha escrito a lápiz: 12 -/-Los pájaros se alejan. Adhesivo con el número 374. Se ha fabricado el passe par tout empleando el envés de una hoja, con textos relativos a un calendario de días hábiles para cazar y pescar.
GdM., en el ángulo inferior derecho (las tres letras van ligadas).
Caballo en posición lateral, caminando hacia la izquierda, algo inclinado para dar la sensación de movimiento. Es montado por un hombre embozado, con sombrero, que porta ante sí, sobre la montura, una jaula de madera con orificios de aireación, en la que se supone van los pájaros a que alude el título. El perfil de las figuras y sus detalles más importantes (bridas, atalaje, pliegues, jaula, indumentaria), se han dibujado con una línea fina tirada a tinta y plumilla. El interior de los cuerpos se ha coloreado con acuarela, atendiendo al claroscuro y en tonos grises. Las piezas de metal (freno y estribo) no se han coloreado. La sombra del animal y su jinete se proyectan en el suelo, puesto que la luz viene de la parte superior, algo ladeada a la derecha.
Poza explicando su lección de náutica
29 x 24,6. Acuarela sobre papel ahuesado. Bosquejo a lápiz. El soporte lleva al dorso el número 150, escrito a carboncillo, y el texto del autor escrito a lápiz: Excelentísima Diputación de Vizcaya / Comisión de Fomento / Estudio del pintor G. Maeztu / Estella, Mayo 56. Passe par tout crema de 7,5 cm. de anchura en la parte superior, entre 6,5 y 7 en los lados y 7,9 en la parte inferior. En su parte superior hay un nuevo texto de Maeztu, esta vez escrito a lápiz: DON ANDRES DE POZA / JURISTA, FISICO Y ASTRONOMO. Y en la parte inferior: POZA EXPLICANDO SU LECCION DE NAUTICA, Por el pintor G. de Maeztu / NACIO EN ORDUÑA – MURIO EN MADRID 1695. Passe par tout reaprovechado de una litografía.
Estella (Navarra), 1956.
Estudio para mural de la Diputación Foral de Vizcaya, que muestra al Lcdo. Poza sentado junto a una mesa, sobre la que vemos un plano encima de un paño rojo, dos globos terráqueos, un cartabón y un compás. Imparte su clase de náutica a unos caballeros que al fondo atienden sus explicaciones, tanto de pie como en grupo, teniendo algunos de ellos libros en las manos. Visten todos a la usanza del siglo XVII. Una arcada les separa de Poza, que está en posición lateral y posa sus manos en un grueso libro de la mesa. Es un hombre de cierta edad, revestido de amplios ropajes. Por encima de os discípulos se advierte el mar, un monte como horizonte y por la izquierda una fortaleza con algunas casas, tras de las que es fácil imaginar el puerto, dado que se fondean en las cercanías dos bajeles con las velas desplegadas. Estudio eminentemente compositivo, bien estudiado en cuanto a los espacios y ubicación de masas, con amplia perspectiva y presencia del mar, como ámbito más adecuado a las enseñanzas que se imparten y que evoca el pasado glorioso de la náutica vizcaína. Técnicamente se ha logrado trazando un bosquejo a lápiz que no se ha cuidado de tapar ni sobre el libro, ni sobre el plano, que no se han coloreado. En el plano este bosquejo muestra la situación de tierras y mares. Poza se ha modelado con acierto, aceptable claroscuro y entonaciones tanto verdes como pardas. El rojo puro del paño que hay sobre la mesa presenta interés material. Los discípulos se han dibujado más y coloreado con ocre rojizo, ante un fondo suave y vago de azules en el mar. Sobre la arcada se pone de manifiesto el contraluz de un día que parece irse apagando.
Ruiz de Alda “El Aviador”
66,5 x 47. Acuarela sobre papel ahuesado. Bosquejo a carboncillo. Presenta arrugas y desgarros en la periferia. Adhesivo con el número 331 al dorso.
Busto corto del célebre aviador estellés piloto del Plus Ultra, sin duda admirado por el pintor. Se representan cabeza y hombros, colocando la figura de perfil, volviendo la cabeza al espectador. Viste uniforme militar: guerrera, camisa con corbata y gorra de plato. Es un hombre joven, de rostro entero, un poco “duro”, labios finos, mirada desafiante, imperturbable y bien tallado, como esquematizaron al héroe los cómics posteriores. Se muestra la cara en contraluz, quedando los ojos y lado derecho en la sombra, para reforzar así su imagen de intrépido aventurero, de hombre arrojado ante el peligro. El contorno está perfilado con línea fina que apenas se aprecia en la cara, habiéndose ejecutado con pincelada suelta y en poco tiempo, con empleo de ocres atemperados con carmín y amarillo.
Temples
[Familia vasca]
60 x 60 x 0,5. Pintura al temple sobre plancha de uralita. Los ángulos superiores están golpeados. El derecho perforado como para colgar. Se aprecia la imprimación previa.
Una mujer joven, de perfil, sostiene a su hijo en brazos. Este aparece de espalda. Al fondo está su padre, un hombre joven tocado con boina. Se toma solo el busto de tales personajes. Cubre su cabeza la madre con un pañuelo. Con el pincel se ha dibujado una línea gruesa para construir el conjunto /perfiles y pliegues de la ropa), coloreando a continuación con materia líquida. El fondo sobre el que se recortan las figuras es de tono ocre, con algunas notas de azul. A la izquierda del hombre joven, una línea de azul puede sugerir el mar. El tipo físico de los padres parece vasco. La paleta se reduce a verde, azul y rojo, sirviéndose del negro para perfilar y oscurecer.
Jesús Nazareno
101 x 85. Pintura al temple sobre plancha de mármol de 42 mm. de espesor. Aflora la preparación de yeso que se ha dado a la plancha. Posteriormente se ha barnizado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
La representación de Nuestro Señor Jesucristo es casi por completo de cuerpo entero, careciendo de pies. Su posición es erecta, se apoya con los brazos en un pilón de piedra, recostándose sobre el lado izquierdo. Vuelve la cabeza, sin embargo, hacia el lado contrario. Viste túnica ceñida a la cintura y un manto rojo que pasa por su brazo izquierdo y cuelga por la espalda. La túnica algo descotada, con un broche en el pecho. Lleva melena rubia. La expresión de su cara revela concentración y espiritualidad a la vez. La figura se ha insertado en un paisaje de suaves laderas al fondo y cielo nublado, sin marcar los perfiles, con imprecisión atmosférica. La pintura no entra en detalles, colorea y delimita masas con técnica más de muralista que de caballete. La figura se ha concebido en el estilo renacentista: apariencia clásica del tipo y ropajes de carácter grecorromano. Entonación fría de los colores, predominando amarillos y verdes mezclados con el blanco. Materia líquida.
Nieve en Jaundegui. Berástegui
120 x 119,5 x 1. Pintura al temple sobre plancha de uralita. Al dorso ha escrito el pintor: Encáustica / Nieve en Jaundegui / Berástegui / G. de Maeztu.
Dos árboles de ramas peladas y retorcidas en primer término. La carretera discurre detrás. En segundo plano hay una casa de campo y en su puerta un carro. A la derecha presenta un cobertizo adosado y en su puerta un carro con heno. Más a la derecha dos hombres a caballo. Al fondo, destacando su perfil en el cielo oscuro de anochecer, el monte Jaundegui con su cumbre nevada. Original composición, con dos árboles que dan el término preciso. Materia fluida, con pincelada amplia que no excluye retoques finales (pueden advertirse estos en la hierba junto a los árboles), aunando sólida construcción e impresión momentánea. Pálida luz de anochecer invernal, que arroja sombras a los muros de la casa. Paleta de ocres y verdes predominantes. El azul sirve junto al negro para sombrear. El azul ultramar del cielo anuncia la inminencia de la noche.
Paisaje
61 x 79 x 0,5. Pintura al temple sobre plancha de uralita. Perforaciones en los ángulos superiores para colgar. Un río con puente al fondo. En la orilla derecha crecen unos árboles que se inclinan sobre el agua. En la orilla contraria crece la maleza. Ambos -árboles y maleza- proyectan sombras al río semitransparente. A la altura del puente hay una hilera de álamos. El monte cierra el paisaje por el fondo. Escaso cielo de tono verdoso. Predominan ocres y verdes. Pintura líquida, aire desvaído. Atmósfera. Pincelada suelta. Interesantes reflejos en el agua. Adecuada perspectiva.
Paisaje
61,5 x 79 x 0,7. Pintura al temple sobre uralita. Al dorso se ha escrito con tinta azul: Pamplona / Gustavo de Maeztu / pensión / Hispano-Francesa / Plaza de la República. Perforaciones en la parte superior para suspender. Desconchados.
Un paisaje con río. En la orilla derecha dos hombres a caballo. Los animales abrevan. Cruza transversalmente un puente con tres ojos. Árboles a la derecha. Al fondo e izquierda, un pueblo sobre un montículo. Lejos el horizonte. Cielo amplio, plomizo, con alguna nube blanca. Obra menor, pintada sin demasiado interés. Factura abocetada, empleando ocre y azul y materia muy líquida.
Paisaje (con torreón)
88,5 x 885. Pintura al temple sobre plancha de uralita. Parece un ejercicio práctico de pintura, tanto por la técnica abocetada como por el soporte en uralita, utilizado en este formato para trabajos menores (soporte que ofrece afinidad con el muro). Representa una torre defensiva sobre una elevación de terreno, con dos casas a ella adosadas. En la parte inferior, a la derecha, dos casas de paredes enlucidas, blanqueadas. Ante ellas, a la izquierda, varias figuras humanas de factura abocetada. A lo lejos y en el lado contrario montes. Cielo denso, un tanto plomizo. La composición muestra de forma destacada la torre, que se quiere magnificar. Dominan los ocres, con notas de azul. Materia diluida y transparente. Los blancos se entonan con azul y carmín (casas y cielo), mostrándose este último en transformación.
Paisaje de aldea
60 x 60 x 1,2. Pintura al temple sobre plancha de uralita. El soporte ha recibido una imprimación previa a la pintura. Algunos desconchados en la parte superior, muy leves. En primer término, a la derecha, una lavadero (¿) con cobertizo adosado a una casa. Al fondo un caserón con tejado a dos vertientes. Dos mujeres caminan en segundo término y lejos dos figuras más, ya imprecisas. Detrás de la casa se ven unos prados en suave pendiente. Cielo azul con resplandor en el horizonte crepuscular. Apariencia desvaída, tal vez por el procedimiento pictórico empleado. Colores azul, naranja, verde y blanco agrisados. Los primeros términos están oscurecidos. La casa iluminada con esa luz fugaz del atardecer, que arranca entonaciones cálidas en la fachada del caserón.
[Pareja de carnaval]
61,5 x 79 x 1. Pintura al temple sobre plancha de uralita. Los ángulos superiores están preparados para colgar. Se aprecia la imprimación previa.
Un hombre y una mujer jóvenes representados de medio cuerpo, ante un cortinaje que deja ver por la derecha los barrotes de un balcón y el agua de un río, con la sombra de un puente a lo lejos, en la noche. Ella parece estar recostada en un lecho, estira los brazos hacia delante y vuelve la cabeza atrás, donde un hombre disfrazado de Arlequín la mira y posa su mano derecha sobre el costado semidesnudo de ella. La mujer le corresponde con la mirada y la sonrisa. Viste túnica verde que deja libre el costado. La postura es dinámica. Hay pasión en sus rostros, exagerada en los labios y ojos cubiertos por antifaces negros. La pincelada modela a grandes trazos. Colores fríos en los traes, en contraste con la cortina roja del fondo. Entonaciones ocre y naranja en la piel de los personajes. Fondo paisajístico morado, en el que interviene el soporte con sus propiedades lumínicas.
Turco
79 x 61 x 1,5. Pintura al temple sobre plancha de uralita. Desconchado el ángulo superior derecho. Afecta a la pérdida de una parte del turbante del personaje retratado.
Tomado de medio cuerpo y recostado sobre un lecho, fuma en una larga pipa que sostiene en su mano derecha. El brazo contrario permanece extendido en primer término. Un arco en la pared permite ver un paisaje acuático con arcadas de piedra. Anochece. El turco es un hombre barbado, anciano, grueso, vestido como tal, con amplios ropajes que Maeztu pinta de forma suelta con verde, rojo, amarillo y blanco. Reserva el azul para el fondo paisajístico, calentado parcialmente con rojo. La composición favorece la perspectiva. Materia muy líquida.
Litografías
Anochecer en el puerto de la Scala. Gerona
49,4 x 38. Prueba litográfica sobre papel ahuesado de 69,6 x 49,7 cm. con una sola impresión en negro. Corresponde en sus características restantes y asunto a la litografía homónima impresa a dos colores (negro y rosa pálido). Cosida por el margen izquierdo con grapas a otras litografías y pruebas litográficas que forman un cuaderno. Nada al dorso.
GdeMaeztu, bajo el ángulo inferior derecho (firma impresa). (Las letras se ligan entre sí).
Anochecer en el puerto de la Scala. Gerona
49, x 38. Litografía sobre papel ahuesado de 69,6 x 49,7 cm. a dos colores (negro y rosa pálido). Sobre el soporte se han impreso los siguientes textos: Autolitography [ángulo superior izquierdo], Copy Right [ángulo superior derecho], Anochecer en el puerto de la Scala -Gerona.- Por el pintor Gustavo de Maeztu. Autolitografiado por él mismo. / Twilight iw the port of Scala-Gerona [en la parte inferior central], Firmado Gde Maeztu [en el ángulo inferior derecho]. Cosido junto con otras litografías por el margen izquierdo a un cuaderno. Nada al dorso.
Gde Maeztu, bajo el ángulo inferior derecho, en letra impresa (las letras van ligadas).
El punto de vista se sitúa en el mar, con el puerto al fondo. En primer término una barcaza con la proa a ala derecha, que sobresale hacia arriba por efecto del peso que soporta. En su interior varios hombres en actividad. La vela está desplegada. En segundo plano hay otra barca en dirección derecha-izquierda. Tres marineros sujetan al palo la vela enrollada. Por encima de esta embarcación hay otra que se dirige a puerto. Sobre el espolón de proa las redes amontonadas y un hombre erguido y a la derecha tres altos velámenes con plegados en fuerte claroscuro, deshinchados por falta de viento. En plano posterior, dentro del puerto, sin corriente, otras dos barcas, una de ellas con la vela desplegada. Ya en la orilla varias embarcaciones de vela a la izquierda, la calle y casas del pueblo semiocultas por unas grandes rocas situadas a la derecha. Es de noche. La luz es efectista e impide definir los cuerpos con nitidez. Reflejos intensos en el agua. Planificación profunda del espacio.
La ciudad de Vitoria
48 x 35,9. Prueba litográfica a un solo color (negro) sobre papel grueso ahuesado de 69,7 x 49,8 cm. Se corresponde en asunto y características con la litografía homónima a dos colores (negro y sepia). Cosida al margen izquierdo con otras litografías que forman cuaderno.
GdeMaeztu, bajo el ángulo inferior derecho (las letras se ligan entre sí).
La ciudad de Vitoria
48 x 35,9. Litografía a dos colores (negro y sepia) sobre papel grueso ahuesado de 69,7 x 49,8 cm. Textos sobre la litografía: Autolitography [en el ángulo superior izquierdo], Copy Right [en el ángulo superior derecho], La ciudad de Vitoria – Por el pintor Gustavo de Maeztu. Autolitografiado por él mismo / Town of Vitoria [al centro, en la parte inferior]. Cosido por el margen izquierdo con grapas a otras litografías que forman cuaderno. Nada al dorso.
Gde Maeztu, bajo el ángulo inferior derecho (las tres primeras letras van ligadas).
Se corresponde en asunto con el dibujo a carboncillo titulado Calle de Vitoria, que fue boceto para esta litografía. Difiere de aquel en la distinta iluminación, más efectista en la litografía, que no sugiere la existencia de bocacalles a la derecha por medio de la luz. En la litografía la luz se plasma en el cielo, parte en la calle situada a la izquierda y en primer término a la derecha, afectando a las fachadas de algunas casas.
Crepúsculo en Calatayud
35,6 x 48. Prueba litográfica con una sola impresión en negro, unida a la definitiva a dos colores e insertas en un cuaderno con grapas al margen.
G. de Maeztu, bajo el ángulo inferior derecho, impresa.
Crepúsculo en Calatayud
35,6 x 48. Litografía a dos colores (negro y sepia) sobre papel grueso ahuesado de 49,5 x 69,6 cm. Bajo la litografía, al centro, lleva impreso el siguiente texto: Crepúsculo en Calatayud – Por el pintor Gustavo de Maeztu. Autolitografiado por él mismo / Tuvi light in Calatayud. Bajo el ángulo derecho va la firma del autor. En la parte superior, sobre el ángulo izquierdo: Autolitography. Y en el lado derecho: Copy Right. Le falta en la base un fragmento de papel.
G. deMaeztu, bajo el ángulo inferior derecho, impresa (preposición y apellido van ligados).
Un camino cruza transversalmente el espacio. Por él marchan dos hombres arropados con sus capas y sombreros. Se les ve de espalda. Orillan el camino dos árboles escuetos que arrojan a lo alto unas ramas peladas, aunque ornamentales, que al propio tiempo evidencian un espacio aéreo que sin su presencia semejaría un vacío. Tras un campo, las casas de la ciudad con paredes en contraluz por efecto del anochecer. Destaca por encima de ellas la torre de una iglesia, con cimborrio y aguja sobre el tejado. La noche oscurece principalmente el primer término, a la derecha. La litografía concede tanta importancia o más a la oscilación de la luz y sombra como al dibujo, de orientación en el trazo horizontal u oblicua.
Crepúsculo en Calatayud
35,6 x 48. Litografía a dos colores (negro y sepia) sobre papel grueso ahuesado de 49,5 x 69,6 cm. Segundo ejemplar idéntico en características al definido anteriormente, cosido con grapas por la parte superior a otras litografías del pintor que forman cuadernillo. Esta litografía presenta algunas perforaciones en la parte inferior y va unida a una prueba litográfica entintada sólo en negro.
G de Maeztu, bajo el ángulo inferior derecho, impresa.
Crepúsculo en Estella (Los Llanos)
38,3 x 50,4. Prueba litográfica impresa sólo en negro sobre papel blanco unida a dos más en diferentes entonaciones, en un cuaderno con grapas al margen. Perforaciones en la parte inferior con tres leves rasgones.
Crepúsculo en Estella (Los Llanos). Navarra
38,3 x 50,4. Litografía a dos colores (negro y sepia) sobre papel grueso ahuesado de 49,5 x 60,5 cm., en cuya base lleva el título y la mención “Gustavo de Maeztu” (en el ángulo inferior derecho).
Atardece en el paso estellés de Los Llanos: las muchachas juegan, conversan y se divierten bajo los árboles de la alameda. Al fondo el río Ega cruza transversalmente el espacio, anchuroso y pacífico. Al otro lado quedan las casas de la ciudad, una de ellas solapada tras una colina coronada por un calvario. A la izquierda, las copas de unos árboles destacan sobre el conjunto de edificaciones y se extiende el soto al pie de unos montes más elevados. El cielo, visto entre las ramas de los árboles más próximos, tiene una luz débil. Las sombras se apoderan de la tierra: el contraste de luces se hace fuerte en el momento fugaz del crepúsculo. Emplea el negro, pero da al fondo un entintado verde cremoso. El dibujo es constructivo.
Crepúsculo en Estella (Los Llanos) [Segundo ejemplar]
38,3 x 50,4. Litografía a dos colores (negro y verde suave azulado) sobre papel ahuesado de 49,5 x 60,5 cm. Segundo ejemplar idéntico en características al definido anteriormente, cosido con grapas por la parte superior a otras litografías del pintor que forman cuadernillo. Esta litografía presenta algunas perforaciones en la parte inferior y un rasgón que afecta a la superficie litografiada. Se une a otra litografía coloreada en verde-ocre y a una prueba litográfica en negro.
Crepúsculo en Estella (Los Llanos) [Tercer ejemplar]
38,3 x 50,4. Litografía a dos colores (negro y ocre verdoso sobre estampación previa de tono cremoso) sobre papel ahuesado de 49,5 x 60,5 cm. Tercer ejemplar idéntico en características al definido anteriormente, cosido con grapas y en la parte superior a otras litografías de Maeztu que forman cuadernillo. Esta litografía presenta algunas perforaciones en la parte inferior y tres leves rasgones. Se une a otra litografía homónima impresa en verde azulado y negro y a una prueba litográfica en negro.
Los Curdas
38,3 x 58,3. Prueba litográfica sobre papel ahuesado de 49,8 x 69,8 cm., con una sola impresión en negro. Corresponde en sus características técnicas y asunto a la litografía homónima impresa a dos colores (negro y azul pálido). Cosida por el margen superior con grapas a otras litografías que forman cuaderno. Nada al dorso.
Maeztu, en el ángulo inferior derecho, impreso. G. de Maeztu, bajo el ángulo inferior derecho, impreso.
Los Curdas
38,3 x 58,3. Litografía a dos colores (negro y azul pálido suave) sobre papel grueso ahuesado de 49,8 x 69,8 cm. sobre la que lleva los siguientes textos: Autolitography [en el ángulo superior izquierdo], Copy Right [en el ángulo superior derecho], Los Curdas [en la parte central inferior], Firmado Gde Maeztu [en el ángulo inferior derecho]. Grapado en la parte superior a otras litografías que forman cuaderno. Nada al dorso.
Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en texto impreso.
Gde Maeztu, bajo el ángulo inferior derecho, impreso.
Interior de una taberna en semioscuridad. Un grupo de cuatro hombres de la tierra, cogidos por un brazo, bailan su borrachera. Están vistos de frente y en actitud dinámica. Visten camisa y pantalón corrientes, más bien anchos estos últimos y blusa por fuera; otro, un pañuelo anudado al cuello. Al menos dos son gruesos y maduros de edad. Se diría que son mozos “viejos”. El primero por la izquierda mira a su compañero, que en las manos sostiene una jarra de vino y escucha la ocurrencia de su compañero más próximo por la derecha, sobre la jarra de vino, a la que señala con su mano. El del extremo derecho está en babia, danzando con cara de enloquecido. Las expresiones se han forzado y caricaturizado. A la derecha del grupo, en plano posterior, bebe sentado a una mesa otro hombre, con una jarra en la mano y la boca abierta bárbaramente. Es más viejo y conserva peores condiciones físicas. La visión es grotesca. El marco, propio de la borrachera, que se supone es acentuado por Maeztu con un dibujo de trazo sinuoso en los hombres (potente en las piernas que yaflaquean), aumenta el dinamismo del conjunto. El fondo es oscuro. La luz ilumina desde la derecha las figuras, manifestando un claroscuro contrastado en ellos y en el suelo, que aumenta el realismo. Por un ventanuco dispuesto en el ángulo superior izquierdo se ven los tejados de varias casas y la parte superior de otra, con sus chimeneas. Así se rompe la planitud del fondo. Adecuada composición.
Chinos
54 x 46,5. Litografía a color sobre papel grueso ahuesado de 67 x 51 cm. que presenta en la periferia un ribete de papel crema encolado de 1,5 cm. de anchura. Bajo la litografía lleva el siguiente texto, situado al centro de la misma: CHINOS / Por el pintor Gustavo de Maeztu – Autolitografiado por él mismo / Chinese coupling. A la derecha la firma y en la parte superior derecha: Autolitography; e izquierda: Copy Right.
G. de Maeztu, a lápiz, bajo el ángulo inferior derecho.
Retrato de dos tipos de raza asiática, de busto, en primer término el hombre y la mujer solapada tras él a la derecha. Destacan sus figuras sobre un fondo azul -más bien lila-con sombras. Sonríen misteriosamente, si bien la expresión de la china es más contenida. Esta huye del frontalismo de su compañero, moviendo la cabeza hacia el lado derecho y mirando en esa dirección con mayor franqueza. El chino parece más cerrado, pero ambos parecen seres extraños. Presentan un seguro modelado obtenido con sombras en tinta negra y luces de color amarillo limón, verde, ocre y azul.
A la feria de Osuna
51,9 x 39,8. Prueba litográfica sobre papel ahuesado de 69,6 x 49,7 cm. con una única impresión en negro. Corresponde en sus características restantes a la litografía homónima impresa a dos colores (negro y azul). Cosida por el margen izquierdo a ella con grapas en un cuaderno con otras litografías y pruebas litográficas de Maeztu.
GdeMaeztu, bajo el ángulo inferior derecho, impresa (las letras van ligadas).
A la feria de Osuna
51,9 x 39,8. Litografía a color sobre papel grueso ahuesado de 69,6 x 49,7 cm. a dos colores (negro y azul), sobre la que se han impreso los siguientes textos: Autolitography [en el ángulo superior izquierdo], Copy Right [en el ángulo superior derecho], A la feria de Osuna / To the market of Osuna [al centro inferior]. Firmado Gde Maeztu [en el ángulo inferior derecho]. Nada al dorso. Grapada por el margen izquierdo a otras litografías y pruebas litográficas formando un cuaderno.
GdeMaeztu, bajo el ángulo inferior derecho, en letras impresas que van ligadas.
Una calle en perspectiva. Por la derecha avanzan cuatro caballos montados por jinetes, escalonados en el espacio y en dirección al fondo de la escena, bordeando una tapia que separa la calle de una iglesia. A la izquierda, otros dos jinetes marchan en la misma dirección a la par de los demás. Queda a su lado una baja casa con puerta y tejadillo y más allá una escalinata de piedra con balaustrada. Unos árboles crecen tras ella, en apretada hilera. Es denso el ramaje, hasta el punto de cubrir parte de un edificio borroso y monumental que se alza al fondo. Aquí destaca la inmensa torre de la iglesia, centrando la composición. A ella se antepone el cuerpo del edificio, con arcos, óculo y portada neoclásica. El cielo está oscurecido y tiene nubarrones, es fantasmal. En el conjunto dominado por la sombra de la noche, destacan con palidez algunos sectores: la tapia y el cuerpo de la iglesia, en contraste con la negra torre. Buena modulación de espacios, aunque efectista. La litografía tiene dos impresiones: en negro para dotarla de dibujo y luces, en azul para graduar la intensidad del claroscuro.
El General Franco
54 x 44. Litografía sobre cartulina de 83,5 x 61,3 cm., a color. Sobre el ángulo superior derecho escribe: Autolitography, y en el contrario: Copy Right. En la parte inferior, al centro: España : Su Caudillo S.E. el general Franco / Interpretado por el pintor Gustavo de Maeztu Autolitografiado por él mismo. Bajo el ángulo derecho va la firma del artista y el número del ejemplar. En el lado contrario dice: Edición nacional a 300 ejemplares. Al reverso hay un adhesivo con el número 388.
G. de Maeztu, bajo el ángulo inferior derecho. Ejemplar Nº 44.
Amplio busto del general, situado a la izquierda, un poco lateral, con los brazos cruzados, sosteniendo en su mano izquierda el bastón de mando. Viste guerrera militar con símbolos de su graduación en las solapas del cuello de su prenda militar. Su mano izquierda carece de guante, no así la derecha que apresa el otro guante al tiempo que toma el bastón. Es un hombre joven, de ojos pequeños, que aparece sonriente. No parece un hombre cualquiera, sino dotado de cualidades excepcionales. Está representado como un estratega militar y personaje histórico. Al fondo, por la derecha, se ofrece una vista del Alcázar de Toledo, semidestruido, sobre un escarpe que domina a otras casas. El cielo oscurecido. Se ha impreso a tres colores: negro, rojo oscuro y ocre. La cabeza se ha dibujado con gran atención. Más desdibujado es el resto, que se ha modelado en conjunto con planos de color que dan como resultante un cuerpo fuerte y aplomado. La luz arranca brillos a la guerrera y claroscuros y se centra en la frente del militar, como exaltando su inteligencia de forma simbólica.
José Antonio
52 x 44. Litografía a color (negro, azul, verde y ocre) sobre cartulina de papel ahuesado de 62,4 x 54,8 cm. Bajo la litografía, en la base, lleva el siguiente texto: JOSÉ ANTONIO / Interpretado por el pintor Gustavo de Maeztu. Autolitografiado por él mismo [al centro]. FIRMADO: , [en el ángulo derecho] y debajo EJEMPLAR Nº [Está sin firmar ni numerar, tal vez por ser prueba litográfica, pues acompaña a la plancha de grabar]. Al lado izquierdo: EDICION NACIONAL A 300 EJEMPS. y como pie de imprenta, también en este lado: GRAFICAS FOURNIER. VITORIA. Manchas de humedad al dorso.
Un ensayo previo se encuentra al dorso del dibujo a carbón titulado El General Don Tomás de Zumalacárregui.
Busto de José Antonio Primo de Rivera vestido con su uniforme de falangista, con cordones rojos que se anudan en el cuello y pasan bajo la charretera del hombro derecho. Es un hombre joven, que mira a nuestra izquierda, mostrando la cabeza ladeada, lo que permite al artista analizar más en profundidad -a través de unos rasgos fisionómicos bien dibujados y modelados- los caracteres psicológicos de esta figura histórica. Su cuerpo se recorta ante una columna de piedra con el arranque de un arco, lo que contribuye a aumentar la grandeza del tipo humano. Por la izquierda se abre la litografía a un cielo azul oscuro en el que se perfila la Puerta de Alcalá de Madrid (¿), bajo cuyos arcos desfilan sus tropas abanderadas. Este retrato encierra, pues, un sentido de victoria relacionado con el espíritu y clarividencia ideológico-política del líder falangista, como pone de relieve su mirada directa e inteligente.
Habanera en el puerto
4x 63,1. Prueba litográfica a un color (negro) sobre papel ahuesado de 49,8 x 69,7 m. Es idéntica en asunto y caracteres técnicos a las otras dos litografías homónimas coloreadas.
Habanera en el puerto
47,2 x 63,1. Litografía a dos colores (negro y verde azulado suave) sobre papel grueso ahuesado de 49,8 x 69,7 cm. Bajo la mancha impresa lleva os siguientes títulos: Habanera en el puerto / American Song. (Habanera), on the Port [al centro inferior], Gustavo de Maeztu [al ángulo inferior derecho, impreso]. Perforaciones en la parte inferior, que no interesan a la litografía. Cosido en la parte superior con grapas a otras litografías que forman un cuaderno. Nada al dorso.
Corresponde en el asunto representado al carboncillo homónimo, boceto de esta litografía. Maeztu introduce pequeñas modificaciones sin embargo: el marinero acordeonista no está de pie sobre el barandado de una escalera, ni ésta se extiende en primer término. Prefirió dar mayor rusticidad a la litografía y lo sustituyó por una roca y la escalera por suelo de tierra o roca. En el mar, situado al fondo, navegan varios veleros. El dibujo, es más nítido en el horizonte. El claroscuro y la luz son más contrastados por efecto de la técnica utilizada.
Habanera en el puerto [Segundo ejemplar]
47,2 x 63,1. Litografía a dos colores (negro y sepia) sobre papel ahuesado grueso de 49,8 x 69,7. Es idéntica en asunto y características técnicas a la homónima impresa en tono verde azulado suave, de la que difiere sólo en la coloración del fondo.
Misa en la iglesia de Elduayen
35,5 x 47,7. Prueba litográfica a color negro sobre papel grueso ahuesado de 49,9 x 69,8 cm. Se corresponde en asunto y características técnicas con la litografía homónima a dos colores (sepia y negro), también catalogada.
G de Maeztu, bajo el ángulo inferior derecho, impresa.
Misa en la iglesia de Elduayen
35,5 x 47,7. Litografía a dos colores (negro y sepia) sobre papel grueso ahuesado de 49,9 x 69,8 cm. Presenta varios textos fuera de la mancha impresa: Autolitography [en el ángulo superior izquierdo], Copy Right [en el ángulo superior derecho], Misa en la iglesia de Elduayen. Por el pintor Gustavo de Maeztu. Autolitografiado por él mismo / Mass in the church of Elduayen [al centro inferior]. Firmado GdeMaeztu (en el ángulo inferior derecho). Perforaciones en la parte inferior que no afectan a la litografía. Grapada por la parte superior a otras litografías que forman un cuaderno. Nada al dorso.
GdeMaeztu, bajo el ángulo inferior derecho, impresa (las letras van ligadas entre sí).
Corresponde en asunto y características al dibujo a carbón homónimo. El claroscuro es en este caso más efectista, dada la técnica litográfica empleada.
Partida a cesta en el frontón de Elgoibar
38,6 x 51,7. Litografía a dos colores (negro y marfil como fondo) sobre papel grueso ahuesado de 49,5 x 60,7 cm. Bajo la litografía, al centro, lleva el texto siguiente: Partido a cesta en el frontón de Elgoibar / A match of Basque pelota in Elgoibar. Bajo el ángulo derecho inferior: Gustavo de Maeztu.
Véase el boceto previo, el dibujo a carbón titulado Partido de remonte en el frontón de Elgoibar, que representa idéntico asunto.
Partida a cesta en el frontón de Elgoibar [Segundo ejemplar]
38,6 x 51,7. Litografía a dos colores (negro y marfil) sobre papel grueso ahuesado de 49,5 x 60,7 cm. Coincide en características con el descrito anteriormente. Cosido por la parte superior con grapas a otras litografías y a una prueba litográfica homónima (en negro), formando un cuadernillo.
Rincón del Ebro
49 x 63,3. Prueba litográfica sobre papel ahuesado de 55 x 69,6 cm. con una sola impresión en negro. Corresponde en sus características y asunto a la litografía homónima impresa a dos colores (negro y violeta). Cosida por el margen superior con grapas a otras litografías que forman cuaderno. Nada al dorso. Afecta a la litografía un rasguño recibido en la parte inferior.
GdeMaeztu, bajo el ángulo inferior derecho, en letras impresas que aparecen ligadas entre sí.
Rincón del Ebro
49 x 63,3. Litografía sobre papel ahuesado grueso de 55 x 69,6 cm., impresa a dos colores (negro y violeta), sobre la que se han impreso los siguientes textos: Autolitography [en el ángulo superior izquierdo], Copy Right [en el ángulo superior derecho], Rincón del Ebro / Landscape of the Ebro [al centro inferior], Firmado GdeMaeztu [en el ángulo inferior derecho]. Un rasguño en la parte inferior afecta a la litografía. Esta misma zona está manchada por el polvo. Cosida por la parte superior a otras litografías que forman un cuaderno.
GdeMaeztu, bajo el ángulo inferior derecho, en imprenta (las letras se ligan entre sí).
Una ladera de poca altura cubierta de hierba. En primer término descansa en el suelo un arado (¿). En la misma posición lateral hay un caballo de tiro con la pata derecha adelantada y el cuello erguido por el aspecto de poderío que quiere darle Maeztu. Mira a la izquierda. Es fuerte. Lleva el collerón y parte de los arreos. Lomo y cuello se recortan en el cielo. En el descenso de la ladera se ven filas de álamos diseminadas. Los árboles se inclinan a causa del viento. Marchan por la derecha dos aldeanos a caballo. Al fondo se extiende el Ebro, que se bifurca en dos brazos y un monte bajo que cubre todo el espacio. El horizonte es bajo. El cielo extenso es magnífico, con nubes racheadas por el viento. Se pintó con violeta graduando bien los tonos, aclarándolo en las líneas de contacto del horizonte y el agua del río. Es de día. El claroscuro carece de la fuerza efectista de otras litografías. Es un paisaje grandioso, que dignifica al caballo de labor.
La taberna de Juanito. Barco de Ávila
36,9 x 49,4. Prueba litográfica a un solo color (negro) sobre papel ahuesado de 49,5 x 70,2 cm. Se corresponde en asunto y características técnicas externas con otras dos litografías homónimas de este Museo.
La taberna de Juanito. Barco de Ávila
36,9 x 49,4. Litografía a dos colores (negro y verde suave) sobre papel grueso ahuesado de 49,5 x 70,2 cm. Bajo la litografía lleva los textos siguientes: La taberna de Juanito, Barco de Avila [al centro inferior], Gustavo de Maeztu [en el ángulo inferior derecho], en letra de imprenta. Perforaciones en la parte inferior sin afectación de la litografía. Cosida con grapas por la parte superior a otras litografías formando un cuaderno. Nada al dorso.
Se corresponde en el asunto con el dibujo homónimo al carbón. En la versión litográfica se emborronan las figuras, principalmente la que traspasa el umbral de la puerta por la izquierda. El coloreado es muy suave. El claroscuro efectista.
La taberna de Juanito. Barco de Ávila [Segundo ejemplar]
36,9 x 49,4. Litografía a dos colores (negro y sepia) sobre papel grueso ahuesado de 49,5 x 70,2 cm. Se corresponde en asunto y características a la litografía del mismo nombre coloreada con verde.
El coloreado es más intenso y mejor repartido.
Viana. Navarra
22,5 x 29,3. Prueba litográfica impresa sólo en negro, unida a la definitiva a dos colores, en un cuaderno con grapas en el margen. Véase la misma.
G. de Maeztu, bajo el ángulo inferior derecho, en texto impreso.
Viana. Navarra
22,5 x 29,3. Litografía a dos colores (negro y verde) sobre papel grueso ahuesado de 49,9 x 69,7 cm. Fuera del espacio impreso lleva varios textos: Autolitography [en el ángulo superior izquierdo], Copy Right [en el ángulo superior derecho], Viana Navarra / Historical town of Navarra [en el centro inferior], Firmado G de Maeztu [en el ángulo inferior derecho]. Nada al dorso. Grapado por el margen superior a otras litografías de este autor, formando cuadernillo.
G de Maeztu, bajo el ángulo inferior derecho, en texto impreso.
Reproduce la misma representación que el dibujo a carbón titulado Viana (Navarra). En aquel caso la representación fue más feliz en cuanto a resultados. En la litografía el entintado emborrona las formas, singularmente la ciudad de Viana.
La vuelta del marino (Itxaso-Bastera)
48,7 x 63. Litografde la mancha impresa dice Autoliotography y en el derecho Copy Right..69,7 cm. Fuera del espacio impresio lleva varios textos: Aía en negro sobre cartulina ahuesada de 63,6 x 84 cm. Sobre el ángulo superior izquierdo de la mancha impresa dice Autoliotography y en el derecho Copy Right. En la base, al centro, dice: La vuelta del marino. Por el pintor Gustavo de Maeztu. Autolitografiado por él mismo. Y más a la derecha: Firmado. Bajo el título en castellano va el vasco: ITXAZO-BASTERA. Y a su vez el inglés: Corner of the basque sea-Return of the saylors. Al dorso encolados en los ángulos.
Sin firmar.
Gran escena de composición espacial en la que se celebra el regreso de los marineros idos a pescar a mares lejanos, acontecimiento que revoluciona la vida de la aldea vasca, donde se representa el suceso de la siguiente forma, con gran sentido ornamental: el muelle queda en primer término, a la izquierda una casa por cuya ventana asoma una mujer; cinco marineros en grupo caminan hacia la izquierda: visten boina, grueso jersey, pantalón, albarcas o botas de caña y portan redes sobre los hombros y el pecho, faroles o remos; sobre el pretil del muelle, a la derecha, las mujeres de los pescadores que han salido al encuentro con sus hijos en brazos, dos niños y perro. En segundo término queda la ría, de aguas plácidas. Un velero de proa a la derecha: en él dos hombres arrían el velamen, en tanto se acerca a un cortado una chalupa con marineros. A la izquierda, bajo un puente que cruza la ría, asoma una barcaza con remeros y otros marineros en pie. Bajo el ojo del puente vemos a lo lejos en último plano el fuerte muro de piedra que defiende del agua al pueblo visto en lo alto. Unas escalerillas conducen a él desde el agua. Las casas se acuestan en el monte, las más inmediatas en torno a la iglesia, otras quedan más lejos diseminadas por el monte. Anochece. Evidente sentido ornamental, con una composición variada en cuanto a la distribución de las masas, las diferentes y encontradas direcciones a donde se dirigen los cuerpos o las miradas. Modulación espacial bien estudiada, con alternancia de masas sólidas líquidas y aéreas, con sugerencia de espacios virtuales. Perfecta distribución de luces y sombras, tratando con vigor los planos de color (reducidos aquí al entintado en negro y al tono natural del soporte como resultante cromático). Hay un sentido épico y poético del asunto representado.
Zumalacárregui. 1836
51 x 44,5. Prueba litográfica con una sola impresión en negro, unida a la definitiva a dos colores en un cuaderno con grapas al margen. Véase el mismo.
G de Maeztu, bajo el ángulo inferior derecho, en letra impresa.
Zumalacárregui. 1836
51 x 44,5. Litografía a dos colores (negro y verde) sobre papel grueso ahuesado de 69,7 x 49,9 cm. Fuera del espacio plástico presenta varios textos: Autolitography [en el ángulo superior izquierdo], Copy Right [en el ángulo superior derecho], Zumalacárregui / 1836 [al centro inferior] y Firmado Gde Maeztu [en el ángulo inferior derecho]. Nada al dorso. Grapado por el margen izquierdo a otras litografías del autor formando cuadernillo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en letra impresa.
Resultado de dos pruebas anteriores en las que ensaya la representación del general carlista, ambas dibujos a carbón, un boceto y un estudio previo. Guarda mayor parecido con el boceto, coincidiendo con él en planificación y punto de vista. Sin embargo, en la litografía ha preferido suprimir la figura del caballo (grupa y cola) situada tras el célebre estratega, para dar a éste todo el protagonismo, mostrando su busto en primer plano. Litografiado primero en negro, ha sido coloreado en una segunda impresión con una entonación verde ligera. Si el dibujo es extraordinariamente exquisito (sobre todo en la cabeza del general), el estudio llevado a cabo de la luz no lo es menos. El punto de vista relaciona al estratega con su guerrilla.
Lápiz de grafito. Dibujos
Alegoría del Altar de San Juan de Dios. La gloria del Santo. Fragmento
41,5 x 63. Dibujo a lápiz de grafito sobre cartulina ahuesada de 49,5 x 70,3, reverso de una litografía del mismo autor sobre el general Franco. Enmarcado por una línea. En la parte superior del dibujo, fuera de su espacio, el artista ha escrito a lápiz el título y en la parte inferior el significado de los grupos, personas o masas que aparecen en el espacio plástico, determinados por un número. Este texto se ha guiado, al escribir, por unas líneas tiradas con regla y lápiz. Dice lo siguiente: nº 1, Las trompetas de la gloria / nº 2, Las luces de la iglesia / nº 3, Los padres de la iglesia / nº 4, San Juan de Dios, yacente / nº 5, la Piedad, Visión Eterna [todo ello al lado izquierdo]. Derecha: nº 6, El llanto de Santa Teresa / nº 7, Hermanos de la Orden / nº 8, Hermanos de la Orden / nº 9, Iglesia Gótica / nº 10, Iglesia Barroca. El dibujo se ha fijado. Al dorso figuran el número 25 a lápiz y el 21 a bolígrafo verde, tachado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Unas gradas conducen por la derecha a un montículo de piedra en donde yace el cuerpo muerto de San Juan de Dios, apenas cubierto pudorosamente por un breve sudario. A su alrededor, por la izquierda, los hermanos de su Orden meditan apoyados en la piedra, los primero sobre la roca, otros más acá sostienen unos faroles símbolo de las luces de la Iglesia. A otro lado del cuerpo, por la derecha, los Padres de la Iglesia oran con recogimiento y otros hermanos de la Orden -en composición piramidal- sostienen unos faroles, alguno de los cuales -a ambos lados del cuerpo yacente- se cubre con velos ornamentales. Santa Teresa llora la pérdida del Santo en el ángulo inferior derecho y a los lados asoman las fachadas de una iglesia gótica (derecha) y otra barroca (izquierda). La composición general de la obra guarda un respeto a la jerarquía y sigue líneas triangulares, con dos vértices escalonados: el primero la figura yacente de San Juan de Dios y el segundo, más trascendental, un calvario en la cima del monte, al que se llega por una escalera orillada por la derecha de antorchas. Lo coronan tres cruces -más alta la del medio- y un panteón central, sobre cuya tapa se arrodilla la Piedad. Unos ángeles tañen las trompetas de la gloria en el Cielo, simbolizando todo ello la visión eterna de la salvación del alma del Santo. Se trata de un boceto que estudia composición, espacios y actitudes de las figuras, si bien éstas, como es propio, se han abocetado tan solo. Resulta una composición muy rica en interés y estructura, pues el peso de las figuras queda circunscrito a los lados, dando mayor lucidez al centro.
Alrededores de Montejurra
16,3 x 19,8. Apunte a lápiz de grafito sobre papel grueso ahuesado. Huellas de haber sido despegado de otro papel al dorso, con el texto de Alrededores de Montejurra, aunque no aparece la letra del pintor. Anotaciones dentro del dibujo alusivas a los colores (ocre, verde, rojo…), a la luz y sombra. Presenta un adhesivo con el número 345.
Montejurra, en el ángulo inferior derecho.
Un campo llano con árboles espigados y sin ramas en primer término. Tal vez sean chopos. Al fondo, vista entre los árboles, la silueta de Montejurra, cerca de la ciudad navarra de Estella. Apunte rápido, de líneas suaves, algo más intensas en el perfil de los árboles. En el suelo de la chopera, unas líneas zigzagueantes y curvas, desdibujadas, simulan hierba y matojos. Una débil línea en la falda del monte divide a éste en dos vertientes. Un sombreado muy suave en la vertiente izquierda.
Barcaza sobre el muelle
22,4 x 28,9. Dibujo a lápiz sobre papel crema grueso, sombreado en parte con carboncillo. Se utiliza para ello el dorso de un grabado propio.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Sobre el muelle del puerto, en primer término, y a la derecha una barcaza colocada sobre caballetes, mirando la popa al espectador y alejándose en escorzo. A la izquierda el muelle de atraque del puerto y el agua del mar, con un par de botes flotando en ella. Al fondo las casas del pueblo y la iglesia con su torre-campanario y reloj. Más lejos el monte. Anotaciones del pintor indicando los colores posteriores: verde claro y ocre en el monte, agua sobre la misma [por la embarcación] y rojo en la barcaza. El dibujo parece rápido, sin entrar en detalles y algo descuidado (así el casco del bote). Sombreados los primeros términos con carboncillo. La composición se ve forzada por esa barcaza del primer plano, que se nos echa encima.
Bearin (Navarra)
18,9 x 31,4. Apunte a lápiz sobre cartulina ahuesada. Es el dorso de un grabado del propio artista, con un par de apuntes de montañas y un adhesivo con el número 378.
Bearin, en el ángulo superior izquierdo.
El pueblo navarro de Bearin visto tras una loma del terreno cubierta de arbolado, que oculta en parte no ya las casas del pueblo sino la iglesia, centro de la composición. A lo lejos una línea sugiere el horizonte montañoso. Dibujo de líneas rápidas, un apunte.
Boceto de España
53,5 x 47,4. Dibujo a lápiz de grafito sobre papel grueso ahuesado, en hoja de 62 x 51,5 cm. El dibujo está enmarcado por una línea. Difuminado parcial con las yemas de los dedos. Al dorso el autor ha escrito a carboncillo el número 9. En la parte inferior alguien ha escrito a lápiz: BOCETO DE ESPAÑA 142.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Boceto para una litografía seguramente, en el que la composición se fundamenta en la alegría y simbolismo de las figuras, primando el impacto visual, las buenas proporciones y el escorzo, es decir, el movimiento y la fuerza, para llegar con facilidad al espectador. Es, por tanto, un dibujo literario, cargado de contenido, que puede ser el de la España Nacional triunfadora y redentora de la otra España, la Republicana. Sobre el lomo de un poderoso león, situado en posición lateral y dirigido a la derecha, se alza como símbolo de España una joven hermosa vestida con velos ligeros y transparentes, que sostiene una criatura en sus brazos. En su cabeza destaca una peineta. El león vuelve su orgullosa cabeza hacia ella, que con el brazo extendido señala la dirección del combate a los cuatro soldados (dos requetés y dos soldados del ejército) que se representan en primer término, los cuales parecen apoyarse o empujar con los brazos al felino. Al fondo, por la izquierda, sobre una elevación hay una construcción con torres en los ángulos, tal vez el Alcázar de Toledo. Más aquí, tras la grupa del león y cortada por el marco, hay otro edificio de estilo renacentista, en función equilibradora de los pesos, y algo que aparece ser una carretera que cruza el espacio. Perfiles de nubes en el cielo. Ejecución rápida, aunque león y muchacha se hayan dibujado con seguridad. Se trata de establecer las grandes líneas de la composición, midiendo espacios y efectos de perspectiva (escorzos humanos). El boceto tiene fuerza. El centro de interés es el símbolo de España encarnado por la muchacha, cuyo cuerpo se estiliza y eleva arqueándose en difícil postura, sólo justificada por el momento de intensa emoción representado, que desea transmitirse al espectador.
Bodegón
10,5 x 11,5. Apunte a lápiz de grafito sobre cartulina gruesa ahuesada de 19 x 17,5, con una mancha de color rojo a la izquierda. Cartulina manoseada y en parte despelletada. Al dorso un adhesivo con el número 364.
En primer término hay una mesa, situada a la izquierda de la composición. Un paño la cubre en parte. Sobre él una jarra de ancha panza, de las usadas para escanciar vino. Apenas puede verse el asa, por quedar detrás. Está decorada con bandas horizontales, adorno vegetal y geométrico. El paño se amontona detrás y parte en una silla, situada a la derecha. Al fondo, en la pared hay un ventanuco. Una anotación en la pared dice negro. El dibujo es más neto en primer término y se suaviza en segundo plano. Sombreados ligeros sobre la mesa.
Cabeza de asno
12,5 x 10,1. Dibujo a lápiz de grafito sobre papel grueso ahuesado, adherido a cartulina de 19,7 x 18,8 cm., ribeteada con papel marrón en parte arrancado. Coloreada con purpurina al dorso. Anotaciones en el ángulo superior derecho respecto a los colores que deberán ponerse en la cabeza en su versión definitiva.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
La cabeza comprende el cuello. El animal mira a la derecha. Mientras el cuello se sombrea con trazos fuertes paralelos, la cabeza se sombrea con sumo cuidado, atendiendo al claroscuro que modela la misma con realismo. Se han observado con atención los detalles anatómicos (hocico, belfo, párpados, frente), dibujados con precisión. La cabeza lleva atalaje. La expresión del animal es serena, resignada, paciente. Al fondo se le ha dado un cierto tono gris, para destacar la cabeza del asno en el espacio.
Carros
30,5 x 37. Apunte a lápiz de grafito sobre cartulina ahuesada. Por el dorso vemos se trata de una litografía reaprovechada como soporte. Adhesivo con el número 348.
Dos carros están aparcados entre unos árboles en primer término, en distintas posiciones, en función de una composición estudiada: uno con las varas de enganche hacia arriba, tras un árbol y en posición lateral; el otro de frente con las varas en el suelo, aunque cortado por el margen lateral del espacio plástico. En el espacio libre entre el primer carro y el árbol de la derecha, que también queda cortado por el margen, observamos la existencia de un pueblo, con un puerto de mar tal vez en primera línea, puesto que el autor desdibuja los contornos. Son pocas las casas, algunas encaramadas a un altozano, al fondo, y otra más próxima, vista entre los árboles de la izquierda. El dibujo se ha improvisado de forma rápida y trata de fijar el punto de vista, con la composición ideal.
Encierro (Boceto para mural)
30,6 x 24,6. Dibujo a lápiz de grafito sobre papel grueso ahuesado, cuadriculado, en donde se indican las medidas reales del muro a decorar: 728 x 598 mm. Al pie indica: Colección L. de Elejabeitia. Y en el ángulo inferior derecho va lo que parece ser el título, en parre ilegible. Es posible reconocer la palabra bestia. El espacio plástico se reduce a 24,2 x 20 cm. Sin fijar.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
En primer término varios tipos populares asisten al encierro de los toros, vistos de espalad. Alguno de ellos se encuentra pasando a través de los maderos de la barrera. Un tipo grueso huye en primer plano, a la derecha, del intento de salto de un toro, que con las patas delanteras se apoya en la barrera. Unos mozos huyen por la izquierda. Dos más, a la derecha, están atentos a la manada, que ya se vislumbra a lo lejos de la calle. A la izquierda, en segundo plano, corren unos mozos ante la manada y varios más se suben al vallado. Detrás de éste, algunas personas se han subido a un carro. El trazo se ha marcado más en los primeros términos y las figuras posteriores se han esbozado. Está reflejado el momento como una instantánea. En realidad se trata en este boceto de repartir las masas y establecer las distancias.
Eunate
17,8 x 22,5. Apunte a lápiz de grafito sobre papel grueso crema. Al dorso lleva el número 343 en un adhesivo blanco y unas rayas azules.
“Eunate”, en el ángulo inferior derecho.
La iglesita octogonal de Eunate rodeada de su columnata y rematada por una espadaña con doble campana, vista en medio de los campos que la rodean. Su posición no es del todo horizontal, sino un poco inclinada a la derecha. En primer término se representan unos hierbajos con rápidas líneas en zig-zag. De los campos sólo se trazan las líneas de su vertiente, con rayas horizontales u oblicuas simulando la tierra. En realidad sólo sirven para dar el ambiente, pues la atención del artista se centra en la iglesia, que dibuja sin entrar a detallar, fijando casi tan solo sus volúmenes y dando con su equilibrada proporción.
Iglesia
20,5 x 20,5. Dibujo a lápiz de grafito sobre cartulina ahuesada, con un adhesivo que incluye el número 323 al dorso. Sin fijar. La hoja completa alcanza las medidas 25,1 x 32 cm.
La calle de una ciudad con casas de tres y cuatro plantas al fondo. A la derecha, separada de la calle por un murete con verjas, una iglesia ruinosa en parte. Se consigue el efecto de perspectiva no solo por medio de la fuga de líneas, sino desdibujando al fondo. Sin duda es boceto para obra posterior. En el mismo dibujo se anotan los colores que se aplicarán en la versión definitiva.
Iglesia de pueblo
25,4 x 32. Dibujo a lápiz de grafito sobre cartulina ahuesada en cuyo dorso se ve parte de una litografía del mismo autor y un adhesivo con el número 363. En el paisaje ha escrito algunas indicaciones de luz y sombra, más algunos números que al lado derecho tienen su instrucción cromática: 1, ocre rojo verde / 2, verde cinabrio / 3, violeta rojo / 4 luz dorada / 5 luz dorada / 6 verde cinabrio. El dibujo se enmarca con una línea, siendo sus medidas de 21,8 x 26,5 cm.
Un pueblo. En primer término una explanada en cuesta. La iglesia queda a la derecha. Románica, presenta contrafuertes, torre y sacristía adosada a un lado tal vez en el siglo XVIII, a juzgar por el remate en esfera que posee. En el mismo plano, a la izquierda, el asca de una fuente ante una casa arruinada, donde lava una mujer. En plano posterior a este hay una casa al centro y otra más a la derecha. Lejos, queda al lado contrario la línea del monte. Se traza con mayor detalle el dibujo de las aristas para reforzar los volúmenes y con suavidad se configuran los detalles interiores, sin duda con intención de colorear después. Adecuado punto de vista. Pudiera ser un pueblo navarro, tal vez amescoano.
Iglesia de San Miguel. Estella
20,5 x 22. Dibujo a lápiz de grafito sobre cartulina crema cuyas medidas completas son 29,8 x 22,6 cm. Al dorso un adhesivo con el número 347 y un esbozo de retrato según parece de mujer. En el haz, en su parte inferior, se ha escrito: Dibujo de G. de Maeztu.
La calle queda a la derecha. Vemos la acera, una casa al fondo y una fuente en la base del escarpe sobre el que se emplaza la iglesia. De la fuente parte una escalinata hacia el templo con ascensión en zig-zag, dejando un cobertizo a la izquierda. En la parte superior la iglesia de San Miguel y una casa al fondo. Apunte en que se esbozan las formas, con línea suave, sin sombreado, destacando este conjunto pintoresco.
Minduinea
24,9 x 21,3. Dibujo a lápiz de grafito sobre papel grueso ahuesado. En el ángulo inferior izquierdo parece haber escrito Madera. Al dorso en un adhesivo el número 346.
Minduinea, al centro de la parte inferior.
Apunte de una casa medieval con aspecto noble, ventanas ajimezadas y matacanes, toda en piedra, muy sólida, con chimenea en el tejado. Un torreón (¿) se adosa a la fachada principal, a cuya puerta se accede por una pequeña rampa. Vista lateralmente, su fachada de este lado permanece en la sombra y ostenta algunos ventanucos. Adosados a ella dos almacenes o talleres de escasa altura y tejado diferente, con puerta corredera de acceso. Apunte del natural, fija volúmenes y compone, sin detallar. Sombrea con líneas paralelas.
Palacio de Augusto
20,3 x 23,5. Dibujo a lápiz de grafito sobre cartulina ahuesada dorso de un grabado de Maeztu. Aquí tiene un adhesivo blanco con el núm. 367. El dibujo se halla enmarcado por una línea de lápiz, siendo la cartulina completa de 24 x 31,5 cm. En el lado izquierdo, parte superior, el artista ha escrito: Alejandro Laborde, 1805 / Palacio de Augusto.
Un camino con gradas asciende a una colina, doblando a la derecha. A mano izquierda las fachadas de dos casas y a la derecha unos chopos y la tapia de una heredad que más arriba se cierra orlada por una fila de chopos. Más lejos un descampado. En la parte alta de la colina hay un palacete fortificado, con unas casas más lejos. Tres soldados montan la guardia en su puerta. Por el camino escalonado ascienden cuatro legionarios romanos, dos aguadoras y tres soldados más adelante. Composición y perspectiva correctas. Dibujo cuidado, fácil. Sombrea el mismo lápiz con un trazo más suave.
Plaza de toros de Estella. Puerta principal
12,4 x 11. Dibujo a lápiz de grafito sobre cartulina ahuesada adherida a otra de 20 x 19 cm. ribeteada en parte por una cinta de papel granate semidespegada. El dorso parcialmente pintado con purpurina.
La puerta de la Plaza de Toros aparece en segundo plano, curvándose en torno al ruedo. La puerta de acceso y los arcos de las ventanas son de estilo musulmán. Ante ella, esbozadas por un dibujo muy fino, las figuras de varios toros y un mozo a la derecha tirando de un caballo. Esta representación es imprecisa, desdibujándose las formas. Se trata de un apunte donde el interés se centra en la plaza taurina y, en concreto, en su puerta. Se superponen al apunte dos líneas cruzadas, formando una cruz de brazos casi iguales.
Retrato masculino
40,7 x 32,5. Dibujo a lápiz de grafito sobre cartulina de entonación ahuesada. Al dorso parte de la litografía del General Franco y un adhesivo con el número 275.
Obra inconclusa.
Busto de un hombre entrado en edad, desplazado a la izquierda respecto al eje de simetría. Dirige la mirada a nuestra derecha, hacia espacio virtual. El espacio plástico se ha cuadriculado de forma incompleta y sin preocupar la medida exacta de cada cuadrícula (aproximadamente 4,5 x 5 cm.). El dibujo se limita a un bosquejado previo, algo más avanzado en la cara. Parece que al autor le llegó a interesar ésta, pues ojos, nariz y boca se expresan con detalle, en particular los ojos, propios de un hombre observador e inteligente. Se trata de un hombre delgado, como de unos 70 años, vestido con abrigo y bufanda, descubierto. Un personaje fuera de lo común. Así lo denotan sus rasgos personales.
San Pedro de la Rúa. Claustro
22,3 x 13,9. Apunte a lápiz de grafito sobre papel grueso ahuesado. Al dorso hay un apunte de cabeza femenina tocada con gorro bajomedieval, tal vez una reina navarra. No parece ser la Virgen. Se ha trazado con mucha suavidad, esbozando tan solo la figura. A este lado alguien ha escrito: Dibujos de G. Maeztu. Presenta un adhesivo con el número 303.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Un rincón del claustro de la iglesia estellesa de S. Pedro de la Rúa, visto antes de su restauración, sin un tramo del mismo. Coincide con la orientación que da al monte rocoso, que queda a la derecha. En primer término hay un camino que conduce a una puerta con verja -la de la iglesia- que se ve al fondo. A la izquierda una especie de jardincillo descuidado con arbustos. Detrás quedan los arcos del claustro, pronto interrumpidos. Una anotación del autor (blanco) en una azotea. Dibuja con línea más intensa el perfil de la iglesia, desdibujando con trazo suave los primeros términos (camino, arbustos). Sombreado ligero. Ejecución rápida. Perspectiva cuidada.
Trapecista
23,2 x 13. Apunte a lápiz de grafito sobre cartulina ahuesada de 25,5 x 15 cm. Al dorso el número 362 en un adhesivo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
En primer término, en posición inclinada por el impulso del balanceo, un trapecista se agarra con su mano derecha al trapecio, estirando su cuerpo y cruzando los pies, adoptando una postura estilizada. El brazo izquierdo queda oculto bajo una capa que cuelga del hombro libre, cayendo hacia el suelo y formando pliegues abajo. Detrás, en segundo término, varios espectadores encopetados la miran desde el graderío. Al fondo, en el ángulo superior derecho, varias personas más en un palco (¿). Términos estudiados, así como el canon de la trapecista, vestida con traje descotado, cómodo y vistoso, con zapatos de tacón. Perfila su cuerpo con línea segura que se vuelve evanescente sobre el vestido, mostrándolo esponjoso, con ligero claroscuro. El fondo desdibujado. El manto se pliega en primer término con línea de muy débil trazo que más sugiere que representa.
Trilladora
23 x 33,4. Dibujo a lápiz de grafito sobre papel grueso crema. Al dorso un adhesivo con el número 357.
Escena de trabajo agrícola al aire libre. Una trilladora de modelo antiguo, de gran tamaño, centra la atención del espectador. Unos hombres conducen sacos de cereal por una rampa hasta la parte superior, donde otros alimentan la máquina. En el suelo otros reciben el grano y lo introducen en sacos, que vemos transportar por algunos más a la izquierda sobre el hombro. En primer término, en el suelo unos sacos y una terrera. A la derecha montones de paja. De uno de ellos asoma la rueda de un carro. Adecuada composición. Tratada con más detalle la trilladora. Las figuras de los operarios se han abocetado, al captarse y expresarse en movimiento. Apenas se ha sombreado. Una anotación sobre el color que ha de llevar la versión definitiva.
Ujué
13,5 x 20,9. Dibujo a lápiz de grafito sobre papel grueso ahuesado de bloc. Al dorso lleva un adhesivo con el número 344.
Ujué, en el ángulo lateral izquierdo.
El conjunto de Santa María de Ujué y las casas aledañas visto desde una placeta más baja, con la torre de la iglesia en perspectiva. En primer término la plaza. La subida a la iglesia es una rampa pronunciada reforzada por contrafuertes de piedra, que conduce hasta una puerta. A su derecha queda una muralla con tres arcosolios y un balcón. A su izquierda hay distintas casas a diferentes alturas, por lo irregular que es el terreno. Por encima de la muralla sobresale la torre de la iglesia, almenada y con matacanes. Apunte contornos precisos. Las hiladas de piedras se dibujan con trazo suave, sin detallar demasiado. Sombreados muy suaves. El artista es fiel a lo que ve, sin idealizar.
Carbones. Dibujos
Aguadora
63,4 x 44. Dibujo al carbón sobre cartulina sepia sin fijado y con difuminado. En el ángulo inferior derecho ha escrito a lápiz: 7 y ½ / 12. Una perforación de chincheta en el centro, arriba. Una grieta en la parte inferior.
Una mujer de cuerpo entero y en posición frontal, con un cántaro sobre la cabeza que ayuda a sostener con sus manos, la mano derecha en la base y la izquierda en el galbo de la vasija. La línea del cuerpo se ondula en la cadera por efecto del peso y del caminar. Las piernas se ofrecen, pues, entreabiertas, el pie izquierdo da un paso. El vestido llega hasta los pies, calzados con alpargatas. Maeztu demuestra estar interesado por los pliegues. La cabeza carece de cara (sólo es una sombra). El antebrazo izquierdo está sin terminar, a falta de claroscuro. La ropa se ciñe al cuerpo, mostrando por transparencia piernas y senos. Hay una robustez general, con una constitución casi arquitectónica. Atención al claroscuro.
Aguadora
29,5 x 21. Boceto al carbón sobre papel ahuesado, sin fijar. Emplea también lápiz de grafito. Adherido a una cartulina ahuesada de 44,1 x 34,9 cm. que presenta manchas de humedad y se muestra alabeada. Al dorso hay manchas de óleo y unas medidas anotadas a lápiz: 44 1/2 x 35, seguramente apuntadas por el artista.
M_, en el ángulo inferior izquierdo.
Boceto de estudio. La aguadora es una muchacha joven y robusta, que adopta postura de pose decorativa. Situada en primer término y de cuerpo entero, Maeztu la representa en disposición lateral y arrodillada sobre la pierna izquierda, con ligera contorsión del cuerpo hacia delante, de forma que la rodilla derecha se ofrece frontal y escorzada. La muchacha porta en la cabeza un cántaro de barro, que sostiene con la mano derecha, en tanto la izquierda se coloca abierta bajo la mejilla de ese mismo lado, inclinando levemente la cabeza. La vestidura es larga, con pliegues recios, que no ocultan la abundosidad del cuerpo. Como fondo se ha representado un paisaje mesetario de campos arados y un castillo almenado a la izquierda, con puerta de ingreso y todo. El horizonte es bajo. El cielo está ocupado por cirros globulosos, dando impresión de movimiento. La figura está tratada con líneas gruesas que la perfilan y modelan en sus volúmenes esenciales, sin entrar en detalles, salvo los pliegues del vestido que señalan límites de estos planos, dando por contraste -en aquellas partes no coloreadas- la impresión de luz, a lo que colabora el fondo natural del soporte. Esquematiza en el paisaje. El trazo se suaviza en las nubes, para presentarlas etéreas.
Las aguadoras
41,3 x 30,3. Dibujo a lápiz de carbón, coloreado con gouache, sobre papel crema oscuro, adherido a una cartulina ahuesada de 47,6 x 36,4 cm. por la parte superior. El reverso del dibujo es parte de un cartel anunciador de una exposición del pintor en el Salón de la Sociedad Filarmónica (¿). En la parte inferior de la cartulina alguien ha escrito a bolígrafo azul: “Las Aguadoras” por G. de Maeztu / (Boceto). En el dorso de la cartulina-base se aprecia una parte entintada de verde, como para una futura litografía, y los números 13/ [tachado], 6/ y 290 [este parece ser el del inventario de Estella] en un adhesivo.
Composición en perspectiva de tres aguadoras -una niña, una muchacha joven y otra de mayor edad- que se ofrecen en diferentes posturas, todas ellas ornamentales y graciosas. Permanecen al aire libre, en un campo que al fondo se decora con una peña y varios chopos torcidos por el viento. La niña aparece de espalad, volviéndose ligeramente, lo que permite ver su cara encantadora, mientras sujeta contra el costado con donaire el cántaro. A su derecha, la muchacha mayor, en postura frontal, lleva el cántaro en la cabeza y con un cuerpo dotado de dinamismo mira a la muchacha que en plano posterior y también frontal sujeta el cántaro sobre el costado, con el balanceo propio de este cometido. Desde el punto de vista técnico las figuras se han desdibujado con trazo nervioso que no considera detalles, pero fija las posturas y el movimiento. Apenas sombreadas, el tono de sus cuerpos es el propio del soporte. El medio físico y sobre todo la distancia se consiguen coloreando el papel con gouache blanco, dosificado perfectamente en función del claroscuro. Los árboles destacan en el cielo blanco y sus cuerpos son parte del fondo sin colorear. Facilidad técnica.
Aldea
37,4 x 50. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada de 50 x 70,3 cm. a la que se ha adherido. Presenta este soporte perforaciones en los ángulos y algunas manchas. Al dorso se ha escrito con bolígrafo azul: 10//. Manchas al óleo como de un boceto para cartel o litografía.
Con sentido del espacio y de la composición, no ajenos a lo decorativo, muestra desde un camino, por el que caminan dos aldeanas con cestos de ropa a la cabeza y un labriego, un villorrio asentado al pie de la montaña. Corre paralelo casi al camino un río que se adentra en la aldea y cuela bajo un puente. Unos árboles crecen a los lados, siendo más corpulentos y añejos los de la izquierda, a cuya sombra descansan dos caballos. Al fondo y cruzando el riachuelo se encuentran las casas. Las más a la derecha, tras unos montones de paja, es de altos y fuertes muros, parece la más noble de ellas. La separa de las restantes una callejuela con viejo arco al fondo, a la que se dirige otro aldeano con su caballería (¿). Casas más sencillas se extienden por el otro lado. La luz anuncia con su caída el cese de las labores y el regreso al hogar. El cielo comienza a oscurecerse. Dibujo resuelto con espontaneidad, atendiendo a la impresión del momento en cuanto a luz y sombra, cuidadosamente repartidas. Difuminado digital en los árboles de la izquierda.
Alquézar (Huesca)
37,3 x 50,2. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado, con fijado posterior.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Una era en primer término, con dos caballerías en descanso y un carro cargado. La carretera la separa del pueblo en segundo plano. Por la izquierda, la carretera, con un árbol en la cuneta, se ensancha junto a un crucero de piedra. Al otro lado de ella un paisano tira de un caballo cargado de alforjas. La población de Alquézar se alinea en hileras, con casas bien delimitadas. Al fondo, por la izquierda un cabezo y frente a él otro mayor, rocoso, con una fortaleza en lo alto. Cielo movido, con nubes. Espacio bien estructurado. El claroscuro suaviza la nitidez del conjunto, haciéndolo agradable. Adecuada composición y perspectiva, caen en cierta manera en el anecdotismo.
El ama
24 x 30,4. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema, que es el reverso de un cartel anunciador de concierto musical. Lleva el número 2 anotado al dorso. Perforaciones de chinchetas en los ángulos. En el ángulo inferior derecho lleva el número 84. En el superior derecho ha escrito el pintor: El ama. Sin fijar. Difuminado elemental.
Una niña de corta edad conduce del ronzal a un caballo que se representa en posición lateral. La niña sonríe. El caballo vuelve la cabeza hacia atrás. El animal se estira con leve escorzo y se somete sumisamente a su dueña. La línea delimita contornos y se sombrea ligeramente con aparente facilidad. Unos breves trazos dados en el suelo sugieren con laconismo un ambiente campestre.
Antonia (Retrato de cabeza)
39,1 x 34,5. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, sin fijar. Difuminado. El espacio plástico se reduce a las medidas 29 x 24,1 cm. El resto del espacio estuvo tapado por un passe par tout ya inexistente del que aún quedan restos de papel encolado. Posteriormente se pegó a una plancha de cartón gris de 47,3 x 40,8 cm. sobre cuyo dorso pegó el pintor un papel con su anotación de Antonia / ANTONIA. Otros datos que facilita el dorso son: el número 10.995 en un adhesivo; otro adhesivo raspado, del que aún puede leerse Malerherbes; el número 121, de letra de Maeztu; los números 10.999 y 10.997; y un adhesivo con el número 34.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Dibujo de cabeza femenina joven con el arranque de los hombros en posición frontal. El dibujo se concentra en la cabeza, de tal modo que puede estimarse como retrato. Línea y sombreado son delicados, reales. La luz entra con suavidad por nuestra derecha y produce claroscuro y reflejos sobre la piel muy bien tratados. El cabello presenta raya central, repartiéndose a los lados y recogiéndose detrás, tal vez en moño. Aros en las orejas. Ceño fruncido y frente ligeramente cubierta por el cabello. Ojos almendrados, cejas onduladas. La mirada es de timidez y concentración, un tanto huraña, pero las facciones son correctas. Es una mujer bella, aunque corriente, un tipo popular, tal vez una chica de servicio. El espacio plástico se ofrece en tono sepia, oscurecido por la luz.
Apunte de marroquí
23,5 x 17. Apunte al carbón sobre papel ahuesado. Al dorso presenta un adhesivo con el número 264.
G de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Cabeza de moro con rostro bien caracterizado, tocada con turbante. Los hombros tan solo se han perfilado, ofreciendo unos pliegues mínimos de la vestidura. Es un hombre maduro, delgado, con arrugas en la cara y con bigote. Sus rasgos son raciales: amplia frente, larga nariz -algo torcida a la derecha- y labios anchos. Maeztu modela la cara con buena técnica de claroscuro, una vez que ha perfilado bien los detalles personales con su dibujo. Le confiere un aspecto de hombre observador, silencioso, impenetrable.
Apunte de muchacha
54,5 x 24,5. Dibujo a carboncillo sobre papel grueso ahuesado, sin fijar. Al dorso hay parte de un retrato femenino cortado por el margen. Un agujero de clavo o chincheta en la parte superior. Huellas de adhesivos al margen.
Busto de muchacha frontal, con un ligero movimiento a la izquierda. La impresión de movimiento se acentúa al dirigir los ojos hacia nuestra derecha. Sus facciones, aros de las orejas y collares de cuentas indican se trate posiblemente de una joven gitana: su cara es ancha y angulosa, los labios carnosos y la barbilla acentuada. Los párpados arqueados, el brillo de los ojos y el pelo suelto le dan cierto aire primitivo, como salvaje, que Maeztu ha sabido captar bien con rápido trazo, cuya espontaneidad acentúa la impresión que se describe. La línea, si bien se somete al volumen en la cabeza, se desdibuja en el resto, acentuándose el grosor del trazo. Leves sombreados con los dedos.
Apunte de señora
31,2 x 25,7. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Sin fijar. Leve difuminado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Busto de señora gruesa, de cierta edad, tomado de espalda con la cara de perfil, algo escorzado. Mira a la izquierda. Muestra el peinado con moño en la nuca y una oreja con pendiente, como detalles sobresalientes. Los hombros y parte superior de la espalda están esbozados con líneas rápidas de carbón. Apunte rápido que denota facilidad en la ejecución. Se sombrea el cabello con líneas curvas paralelas y curvas envolventes en el moño. Algunos trazos de difumino aumentan la profundidad espacial del cuerpo. Se perfila la cara con seguridad. El resto es más impresionista.
Árabe o Musulmán
21,6 x 13. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado. Sin fijar. Adherido a cartulina pintada de morado de 28 x 25 cm. En la base se ha escrito: “Musulmán”. Al dorso el adhesivo con el número 318.
G de M, en el ángulo inferior derecho.
Un tipo de raza árabe sentado en el suelo con las piernas cruzadas. Enfundado en la chilaba y en la cabeza un turbante. En las manos lleva unas chapas (¿) que parece golpear entre sí, recitando una salmodia. Dibujo de pocas líneas. Ejecución rápida. Sombreado localizado en el brazo, cara y envés de la chilaba, ejecutado a base de líneas paralelas.
El asalto y la muerte de [Blas]
23,1 x 21,6. Dibujo al carbón sobre papel crema, sin fijar. Al dorso ha escrito el autor a lápiz: “El asalto y la muerte de [Blas]”. Esta última palabra no es del todo reconocible. Bien puede ser una palabra abreviada, pues a continuación ha puesto: Alac. (¿). Dos anotaciones de números: 27 y 381 en un adhesivo.
G de M, en el ángulo inferior derecho.
Un mozo se ha encaramado a los barrotes de un balcón, en la noche. A través de la puerta abierta del balcón vemos a un hombre que se le acerca para impedirle sus propósitos. En la habitación observamos una mesa con varias sillas y una puerta. En la fachada, que es de ladrillo, la ventana del balcón está enmarcada por una banda de doble hilada de piedra regular. La atención del autor se ha orientado a obtener volumen con el claroscuro, que es muy preciso, como a fijar los movimientos de ambas figuras, incluso a la composición, que muestra dos planos interrelacionados, con cierta profundidad, a través de la habitación abierta. También hay un lenguaje de intenciones secretas en los personajes.
La bañista
30,4 x 15,4. Dibujo al carbón sobre papel sepia grueso, aprovechado de un cartel, del que es dorso. Sin fijar. Adherido a una cartulina de 38 x 23,5 cm.
G. de M., en el ángulo inferior derecho.
La bañista es una muchacha representada de pie, con movimiento de brazos hacia atrás y delante, sobre las puntas de los pies y movimiento giratorio de la cabeza hacia atrás, en actitud de posar con afectación. Viste un traje de baño largo al estilo de 1900, hasta la rodilla y descotado, que se muestra dinámico como consecuencia del impulso recimoverse el cuerpo en la pose. Cubre la cabeza un pañuelo ceñido en la frente, suelto por la espalda. L acara se esboza apenas. Dibujo de líneas contorneantes, con leve sombreado en la piel. El vestido lo recorren líneas longitudinales. Erotismo.
Boceto de cuerpo femenino
23,7 x 31,2. Dibujo al carbón sobre papel crema, sin fijar, difuminado. Al dorso anotado en una casilla el número 57. En febrero de 1984 presentaba el ángulo inferior derecho rasgado; adherencias de papel y cola en los lados superior, izquierdo y derecho, afectando parcialmente al dibujo. La zona expuesta a la luz aparece oscurecida.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, a lápiz negro.
Dibujo de los dos tercios inferiores de un cuerpo de mujer joven, vestida con una túnica de materia leve, que se adapta a las formas anatómicas, en posición sedente y frontal, alargando las piernas hacia la derecha. Oculta la pierna derecha bajo la izquierda, con ligera inclinación hacia nuestra izquierda. No aparecen otros detalles anatómicos que no sean el busto y las extremidades inferiores. Se ha sombreado parte del fondo, sin por ello borrar el perfil del cuerpo. Atención a la línea curva y ondulada, que define una materia carnosa blanda, con angulosidad exterior. Sombreado ligero sobre el costado derecho y vientre, difuminado con suavidad. Bien plegada la túnica, con transparencias y efectos sutiles sobre el suelo. Está bien logrado el escorzo de las piernas y ese aspecto rubeniano de la masa y la luz.
Boceto de mujer
32,7 x 25. Dibujo a carbón sobre cartulina crema. Fijado. En el ángulo inferior derecho el número 17 escrito a lápiz. Al dorso el número 87 inscrito en un cuadrado.
Estudio de cabeza femenina. Se trata de una mujer joven, que vuelve la cabeza hacia el espectador, mostrando de perfil el inicio del cuerpo. El interés del autor se centra en la cabeza y concretamente en el rostro. Sólo se han esbozado el cuello, la línea del pecho y de la espalda. Dibujo de pocas líneas, que toman los rasgos elementales: óvalo de la cara, labios, nariz, ojos. Sombreado con haces de rayas paralelas, sin emplear difumino. Llega la luz desde la derecha y parte superior. La figura es de constitución fuerte, un tanto escultórica.
Boceto para carlista
40,7 x 35,2. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada, sin fijar ni difuminar.
Apunte ligero y sin detallar de cabeza masculina tocada con boina. Se inician los hombros. Se ofrece la cara de lado, casi de perfil, mirando a la izquierda, y tanto esta postura como el perfil y la colocación de la boina recuerdan al tipo del general Zumalacárregui, del que tal vez sea un estudio previo.
Boceto para el retrato de Víctor Eúsa
30,6 x 25,7. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, enmarcado por una línea. En la base ha escrito el autor a carboncillo: D. Víctor Eúsa. El espacio plástico reúne estas medidas: 18,5 x 17,2 cm.
Boceto realizado a grandes trazos y sin detallar, que estudia la composición: el arquitecto sentado en un banco improvisado en la obra, con los planos del proyecto en las manos, maderos a los lados y al fondo, en perspectiva, el Seminario Conciliar de Pamplona, su obra más representativa. Véase el óleo sobre lienzo también catalogado.
Busto de chino
51,8 x 36. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado de 57,5 x 36, sin fijar. En el ángulo superior derecho ha anotado el autor: reflejos muy blancos – / tez muy cobriza. Restos de papel encolado en los extremos de la parte inferior. Y la anotación de otra mano: 63 x 46 [a lápiz], que se repite al dorso junto al número 113 inscrito en un cuadrado.
G deMaeztu, en el ángulo inferior izquierdo (preposición y apellido ligados).
Busto de hombre joven, de raza asiática, frontal, parece que sentado en una mesa cruzando por delante el brazo derecho. Inclina la cabeza adelante, en un intento de romper el frontalismo, con naturalidad. La representación se centra en la cabeza y la mano, estando el resto solamente bosquejado y sabiendo aprovechar las luces naturales del soporte, sugiriéndosenos así la vestidura y el volumen del tronco. El modelado del rostro y de la mano se hace en base a un claroscuro obtenido con exactitud y realismo mediante suave difuminado en la cara y más denso en el cabello. Bien caracterizado el tipo, que sonríe de forma enigmática.
Busto de gitano
36,3 x 30,4. Dibujo a lápiz de carbón sobre cartulina blanca, con fijado ligero. Adherido a cartulina ahuesada de 45,2 x 39,7, en cuya parte inferior alguien ha escrito a bolígrafo: Dibujo de carbón de G. de Maeztu. El dorso de esta cartulina presenta mancha de tinta verde que pudiera ser preparación para litografía y tiene varios números anotados: 4/, 1/ [tachado] y 272 en un adhesivo.
G. de Maeztu.
Apunte de un gitano maduro, representado de busto y lateral, mirando a la izquierda, de modo que los rasgos de su cabeza puedan ser tomados con el mayor detalle. No es, con todo, un retrato fiel a las facciones del tipo, sino sólo a aquellos que le han subyugado al autor, por ejemplo los rasgos raciales (angulosidad, arrugas, viveza y prontitud de la expresión), el pañuelo ceñido a la frente, es decir, aquello que conforma un tipo humano exótico y original. Se le representa con línea rápida que desdibuja y muestra una impresión ante el modelo. La habilidad técnica del autor es evidente.
Busto de muchacha
56 x 39,8. Dibujo a carbón sobre plancha de cartón de entonación crema, sin fijar. Difuminado. Perforaciones en los ángulos. Al dorso ligeras manchas de humedad y el adhesivo con el número 286.
GdeMaeztu, en el ángulo inferior derecho (las letras se ligan entre sí; la rúbrica parte del segundo palo de la M).
Busto de joven levemente lateral, que mira al espectador al tiempo que esboza una débil sonrisa. El cabello negro peinado para atrás, de modo que una melena cubre la espalda. Tapan las orejas graciosamente sendos rizos en forma de caracoles, como igualmente cubre la frente un bucle de cabello. El vestido, apenas representado, muestra un corto escote redondeado. Se ha trazado con una suave línea el óvalo de la cara y los rasgos anatómicos, para a continuación modelar las formas con un ligero sombreado casi evanescente, que da a la retratada una cualidad de misterio. El sombreado es grosero y enérgico en la melena. Se centra el mayor interés, sin duda, en el rostro de esta muchacha seductora y bella, de anchas facciones y ojos almendrados.
Busto de mujer
32 x 27,5. Dibujo al carboncillo sobre papel, adherido a una cartulina ahuesada por la parte superior, de medidas 39,7 x 35,1 cm., en cuya base se ha escrito a bolígrafo: “Dibujo de carboncillo” – por G. de Maeztu. El dorso pone de manifiesto que se trata de una litografía reutilizada. Varias anotaciones en él: 2 y 282 en un adhesivo blanco.
G. de Maeztu-, en el ángulo inferior derecho.
Representada en posición lateral, con la cabeza casi de perfil, tomada en un momento preciso con intención naturalista. En realidad es un apunte, tal vez ensayo para otra obra -un retrato- de intención más ambiciosa. Este apunte le conviene para estudiar la postura y la caracterización. Es una señora madura, gruesa, de cabello mas bien corto. Maeztu delinea su perfil y formas de manera un tanto contundente, restándole feminidad y gracia, tal vez atenta a plasmar la verdad de su modelo. No hay sombreado ni fijado.
Busto de mujer desnuda
61 x 47. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado Ingres. Sin fijar. Lleva un ribete de papel rojo de 2 cm. de anchura pegado a la periferia del soporte, lo que produce ondulaciones en el espacio plástico. Algunas grietas en los lados.
Busto de mujer joven desnuda, frontal e inclinada ligeramente a su lado derecho, moviendo la cabeza en la misma dirección, si bien la inclina con suavidad hacia delante. El límite del espacio plástico corta la figura a la altura del límite del hombro izquierdo. Por tanto se trata de un busto parcial, ajeno al frontalismo, contemplado de forma natural y estudiado en sus mínimos detalles según sea la incidencia de la luz, que proviene de la parte superior derecha, oblicua sobre el cuerpo. La modulación del claroscuro nos conduce a un esfumado del pecho. Se presenta la sensualidad de las formas sin caer en la morbidez, pues es un cuerpo fuerte, bien formado, modelado a la manera miguelangelesca. Su modelado, en base a la luz, delimita espacialmente el cuerpo, con valores escultóricos. La cabeza de la retratada tiene apariencia clásica: los ojos cerrados, los labios apretados, denotan un estado emocional apasionado, aunque contenido en sus manifestaciones externas.
Busto descubierto de mujer
57,2 x 39,5. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema marca Drawing. Sin fijado. Sombreado con difumino ligeramente. Tal vez se hayan empleado las yemas de los dedos en el ejercicio de sombreado. Incorpora el número 143 al dorso.
Firmado en el ángulo inferior derecho. La firma está cubierta en parte por el passe par tout.
Figura de mujer joven, de pie, en posición de perfil, con el cuerpo dirigido a la izquierda. Vuelve la cabeza al espectador, colocando su brazo derecho en jarras y elevando la mano contraria a la cabeza, mostrando en primer término el brazo arqueado. Presenta el pecho desnudo desde la cintura, mostrando un seno flácido. La ropa se sujeta en la cintura sobre una falda larga que alcanza los pies, mostrando flecos en los bajos. Hay una referencia ambiental, mediante sombras, de la pared. Estudio de postura. Cuerpo femenino algo deformado, no por la incapacidad del autor, sino por el sometimiento al trabajo. Tal vez tuviera este dibujo un cariz de protesta social. La luz de penumbra no hace que el sombreado sea contrastado y por ello la figura destaca poco en relieve respecto de la pared.
Busto de señora
49,9 x 34,8. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado, con una rasgadura en la parte superior izquierda que afecta al dibujo. Al dorso van los números 22/ [tachado], 16 y 285 en un adhesivo. Fijado.
Busto de señora aristócrata, a juzgar por su porte distinguido, representada en sentido lateral, mirando a la derecha. La expresión es serena, casi podría hablarse de imperturbabilidad, sugieren un distanciamiento del artista ante el modelo, que resulta frío. El aspecto del retrato es modernista y la ejecución técnica de gran valor, muy justa en la administración de los medios: la línea es segura y de una rara perfección en el perfil del rostro; así es también la evolución de la luz hacia la sombra, plasmada con gran sensibilidad en la cara; igualmente admirables son la liviandad de la gasa el vestido y el sombreado del cabello negro del personaje, peinado con ondulaciones. La retratada cierra los ojos ensimismada. Del lóbulo de la única oreja a la vista cuelga un zarcillo.
Caballo
49 x 59. Dibujo al carboncillo sobre papel sepia adherido a una plancha de cartón, sin fijado. Presenta un ribete exterior de papel rosa, del que queda algún fragmento. El papel se ha levantado en parte por arrancado, sin afectar al dibujo. Perforaciones en los ángulos. Al dorso distintas anotaciones: los números 10557 en cifras de imprenta sobre un adhesivo, el 102 y el 42 inscrito en un cuadrado.
Gde Maeztu, en el ángulo inferior derecho (las tres primeras letras ligadas).
Caballo joven de pura sangre, estilizado y de músculos bien formados, que es representado en posición lateral, volviendo la cabeza al espectador y orientado a la izquierda. Tiene los cascos anteriores casi a la par, la pata derecha posterior adelantada y la cola en movimiento, formando los crines una voluta, con acertada anatomía. Sensible claroscuro en el lomo, pecho y cuartos traseros del animal, alcanzando esmerados brillos en la piel y marcándose las masas musculares. Sin embargo falla en la conformación del cuello y, sobre todo, de la cabeza, el uno corto y ancho y la otra escuálida. De que la plasmación de la cabeza preocupaba al autor dan fe los esbozos a lápiz cercanos al caballo, hechos con anterioridad para ensayar la silueta y el movimiento de la testa. También intenta varios esbozos de las patas y cascos, así como de la cola del cuadrúpedo.
Cabeza de anciano
15,7 x 14,1. Dibujo a carbón sobre papel grueso adherido a cartulina ahuesada de 27,5 x 24,5, reaprovechada de un grabado y con un adhesivo y el número 372. Sin fijar.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Estudio de la cabeza de un hombre de edad avanzada, posiblemente un campesino. Se representa su cuello, con la camisa, que se rodea por una aureola de trazos en zig-zag. Es de cara ancha, lleva boina algo echada hacia atrás, liberando una amplia frente. Nariz aguileña y labios finos enmarcados por arrugas. El sombreado se ha aplicado de tal manera que da la calidad blanda y flácida de la carne. La cabeza se ha estudiado con realismo, sin por ello entrar en el detalle, dibujándola con facilidad técnica. Da al fondo un tono superficial de carbón y luego este fondo se aprovecha para dar la calidad cromática de la cara.
Cabeza de caballo. Estudio
25 x 21. Dibujo al carbón sobre papel crema adherido a cartulina de tono más claro y medidas 28,6 x 24 cm. coloreada por detrás y reaprovechada para passe par tout. Una rasgadura de 5 cm. de longitud en el lado derecho (febrero de 1984). Sin fijar. Se difumina la cara del animal.
Cabeza de equino con la expresión del perfil del cuello y comienzo de las patas delanteras, tomados en posición lateral. El hocico sujeto por una brida. La cabeza se ha desdibujado con atención al leve escorzo que produce su giro hacia atrás. Se ha ejecutado con pocas líneas, pues la anatomía se ha representado más con el sombreado, reduciendo la línea a los contornos imprescindibles y ciertos detalles como las crines. El animal recibe la luz de la izquierda y de la parte posterior, mostrando la cara en la sombra. La cara recibe una carga superior de carboncillo, que se difumina.
Cabeza de chino. Apunte
32 x 32,9. Dibujo al carbón sobre papel crema, sin fijar y difuminado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Cabeza de oriental con el perfil del busto sin más. Tomada casi frontalmente, balancea la cabeza de izquierda a derecha. Su constitución y facciones son anchas. El cabello repartido a los lados, con raya en medio. Los labios entreabiertos, sonriendo. La línea se limita a envolver la masa carnosa, producto del claroscuro delicadamente difuminado que modela el rostro. Alcanza bien la sensación de blandura y suavidad de la piel. Da al chino un aire de bonachón un poco infantil.
Cabeza de labriego
34,7 x 29,8. Dibujo al carbón sobre papel sepia, sin fijado y con difuminado. Adherido a una cartulina ahuesada de 53,5 x 42,5 cm. Al dorso manchas de color evidencian su reaprovechamiento como soporte. Incorpora a este lado el número 144.
Cabeza de hombre joven de facciones sólidas y bien construido, cual corresponde a un trabajador. Se muestra la cabeza con giro hacia arriba y la cara levantada. Aparece en el espacio plástico el antebrazo y mano izquierdos. La mano se apoya en la base de la nuca, sobre el cuello, lo que imprime a la cabeza el movimiento descrito. Esbozado el hombro izquierdo del tipo masculino. Trazado cuidadosamente el perfil del cuerpo y de los rasgos fisionómicos. Sombreado magistral de la cara, que muestra brillos prácticamente escultóricos. El escorzo se aprecia en el antebrazo. Tanto el tipo como la ejecución recuerdan a los hombres de Arteta, con dejes muralistas. Atención a la expresión de la cara, con emoción y sentimiento.
Calle
37,4 x 50,2. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada. Sin fijar. Al dorso incorpora el número 430, a lápiz, procedente del inventario de Estella.
Un cruce de calles en el interior de una población. A la izquierda el extremo de una fachada con alero saliente, con fábrica de piedra y una puerta. Al fondo otra casa, con escalinata exterior de acceso y diversas puertas y ventanas, con aspecto rústico. Su chimenea se perfila en un cielo nublado. Versión simplificada, con dominio de la línea y el volumen, cierta frialdad. Puede ser obra de la niñez del pintor por su ingenuidad.
Calle de pueblo
47 x 38. Dibujo a carboncillo sobre papel grueso ahuesado, sin fijar. Parece difuminado con las yemas de los dedos. Al dorso se ha escrito: gris.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Una calle ancha de pueblo, con dos transeúntes -hombre y mujer. A esta calle da otra casa cuya trasera se apoya en las rocas de un monte, cubierto en parte por matorral, y que separa de la carretera un murete de piedra. Por encima de su tejado se alza el ábside de una iglesia, ostentando sus arbotantes y botareles. Algo más a la izquierda queda la torre de una iglesia, con campanario, cúpula y cimborrio coronado por una aguja. Por encima de los matorrales que crecen sobre las rocas, asoma una torre prismática de tipo defensivo. Conjunto bien compuesto, aunque parece idealizado. La línea de la carretera ofrece la perspectiva diagonal que aligera el peso de la masa rocosa, poco destacada en relieve. Hay mayor detallismo en la línea definitoria de la iglesia y de la torre-campanario. En el resto la línea equivale a un trazo paralelo aplicado con energía; sombreado en algunas partes tan solo. El conjunto pone de manifiesto una facilidad técnica.
Calle de Vitoria. Boceto para litografía
50 x 37,2. Dibujo a carbón sobre cartulina ahuesada, fijado y sombreado con los dedos. Al dorso lleva el número 332 en una etiqueta.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Se ofrece la calle en cuesta y en perspectiva, adoptando un punto de vista bajo, con casas a ambos lados y transeúntes en primer término. La calle tuerce al final a la izquierda. Dos callejuelas se abren a la izquierda y otra más a la derecha, si lo deducimos de la luz que llega de esas orientaciones. Por encima de las casas situadas a la izquierda se alza la torre de un iglesia, con reloj, chapitel y aguja. Atardece, el cielo se oscurece y la calle se halla en fuerte contraluz: sombra en primer término y haces de luz más arriba, que se cuelan por las calles laterales. Las figuras se abocetan. La composición se ha establecido con atención al equilibrio. La perspectiva es profunda, con líneas de fuga convergentes al fondo y con gradiente de luz. Buen tratamiento de los espacios, sobre todo el aéreo, con nubes de aspecto transitorio. La línea delimita volúmenes sin demasiada precisión -de forma intencionada- para dar realce al volumen por medio del claroscuro. Bien captada esa cierta rusticidad de una pequeña ciudad de provincias en época todavía no muy lejana.
Can cán
31,2 x 47. Dibujo al carbón sobre papel crema, sin fijar y difuminado. Presenta arrugas y algún rasguño a los lados, así como huellas de papel encolado en la periferia. Alguna perforación de chincheta o similar. Al dorso ha escrito el pintor con carboncillo: 3, y otra mano ha añadido el número 85 dentro de un círculo.
Maeztu, en el Boceto para cartel con la leyenda CANCION DEL DIA. TAL RIE en una banda inferior luz en el escenario y priomer son representadoángulo inferior derecho.
Escena de interior. Un teatrillo de pueblo, en el que un montón de aldeanos asisten a una función de varietés. La escena está vista desde el fondo de la sala. Sobre el escenario una bailarina bien entrada en carnes salta abriendo las piernas y agitando en sus manos las castañuelas. La sala está abarrotada. Un espectador se encarama al escenario, junto al pianista, a la derecha. Casi todos los asistentes son representados de espalda, pero los de las últimas dos filas vuelven la cabeza atrás riendo la gracia de un tipo aldeano que de pie, a la derecha, en primer término, despelleta con sus manos un pato mirando a la bailarina, como dando a entender de forma bárbara que se desprenda de la ropa. Magnífica representación del ambiente, no exenta de amargo humor. La composición se equilibra oponiendo los términos en los ángulos del espacio plástico. Dibujo de línea suelta y sombreado adecuado que oscurece el interior de la sal, centrando la luz en el escenario y primer término.
Canción del día. Tal ríe
27 x 24. Dibujo al carbón sobre cartulina crema. Sin fijar. Difuminado.
Boceto para cartel con la leyenda CANCION DEL DIA. TAL RIE en una banda inferior. Representa una pareja de tipos populares, jóvenes, en posición de tres cuartos y situados en primer término. Él abraza con el brazo derecho a su acompañante y la mira, elevando el otro brazo y llevándolo hacia delante, animándola a seguirle en aquella dirección. Ella, sentada, responde a su mirada. Lleva un chal escotado, que deja su pecho semidescubierto. Al fondo, a la izquierda, torres con chapitel. Abajo, a la derecha, unos músicos ensayan con sus instrumentos de cuerda. Dibujo de líneas rápidas para construir las masas, coloreadas atendiendo principalmente al claroscuro. Los fondos son desdibujados. El sombreado enérgico, en función del impacto visual que se desea dar al primer término. Adecuada composición y moduladas distancias.
Casa noble
37,4 x 49,7. Dibujo a lápiz de carbón sobre cartulina ahuesada, sin fijar. Al dorso lleva el número 427, escrito a lápiz. Un dibujo de líneas simples, un tanto esquemático, compatible sin embargo con la exuberancia de los árboles que por encima de unos troncos estilizados y sinuosos, ofrecen amplio ramaje. Tras estos árboles, que ocultan parte de su fachada, se representa una gran casa de porte aristocrático, con gran puerta de entrada, piedra sillar en las esquinas, balcones con barandillas de forja, ventanas enrejadas y torre cúbica en su esquina. No es una casa con historia sino moderna, en parte idealizada, que se pierde por una calle en la que sí hay una casa real, de aspecto rural. Este dibujo parece producto de la ensoñación de Maeztu, una combinación de lo viejo y lo nuevo. Predominan las líneas rectas. Sombrado con líneas verticales, horizontales o curvas aplicadas en haces apretados.
Casas solitarias
21,7 x 32. Dibujo a lápiz de carbón sobre papel ahuesado. Al dorso un adhesivo con el número 340. Parece sombreado con ayuda de las yemas de los dedos.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Unas casas de pueblo con explanada anterior y montes por la izquierda, en último término. Se trata de dos casas unidas por un arco que tal vez da paso a un patio interior o a alguna calleja. La casa del extremo izquierdo parece abandonada, pues está semiderruida. La contigua está completamente cerrada y de la siguiente sólo apreciamos una galería superior de arquillos ciegos. Al pintor le seducen estos pueblos solitarios, abandonados, semiperdidos. Es dibujo de pocas líneas. Sobre todo lo es de sombreado, aprovechándose del soporte natural para obtener luces. La claridad, sin embargo, es menor, como de anochecer, y la apariencia melancólica. Recuerda a algunos cuadros de Ricardo Baroja.
Caserío
20,8 x 29,7. Dibujo al carboncillo sobre papel grueso ahuesado. Al dorso parece haber escrito el pintor: Dibujo de Gustavo de / Maeztu. Adherido el número 302. En el soporte diversas anotaciones sobre el color. Fijado.
La fachada principal de un caserío vasco, con dos árboles antepuestos y una carreta uncida a dos bueyes. A la derecha, al costado de la casa, trabajan dos personas. Dibujo de línea imprecisa, nerviosa. Parece el boceto de una obra de más altos empeños.
Castillo
20,9 x 26,7. Dibujo al carbón sobre cartulina crema, fijado. A la izquierda del espacio plástico, hay una banda de papel de 4 cm. de anchura, en la que se ha escrito: Castillo, además de algo ilegible y se trazan unas líneas de predibujo.
Sobre una colina rocosa se emplaza un castillo ruinoso, con un torreón roto en la ladera. Delante hay campos de cultivo y a la izquierda una casa con su árbol. Un hombrecillo de tamaño insignificante trabaja en primer término. Parece idealizado el asunto. Dibujo rápido, sin mayores pretensiones. Sombreado también al carbón, sin emplear difumino.
Castillo sobre roquedo. Boceto
17,8 x 26,8. Dibujo a carbón sobre papel crema y este pegado a cartulina de tono similar de 28,8 x 41 cm., que en el ángulo superior derecho lleva el núm. 14 y perforaciones de chinchetas en los cuatro ángulos. Esta base, coloreada por detrás, lleva como anotaciones del artista las medidas y el número 23. El dibujo no se ha fijado y parece haberse difuminado con las yemas de los dedos. En la parte superior derecha el pintor anotó al carboncillo las siguientes observaciones sobre la obra final: 1 verde cobre / 2 gris [muy ilegible, ¿simulacro?] / tonos claros, 3 rosas en / rocas / 4 rocas. Algunos de estos números se aprecian en el dibujo bajo el sombreado.
G. de Maeztu en el ángulo inferior derecho, a lápiz negro.
Sobre un promontorio rocoso se alza una fortificación abandonada, ruinosa, con un terraplén en primer término. Se observan algunas aspilleras y almenas, un torreón y un fuerte caserón a la izquierda. El pintor se ha servido de la línea para delimitar el contorno. Alcanza la masa con el color, dosificándola en función de la luz. No entra en detalles.
El castillo
14 x 18,7. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, adherido a una cartulina de 27,6 x 32,1 no demasiado limpia. Se indica en la base, con bolígrafo: “El Castillo”, por Gustavo de Maeztu.
G de M, en el ángulo inferior izquierdo.
Tras las casas de primer término se eleva, por la izquierda, un castillo con al menos cinco torres de diferente altura. La lado contrario, un poco más al fondo, un edificio religioso con dos torres y cúpula con cimborrio. El dibujo es más construido en el castillo, que aparece sombreado y es el centro de interés del conjunto. En el resto las líneas se han trazado con espontaneidad, sombreando con haces de rayas paralelas. Anotación en la parte superior derecha: Rojo.
El castizo
27,7 x 19,2. Dibujo a carbón sobre papel grueso ahuesado. Sin fijar. Difuminado parcial con los dedos. Adherido a una cartulina marrón de 32,4 x 26,2 cm. En la base se ha escrito: “El Castizo” por Gustavo de Maeztu.
Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Un hombre de mediana edad, en situación de caminar hacia nuestra izquierda, en posición erguida y de tres cuartos. Viste traje a rayas, bufanda al cuello y sombrero ladeado. En la mano izquierda un puro encendido. Presenta un movimiento con cierta chulería en la expresión de la cara, que aparece de perfil. No deja de tener sentido del humor la caracterización. Perfila con una línea gruesa el cuerpo y sombrea el traje, que aparece en contraluz (la luz se recibe por la derecha). Sombreado con exactitud y facilidad.
Cerca de la ciudad de Viana y al borde de la carretera de Estella
17,6 x 30. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Sin fijar, difuminado con las yemas de los dedos. Al dorso el artista ha escrito a lápiz el título de la obra, precedido del número 1. Porta un adhesivo con el número 373.
Gdm, en el ángulo inferior derecho (las letras ligadas).
Dos tipos populares -pastor y aldeano- en posición erguida y tamaño tres cuartos, en primer término, vistos de lado. Tras ellos queda una pequeña explanada, con un caserón a la derecha de aspecto fuerte. Una casa asoma por el lado derecho, en perspectiva. Por el lado contrario, el terreno forma un escarpe, tras del que asoma la torre de la ciudad de Viana, recortándose entre las nubes del cielo. Un camino conduce en segundo plano y por la izquierda a una casa vista en lejanía. Buena caracterización de los personajes, con naturalismo en sus ademanes y una asomo de cubismo en sus cabezas. El fondo se ha desdibujado suavemente, en gradiente cromático, desde el primero al último plano.
Ceres sirve de cebo
21 x 28,8. Dibujo al carbón sobre cartulina fina crema, sin fijar. Al dorso ha escrito Maeztu a lápiz: 26 / Ceres sirve de cebo. Presenta un adhesivo con el número 380. Parece difuminado con las yemas de los dedos.
G d M, en el ángulo inferior derecho.
Escena nocturna con uz de luna que llega por la izquierda. Un hombre y una mujer del brazo en la calle, en conversación. Al fondo una casa, con acera, ventana y columna. A la derecha dos hombres se abalanzan a través de una puerta, hacia la pareja que está en la calle. Tras la puerta claridad, con una silueta humana. Es una escena de difícil interpretación: tal vez se trate del arreglo secreto entre hombres para demostrar la infidelidad de una mujer, pues la pareja es sorprendida de repente por quienes salen de la casa (tal vez un bar), y uno de ellos-el segundo en salir- señala con el dedo a los infractores. Dibujo bien compuesto, con modulación correcta de los espacios. Interesa destacar el claroscuro, que valora las siluetas. La noche se convierte en un personaje más que cubre la acción de los hombres, sirviendo a unos para ocultar su conducta y a otros para, amparándose en ella, descubrirla. La luz pálida de la luna da un carácter expresionista a la escena. El dibujo carece aquí de nitidez. Se modela en función del claroscuro.
La copla andaluza (Boceto)
22 x 21. Dibujo a carbón sobre papel sepia suave, sin fijar ni difuminar, adherido a una cartulina de 38,7 x 31,9 cm., en la que se ha escrito: “La copla andaluza” por G. de Maeztu / (Boceto). Cartulina reaprovechada, pues presenta al dorso un coloreado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Una mujer joven de tamaño tres cuartos, frontal, coloca su pierna izquierda en una altura y sobre ella coloca su mano correspondiente, en jarras. Cubre el lado derecho de su cuerpo un chal, recogido por delante y mostrándose transparente. Viste traje ajustado en el pecho, con amplio escote. La figura inclina la cabeza atrás y está en situación de cantar, con la boca entreabierta y el gesto propio del trance. Su cabello es moreno, caído en bucles a los lados de la cara, hasta el pecho. Dibujo bien trazado, delimitando la masa corpórea. Sombreado suave en el vestido y chal, modelando con exquisitez. Algunos trazos en el fondo dan una referencia espacial.
Cristóbal Colón
30,4 x 26,2. Dibujo a carbón sobre cartulina ahuesada que al dorso lleva un adhesivo con el número 356. En este lado se ha trazado un boceto con un personaje en pie, saludando con un brazo, con varias figuras tumbadas en primer término y otras más al fondo. Rasgado en el ángulo inferior derecho. Sin fijar. Difuminado con las yemas de los dedos.
El descubridor camina por el agua, sin calzas, vestido a la usanza del siglo XV, con capa que recoge con la mano izquierda. Con el brazo derecho saluda en son de paz. Al fondo queda la popa de la nao. Agua por la izquierda y al fondo unos montes bajos, con cielo entre nuboso y claro. Se traza el dibujo a grandes rasgos, evitando el detalle en la figura de Colón, pero sin abocetar. La corriente del agua se da a entender con rayas en zig-zag paralelas, luego difuminadas con el dedo. Movimiento en el cielo, con luz de día nublado, poco intensa, sirviéndose de la coloración natural del papel, difuminando por el procedimiento anterior. Bien establecidos los términos, con composición un tanto efectista, muralista.
Chulo de la calle
30 x 17,7. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, enmarcado con línea de carboncillo a 4 mm de la periferia y sin fijar. Ángulos superiores rotos, parece que por un tirón, pues estaría pegado por la parte superior a una cartulina. Al dorso, en la parte superior, ha escrito: quincalelero (¿).
G dM, en el ángulo inferior derecho (las dos últimas letras ligadas).
El dibujo muestra un tipo de cuerpo entero, caricaturesco, en actitud de andar, con traje ajustado, bastón bajo un brazo, el otro brazo en jarras, pañuelo al cuello y sombrero ladeado. Es un chulo de la calle, de los de “ahí me las den todas”. De rostro chupado y tipillo, con aire de perdonavidas. Maeztu lo ha sabido representar forzando la anatomía en aras de la caricatura. Contorneado con una línea segura, el interior sombreado. Atención al claroscuro, especialmente en la cara. El bastón tan solo perfilado.
Desnudo
60 x 36. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado de 64 x 40 cm El papel presenta adherencias de cola en la parte inferior y cinta de papel rojo pegada a la periferia, de 2 cm de anchura. Sin fijar. Se ha adherido el soporte a una plancha de cartón ligeramente más alta y desgarrada por la prte inferior y con una grieta. Un adhesivo blanco entera de algunos datos aportados por el autor de su puño y letra: 35 Nude. Figura otro adhesivo, roto parcialmente, donde se puede leer: SOCIÉTE DES … / RAFFINERIE AND SUCRERIE SAY / PARIS / Numéros […] (Sellado). Otro adhesivo con la cifra 10582 en números de imprenta. El autor parece haber anotado a carbón: nº 7. Otras numeraciones: 1 [en lápiz azul], 4995 [en lápiz de grafito].
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Desnudo femenino en posición frontal, ligeramente lateral y con perfil sinuoso, en tamaño casi de tres cuartos. Se ensaya cierto dinamismo al colocar la figura sus brazos en forma artificial, como de pose. Así extiende el brazo derecho y lo pega al cuerpo, con la palma de la mano hacia fuera y flexiona el izquierdo a la altura del pecho, para tocar con la mano la base del cabello. El rostro se inclina así suavemente a nuestra izquierda y el cuerpo sólido, grueso, con cabeza clásica. Modelado con atención el claroscuro y las luces, que dan a la carne morbidez. Carece de voluptuosidad.
Desnudo de hombre
44 x 31,5. Dibujo al carboncillo sobre papel crema, sin fijar. Unas manchas de óleo a la izquierda, no afectan al dibujo. El margen izquierdo del dibujo arrugado, con algún rasguño. Un adhesivo con el número 336 al dorso.
G. de M., en el ángulo inferior derecho.
Estudio de figura masculina, un tipo que por su cara y edad parece popular y maduro. Más bien delgado. Lo representa Maeztu en pose natural, aunque se ve se ha compuesto con cuidado: sentado sobre el lado derecho en un apoyo -indefinido en la representación- aunque alto. Se apoya con su antebrazo derecho en el muslo cubriendo en parte el sexo, poniendo el brazo contrario en jarras sobre el costado correspondiente, lo que hace que el cuerpo se encorve e incline del lado derecho, quedando la pierna de este lado colgando en el aire y el pie izquierdo posado en el suelo. La posición del cuerpo es ligeramente lateral. La luz se recibe desde la parte superior derecha, iluminando con fuerza cara y pecho del hombre. El autor estudia con el trazo la anatomía del cuerpo (primordialmente el tronco) y su posición, sin por ello entrar a definir detalles (como por ejemplo las manos o pies). Igualmente estudia la incidencia de la luz sirviéndose del natural color del soporte. La cabeza se ofrece en ligero escorzo, con una leve aunque suficiente caracterización del tipo humano.
Desnudo de mujer
62,3 x 42,8. Dibujo al carbón sobre papel adherido a una plancha de cartón de color gris. Fijado. Presenta rozaduras. Y en el lado inferior izquierdo un adhesivo con el número 58. Al dorso el autor ha escrito al carboncillo el número 63. También figura el número 83 y las anotaciones 10357 y 10559.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Estudio de desnudo femenino, visto por la espalda aunque algo lateral, que muestra el perfil del pecho y de la cara, vuelta hacia el espectador. Su tamaño es de tres cuartos. Se trata de una mujer joven, pero entrada en carnes, con bastante adiposidad, por lo que se deduce se trate de un estudio del pintor sobre una mujer corriente o bien imaginado. Se busca el movimiento de la figura, pues levanta la pierna derecha y coloca su brazo contrario pegando la mano a la pierna correspondiente y arqueando levemente el codo, mientras que flexiona el brazo derecho por encima del pecho, quedando la mano abierta. La postura resultante parece propia del baile flamenco. La cabellera de la mujer cae por los hombros. El cuerpo se somete a un fuerte claroscuro, casi diríase contraluz, sobre la espalda y glúteos, con modelado enérgico de las carnes, que se muestran mórbidas.
Desnudo (Estudio)
32 x 13,6. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, sin fijar. Parece difuminado con ayuda de las yemas de los dedos. Adherido por la parte superior a una cartulina coloreada de lila, de medidas 37,5 x 21,8 cm En la base se ha escrito “Desnudo”. Al dorso van los números 44 -inscrito en un círculo- y 101 en un adhesivo.
G de M, en el ángulo inferior izquierdo.
Desnudo de mujer joven, de cuerpo entero, en posición tumbada, sin referencia a un contexto dado, en un lecho o similar. El cuerpo completo recoge en parte la pierna derecha, ocultando el pie bajo la pierna contraria. El brazo derecho se oculta bajo el cuerpo y el brazo izquierdo aparece estirado, tocando el muslo la palma de la mano. La cabeza se inclina hacia la derecha y gira hacia atrás. En definitiva, se trata de un estudio donde preocupa la representación de la forma y el volumen, con modelado que atiende por encima de todo el esfumado a base de delicado claroscuro. Hay una tendencia hacia el músculo y fuerte anatomía. Valor del escorzo en pierna y cabeza. Se desprecian ciertos detalles como dedos, incluso la cabeza. Los trazos de tanteo iniciales no se han borrado.
Desnudo. Estudio para “Eva”
49 x 29,8. Dibujo al carbón sobre cartulina de 58,7 x 39 cm y ésta adherida a su vez a un cartón gris de 67 x 45,3 cm. Huellas de engrudo y papel encolado, lo que hace suponer estaría enmarcado el dibujo por un passe par tout. El dibujo está fijado, pero presenta abombamientos. En el dorso el autor ha escrito a carboncillo 68. Luego se ha tachado y sustituido por un 4 [en azul], tal vez también por mano del pintor y un 125 a lápiz de grafito. Lleva un adhesivo de la época, con el número 10.990 y otro con un sello de texto ilegible. Algunos otros números secundarios no parecen tener importancia. El 114 se refiere al inventario de Estella.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Estudio previo a la pintura al óleo titulada Eva (véase), donde el autor define ya el punto de vista, el encaje que dará a la figura. La pose de la muchacha es la misma de la versión definitiva, con pequeñas diferencias respecto a aquella: en el dibujo la pierna izquierda se halla algo más flexionada y el límite del espacio plástico coincide con el límite de los dedos de la mano derecha, no como en la pintura al óleo, que es algo más bajo. El cuerpo es en el dibujo algo más rechoncho, con vientre y nalgas más entrados en carnes. Si embargo, la distribución de la luz y sombra es ya la misma, aquella sin el fuerte contraste que en el dibujo conlleva el carboncillo. El rostro no es tan bello como en la versión definitiva. El dibujo carece de fondo, haciéndose más voluminoso en contraste con el fondo plano
Desnudo femenino. Estudio
53,5 x 37,2. Dibujo a lápiz de carbón sobre papel crema de 56,2 x 45,8 cm, que se fija -en especial el fondo- mediante aguada. Restos de papel adhesivo rojo en la periferia, con algunas mutilaciones y rasgados en el papel, que no afectan al dibujo, salvo en la parte superior, donde aparece doblado el soporte a 2,3 cm del margen. En el margen derecho ha escrito el autor a lápiz: Academy -only-. Al dorso nada.
Gde Maeztu, en el ángulo inferior derecho (las tres primeras letras ligadas).
Sobre una plataforma -tal vez un estrado de Academia- y ante la pared, se representa la figura de cuerpo entero de una mujer joven desnuda, aunque se cubra la espalda con un largo chal que pasa bajo los brazos y llega generosamente hasta el suelo. Los pies calzan zapatos de tacón con adorno en el empeine y cintas cruzadas en torno al tobillo. La figura se muestra frontal, pero no rígida. Adopta una postura de ondulación en cadera y piernas, flexionando levemente la izquierda. El movimiento se compensa con otro de brazos, mediante el cual el derecho se coloca en angulación sobre la cadera y el izquierdo se alza hasta la cabeza para colocar la mano en la nuca. Al desplazamiento del cuerpo hacia la izquierda corresponde otro leve de la cara hacia la derecha. Es una pose estudiada, premeditada, propia de academia de dibujo. Maeztu representa la anatomía con propensión a la hinchazón típica de sus féminas (muslos y vientre generosos, pechos reducidos), en contraste a la delicadeza de los brazos y pies. Esta vista la mujer con erotismo, un erotismo peculiar, subjetivo. Con sentido pictórico trata la tela del chal, extendiendo el difuminado de forma irregular para transparentar el tono crema natural del soporte, dando la impresión de una materia leve, traslúcida, delicada, trascendida por la luz o afectada por la sombra. El claroscuro modela con sabiduría las carnes y exalta la morbidez del físico. El dibujo en línea se limita bastante al contorno de la figura. El fondo de la obra, constituido por una pared, demuestra que el autor sabe tratar las sombras de forma viva, generosa, con el ingenio de fijar el carbón con aguada para fundir el claroscuro aún mejor.
Desnudo femenino. Estudio de composición
49,3 x 37,5. Dibujo a carbón sobre papel grueso ahuesado de medidas 56,7 x 39, ribeteado por cinta de papel roja, de la que aún quedan restos dispersos. Perforaciones y desgarros en los ángulos. Sin fijar. Parece haberse difuminado con las yemas de los dedos.
Estudio de la composición y el movimiento de una figura femenina joven, que se ofrece en postura clásica, si bien el volumen de las carnes entra dentro de lo habitual en las representaciones de Maeztu. El cuerpo aparece desnudo, arrodillado sobre la pierna derecha y sentado sobre el talón del pie de esta pierna. La pierna contraria avanza y se flexiona, dando estabilidad al cuerpo. Pende del mismo un paño, que tapa el sexo pudorosamente en su caída. El cuerpo se vence hacia atrás por efecto de la postura. La cabeza se deja caer apoyándose en el hombro derecho y el brazo de este lado pende recto e inerme. La figura se asienta en un podio que pudiera ser pétreo, ante un fondo liso de luces y sombras. El modelado se extiende sobre una figura globulosa, de escaso pecho pero hinchado vientre, piernas y brazos, denotando una estructura ósea fuerte. El modelado parece, pues, escultórico. Es valiente pero demasiado recio. La cara carece de rasgos. El claroscuro es interesante.
Desnudo masculino. Estudio
37,8 x 50,6. Dibujo a lápiz de carbón sobre papel ahuesado, sin fijar. Falta un trozo de papel en el ángulo superior derecho e izquierdo, sin afectar al dibujo. Los extremos laterales están doblados. El corte de la hoja no es muy regular. Hay algunas grietas en la periferia. Al dorso un borrón de aceite o grasa y el número 337 en un adhesivo de papel.
Gde Maeztu, en el ángulo inferior derecho (las tres primeras letras ligadas).
Se representa un hombre joven, bien formado y musculado, sedente, con las piernas estiradas, reclinado sobre el brazo izquierdo, que sostiene el peso del tronco y con este vuelto hacia el frente, por más que la figura aparezca en posición lateral. El brazo derecho se flexiona y la mano se apoya en el hombro izquierdo, en postura decorativa. La pierna izquierda también se flexiona y queda por debajo de la derecha. El cuerpo está desnudo. La cabeza carece casi por completo de rasgos físicos elementales. No hay contexto espacial, aunque sí unas líneas rectas tiradas en forma de triángulo -no del todo perceptibles- que intentan marcar el contorno espacial para el desarrollo del dibujo. Perfila la línea con seguridad el cuerpo y el modelado de alcanza con eficacia en el tronco y pecho, donde más atención se pone en el físico, algo globuloso.
Dibujo de mujer
38,6 x 25,6. Dibujo al carbón sobre papel crema, adherido en la parte superior a una cartulina del mismo tono, de medidas 50 x 35,2 cm, en cuya parte inferior alguien ha escrito en bolígrafo azul: Dibujo al carbón -por G. de Maeztu. Manchas de humedad en ella. Parece sombreado con las yemas de los dedos. Sin fijar. La cartulina base está coloreada al dorso, por lo que se ha reaprovechado como soporte. A este lado lleva los números 7 y el 328 en un adhesivo. El título de la obra figura también al dorso, escrita a lápiz por el artista.
G. de M., en el ángulo inferior derecho.
Torso femenino parcialmente desnudo, colocado en tamaño ¾, con una determinada postura para el estudio del escorzo, del movimiento, de la luz, de la sombra, de la anatomía y del plegado de la materia textil. Se trata de un cuerpo joven, anatómicamente fuerte -casi diríamos masculinizado-, con el brazo izquierdo en jarras, en tanto con el otro, extendido, se apoya en un plano inferior, con lo que el cuerpo se balancea ligeramente hacia el lado derecho. Para compensar el movimiento desequilibrador, Maeztu hace torcer a la mujer la cabeza a la izquierda, ofreciendo así los puntos de vista mayor interés. Del hombro izquierdo pende un chal, plegado y con flecos. La línea se traza desdibujando contornos, con aspecto de haber sido tirada espontáneamente, tratando de captar una impresión momentánea. Posteriormente se ha modelado con un sabio claroscuro que da el volumen, con incidencia cuidadosa de la luz sobre la carne musculosa de la espalda. Buena técnica de difuminado, que afecta al fondo próximo de la figura, destacándola en profundidad respecto del entorno.
[Doctor]
43,4 x 33,2. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada, con perforaciones en las esquinas y huellas de haber llevado un ribete de papel adherido a la periferia, a 1 cm del margen. Una mancha blanca en la cara del retratado. Rascado en la parte superior sin afectar al dibujo. Al dorso Maeztu ha escrito con carboncillo el número 5.
G. deMaeztu, en el ángulo inferior derecho (preposición y apellido ligados).
Busto de hombre maduro, vestido con sotana o túnica negra y birrete de doctor, con borla, en la cabeza. Barbado. Su posición no es por completo frontal, pues mueve la cabeza a la derecha, a donde dirige la mirada. Su expresión es magnánima. Maeztu le caracteriza con realismo, tomando de él rasgos menores como arrugas, viveza de los ojos, arqueo de las cejas y detalles de la barba. Su rostro es interesante, de hombre culto, sabio. El dibujo es fino, no se hace notar más que en el birrete y cuellos de la camisa. La cara se modela con un sensible claroscuro, que trata tan bien las luces como las sombras. Muy acertados son los efectos de transparencia y ligereza de la barba picuda, como los brillos del birrete. Da al fondo cierto tono oscuro y no se preocupa por dejar perfectamente nítidos los límites de los hombros de la figura.
Don Juan de Borbón
42 x 34. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema. En la parte inferior, fuera del marco del dibujo, escribe alguien con tinta negra: Don Juan de Borbón – Boceto original por Gustavo de Maeztu. El dibujo lo enmarca una línea gruesa; la hoja mide 64 x 44 cm y está manchada por polvo y tinta. Al dorso el autor ha escrito el número 16 a lápiz, y todavía consigue leerse: VITORIA. Adhesivo con el número 355. Dibujo fijado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Ante un paisaje campestre de horizonte bajo, de campos en cultivo, con una chopera que en parte tapa el curso de un río que discurre a la derecha bajo un puente, se alza la figura ecuestre del efigiado, recortándose sobre el cielo. El caballo aparece en posición lateral, caminando hacia la izquierda con noble paso. Es un corcel de bella estampa que inclina la cabeza con arrogancia y está dotado de dinamismo. Adelanta la pata anterior izquierda, la cola agita unas pobladas crines y se estiliza. El Conde de Barcelona toma las riendas. Es un hombre joven que viste deportivamente, con americana y briches. Vuelve la mirada atrás, extendiendo el brazo izquierdo, en cuya mano porta el sombrero, que roza la grupa del caballo. Este movimiento hace que su tronco no se muestre de perfil, sino ladeado y dotado de dinamismo. El dibujo es seguro en lo referente a perfil como a rasgos anatómicos y fisionómicos en particular. Sombreado espontáneo.
Don R. Pérez de Guzmán. 1802-1838
27 x 22. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado, sin fijar. En el ángulo superior izquierdo lleva el título y en el contrario el número 7, de puño y letra del pintor. El papel lleva la marca al agua LAGELIDENSE. Agujeros como de sujeción en las cuatro esquinas.
Un torero de tamaño ¾, representado de espalda en actitud de caminar, volviendo la cabeza a la izquierda y mostrando la cara de perfil. Bajo el brazo derecho lleva el capote de torear. El otro brazo queda extendido. De su coletilla cuelga una cinta. Es un torero joven, con expresión viril y seguridad en sí mismo. El dibujo es impresionista, representando los adornos de la chaquetilla y sus arrugas con líneas sueltas. Algunos sombreados ligeros y algo difuminada la espalda.
Doña Leona
22,1 x 16. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema, adherido por la parte superior a una cartulina reaprovechada de 26 x 20 cm. En ella se ha escrito: “Dña. Leona”=Dibujo de Gustavo de Maeztu. Al dorso lleva un adhesivo con el número 267. Sin fijar.
G d M, en el ángulo inferior derecho.
Se la representa de cuerpo entero, en actitud de caminar hacia la izquierda. De perfil, vuelve la cabeza hacia el espectador sonriendo. Es una mujer no muy alta, de mediana edad y regordeta. Maeztu le da un aspecto provocativo, de manera que se manifiestan tanto su pecho generoso (realzado por los extremos del pañuelo que lleva en la cabeza y se cruzan delante), como sus posaderas, que con el movimiento del caminar aún quedan más expresas, al ceñirse al cuerpo las faldas. En la mano derecha lleva un abanico plegado y con la izquierda toma la falda. Esta llega hasta los tobillos, mostrando los pies con unos zapatos de tacón y punta fina que dan salero a la figura. La mujer es de cara ancha, favorecida. Está contorneada con cuidado y sombreada con atención a la luz, que viene de frente y por la derecha. Uno de sus méritos es el claroscuro, obtenido con destreza en la falda, logrando con él un volumen preciso.
Estudio de cabeza masculina
26,5 x 23,1. Dibujo de carbón sobre cartulina crema, sin fijar. Difuminada la parte superior de la cabeza con ayuda de las yemas de los dedos. El pintor ha escrito al dorso: 3. Su estado de conservación arroja un rasgado de la parte superior de unos 3 cm, perforaciones de chincheta y una mancha de purpurina.
G de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, a carboncillo.
Estudio de la cabeza de un hombre maduro, aunque vigoroso, que dirige la mirada arriba, mostrando el perfil en leve escorzo. Sólo se insinúa el hombro. El fondo suavemente rayado en el último tercio superior. Línea reducida al contorno de la figura y detalles fisionómicos mínimos. La masa se obtiene con coloreado envolvente sobre la cara y cabello, y rayado oblicuo en el cuello. Difuminado muy ligero en la cara y más denso en el cabello, con mayor intensidad de carbón. El sombreado destaca los músculos de la cara, revelando al mismo tiempo un cráneo bien constituido. Cuidadoso estudio de la luz.
Estudio de figura
25,5 x 25,5. Dibujo al carbón sobre papel crema, sin fijar. Difuminado, parece que en parte con los dedos. Adherido a una cartulina ahuesada de 36,1 x 36, 2, cuyo reverso es una litografía reaprovechada. Alguna mancha y un arañazo en la parte superior del dibujo.
Representación de una figura humana -parece masculina- en actitud de esfuerzo, en posición lateral, revestida con un manto o túnica que deja al descubierto el torso -o lo transparenta. Adelanta la pierna izquierda y la flexiona, en tanto la derecha queda retrasada. El cuerpo se inclina así hacia delante y la musculatura se muestra en tensión. Si bien un dibujo previo señala las líneas fundamentales del cuerpo, su volumen se obtiene por claroscuro, dando como resultado un cuerpo de gran relieve, incluso escultórico, por la contundencia de las formas. No interesa mostrar rasgos especiales (así la cabeza es una esfera apepinada), sino la fuerza, incluso el movimiento, el acto, pues tanto la espalada como la cabeza se ven perfiladas por líneas que recorren el cuerpo en sentido paralelo, como en las fotografías de cuerpos en movimiento.
Estudio de la cabeza de Víctor Eúsa
31,9 x 24. Dibujo al carboncillo sobre papel grueso ahuesado. Fijado superficialmente y no por todo el soporte.
La cabeza incluye el cuello y comienzo de los hombros del arquitecto pamplonés Víctor Eúsa. Estudio preparatorio para su retrato al óleo (véase). Representado en posición lateral, dirige su mirada al espectador. Es una mirada perspicaz, inteligente e inquisitiva, que tiene su repercusión en el rictus de las cejas, algo levantadas. Capta bien los rasgos fisonómicos que le son propios. Atención al claroscuro, suave y logrado con destreza. Cuello y hombros abocetados.
Estudio de la cabeza de Víctor Eúsa
30,5 x 25,4. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada, sin difuminar ni fijar.
Nueva versión de otro estudio similar a este en todo, sin duda como preparación al retrato al óleo que hiciera al célebre arquitecto., representado ante su obra magna del seminario Conciliar de Pamplona. Aquí la técnica dibujística es rápida y suelta, fijándose primordialmente en el triángulo ojos-nariz-boca, que dan los rasgos característicos al retratado.
Estudio de mujer
23,4 x 25. Dibujo al carbón, sin fijar, sombreado con los dedos, sobre papel grueso. Adherido a cartulina crema de 35 x 50,3 cm, con manchas de humedad en la parte superior. Una mancha de color al dorso. Incorpora en un adhesivo el número 333.
Mujer de formas macizas y cierto colosalismo, pues se representa de tamaño tres cuartos, lateral, describiendo el movimiento de llevar los brazos adelante (a nuestra izquierda) y volver la cara atrás (a nuestra derecha), en actitud de caminar, lo que da al cuerpo cierto balanceo y exposición múltiple a la luz, que parece llegar de la izquierda. Viste como campesina, con pañuelo a la cabeza y otr más sobre los hombros. Las vestiduras se adaptan a las formas corporales, resaltando su poderosa anatomía. Las manos sostienen algo, tal vez un paño, que aparece desdibujado. No interesa tanto el detalle (la cara carece casi por completo de rasgos definidos) como el estudio de la actitud, el movimiento y modelado, obtenido por sabio claroscuro que destaca volúmenes, con algunos planos bien expresos (mitad inferior del cuerpo). Al fondo se le da un tratamiento de sombras más ligeras, resaltando así la corporeidad de la figura.
Estudio de mujer
57,5 x 36,5. Dibujo al carbón sobre papel sepia adherido a plancha de cartón de color gris, sin fijar, en chapa de medidas 59 x 42,7 cm. Una rasgadura en la parte inferior. El papel se ha despegado parcialmente del cartón. Presenta adherencia de papel encolado en la parte derecha. Un poco empolvado.
Este estudio se corresponde con el titulado Mujer, si bien el punto de vista es más cercano y se presenta en posición casi de ¾ y a mayor escala. No figuran los planos de color posteriores de aquel. El contorno de la figura está trazado con decisión, “construyendo” la figura. Se sombrea el interior con líneas oblicuas paralelas (el vestido) o se difuminan con mayor delicadeza las luces de los brazos, pecho y cabeza. Esta tiene una apariencia clásica, un tanto idealizada. Los plegados del vestido se han plasmado a grandes rasgos. El movimiento del brazo derecho hacia delante se ve compensado por el giro de la cabeza a un lado, para mirar hacia atrás. No se ha tratado el fondo.
Estudio de mujer desnuda
33,7 x 58,5. Dibujo a carbón sobre papel crema, sin fijar. Una mancha de pintura roja y una grieta, sin afectar al dibujo. Al dorso lleva un adhesivo con el núm. 312.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Muchacha joven tumbada en un lecho, en posición anterior, recostada sobre el brazo derecho, que flexiona ofreciendo con la palma de la mano un apoyo a la cara, que medio oculta presentándose en la sombra. Como el brazo contrario se esconde tras el cuerpo, esto hace que el pecho se muestre tirante y reciba mejor la luz. Quedando la cabeza a la izquierda, el cuerpo se extiende hacia la derecha. La pierna izquierda se flexiona levemente sobre la otra estirada, en actitud de pudor. El lecho no se ha sugerido más que con levísimas líneas que marcan su ondulación, tratándose más bien con sombras que siguen en esa dirección. Las líneas se limitan en el cuerpo a dar el contorno necesario. Todo lo demás es tarea del claroscuro, que se esfuma con gran sensibilidad en el pecho, mostrando su turgencia. Dando al cuerpo un volumen delicadamente femenino, carnoso y estilizado.
Estudio de mujer en el lecho
30,5 x 46,5. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, ligeramente fijado, adherido a cartón rígido gris, del mismo tamaño, ribeteado con una cinta de papel de color verde oscuro y 2 cm. de anchura. El papel forma ampollas en la mitad derecha. Al dorso el autor ha escrito a bolígrafo azul: nº 10. Otra numeración anterior: 13 [a lápiz].
En él se ofrece el cuerpo tumbado en un lecho, de costado, de una joven muchacha, vestida con ropajes evanescentes (¿camisón y bata?), con amplio escote. El cuerpo se adapta a la curvatura del lecho, arqueándose. Sobre el lecho, sugerido por Maeztu con unas ligerísimas manchas de carbón, la muchacha se incorpora, descansando la cabeza sobre el brazo flexionado. El otro brazo cruza el pecho, ocultando parte del escote. Las piernas se alargan, sin que los pies puedan entrar en el espacio plástico recortado, por lo que Maeztu ofrece esta terminación en el espacio libre del mismo, en el ángulo inferior izquierdo. El pintor elude detallar ciertos aspectos como manos o cara, centrándose en el efecto claroscurista de los pliegues de los ropajes, su adaptación a la anatomía del cuerpo y la sugerencia de este a través de las vestiduras, para lo que se sirve de un débil dibujo que contornea la figura y los pliegues y de un leve difuminado que esfuma con gran sensibilidad, captando las más leves oscilaciones de la luz.
Eugenio el de Junciana
30,7 x 24,2. Dibujo al carbón sobre papel crema, adherido a cartulina de entonación similar de 50 x 35,4 cm., con perforaciones en los ángulos y al dorso ribeteada con cinta de papel rojo y de precinto en la parte superior, así como manchas de gouache y purpurina, siendo reaprovechada como soporte. Adhesivo con el nº 80. Sin fijado. En el ángulo inferior derecho del soporte del dibujo, ha escrito el autor el título de la obra.
Apunte de medio busto de un tipo popular campesino, de edad media. Figurado en posición frontal, mueve la cabeza a su derecha, con una expresión como de susto, palpable en sus ojillos brillantes y boca entreabierta. El rostro se halla contraído y es enteco. Se dibuja con trazos rápidos, siendo el autor más disciplinado al configurar el óvalo de la cara, que se traza con línea segura. Apreciable caracterización.
Eva. Estudio de desnudo femenino [Cara A]
56,3 x 28,5. Dibujo a carbón sobre papel ahuesado, sin fijar. Hoja encuadrada por una línea de lápiz a 3 mm de la periferia. Mutilaciones del papel en los dos ángulos superiores, afectando al dibujo en el lado izquierdo. Doblado a la altura del tercio inferior, con grieta en el papel. Una raya transversal afecta al dibujo. Alguna grieta periférica de trayecto corto. Al dorso e invertido el sentido de la figura (la cabeza en los pies de la anterior), se representa el retrato de un caballero (Véase Retrato masculino CARA B).
Gde Maeztu, en el ángulo inferior derecho (las tres primeras letras ligadas).
Estudio de la figura femenina que plasmaría en el lienzo bajo el título de Eva, la musa del pintor. Figura muy semejante a aquella, ésta es de tamaño tres cuartos, de posición levemente lateral, pero con la salvedad de recibir de manos del artista un movimiento ondulatorio ocasionado por el alzado del brazo derecho del personaje y la colocación del otro brazo sobre la cadera contraria (que se imagina), como si de un paso de baile se tratara. El movimiento se acompaña con la expresión en la cara de la muchacha de una sonrisa que afirma la sensualidad de su rostro. Bien dibujada y sobre todo modelada con claroscuro, al poner de manifiesto una anatomía hinchada y exagerada, con oposición entre la grasa predominante en la mitad inferior del cuerpo y la musculatura del costado y brazo. No hay mayor referencia ambiental que un leve sombreado a la derecha.
La familia
29,4 x 21,3. Dibujo a carbón sobre papel grueso ahuesado. Pegado por la parte superior a una cartulina del mismo tono y medidas 39,6 x 29,5 cm. En la base alguien ha escrito a bolígrafo: Boceto de carbón por G. de Maeztu. El dorso de esta cartulina presenta una impresión de color verde y un adhesivo con el número 360. Sin fijar.
GdeM, en el ángulo inferior derecho (las letras ligadas entre sí).
Composición decorativa con una joven madre dando el pecho a su hijo en primer término, sentada en el suelo, recostada en su espalda. Detrás, en pié, su marido. Un hombre igualmente joven con una barbilla apoyada en las manos y estas a su vez sobre un remo vertical en el suelo. Su perfil ligeramente arqueado. La madre recoge la pierna izquierda bajo la derecha, que se extiende arqueada, mostrando los pliegues semitransparentes de su largo vestido. Unas líneas sugieren a la izquierda un fondo difícil de precisar, y otras -todas débilmente trazadas- recorren el perfil sinuoso de las figuras a su espalda, sugiriendo la sombra proyectada por los cuerpos. El dibujo es de trazo rápido. No busca la exactitud sino la impresión de la forma. Forma por demás abundosa (sobre todo en la mujer) y contundente. Así, los perfiles de las caras son de aspecto cubista, reduciéndose a líneas rectas, abstrayendo como lo hará la escultura vasca posterior. Ejecución libre, pues busca antes la expresión que la realidad tradicional (por ejemplo en los senos femeninos). La fortaleza de estos personajes recuerda a Arteta.
Familia aldeana
29 x 24,5. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, adherido a cartulina crema de 43,5 x 31,6 cm. Sin fijar. En esta cartulina -en la parte inferior- ha escrito a bolígrafo azul: Boceto de carboncillo por G. de Maeztu. Al dorso hay manchas de color, que demuestran se ha reaprovechado esta cartulina como base del soporte. Varias numeraciones, entre ellas una no tachada -el número 17 a lápiz- y el 354 en un adhesivo blanco. A lápiz las medidas 43 ½ x 32, coincidentes con la de la base de cartulina
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
La familia aparece en primer término en posición tres cuartos y casi del todo frontal, él a la izquierda y él a la derecha, con un niño en brazos que se entrega a su madre. Ambos personajes -marido y mujer- se tienden el brazo, enlazándose. Detrás, en un plano más bajo, vemos las siluetas de algunas figuras humanas, como formando un cortejo. Más lejos unos campos, con algunos árboles y una casa a la izquierda, con un promontorio rocoso al fondo coronado por una fortaleza, con iglesia en la cumbre. La ejecución del dibujo es muy suelta, desdibujando las figuras de primer término, modelando con más acierto al hombre que a la mujer, con sombreado que exalta el claroscuro en su cara y pecho. Los rostros son esquemáticos y más el de la mujer. Si las figuras de segundo término se abocetan, se trata con mayor realismo el fondo, aunque no por ello deje de sombrearse buscando una espontaneidad y efecto rápido y transitorio de claroscuro. Se trata de un ensayo previo a obra de mayores ambiciones plásticas.
[Fantasía monumental]
50 x 37,5. Dibujo a carbón sobre cartulina ahuesada, sin fijar. En el dorso el autor ensayó el abocetado previo que llevó a feliz término en la cara contraria. Se incluye el número 9/.Rasgaduras en la periferia. Canto encolado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Un gran edificio de varios cuerpos cúbicos y semicilíndricos, con galería de falsos arcos en herradura adornando su contorno, presididos en lo alto por la mole de una torre paralelepipédica de cinco pisos, adornados a su vez por intercolumnios de arcos peraltados. Las formas presentan aberración visual, deformadas en aras de la imposible percepción , en una creación más fantástica que real, aspecto del que gustaba Maeztu. En lo extremos hay aguadoras y portadoras de bultos. Tres hombres en primer término, tal vez escanciando vino de un pellejo. Suelo sombreado, con claros; cielo nublado, sugerido con trazos curvos envolventes, ligeros. Bien dibujado, con plena libertad creadora. Ofrece contrastes lumínicos que Maeztu plasma con sabiduría.
Fortaleza
53,3 x 36,3. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado, delimitado por una línea gruesa, en plancha de medidas 56 x 38 cm. Sin fijar. Al dorso un adhesivo con el número 320.
Un bajo punto de vista ofrece en primer término una calle de pueblo, con casas alineadas a la derecha en sentido oblicuo. Parte del espacio plástico sólo ha recibido un bosquejo. La obra, pues, está inconclusa. Por encima de los tejados asoma un roquedo, sobre el que se afirma de forma ideal la muralla de una fortaleza y un torreón en la cumbre de la peña. El cielo levemente oscurecido con haces de líneas paralelas horizontales. Se alcanza bien el volumen en el tratamiento de las rocas y del torreón, con enérgico claroscuro, así como la perspectiva en función del gradiente de altura de la calle.
El General Don Tomás de Zumalacárregui. Boceto
51,3 x 45,2. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado, sin fijar y enmarcado con doble línea. Al dorso hay un bosquejo a lápiz azul de un busto masculino bajo una estructura arquitectónica, con el perfil de unas construcciones al fondo, correspondiente al ensayo de la futura litografía que titulará José Antonio.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Boceto o estudio del general carlista para la litografía posterior del mismo. Se le representa de busto y lateral, con la cara de perfil recortándose en un campo donde se han emplazado varias baterías cerca de algunos soldados. La boina del estratega destaca sobre el monte, por efecto de la perspectiva. Viste traje militar de campaña y capote, cruza sus brazos por delante del pecho y en su mano izquierda sostiene un catalejo. Tras él vemos la cola y grupa de su caballo. En tanto que la cabeza del militar se ha dibujado y perfilado con esmero, el capote y las manos se han desdibujado, como así el fondo. Al conjunto se le ha dado un ligero sombreado con difumino, con el fin de darle corporeidad.
El general Don Tomás de Zumalacárregui. Estudio previo
34,7 x 43,3. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Fijado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
En primer término, sobre un alto del terreno y sentado en unas rocas está el famoso general, con capote y vestimenta militar. Sostiene en sus manos un catalejo para observar los movimientos de sus tropas en el valle. Detrás, en pie y escorzado está su caballo, relinchando. Bajo las rocas, sus hombres armados con fusiles. En el centro queda una torre de defensa, resto del pasado histórico. A lo lejos una aldea y varias colinas. Horizonte bajo y cielo con algunas nubes ligeras. Estudio previo al gran mural de idéntico título -óleo/lienzo hoy propiedad del Ayuntamiento de Pamplona y antes en depósito del Museo de Navarra por la familia Baleztena-, en el que el autor se ejercita en el estudio de la composición y perspectiva, dibujando con seguridad y sombreando con energía, a planos.
Gloria a los héroes
30 x 24. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Al dorso hay un bosquejo del requeté. Adherido a una cartulina de 35,9 x 31 cm. En la base se ha escrito “Gloria a los héroes”. Boceto de G. de Maeztu. Al pie del dibujo ha anotado Maeztu las medidas reales que tendrá la versión final: 2 m. 10 c = alto x 1m – 70 ancho. Sin fijar.
En primer término, agazapado en una alta peña y visto de espalda un requeté, con su mochila al hombro, boina y fusil con bayoneta calada. A su izquierda una cruz de piedra ligeramente inclinada. Más abajo, en la pendiente, vemos a varios soldados atrincherados. Sobre una contrapendiente se alza una alta cruz con la efigie de Cristo crucificado. A lo lejos se perfila un pueblo. Se trata de un boceto trazado a grandes líneas, ensayando proporciones y fijando distancias, distribuyendo las masas. Apenas se ha sombreado.
Habanera en el puerto (Boceto para litografía)
46,7 x 62,7. Dibujo a carbón sobre cartulina ahuesada, con fijado intenso. Texto ilegible, semiborrado, en la parte inferior. Al dorso, los inventariadores de Estella anotaron con rotulador azul: 295 / Boceto, Habanera en el puerto.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Composición escénica de ambiente portuario. Sobre el muelle, distintos grupos de personas escuchan la música del acordeón de un marinero, subido al barandado de una escalera que conduce al puerto. Ante él, en primer término y en los ángulos, una pareja de enamorados (a la izquierda) -él marinero y ella pescadora- se abrazan; una pareja de carabineros encapotados y armados de fusil, a la derecha, al pie de la escalinata dos grupos de pescadores bien cogidos del hombro o no, cantan llevando el compás de la música. En segundo término, por la izquierda, quedan dos casas, una de ellas con bandera en el mástil de su balcón y ante ellas, en la calle, un grupo nutrido de gente bailando. La mitad derecha es ocupada por el puerto, donde hay un barco velero a él atracado y algunas barcas. Y ya más lejos del malecón, un velero sobre el mar y la bahía cerrada por montañas encadenadas, de perfiles imprecisos. Composición escenográfica en la que se atiende el equilibrio de las masas, concebidas -en lo que se refiere a las personas- con dinamismo, esmerándose en la alternancia de posturas en las parejas situadas en los ángulos inmediatos. Factura suelta, abocetada, que mide espacios, planos, perspectiva y composición.
La historia maravillosa
23,6 x 32,5. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Al dorso ha escrito el artista a lápiz: 29 [alude al registro de catálogo y no al año de ejecución, según parece] / la historia maravillosa. Presenta un adhesivo con el número 304. Sin fijar.
G. de M, en el ángulo inferior derecho.
Una manifestación callejera: unos hombre se increpan en primer término, una mujer huye con su niño por la derecha, un abanderado en medio de la masa, un guardia civil a caballo al fondo y derecha, ante las casas de la ciudad. Gestos en las caras, movimiento de brazos, excitación de los componentes. El título, no cabe duda, es irónico y alude a la intrahistoria, formada por los sucesos de cada día. Luz nocturna y dosificación perfecta del claroscuro, evidente en la bandera flameante. Composición y sentido de la masa, distribuyendo los tipos en grupos que sin confundirse dan el total acertadamente.
Hombre de Castilla
18,8 x 26. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada. Fijado. Al dorso manchas de color, lo que evidencia un reaprovechamiento como soporte. Anotaciones del pintor en él: 32 x 39 / Hombre de Castilla / nº 16 [en lápiz rojo]. Se añade otro número en lápiz azul: 14. Passe-partout ahuesado de 6,5 cm. de anchura, en cuyo dorso alguien ha escrito a lápiz: nº 23. Hombre de Castilla.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Sentado en el suelo, sobre la tierra de unos campos mesetarios que se ven al fondo, se halla el hombre de Castilla. Su posición está estudiada y es decorativa: está sentado, pero en realidad se recuesta un poco sobre el lado izquierdo y se apoya en el suelo con la palma de la mano izquierda. La pierna de ese lado pasa por debajo de la contraria, que aparece arqueada y en escorzo. Lleva la mono derecha al mentón, en actitud pensativa. Cubierto con una hongarina (¿) o similar, con sombrero en la cabeza. Cruza el paisaje un largo puente o acueducto de bastantes arcos. Los campos del fondo en suave declive, pronto se pierden en la lejanía. Cielo grisáceo. El personaje parece meditar sobre su destino, unido al de Castilla, tierra que modela hombres vigorosos y duros como éste. Dibujado agrandes rasgos y esquematizado el rostro, aplica el claroscuro con planos bien imbricados que dan a la figura un vigor escultórico. El claroscuro se suaviza en el paisaje, dando impresión de relieve y profundidad.
Las ideas de Mr. [Arsvin] y los toribios del Señor Doro
23 x 33,1. Dibujo al carboncillo sobre papel grueso ahuesado. Difuminado con las yemas de los dedos. Sin fijar. Al dorso y a lápiz, el pintor ha escrito el título, precedido del número 13. Creemos haber leído Arsvin con bastante certeza, pero no con total seguridad.
G d M, en el ángulo inferior derecho.
Dos hombres sentados a una mesa -uno frente a otro- en el interior de una estancia de pueblo, al fondo de la cual, a la derecha, se ve una puerta abierta y la escalera que sube al piso superior. Ventanas en la pared del fondo. Beben. Los tipos son contrapuestos: el de la derecha es inglés por sus modales y forma de vestir. No así el que tiene enfrente, cuya expresión de regocijo parece cifrarlo todo en el vaso de vino que tiene en las manos. El título lo pone de relieve. El inglés expone al español sus ideas, pero el otro parece estar ausente. De la oposición surge el humor. Ambos están perfilados con una delgada línea que construye bien las cabezas sin más, el del inglés se adorna con rayas cruzadas que forman una red e imita la constitución del tejido. El fondo sombreado y difuminado -parece- con ayuda de los dedos. Bien modulados los términos.
Iglesia de Estella
40,8 x 26. Dibujo a lápiz de carbón sobre papel crema de la casa Gvuarro. Sin fijar. El dibujo se incluye en una hoja de papel de 46,7 x 31,5, y está enmarcado por una línea rectangular. Perforaciones en los ángulos. Tres rasgaduras en el lado izquierdo, una de ellas prolongada, afectando al dibujo Han sido mal corregidas con cinta adhesiva puesta al dorso. Manchas de yeso o pintura blanca sobre el espacio plástico, afectando del mismo modo al dibujo. Al dorso -además de la cinta adhesiva- se ha anotado el número 429, a lápiz.
Apunte de líneas rectas en su mayoría, que dan a la iglesia representada un aire simplificado y libre, sin atenerse a la realidad natural, idealizándola. Se parte de la iglesia estellesa de San Pedro de la Rúa como modelo, al que se ve desde abajo y de la derecha, con la escalinata de acceso a la izquierda y la balaustrada y contrafuertes en primer término. Queda el templo en lo alto, con torre prismática a la derecha, rocas al lado contrario, en torno a una capilla lateral de la iglesia. En el ángulo superior izquierdo queda el monte lejano, coronado por un calvario. El dibujo es de líneas bastante netas (en la torre parecen tiradas con regla), construido, de planos definidos y sombreado con trazos rectos paralelos u horizontales, pero enérgicos. Al contrario, escalera y monte parecen inacabados. Tiene ingenuidad o más bien infantilidad.
Iglesia de Murieta
25 x 31,7. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Se trata del envés de un aguafuerte. Adherido el número 299.
Dos árboles en primer término y el frontón ante la iglesia. Una pareja del brazo y tres pelotaris juegan en la cancha. Una muralla lo separa de la iglesia, en lo alto, a la que vemos con su pórtico y campanario. A la izquierda, lejos, una casa del pueblo. Anotaciones de cómo debe aplicarse la luz. Así en la torre escribe: sombra. Y al pie de ella: fuente. Boceto base de estudio de la composición y perspectiva para una obra ulterior. La línea es sumamente ligera y no entra en detalles. El sombreado es fino. Los tipos humanos apenas perceptibles.
Interior de San Millán de la Cogolla. Rioja
39,5 x 31,5. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado Canson. Difuminado. Fijado. Al dorso se ha escrito: 3/ y 84.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Interior del templo de San Millán, visto desde la escalinata que da acceso a la nave principal, con efecto de contraluz sobre la pared del fondo, donde hay tres personas rezando. Antes, en el interior del templo vemos dos esbeltas columnas con arcos de herradura de tipo mozárabe. En primer término, a la izquierda, unos cortinones apartados sobre la pared de la izquierda tapan parcialmente las columnas de ingreso. Se trata de un ensayo, puesto que el pintor ha anotado sobre el propio espacio plástico observaciones para la versión final. Así anota: rosa [a la derecha], gris cálido [arriba], blanco, rojo, luz [al fondo] etc. Hay en él una preocupación y buena resolución del claroscuro. Da al conjunto una escenificación grandiosa.
Jemene de Olbega. Retrato
42,7 x 32,2. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Difuminado. Fijado. El espacio plástico se reduce tras el fijado a 32 x 26,5 cm, a pesar de que la línea que insinúa el escote de la retratada lo traspase. Adherencias de cola y papel lo delimitan. Al dorso se ha escrito: Jemene de Olbega / 148. Dos grietas en el papel, dentro del espacio plástico.
Retrato de cabeza casi frontal de mujer joven, con aire distinguido. El cuello y el escote del vestido sólo se han sugerido. Una bufanda de gasa en el cuello, anudada a la derecha. Arillos en las orejas. Dibujo de línea suave que el sombreado disimula. Difuminado suave de la cara y enérgico en el cabello, con línea envolvente que da el ahuecado deseado al peinado. Cierta energía en la expresión de labios y ojos. No se exageran las facciones. Fidelidad al modelo.
Jesús en la Cruz
69 x 54,5. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada. Sin fijar. Se inscribe en una plancha de cartulina de 78,5 x 63. El dibujo está enmarcado por una línea. El autor ha escrito a carbón en la parte superior, fuera del espacio plástico: 3 calcos de este.
En dos planos diferenciados -el Crucificado y el fondo- se resume la representación. Jesucristo está tomado desde la cintura y cortados sus brazos a la altura de medio antebrazo. Su cuerpo agonizante se arquea, elevando el peso hacia su lado derecho, hacia donde inclina la cabeza. Sus largos cabellos, coronados de espinas caen por la frente y se extienden por los hombros. La expresión del Señor es de dolor sereno: los ojos cerrados, la boca entreabierta. Aparece como bondadoso y misericordioso, como lo vería el artista. El cuerpo, sin embargo, se halla en tensión: los músculos de los brazos contraídos, el diafragma marcado por la inspiración profunda y dificultosa. El vientre, en cambio, mórbido. Tras el grueso madero se nos muestra el paisaje que rodea a la Cruz: un monte bajo a la izquierda (la altura es consecuencia de la perspectiva utilizada, que prima el motivo principal sobre el secundario), con algunos árboles y unas gradas donde ora un grupo de personas. Los soldados, que se sientan sobre unas rocas, están más a la derecha, con sus picas en alto. Un cielo tormentoso anuncia la muerte del Hijo de Dios. Por encima del madero de la Cruz, en lo más alto del cielo, el aire se revuelve de forma amenazante. El fondo se ha desdibujado, la línea se somete al volumen del cuerpo. Modelado muy eficiente con ayuda del claroscuro, dando un cuerpo neto. Luz pálida de refilón. Atmósfera cambiante.
Joven con cántaro
30,5 x 21. Dibujo al carboncillo sobre papel grueso sepia. Enmarcado al margen con una línea. Sin fijar. Adherido a la parte superior a una cartulina ahuesada, en cuya parte inferior alguien ha escrito a bolígrafo azul: La joven samaritana. En el dorso del dibujo, con texto de cartel publicitario de concierto musical, el artista ha escrito a lápiz: joven con cántaro. La cartulina que sirve de soporte es de medidas 39,5 x 35 cm, en parte impresa -como litografía reaprovechada- y lleva un adhesivo con el número 361.
G. de M., en el ángulo inferior derecho.
Gracioso estudio de una adolescente aldeana tomada de cuerpo entero y sonriente. Sostiene en el costado izquierdo un cántaro. Una trenza de su cabello cae por delante del pecho y su cuerpo se balancea ligeramente hacia el lado derecho, con el brazo de ese lado extendido y relajado. El vuelo de la falda -cubierta por un delantal con dos bolsillos- se acampana, marcando la cintura de esta incipiente mujercita. Un ligero sombreado en los pliegues le da volumen, sirviéndose con habilidad del tono natural del soporte para representar la luz que recibe la figura. El fondo, con horizonte bajo, representa unos suaves montes con vegetación y unos trazos sugieren el suelo.
Kug Nge Ne
53 x 36. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. En la parte superior e inferior tuvo una tira de papel adherida de 2,5 ó 3 cm de anchura. En la parte inferior, centro izquierda, el autor ha escrito a carboncillo: Kug Ngne Ne.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Busto de hombre joven, de raza asiática, con aspecto reconcentrado, que cruza las manos por delante, apoyándolas sobre una mesa (¿), de la que no se dan referencias. El frontalismo trata de romperse con una leve inclinación de la cabeza hacia abajo y a la derecha. Mientras que el cuerpo se ha bosquejado tan solo y con unas ligeras sombras y el tono del soporte se da la impresión de forma, en las manos y más aún en la cabeza el modelado evidencia un volumen construido. Se acentúa el claroscuro sobre el rostro, difuminándose con medida y dibujándose con atención los rasgos fisionómicos elementales. En el cabello, obtenido con haces de líneas curvas, se consiguen brillos y efectos de sombra, así como interesantes transparencias. En conjunto se trata de una buena caracterización.
Los Llanos de Estella. Estudio para litografía
37,3 x 50,4. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada. Fijado. Restos de papel blanco adherido a la periferia. Doblado en el ángulo inferior derecho. Al dorso el número 287 en un adhesivo blanco
G de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Estudio previo para la litografía titulada Crepúsculo en Estella (Los Llanos) Navarra, respecto a la cual presenta modificaciones. El punto de vista elegido coincide en ambos casos: el autor se sitúa entre la arboleda, en aquella hora del atardecer en que las parejas salen a cortejar, las mozas a pasear y los niños se recogen. Todas estas figuras se distribuyen al pie de los estilizados o torcidos árboles de Los Llanos, desnudos de toda hoja y que, por lo tanto, no impiden la visión de las casas situadas en la margen contraria del Ega, ni de los dos montes que las cobijan, ni de un cielo cada vez más oscuro. Estella adquiere un aspecto íntimo, recogido. Las casas parecen agazaparse con humildad en torno a la iglesia de s. Pedro de la Rúa, en tanto que los árboles se yerguen airosos, exuberantes, dominadores de la noche. Desde el punto de vista técnico los árboles se han delineado con trazos estilizados y continuos que dan corporeidad a los troncos, en tanto las casas se han desdibujado más y las figuras humanas abocetado. La noche obliga a fundir las formas en los Llanos y destaca los perfiles que se recortan en el cielo de modo extraño. Con hábil sombreado se modelan los cuerpos, se muestra el contraluz sobre las casas y el afacetado de las rocas.
Malamud. Iglesia de San Miguel
33,5 x 23,2. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Difuminado. Sin fijar. Al dorso va el número 6. Se ha levantado el papel en la parte superior e inferior derecha, al haberse arrancado un passe-partout encolado. En la base ha escrito el autor: Casa de […] rojizos, 2 ladrillos / Malamud -Iglesia de San Miguel.
Una casa con aspecto de corral o almacén, en primer término, a la izquierda, con un muro de piedra a la derecha, abierto al medio con una portezuela de madera. Detrás y a la derecha una iglesia bastante elevada, con dos torres y aspecto fuerte, con contrafuertes a los lados y aspecto viejo. Al fondo e izquierda varias casas más. Técnica de línea desdibujada, suavemente difuminada. Algunos trazos en la parte inferior de difumino sugieren el suelo del campo.
Los marineros transportan el velamen
50,5 x 37,2. Dibujo a carboncillo sobre cartulina ahuesada. Fijada. Un manchón en el centro del espacio plástico arruga el soporte.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
En primer término, en dos líneas oblicuas, sendos grupos de marineros transportan al hombro las velas enrolladas de los mástiles de los barcos fondeados en la orilla, en penúltimo plano. Otro grupo de marineros, en segundo término, con remos al hombro. Ocupando el espacio entre amos grupos, a la derecha, una torre de piedra sillar y ancho basamento, formada por tres cuerpos, el segundo de los cuales presenta dos esculturas masculinas en medio relieve. La torre está desmochada. El cielo con nubes en movimiento. Adecuada composición de las masas y líneas. Eficaz modulación de espacios. La línea firme da volumen y presencia a la torre. Trazo más instintivo en el resto, con atención al claroscuro y con luz suave de mañana.
Misa en la iglesia de Elduayen (Boceto para litografía)
37,5 x 50. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Vista del pórtico de entrada a la iglesia, en cuya cubierta se aprecian las vigas de sustentación. A la izquierda queda el arco de entrada con escalinata. Al fondo lo que parece ser otra escalera, por la izquierda, y una puerta en la pared. Varias personas se dirigen por separado o en grupo a la función religiosa: dos mujeres suben por las escaleras; unos hombres, a la izquierda, descubiertos; dos mujeres con unos niños y otras dos más al fondo. En el interior del pórtico hay una claridad de madrugada, en contraste con las sombras, muy repartidas. Se precisa bien con el dibujo lo que es arquitectura, se suelta o improvisa el trazo en las figuras. Es un dibujo claroscurista y de ambiente, con temática hondamente popular.
Moza de Vozmediano
63 x 36,9. Dibujo al carbón sobre cartón grueso sepia. Fijado. En los lados presenta adherencias de papel encolado que permanecen tras arrancarse, en una anchura de 5 cm. En la parte inferior el autor ha escrito a carboncillo: Mozas de Vozmediano 2. Añade el número: 12. Al dorso ha escrito a lápiz el número 120. Adherencias de cartón encolado. Adhesivo de recepción del dibujo en alguna muestra (ilegible). En otro papel adherido, el autor ha escrito a tinta: Samaritane acroupie [que quiere decir Samaritana acurrucada]. Un adhesivo blanco con el número 370. El dibujo presenta raspaduras.
Estudio de figura femenina en el que se estudian las posturas y volúmenes. Se representa una mujer joven con la pierna derecha adelantada y flexionada, arrodillándose con la otra. Sujeta con la mano derecha un cántaro que porta en la cabeza y se apoya con el codo izquierdo en la pierna flexionada, reposando la cara en la palma de la mano del brazo correspondiente. La figura viste amplia túnica que cubre todo su cuerpo excepto los brazos y en la cabeza se cubre con una toquilla. Técnicamente la figura está contorneada con dibujo un tanto anguloso. Se modela con intenso sombreado y con alternancia de luces, modulando bien el claroscuro. No entra en detalles, la cara apenas se ha esbozado.
Mozo de Vozmediano (Apunte)
56,9 x 42. Dibujo a carboncillo sobre papel grueso sepia. Difuminado y sin fijar. Una tira de papel rojo de 1 cm de anchura recorre parcialmente el perímetro de la cartulina. Algún rasgado en los costados, de poca importancia. Al dorso ha escrito el artista: 7 /. Después un 146 inscrito en un cuadrado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, a lápiz de grafito.
Busto de hombre joven, en el que la línea de los hombros y el cuello se han esbozado. La cara se ofrece de perfil, mirando a nuestra izquierda. El tipo cubre su cabeza con un pañuelo, que cae por la espalda. Perfil bien trazado, enérgico. Línea delicada en los rasgos fisionómicos (ojos y labios) y modelado a base de claroscuro difuminado, con gran realismo y volumen. Conocimiento anatómico y buena observación del natural.
Mozo de Vozmediano. Estudio
64 x 38,6. Dibujo al carbón sobre cartón de tono sepia, con superficie rugosa y una grieta en el lado derecho. Sin fijar. Al dorso huellas evidentes de haber estado pegado a otra superficie y haber sido arrancado, pues presenta adherencias de papel. El autor ha escrito a lápiz: Mozo de Vozmediano. Encima, al hacerse el inventario de Estella, han escrito: Pastor 112 [el número inscrito en un cuadrado].
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Estudio de actitud y postura de un hombre joven, al que se representa de pie y de costado. Con la cabeza inclinada hacia delante parece meditar. La apoya sobre la mano izquierda, que empuña una vara, la cual se clava verticalmente en el suelo. Flexiona la pierna izquierda al tiempo que el brazo derecho ligeramente escorzado se oculta tras la espalda, mostrando la palma de la mano. Es un tipo fornido, con aspecto arquitectónico, que viste como pasto. La luz produce brillos en su recio volumen, tanto en cabeza como en pecho y brazo. La línea contornea la figura y queda semioculta por el sombreado al interior del contorno. Este sombreado se extiende en la figura a planos, difuminados con los dedos al menos en el pantalón. Aquí se valoran de forma especial las transparencias y la rugosidad del papel trata de aprovecharse para asimilarla a la del pantalón del personaje.
Muchacho. Retrato
50 x 34,8. Dibujo al carboncillo sobre papel ahuesado, adherido a cartón rígido. Al dorso, en la parte superior, alguien ha escrito a lápiz el número 105. El dibujo presenta un agujero en la parte superior coincidente con el gorro del efigiado. Fijado. Empolvado.
Busto de adolescente, de rasgos delicados, casi femeninos, vestido con jersey de cuello alto y con una graciosa gorra tirolesa. Figurado en posición lateral, dirige los ojos hacia el espectador. Maeztu ha trazado el óvalo de la cara con gran suavidad, como asimismo los labios, nariz, ojos y cejas. A ello hay que sumar la sutileza de la luz aplicada a la cara, que da a la piel un aspecto de tersura y de pureza infantil. La expresión del muchacho es serena, observadora, parece hasta melancólica. El sombreado de la gorra es enérgico, aunque trasluce el fondo del papel y por ello muestra brillos. En cambio el sombreado del busto es ligero, para dar el contraste de piel suave y tejido rugoso.
Mujer
22,5 x 13,5. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema. Perfil poco regular. Al dorso hay algunos trazos de carbón. Adherido a una cartulina de 25 x 19 cm que muestra el número 2 y un esbozo de lo que parecen ser unos depósitos de gasolina (¿). Dibujo sin fijar. Difuminado.
Una mujer joven apoya su espalda contra una pared. Representada en tamaño tres cuartos. Vuelve la cabeza para mirar a su izquierda y atrás, como a una calle vecina. Al fondo el perfil de un edificio, con luces como de amanecer. Viste con elegancia un abrigo que deja al desnudo un antebrazo y muestra pieles en torno al cuello, adornado con un collar. Acaricia con su mano la piel del abrigo, a la altura del pecho. Su cuerpo es insinuante. Todo parece indicar que es una mujer de la vida. Atención a la luz y al brillo que produce sobre la piel del abrigo. El rostro de la mujer queda en la penumbra, impreciso, pero fácilmente identificable con el tipo femenino de Maeztu: hermoso, fuerte, estatuario. Elegancia en el tipo, modulación de espacios.
Mujer
56 x 42,5. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema. Sin fijar. Perforaciones en los ángulos, con dos rasgaduras en la parte inferior. Al dorso hay dos estudios de una mano femenina, al carbón y sin fijar, y el adhesivo con el número 338. El pliego está doblado por la mitad.
Estudio de figura femenina, representada en posición lateral, caminando hacia nuestra derecha, aunque vuelva la cabeza atrás y dirija el brazo adelante, en actitud desembrar el campo que hay a sus pies. Vestida con una túnica adaptada a sus formas, lleva sobre el regazo una alforja con la simiente. El fondo está formado por tres planos de color: el inferior sirve como base de la figura; el intermedio en claroscuro; y el superior fuertemente sombreado equivaliendo al espacio aéreo. Se trata de un estudio de volúmenes y formas, bajo la influencia de la luz, así como de los espacios que se generan. A destacar la técnica del claroscuro, bien modulado sobre la figura, empleándose gamas atenuadas de sombra. Dibujo superficial. Enérgico modelado.
Mujer con cántaro
50,2 x 23. Dibujo a lápiz de carbón sobre papel ahuesado. Sin fijar. Rasgadura en la parte inferior, restaurada de mala manera. Adherido por la parte superior a una cartulina de tono ahuesado de 62 x 31,2 cm, en cuya base alguien ha escrito a bolígrafo azul: “Mujer con cántaro” por G. de Maeztu. Al dorso el número 22 y el 288 en un adhesivo blanco. Una parte está entintada en verde, pues parece tratarse de una hoja para prueba litográfica.
Gd M, en el ángulo inferior derecho (las dos primeras letras ligadas).
Apunte de mujer joven en posición frontal y tamaño tres cuartos que sostiene con su mano izquierda un cántaro en la cabeza, al tiempo que posa su mano contraria en el hombro derecho, tras flexionar el brazo correspondiente. La dimensión física del cuerpo es exagerada, con cierto gigantismo y formas femeninas bien desarrolladas. El personaje carece de facciones en la cara. Viste indumentaria indefinida, larga y bien ceñida al cuerpo. Del escote cuelga un adorno. Interesa al autor la postura de la aguadora, representada con intención decorativa. Ejecución propia de un apunte: rápida, a grandes trazos, más limitados a la forma en la parte superior, donde un cuidadoso difuminado contribuye al modelado del cuerpo.
Mujer en jarras
32,5 x 21,5. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Sin fijar. Adherido por la parte superior a una cartulina del mismo tono de 39,5 x 35 cm, en cuya parte inferior alguien ha escrito a bolígrafo azul: “Mujer en jarras” (boceto) por G. de Maeztu. El dorso de esta base está parcialmente impreso, reaprovechado de alguna litografía. Lleva escrito a lápiz el número 9 y un adhesivo con el número 359. Al dorso del dibujo se ha trazado una apunte del busto de una mujer gruesa tocada con sombrero y chal cruzado sobre el pecho, en posición frontal.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Apunte de figura de cuerpo entero en actitud de caminar hacia delante, frontal. Se trata de una mujer más bien baja y gruesa, representada con los brazos flexionados, colocando las manos en los costados. Es un tipo popular, de sombrero de amplia ala, pañuelo cruzado al pecho, falda y delantal que llega hasta los tobillos. La línea no se detiene en detalles, caracterizando con pocos trazos y sombreando escasamente pies y cabeza de forma rápida, sin importarle al artista salirse del contorno marcado. Estudio, pues, de actitud sorprendida por el lápiz.
Mujeres del mar
29,7 x 42,5. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema. El espacio plástico no se ha fijado, si bien se ha difuminado. Oscurecido por el contacto con la luz. La periferia estuvo cubierta por passe-partout y así lo evidencian adherencias y rasgaduras, sobre todo en el ángulo superior izquierdo. Posteriormente el dibujo se pegó a una cartulina de cartón, rígida, de entonación gris y medidas 44 x 54 cm. Al dorso presenta un adhesivo con el número 10.569 y anotaciones de números a lápiz: 10.576 / 10.567. El pintor escribió: N 123. Después se acompaña otro número: 27 [inscrito en un cuadrado] y un adhesivo con el número 41.
En escena tres mujeres en diversa composición, ante el muro de separación con el mar, cuya línea horizontal se adivina en la noche. Las tres dirigen sus posturas y actitudes en función de la posición del mar, a la derecha, de donde esperan ver regresar a sus maridos. En primer término, con dibujo esbozado, la primera de ellas se apoya desconsolada en el muro, estando su cuerpo en disposición escorzada, de izquierda a derecha. En segundo término, de pie, con las piernas abiertas, la segunda de las mujeres: señala con su brazo derecho hacia el mar y tapa sus ojos con la mano contraria, sin duda negándose a reconocer el posible naufragio de los pescadores. La tercera está recostada sobre el muro y con su cuerpo extendido sobre él dirige igualmente su brazo hacia el horizonte, inclinando la cabeza con resignación. Excluida la figura de primer término, desdeñada por el artista, las otras dos y sobre todo la de la izquierda que oculta sus ojos bajo la mano, están modeladas con energía, mostrando cuerpos atléticos, exageradamente fuertes y más escultóricos que pictóricos. Aflora el muralismo de otras obras de Maeztu. Parece un ensayo previo a obra de mayores empeños plásticos, dentro de un estilo interpretativo vasco y artetiano. La escena tiene el dramatismo exigido en una temática común en la pintura vasca del género.
Mujer tumbada
31 x 57. Dibujo al carbón sobre cartón de 42 x 61 cm, cubierto en sus extremos por una cinta de papel adhesivo, en parte desprendido, de 2 cm de anchura y de color verde oscuro. El autor ha escrito a lápiz en la parte inferior: Tamaño 8 c. Sin fijar. Al dorso ha escrito a bolígrafo azul: nº 9. También figura un adhesivo con la cifra 10.584, en números impresos y el número a lápiz 113.
Estudio de mujer recostada sobre el lado derecho en un lecho supuesto, pues no se ha representado en la obra. Tampoco se caracteriza el rostro del personaje, por lo que es fácil deducir se trata de un estudio de posturas, modelado y luces. La figura se incorpora apoyándose en las manos, y con el cuerpo arqueado. Su pierna derecha se encuentra bajo la izquierda, extendida. Su larga vestidura deja los brazos al descubierto, llega hasta los pies y se ciñe al cuerpo, dejando intuir las formas con cierta morbidez y sensualismo, en función de la distribución de luz y sombra, obtenida con rayas paralelas y oblicuas sobre la ropa, más difuminado en los brazos. Modelado, pues, realista. Delicadeza en la representación. Apenas se sugiere el lecho con unas sombras bajo las piernas, como único contexto espacial.
El mulo
20,9 x 29. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema. Sin fijar. En el ángulo inferior derechos ha escrito el artista: “El Mulo”. Al dorso lleva el número 321, dentro de un adhesivo.
El animal es representado de costado y atado por el ronzal a una estaca. Vuelve la cabeza hacia atrás, en actitud distraída durante la espera. Va cargado con todo su equipo de atalajes e indumento. El autor logra un buen estudio del animal, denotando observación y sentido de la anatomía. No parece, sin embargo, que este dibujo sea elaborado, sino al contrario. Se añade una nota ambiental mediante unas rayas aplicadas a la base, para sugerir o bien la calle o el exterior al menos. La perspectiva, con todo, se ha exagerado, por inclinar al animal hacia delante, estilizando sus cuartos traseros.
Negro
32,9 x 23,2. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado. Difuminado. Sin fijar.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Cabeza de tipo racial negro, en posición lateral, mirando a nuestra derecha. De líneas rápidas, se trata más bien de un apunte. Nos muestra a un hombre maduro, calvo, de entrecejo fruncido y rasgos propios de la raza: orejas cortas y afiladas, nariz aplastada, labios gruesos. Toda la cabeza lleva un difuminado ligero y el sombreado es enérgico, con líneas en zig-zag.
Los novios
44,5 x 43,3. Dibujo al carboncillo sobre papel adherido a una plancha de cartón de 64,8 x 53,3 cm. parece llevar un fijado superficial. El dibujo tiene un passe-partout de 8,1 cm en la parte superior, 5,7 cm a la izquierda, 11,6 cm en la parte inferior y 5,1 cm de anchura en el lado derecho. Algunas perforaciones en los márgenes. Al dorso referencia impresa de la casa londinense Whatman, fabricante del cartón. Lleva anotaciones diversas: Nº 11 [a bolígrafo azul] y 106 [en un adhesivo blanco]. El soporte está rayado en el ángulo superior izquierdo. Restos de ribete encolado.
G de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
En primer plano se representa a una pareja de enamorados que se miran sonrientes y apasionadamente. En posición anterior la muchacha y a continuación el joven, tomando a su compañera del hombro con su brazo derecho, en tanto le indica con el brazo contrario la dirección a seguir, hacia un objetivo fuera del espacio plástico. Ambas figuras están, pues, en movimiento desde la izquierda a la derecha y fondo. Ella adelanta las piernas y las flexiona en un deseo de desplazar físicamente su cuerpo en el espacio. Su brazo derecho cae a lo largo del costado y la mano se apoya bajo la cintura. Sin embargo, la postura de la mujer es claramente inestable. Ha interesado más a Maeztu la versión decorativa de las rodillas escorzadas y el plegado del vestido, que la impresión de movimiento natural lógico del desplazamiento. Su acompañante adelanta la pierna derecha compensando el movimiento del brazo izquierdo. La pareja se halla inclinada a la derecha en el movimiento traslaticio. Las figuras se han cortado por los pies. Sus vestidos presentan a estos tipos como los populares del Madrid 1920/30: él viste gorra, chaqueta y bufanda, pantalón; ella traje largo y chal. En el fondo se oponen dos espacios bien diferentes: el real a la izquierda y, tal vez, el de las ilusiones a la derecha. A la izquierda se representan las casas de una aldea castellana y las torres de una iglesia, vistas por encima de un muro. Ante una callejuela y en una plazoleta, varios músicos dan una serenata. El novio, sin embargo, parece invitar a la muchacha a disfrutar de otras experiencias y le lleva a conocer un nuevo mundo, personificado en el espacio de la derecha, difícilmente describible: un muelle (¿) junto al río, con carruajes y bultos almacenados; la silueta lejana de un palacio con varias torres y un pendón; un puente cruza el río. Sugiere una escapada a alguna ciudad europea, tal vez Londres. El cuelo es grisáceo, con luz de atardecer. Desde el punto de vista técnico, el dibujo es cuidadoso, el claroscuro esmerado (aún más en las figuras), la planificación espacial cuidada y el tema sugerente. Los tipos son, sin discusión, exclusivos de Maeztu.
Ofrenda de Levante a la Patria Española
44 x 60. Dibujo al carbón sobre papel crema. Fijado. Pegado a un papel crema algo mayor de tamaño, arrugado por el dorso, formando numerosas ampollas que ondulan el espacio plástico. El dibujo presenta arrugas y rasgaduras. Al dorso un adhesivo con el número 329.
Escena de composición que presenta dos planos bien diferenciados. En el anterior o primero se representa una maja de pie que simboliza España, con dos leones tumbados a su pie (macho y hembra) como montando la guardia, extendidos sus cuerpos hacia el lado izquierdo. Su cuerpo muestra un cierto movimiento ondulado, con ligera flexión de la rodilla derecha, intuida bajo las leves vestiduras que cubren su cuerpo, un cuerpo mórbido y sensual. La Maja, de cabellos sueltos y negros, mueve la cabeza a nuestra izquierda, hacia los personajes de segundo plano. Posa con gracia su mano derecha sobre su pecho escotado. El brazo contrario queda oculto bajo un velo o chal semi caído. En plano posterior hay un grupo de mujeres y hombres, con algunos animales, que acuden a rendir su tributo. El grupo está compuesto con sumo cuidado y equilibrio, advirtiéndose en él cierta profundidad: son tipos populares levantinos, todos ellos fuertes, viriles los hombres, sonrientes las mujeres. El campesino reverencia a la Maja con la cabeza descubierta, llevando del cuerno a un gran toro. Varios campesinos más, con distintos ademanes, sostienen las pértigas que humillan al toro en la dehesa verticales sobre el suelo. Tras ellos, otros personajes portan sobre la cabeza una bandeja con frutos de la tierra. Una muchacha lleva de las bridas dos hermosos caballos enjaezados. Todos se postran ante la belleza femenina, encarnada en la Maja que preside el conjunto en lugar preferente. El lápiz del autor la dibuja con sumo esmero (brazo, cabellos, vestido…) y modela su cuerpo con sensible conjunción de luces y sombras. El resto de las figuras son contorneadas con trazos seguros -rectos o curvos- que les dan cierto aire de colosalismo, reduciendo el sombreado a leves manchas. Maeztu trata el fondo con intención equilibradora respecto al primer término, situando las figuras en varios planos y recortando en el aire las varas de los pastores. Maeztu canta en esta obra a la Patria Española personificada en la belleza femenina, asociada a una idea de fecundidad, que bien puede derivarse de la presencia simbólica de los frutos, los animales -toros, leones y caballos- y la propia constitución de los hombres y mujeres. Constituye un boceto o estudio previo para obra de mayor empeño.
Paisaje
50 x 37,2. Dibujo al carbón sobre cartulina ligera de tono crema. Fijado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Una pareja joven conversa al pie de un robusto y alto árbol. En primer término el suelo de tierra de una explanada. Al fondo el flanco de una casa noble, construida en piedra y de estilo severo, un poco herreriano. Una muchacha que aparece abanicarse se asoma al balcón del segundo piso. Una tapia separa a la izquierda el campo del jardín dela mansión, por donde asoman unos árboles con denso follaje. Una pareja camina por la acera de ese lado. Al lado contrario se ve la trasera de la casa en perspectiva, más árboles y el monte, tan solo insinuado. Dos mujeres caminan con cestas bajo el brazo. Amplio cielo con nubes ligeras. Por el vestuario se deduce que la representación se centra en el romanticismo. Dibujo de líneas rectas para la configuración de la casa. Líneas más libres en el resto, con empleo de paralelas en el suelo y zigs-zags en los árboles. Adecuado claroscuro. Buen estudio de los términos.
Paisaje
21 x 28,4. Apunte al carbón sobre papel grueso ahuesado, sin fijar. Al dorso un adhesivo con el número 314. Anotaciones del pintor sobre el paisaje: azul cobalto, verde, verde profundo, blanco…
En un rincón bajo el monte, con cierto arbolado, una presa entre dos casas, tal vez un molino. El agua se remansa en primer término. El dibujo se completa con indicaciones del pintor de cómo debe colorearse. Por ellas sabemos que en el agua quiso establecer un contraste entre los reflejos de la luz y el movimiento de la espuma -a colorear con blanco en primer término-, con la opacidad del agua ya embalsada -de verde profundo, a la derecha. El apunte se ha ejecutado con facilidad técnica, rápidamente, dando mayor definición a los edificios.
Paisaje
38,1 x 51,5. Dibujo a lápiz de carbón sobre papel grueso ahuesado, sin fijar. Difuminado con las yemas de los dedos. Al dorso lleva un adhesivo con el número 327.
G de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
El paisaje se ha representado desde un punto de vista algo elevado, desde un promontorio que tiene a su izquierda un árbol y a la derecha dos más, los cuales llenan con su follaje la parte superior del soporte, crean una referencia en la distancia y en cierto modo enmarcan la obra. En la parte inferior, la mitad izquierda está ocupada por una ría que se pierde en un meandro por el fondo y sobre la que vemos un barco pesquero y casas dispersas un tanto difusas en las orillas. El fondo y la mitad derecha están ocupados por montes imbricados entre sí. También parece verse al fondo un puente. Por encima de los montes, un gran espacio grisáceo parece avisar de la presencia del mar, semi oculto tras la bruma. Dibujo de contraste ambicioso. A nivel plástico, condensa amplia perspectiva, la ejecución es rápida y capta sin entrar en detalles las principales masas del motivo.
Paisaje con árboles
37,4 x 50,1. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada. Sin fijar. Inacabado. Al dorso y ángulo superior derecho va el número 428 escrito a lápiz.
En primer término, sobre la ladera de una cuesta, dos árboles de corto tronco y ramas torcidas, dotadas de dinamismo. Como fondo desciende un carretil flanqueando una tapia y varias casuchas a una sola vertiente; por la derecha, otra tapia enladrillada, que cierra arbolado tras ella, y una torre también enladrillada. En último término un monte de pico agudo, modelado con atención al plano. El dibujo está inacabado. La línea delimita perfectamente los volúmenes, dando al conjunto una cierta rigidez. Composición y perspectiva se hallan bien calculadas. Parece un paisaje idealizado. Acusa ingenuidad, compatible con el deseo perfeccionista de valorar detalles.
De partida
23,4 x 33,4. Dibujo al carbón sobre papel grueso, ahuesado. Difuminado con las yemas de los dedos, según parece. Sin fijar. Al dorso ha escrito el autor, a lápiz rojo, sobre una flecha: reducido a 17 cms. De ancho. Parece aludirse, pues, a que fue reproducido a imprenta. Adhesivo con el número 308.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Paisaje nocturno, con visos de amanecer. Un pueblo en lontananza, a la derecha. Suaves colinas al fondo. De él parten hacia primer término varias personas en grupo, precedidas de los encapotados y otro personaje con un zurrón al costado y cayado, más algunos caballos. El grupo pasa entre un árbol y una cruz de piedra. Al fondo, al pie de la colina, otro grupo con algunos jinetes y gente encapotada. Llevan armas. Escena difícil de interpretar: parecen ir de cacería, pero bien pudiera no ser así. Paisaje bien sombreado. Se abocetan las figuras y da una sensación de conjunto, con las masas bien repartidas.
Partido de remonte en el frontón de Elgóibar. Boceto para litografía
38,2 x 51,2. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Fijado. Al dorso arrugas y huellas de haber sido arrancado por la parte superior de otro soporte. En la inferior se ha escrito con rotulador verde: Partido de cesta en el frontón de Elgóibar.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
El punto de vista escogido muestra un amplio espacio, con los pelotaris en primer término, dotados de movimiento. Es el momento de restar la pelota. Al fondo el frontón. Por encima se aprecia el monte. A la derecha, los jueces sentados a una mesa y algo de público, con las casas del pueblo como fondo. A la izquierda, continuando la pared del frontón, el edificio del Ayuntamiento, un palacio de piedra noble y de estilo clásico, con pórtico, entre cuyos arcos asiste el público aficionado al partido. Los balcones llenos de gente. En el principal de ellos un largo mástil con una bandera. Contrasta el movimiento de las figuras -plasmado mediante abocetado-, tanto de los jugadores como de la afición, con la solidez del edificio civil. Maeztu aplica la línea desdibujando, para dar una visión global del conjunto que sea espontánea. Tal vez por ello se trate de un apunte tomado in situ. El espacio está bien estudiado, con perspectiva profunda y composición que da todo su valor al juego deportivo.
Pasión
27,9 x 20,7. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, pegado por la parte superior a una cartulina de 35,2 x 27,5 cm, en cuya base se ha escrito a bolígrafo: “Pasión”. Soporte reaprovechado del aguafuerte previo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Un estudio de figuras consistente en un pareja unida en un abrazo amoroso. Ella desnuda delante, con la pierna derecha hincada en tierra y un paño cayéndole por la pierna contraria, que apenas tapa su sexo. Sentada sobre la pierna derecha, se inclina hacia nuestro lado izquierdo como consecuencia del abrazo que le ha tendido su compañero. El brazo de la muchacha cuelga relajado, sin flexión. El amante, vestido, en segundo plano, abraza el cuerpo de la mujer por debajo de los senos y oculta su cara tras el hombro de ella. Una raya en el suelo indica la presencia de la pared, sombreada. Una línea delicada perfila los cuerpos. Mayor función tiene el sombreado, con un buen estudio de la luz y de la sombra, que da un modelado esfumado al cuerpo desnudo y una blandura atrayente.
Pedro el Herrero
23,2 x 16,1. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, pegado a cartulina de 25,9 x 20,1 cm, en cuya base alguien ha escrito: Pedro el herrero. Dibujo de Gustavo de Maeztu. Al dorso un adhesivo con el número 307. Sin fijar.
G d m, en el ángulo inferior derecho.
Dibujo de cuerpo entero de este personaje, en actitud de caminar hacia la izquierda, enfundado en una manta a rayas, de la que asoma su brazo izquierdo, colocado en jarras sobre la cintura. Vuelve la cabeza hacia la izquierda, mirando atrás. Es un tipo aldeano, de boina y alpargatas, que parece gracioso. Se trata de un dibujo rápido, un apunte que da el tipo sin profundizar en otro tipo de análisis.
Perfil de mujer
27,2 x 25,1. Dibujo a carboncillo sobre papel crema grueso, difuminado y fijado superficialmente. Adherido a una cartulina crema de 50 x 40 cm. Se ha pintado con purpurina dorada un filete de 4 mm que enmarca el dibujo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Cabeza de mujer joven. Incluye el cuello y el arranque de los hombros. El tórax es casi del todo frontal, pero la figura tiene cierto movimiento al moverse la cabeza a la derecha, de forma que quede de perfil. Da un tipo sólido, un tanto estatuario, de medidas y osamenta más viril que femenina. Bien perfilado, el claroscuro se adapta con justeza a la anatomía, partiendo de que la luz suave se recibe de la derecha. Destaca la lograda calidad de la cabellera, que baja por la espalda, con brillos y transparencias. Expresivos ojos y boca, ésta entreabierta. Es un estudio.
Perro galgo
38,5 x 38,9. Dibujo al carbón sobre papel crema, difuminado y sin fijar. La hoja tiene un ribete pegado de papel rojo y 1,5 cm de anchura en torno a la periferia. El perfil del perro se ha corregido en al menos dos ocasiones, sin cuidar de borrar luego las líneas del ensayo inicial. Asimismo se ha intentado representar al animal en postura contorsionada, con ligero trazo de lápiz. Tampoco se ha borrado.
Un perro, galgo de raza, en pie, con el cuerpo de perfil, si bien tuerce la cabeza atrás y por ello presenta pecho y patas anteriores de frente. Se ha interesado Maeztu en delinear correctamente el perfil del animal, oscureciendo con difuminado el pelaje de su cuerpo, confiando al soporte el efecto de luces por transparencia. Así modela su anatomía con eficacia, si bien se trata de un ejercicio dibujístico, sin mayores alcances.
El pícaro Don Doro y la bella Lola. Boceto para litografía
29,3 x 45,4. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, áspero al tacto, en cuyo dorso se ha sombreado al carbón las siluetas de las figuras dibujadas en la otra cara. Adherido en los ángulos superiores a una cartulina gris-azulada, en cuya base alguien ha escrito a bolígrafo azul: “El pícaro Don Doro y la bella Lola” (Dibujo por G. de Maeztu). Al dorso de la cartulina que sirve de base al soporte, el autor ha escrito a lápiz: “El pícaro Don Doro y la bella Lola” [subrayado]. Adhesivo con el número 289. Sin fijar.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Boceto para la litografía del mismo nombre. Escena de interior, donde la composición de figuras y espacios es importante: la bella Lola, que ocupa el centro, aparece sentada en un butacón, desnuda; una sirvienta sentada en el suelo, al lado izquierdo, pone una media en la pierna derecha de Lola, quien se cubre el sexo con la otra media, que tiene en la mano. Lola vuelve la cabeza hacia Don Doro -un vejete de dinero, a juzgar por su traje-, que se acerca a ella llevándose los anteojos a su sitio, para con la excusa de decirle algo, ver bien lo que se le ofrece. Tras Don Doro aparece otro vejete más, ya desdibujado. Al fondo de la estancia se ve una chimenea, con diversos objetos en su repisa, un espejo en la pared, una mesita con una botella, una cajita y un biombo. Humorística representación del momento. Interesa la caracterización de los personajes, las sonrisas y el aspecto caricaturesco. Se trata de un dibujo apoyado casi por completo en la línea, trazada por Maeztu con facilidad. Mordacidad.
[Pintos], el del Barco. Boceto
31,8 x 23,6. Dibujo a carboncillo sobre papel ahuesado, difuminado y sin fijar. Adherido a una cartulina de 49,5 x 35 cm., con pintura al dorso, reaprovechada como soporte.
Cabeza de hombre maduro, con leve esbozo del comienzo de los hombros. Toca su cabeza con un sombrero de ala corta, con plumas a la derecha. Repite el motivo, esquemáticamente, a la izquierda. Se trata de un hombre anciano, cuya flacidez se reproduce con realismo y sentido del claroscuro. Es un tipo popular, parece de procedencia italiana, su gorro tal vez indique sea un gondolero de Venecia (¿). El modelado se acerca a la escultura. Incluso recuerda al retrato romano de época tardía, realista y popular.
Pueblo
37,5 x 50,1. Dibujo a lápiz de carbón sobre cartulina ahuesada, sin fijar. Inacabado. En el ángulo superior derecho incorpora el número 1163 y, al dorso, el 316, en un adhesivo blanco.
Dibujo minucioso que ofrece en amplio espacio escénico la vista de un pueblo amurallado, con las casas bien apiñadas dentro del recinto fortificado, presididas en altura -sobre un roquedo- y al centro de la población, por una edificación difícil de catalogar: un santuario o tal vez el castillo del lugar. El dibujo no se ha terminado. Puede ser el boceto de una obra de mayor empeño plástico. El dibujo se apoya en líneas fundamentalmente rectas, mostrando un conjunto bien estructurado.
Pueblo
24 x 29,8. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado, sin fijar. Perforaciones en la parte superior.
Un primer término rocoso. Sobre él un muro, asegurando la firmeza de la calle. El pueblo queda detrás, con sus casas bajas y tejados a una y dos aguas. No hay referencia del cielo. Sombreado mínimo, que no entra en detalles. Apariencia de boceto. Indicaciones en la parte superior de donde debe emplearse el color blanco.
Pueblo
16,7 x 29. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado, sin fijar. Al dorso un adhesivo con el número 342. El dibujo se halla enmarcado por una línea y en la base se dan instrucciones del pintor para proceder al coloreado. Creo entender lo siguiente: Chopos negro verde / agua [gris….] / tierra rojiza [….] / montañas a carbón. Todo el conjunto mide 23,5 x 32,4 cm Algunas manchas de tinta roja en la base.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
La calle de tierra de un pueblo, surcada por el medio por un canalillo de agua, seguramente de saneamiento. A la izquierda los troncos robustos de tres altos chopos, ante una tapia de piedra. Enfrente otro muro de piedra, similar al anterior. Al fondo casas, una de ellas con gran arco de entrada. Detrás de esta fila de viviendas hay otra de casas algo más altas, y por encima de ellas el monte, con alto horizonte. Los volúmenes se han delimitado con línea intensa. El sombreado se ha operado con libertad, en función de una luz más bien apagada, como de anochecer. Aire de pueblo solitario y viejo.
Pueblo (Boceto)
24,2 x 33,1. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Difuminado con las yemas de los dedos. Sin fijar. Al dorso rayas de lápiz informes. Adhesivo con el número 351.
Representación parcial de un pueblo edificado sobre rocas y un montículo, con arbolado y matorral. En la parte superior varias casas y una muralla almenada por la derecha. En la parte inferior una casa y la entrada a una cueva o subterráneo. El dibujo delimita las formas y se ejecuta con rapidez. Se ha sombreado el conjunto y difuminado con los dedos. En la base hay unas anotaciones del pintor, a lápiz, que dicen: 1er. término – tierra verde roja / 2º -tierra ocre profundo reflejos cadmium oscuro / murallas blancas– bodegas ocre dorado oscuro-blanco rosa oscuro.
Pueblo con iglesia amurallado
22 x 32,2. Dibujo a carbón sobre papel grueso ahuesado, sin fijar. Al dorso un adhesivo con el número 349. Anotaciones en el dibujo sobre el color que deberá ponerse a la versión definitiva.
Boceto que a grandes rasgos define un pueblo de casas bajas, dominado en lo alto por una elevada iglesia, encerrado todo él dentro de un recinto amurallado. En primer término el campo. Parece que un riachuelo lo cruza de lado a lado. Algunas correcciones luego no se han borrado. Se pone mayor atención en definir los volúmenes de la iglesia, tanto a nivel de líneas como de planos. La apariencia es de fortaleza.
Pueblo (Inacabado)
37,4 x 50,2. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada. Sombreado con los dedos. Sin fijar. Obra inconclusa. Al dorso, en el ángulo inferior derecho, se ha escrito a lápiz el número 431.
Un cruce de caminos en primer término. En el ensanchamiento que allí se produce, unos caballos pastan a la izquierda. Vemos un carro colocado más allá. A la derecha, unos árboles alineados con la cuneta del camino. Estos primeros planos desdibujados o simplemente abocetados, pues la obra está sin concluir. Los planos del fondo están también a falta de retoques, aun cuando se aprecia se trata de la ladera de un monte, que en parte tapa un pueblecito de casas modestas apretadas y emplazadas a diferentes alturas, dispuestas con gracia. Domina el asentamiento un roquedo con torre defensiva y aspecto ruinoso. El conjunto se ve dibujado y con luz bien tratada al incidir sobre el pueblo, marcando expresamente los volúmenes. La sugerencia de planos de profundidad está bien plasmada, al alternar arbolado, monte, casas, castillo y cielo. Punto de vista bien escogido. La ejecución parece rápida, tratándose más bien de un apunte.
Pueblo navarro
32 x 38,9. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado, difuminado y sin fijar. Adherido a una cartulina crema de 47,8 x 58,9 cm. Al dorso manchas de óleo y, por tanto, la cartulina se ha reaprovechado como base del soporte.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
La calle -o el camino de tierra- separa las casas de un pueblo, que se distribuyen a uno y otro lado. El dibujo nos muestra casas pobres de dos alturas, con edificaciones anejas, seguramente cuadras. El segundo piso ostenta entramado mixto de madera y tal vez adobe. Techumbres a una y dos vertientes. El pueblo está solitario, como si estuviera abandonado. Dibujado y sombreado con decisión, bien tratados los volúmenes y atendidas la composición y los planos de perspectiva. Luz con poca fuerza, como de atardecer.
Puerta del Sol
22 x 32,1. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado. Espacio plástico reducido a 20 x 24. A la izquierda ha escrito el autor: “Puerta del Sol”. Otras anotaciones indican: cielo, ocre / sombra. Al dorso un adhesivo con el número 300.
La Puerta a la izquierda, con alto arco de entrada y piedra noble, con el escudo real en el frontis y hornacina en el frontón. A la derecha dos casas de diferente altura y por encima de ellas las traseras de otras. A través de la Puerta se aprecia la continuidad de la calle y la esquina de otra casa. Boceto previo a base de líneas ligeras que señalan masas y composición (distribución de volúmenes). El conjunto ofrece una sencillez agradable de ciudad aldeana.
Puerta Romana. Córdoba
37,4 x 50. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema, fijado. Al dorso se escribe a lápiz: PUERTA ROMANA, CORDOBA. Y más abajo el número 116.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
La Puerta, de gran tamaño, ocupa casi la totalidad del escenario. Es de sólida arquitectura pétrea, con estructura dintelada, precedida de un par de columnas a cada lado, sobre basamento, enmarcando la puerta. A mano izquierda, la trasera de una casa ofrece a la vista un ventanuco enrejado. Varios tipos en escena: tres mujeres de espalda caminan a la izquierda, en primer término y un caballero más lejos; una pareja conversa apoyada en el basamento. En el umbral de la Puerta hay dos jinetes sobre sus monturas y, en perspectiva, a través del vano de la puerta misma, unas casas lejanas. El conjunto se ha dibujado con línea firme, dando la impresión de severidad y aplomo de las masas. El claroscuro está estudiadísimo y se ha repartido con sabiduría, partiendo de que la luz viene de la izquierda. Es aquí donde el pincel actúa con libertad impresionista, dando la viveza necesaria. Los personajes carecen de detalles y dan la silueta habitual en Maeztu, que rehúye detallismos y prefiere que las figuras aparezcan en el conjunto sin notarse demasiado.
Reposo
45,7 x 48,3. Dibujo a lápiz de carbón sobre papel grueso ahuesado, que presenta un desgarro en el ángulo superior derecho y algunos otros que fueron corregidos con papel adhesivo también, en la parte superior. Una mancha de pintura roja sobre el dibujo, que está sin fijar. Al dorso ha escrito el autor a lápiz: “Reposo”. Lleva el número 426 a rotulador negro. El ángulo superior derecho de este lado está despellejado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Estudio de composición. Una mujer joven, vestida con traje largo escotado y evanescente, sin magas, es representada recostada sobre un lecho, con la cabeza erguida, la pierna derecha estirada y la contraria flexionada. La figura se incorpora levemente apoyándose en el brazo derecho, que flexionado ofrece la mano relajada. No se ha representado el brazo contrario. El vestido se ciñe al cuerpo por su liviandad, formando pliegues y sugiriendo la anatomía interior con cierta sensualidad. Interesa al autor la postura del cuerpo, la línea envolvente y sobre todo el sombreado -el claroscuro- con el que modela con acierto el cuerpo, dando las luces mediante el fondo natural del soporte. Con el claroscuro da a entender la blandura del lecho. La figura tiene cierta aristocracia en su pose. La expresión es pensativa.
Retrato de dama
35 x 40,4. Dibujo a carbón sobre papel grueso crema, difuminado y sin fijar, uniendo en la cara pastel blanco al carboncillo para modelar suavemente las mejillas y obtener la tersura deseada. Algunas rozaduras sobre el cuello de la retratada presentan el soporte arañado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Busto de dama con aspecto aristocrático, colocado en posición lateral, volviendo la cabeza al espectador. La base del cuello y los hombros se han abocetado. En el cuello un collar de perlas da distinción al personaje. La dama tiene un aire de serenidad, con mirada y labios melancólicos. El cabello enmarca el rostro a los lados. La línea se reduce a limitar el óvalo de la cara y los detalles elementales del rostro: ojos, nariz y boca. El volumen se obtiene con un difuminado suave de carbón y pastel que da a la cara un esfumado de calidad, acorde a la distinción de la retratada.
Retrato de Dn. Francisco de Goya y Lucientes
43,5 x 33,4. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada, sin fijar. Difuminado parcial con las yemas de los dedos. Llevó un ribete pegado en la periferia -ocupando 1 cm de anchura-, a juzgar por las adherencias de cola. Perforaciones arriba y abajo. Al dorso el número 4.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Retrato del célebre pintor, ofreciendo el busto entero, de perfil. Es un hombre maduro, pero no anciano. Viste sombrero de copa, levita y pañuelo al cuello. Su cabello largo cae por detrás, y tanto éste como la patilla de la cara cubren casi por entero la oreja. Su expresión es de entereza, casi con cierta arrogancia y seguridad en sí mismo. La atención del autor se ha centrado en la caracterización de nariz, boca y barbilla, sugiriendo con leve trazo y sombreando ojos y cejas. Su indumentaria está bosquejada, salvo el sombrero, al que la línea da un contorno inequívoco. Modela con seguridad sombreando, dando un claroscuro preciso, esfumando la cara para sugerir la calidad de la carne -un tanto flácida- y piel. En el cabello se valoran cualidades como blandura y brillo. También presenta brillos el sombrero, de gran calidad técnica. Se sombrea parcialmente el fondo como referencia ambiental.
Retrato de gitana. Apunte
27 x 20,3. Dibujo al carbón sobre cartulina fina de tono crema. Fijado. Se ha pegado a otra cartulina del mismo tono y medidas 43,5 x 32 cm, que en el ángulo inferior izquierdo lleva el número 46, a lápiz. El dorso está parcialmente manchado de color y en él el autor ha anotado las medidas de este soporte. Alguien más ha escrito los números 1 y 182, éste inserto en un cuadrado.
Estudio de cabeza, con esbozo de hombros, en posición que sería frontal, de no mover la retratada la cabeza a nuestra derecha. Es una mujer de edad madura, gruesa, con pelo rizado que se reparte a ambos lados de la cara, cubriendo las orejas, de las que cuelgan pendientes. Es de raza gitana, labios carnosos y nariz ancha. Parece de ejecución rápida, trazando con pocas líneas los rasgos fisionómicos y sombreando lo esencial, sin empleo de difumino. La luz se recibe de la izquierda, quedando parcialmente en la sombra el otro lado de la cara. Bien aprovechado el fondo del soporte para evidenciar la luz.
Retrato de hombre
34,5 x 26. Dibujo al carboncillo sobre papel grueso sepia claro. Sin fijar. Adherido por la parte superior a una cartulina ahuesada de 39,5 x 35 cm, en cuya parte inferior alguien ha escrito a bolígrafo azul: Retrato de carboncillo – por G. de Maeztu. Mancha de impresión al dorso de este soporte, advirtiéndose se trata de una litografía reaprovechada, con un número 14 escrito a lápiz y un adhesivo con el número 276.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Retrato de caballero joven, del que se ofrece -en posición lateral- la cabeza y parte de los hombros. Viste camisa con corbata, chaleco y americana. Es un hombre de menos de 30 años, que apunta una madurez temprana. Aunque su cara se dirige a la izquierda, sus ojos se vuelven al espectador, mirándole con fijeza. El dibujo de la cabeza se ha trazado con seguridad, en especial nariz, boca, barbilla y óvalo de la cara. Los ojos son de un gran verismo. El cabello corto peinado hacia atrás. Un ligero claroscuro afecta el rostro esfumándose en su superficie con gran delicadeza, para lo cual se sirve el autor del tono crema del papel, que ofrece junto al esfumado del carbón sutiles transparencias y atemperado general de la piel. El modelado da a la carne un gran realismo, con el volumen necesario (muy bien calculado en barbilla y boca) y una blandura bien representada, como asimismo las irregularidades de la anatomía del rostro. Trazo más espontáneo en hombros y camisa, con sombreado más grosero sirviéndose de los dedos.
Retrato de hombre
25,6 x 23. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema, difuminado con las yemas de los dedos (así en el cabello) y sin fijar. En cuanto a la conservación, presenta dos perforaciones de chincheta tanto arriba como abajo. Cubrió la periferia un passe-partout, lo que motiva un oscurecimiento del espacio plástico, que sí estuvo expuesto a la luz.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Cabeza de hombre maduro en posición lateral, con esbozo de los hombros y cuello de la camisa. Dibujada con seguridad y sombreada con gran acierto, mostrando un contraluz de izquierda a derecha, que evidencia un volumen muy realista, revelando detalles de su fisonomía: barbilla huidiza, labios finos y apretados, nariz corta aguileña, entrecejo fruncido, ojos pequeños, frente corta. Da la impresión de hombre reservado y reconcentrado.
Retrato de hombre. Estudio
29,5 x 27,8. Dibujo al carbón sobre papel crema, difuminado y fijado. El fijado da un tono sepia al espacio plástico, que es de medidas 26 x 20,3 cm, pues asía parece delimitado por líneas a lápiz, a pesar de que los trazos del dibujo exceden de ellas. Al dorso ha escrito el autor a carbón: 2. Después otra mano ha añadido a lápiz: RETRATO 79 [inscrito en un círculo].
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, a lápiz de grafito.
Estudio de cabeza varonil ofrecida de lado, casi de perfil, mirando a nuestra izquierda y apoyando la cara en la mano derecha. El arranque de los hombros sólo se ha esbozado con leves líneas. Se trata de un tipo joven de facciones marcadamente angulosas, de constitución no exagerada desde el punto de vista anatómico, aunque es fuerte. Su pelo corto no impide que algunos cabellos se desparramen por la frente. Aparece en actitud pensativa, con los ojos abiertos y fijos en el infinito. El dibujo se ha trazado con seguridad, perfilando adecuadamente. Al sombrear y puesto que la luz se recibe de frente y un poco de la izquierda, el rostro queda en claroscuro, aplicando el autor el sombreado a planos que angulan ligeramente la mejilla, con cierto cubismo aparente.
Retrato de hombre joven
42,4 x 35,5. Dibujo a carbón sobre cartón, difuminado y fijado. Rayado el soporte con líneas paralelas para ensayar nuevas texturas. Al dorso el número 24 tachado (escrito con bolígrafo verde), el 20 y el 277 en un adhesivo blanco.
Cabeza masculina soportada por apenas dos líneas que marcan los hombros y el escote de la prenda que rodea el cuello. Sin duda, es un estudio previo de obra más ambiciosa, Muestra la cabeza desde el lado izquierdo. Es un hombre joven, de fuerte constitución y de rasgos rotundos. Podría tratarse de un remero o un pescador vasco, con ojos acostumbrados a mirar lejanías, hundidos en las órbitas. La boca, de labios ondulados, confiere una expresión de sufrimiento a l cara. Es superior la vivencia interior del personaje, a lo que pueda sugerir la sequedad del rostro, que observa y piensa. El canon es estilizado. El cabello corto que cae sobre la frente, el entrecejo, las orejas, la barbilla, son otros tantos rasgos fisionómicos que saben recoger los lápices de Maeztu. Un ligero contraluz aviva la cara, que se sombrea con cierta energía. Con un rayado del soporte se insiste en las pereza de la piel de este hombre enrudecido por la vida del mar. No hay ninguna referencia al entorno.
Retrato de muchacha
34,8 x 25,5. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema, difuminado y sin fijar.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en carbón.
Cabeza de muchacha mirando al espectador, aunque no en posición frontal. Los hombros solamente esbozados. Es de líneas delicadas, adaptándose el autor a la suavidad de sus facciones, en una cara redondeada. La línea se limita a contornear el óvalo de la cara y las facciones fundamentales. El rostro lleva un sombreado ligerísimo que da un tono de blandura a la carne, con claridad sutil. Es manifiesta la luz sobre el cabello ondulado, que cae en melena por detrás.
Retrato de mujer
32,5 x 23. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada, difuminado con las yemas de los dedos y sin fijar.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Busto de mujer, lateral, aunque ella vuelva la cabeza al espectador. Se trata de una persona no demasiado joven, con la cabeza cubierta por un gorro del que salen dos trenzas que caen por delante. Arillos en las orejas. Sonríe y la contracción de los labios deja al descubierto unas arrugas y una ligera papada bajo la barbilla. La cara es redondeada, los ojos almendrados y la expresión de cierta dulzura. Si bien se ha trazado el óvalo de la cara y los rasgos fisonómicos con cuidado, el resto es más espontáneo, con sombreado de líneas paralelas. Parece más bien un boceto.
Retrato de Unamuno
33,2 x 27,2. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado y éste pegado a plancha de cartón de medidas 30,3 x 32,5 cm, difuminado y sin fijar. Al dorso ha escrito el autor en distintas ocasiones: nº 28 / nº 38 / 2 / 6. Parece un cartón reaprovechado para base del soporte.
Busto en que la atención del autor se ha centrado en la cabeza, abocetándose sin más los hombros y la camisa. La cabeza nos muestra a Miguel de Unamuno anciano, pero todavía en buen estado físico. Tocado con boina y con bigote unido a largas patillas. Sus ojos miran fijamente al fondo y éstos junto a la nariz afilada le dan un aspecto de penetración psicológica y hondura espiritual. Se modela la cabeza con un claroscuro que sabe aprovechar las posibilidades lumínicas naturales del soporte. Alcanza Maeztu así un volumen sólido, próximo a la escultura por su compacidad.
Retrato femenino
42 x 32,5. Dibujo a lápiz de carbón sobre cartulina de tono ahuesado, sin fijar. Un agujero en el soporte, en su parte superior, no afecta al dibujo. Tampoco le afecta una grieta en el lado derecho. Al dorso el número 23 [tachado a bolígrafo verde], 21 y 279, en un adhesivo blanco.
Obra inconclusa. Busto frontal de mujer joven. La cabeza ligeramente basculada a la derecha. El cuello, línea de los hombros y escote sólo están bosquejados. La cabeza está, sin embargo, terminada. Es una muchacha algo entrada en carnes, que mira al frente de forma inexpresiva. El cabello, sujeto probablemente con un moño a la nuca desde las orejas con zarcillos, está bien ondulado, con ayuda del dibujo y claroscuro. Mediante difuminado se muestra brillante y hueco. Enmarca con gracia la frente. La tez de la cara se ha difuminado con acierto, modulando con sensibilidad el claroscuro. El dibujo es delicado, pero ni aún así logra conmover este modelo femenino. No debió satisfacer tampoco al pintor, que lo dejó sin terminar.
Retrato masculino
35 x 28. Dibujo a lápiz de carbón sobre papel.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Busto de hombre de edad media y enjuto de carnes, que mira al frente, en posición frontal, si bien se inclina levemente a nuestra derecha. Toca su cabeza con una especie de barretina catalana o mallorquina. Viste camisa cerrada al cuello y chaqueta americana abierta. El dibujo y sombreado de la cabeza son firmes. No entra en detalles en los hombros, esbozándolos con líneas y sombreados a base de líneas de lápiz. El sombreado de la cara y la frente se ha difuminado, acentuándolo para moldear los rasgos físicos (arrugas, nariz, cejas y barbilla) que dan carácter. Destaca el poder de sugestión de la mirada, muy penetrante. Modelado perfecto mediante el claroscuro y la goma de borrar, que emplea para iluminar delicadamente la cabeza. Extiende las sombras con difumino. Por contraste con la blancura de la camisa destaca más el rostro.
Retrato masculino
34 x 24. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada rugosa, sin fijar. Se difumina con ayuda de los dedos de la mano.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Retrato de hombre maduro, figurado casi de busto entero, con el cuello y el arranque de los hombros. Viste chaqueta americana, camisa y corbata. El modelado de la cara es perfecto, distribuyendo luz y sombra con conocimiento de la técnica del carboncillo, presentando el rostro en contraluz. Contraluz que destaca los detalles de la cara: abultamientos, arrugas, caracteres propios en los labios, nariz y ojos. El retratado dirige la mirada al espectador y la sostiene con entereza. El cabello corto está peinado hacia atrás. Tiende a la estilización y el modelado se acerca por su maestría en alcanzar el volumen a las características propias de la escultura.
Retrato masculino
38,6 x 32,7. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema. Adherido a plancha de papel de tono más claro, de medidas 54,4 x 43,4 cm en cuya parte inferior alguien ha escrito a bolígrafo azul: Retrato de carbón por G. de Maeztu. El dorso está manchado de color, siendo reaprovechado como base del soporte. Escrito al carbón el número 27. Un adhesivo con el número 273. Difuminado con las yemas de los dedos. Sin fijar.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
De la cabeza, insinuando la línea de los hombros. Es frontal, aunque inclina levemente la cabeza a nuestra izquierda. Es el retrato de un hombre joven, seguramente un trabajador, a juzgar por la gorra de la cabeza y las señales del esfuerzo físico en la cara demacrada. Maeztu la ve con realismo y contrasta en ella la huella de la dureza de su vida con la dulzura de la expresión benevolente, sin odio ni protesta ante las duras condiciones de la existencia, tal vez de la explotación humana. Perfectamente modelada con inteligente claroscuro, que tan pronto se contiene como se plasma enérgico, alcanza sutilezas dignas de alabar en los ojos. El dibujo es muy contenido y el papel de la caracterización se confía al modelado. Buena utilización del fondo del soporte como elemento lumínico. El sombreado de la gorra, que se aplica con carbón extendido con los dedos, se hace de tal forma que pueda evocarse la materia de que está formada.
Retrato masculino. Cara B
56,3 x 28,5. Dibujo a lápiz de carbón sobre papel ahuesado, sin fijar. Mutilaciones del soporte en los ángulos inferiores, sin afectar al dibujo. Doblado a la altura de la frente del retratado, con grieta inicial. Alguna grieta periférica no afecta al dibujo. Borrones de grasa al lado derecho, sin afectar al dibujo. Algunas manchas de pastel contraídas por contacto con otros dibujos. Al dorso -invertido el sentido de la figura (la cabeza en los pies del motivo del lado contrario)- un estudio de Eva al desnudo (Véase la Cara A), donde figura la firma de Gustavo de Maeztu.
Busto masculino frontal, que ofrece la cabeza del retratado muy ligeramente girada a su izquierda. El interés del retrato se centra en la cabeza, mejor definida que el busto, necesario soporte a aquella y tan solo configurado en sus líneas principales, mostrando la vestimenta (chaqueta, camisa y corbata). Se trata de un hombre joven, de cabello oscuro, bigote ligero, orejas salientes y tabique nasal tortuoso. La mirada bien captada y la expresión de la boca correcta. Se muestra sereno. Interesante encarnación de la cara con un ligero difuminado que atiende los brillos y las luces, manifiestos con pericia en el mentón. Delicado dibujo.
Retrato masculino ¿Gustavo de Maeztu?
40 x 29,7. Dibujo al carbón sobre papel tela grueso de tono crema. Sin fijar. Al dorso, inscrito en un cuadrado, el número 132. El dibujo tuvo un passe-partout de 2 a 3,5 cm. de anchura, que en parte tapaba el dibujo. De él quedan aún adherencias.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Busto de hombre joven que camina hacia la madurez. Viste chaqueta americana, camisa y corbata. Se le representa ladeado, mostrando el lado derecho de su cara. La línea contornea los rasgos fisionómicos -boca, nariz, ojos- donde se precisan más los detalles. El sombreado rompe el óvalo de la cara y afecta con suavidad a la chaqueta y cara expuesta a la luz, donde se ha logrado el tono con ayuda de difumino manchado de color. Más oscurecido el lado izquierdo de la cara, donde se nota con mayor vigor el contraluz que incide sobre el rostro. Maeztu descuida algún detalle, por ejemplo la oreja, sólo esbozada. Representa el pelo con líneas curvas en haces estrechos, que reparten el cabello en el lado derecho. El retrato tiene alcance psicológico en la mirada escrutadora dirigida al espectador. Lograda ejecución, con el volumen preciso.
La saca de harina
23,3 x 16,1. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado, adherido a una cartulina de 32,4 x 26 cm de color marrón. En él se ha escrito: “La saca de harina” por Gustavo de Maeztu. Al dorso el número 17.
GdM, en el ángulo inferior derecho (las letras ligadas entre sí).
Un hombre bien trajeado y encorbatado subido a una silla, en segundo plano, vacía el contenido de harina de una saca sobre un cura ensotanado que figura en primer término. Éste, flexionado, recibe la harina agitando los brazos y con expresión de sorpresa. Contenido claramente humorístico pero anticlerical. El contraste de las expresiones de ambas caras -una de estupor, la otra malintencionada- es elocuente. Se indica el relieve suavizando el trazo y sombreado de la figura que queda en segundo término, e intensificando la del sacerdote, cuyo cuerpo queda a la izquierda del de aquel.
Salida de Colón del Puerto de Palos
39 x 54. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada. Fijado. El autor ha escrito el título al dorso. El soporte se ha adherido por la parte superior a una cartulina para litografía de 49 x 57,5 cm, en cuya base alguien ha escrito a bolígrafo azul: Salida de Colón / del / Puerto de Palos. Y, a continuación: “Boceto original de Gustavo de Maeztu- Pintor”.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Los preparativos para la partida de Colón y sus naves para América está vista en segundo plano, a través de los espacios libres que dejan tres jinetes acorazados sobre monturas enjaezadas, al estilo de la época, que se muestran en movimiento: la primera de ellas, a la izquierda, vista desde atrás e inclinada sobre un eje de simetría, para significar movimiento; otra lateral a la derecha; y otra más casi frontal traslapada sobre aquella. De los tres jinetes, dos animan con sus brazos, enarbolando espadas, a los marineros. En plano posterior y en perspectiva, Colón y los suyos miran a los caballeros o se aprestan al embarque. Más lejos fuerzas armadas y marineros embarcados en las naves, cuyas velas hincha el viento. Al fondo, como referencia de la empresa conquistadora, el perfil de la ciudad de Sevilla, con gentío en los muelles, destacándose en la ciudad la Giralda y la Torre del Oro. El dibujo es esquemático, apenas hay sombreado, por lo que cabe presumir se trata de un boceto que analiza los elementos fundamentales a tener en cuenta en la obra definitiva: composición, reparto de espacios, movimiento, elementos iconográficos. La esencialidad del dibujo aumenta tal vez excesivamente la oposición de distancia.
San Ignacio de Loyola
38 x 28,2. Dibujo al carbón sobre papel. Fijado suave. Adherido a una plancha de cartón rígido de 40,9 x 30,1 cm, en cuyo dorso el autor ha escrito al carbón el número 10 y tachado el número 49. Adhesivo con el número 31.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Se muestra tan solo su cabeza, con el arranque de los hombros. La posición escogida por Maeztu es lateral, de modo que en parte también se perfilen los rasgos del jesuita guipuzcoano. Representado con un sombrero o teja echado algo hacia atrás, y de mediana edad, su aspecto es de indudable misticismo y recogimiento. Su rostro refleja ascetismo y largos ejercicios penitenciales: es un rostro adelgazado, en el que se marcan los huesos y la nariz aún parece alargarse más, por efecto de un cierto escorzo. Los ojos apenas entreabiertos, los labios arqueados, traslucen esa vida interior del santo. Maeztu se ha sentido atraído también por la caracterización racial de Íñigo de Loyola, dando muy bien su canon vasco de cabezas ancha y cara afilada. El modelado es brioso, audaz de claros y sombras, logrando un volumen realista e impactante, que da valor al plano.
San Juan de Dios. Boceto
47,3 x 15,7. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Fijado superficial. Ribeteado con papel pintado de purpurina de 15 mm de anchura. Al dorso alguien ha escrito a lápiz: BOCETO SAN JUAN DE DIOS. Y añade el número 98. Pegotes y despelletados en los cuatro ángulos, síntomas de haber sido arrancado de una base.
G de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Boceto para mural, seguramente, en el cual se representa sobre un escarpe de terreno al santo de pie y frontal, sosteniendo en sus brazos a un enfermo desheredado de la fortuna, semidesnudo. El Santo dirige los ojos al cielo. Al pie del escarpe varios frailes oran con las manos entrelazadas y muy recogidos. A ambos lados de la escena y como fondo fachadas de casas a la derecha y una iglesia a la izquierda, nos sugieren el espacio de una calle. Un grupo de personas en procesión -portando según parece un palio con el viático de los enfermos- discurre por ella. En el cielo nubes. La composición es efectista y no parece muy inspirada. La ejecución abocetada.
San Lorenzo de Sahagún (León)
37,5 x 50. Dibujo al carbón sobre papel grueso de tono crema. Fijado. Al dorso se ha escrito: 109 / San Lorenzo (Sahagún). León [a lápiz].
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
La plaza anterior a la iglesia, que se muestra al fondo, con doble escalinata de acceso y barandilla lateral. En primer término, a la derecha, ante una s casas y a la sombra de dos árboles, un mercadillo de tinajas con varias mujeres. Justo al lado contrario, una casa con tejado a una vertiente y dos parejas de tipos leoneses embozados en ropa, una en segundo término y otra en primero, cortada por el límite de la hoja. Una pareja más sube a la iglesia por la escalera. Cielo nublado. Luz triste. El dibujo posee melancolía y cierta soledad, aún a pesar de los tipos humanos presentes. Dibujo de composición, con valoración de términos. Atención al sombreado y luz.
Sereno
47,5 x 31,4. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, con fijado suave. Al dorso adhesivo blanco con el número 369. Leve desgarro en la parte inferior.
Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Escena de una cierta comicidad. Ante la puerta de una casa, un hombre con bastón golpea la aldaba, mirando hacia la ventana del primer piso, por la que asoma un viejo caricaturesco con una palmatoria encendida en las manos. La casa hace esquina y en ella hay a cierta altura un farol de hierro. Se ve una calle por este lado y en proximidad con la esquina vemos la figura voluminosa de un sereno, bien abrigado, con un farol encendido en su mano izquierda y un palo en su derecha (probablemente la mecha para encender los faroles de gas). No está claro el mensaje del autor, pero no deja de ser chirriante la relación entre el que importuna a horas avanzadas de la noche y el tipo cadavérico que asoma por la ventana. La escena está bien compuesta. El movimiento del personaje central resta estatismo al conjunto. Atención prioritaria al claroscuro. Difuminado con los dedos. El dibujo se hace a grandes rasgos.
Situación humillante
23,5 x 33,4. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado. Al dorso escribe Maeztu: ”He aquí un hombre a quien los golpes y los mamporros han dado la prosperidad y la fortuna”. Escrito en la parte superior: 20.
G. de M., en el ángulo inferior derecho.
Una escena callejera. Varios tipos rodeana un hombre grueso, caído en el suelo, en situación humillante. Parece haber sido golpeado por un personaje que se mofa de él, con aspecto de ser burgués, por ir bien vestido. En primer término, a la derecha, dos agentes del orden público miran al tipo caído sin actuar. Al lado contrario, un campesino, que lleva un saco al hombro, mira al espectador sonriendo y le indica con el brazo el suceso. En último término dos figuras más, una con cara de sorpresa y la otra de risa. El trazo se intensifica o suaviza en función de la distancia. Así, los últimos personajes son difusos, reducidos a unas sombras. El conjunto está bien compuesto y la escena posee humor ácido.
Un soldado herido
59,5 x 40. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado, adherido por la parte superior a una cartulina crema de 70,4 x 46,3 cm., en cuya base alguien ha escrito a bolígrafo azul: “El Soldado herido” por G. de Maeztu (Boceto). Al dorso manchas al óleo (malvas, amarillas, verdes y azul) y el número 26 en bolígrafo verde. Se añade el número 335 en tinta negra.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Composición de dos figuras con alternancia de ejes vertical y oblicuo. En el suelo, sentado y recostado sobre el brazo izquierdo, se halla un soldado herido en combate, vestido con uniforme militar. Tras él, de pié, otro soldado uniformado -como el anterior a la usanza del siglo pasado- pero con la manta cruzada al pecho, fusil con bayoneta calada y gorra, en posición frontal y bien afirmado en el suelo con sus piernas abiertas, reclama ayuda con el brazo izquierdo extendido y a voces para su compañero herido. Apenas se sugiere el fondo con trazos nerviosos que pueden dar a entender el campo de operaciones militares. La situación límite de estos dos personajes no es, sin embargo, patética, pues ellos mismos están vistos por el autor de un modo más decorativo que exaltado. Maeztu se interesa por las posturas y ademanes, jugando con la composición espacial de los cuerpos. Los cuerpos recios están modelados con firme sombreado, que destaca planos de luz en el caído, en tanto que el compañero queda más difuso. No tiene reparo en desdibujar por zonas.
La taberna de Juanito
37,4 x 50. Dibujo al carbón sobre cartulina ahuesada, con fijado.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Escena interior de una taberna popular, donde unos hombres beben y brinda en el ángulo izquierdo. Un anciano embozado en su capa y apoyado en un bastón irrumpe en escena por la puerta de la izquierda que comunica con la calle y envía luz al interior. Frente a los que brindan queda la puerta de un almacén con unos sacos en su interior. En un rincón un tipo grueso sonríe sentado, apoyado en una cuba. En esa pared hay un escopetón colgado. En el rincón contrario se apoyan dos sacos. La parte derecha la ocupa el mostrador de la tasca, donde bebe un hombre y una mujer le atiende. Al fondo la alacena con vasijas y objetos, más una ventana. Completa el cuadro una baja silla de paja junto a la cuba. La techumbre es de vigas de madera entrecruzadas. Dominio de los términos y de la composición. El trazo siluetea los cuerpos y es la línea corta en haces paralelos el recurso de Maeztu para representar con realismo el claroscuro y la entidad de los objetos. Bien obtenido el ambiente.
Tipos de puerto
29,5 x 22. Dibujo al carbón sobre papel grueso sepia. Cinta plateada de 2 cm de anchura como passe-partout.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
En el interior de una taberna de puerto, dos personajes, un marinero a la derecha, en primer término, apoyado en una mesa, fuma en pipa; sobre la mesa una botella con su vaso. A su izquierda, detrás, otro personaje de pié, trajeado, con corbata y gorra ladeada en la cabeza, con las manos en los bolsillos, mira al que está sentado. Son jóvenes, de rostros angulosos, duros. Tras el segundo personaje hay una silla y en la pared del fondo un cuadro que representa un paisaje de puerto pesquero, el cual, al igual que el atuendo del marinero, nos da el ambiente de que se trata. Los cuerpos perfilados con línea gruesa y sombreado intenso sobre los personajes, más suave en la pared del fondo. Bien compuesto.
Tipo gitano
29 x 24. Dibujo al carbón sobre papel grueso de tono ligeramente crema, sin fijado. Adherido a una cartulina del mismo tono y medidas 42,9 x 35,2 cm, que presenta algunas manchas de humedad. Al dorso se ha escrito: 43 x 35 / Gitano 58 [inscrito en un círculo]. Y presenta coloreado de óleo, habiéndose reaprovechado la cartulina como base de este dibujo.
Busto de tipo gitano, tomando la cara de lado pero casi frontalmente. El comienzo del busto sólo se ha perfilado, como soporte necesario de la cabeza, en donde se centra la atención del autor. El tipo es joven, con aspecto racial gitano indudable y se ha representado con sentido del humor y conocimiento de la raza: aunque dirige su cabeza al frente, el gitano mira con el rabillo del ojo a su derecha, con desconfianza; su semblante es el de un tipo de cuidado; su cabello cae ondulado sobre la frente; el entrecejo se frunce y la nariz se afila, acaballándose. Los labios prietos, la barbilla huidiza, todo parece en él que se orienta a la sospecha. Dibujo de pocas líneas, sólo las precisas. Incluso el sombreado es el necesario, no más, con pocos recursos técnicos. Maeztu consigue una buena caracterización.
Torero saludando o Toreador
33,3 x 23. Dibujo al carbón sobre papel ahuesado, sin fijado. Passe-partout de estaño o aluminio dorado de 8 ó 9 cm de anchura en cuadro. Al dorso adhesivo con el texto de Maeztu siguiente: G 24 / Toreador / 8 guineas [la inicial de su nombre es G larga y lleva en su vástago dos rúbricas horizontales paralelas]. Otro adhesivo con el número 11005. Otras anotaciones numéricas: 10567 / 10568 / 10578; 70 inscrito en un cuadro; 90 y las medidas 50 x 38 ½ .
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
El torero en posición tres cuartos, frontal, tocado con su montera y enfundado en el capote de paseíllo: saluda con el brazo derecho a la afición taurina, dirigiendo os ojos hacia arriba. Sin contexto ambiental. El dibujo se ha trazado a grandes rasgos, sin detallismos. Contraste de luz y sombra, sobre todo en la cara. Líneas angulosas y valor del plano, en una concepción cubista. El cuerpo rígido.
Torre Jaundegui. Berástegui (Boceto)
20,9 x 31,2. Dibujo al carbón sobre papel grueso ahuesado, fijado en gran parte. Poco fijador en la parte superior. A la izquierda del dibujo, en una banda, el autor ha escrito el título con otra indicación [“balcón azul”] y otras palabras abreviadas de difícil interpretación. En el dibujo abundan las indicaciones sobre colores: verde musgo, plata, amarillo, verde, blanco, ocre…) Al dorso ha escrito el autor a lápiz: Dibujo de Gustavo de / Maeztu. Adhesivo con el número 301. En el dibujo manchas de color.
Boceto que pudo ser utilizado en el temple sobre plancha de uralita titulado Nieve en Jaundegui (Véase). En éste se establece la composición y se elige el punto de vista, aunque en la versión definitiva Maeztu añada detalles ( unos personajes al pie de los carros). Indica los colores y entonaciones y decide las luces. El punto de vista es original y valiente, pues supone saltar de un espacio a otro sin dar idea de aplastamiento, lo que exige una buena técnica: en primero y segundo término tres árboles, uno solapado casi totalmente en otro. El camino. Una casa de piedra con historia (a juzgar por su ventana ajimezada), aprovechada como casa de labranza. Un cobertizo a la derecha. Dos carros en sus proximidades y una empalizada de laja de piedra. El monte tras ella, con caseríos dispersos. El dibujo definido en árboles y en la casa, sin precisar tanto en las lejanías. Se estudian los claroscuros. Atiende preferentemente los árboles, con sus ramas peladas y retorcidas que se destacan sobre la casa.
Velero
24 x 26,8. Apunte al carbón sobre papel grueso ahuesado, sin fijar. Adherido a cartulina con textura al dorso de papel tela y de medidas 35,2 x 41 cm, que en la cara se ha coloreado con aguada de gouache probablemente. Al dorso el número 8 escrito con bolígrafo verde, un adhesivo con el número 334 y las medidas a lápiz de 41 x 35, que parecen anotadas por Maeztu. Bajo el dibujo alguien ha escrito a bolígrafo azul: “El velero” por G. de Maeztu.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Apunte rápido de un velero varado en tierra, en posición oblicua que lo sitúa en perspectiva. Su velamen yace enrollado sobre cubierta y del mástil cuelgan cuerdas y argollas. La popa en primer plano, con el timón. No hay referencia ambiental salvo unas líneas horizontales que sugieren la tierra. Se sombrea la panza de la nave con líneas rápidas de zig-zag. La línea desdibuja. Nos da una impresión.
Viana (Navarra)
37,4 x 47,2. Dibujo al carbón sobre papel grueso crema, fijado. Al dorso se ha escrito a lápiz: VIANA. NAVARRA. Más abajo: 26. Algunas adherencias de papel encolado en la periferia.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
En un gran espacio escénico aparece dominadora la torre fortaleza de San Pedro de Viana, rodeada del cerco hasta unas casitas situadas a la derecha. En los dos primeros términos y ante el cerco se extienden los campos que rodean la ciudad, donde se ven distintas personas ir y venir, sobre todo por un camino que cruza diagonalmente y que parece conducir a la ciudad. Un cobertizo en su orilla. En primer término un par de mulas cargadas y varios portadores con bultos a cuestas. Contrasta el dibujo de línea y arista de los volúmenes de las construcciones en la parte superior de la representación, con el toque suelto entrecortado dado a los campos y a los personajes, con afán impresionista, queriendo dar antes que nada una imagen viva del conjunto. Simbolismo de la torre, testigo de épocas gloriosas, hoy ruinosa a pesar de su poder.
Pasteles. Dibujos
Bodegón
40,9 x 50. Pastel sobre papel grueso sepia intenso, con passe-partout crema de 6,5 cm de anchura que presenta perforaciones en los ángulos y el número 31 anotado a lápiz, en el ángulo inferior derecho. La obra presenta un desgarro en la parte superior, con pérdida del papel y otros desgarros o grietas en los ángulos inferiores. Sin fijar.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo, a carbón.
Sobre una mesa (¿), un jarrón de cuerpo esférico situado a la derecha, traslapa parcialmente una flor y un plato, que apoyado sobre su canto se sostiene en la pared. A la izquierda cuelga sobre la pared una especie de guirnalda. El bodegón es pobre en cuanto a los objetos seleccionados, pero es rico en cuanto al color, pues Maeztu se siente arrastrado por el vivo cromatismo del pastel (violetas, amarillos, verde, blanco, sobre un soporte rojizo que cuenta como un elemento cromático de gran importancia). Los objetos reciben la luz desde la derecha y sus sombras se esbatimentan en cadena hacia la izquierda. Buenos efectos en cuanto al volumen del jarrón y del plato.
Busto de gitana
41,4 x 32,5. Dibujo al pastel sobre papel ocre rojizo, con bosquejo previo a carbón. Perforaciones en los ángulos. Doblado en la parte inferior, a 3 cm. de la base. Sin fijar.
Busto de joven muchacha de raza gitana presentado casi de frente sobre un fondo azul turquesa y verdoso, obtenido por superposición de azul sobre verde con trazos alargados, mostrando transparencias. Algo cabizbaja, su pelo negro con brillos azulados se recoge en un moño detrás y casi tapa por completo la frente. Es una chica bella, de cara ancha, facciones correctas. Su piel cetrina permanece en contraluz: un rayo de luz intensa amarilla incide en la mitad derecha de la cara. El tono de la piel se obtiene con un leve restregado de rojo sobre el fondo sepia del soporte. Ello causa que los ojos aparezcan aureolados por la sombra. Lleva pañuelo blanco al cuello y chal o toquilla multicolor, floreada, de tonos sienas y naranjas. Maeztu bosqueja con rápido dibujo la trayectoria de estas flores. Es de apariencia colorista y expresiva.
Canto a la tierra. Ensayo previo
34,5 x 50,8. Dibujo al pastel sobre cartón, sin fijar. El ángulo superior derecho está rajado y toda la periferia derecha sin refinar. Al dorso un adhesivo de papel con el número 313 y manchas de pastel. Bosquejo previo a carboncillo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior izquierdo.
Dibujo muy elemental que trata de establecer la composición de una escena, con la distribución de personajes y masas principales, así como el desarrollo de una temática luego plenamente madurada en el lienzo pintado al óleo que se tituló Canto a la tierra. Respecto a aquél, éste ensayo es un primer balbuceo, que luego será modificado. Pero ofrece ya los primeros espacios: el primero es una pequeña elevación de terreno con un caballo ensillado, de espaldas y escorzado, y un declive del suelo donde se asientan o apoyan -a la derecha- dos hombres y una mujer (ésta mueve los brazos como si danzara) y -a la izquierda- tres mujeres jóvenes. Todos visten al estilo andaluz. Y como fondo las líneas de unas montañas, por la derecha, y el cielo. El coloreado es superficial y difuminado, más intenso en el caballo (violeta), alternando azules que evolucionan a verdes desde la derecha a la izquierda. En el cielo especialmente se muestra por transparencia el soporte, que juega cromáticamente.
Canto a la tierra
35,7 x 42,5. Dibujo al pastel coloreado sobre cartón ocre, sin fijar. Al dorso un adhesivo con el número 315.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Estudio previo de composición y movimiento de las figuras que intervienen en la obra definitiva homónima, al óleo. De representa al guitarrista al fondo, a la izquierda, sentado en el suelo, mientras toca su instrumento; a tres andaluzas con sus chales, de pié, al fondo, y en plano anterior a la bailarina danzando al tiempo que toca las castañuelas, con otra mujer reclinada en el suelo a la izquierda. Estudio, pues, del grupo principal de esa obra posterior. Se ha dibujado en negro los contornos de las figuras y ciertos detalles anatómicos y del vestido, éstos más bien sugeridos, dando tipos estilizados pero fornidos de mujer, que se colorean con amarillo y verde, ligeramente, para que el tono del cartón los atempere. Da al fondo una entonación suave de azul, lo que en el guitarrista -unido a un trazo más débil- da idea de lejanía.
Estudio de cabeza masculina
29 x 22,8. Dibujo al pastel sobre papel marrón suave, encolado a una cartulina ahuesada de 44,2 x 34,6 cm, con manchas de humedad y desgarrones en los ángulos. Esta cartulina tiene coloreado de óleo al dorso, las medidas 44 ½ x 35 [a lápiz, parecen del autor], el número 6 [a pastel, de mano del autor] y el 27 inscrito en un círculo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Cabeza vuelta al espectador, con esbozo de los hombros, de un mozo aldeano, con boina y caracteres correctos. Está captado en el momento de la llamada: sus ojos se dirigen hacia atrás y la boca entreabierta denota un estado de atención transitorio. Su viva expresión casa con los rasgos fisonómicos tratados con rapidez y contención de medios por Maeztu. Hay una cierta angulosidad en ellos, sin embargo esta cabeza no tiene la virilidad de otras de Maeztu. La cara se ha coloreado con ocre suavemente; boina y hombros con azul y blanco difuminados y el fondo con un tono asalmonado muy expresivo, sin importarle se vea el soporte. El modelado no alcanza el grado de realismo y naturalidad de otras obras. Ésta es menor.
Estudios para niño aguador
24,2 x 27,5. Dibujo al pastel sobre papel de tono marrón de 25 x 30 cm, sin fijar. Al dorso figura el texto de un cartel anunciador de una exposición del autor, con el número 86 dentro de un círculo, a lápiz.
Dos dibujos en la misma hoja muestran a un niño de cuerpo entero portando en el hombro izquierdo un cántaro de barro que sujeta con el brazo derecho por detrás de la cabeza. En el de la izquierda, más acabado, el niño tiene cara definida, mientras que en el otro carece de ella. Asimismo en el primero el niño flexiona el brazo izquierdo, manteniendo la mano a la altura del pecho y se muestra el cuerpo más frontal. En el segundo el brazo está extendido y el cuerpo de perfil casi completo, con leve inclinación del cuerpo hacia delante por efecto de contrapeso. Sin haberse tratado el fondo, las figuras están bien definidas por un dibujo contorneador, que desciende a algunos detalles (pliegues, vestido). Un leve coloreado de azul señala las sombras. Las luces se obtienen por contraste con el tono del papel. El niño, vestido pobremente, es de extracción aldeana. Su expresión es ingenua.
Grupo humano. Boceto
25 x 26,8. Dibujo al pastel sobre papel grueso sepia adherido a una cartulina ahuesada de 35,2 x 50 cm, que presenta manchas de humedad en su mitad superior. En su reverso hay una mancha de pintura azul y la anotación del pintor a lápiz: 50 x 35. Sin fijar. Manchas en la mitad superior, también en la inferior, como de humedad o tal vez transparencia de la cola.
Composición de figuras que mide los espacios y el equilibrio en la distribución de los cuerpos y masas, como ensayo previo a obra de mayor ambición estética, de la que este dibujo sería tan solo un boceto. Escena al aire libre. Sobre el terreno, en primer término, dos grupos de personas, en su casi totalidad hombres, a ambos lados. Se hallan en movimiento. A la izquierda, un tipo señala al grupo contrario con el brazo, abriendo las piernas; detrás una mujer (¿) parece atarse las cintas de una de sus alpargatas; otro hombre en jarras, solado a ésta, con el cuerpo desequilibrado y otro más semi oculto tras él. Al lado derecho y cortados en parte por el margen del dibujo, dos mozos caminan en dirección izquierda-derecha, brazo derecho en jarras y con la manta al hombro. En segundo plano, sentados o tumbados en el suelo, que forma declive, varios hombres y mujeres en grupo: sus miradas se dirigen a los que permanecen de pié en primer término. Distinguimos a una mujer que escancia vino de una jarra a un vaso, y a otra más en estado pensativo. En el fondo, el casco de una población con su iglesia destacándose en el mar. Cielo grisáceo. Equilibrio compositivo, dinamismo, modulación de términos y efecto de perspectiva mediante gradiente de textura y de color. Dominan los rojos y tierras. También azules y blanco entonados y notas de verde. Puede localizarse la escena en el País Vasco. Los tipos son aldeanos.
Joven gitana de busto
58,4 x 42,7. Dibujo al pastel sobre cartulina de tono sepia claro, sin fijar. Perforaciones en los ángulos. Una grieta en la parte superior. Leve desgarro en la esquina inferior derecha. Al dorso un texto a lápiz: 29 [inscrito en un círculo] / Joven gitana.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho, a carbón.
Amplio busto de mujer joven de raza gitana, en posición frontal con leve ladeado a la izquierda y la cabeza movida hacia el mismo lado, si bien la mirada se dirige al espectador. Viste un chal que se cruza sobre el pecho y parece estampado de flores, ya que el pintor da un levísimo coloreado de ocre y verde, con ligeras sombras, que impide una identificación segura del ornato. La cabeza presenta gran interés. El cabello negro cuelga trenzado por la izquierda, tras la espalda y suelto por la derecha, en espesa melena, dispuesta con gusto por el autor. Un bucle cae por la frente, del lado izquierdo. Cuello y óvalo de la cara están bien definidos por un trazo ya firme como delicado, casi aéreo. Sensible distribución de luces en una cara que empieza a ser madura y muestra la belleza del indigenismo. La mujer sonríe levemente, con mirada melancólica. Queda patente en la expresión el enigma de esta raza. Bien definidos los rasgos de la cara, en especial los ojos, de mirada penetrante. Se representa la luz que incide en la cara con color amarillo, que se atempera al superponerse al soporte por su transparencia. El fondo no está tratado.
El levantamiento del cadáver
30 x 23,1. Dibujo al pastel sobre papel grueso sepia fuerte, de 32,8 x 25,2 cm. desgarros en la periferia, con mutilación del soporte. El espacio plástico está bien conservado. Sin fijar. Al dorso el autor ha escrito en pastel negro: 6/. Y el número 75 a lápiz, inscrito en un círculo.
G. de Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
En primer término, a la derecha, un campesino fornido camina en dirección idéntica, cargando en sus espaldas el cadáver de un hombre semidesnudo, al que sujeta los pies y arrastra boca abajo, de una forma un tanto bárbara. En segundo término un aldeano de pie, apoyado en una vara que abraza, en postura ornamental, le mira (¿), aunque carece de fisonomía. Al fondo de la explanada en la que se encuentran, una figura con capote sobre cabalgadura blanca, a la izquierda, en actitud de marcha. Parece tratarse de un guardia civil, lo que puede dar al motivo una significación social crítica. Como fondo hay unos campos alomados y cielo entre azul y amarillo con luz tenue. El conjunto está dibujado con trazo anguloso que esquematiza. La composición es equilibrada y dinámica a un tiempo. Los colores empleados son azul, amarillo, verde, lila, blanco. El tono sepia del soporte atempera el colorido.
Muchacha con mantilla y abanico
74,5 x 59. Dibujo a pastel sobre cartón
Una muchacha sentada sostiene el abanico desplegado delante de su pecho. Su cabeza gira suavemente a la derecha, dirigiendo hacia ese lado la mirada. Envuelve su espalda y brazos en una mantilla. Salvo la cabeza, el resto del cuerpo aparece abocetado. En la cabeza ha dibujado cuidadosamente el cabello y las facciones del rostro, confiriendo dulzura a la expresión. Refleja la luz del rostro con raspados de ocre y amarillo mezclados, que al mismo tiempo dan volumen al cuerpo. El fondo del cartón se ha coloreado con trazos paralelos de siena, violeta y blanco. Parece un ejercicio de dibujo y de color.
Mujeres. Boceto para mural
28,5 x 36,4 . Dibujo al pastel sobre papel, sin fijar. Adherido a una cartulina detono ahuesado y medidas 35,1 x 50 cm, con manchas de humedad, que al dorso presenta manchas de pintura al óleo, las medidas 50 x 35 [a lápiz], cuya anotación pudo hacerla el pintor, y el número 317 en un adhesivo blanco.
Escena campestre en que se representan cuatro mujeres aldeanas en un campo de cultivo, con posturas diferentes y bien estudiadas, con un fondo constituido por dos bandas de tierra: una más próxima gris azulada, con el perfil de extensión de la meseta castellana (¿), y por encima de ella el cielo gris, con sensación de infinitud. El dibujo se ha cuadriculado como un boceto de mural. La escena puede describirse así: en primer término, a la derecha, de pié y casi del todo frontal una mujer siembra semilla en el campo, estirando el brazo y sujetando el delantal con la semilla con el brazo contrario, caminando; en segundo plano otra figura agachada en el suelo, en actitud imprecisa, tanto como su forma, en posición lateral de espaldas; a su izquierda, en un plano posterior, las dos mujeres restantes juntas, una sentada, en posición lateral y la otra a su lado, de pie, frontal, con un cántaro en la cabeza, más difuminadas que las otras. El dibujo rehúye los detalles, es compositivo y ornamental. Profundiza más en los trazos envolventes que definen los pliegues y formas del amplio vestido de la sembradora.
Paisanos
42,8 x 58,8. Dibujo al pastel sobre cartulina sepia. Bosquejo al carboncillo, sin fijar. Rasguños laterales. Golpeada la esquina inferior.
Obra inconclusa.
Con una casa como fondo y una calle por la izquierda, a través de las que se ven varias casas más de un pueblo -tal vez castellano-, se ofrecen en primer término varias figuras: un aldeano de tamaño tres cuartos, anciano, caminando hacia la derecha, viéndose de lado, aunque tuerza la cabeza hacia el espectador. Tienta el terreno con un bastón que lleva en las manos y su indumentaria consiste en sombrero, chaqueta, faja y pantalón. A la derecha, frontales y casi de cuerpo entero, dos airosas mozas tocadas con el traje típico del lugar (pañoleta en la cabeza, chaquetilla ceñida al busto y falda larga). Están bosquejadas con carbón y coloreadas de ocre amarillo, pero falta un retoque que las caracterice y defina mejor. Asimismo, el fondo desvaído, sombreado con débil carboncillo y coloreado suave de pastel ocre y verde. Más acabado se presenta el aldeano, en el que se ensaya cierta caracterización y una distribución del claroscuro. Pesa lo anecdótico.
Retrato de campesina
Dibujo al pastel sobre papel sepia fuerte, con perforaciones en los ángulos inferiores y desgarros en los superiores. Al dorso bosquejo de una cabeza masculina con papel morado y el siguiente texto a lápiz: 55 / RETRATO. Sin fijar.
Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Busto corto de mujer de pueblo, en posición lateral, mirando a la izquierda, en dirección oblicua. Se trata de una mujer joven, de cara ancha y rasgos suaves, con dulzura en la expresión de ojos y boca. El tono de su tez es coloreado, aunque alterne con manchas de luz amarilla. El tono sepia del soporte conforma el coloreado, equivalente a la sombra. El claroscuro es brusco y da un resultado como de iluminación artificial (resplandor de fuego o similar) sobre fondo morado y negro, que bien pudiera ser la pared de una habitación. Este fondo se obtiene con rayado longitudinal espeso. El cabello de la retratada presenta moños laterales. El busto se arropa con un espeso chal de tonos malva, con ornato de estampado verde y sombras en los pliegues. Más colorista que dibujístico, sobresale en él el delicado claroscuro del rostro.
Retrato femenino
60,7 x 50. Dibujo al pastel sobre papel grueso sepia, reverso de un cartel anunciador de la exposición del pintor en el Salón de la Sociedad Filarmónica entre diciembre y enero de 1917 y 1918. Sin fijar.
G. de Maeztu en el ángulo inferior derecho.
Esbozo de retrato de una dama madura, representada de busto, en posición algo lateral, mirando al frente. Viste chaquetón o capa bien delimitada por un dibujo que marca la periferia del cuerpo y los pliegues fundamentales. El dibujo cede protagonismo a un color bien difuminado en el rostro, que aparece delicadamente representado, resultando de una apariencia casi misteriosa. La misma técnica se emplea en el cabello rojizo que, sin embargo, resulta más descuidado. Su vestido -chaquetilla o capa- está modelado con manchas diversas de negro, malva, naranja, ocre, blanco, que quieren dar una apariencia multicolor de conjunto, sin detallar en absoluto. Se ha aplicado aquí un difuminado con los dedos diferente al de la cara, más fino. El fondo se ha tratado con color blanco azulado que no oculta el tono del soporte.
Plumas a tinta. Dibujos
Cuando el guardia civil llegó al portalón del parador Los Navarros
23,3 x 33,3. Dibujo a pluma y tinta con aguada de tinta de dos intensidades sobre papel grueso ahuesado, con passe-partout blanco de 5,5 x 7,2 cm de anchura. En la parte inferior alguien ha escrito a tinta: Llega la Guardia Civil al Portalón de Parador de los navarros = acuarela = por Gustavo de Maeztu. Al dorso del dibujo el autor ha escrito a lápiz: 7 / Cuando la guardia civil llegó al portalón del parador [de] [tachado] los / Navarros… Adhesivo con el número 265.
Dibujo que da mayor interés a la composición y el movimiento, con intención de denuncia socio-política. En el ángulo inferior derecho, tres personajes tomados de medio cuerpo, cortados por el límite de la representación: un aldeano con bastón, , blusa y boina, de espalda, algo de lado para mostrar la cara de perfil, con expresión de susto; una mujer de costado lleva sus manos a la cara, en actitud compungida; y otra figura que se ofrece tan solo parcialmente. Al lado contrario, casi de cuerpo entero, camina un hombre hacia el guardia civil representado en el centro, en segundo término, haciendo aspavientos con los brazos. El guardia llega montado a caballo, vestido con capote y tricornio, con el fusil en bandolera. Sobre la silla de montar -ante sí- el cuerpo de un hombre muerto, que pende por delante. Desde el punto de vista técnico, los cuerpos se han perfilado con una línea fina y su interior se ha modelado con dos aguadas de intensidades diferentes: sobre una gris clara -que equivale a las zonas más iluminadas- otra más oscura, para la partes en sombra. Así resulta un modelado enérgico, casi expresionista, que recuerda al utilizado en la ilustración -en el cómic-, para dar un impacto visual a la escena que se narra. A ello hay que añadir el movimiento de las figuras, que intenta acentuar el realismo de la escena. De tal modo que el patetismo del momento llegue con mayor facilidad al espectador. La perspectiva empleada -con el guardia civil de cuerpo entero en la parte superior- sirve al fin de simbolizar el poder y la fuerza.
Primeros pasos de baile
23,7 x 33,5. Dibujo a pluma y tinta negra sobre papel grueso ahuesado. Al dorso hay un bosquejo de retrato de medio cuerpo a carbón y un adhesivo con el número 375. Bosquejo previo a lápiz, que en ocasiones no se ha seguido en su trazado al dibujar con la pluma. Estos trazos de lápiz no se han borrado después.
Escena desprovista de contexto ambiental: siete figuras intervienen en ella, colocadas en cuatro planos diferentes, si bien no muy alejados unos de otros. Visten conforme a principios de siglo: dos muchachas de espalda observan los movimientos de pies y manos de otra compañera que está frente a ellas, sonriendo. Una de ellas levanta la falda para bailar más cómodamente; la otra con los brazos en jarras; más allá otra muchacha de frente, también con los brazos en jarras. Tras la que enseña a bailar a sus compañeras, hay un muchacho trajeado, que observa divertido la escena, con una mano en el chaleco, Y en el extremo derecho hay un horondo matrimonio que camina con expresión divertida, volviendo él la cabeza para mirar a las muchachas. La escena está vista con alegría, captando el movimiento de las figuras y distribuyendo bien las masas. El dibujo es más seguro en las muchachas y de trazo más rápido en el matrimonio. Sombreado con planos de tinta negra en las faldas de las muchachas. El dibujo evidencia una destreza técnica.
Pinceles y tinta. Dibujos
Andaluces
32,4 x 50,1. Dibujo a pluma y pincel y tinta negra coloreado con tintas diversas sobre papel grueso crema satinado. Perforaciones a los lados. Un desgarrón en el ángulo inferior izquierdo afecta al dibujo. Algunos agujeros de polilla a ese lado. Al dorso presenta despelletado el lado derecho, por haber sido arrancado de una base a la que estuviera pegado (coincide con el lado izquierdo del dibujo, que aparece desgarrado). Anotación a bolígrafo azul del número 6 [subrayado] y del número 18 a lápiz, inscrito en un círculo.
Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Estudio de un grupo de personajes diversos de la tierra andaluza. Aparecen en dos o tres planos espaciales, sin guardar distancias entre ellos, bien solos o en conversación (como es el caso de dos mujeres) y en distintas posiciones o actitudes, dotados de cierto movimiento. Cuento diez personajes, a partes iguales hombres y mujeres. Las posiciones sociales son variadas, a juzgar por las indumentarias y los gestos. Puede decirse que se han tomado con cierto naturalismo, exagerando algo los rasgos, al límite de la caricatura. Unos personajes son sarcásticos, otros engolados, alguna es presumida, otros viciosos, uno más jorobado. Maeztu no oculta la verdad de sus almas ni de sus cuerpos, de modo que el humorismo presente es algo ácido. Aunque están en grupo, se respeta la individualidad. Maeztu da una lección de composición totalmente natural y de espontánea ejecución -podría decirse que se trata de un apunte. Perfila siluetas y detalles de la indumentaria con trazo lineal de pincel y tinta negra, para colorear los interiores con azul, verde, ocre, negro o amarillo, cuidando de dejar expresos planos de luz con ayuda del tono natural del soporte. Analiza la luz con modulación de la densidad de la aguada. No se trata el fondo y apenas el suelo. La observación del autor llega al máximo en estos tipos andaluces.
[La bella y la bestia]
24,5 x 19,6. Dibujo a pincel y tinta sobre papel ahuesado, adherido por la parte superior a una cartulina pintada de violeta de 33,5 x 28,3 cm, en cuya base se ha escrito -sin interpretar el verdadero sentido del dibujo: “La bruja y el dragón”, por Gustavo de Maeztu. Al dorso un adhesivo con el número 324. Se ha trazado un bosquejo previo a lápiz, muy suavemente, y después se ha coloreado con tinta negra y pincel, aguándola previamente o en estado más puro. Línea de carboncillo en la periferia.
Una escena con dos figuras: un dragón, sentado en sus cuartos traseros, visto de perfil, a la izquierda. Corta su cuerpo la línea del cuadro. Dirige sus ojos, apeteciéndola, a una mujer joven que vestida con una túnica transparente que deja ver su cuerpo desnudo, provoca a la bestia: su expresión, además, es de sensualidad y provocación. La túnica se pliega en la espalda como agitada por el viento y ella está en posición de caminar, mostrando su cuerpo desnudo, joven y seductor. Hay entre ellos la comunicación del deseo físico, la amenaza de la apropiación. La técnica de entintado es dominada por Maeztu, que consigue unos bellos efectos de claroscuro y transparencia, de modo espontáneo, aplicándose con mayor atención a la figura de la Bella, que recibe la luz por delante exaltando su anatomía, que la transparencia pone al descubierto.
Los curdas
32,3 x50. Dibujo a pincel y tinta negra, coloreado con tintas diversas sobre papel grueso crema. Se aprecia un bosquejo muy débil de lápiz. Perforaciones en los ángulos. Al dorso parece haber escrito el autor con bolígrafo azul el número 4 [subrayado].
Los curdas – / Maeztu, en el ángulo inferior derecho, en tinta.
En este grupo de borrachos -son seis exactamente- Maeztu analiza las diferentes reacciones del humor que causa el etilismo: la alegría inocente o estúpida, la chulería, la tristeza, la fanfarronería y la cólera. Todos estos personajes, que forman grupo, son individuales en su problema y, obviamente, están dotados del movimiento multidireccional que imprime la borrachera. Los cuerpos se inclinan en equilibrio inestable. Lo ha sabido plasmar muy bien Maeztu silueteando con líneas onduladas los cuerpos, líneas que es estilizan o engrosan. Las expresiones de los rostros captan el estado anímico con pocos trazos. Aquí se confunden las extracciones sociales y todos se hermana en el común problema. El color se aplica suavemente: rojo, amarillo, son los colores empleados, graduándose la densidad de la aguada, aprovechando el tono del papel. Agudas dotes de observación.
Pareja
32,5 x 25. Dibujo a tinta china aplicado con pincel y coloreado con tintas diversas sobre papel grueso crema satinado. Perforaciones en la parte superior e inferior. Al dorso alguien ha escrito a bolígrafo azul el número 1/ y el 21 a lápiz dentro de un círculo.
Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Hombre y mujer en posición lateral, de pié y de tamaño tres cuartos, ella situada a la izquierda, vestida de andaluza, con amplio chal y falda ahuecada, sostiene en su derecha un abanico plegado, que lleva a la boca en actitud pensativa. Sobre su cabello, recogido atrás, un lazo. Él, un hombre grueso y maduro, se vuelve al espectador. Su indumentaria lo retrata igualmente como andaluz: de esta procedencia es su sombrero, camisa, pañuelo al cuello y chaleco. Se cubre con una capa española. Sus facciones son un poco grotescas y su cara iluminada por el vino. Se lleva la mano izquierda a la barbilla. Constituye este dibujo un estudio de tipos. Técnicamente se ha bosquejado débilmente a lápiz, para después trazar las siluetas y pliegues de las ropas con pincel y tinta negra, alternando la posición vertical e inclinada del pincel con mayor o menor presión. Luego el interior se ha coloreado, empleando violeta, rojo y ocre, y dejando sin colorear las carnes. El color se aplicó arrastrando horizontalmente el pincel, con trazos largos que buscan efectos de transparencias. El fondo no se ha tratado.
[El personal de la fiesta]
32,4 x 50. Dibujo a pincel y tinta negra coloreado con tintas de colores sobre cartulina crema satinada. Bosquejo suave a lápiz. Perforaciones laterales. Al dorso el pintor ha escrito a bolígrafo azul el número 5/. También el número 19 a lápiz, dentro de un círculo.
Maeztu, en el ángulo inferior derecho.
Un grupo de ocho tipos -toreros, picadores, un alguacilillo y un monosabio-, todos protagonistas de la fiesta taurina, colocados en distintas posiciones y actitudes, bien en conversación, pensativos, paseando, y todos ellos dotados de expresión y carácter, lo que demuestra buenas dotes de observación por parte del autor. Concebidos con naturalismo y plasmados con rapidez y soltura. Técnicamente se han trazado los perfiles y detalles del vestido con pincel y tinta china negra, coloreando con aguada de tinta de diversos colores (carmín y amarillo fundamentalmente), mezclando con algo de negro otras veces y con notas de blanco. El conjunto está bien compuesto y se ofrece en varios planos espaciales.
(El texto tiene una segunda parte titulada: Catálogo del Museo Gustavo de Maeztu de Estella, Navarra: Técnicas mixtas y otros materiales)
Notas
[1] Nota del autor (01.12.2016): El estudio al que me he referido lo escribió en 1995 la entonces directora del Museo Camino Paredes Giraldo con el título G. de Maeztu, editado en Pamplona por la Caja de Ahorros Municipal en 1995 (481 pp.), donde no se cita mi catálogo aunque un ejemplar del mismo fue entregado a su biblioteca (y también uno más a la del Museo de Navarra). En ninguno de sus fondos bibliográficos consta mi trabajo, razón que me ha impulsado a difundirlo mediante esta página web. Deseo hacer constar mi agradecimiento al entonces restaurador del Museo de Navarra, Ángel Marcos Martínez, por haberme despejado con toda amabilidad algunas dudas sobre procedimientos técnicos, surgidas del análisis de las complejas mezclas utilizadas por Maeztu en la ejecución de su obra.