El paso procesional de Semana Santa

Expongo a continuación el texto de mi intervención, el 5 de abril de 2001, en la Universidad de Navarra (Pamplona), dentro del ciclo «La Semana Santa en Navarra: sobriedad y devoción». En la mesa redonda también estuvieron presentes Arantzazu Zozaya, Ricardo Fernández Gracia y Emilio Quintanilla.

Ante todo, para centrar este debate, es conveniente recordar que un paso procesional es, como explicó Pierre Cabanne en su Diccionario universal del arte, un grupo escultórico, relativo a la Pasión de Cristo, que, instalado sobre una plataforma y llevado sobre andas y a hombros, desfila por las calles en las procesiones de Semana Santa. Puede constar de una sola figura o, caso el más común, de varias. Es un elemento típicamente español.

Es la representación dramática de una escena de la Pasión. Paso equivaldría a “misterio” (cualquiera de los sucesos más notables de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo) y a “simulacro” (imagen/es hechas a semejanza de una cosa o persona, especialmente sagrada). Característica esencial del paso –además de ser representación de un suceso- es la de su salida en procesión.

En su desarrollo histórico, la procesión guarda estrecha relación con el drama: en la Edad Media, ante la falta de locales adecuados, se hacían procesiones por las calles, en las que las escenas sagradas se representaban en tablados transportables (quizás debido también al deseo de darles aire dramático).

Las de Semana Santa son procesiones de penitencia (muy distintas a otras también existentes: las conmemorativas por ejemplo). En España las características de estas procesiones son:

  • La hora de la noche en que se celebran, que aporta ya no la nota lúgubre, sino el ambiente favorable al recogimiento y al espectáculo, favorecido por efectos como el silencio, el juego de luces y sombras, y la meditación.
  • La severidad del traje (en realidad un hábito) penitencial. En algunos lugares aún esta severidad se ve realzada por los castigos que se infligen los penitentes.
  • La plástica representación del Martirio de Cristo.
  • La emotiva, o impresionante, manera de anunciar el recuerdo de la pasión a son de corneta destemplada y de saeta cantada.

Los orígenes del paso procesional se remontan al Siglo XVI, pero es a raíz del Concilio de Trento (1530) y de la Contrarreforma, cuando las cofradías y hermandades encargan a los gremios de imagineros la ejecución de las figuras de los pasos. Esto es posible por el ambiente eclesiástico, que favorece la educación del pueblo fiel en las Verdades de la Fe. El paso constituye a partir de entonces un género artístico, que mantiene relaciones muy estrechas con el retablo, ya que ambos ilustran por medio de imágenes estas Verdades de la Fe, completando de este modo la palabra del predicador. En ellos, la fuerza emocional de las imágenes induce el sentimiento religioso de los fieles, acaparando su atención. Tienen una misma función didáctica. Equivalen a un sermón permanente. Y poseen una iconografía definida, con un sentido determinado.

Sin embargo, retablo y paso difieren en el orden de lectura exigido por la representación de las imágenes: en el retablo este orden es de izquierda a derecha y de arriba abajo; los pasos procesionales se ven de principio a fin, en secuencia continua, como los actos de una escenificación teatral o, mejor aún, de un auto sacramental. De ello se deriva una diferente jerarquización en las representaciones: en el retablo se distribuye la iconografía por calles, la central destinada a las figuras divinas, la Virgen María o los santos patronos, y el lado del Evangelio se valora más que el de la Epístola; en la procesión –a modo de secuencia fílmica- los pasos se van desgranando de acuerdo a un “montaje” dinámico y no sólo de acuerdo a un guión descriptivo-narrativo (como en el retablo), conforme a una estructura teatral o, en términos modernos, cinematográfica:

Si tomamos como referencia los Pasos de la Procesión del Viernes Santo de Pamplona, la secuencia cronológica de los pasos sería la siguiente:

Introducción: Entrada de Jesús en Jerusalén, Última Cena, Oración del Huerto.

Desarrollo: Prendimiento, Flagelación, Ecce Homo [Presentación de Cristo al pueblo judío], Cruz a cuestas, Caída del Señor.

Nudo: Cristo Alzado [Crucifixión]

Desenlace: Descendimiento, Sepulcro [Enterramiento de Jesús]

Aunque sería un desenlace incompleto: faltarían la Resurrección y la Ascensión a los Cielos.

El desarrollo del paso procesional comienza a principios del Siglo XVII, estilísticamente hablando, en época proto-barroca, aún teñida del Manierismo renacentista. Alcanza un estado de plenitud a partir de 1615, que desemboca a mediados del Siglo XVIII en el estilo rococó con las representaciones de Francisco Salzillo en Murcia. En el barroco pleno se dan en España cinco grandes escuelas:

Siglo XVII

  • Vallisoletana : Gregorio Fernández (1576-1636) con sus pasos “Descendimiento” de la Iglesia de la Vera Cruz de Valladolid (manierista), las imágenes de Cristo yacente (realistas) (por ejemplo el de Capuchinos de El Pardo) y “La Piedad” (del Monasterio de las Agustinas de Valladolid)
  • Sevillana: Juan Martínez Montañés (1568-1649) con el “Cristo de los Cálices” (de la Catedral de Sevilla); Juan de Mesa (1583-1627), su seguidor, con el paso de “Jesús del Gran Poder”; Pedro Roldán (1624-1699); y Luisa, su hija (La Roldana) (1656-1627)
  • Granadina: Alonso Cano (1601-1667), de clasicismo contenido, con el “Cristo de la Buena Muerte” (de la Iglesia de San Agustín de Cádiz) y el “Ecce Homo” (de Longares); Pedro de Mena (1628-1688), su discípulo, con sus Dolorosas y Magdalenas, más dramáticas; y José (1642-1724) y Diego de Mora (1658-1729), en la transición al siglo siguiente.

Siglo XVIII

Se generaliza la talla exclusiva de rostro, manos y pies, siendo el resto un armazón de vestir, así en las escuelas

  • Granadina: José Risueño (1655-1732).
  • Murciana: Francisco Salzillo (1707-1783), último exponente del ascetismo y misticismo barrocos, con «La oración en el huerto», “La Caída”, “La Cena”, “La Verónica” y “La Dolorosa”, realizadas entre 1752 y 1775.

Siglo XIX

El realismo barroco enlaza con el nuevo realismo decimonónico, que en la segunda mitad del siglo terminará imponiendo el naturalismo. Destacan las escuelas:

  • Catalana: los hermanos Venancio y Agapito Vallmitjana Barbeny y sus pasos “Cristo yacente” del Casón del Buen Retiro (1872), que copia para Pamplona.
  • Valenciana: los hermanos Modesto y Damián Pastor, Mariano y Francisco Bellver, y Felipe Farinós.
  • Andaluza: Vicente Luis Hernández Cuquet.

Pervivencia del Siglo XIX en el XX

Los escultores a destacar, sobre todo en lo referente a dos pasos propiedad de la Hermandad de la Pasión del Señor de Pamplona, son:

  • Mariano Benlliure: pictoricista, de modelado evanescente, ecléctico (influido por el clasicismo romano, donatelliano y berninesco), detallista (“Ecce Homo”), tendente al dinamismo al colorismo y a cierta artificiosidad (blandura)
  • Fructuoso Orduna: que evoluciona de la rotundidad a la suavidad de las formas (“Cristo alzado”).

En el período barroco se configuran la estética de la imagen procesional (exclusivamente religiosa) y surgen las diversas tipologías. Las características de la imaginería serán:

  • La impresión visual predominante.
  • La expresión antes que corrección.
  • El movimiento será el medio para expresar los estados anímicos de los representados. Es un movimiento en acto.
  • La apertura de líneas, escorzos de perspectiva momentánea, efectos de luz dirigida, talla volada de los ropajes.
  • Preocupación lumínica por medio del pictoricismo y del colorismo.
  • A la madera policromada se le añaden postizos (ojos, dientes, lágrimas, cabellos, barbas, vestiduras que serán agitadas por el viento, objetos reales)

Las primeras tipologías serán: Cristo llevando la cruz hasta el Calvario (Murcia), Jesús como nazareno con túnica de vestir (Francisco de Ocampo, Sevilla), y Cristo arrodillado e implorante (Hnos. García, Granada), entre las principales.

En cuanto a los pasos de la Hermandad pamplonesa, hay que recordar que en 1887 se funden en la naciente Hermandad las Cofradías de La Oración del Huerto (anterior a 1832), del Santísimo Cristo Alzado (1784) y del Santo Sepulcro (1649). Quedaron fuera la Hermandad la Cofradía de la Soledad (1602-1877) con residencia en el Convento de la Merced (actual calle de su nombre), la de la Vera Cruz y la llamada Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, con sede en la Iglesia de San Agustín –dependientes de patronato municipal- cuya primera imagen de las Angustias quedó en la Iglesia de San Lorenzo. Esta última llegó a conocerse también como Hermandad de Paz y Caridad (1853). Para ella hizo Rosendo Nobas la imagen de “La Soledad” en 1883. La Hermandad de la Soledad, creada por y para mujeres, que se crea en 1927, es la encargada de vestir y velar esta imagen, y se integró en la Hermandad de la Pasión del Señor en 1926 como sección específica.

Imagen de la portada: Portador de paso de la Hermandad de la Pasión del Señor de Pamplona. Detalle de la Procesión del Santo Entierro de 2017. (Foto: Pablo Lasaosa para https://turismo.navarra.com/event)