El verano del 42 de Robert Mulligan

Presentación de la película «Un verano del 42», de Robert Mulligan, en el Cine Club Lux de Pamplona, dentro del ciclo Cine y Juventud, el 9 de junio de 1979.

Biografía

El director de cine estadounidense Robert Mulligan nace en 1925 en el barrio del Bronx de la ciudad de Nueva York, hijo de un agente de policía.

Estudia como seminarista en la Orden de Maryknoll y en la Segunda Guerra Mundial se incorpora a la Marina.

Después trabaja como periodista en el New York Times y estudia literatura y periodismo en la Universidad de Fordham y en 1950 ingresa en la cadena televisiva CBS, primero como administrativo, hasta conseguir ser realizador y ayudante de Robert Stevens.

Entre 1952 y 1957 rueda más de trescientos títulos, siendo la serie “Suspense” la más destacada de las que realiza. Uno de sus ayudantes será el futuro director Arthur Penn.

Incorporado a la cadena de televisión NBC, en ella rueda las series David Copperfield, “El puente de San Luis rey”, y “la luna y seis peniques”.

Como realizador, Mulligan destaca por ser uno de los directores más caracterizados de la Primera Generación de la Televisión que pasa al cine a mediados de la década 1950. Generación formada por Anthony Mann, Jack Garfein, Martin Ritt, John Frankenheimer, Sidney Lumet y el mencionado Arthur Penn, que se caracteriza por el carácter realista de sus primeras películas, historias habituales rodada en exteriores, con técnica narrativa “en directo”, que adaptan al cine novelas de los grandes autores estadounidenses. De todos ellos, Mulligan y Penn son los que han mantenido una más coherente personalidad y estilo.

Su filmografía se estrena con “El precio del éxito” (1957), sobre el conflicto de un jugador de béisbol con su padre y las manipulaciones que sufre un ídolo deportivo. Le siguen en 1960 las comedias “Perdidos en la gran ciudad” y, en 1961, “El gran impostor”, sobre un caso de mitomanía, y “Cuando llegue septiembre”. En 10962 dirige “Camino de la jungla”, un filme de aventuras con trasfondo religioso, y “Matar a un ruiseñor”, película personal con la que inicia su colaboración con Alan J. Pakula como su productor.

Bajo la cobertura económica de Pakula continúa su progresión con “Amores con un extraño” (1964), sórdida historia de amor con la visión de Nueva York al fondo; “La última tentativa” y “La rebelde”, en 1965, dura crítica contra el Hollywood de los años 30; “Luz de esperanza” (1967); “La noche de los gigantes” (1969), western con el finaliza la colaboración con Pakula.

Su filmografía continúa con “Buscando la felicidad” (1971), historia de amor sobre un fondo de pesadilla; “Verano del 42”, acerca del despertar sexual de unos adolescentes en los años 40; “El otro” (1972), historia sobre el comportamiento criminal de un niño; “El hombre clave” (1974), film negro sobre los últimos días de un gánster que va a ser eliminado y reemplazado; y Bloodbrothers, la integración de una familia de italoamericanos en el barrio neoyorkino del Bronx.

De toda su filmografía, Miguel Marías destaca éstas películas entre las que mejor definen su personalidad artística:

  • Entre los grandes éxitos artísticos: “Amores con un extraño, “La última tentativa” y “El otro”.
  • Como películas interesantes: “El precio del éxito”, “la rebelde”, “la noche de los gigantes” y “Verano del 42”.

Características de su cine

Su herramienta principal es el actor.

La unidad básica de su cine, la escena.

Su peculiaridad estilística, una limitación de origen televisivo, pero superada por su gran capacidad como director de actores.

La discontinuidad narrativa tiende a desdramatizar el conjunto: se interesa sólo por aquellas escenas-clave que constituyen una unidad dramática centrada en si misma; y se desinteresa por las escenas-transitivas o de enlace, puramente funcionales. Por lo tanto, no trabaja lo bastante la estructura del guión e introduce numerosos tiempos muertos que tampoco dinamiza por medio del montaje.

Lo más interesante de sus películas son precisamente aquellas escenas independientes, desarrolladas minuciosamente, con un ritmo interno admirable, que no parecen consecuencia ni causa inmediata del desarrollo de la historia.

Mulligan no es un buen narrador, pero sí es un buen retratista y, sobre todo, un buen observador de los momentos de intimidad en que los personajes, sin querer, se revelan tal como son. De ahí el ritmo lento y disperso de sus películas, su falta de empuje, y la morosidad con que avanzan.

Esta desdramatización obliga al espectador a concentrar su atención en los sentimientos de los personajes y permite a Mullligan dedicarse a lo que más le interesa, la dirección de los actores, desentendiéndose un tanto de la conducción del drama.

En consecuencia, el interés de las películas de Mulligan está en sus escenas-clave, y este interés desciende en las películas de guión fundamentalmente narrativo.

Por eso, las películas más adecuadas al estilo de Mulligan son las dedicadas a evocar un pasado, a bucear en la intimidad de unos personajes, en un ambiente provinciano.

Miguel Marías escribe acerca de las películas de Mulligan:

“Todo film de Mulligan se centra en la soledad de un personaje y en su desesperado afán de aferrarse a alguien. Casi todas sus películas empiezan o acaban con una escena en la que dos personas se abrazan como si mutuamente se considerasen una tabla de salvación a la que aferrarse para sobrevivir al naufragio vital definitivo. Esta irrefrenable necesidad de contacto físico puede ser momentánea o definitiva, pero su frustración conduce directamente a la locura. Una vez saciada su sed de intimidad y de comunicación, es probable que el solitario prosiga su camino, pero cabe la esperanza de que algún día aprenda a convivir o de que su nueva soledad sea el resultado de una elección libre y purificadora. En cualquier caso, parece indudable que para Mulligan, todo contacto, por fugaz e instintivo que sea, resulta enriquecedor, aunque sea como mero recuerdo”.

Un plano de la película

Un verano del 42

Sobre esta película de Robert Mulligan han escrito Ángel Camiña y Miguel Marías.

Para el primero, en la revista Reseña, estéticamente la historia no es verdadera: las imágenes bellas no se corresponden con las imágenes reales de la vida de los adolescentes. Mulligan no penetra en la verdadera intimidad de los adolescentes, lo que puede ser debido al pasado del director como realizador de televisión, que no trasciende la anécdota y la evocación.

Camiña opina que no hay reflexión sociológica ni penetración psicológica. Hay, eso sí, cámaras lentas subjetivas, planos exactos y paisaje evocador.

Lo clasifica como un producto industrial correcto, con buenos diálogos, pero al que todavía le falta ese verdadero film sobre el mundo de la adolescencia.

Por su parte, para Miguel Marías, en Dirigido, la historia de la película reúne, en principio, todos los elementos propicios para desarrollar el talento cinematográfico de Mulligan, como son un guión autobiográfico; un planteamiento nostálgico y retrospectivo / introspectivo; protagonistas solitarios y extraños entre sí; encuentro fugaz roto por la monotonía de unas vacaciones de un verano; y una relación amorosa con desenlace precipitado.

Pero el resultado, para Marías, es parcialmente decepcionante, no por causa de los actores, sino del guión de Herman Raucher, peligroso para el sentimentalismo de Mulligan. Raucher, con toques impresionistas y humoristas, detalla las experiencias de la adolescencia, en tanto que Mulligan se hace con su película en la media hora final, que es la del desenlace.

Ficha técnico-artística del film

“Un verano del 42” (Summer of’42, 1971). Producción Mulligan – Roth Prod. / Warner Bros. Productor: Richard Alan Roth. Director: Robert Mulligan. Argumento y guión: Herman Raucher, basada en su propia novela. Fotografía:  Robert Surtees, en Technicolor. Dirección artística: Albert Brenner. Música: Michel Legrand. Montaje: Folmar Blangsted. Intérpretes:  Jennifer O’Neill (Dorothy), Gary Grimes (Hernie), Jerry Hauser (Oscy), Oliver Conant (Benjie), Katherien Allentuck (Aggie), Cristopher Norris (Miriam), Lou Frizell (Mrs. Sanders, dueño del drugstore). Estados Unidos. Duración: 103’.

Imagen de la portada: el director de cine estadounidense Robert Mulligan, autor de «Un verano del 42»