El 21 de septiembre de 2001, el autor envió este artículo al Diario de Navarra, pensado para publicarse en dos partes. La ocasión era oportuna por la vuelta a las aulas de profesores y alumnos. El fin era mostrar el esfuerzo del Museo de Navarra por transformarse en un centro educativo a la par que cultural. Sin embargo el artículo no fue publicado. Ahora se ofrece íntegro.
I
Entre los diferentes ámbitos para la educación (aula escolar, laboratorio, biblioteca, aula de la naturaleza…), el museo ofrece un espacio privilegiado donde profesor y alumno entran en contacto directo con los bienes representativos de las etapas culturales de la Historia: bienes rescatados de su lugar de procedencia y conservados por el museólogo para ponerlos en comunicación con el público. El bien «museado» permite proyectar los conocimientos teóricos impartidos en la clase tradicional, para comprender mejor el verdadero significado de los hechos históricos.
El concepto de museo contempla varias funciones: conservadora, investigadora, contemplativa, salvaguarda del patrimonio de su entorno (natural, artístico etc.), pero la principal de todas es la educativa, pues sin destinatarios a los que formar, hasta cierto punto carece de sentido el mero afán recolector de objetos que se proponen los museos.
Se trata, por tanto, de un medio de comunicación de la cultura muy valioso para llegar a todo tipo de públicos, sin perjuicio de servir a minorías especializadas como centro de investigación.
Desarrollar su potencial educativo y aplicarlo a sus destinatarios mediante técnicas adecuadas constituye un reto difícil, pues revelar los mensajes que oculta una pieza fuera de su contexto requiere de la llamada pedagogía del museo, algo que el Museo de Navarra ofrece a sus destinatarios, unos 15.000 niños y adolescentes, que representan cada año el 45% del total de sus visitantes.
El Museo de Navarra, sobre todo a partir de la creación de su gabinete didáctico en 1993, viene plasmando esta función educativa con el apoyo de varios medios que pone a disposición de los centros docentes. Tales son la visita pedagógica, la exposición temporal, y el taller, cada uno de ellos con sus características propias.
La metodología de la visita pedagógica se apoya en la preparación previa del alumno por el profesor, y en la adecuada utilización de la guía didáctica ofrecida por el Museo. Sus objetivos se dirigen a dar a conocer a los alumnos el patrimonio histórico-artístico de Navarra; a facilitarles la comprensión de las obras artísticas y arqueológicas; y a desarrollar en ellos su sensibilidad estética. Esta labor cuenta con el auxilio de más de diez guías didácticas, adaptadas a las necesidades de los distintos tramos de la enseñanza: “Soy detective en el Museo”, “Una aventura en el Museo”, “La Prehistoria en Navarra” (para EP); “La vida en Navarra: Prehistoria, Época Romana y Edad Media”, “El Arte en Navarra desde el Renacimiento hasta la actualidad” (para ESO); “Itinerario por el Museo de Navarra”, “La Prehistoria y la Protohistoria. Los orígenes del arte”, “La herencia clásica. La Romanización” (para Bachillerato y FP).
Todas tienen en común una presentación atractiva e interesante por las cuestiones que formulan, invitando a la participación activa del alumno, que puede contestar crucigramas y dibujar o escribir en ellas, personalizándolas. Recurren con frecuencia a dibujos y fotografías, muestran reconstrucciones. Junto a síntesis temáticas, siempre se adjuntan textos esenciales coloreados, así como un vocabulario técnico básico. Y obligan a analizar piezas, a interpretarlas y a razonar las respuestas.
Si el alumno lo desea, la visita puede compaginarse con el visionado de vídeos, algunos de producción propia (como “Los Niveles del Tiempo”, centrado en el subsuelo de la Catedral de Pamplona). Existen también guías específicas de yacimientos arqueológicos (Longar y Andelos, por ejemplo), y maletas pedagógicas que permiten al Museo acercarse hasta las mismas aulas.
De este planteamiento se excluyen los niños de 3 a 6 años, que requieren una explicación verbal a la altura de su comprensión, y se estima como suficiente que de la visita extraigan una primera familiarización con el ambiente del Museo e ideas como orden, belleza y creatividad, de la que pueden participar ejecutando algunos trabajos para sensibilizarse con el acto creativo, y reconocer así sus capacidades.
El Museo de Navarra como espacio para el aprendizaje: esta es una realidad de la que participan cada vez más alumnos. También, y con el fin de preparar a los profesores para dirigir las visitas pedagógicas, se programa el curso de formación titulado “Museo Aula activa”, con la colaboración de la Sección de Perfeccionamiento del Profesorado del Departamento de Educación y Cultura, y siempre teniendo como marco las obras expuestas.
II
Hablábamos de la visita pedagógica como el primer eje de la labor educativa del Museo de Navarra, pero no podemos olvidar otros dos importantes recursos -la exposición temporal y el taller- de los que el centro ofrece ya interesantes resultados en poco tiempo.
Hay exposiciones temporales que, por su interés pedagógico, han sido objeto de guías didácticas específicas, así en los casos de Menchu Gal, Gargallo, o Fondos del Museo de Bellas Artes de Bilbao “Entre la Figuración y la Abstracción”, pues fueron muy oportunas para explicar conceptos difíciles de entender en la representación actual de las formas plásticas.
Por ejemplo, en el caso de la de Gargallo, escultor cubo-expresionista aragonés, se elaboró una hoja didáctica que recreaba el quehacer del artista a través de una escultura-recortable, para comprender el uso que hizo de la técnica de recortado sobre chapa con martilleado posterior, que previamente ensayaba con patrones de cartón.
“El mundo en tus manos”, fue un conjunto de cuatro muestras montadas entre 1994-98, dirigidas a los invidentes de todas las edades, donde se combinaron exposición de escultura tangible con audiciones, prácticas, degustaciones y sensaciones olfativas, con el fin de acercarles al contenido de la exposición permanente por medio de la recreación de su ambiente.
Este tipo de actuaciones, cada vez más interactivas, pronto demostraron que para la más adecuada comprensión de los conceptos, se hacían precisos los talleres, pues permitían desarrollar con más medios y una visión más abierta, y participativa de los alumnos, los planteamientos pedagógicos de la exposición temporal.
Vale la pena recordar algunas experiencias:
“Entre la figuración y la abstracción, Arte contemporáneo en las colecciones del Museo de Bellas Artes de Bilbao”, celebrada en 1999, se dirigió a niños de Educación Primaria y Primer Ciclo de la ESO. Partiendo de una explicación para comprender la evolución del arte figurativo al abstracto, y de la contestación de una hoja didáctica, venía el trabajo individual de los alumnos con ceras sobre papel de gran formato, a fin de intentar transmitir en versión plástica una idea, por ejemplo la expresión de un sentimiento. Más tarde, los chicos exponían en clase sus trabajos realizados. El taller se dirigió también a niños invidentes: en este caso, profesores especializados se sirvieron del lenguaje de las formas, de las texturas y de la música para hacerles comprender la evolución representativa.
La clausura temporal, por reformas, de la Sala de Prehistoria del Museo, planteó ofertar una alternativa didáctica que, al mismo tiempo, sirviese para que el alumno pudiera comprender las formas de vida en ese periodo de la Historia y la importancia de conservar el patrimonio arqueológico. La actividad se llevó a cabo en el área de sensibilización del Museo. Su metodología consistió en un recorrido previo por vitrinas que mostraban la evolución de la vivienda, y los útiles líticos y óseos. A continuación los chicos practicaron cortes y perforaciones, o comprobaron la resistencia de materiales, con reproducciones de estos instrumentos. Después pudieron comprobar aspectos de la recolección agrícola: parva, molienda del grano con ayuda de un molino manual de piedra, y almacenamiento posterior en un escriño. Finalmente, se entregaron a la caza, pero no de manera virtual, porque pudieron disparar sus flechas sobre ciervos y liebres, aunque de plástico
Con motivo de una exposición-homenaje a la pintora y escritora Francis Bartolozzi, en mayo de 1999, se mostró con criterio antológico la polifacética obra de esta artista: pinturas de sus diversas épocas, dibujos de la Guerra Civil española, historietas y cuentos publicados, fotografías, recortes de prensa etc. Todo el conjunto rezumaba un encanto tan sorprendente por su ingenuidad, que se prestaba mucho a un enfoque didáctico y hasta innovador.
Inspirándose en los procesos de creación más lúdicos de la artista, se planteó una actividad en la que se ponía en juego la palabra -visita a la exposición, lectura de su cuento “La guerra que no fue guerra”- y a continuación la imaginación y la creatividad: los niños, distribuidos en pequeños grupos, recrearon un personaje del cuento dibujándolo a escala natural sobre una plancha de madera, a la que se había hecho un orificio en la parte superior, por donde, tras proyectar, diseñar y ejecutar el vestuario con materiales diversos, se dejaban fotografiar asomando por él la cabeza. Niños con discapacidades pudieron disfrutar de este divertido escenario que evocaba un mundo en paz.
El Museo de Navarra prosigue estas iniciativas con la actual exposición de “La moneda en Navarra”, un montaje didáctico que muestra diferentes aspectos de nuestra vida económica en el pasado. Objetos con distinto valor, monedas, troqueles de acuñación, documentos, textos y libros, hacen posible mirar atrás para comprender mejor el trascendental cambio hacia la moneda única europea: el euro.
Unidad didáctica «Soy detective en el Museo». Diseño: César Oroz