Que el deporte mal dirigido es perjudicial a todas luces, es opinión general entre deportistas y médicos deportivos.
Es una verdadera lástima el que se malogren tantas aficiones deportivas, por el mero hecho de la escasez de técnicos y preparadores deportivos. Al deporte, como lazo de unión entre los países y como medio de salud y vigor, se le debía prestar más atención debido a que es una verdadera lástima y a la vez remordimiento de conciencia, que se vean malogradas las aptitudes de un joven atleta, que ya en sus principios apuntaba las buenas maneras campeoniles.
Pongamos el caso de un ciclista. Es un muchacho de dieciséis años, que ya desde su más tierna infancia, guarda reconocida admiración hacia el duro deporte. Digamos, que está ansioso por participar, cuanto antes, en una prueba velocipédica, pero le faltan medios. El ciclismo es deporte caro y por lo general es propio de gente humilde, aunque existen casos verdaderamente aleccionadores de individuos que viven en ambientes desahogados, y que, a pesar de todo, se acomodan, con admirable valentía, a la vida dura y tan austera de un ciclista, verdadero as del deporte duro.
Esto y la dureza del deporte, hacen mella con el tiempo en la afición del muchacho, que opta al final por dejar la bicicleta.
Casos muy parecidos se repiten en los campos profesionales de este mismo deporte. Ya he dicho que el ciclismo es deporte duro y caro, y por esto mismo está dirigido hacia voluntades férreas y amores propios, maravillosos.
Muchas veces se oye esta escena, en pruebas deportivas, velódromos y demás competiciones:
– ¡Ya estoy harto! ¡Esto es muy duro! ¡Esta temporada dejo para siempre la bicicleta! ¡Maldito el día en que se me ocurrió coger la bicicleta!
Y es que sucede que estas cosas son, tristemente, ciertas. El ciclismo, hoy en día, está mejor pagado que antes, pero, con todo, hay unos que viven como reyes, y otros como verdaderos “siervos de sus reyes”.
Luego llegan a dejar el ciclismo y muchos se retiran tuberculosos y enfermos. Son hombres acabados. Están “quemados”, por un deporte que lo han practicado en los mejores años de su vida, en su juventud. Otros mueren aplastados bajo las ruedas de los camiones o despeñados en algún precipicio. Un soplo en el corazón, ya es necesario para acabar con un valiente en pleno esfuerzo.
Por estas cosas, el ciclismo debía estar más atendido, porque “se lo merece”. No es una perogrullada. Es verdad.
Hacen falta más técnicos, más apoyo económico, preparadores, pruebas y dinero, mucho dinero. Tareas no fáciles de hacer, pero que poco a poco, con entrega, se podrían lograr. Afición, la hay, pero los medios escasean.
Todo esto es verdad, porque el ciclista “se lo merece” y vuelvo a recalcar sobre esto mismo.
En algún sitio leí, que el dinero que gana un ciclista es el dinero ganado más honradamente del mundo. Sólo uno que ha corrido y sufrido sobre la bicicleta sabe el sacrificio que ello supone.
Es sólo ayuda lo que hace falta. Así muchas aficiones se aprovecharán para que algún día puedan defender con orgullo los colores de su nación y hacer así eco de su tenacidad, en un deporte para el que todo es poco.
Imagen de la portada: Dalmacio Langarica ex ciclista laureado, luego preparador deportivo, acompaña a su pupilo Federico Martín Bahamontes tras ganar el Tour de Francia de 1959, junto al legendario corredor italiano Fausto Coppi (a la derecha) (Fuente: Scoopnest)