Como era frecuente en el ámbito profesional de la fotografía en la Pamplona de entre siglos, Zaragüeta e Hijos abrieron su propio estudio fotográfico hacia 1885, anunciándose como “Notables fotógrafos de gabinete, de calle y de paseo”. De su inicial sede en Plaza de la Constitución 31 (después de la República y hoy del Castillo) pasaría a Amaya 4, donde dejaría de existir en 1960. Su detentador hasta la década de 1920 fue Agustín Zaragüeta Colmenares, que ocupó el antiguo local del fotógrafo Emilio Pliego, asociado con Leopoldo Ducloux, con quien Agustín había aprendido la técnica fotográfica en París con los sucesores de los ópticos Chevalier.
Si bien Agustín se especializaría en el retrato, llamativo por su perfección técnica y la elegancia de sus modelos, Luis y Gerardo Zaragüeta Zabalo, que aprendieron el oficio de su padre, continuaron profesionalmente por separado. Mientras Gerardo mantuvo la sede inicial, Luis se estableció en Blanca de Navarra 16 (actual Mercaderes), aunque su trayectoria no tuvo la trascendencia de la de su hermano.
El Museo de Navarra adquirió a sus herederos en 1993 el fondo fotográfico conservado cercano a las 5.000 unidades, que, por su naturaleza, ya que además Gerardo fue corresponsal gráfico para diversas sociedades, como el diario La Voz de Navarra y el Club Atlético Osasuna, nos permite visualizar los avatares de la sociedad navarra contemporánea.
La ocasión de este comentario viene favorecida por la exposición ofrecida en la sala 4.2 del Museo de Navarra, visitable del 9 de noviembre de 2023 al 13 de octubre de 2024.
Agustín Zaragüeta, ya establecido en nuestra capital, donde contaba con familiares acomodados dedicados al negocio de la Harinera La Pamplonesa, sobresaldrá como retratista de personajes de la alta sociedad, al mismo tiempo especializado en la clase militar, en cuya materia alcanzará renombre popular, así como en la crónica social ligada a los acontecimientos locales. Se caracterizaron sus fotografías por su cuidada composición, depurada técnica y elegancia de sus modelos. Éstas abarcaron desde 1885 a principios de la década de 1920.
Contrajo matrimonio con Luisa Zabalo Alzugaray, hija de un notario de la ciudad, de quien tendría seis hijos, dos de los cuales se dedicarían a la fotografía: el mayor, Luis, se establecería por separado en la calle Blanca de Navarra 16 (luego renombrada Mercaderes), aunque su trayectoria sería menor que la de su penúltimo hermano, Gerardo (Pamplona, 1896-1985), que es quien aseguraría la pervivencia del estudio desde 1908, en que comenzara como aprendiz con su padre, hasta principios de la década 1960, aunque en los últimos diez años la sede del estudio se trasladaría a la calle Amaya 4, 2º A, cerrándose tras su jubilación.
El campo de trabajo de Gerardo Zaragüeta se centra en Pamplona, bien como escenario o como referencia indirecta, al haber seguido con su cámara los movimientos de los pamploneses en el exterior.
Temáticamente se compone de retrato, reportaje, arquitectura y urbanismo, patrimonio artístico, producto comercial, paisaje rural y fiestas.
El retrato es de estudio o tomado en directo, bien sea el individual (personas, difuntos, incluso artefactos como autobuses de línea…); el corporativo ligado a la profesión, un oficio o una práctica (enfermeras, médicos, catedráticos, actores, músicos, militares, políticos y artesanos), tomados por la cámara en su ambiente; y de grupo (familiar sin excluir al servicio doméstico, promociones de estudiantes de la Escuela Normal de Magisterio con sus profesores…, que posan ex profeso) Mayormente sus personajes son adultos, pero muchos de ellos son jóvenes, abundan los grupos femeninos, incluso los de niños, sin diferenciaciones sociales en aparente armonía.
El reportaje tiene una dimensión social acusada y está ligado al acontecimiento y la celebración, sea la inauguración de un monumento, la ampliación de la trama urbana pamplonesa con nuevos edificios, oficinas o instalaciones, con que se nos presenta la incipiente modernidad, funcionalismo y bienestar de una época; actos oficiales a menudo de carácter político (relacionados con el nacionalismo vasco, elecciones, discursos patrióticos, manifestaciones, la movilización contra la República); desfiles folklóricos, cortejos fúnebres y procesiones (Corpus Christi, Domingo de Ramos, llegada de la imagen del arcángel San Miguel de Aralar, Sagrado Corazón de Jesús…); competiciones deportivas entre futbolistas, ciclistas, pelotaris, nadadores, boxeadores, gimnastas o figuras del pedestrismo; espectáculos taurinos; ligado también a noticias relevantes para la sociedad del momento, pero siempre primando su impacto en el público (de ahí su atracción por las aglomeraciones humanas motivadas por la repetición de costumbres inveteradas) Como fondo, siempre la ciudad misma con su vida propia.
Dentro de la clasificación “patrimonio artístico” entran el reportaje y la reproducción. En el primer caso, sus fotografías informan, por ejemplo, de la recuperación en 1935 de la Arqueta hispano-árabe de Leire robada de su antiguo emplazamiento, la Catedral de Pamplona; de exposiciones en la seo con elementos del exorno artístico incluyendo los diseños en estilo neogótico de profesionales como Artieda o Menchón. También se incluyen reproducciones de carteles anunciadores de las fiestas de San Fermín o del Aberri Eguna, y obras de algunos pintores como Ciga, Basiano, Lizarraga y Gutxi.
Un aspecto novedoso en la fotografía de los años 20 y 30 del pasado siglo es el interés del estudio Zaragüeta por la reproducción de mobiliario con fines publicitarios (mesas de despacho, radiadores, plafones, sillones, incluso casullas y confesionarios) con destino a catálogos comerciales y periódicos.
Además del paisaje urbano de Pamplona, el Fondo Fotográfico Zaragüeta también recoge paisajes de pueblos navarros, generalmente de sus cascos históricos vistos en conjunto (Viana, Roncesvalles y Zona Media), o asociados al progreso industrial (mostrando el embalse de Irabia, la Electra Puente Marín de Mugaire-Almándoz, serrerías, pabellones fabriles, los primeros chalets para una clase acomodada), ligados en ocasiones a la belleza natural de parajes como el nacedero de Arteta. Paisajes a menudo asociados a grupos de excursionistas.
Las fiestas populares constituyen uno de los campos más atendidos por el estudio Zaragüeta, principalmente por Gerardo, casi en exclusiva dedicado a Pamplona.
Aparecen en él todas las facetas de los Sanfermines: el cortejo municipal, que se abre paso por las calles; el ciclo taurino (enchiquerado de los toros, encierro, suelta de vaquillas, bombero torero, banda bufa del Empastre, novilladas y las corridas con todos sus lances, tendidos abarrotados de espectadores…); las peñas y sus madrinas; la comparsa de gigantes, cabezudos, kilikis y zaldikos; y las atracciones de feria.
En sus característicos planos de conjunto, Gerardo logra individualizar a cada persona con su espontánea expresión, gracias a su depurada técnica fotográfica que se apoya en el uso de lentes de gran angular sobre cámaras de relativa ligereza tipo “Linhof Technika” para usar con trípode o sin él e impresionar placas de cristal gracias al dominio de la escala de planos que le permite visionar la totalidad y sus detalles, así como a los emplazamientos escogidos y a su don de la oportunidad para estar en el lugar donde se desarrollan los acontecimientos tomando de ellos ese instante decisivo que los convierte en palpitantes (así los toros y mozos en la carrera alocada del encierro, los saltadores de trampolín sorprendidos en el aire o los hechos histórico-políticos que se producen en el tiempo) cuyas circunstancias pueden parecer tan insólitas o excepcionales que nadie crea que hayan podido suceder. La espontaneidad es el rasgo característico de esta fotografía que le añade un interés particular.
Puede concluirse que el quehacer profesional de los Zaragueta abarca el retrato de estudio, la fotografía de actualidad, y, en el caso de Gerardo, el reportaje gráfico periodístico por su vinculación como reportero del diario La Voz de Navarra, el Club Atlético Osasuna y La Gaceta Sportiva de Barcelona (para la que colaboró en la década de 1920)
En definitiva, el Fondo Fotográfico Zaragüeta, del Museo de Navarra, documenta uno de los periodos históricos más interesantes de la historia local contemporánea: el de la primera mitad del siglo XX, fundamentalmente de los intensos años 1920, 1930 y 1940.
(Las imágenes que acompañan este artículo son propiedad del Museo de Navarra y se reproducen únicamente con intención divulgativa)
En la portada imagen de Juan Echepare Aramendía lanzando el primer chupinazo de las fiestas de San Fermín en la Plaza de la República (hoy del Castillo), el año de 1931. Autor: Gerardo Zaragüeta Zabalo. Propiedad: Museo de Navarra.