Estelas discoideas de San Martín de Unx (Navarra)

Se ofrecen refundidos en esta página los cuatro artículos con el estudio de las estelas discoideas cristianas de San Martín de Unx (Navarra, España) publicados en Pamplona por la Institución Príncipe de Viana (Diputación Foral de Navarra) en la revista Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra. Su redacción entre 1976 y 1979 obedece al descubrimiento progresivo de estos monumentos funerarios. Los artículos por separado recibieron los siguientes títulos: “Estelas discoideas de San Martín de Unx (Navarra)”, CEEN, 1976, núm. 24, 326-336; “Estelas discoideas de la Iglesia Parroquial de San Martín (Navarra)”, CEEN, 1977, núm. 25, pp. 123-152; “Nuevas estelas discoideas de San Martín de Unx”, CEEN, 1977, núm. 26, pp. 257-287; y “Hallazgo de dos nuevas estelas discoideas en la villa de San Martín de Unx”, CEEN, 1979, núm. 32, pp. 377-384. La refundición de los artículos conlleva el de las notas para facilitar una más cómoda consulta del lector.

Estelas discoideas de San Martín de Unx (Navarra)

El presente artículo se propone comunicar la existencia de cinco estelas discoideas en la villa de San Martín de Unx, distribuidas en los lugares que en el mapa adjunto se muestran (fig. 1): en Torres una, en Pasolasmonjas otra, en Santa Cruz dos y una más en la Cruz de Piedra. Puede observarse que los topónimos citados no están muy diseminados en el término geográfico, sino que se incluyen en un área que va de SE. a NE., en dirección Beire-Lerga, y no lejos de las vías de comunicación tradicionales.

Es preciso citar que el P. Escalada S. J., visitó el pueblo en 1880 e hizo varias prospecciones arqueológicas (al igual que los señores Taracena y J. E. Uranga), escribiendo más tarde [1] que «en un viejo camino próximo a el término de El Pajonal y Salobral, hay en una pared una estela discoidal con figura humana que recuerda a un pastor devorado por los lobos, y, como a doscientos metros de ahí, otra con representación de una especie de vendimiador a quien mató un rayo».

Distribución geográfica de los hallazgos

He de añadir que de las dos estelas mencionadas por el P. Escalada, no he tenido otras noticias que las que don Elías Leoz Iriarte [2] refiere en sus papeles y de las que se desprende lo siguiente: respecto a la primera -la del pastor devorado por los lobos-, que fue llevada a Olite y martilleada por el camino; que él conoció otra muy parecida, pero supuso se trataba de uno de los símbolos que se colocaban en los caminos para señalarlos campos sujetos a pechas, de modo que los cobradores de impuestos supieran orientarse; que, efectivamente conoció la leyenda de un niño que al llevar la comida a su padre pastor, le salió un lobo, y no satisfecho con la comida que el chico le echó a fin de poder huir, le devoró; y sobre la segunda, don Elías sostenía que se trataba de un error, pues aludía a la muerte por rayo en 1871 del convecino Ciriaco Medina, y para él carecía de toda alegoría. Sea lo que fuere, estas estelas no han aparecido, así como tampoco aquella que debió conocer don Elías y que pensó se trataba de un hito en el camino de los cobradores de impuestos.

En el examen de las estelas voy a seguir los criterios de Michel Duvert [3], quien en un trabajo de reciente aparición propone un análisis estructural y espacial de las mismas. Entiende el autor vasco-francés, que la estela es una porción definida del espacio donde se expresa la energía contenida en un punto, llamado disco. Por sus características, compara la estela a la superficie de un reloj, sobre la que el cantero vasco ha hecho su distribución armoniosa de los motivos decorativos, siguiendo unas líneas imaginarias

de ejes (vertical, horizontal y secundarios u oblicuos, que se cruzan en un punto cero), formando sectores (I, II, III y IV) y regiones (9, 12, 3 y 6) en el seno del disco, hasta lo que él llama «base de cuatro» (1, 2, 3 y 4, situables en la trayectoria de los ejes secundarios y en torno a la región cero). Estos elementos y áreas descritos por Duvert son fundamentales para analizar la estructura de la estela y aproximarse a su arte plástico. Por lo tanto, remito al lector al trabajo de Michel Duvert que cito. Y paso a considerar cada una de las estelas de San Martín de Unx.

Estela discordia del paraje de Torres

Estela 1

De arenisca, encontrada en el término de Torres por un labrador que trabajaba el campo. Fue desenterrada y llevada al pueblo, labor de la que se encargó el alcalde don Javier Quintana. En la actualidad está en la fachada norte de la Basílica de Nuestra Señora de1 Pópulo.

Debido a haber estado enterrada, su estado de conservación es bastante digno por el anverso, mientras que por el reverso se ve descascarillada.

El motivo principal de la ornamentación del anverso es una cruz ancorada de brazos iguales, dispuesta a lo largo de los ejes vertical y horizontal del disco, que divide al conjunto en cuatro sectores iguales y casi simétricos, de no haber sido por la rusticidad del cantero que la labró un poco toscamente.

Cada uno de los sectores del disco presenta una hendidura de hasta 4,8 centímetros en forma de rombo, lo cual contrasta con los 0,7 cm. del relieve de la cruz, sin duda porque con ello el artista buscaba un contraste visual de luces y sombras. Cada hendidura hace juego con los extremos ancorados de los brazos de la cruz, pero no ha habido por parte del artista un deseo de simetría total: mientras que las hendiduras de los sectores 1 y II son paralelas, las de los sectores III y IV son opuestas. Además, son desproporcionadas entre sí, por lo que la base de cuatro es imperfecta en su armonía. De todas formas, la distribución de hendiduras se ha hecho sobre el recorrido imaginario de los ejes secundarios del disco. Sin embargo, el cantero-autor no ha obrado a la ligera: prueba de ello es el ribete que a lo largo del disco esculpió para perfeccionar su obra y dejarla bien orlada, aunque en el estado actual del conjunto no pueda apreciarse bien del todo.

Otra de las funciones del ribete es diferenciar cuidadosamente la transición -en la región 6- del disco al pie de la estela.

fotosestelas1y2_webEn general, puede decirse del disco del anverso que está concebido como un cuadrado cuyos lados tienen sus ángulos en las hendiduras. El número cuatro tiene especial importancia. Este cuadrado, enfrentado a la estructura circular del disco, crea un contraste audaz y muy estético que dice mucho en pro de la concepción espacial del cantero-autor de la obra. A mi juicio, el cantero no era muy hábil, pero sí primoroso.

El cantero ha dado menos importancia al reverso, en el que por medio de cinco hendiduras (de 3,l cm. la de mayor profundidad), ha trazado de forma esquemática los brazos de la cruz. La hendidura central coincide en este caso con el punto que Duvert llama O, a partir del cual el artista inicia el trazado de su obra. A pesar de que este lado está peor conservado, se intuyen otros trazos que liberan pasillos a través de los cuales irían los ejes secundarios.

El conjunto es muy sólido. El pie trapezoidal.

He aquí las dimensiones:

  • Diámetro: 47 cm.
  • Espesor: 16 cm.
  • Anchura del cuello: 25 cm.
  • Anchura de la base: 33 cm.
  • Espesor de la base: 21 cm.
  • Longitud total: 94 cm.

Estela discordia del topónimo Pasolasmonjas

Estela 2

Encontrada en término de Pasolasmonjas, medio enterrada y en contacto con el aire su anverso, fue traída por iniciativa del alcalde a la Basílica del Pópulo. Su material es de arenisca.

Salta a la vista que sus características son las mismas que las que he tratado para la núm. 1, si bien en este caso son menos inteligibles por los efectos de la erosión. Como en su compañera, los ejes de la cruz sirven para el derrame de las fuerzas a partir del punto O y predomina la presencia de la cruz sobre la ornamentación. Pero en este ejemplo las medidas se han tomado de forma arbitraria: la excesiva anchura del cuello resta finura a la totalidad y el conjunto se hace más antiestético.

El reverso evidencia aún más la tosquedad de la factura. Aquí todavía se evidencia el ribete a un lado. En cambio, ya es más difícil imaginar que las hendiduras (de 2,3 cm. de profundidad) formen una cruz: ahora parecen meros motivos ornamentales. La hendidura del punto O está aislada, inscrita en un círculo. Desde él y en las cuatro direcciones corren unos pasillos hacia los bordes del disco, que coinciden con los ejes secundarios.

El conjunto, aún siendo de inspiración análoga a la que originó la estela núm. 1, es algo más tosco y menos apreciable por el estado de conservación de la pieza. Por todo ello, no parece improbable sean del mismo autor.

Estas son sus dimensiones:

  • Diámetro: 46 cm.
  • Espesor del disco: 16 cm.
  • Anchura del cuello: 27 cm.
  • Anchura de la base: 25 cm.
  • Espesor de la base: 23 cm.
  • Longitud total: 102 cm.

Estela discordia de Santa Cruz (Camino de Pitillas)

Estela 3

La más interesante de San Martín de Unx. De arenisca también, procede del Camino de Pitillas (en el lugar de Santa Cruz), de donde fue llevada a “Casa Juan Blanco”. Agradezco a Policarpo Muruzábal que me permitiera fotografiarla. Es un ejemplar mutilado del pie.

En su anverso, este modelo ha sido concebido en virtud del cuadrado y del número cuatro; las extremidades de la cruz son ancoradas en igual número, todo como en los ejemplos precedentes. Pero, en este caso, se da una mayor estilización:

por ejemplo, los extremos ancorados de la cruz llegan a unirse casi entre sí, dando una mayor sensación de esbeltez y evidenciando la orla ribeteadora. Sus condiciones generales son análogas a las estelas núm. 1 y 2, es decir: idéntico espesor (16 cm.), anchura del cuello superior al radio del disco, o sea, aspecto sólido y fuerte. En cambio, en este ejemplar hay mayor perfeccionismo, abundancia ornamental y simbólica.

Estela discordia de Santa Cruz (Camino de Pitillas)

Veamos los motivos de cada sector:

– Sector I : Figura humana estilizada, de frente y en pie, en actitud de trabajar con un utensilio.

– Sector II : Estrella de cinco puntas inscrita en un círculo.

– Sector III: Arquería de un ventanal gótico.

– Sector IV: Pentalfa, estrella de cuatro puntas, media luna y un trazo impreciso.

¿Cuáles son los posibles significados? No es fácil asegurar que la figura humana sea alegórica, me refiero a que pudiera representar a la Muerte armada de su clásica herramienta, la guadaña. Me inclino a pensar que esta figura representa una imagen de la vida diaria del difunto, es decir, el trabajo agrícola, la siega, labor primordial en la vida económica de San Martín de Unx. Por la forma en que el labrador sostiene el utensilio parece se trata de una dalla. En cuanto a los símbolos astrales, son muy numerosos en las estelas discoideas vascas. Chauvet [4] sostiene que la luna simbolizaba el poder en el arte pagano, y que más tarde los artistas cristianos la emplearon en la representación de Cristo, a fin de indicar la magnificencia divina. Por otro lado, la estrella de cinco puntas o pentalfa (representada de dos maneras distintas) se emplea como símbolo de la Eternidad, según ha indicado Colas [5]. Más oscuro parece el significado de la arquería gótica, seguramente relativa a una iglesia.

El reverso -no muy bien conservado-, presenta amplia pentalfa en medio relieve tallada en un solo trazado, como solía dibujarse en el papel. Aparece inscrita en un ribete casi totalmente desaparecido. En la región que Duvert llama “del número seis”, y encima del cuello de la estela aparece un volátil posado, probablemente una paloma, que se repite en el canto del disco por el lado izquierdo según se mira el anverso, e inscrito en una aureola. ¿Qué sentido tiene el ave? Pienso que la paloma del reverso -dada su situación bajo la gran pentalfa, símbolo de la Eternidad-, puede representar al Espíritu Santo. Mas, ¿por qué la insistencia en grabar la paloma también en el exterior? No es posible dar una contestación segura a estas preguntas, al menos sin una información documental paralela. Puede tener relación con la histórica leyenda de Usúa (Ujué), relativa a la paloma que a diario se posaba sobre la entrada de una gruta, llamando la atención de un pastor, el cual movido por la curiosidad descubrió en aquel paraje la imagen de Santa María.

La estela destaca por su singularidad, y si bien es enigmático el lenguaje que pretende comunicarnos, su factura es de gran perfección y no es obra de cantero mediocre.

Sus dimensiones son:

  • Diámetro: 40,5 cm. (tomado a lo ancho).
  • Espesor del disco: 16 cm.
  • Anchura del cuello: 25 cm.
  • Longitud del disco: 39 cm.

estela4_webEstela 4

Procedente del camino que aproxima a Santa Cruz, fue hallada y recogida por el alcalde da la villa, don Javier Quintana, quien me ha permitido fotografiarla [6]. Según é1 me confesó, se dice en el pueblo que “la pusieron donde un hombre fue muerto por un rayo”. Es de arenisca como sus compañeras, presenta una mejor proporción entre el disco y el cuello, y es algo más corta y de menor espesor.

Sus motivos ornamentales son corrientes: en el anverso se han excavado 5 mm. en cada uno de los sectores del disco, para formar una cruz que va a lo largo del eje horizontal y vertical (pero sin invadir el ribete que orlea todo el disco). La cruz no es ancorada en este caso y el artista no se ha preocupado de adornar las extremidades de los brazos. Ahora bien, aunque la base de cuatro aparece simplicísima, el interés del disco radica en

la región 0: vemos que se ha materializado sólo a través de un ligero vacío en el centro, que ocupa una buena parte del fotoestela4anv_webfotoestela4rev_webdisco y por ello se percibe con facilidad. La región O tiene la función de organizadora del anverso: el cantero-autor ha visto una fuente de creación en el contraste de la cruz con la región O, a la que ha dado forma de estrella. O sea, que la región O es aquí elemento decorativo importante, realza los brazos de la cruz y por ende el sentido cristiano del monumento.

El reverso va adornado con una flor de cuatro pétalos, cada uno de los cuales se ha concebido espacialmente sirviéndoles de referencia los ejes secundarios del disco. La fuerza de la composición emana de la región cero, que irradia sus fuerzas en todos los sentidos: a través de los ejes secundarios (como he dicho) formando una flor, y a través de los principales, donde por contraste al altorrelieve de los pétalos se derivan los cuatro brazos de una cruz de Malta. El cantero ha profundizado entre 5 y 10 mm. en el relieve, creando contrastes intencionados de luz y sombra.

El estado de conservación de esta estela es regular. Está un poco desconchada por el anverso y bastante por el reverso. El relieve del anverso es menor (5 mm.).

Es importante el hecho de que su composición haya sido imaginada en torno al número cuatro. A simple vista, dada su simplicidad, parece que su talla esté desprovista de mérito, pero es una obra equilibrada y bella.

Estas son sus dimensiones:

  • Diámetro: 34 cm.
  • Espesor del disco: 14 cm.
  • Anchura del cuello: 19 cm.
  • Longitud total: 71 cm.
  • Anchura de la base: 32 cm.
  • Anchura del ribete (anverso): 2,5 cm.

cruzpiedrasmu_webEstela 5

La última de las estelas -de arenisca- está clavada en un promontorio del lugar Cruz de Piedra, dominando el camino de Los Huertos, y en dirección E.-OE. (su anverso mira al sol). Es de destacar que el nombre que recibe de los lugareños (“cruz de piedra”) se ha transformado en topónimo, utilizándose de modo general.

Su estado de avanzada erosión es lamentabilísimo, y no es posible -si no muy difícil- un análisis de sus características. Limpié el musgo del reverso con cuidado, para comprobar tras la operación que esa cara del disco está completamente desconchada. Golpeando suavemente con un objeto metálico se aprecia que algunas pequeñas lajas están a punto de desprenderse. Pero aún se adivinan algunos trazos: una especie de círculo de 2,5 mm. de profundidad en torno a la región 0, y una incisión que arranca de él en sentido oblicuo al eje horizontal (según se mira la fotografía, al lado izquierdo). Nada más.

Su anverso, a pesar de hallarse casi deshecho por los agentes naturales, presenta: una primera orla lisa de 3 cm. de anchura, otra orla dentada de 7 cm. y una tercera más interior de 5 cm. La profundidad del relieve alcanza en este lado de 3 a 4 mm. Intentemos un breve análisis: la segunda y tercera orlas (ésta más bien se adivina por el tacto) son dentadas, o mejor dicho “radiadas”. Como ambas bandas están superpuestas, cabe pensar se trate de irradiaciones emitidas desde la región 0 hacia fuera, expresando así la energía que esta región posee, pues -como escribe Duvert-, la estela discoidea ilustra un mundo que se expande y no un mundo que es succionado desde 0. La expresión de este fenómeno es la irradiación, tanto más clara cuanto que esta cara mira hacia el sol. A lo mejor el cantero-autor ha querido representar la majestad divina sirviéndose del sol como símbolo. Del punto 0 salen otros trazos, algunos reunidos en torno a un punto como si de una estrella se tratase. Pero todo es muy impreciso.

Hay algunos factores, como su apariencia maciza, y la desproporción entre las medidas de base y cuello, que hacen ver en esta estela un aspecto antropomórfico.

Sus dimensiones son [7]:

  • Diámetro: 42 cm.
  • Espesor del disco: 17 cm.
  • Anchura del cuello: 23 cm.
  • Longitud visible: 67 cm. Total: 79 cm. Del pie: 50 cm.
  • Anchura de la base: 44 cm.

Paralelos, datación y conclusiones

La cruz aparece sobre muchísimas estelas de Navarra y País Vasco en general, pues el vasco es profundamente religioso. Es, además, el primero de los emblemas religiosos esculpidos en las estelas. Las estelas de San Martín de Unx no son una excepción a esta regla. Entre ellas aparece une cruz típica de brazos ancorados, que Frankowski [8] sitúa a medio camino en la evolución de la cruz de malta a la de brazos también ancorados pero lobulados. En Navarra hay un ejemplo casi idéntico en una estela de Oroz-Betelu, estudiada por Urrutia [9], con la salvedad de que en uno de los brazos (en la región seis), ha desaparecido la forma ancorada. Y otra similar, pero con anclas lobuladas, que presenta Colas [10] como originaria de Etchebar (Dégairie du Val Dextre. Haute-Soule). Dice Colas “que le aparece muy antigua”. Por todo lo cual: las estelas núm. 1, 2 y 3, que ostentan cruz ancorada, serán anteriores en el tiempo a la ancorada lobulada de Etchebar, pues en el cuadro evolutivo de Frankowski se sitúan antes. Ahora bien, a la hora de datarlas, me parece más antigua la núm. 2 por su rusticidad, y más moderna la 3 que la 1, dada la mayor estilización de las anclas (que casi llegan a unirse formando un segundo ribete), así como por la complejidad de su “historia”.

Se encuentran hendiduras parecidas (estelas 1 y 2), aunque más modernas, en una estela de Espes (Dégairie de Laruns. Basse-Soule), donde han tomado forma de hoja de laurel, y en otra de Sunharette (Val Dextre, Haute Soule), donde se han convertido en estrellas [11].

La estela núm. 3 es de lo más singular. Ya de por sí es excepcional que la figura humana ocupe un lugar en la estela discoidea vasca. Pocos casos se registran, pero en estelas de Arazuri, Igal, Izalzu, Espinal, Oroz-Betelu, Arancou, Sorhapuru, Etchebar, Aparduei, Soracoiz, Abense-de-Haut (Alto Soule), Sunharette (ídem) y Licq (ídem), la figura humana está presente. El agricultor de San Martín de Unx, se parece más en su esquematismo a las figuras humanas del Alto Soule [12]. Los símbolos astrales son de influencia medieval, como reveló Colas, y de raigambre ibérica y pagana, luego adoptados por el cristianismo. Por lo general, pertenecen al siglo XVII, pero los hay en el XVI e incluso en el XV, abundando en la Baja Navarra. Por ejemplo, en Bunus (Pays de Ostabarat), anverso y reverso de una estela se decoran con una gran pentalfa  [13]. Y si es escasísima la representación de pájaros (sólo conozco el caso de una estela de Arraute, Baja Navarra) [14], esta estela de San Martín de Unx es única por la libertad que el artista se tomó de representar el pájaro en el canto del disco [15]. Tampoco conozco estelas discoideas que hayan representado arquitecturas. En este caso se trata de un ventanal gótico que ayuda a datar la obra en torno al siglo XIV o principios del XV.

El motivo floral de la estela núm. 4 ha sido de empleo corriente. Colas dice que abunda en el cementerio de Larrau (Haute-Soule). Hay en ese lugar una idéntica a la de San Martín de Unx, aunque las medidas no son del todo iguales [16]. En Navarra se repite el motivo en estelas de Alzuza, Oroz- Betelu y Sorauren. El tipo de cruz que presenta el anverso es del todo original. Respecto a su datación cronológica, puedo decir que me parece primitiva y antigua, tal vez bajomedieval. Desde luego, no me parece sea la colocada recientemente para recordar la muerte por rayo de un vecino del pueblo. Es mucho más antigua.

Al contrario, la estela núm. 5, a pesar del desgaste atmosférico, me parece más moderna que sus compañeras. Su decoración es más ambiciosa, se intuye mayor ornamentación, y esto se opone a la sobriedad dominante en el resto de las estelas analizadas. No creo que su antropomorfismo esté reñido con la mayor modernidad, pues ya muchas estelas del siglo XVI lo muestran con nitidez. Con todo, su datación es insegura por falta de elementos de juicio.

En resumen

l.º Las estelas de San Martín de Unx se han localizado en un área geográfica que va en dirección SE.-NE., en dirección Beire-Lerga, en lugares no muy distantes entre sí. Se registra el hecho curioso de que una de ellas ha dado lugar a topónimo (Cruz de Piedra), en el léxico popular.

2.º Todas ellas son de arenisca, piedra común en el término.

3.º Destaca su aspecto sobrio, macizo y de gran tamaño. Las medidas de tipo medio son de 48,7 cm., para el diámetro del disco, 15,8 cm. para su espesor, 23,8 cms. para el cuello, y 86,5 cm. para la longitud total del conjunto. La decoración es bastante sencilla, pero de buena calidad estética. En ningún caso se decora el pie, pero sí el canto del disco en una de las estelas (la núm. 3). Una de ellas se singulariza por su antropomorfismo (la núm. 5).

4.º Ostentan expresamente los símbolos cristianos, entre los que se da como típica la cruz ancorada de brazos iguales (estelas núm. 1, 2, 3).

5.º Una de ellas (la núm. 3), sobresale del conjunto por su importancia, al incluir en su disco la figura humana en actitud de trabajar, una arquitectura gótica y la representación de un ave. Los motivos decorativos no se adaptan del todo al marco del disco, decorándose el canto exterior del mismo.

6.º Con todos los riesgos que comporta la datación cronológica de estelas, y habida cuenta que a partir del siglo XIII deja de enterrarse a los muertos en el interior de las iglesias, creo que en general son estelas antiguas y primitivas: las núm. 1 y 2 deben ser bajomedievales, la núm. 4 algo más tardía, pero más antigua que la núm. 3. Localizo esta última entre los siglos XIV y XV. Y la núm. 5 puede ser del siglo XVI.

Estelas discoideas de la Iglesia Parroquial de San Martín de Unx (Navarra)

Noticia del hallazgo

En el pasado número de la Revista, daba cuenta de la existencia de cinco estelas discoideas halladas en término de San Martín de Unx (Navarra), y que habían sido localizadas en dirección SE-NE (de Beire hacia Lerga) en los lugares de Santa Cruz, Torres, Pasolasmonjas y Cruz de Piedra [17].

Pues bien, ya estudiadas las mismas y al cabo de unos meses, han aparecido siete discoideas más, con ocasión de las labores restauradoras que la Institución Príncipe de Viana realiza en la iglesia parroquial de la villa. Es justo y oportuno decir que su descubrimiento se ha debido a don Pedro Pérez Lacarra, maestro albañil y vecino de San Martín, quien con gran celo recuperó las mismas y dio noticia del hecho. Además, me veo en la obligación de agradecer desde estas páginas a don Dionisio Lesaca Méndez, párroco de San Martín de Unx, todas las facilidades que me dio en orden a tomar los datos precisos para el estudio de las nuevas estelas discoideas.

Lógicamente, este estudio es continuación del anterior, por lo que al catalogar las nuevas estelas, las numeraré a partir del 6, ya que, como he dicho, las cinco primeras fueron ya analizadas.

Las estelas que son catalogadas con los números 6 a 10 inclusive, aparecieron empotradas en el vano central del ábside de la iglesia parroquial, cuando fue desmontado el retablo mayor con intención de trasladarlo a uno de los laterales del templo. Y las catalogadas con los números 11 y 12 se encontraron bajo la tarima del presbiterio. Esto obliga a pensar, que, seguramente, las estelas empotradas en el vano del ábside se habrían colocado en él antes del ensamblado del retablo, pues su edificación delante del altar impediría ya la entrada de la luz del exterior (razón de que fueran cegadas las tres ventanas románicas). Y otra de las deducciones obvias es pensar que las estelas enterradas en el presbiterio habrían sido puestas allí antes del entarimado de la nave central, por lo que dar con la fecha de esta obra, supondría con toda probabilidad conocer el momento de su traslado al templo. Todo ello podría estar relacionado con la situación y evoluciones que hubiera sufrido el cementerio de la villa, el cual -la abundancia de restos humanos bajo el suelo de la iglesia lo evidencia-, estaba rodeando el templo parroquial.

Por consiguiente, y con independencia de la datación aproximada que dé a las estelas tras su estudio, ya pueden aventurarse unas cronologías primeras para estos siete nuevos ejemplares discoideos de San Martín de Unx.

Doña Concepción García Gaínza, en su tesis doctoral sobre la escultura romanista en Navarra [18], y refiriéndose a San Martín de Unx, asegura que en 1604 fue contratado para pintar el retablo mayor de su iglesia parroquial, el vecino de Olite Juan de Frías Salazar. Revisado el Libro de Primicias (años 1631 a 1671) del Archivo de la Parroquia, compruebo la autenticidad de esta fecha y tropiezo con un documento [19] donde se lee que Juan de Frías Salazar “tiene recividos desde el año 1604 asta parte … quinientos sesenta y cinco ducados, [y] treinta y una tarjas y media”, como consta el 6 de mayo de

1634, por sus trabajos de dorado y estofado del retablo parroquial”. Me inclino a pensar que para ese año ya estaría preparada la cabecera del ábside para recibir el retablo, a punto de ultimar. Por tanto, cabe suponer, a falta de pruebas contrarias, que es en 1604 o poco antes, cuando a falta de otro material (¡!), los albañiles del lugar, aprovechando las estelas del cementerio, y adaptándolas previamente con cincel y martillo, cegaron los ventanales del ábside.

La prueba de que el camposanto rodeaba la iglesia parroquial nos la proporciona el P. Tomás Biurrun, cuando escribe en 1932 [20] que “al destruir el cementerio para dar cabida a las naves laterales … se removieron las estelas funerarias, quedando con otro destino algunas de ellas, cuya permanencia y simbolismo cristiano sería curioso puntualizar”. Las naves laterales eran dos: una es gótica del siglo XVI, y la otra era de la segunda mitad del siglo pasado, pues se acaba de derruir, ya que artísticamente no tenía gran valor y estaba en un estado de conservación deplorable. En cuanto a las estelas que catalogo con los números 11 y 12, hay que añadir que fueron encontradas en medio del presbiterio, y es difícil precisar si fueron llevadas allá con motivo del primero o del segundo ensanche de la iglesia. Consultados los libros parroquiales, resulta que el ensanche de la Parroquia (nave lateral derecha ya desaparecida) y el entarimado de la misma se concluyeron en noviembre de 1873 [21]. Luego es probable que con motivo de estas obras de ampliación, tanto los restos humanos como las estelas de las tumbas sitas en ese lado del cementerio, se trasladaran al interior de la iglesia y fueran enterrados bajo su suelo, respetando así la memoria de los antepasados y los ritos cristianos de inhumación. En ese caso, las estelas no serían posteriores al siglo XIX. Su aspecto es de mayor antigüedad, por lo que concluyo por considerar que en el caso de las estelas 11 y 12, la localización de los hallazgos no sirve para datarlas cronológicamente. En cambio, con las estelas 6 a 10 ocurre lo contrario: su localización en una ventana que se ha cegado con toda seguridad en 1604, aporta una datación relativa preciosa.

Tras estas consideraciones, analizaré estas siete nuevas estelas discoideas encontradas en la iglesia parroquia1 de San Martín de Unx, siguiendo en su estudio la metodología propuesta por Michel Duvert [22], como ya hice al considerar los primeros cinco ejemplares de la Villa.

Catálogo de materiales y estudio estructural de los mismos

Estela 6: anverso y canto decorado

Estela 6

Al igual que sus compañeras 7, 8, 9 y 10, fue descubierta por Pedro Pérez Lacarra cuando procedía a limpiar el vano central del ábside. Si no recuerdo mal, estos primeros hallazgos se hicieron a comienzos de este año.

Es de piedra arenisca, común en el término, conocida vulgarmente como “piedra Tafalla”, y consta sólo de anverso adornado, pues el reverso está completamente liso, sin trabajar, y no parece que hubiera sido picado. Como contrapartida, el canto sí ofrece decoración, a base de siete trazos rectos dispuestos en línea quebrada. Se trata de simples rayas grabadas con una profundidad de incisión que no excede los 4 mm. La pieza está parcialmente mutilada en sentido longitudinal, habiéndose hecho intencionalmente para adaptarse al lugar donde se encontró. Su estado de conservación no es del todo bueno, pues está corroída. No obstante, aún fue posible el calco de su

decoración, apreciándose una profundidad en el grabado de 3 a 4 mm. La técnica de labra en la esfera discoidal ha sido la de rebaje de los fondos, de empleo general en la cantería de épocas pasadas.

El anverso presenta una decoración muy efectista y bella. La idea del cantero-artesano al concebir la decoración de este lado, ha sido genial por cuanto ha pretendido contrastes interesantes de trazos rectos y líneas curvas, oposición de vértices y distribución de espacios, al repartir en círculos concéntricos, primero el ribete, segundo los redondeles y arcos ojivales, tercero y dominando, la estrella de seis puntas. Por último, el exágono central se manifiesta como punto de referencia de la totalidad.

La ornamentación se ha distribuido equilibradamente contando con la disposición imaginaria de los ejes vertical y horizontal del disco, y por ello tiene ese empaque el conjunto. El eje horizontal modula los efectos del vertical y tiene un papel más importante en la simetría, pues una vez trazado coincide con el vértice del arquillo ojival de la región tres, y es de suponer que ocurra lo mismo con el arquillo de la región nueve, desaparecido. Por el contrario, el eje vertical, en su intersección con las regiones doce y seis, no crea simetría, sino disimetría con respecto a los redondeles, aunque ésta no sea exagerada.

Si una cierta asimetría del conjunto denuncia el carácter un tanto rudimentario de quien lo esculpió, sin embargo no puede decirse que sea un ejemplar mal estructurado. Muy al contrario, la estructuración es casi perfecta, pues: a) hay una equivalencia entre redondeles y arquillos; b) cada punta de la estrella central mira a un arquillo; c) se combinan trazos curvos y líneas rectas; d) los triángulos que resultan de la superposición de los dos equiláteros y que forman un sello de Salomón, se oponen o bien por la base, o se afrontan por los vértices; e) hay una serie de orlas concéntricas bien pretendidas: primero el ribete del disco, luego el área de redondeles y de arquillos, por último el sello de Salomón o estrella de seis puntas; f ) la composición se ha imaginado partiendo del número seis (hay un polígono exágono, una estrella de seis puntas, seis triángulos inscritos, seis redondeles, seis arquillos), o bien por su mitad (triángulos de tres lados, tres arquillos y tres redondeles a cada lado del eje vertical). ¿Qué supone esto?: pues que se han buscado efectos de alternancia, de oposición de fuerzas, de contrastes visuales, de dinamismo y de potencia. Este movimiento hubiera sido caótico de no ser por el equilibrio que dimana de la región cero, donde el polígono central da el toque de vacío al conjunto. Mas, por paradójico que parezca, es precisamente en la región cero donde se concentra toda la fuerza que se expande por el disco, provocando a cada una de sus ondas mayores oposiciones en la superficie discoidea. El ribete, que aparece medio erosionado, es quien contiene semejante motricidad, y el pie -bien trapezoidal- quien la soporta.

En la decoración del anverso nada se ha dejado al azar. Si bien hay una cierta impotencia por parte del artesano (apenas hizo labor de cincel), por otro lado hay que encomiar su sentido de la composición, muy estética y bien consciente, y su habilidad en el manejo del compis. A señalar también el detallismo del artesano por ese primor en decorar el canto.

La silueta de la estela debió de ser graciosa y levemente antropomórfica. Comparando sus medidas, resulta ser una estela de bonito canon (el módulo del cuello equivale al radio del disco).

Sus medidas son:

  • Diámetro: 37 cm. en sentido longitudinal (se le cortaron unos 9,50 cm. de una parte).
  • Espesor del disco: 14,50 cm.
  • Anchura del cuello: 18 cm.
  • Anchura de la base: 26,50 cm.
  • Espesor de la base: 12 cm. (aumenta a 16 cm. en el cuello).
  • Longitud total: 70 cm.

Estela 7 con motivos humanos, animales y ballesta de cazador

Estela 7

Es también de arenisca y aparece muy mutilada, pues carece de pie y se le suprimieron 9 cm. de una parte del disco. Es una verdadera pena, ya que se trata de una estela interesantísima y muy hermosa.

Posee decoración en sus dos caras y en el canto, lo que la relaciona con la núm. 3 de San Martín, encontrada en el Camino de Pitillas, en el lugar de Santa Cruz [23].

El anverso presenta la originalidad de que se trazó el eje vertical inclinado, lo que motivó una oscilación del eje horizontal, y de la Cruz de Cristo montada sobre ellos. En este caso se trata también de la cruz griega con extremidades ancoradas y típica de San Martín de Unx, aunque más singular por aparecer la figura de Jesús clavada a ella. El cuerpo de Jesús se ha esculpido con evidente rigidez y esquematismo, reduciéndose a cabeza, tronco y extremidades (parcialmente desgastados por el tiempo), sin caer en mayores detallismos, resaltando con ingenuidad ciertas partes de su anatomía: los ojos, la boca, la vestidura (un detalle de gran respeto para el Señor), una rodilla y los dedos de los pies. Los pies de Jesús, clavados separadamente a la manera románica, descansan con cuidado sobre la región seis del ribete, como si el cantero – e n su piedad- hubiera concedido al Señor esta pequeña libertad de artista-renunciador a las leyes de la composición, suprimiendo áncora y decoración. Un ribete, decorado con esquema de dientes de lobo, y de 4,5 cm. de anchura, rodea la figura de Jesús. Todo el resto de la superficie no se ha decorado, y aparece lisa y profunda (se han excavado hasta 9 mm.), para resaltar el motivo central de la Crucifixión.

El reverso es verdaderamente original. Como motivos ornamentales presenta: una ballesta con su cuerda, su culatín, su correa para el transporte, y su orificio para facilitar la carga, toda de medidas desproporcionadas; un cuadrúpedo, también de anatomía ingenua, con una larguísima cola (¿un zorro?), en actitud de marcha; la cabeza de un pez o de una serpiente; un damero de tacos, y una orla u hornacina estropeada por la erosión, cuyo sentido se nos escapa. El conjunto parece hablarnos de la casa del difunto y puede aludir a su modo de vida. Si se tratara de la cabecita de un pez, podría simbolizar a Dios. Y el damero ¿es ornamento o motivo heráldico?

La respuesta a su significado tal vez estuviera en el motivo central desaparecido, el cual y probablemente sería una figura humana. Todo con intención narrativa.

En la disposición estructural de los elementos, la ballesta y la decoración desaparecida se han colocado a lo largo del eje vertical del disco, y parece que en la distribución de los demás motivos, el autor ha obrado con más libertad, si bien disponiéndolos en torno a la región cero, a la que habría designado el papel más importante. El ribete, como en el anverso, queda un poco alto, por lo que el cuello se eleva ligeramente.

La decoración del canto con figuras humanas en altorrelieve (2 cm. de altura) singulariza enormemente este ejemplar. No sólo no hay adaptación al marco interior del disco, sino que parece que las figuras representadas tienen un gran sentido. La mayor es una Virgen con el Niño de aspecto románica, es decir, colocadas las rodillas de la madre para trono de la criatura, con su hieratismo y rigidez propios, sin detalles de caracterización. Más arriba, aparte de una protuberancia circular, hay una figura humana aún más esquemática si cabe, que todas las que se representan en la estela, ostentando casi solamente tronco, y nada más que iniciadas la cabeza y las extremidades. La erosión ha respetado bastante el canto.

En su totalidad, esta pieza es única por la variedad de motivos ornamentales tan poco comunes. Tal vez fuera la “ilharria” de una familia distinguida. Su significado religioso es bien notorio y el cantero ha hecho hincapié en ello. Su factura es cuidadosa, llena de efectos visuales. Su estética es de buen gusto, aunque su aspecto es primitivo. El cuello es desproporcionadamente ancho.

Estas son sus medidas:

  • Diámetro: 39 cm., faltándole unos 9 cm. de una parte.
  • Espesor del disco: 17,50 cm.
  • Anchura del cuello: 23,50 cm.
  • Longitud total: 51 cm. (carece de pie).

Estela 8 con abolladura en el canto

Estela 8

De arenisca, en estado de conservación regular, sin pie y faltándole buena parte del disco (se le privaría de unos 8,50 cm. de un lado).

El anverso está decorado con un gran sello de Salomón trazado con ayuda de compás. Produce un efecto más reposado, si lo comparamos al del anverso de la estela 6. No hay la fuerza que en aquélla produce la alternancia y oposición de los elementos geométricos, y a cambio su trazado es menos torpe y el conjunto más acabado. El polígono interior se decora con una cruz griega, de brazos no muy proporcionados, que acaban en el ancla típica, y que se han dispuesto siguiendo los dos ejes principales del disco: el eje vertical (que es algo transversal) sirve de bisectriz a los triángulos que resultan de la superposición de los dos equiláteros que forman el sello de Salomón, y el horizontal equilibra la composición de los lados. El número seis juega un papel importante en la obra, y «juega» perfectamente con las cuatro anclas de la cruz. Por último, se ribetea el sello con una cinta de 4 cm. de anchura, lo que da a la totalidad un bello efecto óptico, realzado por el trabajo de “champlevé”, que cuidadosamente ha rebajado el fondo entre 3 y 4 milímetros.

Por el otro lado, al reverso, tenemos una flor de seis pétalos, que se han dispuesto siguiendo la trayectoria imaginaria de los ejes principales y secundarios del disco, rebajando el fondo de 3 a 4 mm. de profundidad, y dando como resultado consiguiente, en las partes no rebajadas, una especie de brazos de cruz de Malta en número de seis. El efecto se remata volviendo a excavar otros tantos milímetros de profundidad, para hacer brotar seis pétalos más en la periferia del disco. Brazos de la cruz, pétalos de flor, rebajes y prominencias, crean un conjunto variado, que es donde reside su belleza. Esta, como en el anverso, es realzada por una orla periférica. Toda la composición ha sido pensada y realizada a partir del punto cero, aún bien patente, y del número seis, que sigue siendo una constante. El resultado es un suave claroscuro de luces y sombras.

El canto tiene una excrecencia de centímetro y medio de altura, como en la estela anterior, que seguramente iría acompañado de otro más al lado contrario. Es pena que este ejemplar esté mutilado del pie, pues, a juzgar por su apariencia, tendría una silueta bien proporcionada.

Sus dimensiones son:

  • Diámetro: 36 cm.
  • Espesor del disco: 15,50 cm.
  • Anchura del cuello: 19 cm.
  • Longitud total: 40 cm. (carece de pie).

Estela 9

Estela 9

De arenisca. Supongo que esta pieza ha sido muy robusta, pues sus medidas son bastante desproporcionadas: la anchura del cuello es exagerada en comparación al radio del disco, su diámetro es más grande que el resto de las otras estelas, el espesor se ha aumentado, y su altura es considerable, aún suponiendo, como ha ocurrido, que esta estela ha sido tallada a bisel para servirse de ella como bloque para cerrar la ventana del ábside de la iglesia. En efecto, se ha transformado el disco en un rectángulo, privándole

de 9 cm. de anchura por cada lado. Su reverso tiene un rebaje de 11,50 centímetros, que permitiría su colocación en la ventana, habiéndose picado todo él, de modo que si estuvo decorado, esta ornamentación ha desaparecido totalmente.

Esta es la razón de que ahora su inteligibilidad no sea fácil. La vemos decorada con una gran estrella de David, cuyo trazado (aún se puede apreciar la línea rayada y tirada con regla, por la que se orientó el tallador), respeta la disposición imaginaria de los ejes, tanto principales como secundarios. Con ello, el cantero pretendió dejar practicable la región cero del disco, para colocar en ella el motivo central, en este caso una estrella de seis puntas, en la que se inscribe un círculo (tal vez simbolizando al sol). La base de cuatro está decorada con triángulos equiláteros, resultado una vez más de la “fabricación” del sello de Salomón, y se acompaña de otros dos triángulos de idéntico género en las regiones doce y seis, coincidiendo sus ángulos con la bisectriz imaginaria que traza en ellos el eje principal, de análoga manera a como ocurre en el anverso de la estela 8. El resultado estético es de un sereno equilibrio, no precisamente amanerado, que se ensalzaría gracias al perímetro circular del disco, en el que se adivina un débil ribete (sin remarcar, por cierto, la transición al pie).

En la periferia del disco, en cada uno de los sectores circulares, hay una figura decorativa, que a causa de lo fragmentada que ha llegado a nosotros la estela, no es posible adivinar su significado. Tenemos un círculo, un creciente lunar, una especie de mazo, y la extremidad de un objeto. Sin duda, faltan otros dos sectores de la circunferencia, y tal vez en ellos tendríamos la explicación al significado de figuras tan enigmáticas. A riesgo de equivocarme, aventuro una suposición: es la primera estela de San Martín de Unx que llega a mis manos presentando un trabajo de bujarda, es decir, se ha alisado la superficie del fondo con ese mazo típico para granular la piedra, que usan los canteros. ¿No se habría celebrado esta novedad representándolo en la ornamentación? El estilete también representado (no podría ser la extremidad de una herramienta de cantería? El círculo (tal vez una plomada) y la media luna, no aclaran mucho el significado del conjunto. Quede, pues, como pura hipótesis, la atribución de esta piedra funeraria a la familia de un cantero.

Hubiera sido interesantísimo valorar la estela en su conjunto. Los indicios métricos ya mencionados me hacen pensar que, con toda probabilidad, se tratara de una pieza con silueta bien marcada, con pie muy trapezoidal, pesada y fuerte.

Sus medidas son:

  • Diámetro: 41 cm. (24,50 cm. tomada la medida de izquierda a derecha).
  • Espesor del disco: 17 cm.
  • Anchura del cuello: 25 cm.
  • Longitud total: 74 cm.
  • Anchura de la base: 25 cm.
  • Espesor de la base: de 14,50 a 15,50 cm. tomando la medida de derecha a izquierda.

Estela 10. Primer caso entre las estelas de San Martín de Unx en que la decoración se extiende al pie

Estela 10

La estela núm. 10 está cortada en sentido longitudinal, como en el caso anterior, con miras a cegar el ventanal románico. Presenta dos caras decoradas, si bien algo desconchadas. Es de piedra arenisca.

El anverso es particularmente interesante por cuanto aparece en él una cruz sofisticada, tipo candelabro o custodia, novedosa en la decoración de San Martín de Unx, donde generalmente se ha decorado con la cruz ancorada de brazos iguales. Es de importancia resaltar que el soporte de la custodia desciende hacia la base de la estela, desbordando el disco y decorando el pie, lo cual supone una verdadera excepción ornamental. La custodia, tallada a partir del eje principal imaginario (también en este caso algo transversal), tiene cuatro brotes de capullos en flor a la vista (en total serían cinco), que llevan inscritos otros tantos círculos -lo más probable Sagradas Formas-, lo que da al anverso un sentido estrictamente cristiano. En la región cero ha trabajado el autor con más primor, predominando esta flor sobre las demás.

En este ejemplo, destaca la forma sobre la línea, y la composición se ha concebido a partir de los ejes principales, que son los que forman la Cruz de Cristo, en este caso latina, por la libertad del cantero en rebasar los límites del disco.

El reverso ofrece un sólo motivo decorativo, un instrumento parecido a una azuela, hoz, o más bien “tajabarda”, herramienta usada por pastores y labradores de San Martín de Unx, que en su navarrismo vendría a significar “cortadora de matorrales”, utilizada para este fin. Luego al sentido cristiano del anverso hay que asociar ahora la labor del campo, aunando el culto al Dios Eterno con la cotidianeidad de la vida de este mundo, reuniendo simbolizadas en este monumento las dos vidas, la de aquí y la del más allá. La “tajabarda” ocupa todo el espacio del disco del reverso, quedando bien manifiesta y en situación privilegiada.

La estela está bien de proporciones y es de bella factura. El rebaje del fondo se ha hecho con gran paciencia y cuidado en el anverso, excavando de 3 a 9 mm. en varios niveles de relieve, produciendo efectos ópticos. El reverso es más rudimentario, y posee un ribete de 1,5 cm. con 5 mm. en rebaje de fondos.

He aquí sus medidas:

  • Diámetro: 35,50 cm.
  • Espesor del disco: 17 cm.
  • Anchura del cuello: 18,50 cm.
  • Anchura de la base: de 9 a 23,50 cm. pues está partida diagonalmente.
  • Espesor de la base: 19,50 cm.
  • Longitud total: 73 cm.

Estela 11. Motivos florales en irradiación de fuerzas

Estela 11

Recogí los datos de esta estela y de la siguiente (núm. 12) el pasado 20 de marzo, pues ambas aparecieron más tarde que las demás, enterradas en el presbiterio de la iglesia. Como no fueron reutilizadas, sino -como parece- simplemente trasladadas del cementerio a la nave central del templo, no han sido mutiladas. A pesar de ello están erosionadas y parcialmente desconchadas. Las dos son de arenisca.

En el anverso, lo que privan son los círculos concéntricos, dando la sensación de que la composición se ha concebido más en cuanto a los ejes secundarios del disco. Así, se pueden distinguir hasta ocho áreas concéntricas, a saber: punto cero, círculo de pétalos, periferia de triángulos, ribete de la región cero, nuevos pétalos, nuevos triángulos, ribete del disco y límite del canto. La irradiación a partir del punto cero es un hecho, dando una sensación de dinamismo y fuerza expansiva. La región cero tiene como motivo ornamental una roseta de seis pétalos y otros seis triángulos que resultan en los espacios libres, todos ellos en el interior de una circunferencia de 11 centímetros de diámetro. Al exterior del círculo y como irradiación lógica de él, trece pétalos (obtenidos por rebaje de 18 a 20 mm. del fondo, cada uno de los cuales tiene 12 cm., de longitud), y trece triángulos más, ornamentan el disco. No hay privilegios para la base de cuatro, no hay regiones especialmente atendidas, lo que vence es la expansión. Únicamente, cabría indicar que si los motivos exteriores hubieran sido doce y no trece, la simetría hubiera sido más armoniosa, efecto que aquí se malogra, tal vez por la torpeza del tallador. Y ello no hubiera restado potencia al torbellino de la expansión.

Concluyendo, la idea estética era ambiciosa, pero fallaron los cálculos de la puesta en práctica (éstos debieron hacerse partiendo del número seis y de su duplo, utilizados como módulos de composición). Con todo, la impresión que produce a la vista es favorable. La decoración recuerda a los rosetones góticos de los tímpanos de las catedrales medievales.

El reverso de la piedra, con un color rojizo y negro (parece que se quemó), muestra, a pesar de las erosiones, una decoración dispuesta sobre la base de cuatro, los ejes secundarios y la región cero. Esta se ha hecho utilizando los mismos motivos y número del anverso, es decir, el círculo que inscribe seis pétalos y triángulos, y que en este lado aparece en número de cinco, correspondiendo su localización a las áreas ya dichas. Para el resto de las regiones del disco se ha servido el autor de una decoración en damero irregular, rebajando la piedra de 9 a 12 mm. De modo que se ha rellenado totalmente la superficie. El reverso corrobora la torpeza del tallador, pues no ha sabido dar con la simetría adecuada. Por ejemplo, las medidas de las flores son variadas, el cuello de la estela es demasiado ancho, y el trazado del disco irregular.

Sus dimensiones son:

  • Diámetro: 39 cm.
  • Espesor del disco: 11 cm. ( 12 cm. cerca del cuello).
  • Anchura del cuello: 22 cm. Su grosor es de 13 cm.
  • Longitud total: 85 cm.
  • Anchura de la base: 26 cm. Su grosor es de 15 cm.
  • Anchura de los ribetes: 3 cm. (anverso), 2,02 cm. (reverso).

Estela 12. La cruz de Malta como motivo principal

Estela 12

Su estado de conservación es bueno en el anverso, con el ribete casi borrado, y peor por el reverso, con algún desprendimiento parcial y erosión. No obstante, se ha recuperado la decoración con el calco.

El anverso va adornado con una cruz de Malta, de brazos iguales, trazados a partir de los ejes principales del disco, si bien en este caso vuelve a repetirse esa cierta inclinación del eje vertical, como ya ha sucedido en otras estelas de San Martín. En sustancia, la disposición de adornos en esta cara es casi idéntica al reverso de la estela 4, ya estudiada anteriormente. Se diferencian en cuanto que ahora los brazos de la cruz no están en bajorrelieve, sino en medio-relieve. Su disposición es casi perfecta y el artesano ha tomado con cuidado las medidas (15,50 cm. para cada brazo). Cuatro vanos resultan en los espacios libres. Tienen apariencia de pétalos, y siguen la trayectoria de los ejes secundarios, habiéndose obtenido por rebaje de los fondos (11 mm.) Y al igual que sucedía en la núm. 4, la fuerza de la composición emana del punto cero, aún visible, irradiando sus fuerzas en las cuatro direcciones.

El reverso es complicado y ambicioso. En esta cara, la irradiación, por decirlo así, ha estallado al emerger del punto cero otra cruz de Malta, motivo principalísimo de la ornamentación; colocada en la encrucijada de ejes. El cantero ha demostrado su ingenio con esta composición tan simbólica: la Cruz de Cristo que al aparecer envía por todas partes su imagen redentora. Esta expansión forma una complicada retícula estrellada, que genera dos aureolas de ocho triángulos en tamaño creciente, con el contrapunto de ocho sectores circulares y el realce de un ribete de 2,03 cm. de anchura. El conjunto es hermoso, y perfectamente coherente con el anverso, y con su significado: el esplendor y gloria que trae al mundo el símbolo de la Crucifixión del señor, la Resurrección y la Verdadera Vida.

El cuello es desmesurado y el conjunto muy sólido.

He aquí sus dimensiones:

  • Diámetro: 35 cm.
  • Espesor del disco: 14,50 cm.
  • Anchura del cuello: 23,50 cm. Su grosor es de 15,50 cm.
  • Longitud total: 78,50 cm.
  • Anchura de la base: 30 cm. Su grosor es de 15,50 cm.
  • Anchura de los ribetes: 2,03 cm. (anverso) y 3 cm. (reverso).

Método de estudio, análisis de elementos, simbología cristiana y datación

Método seguido en el estudio

Una vez localizadas las estelas, el procedimiento seguido para recuperar sus caracteres externos, ha sido el del calco, al que antes me he referido. Antes de proceder al mismo, limpié cuidadosamente las superficies de la estela con un cepillo de raíces, procurando no dañar el relieve del disco. Una vez limpio de adherencias, calqué la decoración de cada disco sirviéndome del siguiente material: un plástico fino, transparente y manejable, de los que permiten una adaptación perfecta a cualquier cuerpo, merced a su capacidad de electrizamiento; y un rotulador de tinta que seca instantáneamente y posee gran resistencia al agua. Calcados los discos, y – e n su caso- canto y pie de las estelas, tomé medidas de las diversas partes, y de la profundidad del relieve, con ayuda del calibre. A continuación anoté datos complementarios, como son, por ejemplo, la naturaleza física del soporte o su estado de conservación, y se tomaron las fotografías. Después de ello, las piezas han quedado colocadas en la Casa Abacial del pueblo.

Posteriormente, viene el trabajo de dibujo, que se hace a la vista de las fotografías y de las anotaciones que se hicieron ante las piedras. Consiste éste en obtener una fotocopia del calco, y sobre ésta hacer el dibujo definitivo en papel vegetal. Luego se hace una simple reducción de tamaño a escala, y termina el proceso, que permitirá el estudio final de las estelas.

Análisis de elementos varios

Tipología

Las doce estelas discoideas de San Martín de Unx son de piedra arenisca, común en el término, y por tanto sin carácter alóctono. Al ser la arenisca piedra de grano suelto y más fácilmente exfoliable que otro tipo de rocas -la caliza por ejemplo-, su estado de conservación es peor y las estelas aparecen bastante erosionadas, al haber actuado sobre

ellas los agentes externos climáticos, que han redondeado las formas angulares de la decoración, y han motivado su descascarilleo.

Además, se da el hecho de que cinco de ellas (las catalogadas del 6 al lo), han sido reutilizadas por el hombre y privadas de parte de su conjunto, o mutiladas accidentalmente (la núm. 3 ). Otra, la núm. 11, tiene evidentes signos de haber sido recalentada al fuego.

Una comparación tipométrica de los doce ejemplares arroja unas medidas medias, que son las siguientes:

l.º Para las estelas halladas en Torres, Pasolasmonjas, Santa Cruz y Cruz de Piedra:

  • Diámetro: 41,90 cm.
  • Espesor: 15,80 cm.
  • Cuello: 23,80 cm.
  • Longitud: 86,50 cm. [24]
  • Anchura base: 33,5 cm.

2.º Para las discoideas objeto de este estudio:

  • Diámetro: 37,50 cm.
  • Espesor: 15,28 cm.
  • Cuello: 21,35 cm.
  • Longitud: 76,10 cm. [25]
  • Anchura base: 26,20 cm.

3.º Y en conjunto:

  • Diámetro: 39,33 cm.
  • Espesor: 15,50 cm.
  • Cuello: 22,37 cm.
  • Longitud: 80,72 cm.
  • Anchura base: 29,44 cm.

De lo cual, se extraen varias deducciones: a) si el canon por excelencia se considera debe basarse en la regla «el radio del diámetro equivaldrá a la anchura del cuello», resulta que en este caso se trata de estelas de cuello desproporcionado por su anchura en relación al radio del disco; b) las medidas de espesor son regulares y éste es bastante considerable; c) en longitud, resulta que el primer grupo de estelas es más alto y con pie más desarrollado que el segundo grupo, y en general no es exagerada; d) el diámetro del primer grupo aventaja en 4,40 cm. al segundo; y e) la anchura de la base en las estelas del primer grupo supera en 7,30 cm. a las del segundo.

Por consiguiente, cabe concluir que las estelas de San Martín de Unx:

1.º Son de cuello ancho y desproporcionado.

2.º Tienen un espesor considerable.

3.º Su altura es normal, algo mayor en las estelas del primer grupo (se aprecia en la longitud de los pies).

4.º Tienen un disco de diámetro amplio, con ventaja para el primer grupo.

5.º La anchura de base es superior en el primer grupo. Esto se explica perfectamente, habida cuenta de la mayor altura y mayor diámetro de sus piezas. A ello hay que sumar su mayor peso (no apreciable en kilogramos pero comprobado directamente) [26].

Y 6.º Son levemente antropomórficas las estelas 6, 8, 9 y 10, y bastante la 5.

fotosestelas6y7_webTécnicas empleadas

Al considerar la técnica con que fueron labradas estas estelas, es preciso valorar los condicionamientos de tipo externo e interno con que choca toda manifestación artística. Hay que considerar en primer lugar el soporte o materia sobre el que se trabaja, en este caso la piedra arenisca, roca formada de granillos de cuarzo unidos por un cemento silíceo y arcilloso, que se caracteriza por su fragilidad y, sobre todo, esto es lo importante, por su dureza. A este respecto cabe decir que todas las estelas de San Martín de Unx son precisamente de este material.

Segundo punto a tener presente: los instrumentos de los que se ha valido el artífice. Es seguro que los ejecutantes de las estelas no eran canteros profesionales, sino más bien artesanos de pueblo, talladores de piedra más que escultores, que dispondrían de herramientas no del todo adecuadas, aunque suficientes: martillo, cinceles, escuadra, compás, nivel y poco más. Solamente una estela, la núm. 9 parece acusar el empleo de la bujarda, pues su fondo se ha martilleado suavemente con este útil de cantería, hasta dejar la piedra granulada. Esta herramienta comienza a usarse en la primera mitad del siglo XVIII, lo que plantea un verdadero problema cronológico, si es que suponemos que este ejemplar se empotró efectivamente en 1604, y no después. Se destaca su ejecución más depurada.

Tercer y último aspecto condicionante: el modo de acción sobre la materia, la “forma de trabajar” del artesano. Esta fase incluye las operaciones externas ya mencionadas, y la categoría interna del operador. Este debe plantear, organizar y orientar la obra de acuerdo a sus medios técnicos más bien mediocres, y, por tanto, limitado en su acción ya de entrada. No obstante, pone en tensión sus cualidades psicológicas (su sentido del volumen, de la composición o del ritmo), en relación a su cultura y a su concepción artística del mundo, sin olvidar su sentido trascendental de la vida. Esto último es lo más importante, pues el artesano, al momento de esculpir la estela para una tumba, tiene su mente necesariamente puesta en la otra vida. Esto bien lo demuestra la ornamentación de estas discoideas de San Martín de Unx, donde hay un sentido religioso deseado (como luego apreciaremos al escribir sobre la simbología).

Pues bien, el artesano se emplea a fondo en la creación de la forma, partiendo de una materia (la piedra arenisca) y de una técnica (limitada), de acuerdo a unos factores (la paciencia, la destreza, la metodología del artífice).

Las estelas de este estudio ofrecen una coexistencia de varias técnicas, como son:

  1. La incisión: que aparece en las estelas 3, 6, 7 y 10, donde en un caso contornea el perfil de un pájaro, en otros dos se reduce a líneas finísimas (casi grafitos), orlando el canto o la periferia del disco, en línea quebrada o en levísimo esbozo de diente de lobo, y en último caso dibuja el pie exagerado de una cruz en forma de custodia. Es técnica propia de la arenisca, pues su dureza dificulta la ornamentación. Interesa el hecho de que la incisión ya se empleara en estelas romanas del mismo material, en las zonas bajo-aragonesas, Navarra, Logroño, Soria y Álava [27].
  2. El bajorrelieve: que es la técnica más generalizada en labra de estelas vascas, llamada por Louis Colas “champlevé” [28], de la cual se sirve el cantero para rebajar los fondos y exaltar la forma. Todos los ejemplares de San Martín de Unx presentan esta técnica, llegando al relieve casi plano los núm. 6 y 9.
  3. La inscultura: o relieve obtenido por rebaje del fondo, mostrando los elementos esculpidos en un plano inferior a la superficie de la piedra (lo que viene a ser una variante del “champlevé”). Esta técnica no ha sido utilizada en demasía: solamente las estelas 1 y 2 (decoradas con profundos rombos), y la 7, donde se ha obtenido con su ayuda un damero perfecto en el anverso del disco, la ostentan tímidamente.
  4. El bisel: o labra a dos vertientes en planos que se cortan formando aristas finas, que producen claroscuro, efectos pictóricos y lumínicos. Es técnica utilizada también en todas las estelas de San Martín, usada para la decoración vegetal y geométrica, y más que nada en las núm. 3, 5, 7, 8 y 12.
  5. El altorrelieve: técnica que exalta a las figuras desde el fondo de la piedra, en profundidad, llegando casi al bulto redondo. La estela 7 presenta esta técnica en el canto y fotosestelas7y8_webligeramente en el anverso. En todos los casos se ha empleado con figuras humanas y también divinas, pues destaca la importancia de la Virgen y de Cristo. Aún es más significativo que el mayor alto-relieve se haya colocado en el canto del disco.

Los ejemplos de figuras humanas tratadas a bulto redondo por la técnica del altorrelieve en estelas del País Vasco, son poco corrientes. Prácticamente sólo hay seis casos: la estela de Arazuri (Navarra), con un guerrero a la usanza ibérica, muy destacado del fondo; la de Arraute (Baja Navarra), con un pajarillo bien sobresaliente, según Colas no anterior al siglo XVII; las de Abense-de-Haut, Sunhar y Licq (Haute-Soule), de personajes, sin detalles expresos y dibujo como infantil, datadas también por Colas en el siglo XIII; y una de Arancou (Labourd) [29].

A ellas hay que sumar la de San Martín de Unx, triplemente interesante, por tener representación divina, en disposición de bulto redondo en su canto y por ser probablemente bastante más antigua que las vasco-francesas [30].

Decoración

Es variadísima y muy original, no tanto por su riqueza en motivos decorativos, sino porque los artífices de las estelas han sabido componer con mucho acierto, de forma que la decoración ha estado al servicio de la idea estética del conjunto: así, en las numeradas como 6, 11 y 12, se ha buscado la oposición de fuerzas, la variedad, la potencia, disponiendo los motivos en aureolas, que, al propio tiempo, respetan la hegemonía del motivo central, sea una cruz, un polígono o un círculo, exaltando además la idea religiosa proyectada al monumento funerario; en otros casos -estelas 7, 8, 9, 10 y 12- se ha logrado una simetría y un equilibrio dela totalidad, pues los motivos de adorno se han supeditado a la disposición de los ejes. Hay otras estelas -como la 7 y la 9- que son más narrativas que ornamentales, y en estos casos los motivos de adorno pretenden dar una explicación de la actividad del difunto. En la 9 se han hecho perfectamente compatibles armonía en ornamentación y mensaje. Y por último, otros ejemplares -el 6, 8 y 11- denuncian una cierta incapacidad técnica por parte de quien los labró, lo que no anula ni mucho menos la originalidad compositiva del ornamento.

Los motivos decorativos son de distinto orden:

  1. Geométricos. A) las estrellas: las hay de cuatro, de cinco, de seis y de ocho puntas (estelas 4, 3, 6, 8, 9 y 12 respectivamente), inscritas en un círculo, asociadas a creciente lunar, fotosestelas11y12_webo inscribiendo un círculo. La de cinco puntas o pentalfa tiene paralelos en Baja Navarra, en los cementerios de Bustince, Bunus, Béhaume y Ainhice-Mongelos. De Navarra he registrado dos, una de Esparza de Salazar y otra en el Museo de San Telmo, de San Sebastián (sin lugar de procedencia). Por lo general, suele aparecer sin asociación a otro tipo de motivo, y es rara de encontrar. La estrella de seis puntas, comúnmente Sello de Salomón, es muy frecuente sobre las discoideas. B) las formas ovales: formando rosetas de pétalos en número de cuatro o de seis dentro de un círculo (estelas 4-12 y 8-11), florescencias (estela 10) u orlas con pétalos a modo de radios (estela 11). El motivo floral es común. En Navarra se registra en estelas de Alzuza, Oroz-Betelu, Sorauren, Valles de Lónguida y de Erro, Espoz, Urra, Beortegui, Loizu (cantodecorada), Zalba, Cáseda, Soracoiz y Uriz. Abunda también en la Baja Navarra. En el Labourd es corriente que aparezcan -como en San Martín de Unx- los pétalos de la roseta inscritos en un círculo, o en lugar de pétalos triangulitos: así los tenemos en Lahonce, Arbonne, Jatxou, Saint-Pée-Sur-Nivelle, Ustaritz, Arrantz, Villefranque y Mendionde. En todo caso no es exclusivo de la discoidea vasca. Un ejemplo de decoración exacta a la estela 4 de San Martín, lo tenemos en Horsarrieu (Landes, Francia). Otros ejemplos: en las estelas romanas de Santacara y Aguilar de Codés, en Navarra; en las estudiadas por María Lourdes Albertos como procedentes de Hontoria de la Cantera ( Burgos ) y Campolugar (Cáceres), también romanas [31]. Tampoco, pues, es exclusivo de una época determinada.  C) La línea quebrada: aparece en las estelas 6 y 7. Este motivo ya aparece en un capitel de filiación asturiana datado en el siglo IX, que apareció en San Martín de Unx, y fue estudiado por José Gudiol [32]. De la misma época es una de las estelas de San Adrián de Arguineta (Elorrio, Vizcaya), que presenta también este motivo. También se ha registrado en la estela discoidea fragmentada de Argote (Álava), que estudió Juan Carlos Elorza, estimándola ibérica y relacionada con otros ejemplares de Clunia [33]. Ya en Navarra, se decoran con esta línea estelas de Cáseda (cantografiada) y de Induráin. Y no es exclusivo el motivo de una época en concreto, como acabamos de ver. Cerámicas de la Francia del Sur y de la Península Ibérica ostentan la línea quebrada a finales del Bronce y Primera Edad del Hierro [34]. D) los triángulos: los hay de lados iguales (estelas 8, 9 y 11) o isósceles (estelas 6 y 12).Aparte de aparecer en Labourd inscritos en círculos, aparecen también en Soule (aunque no son especialmente frecuentes). También son típicos del Bronce Final. E) Los círculos: en estelas 3, 6, 9, 10, 11 y 12. Representan desde instrumentos -por ejemplo pesa de tejedor- a monedas, el sol, y la Sagrada Forma. En el cementerio de Bussunarits-Sarrasquette (Cize, Baja Navarra), aparece como útil de cordelero, de tejedor y como Hostia Sagrada. Asociado a la media luna, es frecuente en la Baja Navarra. F) Los rectángulos: en estelas 7 y 11. En forma de tacos adornan monumentos románicos de los siglos XI y XII, tales como Santa María de Ujué, portada principal de San Salvador de Leyre, iglesia de Torres del Río, y la propia iglesia parroquial de San Martín de Unx. Decoran estelas discoideas de la Baja Navarra, en los pueblos de Ascarat, Arhansus, Ibarrolle, Saint-Martin d’Arrossa y Saint-Martin d’Arberoue; del Labourd, en Arancou; de Soule, en Mendibieu. En estos ejemplos aparecen combinados a círculos o crismones. G) Los sectores circulares: en estelas 8 y 12. Son muy comunes, pues resultan de la combinación de la circunferencia del disco con líneas rectas. H) Los casquetes esféricos: formando abolladuras en los cantos de las estelas 7 y 8. En Navarra, hay paralelos en dos estelas de Esparza de Salazar y Zaldaiz respectivamente. En Soule, en las localidades de Etchebar y Abense-de-Haut. En los Bajos Pirineos, en Bérérenx (Commune des Navarrenx). I) Los rombos: en las estelas 1 y 2.
  2. Cruces. Gustan más las de brazos ancorados e iguales (en algún caso con tendencia a la cruz latina), que aparecen en las estelas 1, 2, 3, 7 y 8. Las cruces de Malta, de brazos en fotosestelas11y12_webforma acampanada, en las estelas 4 y 12. La 4 tiene una cruz peculiar en forma   en forma arborescente, de brazos iguales. La cruz es siempre de planta griega, correspondiéndose sus brazos a los ejes estructurales principales del disco. Hay paralelos a las cruces ancoradas y típicas de San Martín de Unx, en otras estelas navarras de Oroz-Betelu, Leoz, Gazólaz, Zunzarren, Ardaiz, Los Arcos y Olcoz (estas tres últimas se hallan en el Museo San Telmo, de San Sebastián, datadas como medievales). También se presenta en otra estela de Ormáiztegui (Guipúzcoa). En Baja Navarra, en el cementerio de Saint-Martin d’Arrossa. Tenemos cruces de Malta en estelas navarras del Valle de Lónguida, Mendióroz, Lizoain, Urra, Espoz y Olóndriz. En estelas de Baja Navarra, como en Ossés y en Saint-Martin d’Arrossa. También son frecuentes en Soule. En Labourd tenemos el último ejemplo, Macaye. El tipo de cruz sofisticada en forma de candelabro de la estela 10, es corriente en discoideas de Labourd -por ejemplo, en Cambo-les-Bains-, invadiendo, como en este caso, el pie de la estela. Ahora bien, aún es más frecuente en estelas tabulares (en Cambo-les-Bains, Espelette e Itxassou) de la primera mitad del siglo XVII en adelante, en compañía de inscripciones.
  3. Figuras humanas. Las estelas de San Martín ofrecen algunas de ellas, en abstracción y esquemáticas. Como la 3, que tiene un agricultor en actitud de trabajar. La 7 llama poderosamente la atención, con la imagen de Cristo Crucificado, la Virgen con el Niño en forma de trono, y otra figura humana difícil de entender, decorándose también el canto. Buscando paralelos a la imagen de la Virgen, no encuentro nada parecido, ni en temática, ni en lugar de colocación del adorno. La imagen del Cristo en altorrelieve, es corriente en cualquier tipo de decoración, y por ello, buscar paralelos es más fácil, sobre todo entre la escultura o relieve románicos, que no en las estelas mismas. Su figura se asemeja por su esquematismo y desproporción (cabeza desmesurada, brazos ridículos, piernas alargadas y pies separados), por su imprecisa anatomía, a los relieves de figuras humanas de la iglesia de San Miguel de Villatuerta (Navarra), fechables entre los años 971 y 979, y, concretamente, a los relieves en que aparecen un obispo bautizando y un Cristo Crucificado, depositados en la Sala IV del Museo de Navarra. El obispo, con sus brazos abiertos y manos desmesuradas, tiene los pies en idéntica posición (si bien al de San Martín se le detallan los dedos). El Crucificado de Villatuerta mira al frente, con expresión parecida, su anatomía es igualmente contradictoria [35]. Para orientar su cronología, tenemos el ejemplo de otro Cristo, esta vez el de un capitel del pórtico lateral de la iglesia de Larumbe (Navarra), aún desproporcionado, pero que gira ligeramente la cabeza, y con mayor detallismo. Este es el pleno siglo XIII [36]. Sorprende muchísimo encontrar una figura idéntica en posición y características al Cristo de la estela de San Martín de Unx, en una estela romana encontrada en Cilda (Santander), recogida por José Manuel Iglesias en su Epigrafía Cántabra [37]. Los ejemplos de las cruces que Colas ofrece, refiriéndose a los casos de Abense-de-Haut (Haute-Soule) y de Aincille (Baja Navarra), datables por él en los siglos XVI y XVII respectivamente, y que presentan Cristos en altorrelieves toscos, no sirven para datar el de San Martín de Unx. No me parece del todo convincente su teoría de la impotencia de los canteros vascos para tr atar el altorrelieve [38].
  4. Figuras animales. Entre ellas hay volátiles -tal vez palomas- en la estela 3, cuadrúpedo y pez (o tal vez serpiente) en la estela 7. Paralelos avícolas hay en discoideas de Vidángoz (para Navarra); Arraute, Ainhice-Mongelos, Ayherre, Saint-Martin d’Arberoue, Beyrie, Gairis, Somberraute y Arhansus (para la Baja Navarra); Camou-Mixe y Sunharette para Soule; y Biarritz para Labourd. Cuadrúpedos en Espinal (Navarra) y en Lasse (Baja Navarra), estos últimos muy parecidos al mamífero de la estela 7 [39].
  5. Armas y herramientas. Las que aparecen, pueden aludir al modo de vida del difunto, a saber: la caza, por la ballesta de la estela 7; la agricultura, por la guadaña de la estela 3 y fotoestelas8a10_webpor la «tajabarda» de la 10; la cantería, por el martillo de la estela 9 (esto último con duda). La ballesta se usa como motivo de unas pocas estelas de Soule: Gréciette, Alqay, Libarrenx, Hélette y Troisvilles. En todos los casos, la correílla para portarla es desmesurada. De éstas, la única datada es la de Gréciette, en 1503. Ahora bien, ya en 1139 era un arma prohibida por el Papa por su carácter sanguinario. Su empleo viene de época medieval. Hay estelas navarras, como las de Erdozain, Vidángoz y Larráyoz, donde se representan aperos para podar.
  6. Arquitectura. La estela 3 ostenta dos ventanales de arco apuntado, con columnas, basa y capitel. No conozco estelas discoideas con semejante motivo, tal vez herencia de las estelas romanas (Aguilar de Codés, por ejemplo), que lo ostentaban de diversas formas.
La simbología cristiana

Además de las efigies de la Virgen con el Niño, de Jesucristo Crucificado y de la profusión de cruces, todas ellas de un simbolismo cristiano evidentes, hay otros elementos representados con una significación más oscura y que conviene aclarar rápidamente.

Son las figuras astrales:

  • El sol, símbolo de la magnificencia divina, suele representarse con un círculo (no exclusivamente), y puede que ese carácter mantenga el motivo central de la estela 9.
  • La luna -o más bien creciente lunar-, sola o en compañía de otros astros, es la representación de Cristo, también expresa en la iconografía medieval, y habiéndose tomado de lo íbero o, mejor, celta, no descartando la influencia del culto profesado a ella por los fenicios y cartagineses en nuestra península. En boca de algunos teorizadores (Vernau o Jullian p. ej. ), tiene un sentido de talismán o de protección. Por lo tanto, es posible que tuviera carácter mágico.
  • La pentalfa o estrella de cinco puntas, de difícil trazo y rara de encontrar en estelas discoideas, es signo de la Eternidad. Fue designada por los filósofos antiguos como símbolo de la perfección y de la naturaleza. Al propio tiempo, ha sido contraseña de gremio o corporación, por ejemplo, de los canteros, por lo que no es de extrañar su empleo con esa finalidad. Se utilizó también para exorcizar los malos espíritus y tiene carácter mágico. Es un bello elemento decorativo.
  • El sello de Salomón o estrella de David es signo frecuente, por su fácil construcción y apariencia efectista. Es figura talismánica, de origen hebraico, más tarde incorporada a los monumentos cristianos.

Son pues símbolos cristianos e inspirados por un sentimiento escatológico, al que posiblemente no les fuera extraña la magia.

Datación

Al llegar a la fase final del estudio -la datación- es preciso volver al principio del mismo, para recordar dónde fueron encontradas cada una de las estelas de San Martín de Unx. Decíamos que las comprendidas entre los números 6 a 10 inclusive, habían aparecido cerrando el vano de la ventana central del ábside parroquial. Este se cegó en los primeros años del siglo XVII. El retablo se colocaría delante del ventanal sobre la fecha de 1604. Está fuera de toda duda o, al menos, no hay indicios que demuestren

lo contrario. Por lo tanto, estas estelas son forzosamente más antiguas que esa fecha. Otra señal de datación ha sido -obviamente- el grado de erosión de las piedras, pues ya que fueron preservadas de ella por estar al cubierto total, es lógico deducir de su estado la antigüedad. El tercer criterio de datación es el que ha dado el estudio de sus características estilísticas y de labra. Por último, algunos paralelismos han afinado sus cronologías.

Las estelas 11 y 12 fueron halladas bajo la tarima del presbiterio, y ésta se colocó en 1873, fecha tardía que no ayuda a datar estos ejemplares, pues ya entonces habían caído por completo en desuso las estelas discoideas. Puede ser que ya antes de entarimar el suelo del templo, estuvieran allí las dos piezas. De cualquier forma, han sido sus condiciones estilísticas y de labra, y los paralelismos, los que me han ayudado a su datación, y muy secundariamente, su estado de conservación.

Llamo la atención sobre el hecho de la dificultad que encierra fijar la datación de unas estelas discoideas. Esta datación será siempre aproximada y puede que discutible. Sin embargo, hay unos cuantos indicios -como acabamos de ver- que ayudan a datar con cierta seguridad.

La mayoría de ellas parecen medievales. Así fueron datadas las cuatro primeras estelas de San Martín de Unx, exceptuada la núm. 5, de un probable siglo XVI. La 6 podría ser la más antigua, por su relieve casi plano, la técnica de incisión y su tosquedad. Puede ser de un siglo XII. La 7 es románica sin discusión: sus figuras lo delatan, presenta también técnica incisa y bastante abstracción. Las estelas 11 y 12 pueden ser contemporáneas, es fácil que del siglo XIII. La 11 parece algo anterior, pues es más asimétrica y ruda, y la 12 presenta un defecto craso en su simetría: la inclinación del

eje vertical. Además, sus perfiles son bast os. La 8, con una cruz ancorada, es similar en este motivo a sus compañeras 1 y 2, y por lo tanto pudiera ser contemporánea de ellas. Recordemos que éstas se habían datado como bajomedievales. La 8 no tiene estilización en las anclas, como es el caso de la 3. La 8 –como la 1 y la 2- pueden ser del siglo XII. La 9 es completamente singular, por su técnica depurada de labra, habiéndose granulado su fondo a la bujarda. Esto plantea un problema cronológico, pues, según Colas, esta

herramienta no empieza a usarse antes del siglo XVIII. Es a no dudar la más moderna y mejor conservada: tal vez sea el siglo XVI. Y la estela 10 es moderna también, pero anterior a la 9: en ella, la decoración ha rebasado el cuello y se ha alojado en el pie, se ha conseguido bien su silueta, y todo indica mayor maestría en la ejecución. Puede datarse entre los siglos XIV y XV.

Nuevas estelas discoideas de San Martín de Unx

Noticia del hallazgo. Primera aproximación al tema

En los dos últimos números de la Revista [40] daba cuenta de los hallazgos en varias estelas discoideas en la Villa de San Martín de Unx, primero de las encontradas en diversos lugares de su término municipal, y luego de las piezas que ocasionalmente salieron en la Iglesia Parroquial, durante su restauración artística. Hace poco tiempo, entre agosto y septiembre, esta misma restauración ha descubierto nuevo material, gracias sobre todo al celo que don Pedro Pérez Lacarra, maestro albañil que dirige a los trabajadores, pone en la búsqueda de objetos arqueológicos.

Distribución geográfica de las estelas halladas en San Martín de Unx

 

De este modo, a los doce ejemplares estudiados se añaden cinco más, y una cruz funeraria. No todas las estelas objeto de este estudio aparecieron en la Iglesia Parroquial. En el templo sólo se encontraron tres -las que van catalogadas con los núm. 13, 14 y 15-, clasificadas así por ser fieles al catálogo seguido hasta el momento al considerar las estelas de este pueblo. Otra más, la núm. 16, se encontró por azar cuando Félix Valencia, vecino de San Martín, realizaba obras de adaptación en una casa recién adquirida por él en la calle San Miguel, a pocos metros del templo parroquial, que se asienta en el Castillo. La catalogada como 17 – de la que ignoraba su existencia- estaba derribada en el Alto de la Crucica, a un lado del Camino Viejo de Santa Zita, que antaño dirigía los caminantes hacia la ermita de la venerada imagen. Y, por fin, concluiré el estudio citando brevemente una cruz funeraria, que yacía abandonada en el Camino de Fontetas, lugar situado al N. del pueblo y muy próximo a él, bajo la  escarpada de Los Casales, al pie del Camposanto.

La figura ajunta muestra la distribución geográfica de los hallazgos en torno a la red viaria de San Martín de Unx. En uno de los caminos marcados estuvo durante siglos la denominada Cruz de Piedra, al E. del pueblo, hasta hace pocos meses en que ha sido robada. Doy la noticia de ello, y lamento que ocurran-semejantes expolios artísticos en los pueblos de Navarra, donde se deja hacer a los coleccionistas sin que la gente tenga conciencia del valor de sus cosas. En este caso se habían podido tomar las medidas y características de la estela, pero en otros muchos pueblos no es posible llegar a tiempo de impedir la desaparición de estos ejemplares. Se trata de la estela número 5, con irradiaciones solares en su anverso y restos de decoración en su reverso (tal vez de una cruz, razón de que el término donde se enclavaba fuera conocido por todos como “Cruz de Piedra”).

Planta de la Iglesia Parroquial según Uranga e Íñiguez (Institución Príncipe de Viana). Localización de las piezas encontradas (primeros descubrimientos en negro; descubrimientos recientes en blanco)

Otra figura enseña la planta de la Iglesia Parroquial [41], con las distintas localizaciones de los hallazgos. Las estelas 13 y 14 aparecieron bastante mutiladas, próximas entre sí, y enterradas en el suelo, no lejos de un montón de huesos humanos quemados con cal y en número muy abundante [42]. En sus cercanías aparecieron unos objetos, especie de amuletos, fabricados en madera de boj. Se localizaban en la nave lateral derecha, cuyo muro exterior se orienta al sur, precisamente junto a él, bajo la primera bóveda, contando a partir del presbiterio. La estela núm. 15, por el contrario, la encontró Pedro Pérez Lacarra en la nave lateral gótica, a la izquierda de la nave central, colocada en la primera bóveda, en uno de los plementos resultantes del cruzamiento de un estribo de la bóveda con el arco perpiaño que la faja del lado de la sacristía. Este descubrimiento ha sido realmente importante para fijar su cronología relativa, y para afinar las cronologías de otras estelas que presenten similitudes con ella. Como muestra el gráfico (y la lámina IV), la estela fue trabajada a cincel y colocada en uno de los plementos de la bóveda como un simple sillar más. Esta bóveda en la que se inserta es la simple de ojivas, mientras que el resto de sus compañeras dispuestas a lo largo de la nave son de mayor complicación ornamental, conocidas como de terceletes.

Cabe preguntarse entonces de qué época es esta bóveda y en qué fecha decidió ampliarse a tres naves la Iglesia Parroquial, de primitiva nave única románica, consagrada a Santa María y a San Martín el 3 de noviembre de 1156.

Don Tomás Biurrun y Sótil, en un artículo publicado en 1929 [43], escribe que “las dos naves laterales parecen pertenecer a los principios del siglo XVII”. Ahora bien, la restauración que la Institución Príncipe de Viana lleva a cabo en el monumento, ha demostrado que la fábrica de las dos naves laterales no es la misma. Aparentemente, las dos naves eran góticas, mas una, la derecha, presentaba tan lamentable estado de conservación, por sus grietas y amenaza de ruina, que se derribó inmediatamente por el peligro que representaba este apoyo pesado e inútil que soportaba la verdadera y genuina nave central. A continuación se comprobó lo que se suponía: las bóvedas de la nave derecha se habían construido con sillarejo malo, ligado con tierra, en tal cantidad, que su propio peso había hecho ceder progresivamente la sustentación de la plementería. Por otra parte, al consultar el Libro de Cuentas de Fábrica de la Parroquia de San Martín de Unx [44], para el estudio de las primeras estelas halladas en el templo, verifiqué la fecha exacta de esta ampliación: las obras se terminaron en noviembre de 1873, siendo Abad de la Villa don Clemente Gorri, personaje que los viejos de la localidad aún alcanzan a recordar. Otro aspecto y antigüedad son los que tiene la nave izquierda, donde la piedra sillar de buena labra sustituye al sillarejo, haciéndose obvio, tras la comparación, su carácter de mayor vetustez. Si la observamos longitudinalmente (fig. 2), veremos que se compone de tres bóvedas de terceletes y una simple de crucería (en uno de cuyos plementos se halla la estela que nos ocupa), ya que la bóveda de mayor tamaño parece corresponder a un momento posterior, tal vez cuando se hicieran las obras del coro.

Para fechar la época en que se construyera la bóveda de crucería, tenemos otros ejemplos paralelos de monumentos góticos de data ya conocida en Navarra, como son, la Real Colegiata de Roncesvalles, primer gran edificio del gótico que se emprendiera en el Reino por decisión real e influencia parisiense, con naves laterales de crucería, sobrias, de carácter cisterciense como ésta de San Martín de Unx, y que pertenecen a los primeros años del siglo XIII; algo más posteriores son las bóvedas de la nave lateral izquierda de la ruinosa iglesia de San Pedro, de Viana, de los primeros lustros del siglo XIV; también, las tan sencillas y de tan primitiva traza de San Zoilo, de Cáseda, edificio típico del siglo XIV; y las de la iglesia vianesa de Santa María, que la ostentan en sus tres naves, correspondientes al XIV, si bien por su modelo sencillo pudieran corresponder al siglo anterior. En cuanto a las bóvedas de terceletes de esta nave de San Martín de Unx, otros edificios navarros también la ostentan, como las iglesias de Itóiz y de Orbaiz (en el valle de Lónguida), dedicadas a San Martín, con naves que mezclan sin problemas los dos tipos de bóveda -de ojiva y de terceletes-, siendo los dos monumentos del siglo XIV y primera mitad del XV, con resabios anteriores.

Es decir, que la bóveda de crucería se emplea en Navarra durante los siglos XIII y XIV, en sus principios, mientras que la de terceletes es propia de todo el siglo XIV y aún se emplea en parte del XV. Durante este siglo, y más aún en el XVI, las bóvedas usuales son las del tipo estrellado, más comp1icadas en su ornamentación. Es el caso de las iglesias de Salinas de Pamplona, de Mendióroz (valle de Lizuain) o de Cemborain (valle de Unciti), todas del siglo XV, o la de Santacara (de transición), e Ilárraz y Ezcurra (del XVI), de bóvedas progresivamente más enrevesadas.

Por tanto, pienso que la primera ampliación de la Iglesia Parroquial de San Martín de Unx, en su costado izquierdo, es de una época que gravita en torno al siglo XIV, aunque esta datación podría oscilar más hacia el siglo XV, que hacia el XIII (pues el número de bóvedas de terceletes es superior), si se considerara su datación con menor rigidez. Y más tardía no puede ser, pues priva una moda más barroca. Otro criterio que me parece acertado es el de considerar la ampliación como contemporánea o próxima a la edificación de la Basílica de Nuestra Señora del Pópulo, situada a la entrada del recinto amurallado de la Villa, de gótico moderado y sencillo, probablemente de finales del siglo XIV o comienzos del XV. La ampliación derecha de la Iglesia Parroquial se hizo imitando el estilo gótico de su compañera, tratando así de equilibrar el conjunto arquitectónico, aunque en ello no se pusiera la inteligencia constructiva ni los medios que siglos antes fueron empleados al construir la sobria nave gótica, en un período de lógica alza demográfica.

Hechas estas consideraciones, con el fin de advertir a los lectores sobre una primera cronología relativa a una estela discoidea (la núm. 15) de San Martín de Unx, que rebaja en dos siglos la datación de las estelas encontradas en las ventanas románicas del ábside parroquial, paso a considerar cada uno de los ejemplares, objeto de la investigación que me ocupa, siguiendo el método de análisis estructural de las piezas tal como viene planteado por el vasco-francés Michel Duvert [45].

Catálogo de materiales (continuación)

Estela 13, fragmentada, procedente de la nave lateral derecha de la Iglesia Parroquial

Estela 13

Es de arenisca, de color marrón claro, de la que se ha conservado sólo un fragmento del disco, pues la pieza está cortada longitudinalmente dejando libre sólo 19,50 cm. de ancho mayor. Ha recibido dos golpes, uno lateral, que ha dejado una huella de 15,50 cm. y otro basal, cuya huella es de 9 cm. de largo. Presenta anverso y reverso decorados, y los motivos son parecidos a los de la estela núm. 8, pero las piezas no casan entre sí, por lo que se trata de otra estela. La pieza sirvió para allanar el suelo de la nave derecha de la Iglesia Parroquial y, sin duda, se la recortó de esta manera para poderla encajar mejor entre las demás piedras. Gracias a haber sido enterrada, y a pesar de sus mutilaciones, la decoración se ha salvado en gran parte.

El diámetro del disco es de 30 cm. y su radio de 19,50 cm., si bien no alcanza a unirse con el punto cero, aunque le queda poca distancia. El radio podía ser en origen de 20 cm. Si el diámetro es resultado de la suma de dos radios, sería de 40 cm. de longitud, si es que el disco estaba bien labrado y sin imperfecciones, lo cual lo garantizan las líneas bien trazadas de su decoración.

El anverso presenta parcialmente un sello de Salomón, con sus seis puntas, bien tirado con la escuadra (aún se aprecian las líneas del proyecto), obtenido por el montaje de dos triángulos equiláteros, de forma que dejan libres otros dos (en lo que se aprecia) triángulos ligeramente escalenos, por un defecto pequeñísimo de imprecisión en el cálculo del cantero. Ahora bien, toda la composición obedece al deseo de establecer una simetría mediante los ejes principales del disco -vertical y horizontal- que son los estructuradores de la decoración: sectores circulares perfectamente distribuidos, oposición de triángulos y vano exagonal en torno a la región cero, lugar privilegiado que va decorado con motivo de insegura calificación, encerrado en un redondel para alcanzar mayor singularismo. Aunque no está clara la naturaleza de este motivo, sí parece que tiene cuatro brazos y pudiera tratarse de una cruz, o pudiera ser una rueda solar al estilo de las que aparecen en la decoración de discoideas de la Baja Navarra.

Todo el conjunto va orlado con un ribete de 0,33 cm. de anchura. Las técnicas empleadas en la labor de cantería, han sido las de bajorrelieve (de 0,3 cm.), en primer lugar, para preparar los fondos del disco, matando más tarde las aristas de los motivos geométricos a bisel, logrando un claroscuro y contrastes interesantes. Además se han igualado los fondos con punteo de punzón, con lo que el resultado es de una buena factura.

El reverso parece haberse concebido a partir del número seis, utilizado como módulo de composición: seis deben haber sido los pétalos de la flor (de 17 cm. de largo cada uno), y seis los otros tantos brazos intermedios resultantes, que formarían una especie de cruz de Malta de brazos no corrientes. Se pensó estructurar estos motivos distribuyéndolos por los ejes principales y secundarios del disco, análogamente a la estela núm. 8 de San

Martín, pero prescindiendo de los pétalos periféricos que adornaban al reverso de aquel ejemplar.

La técnica de labra ha sido la de bajorrelieve (de 0,3 a 0,5 cm.) para la excavación de pétalos, dándoles forma final con ayuda del bisel. Los brazos de la cruz se han cortado en su extremo con una incisión profunda circular, que forma así un doble ribete: el primero y más interno del disco, el de la incisión misma, de 0,9 cm. de anchura, y el segundo y exterior, de 2,6 centímetros de anchura. La incisión ha sido una medida hábil y esmerada del cantero, que no sólo da un buen acabado al reverso, sino que aumenta el claroscuro vivo de toda su superficie.

Es pena que la estela haya llegado tan fragmentada a nuestros días, pues se trata de una pieza trabajada con esmero y de buenas proporciones.

Estas son sus medidas:

  • Diámetro: unos 40 cm., juzgando que su radio es algo mayor de 19,50 cm.
  • Espesor del disco: 16 cm.
  • Estela fragmentada, sin cuello ni pie.

Estela 14, mutilada del pie, procedente de la nave lateral derecha de la Iglesia Parroquial

Estela 14

Ejemplar encontrado junto a su compañera la estela 13. Está privado del pie. Es de arenisca marrón clara. La conservación es buena por el anverso, con fuertes desconchados por el reverso. El canto ofrece una hendidura casual, que nada tiene que ver con la decoración.

De diámetro ostensiblemente más corto que en otras estelas de San Martín de Unx, esta discoidea presenta un anverso estructurado a partir de los ejes principales del disco, a través de los que se trazan los brazos de una cruz griega. Aún están presentes los propios ejes, pues su trayectoria se ha señalado con una incisión de 0,2 cm. La base de cuatro se ha adornado con escuadras cuyo vértice se aproxima a los ángulos creados por los brazos de la cruz y las líneas rectas se oponen a las formas curvas de los sectores circulares, que van enmarcados con un ribete de 2 cm. de anchura. De modo que no se puede afirmar con seguridad si estas escuadras son herramientas de trabajo de un cantero, o, por el contrario, son rayos que la cruz despide, pues ambas interpretaciones caben aquí perfectamente.

La estela presenta en su anverso cuatro estructuras idénticas -las escuadras o rayos de luz-, como en las estelas 1 y 2, decoradas con especie de llagas, o como en la estela 7, donde la base de cuatro ha quedado sin excavar. Esto es lo usual en las estelas discoideas, que tienden siempre al equilibrio de las formas. Pero recordemos brevemente que las estelas 3 y 16 de San Martín de Unx son una excepción a esta regla: en ellas se renuncia a lo decorativo en virtud de lo expresivo e incluso de lo narrativo, para recoger escenas de la vida del difunto, de una mansión o de la simbología celeste (en la núm. 3); o para retratar a los donadores del monumento funerario (o quién sabe si a los propios difuntos), junto a otras representaciones singulares de diversa índole. Mas en todos los casos en que la cruz adorna el disco -como en la 14- la concepción estructural es la misma: la cruz se obtiene cortando el disco en cuatro sectores que representan un papel esencial en la decoración, y todo ello a la sombra del símbolo cristiano, para exaltación del monumento funerario.

Las técnicas empleadas en esta cara han sido las de bajorrelieve, excavando hasta 1,2 cm.; bisel para cortar los lados de la decoración y crear aristas finas: e incisión, a la que antes me he referido, formando una doble cruz. Coexistencia de técnicas, labor bien compuesta, idea creadora bien pensada, el conjunto ofrece un buenísimo aspecto de obra artesanal, simple y sobria, llena de contrastes visuales.

El reverso, abandonado a la decoración arbitraria, da la sensación de ser el desahogo del cantero, ya cansado de trabajar en la labor tan minuciosa del anverso. No hay ribete, pero sí parece intuirse una disposición concéntrica -aunque caprichosa- de las hendiduras, cuyo significado depende bastante de lo ya desaparecido por la erosión, y que tal vez obedezca a la idea de representar una flor, imitando la disposición del girasol, o quizás sea un mero ejercicio de inscultura, con un fondo que oscila entre los 0,7 cm. y 1 cm. de profundidad. El objeto de esta decoración persigue el mismo deseo del anverso: producir unos contrastes de luz y sombra lo más vivos posible.

Sus medidas son:

  • Diámetro: 24 cm. tomada la medida a lo largo del eje vertical; 25 cm. a lo ancho.
  • Espesor del disco: 13 cm.
  • Anchura del cuello: 16 cm.
  • Longitud total: 28 cm. Mutilada del pie.
  • Material y color: arenisca marrón clara.

Estela 15, descubierta en la plementería de la nave gótica de la Iglesia Parroquial

Estela 15 descubierta en la bóveda gótica. Detalle de su emplazamiento

Estela 15

Como he escrito anteriormente, esta estela apareció en la bóveda de la nave lateral izquierda del templo parroquial, casi junto al muro que da a la sacristía, en el espacio libre entre un nervio que arranca del pilar de la nave central y el arco fajón de la nave gótica, a 1,33 ms. del brote de los dos arcos, a unos 5 ms. de altura. La estela había pasado desapercibida durante años por estar enlucida la bóveda, incluso no había sido advertida por los obreros que picaron los plementos para sacar la piedra, con ayuda de la “escota” o piqueta del oficio, y fue descubierta por Pedro Pérez Lacarra cuando recorrió con la vista las paredes para ver si había alguna falta. No es extraño que hubiera sido ignorada, pues la luz de la nave es escasa, al no tener ventanas al exterior, de modo que incluso fue muy dificultoso poder fotografiarla, ya que el flash de la máquina fotográfica aclara demasiado la imagen, y desaparecen los contrastes de sombras, tan necesarios para apreciar una decoración como la de esta pieza, aplanada ya por las piquetas. No obstante, y gracias a estar la iglesia en restauración, pude tener un andamio a mi disposición, y calcar los pocos restos decorativos de la pieza, labor en la que colaboraron los propios trabajadores, por lo que les agradezco su interés desde estas páginas.

La piedra es de arenisca de grano prieto, y de color marrón claro. Fue trabajada longitudinalmente para ser encajada en uno de los plementos de la bóveda, como un sillar más de construcción. Que esta pieza apareciera aquí, permite deducir que, o bien se trataba de una estela abandonada por la familia a la que perteneció, o que tales piedras funerarias habían caído en desuso para la época de construcción de la bóveda, y lógicamente, ya no se usaban, por tener cabida los difuntos en las fuesas de la iglesia. Esta nueva costumbre, según Frankowski [46], se inició en la Península con el papado de Gregorio IX (1227-1241), quien dio libertad a los fieles para enterrar a sus muertos en los templos eclesiales, rompiendo así el honor exclusivo que correspondía a mártires, obispos, nobles o bienhechores de la Iglesia. En el siglo XVI ya era generalizada esta costumbre. Yo me inclino por la segunda posibilidad, aunque supongo que el cambio de la costumbre de enterramientos no sería drástico, y ambos procedimientos habrían coexistido durante años. No ocurriría lo mismo con las estelas de los caminos, pues su uso se habría conservado hasta mucho tiempo después, por conmemorar hechos luctuosos y, en la mayoría de los casos, no señalar lugar de enterramiento. Importa considerar esta conclusión, pues se trata de un argumento más que refuerza la antigüedad de la estela 15 y de otras estelas de San Martín de Unx, también dependientes de los cambios de inhumación.

La cara visible va decorada con pétalos de flor dispuestos en dos círculos concéntricos, en torno al punto cero, aún bien patente. La primera roseta, extendida por la región cero, con un diámetro de 11,3 cm., está formada por seis pétalos de 5 cm. de longitud y 1,5 cm. de anchura; y la segunda produce la sensación de ser rellenante, pues es de disposición torpe, peor dibujada, con número de pétalos profuso, no calculado según un módulo determinado. Cada uno de ellos mide 13 cm. de longitud y 4 cm. de anchura, tomadas las medidas con cierta reserva, pues la erosión así lo aconseja. La ejecución ruda de la talla parece haberse hecho según la técnica de bajorrelieve. Si había orla ribeteando el disco, cuál era su espesor y si tenía reverso decorado, son detalles que nunca se sabrán.

He aquí sus medidas (entendidas con prudencia):

  • Diámetro: 38 cm.
  • Anchura del cuello: 22 cm.
  • Longitud total: 67 cm.
  • Profundidad del relieve: de 0,4 a 0,7 cm.

Estela 16 encontrada entre las ruinas de una casa en la calle San Miguel. Anverso, reverso y canto decorado

Estela 16

Este ejemplar fue encontrado por Félix Valencia, propietario de la llamada Casa el Caserío, en una construcción, antigua propiedad de Vicente Abete, que dista de la primera como unos 20 m., a mano izquierda de la calle San Miguel, según se sube por ella hacia la Iglesia Parroquia1 y antiguo cementerio. Estaba caído junto a un montón de piedras, producto del derrumbe de un muro, desarticulado muchos años antes, pues la casa -de pequeñas proporciones- estaba en completa ruina.

Según me comentó Félix Valencia, parece que el edificio fue en tiempos dependencia de Casa Monreal, una de las más antiguas del pueblo, situada en alto, cerca del Castillo, que ostenta todavía una magnífica fachada de piedra sillar, con arco de entrada de medio punto formado por dovelas bien cortadas y dispuestas, con clave decorada por rosetas y anagrama de Cristo.

La calle San Miguel, vía de fuerte pendiente, asciende desde la Basílica de Nuestra Señora del Pópulo, al pie de 10 que antes era portal de la villa amurallada, hasta el Castillo o cima del cerro del San Martín histórico, paraje donde durante siglos hubo castillo con alcaide de nombramiento real. La calle tiene la estrechez propia de las rúas medievales, concebidas así por necesidades de defensa y por imposibilidad de un ensanche holgado dentro del reducido espacio amurallado. Todas las casas que tienen fachada a ella, presentan gruesos muros de piedras seculares, con tal solidez que han permitido su habitación hasta hoy, tal y como fueron pensadas sus plantas en época medieval. Por tanto, lo más lógico es imaginar que la estela se colocaría en el muro de la casa donde se encontró en época remota, y así parece indicarlo su aspecto primitivo.

Se trata de una estela verdaderamente original y poco común. Mutilada del pie, de arenisca marrón clara, su anverso está estructurado siguiendo la simetría que crean los ejes principales del disco, a través de los que se ha trazado una cruz de brazos iguales, cuyas extremidades se ancoran a la manera típica de San Martín de Unx. Mas todavía se insiste en el símbolo cristiano, pues en el interior de esta cruz se inscribe otra trazada con simple incisión y cuyos brazos están ligeramente potenzados. Es la región cero propiamente dicha. Estructurado así el disco, quedan cuatro sectores perfectamente disponibles para la decoración.

Estela 16

El ornato de la base de cuatro se ha distribuido de la siguiente manera:

– Sector 1: esquema constructivo o arquitectónico en forma cuadrangular, con vano central, que recuerda a una especie de hornacina, o puede aludir a la casa familiar del difunto, o tal vez a su tumba. De interpretación polivalente.

– Sector II: dos figuras humanas, de dibujo somero, de frente y en actitud de expectación, con anatomía simple, a base de fuerte cabeza, expresión en la cara, especificación de hombros, brazos cruzados sobre el pecho, tetillas, pies abiertos y sexo patente, en positivo para la figura de la izquierda, en negativo para la de la derecha. No hay en ellas indicio de vestidura. Son muy primitivas. Parece tratarse de un hombre y una mujer ya que como opina Frankowski [47], la representación del sexo en el arte popular (lo mismo que en el arte prehistórico) se indica con el pene para el sexo masculino y la vulva para el femenino. Las tetillas de uno de los personajes no son exclusivos de un sexo concreto. Recuerdan muchísimo a las figuras humanas de las estelas navarras de época romana, expuestas al público en el Museo de Navarra, procedentes de Aguilar de Codés y Marañón (Sala II), estudiadas por Alejandro Marcos y Rafael García Serrano [48], así como a otra de Gastiain (Sala 1), inédita, todas ellas de Tierra Estella.

– Sector III: roseta de seis pétalos, óvalo en relieve y adorno trilobulado. Interpretar el óvalo es difícil: podía ser un asteroide o una especie de ojo divino -como en una estela de Azparren estudiada por Urrutia [49]-, o un mero motivo decorativo. Lo mismo cabe decir del adorno trilobulado, pues su mal estado de conservación dificulta la comprensión de su sentido original. Hay detalles parecidos en estelas de Arros, Istúriz y Sorhapuru, y en una piedra de fachada en Lecumberry, recogidos por Colas en la Baja Navarra [50].

– Sector IV: está completamente desconchado.

La base de cuatro en estos sectores va doblemente enmarcada: primero por las áncoras, algo estilizadas, luego por un ribete de 2,7 cm. de anchura. En esta cara se han rebajado de 0,4 a 0,8 cm., por técnica de bajorrelieve, punteando al punzón la superficie profunda de la piedra. Se ha empleado la técnica del bisel para recortar los cantos de la decoración, con cuidado en la especie de hornacina, del sector I. Los brazos de la cruz ancorada miden 4 centímetros cada uno, pero están tallados torpemente, como lo están las figuras humanas y los pétalos de la roseta. Tampoco se han trazado con precisión las áncoras.

El reverso va decorado con amplio sello de Salomón, como en las estelas 8, 9 y 13, mejor tirados con la escuadra, sirviendo para equilibrarlos los ejes principales. El resultado es bastante aparente y convence más que el trazado de la cruz ancorada. El exágono que queda en la región cero, lugar privilegiado para cualquier motivo decorativo, es el que atrae todo el interés del comentario de esta cara. La representación es doble: una rueda de trece dientes, con ligero efecto hacia la derecha y orificio en medio, y la plantilla de un martillo. ¿Qué interpretación puede darse a semejante representación? Pues indudablemente nos encontramos ante una reproducción del instrumental del difunto, con sus herramientas de trabajo, las cuales indican -según Frankowski- una época antigua. Y el modo de vida al que hacen alusión es el de la industria, factor interesante por cuanto San Martín de Unx ha sido tradicionalmente agrícola y ganadero. Ambos instrumentos -creo yo- se refieren a la industria de la forja o de la herrería. Este tipo de rueda dentada debe ser la rueda hidráulica -precedente de la moderna turbina- empleada desde los tiempos de Herón de Alejandría y de Marcos Vitrubio, el constructor de la Roma clásica, para transformar en fuerza motriz la energía potencial de las aguas acumuladas a un nivel superior, aprovechando la energía cinética de las corrientes fluviales. Todo el adorno va orlado con un ribete de 2,l cm. El reverso, además, es muy hermoso en su estructura, por el juego de formas geométricas que se dan en él: triángulos en las regiones doce y seis, y en la base de cuatro (equilibrado), sectores circulares en las regiones 3 y 9, y una buena labor de “champlevé” o técnica del bajorrelieve, allanando los huecos de los 0,5 a 0,9 cm., en varios niveles, perfeccionando la labor con el punteo característico, que produce unos efectos lumínicos considerables.

Pero, por si fuera poco, se ha decorado también el canto (ver fig. 6), de la forma más singular. A todo lo largo de él corre un zig-zag inciso que profundiza hasta los 0,4 cm., pero tiene también en algunas partes la suavidad de 0,l cm. Se compone de catorce tramos de 10 a 11 cm. de longitud cada uno, complicados por otros signos que se disponen en los espacios vacíos del rayado, cuya interpretación da mucho que pensar, siendo difícil su calificación. Yo pienso que caben diversas significaciones, que pasaré a analizar seguidamente.

Estela 16. Detalles de la decoración de su canto

Posibles interpretaciones de la decoración en el canto:

  1. Decorativismo. Se habría decorado el canto por puro afán estético, rellenando todas sus partes por esmero, o de acuerdo al gusto de la época.
  2. Singularismo. Se habría querido significar la pieza dándole un carácter novedoso, distinguiéndola de las demás, incluso para facilitar su localización en el cementerio con un golpe de vista.
  3. Marcas de cantería. El cantero que se hubiera propuesto la labor artesanal de tallar la piedra, habría querido dejar constancia de su propiedad artística, dejando marcas profesionales en el canto de la estela.Teoría que no es del todo convincente, por varias razones: 1) Un cantero emplea una marca concreta, y los signos del canto son variados; 2) no tendría sentido pensar que el canto recogiera una colección de signos de cantero; y 3) los signos de cantería no se justifican porque la estela representara los instrumentos de este artesano, ya que se decora con útiles de herrero.
  4. Mnemotecnia. Se trataría de signos mnemónicos que facilitaran el recuerdo de un hecho o hechos relacionados con la vida del difunto, considerados por el cantero dignos de guardar en la memoria. Ello supondría el desconocimiento de la escritura por parte del cantero, que se expresaría mediante signos pictográficos. Esta tesis ya fue planteada por Colas [51] al interpretar unas estelas de decoración enigmática, representando bastones cruzados, originarias de Saint-Etienne de Lantabat, Ibarre y Juxue (en la Baja Navarra), y considerando una estela incomprensible de Egüés (Navarra), con similar decoración, que Frankowski recoge en su libro sobre las estelas discoideas de la Península Ibérica [52]. Se pregunta Colas si los vascos habrían conservado durante mucho tiempo este procedimiento junto a la escritura. Afirma que no es inverosímil, puesto que aún hay pueblos naturales que desconociendo la escritura se entregan a este tipo de representaciones.
  5. Escritura. Efectivamente. Aparte de otros signos, un examen detenido arroja la presencia de varias letras mayúsculas: una F, una E, LA o E, una F y una E (leyendo de izquierda a derecha del canto). Me parece que estas letras son de interpretación dudosa, y no creo que sea ese el sentido.
  6. Simple esquematismo.  En la decoración se distinguen signos ramiformes que inmediatamente dirigen el pensamiento hacia las pinturas rupestres esquemáticas españolas de época prehistórica, cuyos orígenes estaban en el Oriente Próximo y en el área Mediterránea, zona donde se fue descomponiendo analíticamente la forma artística en las representaciones, de una cronología supuesta como de finales de la era neolítica. Pilar Acosta, que estudió el fenómeno del esquematismo en España para su tesis doctoral [53], no niega la posibilidad teórica de las pervivencias históricas de este arte. De hecho, como ella asegura, grabados del tipo esquemático al estilo prehistórico, aparecen en la iglesia visigótica de Santa María de Quintanilla de las Viñas (Burgos), en el aljibe árabe del Castillo de Tíjola (Almería), en los muros del castillo también árabe de Las Albuñuelas (Granada), así como en otros monumentos de edad relativamente reciente. Esta teoría, en principio atrevida, no debe descartarse, porque los signos están ahí evidentes, y todavía no se ha resuelto el complejo problema de los grabados de todo tipo, que aparecen repartidos por el área hispana, y
  7. Magia profiláctica. Estos signos podrían ser figuras de protección, preservativos para combatir el mal, que obedecerían a una creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón, es decir, a una mentalidad supersticiosa. Ello no es extraño, pues el propio Colas y sobre todo Passemard, han advertido que los signos cruciformes o los puntos, además de otras señales, se encuentran en las casas y las estelas del País Vasco. Este último autor [54], en un artículo aparecido en 1919, aclara que los signos son tanto más complicados como la casa o el monumento es más antiguo y deteriorado. Su uso, según él, se liga a supersticiones hoy perdidas, pero que durante tiempo convivieron con el cristianismo. En sustancia, muchos de estos signos recogidos por Passemard en su publicación, son los cabalísticos de la Archidoxis magicae de Paracelso.

De todas estas disyuntivas, al menos cuatro no parece que deban tenerse en cuenta: son las referentes a decorativismo, singularismo de la pieza, marcas de cantería y escritura. Pienso que esta decoración quiere decirnos algo, pero en unas claves que no las da la escritura, pues la interpretación de letras -como he escrito- me parece forzada. Indudablemente, son signos esquemáticos. Herencia o no de las pervivencias pictóricas del Neolítico (investigadores habrá que presten atención al tema), no cabe duda que como tal esquema, algo significan, son imagen de algo. Por tanto, estos signos son representaciones. ¿De qué? ¿Guardan memoria de algo? ¿Es la expresión de un hombre incapaz de manifestarse por escrito? ¿Son signos de protección? Estas son preguntas de difícil respuesta. Al menos yo no me siento capacitado para contestarlas con suficiente competencia. De lo que sí estoy seguro es de que conviene considerar su explicación a la luz de la mnemotecnia, del esquematismo o de la magia profiláctica.

La estela es una pieza de gran importancia, con varias interpretaciones sobre su sentido, y que conviene volver a considerar más adelante.

Estas son sus medidas:

  • Diámetro: 34 cm. tomando la medida sobre el eje vertical; 41 centímetros tomándola según el eje horizontal.
  • Espesor del disco: 15,5 cm.
  • Anchura del cuello: 30 cm., cifra dudosa pues el cuello no es del todo claro.

Estela 17, procedente del Camino Viejo de Santa Zita

Estela 17

De arenisca marrón, situada en el Alto de la Crucica, como a cien metros de ella, en el Camino Viejo de Santa Zita. Está decorada sólo por una cara, sin conocer su orientación, pues yacía en el suelo derrumbada. Pienso, que habida cuenta de los líquenes y erosión de su cara decorada, sería ésta la que miraba hacia la Hoya de Santa Zita, lugar donde se encuentra la ermita de su culto, en dirección norte.

Toda la piedra está muy castigada por la erosión. Es de grandes y sólidas proporciones. Su disco está cortado transversalmente a la altura de la mitad del mismo. Está, pues, incompleta, pero el resto, aún aprovechable, se reutilizó como estela haciendo las veces de crucero en la reunión de los caminos Viejo de Santa Zita (que viene desde el pueblo) y el que se acerca desde la Crucica, es decir, de Tafalla.

O sea, se trata de una vieja estela, cuya decoración se la llevó el desgaste atmosférico tiempo ha, con reaprovechamiento posterior. Es la razón de que la cruz que ahora ostenta se haya trazado desde la región seis del disco, corte el cuello de la estela y descienda por su pie. Es muy irregular y fue tallada con mucha torpeza, tal vez con prisa. Su brazo vertical mide 33 cm. de largo y el horizontal 32, si bien es asimétrico en relación al eje vertical de la cruz. Su rebaje es de 1,2 a 1,4 cm. de profundidad.

Sus medidas son:

  • Diámetro: 56 cm. Desde la superficie partida al cuello, hay 23 centímetros de altura.
  • Espesor del disco: 16 cm. De la base: 16,5 cm.
  • Anchura del cuello: 36 cm.
  • Longitud total: 79 cm.
  • Anchura de la base: 32 cm.

Estela 17 y cruz funeraria

Cruz funeraria

Presento en este estudio de las estelas discoideas, una cruz funeraria por el interés que representa comparar las formas, conociendo la fecha de su labra: 1875. Fue traída a la Iglesia Parroquial desde el Camino de Fontetas, por Pedro Pérez Lacarra.

Es de arenisca grisácea. Su texto dice: AQUI MURIO VICTORIO SESMA, EL DIA 1 [9]. MARZO DE 1875. R. I. P.

Es de notar que en la distribución del texto en la cruz, se ha aprovechado el cruce de los brazos para colocar el nombre de pila, bien por su mayor número de sílabas, o porque en el pueblo se le conociera al difunto comúnmente por su nombre propio, más que por su apellido, fenómeno muy corriente en San Martín de Unx.

Su forma es trapezoidal.

Sus medidas son las siguientes:

  • Altura total: 43 cm. 58,5 cm. del brazo horizontal al suelo.
  • Espesor: 15 cm. a la altura de los brazos, 11 cm. en la base.
  • Anchura del brazo horizontal: 11 cm. Vertical: de 9 a 11 cm.
  • Longitud del brazo horizontal: 43 cm.
  • Anchura de la base: 28 cm.

La decoración: paralelos

Pese a las diversas mutilaciones que han sufrido las piezas, puede observarse que desde el punto de vista decorativo han sido bien trabajadas, siguiendo técnicas de talla diversas: en una ocasión (la estela 14), el artesano hace exhibición de conocimientos del oficio, aplicando a la vez técnicas de bajorrelieve, bisel, incisión e inscultura, con un buen resultado estético. En la estela 16, el cantero aplica tres técnicas: bajorrelieve, bisel e incisión. En los dos casos en que se traza el Sello de Salomón o estrella de seis puntas, el resultado es bastante aceptable, no tanto por el dominio en su proyección, pues las líneas se han inclinado, sino por el cuidado puesto al emplear la técnica de talla: el bajorrelieve se ha perfeccionado al final con punteo de punzón -labor más especializada-, y el recorte de las aristas mediante biselado se ha hecho despacio y con buen pulso. También la estela 14, en su anverso, se ha tratado de esta manera.

En otros casos la simetría falla con más fuerza. El anverso de la estela 16 es de peor calidad técnica que su reverso, donde los errores de cálculo entre las tomas de las medidas y su trazado, hacen que el artesano haya perdido algo de control sobre las formas (véanse, por ejemplo, las asimetrías en la cruz ancorada). De la misma categoría son las estelas 15 y 17. En ambas hay una dificultad de concebir espacios, pues si en la primera, la roseta de la región cero se ha dibujado con bastante éxito, luego al rellenar la superficie concéntrica, el cálculo de módulo y la distribución de pétalos por la superficie del disco, son anárquicos; y no digamos en la estela 17, en que la cruz parece haberse trabajado sobre la marcha.

Todos los ejemplares ofrecen una serie de motivos decorativos que son de varia índole -geométricos, cruces, figuras humanas, herramientas, arquitecturas y otros adornos-, que conviene considerar a la luz de otras manifestaciones ornamentales del País Vasco y de Navarra en especial.

Decoración Geométrica

  1. Estrellas. Las estelas 13 (anv.) y 16 (rev.) se decoran con el sello de Salomón, de seis puntas. Como en las estelas 6, 8 y 9 ya estudiadas. En San Martín de Unx hay otras estrellas de cuatro, cinco y de ocho puntas (estelas 4, 3 y 12, respectivamente). Las de seis puntas, en ambos casos, dejan en su interior un polígono exágono, que va siempre decorado con un motivo de importancia. La estrella de seis radios era empleada por los asirios y los persas en la decoración. La usaron más tarde los judíos y los merovingios. Pasó más tarde a ser un emblema cristiano, bíblico, y así aparece representada en los monumentos románicos. Esta, salvo si es la pentalfa, es de representación común en Navarra, y así aparece en estelas discoideas de los valles de Egüés, e Izagaondoa, en Indurain, Monjardín, Ibero, Aróstegui, Ayegui, Eransus, Igal, San Miguel de Aralar, Estella, Oriz, Ibiricu, Badostain y Valcarlos. En la Sexta Merindad es abundantísima su representación, apareciendo en 24 localidades: Saint-Martin d’Arrossa, Irisarry, Ainhice-Mongelos, Bussunarits- Sarrasquette, Bustince, Mendive, Suhescun, Ayherre, Isturitz, Iholdy, Armendaritz, Larribar, Uhart-Mixe, Sorhapuru, Somberraute, Masparraute, Arhansus, Hosta, Juxue, Larcevau, Arros, Ostabat-Asme, Béhaume y Saint- Martin de Lantabat. Fuera de Navarra, sólo hay cinco lugares de Soule, donde se haya representado: Sunharette, Barcus, Abense-de-Bas, Undurein (Alta Soule), y Oyhercq (en Baja Soule). No he encontrado ningún ejemplar con este motivo en el Labourd.
  2. Formas ovales. A) Rosetas: son comunes las de seis pétalos (estelas 13, 15 y 16 ) , coincidiendo su presencia en otras estelas de San Martín (4, 12, 8, 11 y 10). En las que son objeto de este estudio, o van adornando toda la superficie del disco o un sector de la base de cuatro.La roseta es una simple imitación de la margarita de jardín, que no ofrece dificultad alguna en su construcción. Se explica así que haya sido de gran dominio popular su representación. Su origen en la decoración parece estar en las civilizaciones del Próximo Oriente Antiguo, de donde llegaron a Europa. La decoración romana las ostenta y así mismo las estelas funerarias romanas encontradas en Navarra. De allí pasó al arte románico medieval. Por otra parte la roseta es corriente en el arte ibérico peninsular. Con lo que cabe pensar, que este motivo, o bien fuera copiado de monumentos ibero-romanos, románicos, o simplemente fuera reinventada, dada su simplicidad. El motivo floral aparece en estelas de los valles de Erro y de Lónguida (profusamente), en Estella, Olóriz, Egüés, Badostain, Eransus, Aniz, Valcarlos, Alzuza, Oroz-Betelu, Sorauren, Espoz, Urra, Beortegui, Loizu (en el canto), Zalba, Cáseda, Soracoiz, Uriz, Esparza de Salazar, Urbasa, Urra, Iturgoyen, Zunzarren, Lizoain, Indurain, Monjardín, Tafalla, Eulate, Estella, Roncal (villa), Izalzu, Sangüesa y Ujué. Abunda muchísimo en la Baja Navarra, donde veintidós localidades la ostentan: Saint – Martin d’Arrossa, Bidarray, Bascassan, Ainhice-Mongelos, Bussunarits-Sarrasquette, La Madeleine, Ayherre, Isturitz, Méharin, Saint- Esteben, Iholdy, Armendaritz, Hélette, Gréciette, Sussaute, Beyrie, Garris, Uhart-Mixe, Uhart-Cize, Larcevau, Pagolle y Saint-Martin de Lantabat. En el Labourd, en doce pueblos: Bassussary, Lahonce, Arbonne, Laresore, Arborue, Saint-Pée-Sur-Nivelle, Itxassou, Louhossoa, Biriatou, Bardos, Hasparren, Macaye y Mendionde. En Soule, en diez cementerios: Laguinge, Barcus, Sainte-Engrace, Larrau, Troisvilles, Ainharp y Moncayolle (en Alta Soule), Aroue, Libarrenx y Ordiarp (en Baja Soule). B) Rehundidos ovales: tal y como aparecen en la estela 14, en su reverso. Se han tallado con el procedimiento de la inscultura, usado ya en las estelas 1, 2 y 7.Estos rehundidos son parecidos a los de una estela de Soracoiz, que los presenta en su anverso, tratando de imitar -según Urrutia y Fernández García [55]– la flor de girasol, a la que se atribuyen propiedades mágicas en el País Vasco, tesis que no me parece desacertada. El reverso de esta pieza es muy parecido al anverso de la núm. 4 de San Martín de Unx. Estos rehundidos se repiten en otra estela de Itxassou (Labourd).
  3. Línea quebrada. Aparece decorando el canto de la estela 16, como en una estela de Cáseda estudiada por Leizaola [56], así como en la 6, también decorando su canto, y la 7 ribeteando la región seis. Aparte del capitel asturiano encontrado en San Martín de Unx, de las estelas de San Adrián de Arguiñeta (Vizcaya), y de Argote (Álava), el motivo del zig-zag se observa en otros ejemplares de Indurain, Eransus, Uriz, Soracoiz, Igal, Vidángoz y Olóndriz, en Navarra. Al otro lado de los Pirineos, se reparte por igual tanto en Soule como en la Baja Navarra, apreciándose esta línea en catorce localidades. En Soule se localiza perfectamente en la parte alta, es decir, en Alçay, Cihigue, Haux, Laguingue, Restoue, Abense-de-bas, Arrast, Berrogain, Laruns, Moncayolle, Mauleon, y secundariamente en la zona baja, en los pueblos de Domezain, Ithorrots-Olhaiby, y Libarrenx. En la Merindad de Ultrapuertos, decora las estelas de Ossts, Bascassan, Saint-Jean-le-Vieux, Uhart-Cize, Méharin, Saint-Esteben, Hélette, Amorots, Beyrie, Somberraute, Arhansus, Harambels, Ibarre, Pagolle, Bthaume, y Biscay. En el Labourd sólo la registro en Cambó. En todos estos casos, el zig-zag decora el disco de la estela, pero no su canto. Son excepción la estela de Cáseda, y las de San Martín de Unx, en Navarra.Triángulos. Casi siempre aparecen como resultado del montaje de los dos triángulos equiláteros que forman el sello de Salomón, creando los vanos nacidos de su ensamblaje, que suelen hundirse por técnica de bajorrelieve. También suelen aparecer formando orlas en el disco, como en la estela de Barros (Santander), o en combinación con pétalos de flor, rellenando espacios. Son algo escalenos los de la estela 13, equiláteros los de la 16 (como lo eran los de las estelas 8, 9 y 11 ) , e isósceles en la 6 y 12. Su forma depende de si ha sido perfecto o no el trazado del sello de Salomón. Los triángulos decoran estelas de Uriz, Valcarlos y Espina1 (formando rayos solares). Figuran en seis cementerios labortanos (Bassussary, Biarritz, Arcangues, Ahetze, Jatxou y Villefranque), en cuatro bajonavarros (Ayherre, Orsanco, Garris y Sorhapuru), y en otros tantos suletinos (Abense-de-Bas, Espks, Laruns y Oyharcq).
  4. El círculo. Tal como parece representarse en el anverso de la estela 13, donde inscribe los brazos de una cruz, se denomina rueda solar, especie de mixtificación entre astro y signo cristiano. Aparte de ésta de San Martín de Unx, aparece únicamente en una estela de Estella, estudiada por Frankowski, y en otra de Arguineta (Vizcaya), recogidas en su libro [57]. Salvo su aislada aparición en el pueblecito labortano de Itxassou, el motivo se desparrama por la Baja Navarra: está en Saint-Martin d’Arrossa, en Gréciette, en Irouleguy, en Biscay, en Masparraute, en Saint-Martin de Lantabat, en Juxue, y en Arbonnet y Suhart, datables estas últimas en 1791 y 1602 respectivamente [58].
  5. Sectores circulares. En las estelas 13, 14 y 16, amén de las ya publicadas anteriormente (8 y 12). Se producen como resultado de la distribución que sufren las zonas del disco, cuando se decoran con estrellas o cruces. Son, por lo tanto, muy comunes. Citaré algunos casos en Navarra: los cementerios de Uriz, Mendióroz y Eransus.
  6. Escuadras. Aparecen en la estela 14 (anverso). En el caso de que representaran rayos luminosos de la cruz, sus paralelos se encontrarían en una serie de estelas estudiadas por Colas [59] en los cementerios de Saint-Martin d’Arrossa (Baja Navarra), donde un ejemplar idéntico “le parece antiguo”; de Ustaritz (Labourd), con decoración muy elemental y la observación del estudioso francés de que “parece antigua”; y de Arbonne (Labourd), con escuadras múltiples; formando ángulo más agudo, aparecen en estelas de Ascarat (Baja Navarra) y de Espinal; trazadas con simple rayado en Aniz (valle de Baztán) y Laguingue (Alta Soule) , algo más agudas. Por último, las escuadras se agrupan en dirección a los ejes principales del disco y forman una cruz, en estela navarra de procedencia ignorada sita en el Museo de San Telmo [60], con la datación de medieval.
  7. Polígonos. En las estelas 13 y 16 (anverso y reverso respectivamente). Son resultantes del montaje de los triángulos que forman la estrella de Salomón. Queda inscrito en ellos, cerrando la región cero, y formando un lugar muy idóneo para la decoración, de forma que siempre llevan en su seno el motivo principal: en estos casos, una rueda solar, o la rueda hidráulica con el martillo; una cruz ancorada (estela 8) una estrella (estela 9) o, excepcionalmente, se prefiere dejar sin decoración (estelas 3 y 6). Son de uso común.
  8. Cruces. Las hay de varias clases y trabajadas con técnicas diversas: griega simple (estela 14) y ancorada (estela 16); griega obtenida por incisión, simple (estela 14) y potenzada

    Estela 14

    (estela 16); cruz sencilla de Jerusalén, obtenida por rebaje de fondos (estela 17); y cruz de Malta poliforme (estela 13, reverso). Los anversos de las estelas 14 y 16 presentan cruz doble planteada de la misma forma: cruz incisa sobre cruz obtenida por bajorrelieve. La cruz ancorada, ya típica en San Martín de Unx, aparece en estelas navarras procedentes de Oroz-Betelu, Leoz, Gazólaz, Zunzarren, Sansoain, Tafalla, Amescoazarra, Valcarlos, Orbaiz, Azparren, Bézquiz, Eulate, Sangüesa, Ardaiz, Los Arcos, Olcoz, Estella y Arazuri. En Guipúzcoa, en estela de Ormáiztegui. En Baja Navarra, en los cementerios de Anhaux, Irouléguy y Saint-Martin d’Arrossa. La desconozco en otros lugares. La cruz incisa dentro de otra mayor, decora ejemplares de Bézquiz, Azparren y Aniz. Frankowski [61] da la noticia de otro caso en San Joao dos Montes (cerca de Alhandra, Ribatejo, Portugal), como del siglo XVII. La incisa simple decora una estela de Eugui y varias de Lepuzain. La potenzada aparece en una estela de Orbaiz (valle de Lónguida). La cruz al estilo de la 17, se da en otras compañeras procedentes de Esparza de Salazar (aunque de planta griega). Que el palo vertical de la cruz descienda al pie es algo corriente en el país vasco-francés, por ejemplo en el Labourd (Arbonne).

  9. Figuras humanas. En la estela 16, de esquematismo parecido a la figura del Cristo Crucificado de la estela 7 de San Martín de Unx. También aparece una figura humana en la estela 3, así como otra con los brazos y las piernas abiertos, y la Virgen con el Niño, decorando el canto de la estela 7. Ya he apuntado antes el parecido de las dos figuras de la estela 16 a las que aparecen en estelas romanas navarras de Aguilar de Codés, Gastiain y Marañón, que se exhiben dentro de hornacinas o arquillos, un resto de los cuales queda sobre las cabezas de las figuras humanas de la estela 16. Su representación, de tal manera, puede ser una pervivencia temporal de las estelas romanas, en cuanto que la forma, la anatomía y la aparición en retrato de los donantes del monumento (o los difuntos), se reproducen apenas sin variantes. Otras estelas de Urbiola y de Bearin [62], no hacen sino confirmar esta suposición.Que aparezca la figura humana en las estelas discoideas es algo singular. En Navarra, se encuentra en piezas de Arazuri, Igal, Izalzu, Espinal, Oroz-Betelu, Amescoazarra, Goizueta, Eguiarreta y Soracoiz. En Álava, en Salinas de Léniz. En la Baja Navarra, en los cementerios de Saint-Martin d’Arrossa (con imagen de Cristo), de Garris (con figura de pelotari) y de Sorhapuru. En el Labourd, en los lugares de Biarritz, Arbonne y Arancou, (todas decoradas con la imagen de Cristo). En Soule, en Sunharette, Abense-de-Haut, Etchebar, Licq y Sunhar. Y en Belpech -en la región de Lauregais-, una estela decorada con Jesucristo.
  10. Herramientas. En las estelas 14 (suponiendo que las escuadras sean útiles de cantero) y en la 16, con martillo y rueda hidráulica en su reverso.La representación de instrumentos -según Frankowski [63]– era común en los monumentos de la Galia Romana y, en general, alcanza a una época más antigua, tal vez a la prehistoria, como parecen probarlo las estatuas de guerreros con hacha de las grutas de Francia. Esta costumbre perduró a través de la Edad Media hasta nuestros días, sobre las losas sepulcrales de los claustros de las iglesias de España. Aperos de labor agrícola y de arte textil, y de otros oficios, ostentan las estelas de Navarra y de Portugal, y sobre las lápidas de los cementerios rurales españoles están representados a menudo estos mismos instrumentos. Ello quiere decir, a juicio de Frankowski, que la representación de instrumentos no puede servir como indicio de la época.Las escuadras -instrumento del cantero o del carpintero- están grabadas en dos lápidas romanas de Bourges y del Museo de Bagnols [64]. En estelas de Santacara (Navarra); de Anhaux, Ascarat, Saint-Martin d’Arrossa, Bascassan, La Madeleine, Amorots, Orsanco, Larcevau, Arros, y Béhaume, en Baja Navarra. En Algabéhéty, Abense-de-Bas, Undurein, y Aroue, en Soule. Parece, pues, que al otro lado de los Pirineos es más corriente esta representación. Registro el martillo en estelas de Olóriz, de Azoz, de Olóndriz y de Tafalla, visto  de lado o en plantilla (aunque esto último es menos corriente). Aparece sólo o en compañía de las tenazas o el yunque de forjador, en Hélette, Béguios, Garris, Orkgue y Ostabat-Asme (en Baja Navarra), o en Hôpital Saint Blaise, de Alta Soule.La rueda dentada es única. Una estela presentada por Colas como procedente de Lecumberry (Baja Navarra) [65] reúne una llamativa colección de herramientas, indicando tal vez la tumba de un carretero o clavero, fabricante de diversos instrumentos, y entre ellos, un piñón de diez dientes unido a una especie de rueda por un eje. Otras dos estelas de Garris y de Juxue tienen artilugios parecidos [66], pero no es fácil que representen piezas de maquinaria, sino motivos decorativos simples.
  11. Arquitecturas. La estela 16, en el sector uno, presenta un motivo arquitectónico, de difícil sentido, tal vez la casa del difunto, su fosa, o bien una simple hornacina al estilo de las que aparecen en las estelas romanas. Junto a la estela 3 de San Martín, que se decora con arcos ojivales en su sector cuatro, no hay más casos -que yo conozca- de muestras análogas en estelas discoideas vascas.
  12. Otros adornos. Finalmente, el anverso de la estela 16 tiene dos motivos poco usuales: un óvalo y un signo trilobulado, poco fáciles de identificar, en el estado erosivo actual de la piedra. El óvalo, de idénticas características al de San Martín, está decorando la región cero del anverso y parte de la base da cuatro en una estela de Oriz (valle de Elorz), estudiada por Frankowski en su libro sobre las estelas de la Península Ibérica [67], y encontrada en el cementerio contiguo a la Iglesia Parroquial, dedicada a San Adrián. El adorno trilobulado es semejante al del reverso de una estela procedente de Estella, que tiene una prolongación hacia la región seis del disco, adoptando la forma de la cruz. Los extremos de la cruz son muy parecidos al de este ejemplar [68].

Datación

Terminaré el estudio haciendo una prudente aproximación cronológica de las estelas de San Martín de Unx, sometidas todas a revisión no sólo con motivo de este trabajo, sino en adelante, ya que las dos únicas pruebas de antigüedad palpable en estos ejemplares, las dan la estela 15 -localizada como piedra sillar en el plemento de una bóveda del siglo XIV-, y las estelas 6 a 10 inclusive, que fueron colocadas en las ventanas románicas del ábside parroquia1 en torno a la fecha de 1604. Estas dataciones, aunque sólo atañen a seis estelas de San Martín de Unx, son completamente rigurosas.

Dejando de lado estos topes cronológicos, es bien cierto que existen otros factores de datación, como la simplicidad decorativa, las técnicas empleadas, los paralelismos, el estado erosivo del material, que permiten filosofar al investigador, en busca si no de dataciones exactas, sí al menos de aproximaciones.

Sin volver a considerar ahora todas las circunstancias de semejanzas o diferencias que puedan existir entre estas estelas y otras de Navarra, o de fuera de ella (labor que haría interminable y pesado este escrito), voy a dar unas breves notas sobre mis impresiones acerca de su cronología.

Un hecho histórico orientador, es el que Frankowski aduce a propósito de la nueva costumbre de inhumación en el interior de las iglesias, que se introdujo con el Papa Gregorio IX, en el siglo XIII. Soy de la opinión de que si la estela 15 se encontraba en una bóveda del siglo XIV, si las estelas 6, 7, 8, 9 y 10 cerraban unas ventanas absidales en el año 1604, es porque las estelas discoideas habían perdido su valor como monumento funerario y artístico, para las gentes de San Martín de Unx. Y esta pérdida de valor se realizó en un plazo de doscientos años de historia, entre los siglos XIV y XVI. Y tengo la impresión de que, al no haber grandes diferencias en la decoración de todos los ejemplares, prácticamente todos ellos son anteriores al siglo XVI, con toda seguridad.

Comparando unas piezas con otras, vemos que, por ejemplo, la cruz ancorada decora las estelas 1, 2, 3, 7, 8 y 16. En la traza de todas ellas hay pequeñas diferencias, pero se puede asegurar su carácter coetáneo. Por encima de ello, la núm. 16 supone una pervivencia del estilo romano de lápida funeraria (la presencia de donantes, las arquerías, la figura humana con anatomía sencilla, etc.). La núm. 7, adornada con rígido Cristo Crucificado y hierática Virgen con el Niño, es de un románico pleno indudable.

Estos dos ejemplos, en los que está presente la cruz ancorada, son los que me han servido como guía para retrasar la cronología de estas estelas coetáneas a las que me he referido.

Pero además , este grupo unitario de estelas, aparte de su cruz típica, tienen otros motivos decorativos, como son, el sello de Salomón (presente en las núm. 6, 9, 13 y 14, de iguales características), el tema floral (de las estelas 4, 11 y 15), la herramienta de trabajo del difunto (en las estelas 3, 10 y 16). Otra estela, la 14, tiene rehundimientos como la 1 y la 2, así como la base de cuatro análoga en distribución a este grupo de estelas ancoradas. Por eso pienso que todas estas discoideas son contemporáneas entre sí.

Más diferentes parecen ser las estelas 5 y 17. La 5 por ser técnicamente más ambiciosa y más ornamental. La 17, porque es una vieja estela reutilizada en tiempos modernos.

Se puede asegurar sin temor a dudas que las estelas 1, 2, 3, 7, 8 y 16, de cruz ancorada, así como las estelas 4, 13 y 15, de motivo floral sencillo son románicas. Igualmente la estela 4, aunque más tardía. Pueden ser góticas las que van decoradas con sello de Salomón (estelas 6, 9 y 12), y la estela 11 (de motivo floral más complicado), comprendidas en una primera época de este movimiento artístico, entre los siglos XIII a XV. Del gótico final pueden ser la 5 y la 10. La estela núm. 17 es de época moderna imprecisa.

Hallazgo de dos nuevas estelas discoideas en la villa de San Martín de Unx

Estudiadas diecisiete estelas funerarias de San Martín de Unx, y ya publicadas en diferentes números de esta Revista [69], en el pasado mes de marzo se encontraron otros dos nuevos ejemplares en forma de disco, de cuyo análisis y estudio ahora me ocupo.

El hallazgo se produjo cuando los trabajadores que restauraban la Iglesia Parroquial, a cargo de la Institución Príncipe de Viana, procedieron a limpiar la cabecera exterior del templo, con la intención de robustecer más tarde su estructura con un grueso machón de refuerzo, que consolidara la cimentación de la cara sur del ábside, justamente en la rampa de acceso a la puerta principal de la Iglesia, que en el pueblo se conoce como calle de los Portejaos.

Como en casos anteriores, quien se apercibió inmediatamente del valor del descubrimiento fue el maestro de obras Pedro Pérez Lacarra, vecino de la Villa, a quien debo agradecer su diligencia por salvar estos restos arqueológicos y evitar su pérdida, sobre todo por el desinterés habitual con que a menudo se toman estas piedras, ignorando no sólo su valor etnográfico-artístico, sino su sentido espiritual como herencia de la religiosidad de épocas anteriores.

Ambas estelas estaban sepultadas bajo tierra a un metro de profundidad, cerca una de la otra, pero la completa “contra pared”, según expresión del descubridor. Conviene recordar que otras dos estelas (las núm. 13 y 14) no aparecieron lejos de éstas, bajo el atrio actual, entre huesos revueltos. Todos los restos procederían del antiguo cementerio que rodeaba la Iglesia por su frente sur.

Antes de proceder a su clasificación, debo advertir que siguen la ordenación de los hallazgos que les precedieron, y por lo tanto irán numeradas como 18 y 19.

Catálogo de materiales (continuación)

Estela 18

Estela 18

Se trata de una estela mutilada, de la que sólo se ha conservado el disco, en roca arenisca de grano fino y color marrón oscuro. Su estado de conservación no es malo, si bien la parte superior del anverso presenta un desconchado y el reverso se cubre de adherencias minerales.

La decoración sólo afecta a una de sus caras, y ésta es simplicísima. El motivo ornamental es una cruz asimétrica de tipo griego y hendida, en bajorrelieve de 0,4 a 0,6 cm. Quien la labró no confió sus planes escultóricos a un proyecto inicial, sino que fue recortando el disco y decorando su cara de manera espontánea. Como el artesano no era habilidoso ni paciente, el resultado fue grosero en extremo. Así, mientras el brazo vertical de la cruz mide 17 cm. de largo por 0,44 cm. de ancho en sus extremidades, el horizontal es desproporcionadamente largo y ancho (20 x 0,48 cm.); la cruz es disimétrica y mal centrada, en un disco desigual en sus proporciones, con cuello notablemente ancho. En la parte inferior de cada brazo horizontal hay una muesca en forma de coma (de 0,6 a 0,8 cm. de profundidad), tal vez por golpes casuales, o posiblemente hechos con intención de representar algo, pero sin el dominio técnico suficiente para llegar a expresarlo.

El aspecto exterior de esta cara es de una sobriedad ingenua. En descargo del poco diestro artesano, debo decir, que terminada su obra cuidó de pulir las superficies y retocar los ángulos abiselados de la cruz, de forma que destacara su relieve ante la luz.

Estas son sus medidas:

  • Diámetro del disco: 30 centímetros.
  • Espesor del mismo: 9,50 cm. en la parte superior y 11 cm. en el cuello.
  • Anchura del cuello: 19 centímetros.

Estela 19

Estela 19

Si su compañera, la estela 18, era tan incompleta como imperfecta técnicamente, este ejemplar funerario se nos ofrece entero y bien labrado.

De igual modo, sólo está decorado por uno de sus lados, pero con un primor y un sentido de la medida fuera de lo corriente. Desde luego, bien puede apreciarse, ya que el estado de conservación de la piedra es estupendo. El artesano tomó 13 cm. como módulo para el radio que trazara el diámetro del disco, tan bien delimitado y pulido. Sobre este disco, y sólo en una de sus caras, talló con precisión una cruz griega hendida a algo más de 1 cm. de profundidad. Le dio la originalidad de alargar un poco más su brazo vertical (15,50 cm.) sobre el horizontal (13 cm.), pero haciendo que coincidieran las patas de la cruz en su anchura (3,3 cm.), no despreciando el significado de la región cero, a través de su punto (de 2,2 cm. de diámetro), sino al contrario, magnificándolo con el símbolo cristiano que irradia la superficie de la cara, físicamente inanimada, pero espiritualmente llena de vida.

Después de atender el disco, el cantero, prosiguiendo en su originalidad, quiso destacar el cuello de la pieza sobre un pie de anchos hombros. Para dar solidez a este cuello y evitar la rotura del monumento, aumentó el módulo tomado anteriormente en un centímetro. Tal incremento no desequilibraría las armonías, daría consistencia a la estela, y mantendría la silueta de carácter antropomorfo, que quiso realzar el artesano. Así lo hizo, dando a la anchura del cuello 16 cm. y a la parte superior del pie siete centímetros más (21 cm.).

Al cantero-artesano le interesaron todas las partes de la estela, pues si el disco y el cuello eran importantes, no menos valioso era el pie del monumento. Nos lo sugiere con la incisión de 8 X 1,7 X 1,4 cm. que grabó en su mitad, en perfecta línea con el brazo vertical de la cruz, y que da la nota de claroscuro al espectador que dirige a ella su mirada. Después, afiló la base del pie y pulió su cara trasera, sin decorarla en lo más mínimo, ya que posiblemente pensara adosarse la estela al muro de la iglesia.

Sus medidas son:

  • Diámetro del disco: 26 centímetros.
  • Espesor: del disco 14 cm.; del cuello 15 cm.; y de la base del pie 17 centímetros.
  • Anchura: del cuello 14 cm.; del pie 21 centímetros.
  • Longitud: total de 74 cm.; del pie 21 centímetros.
  • Altura del cuello: 2 centímetros.Material: roca arenisca de grano fino.

Color: marrón claro.

Estado de conservación: aceptable, con desconchados leves en el disco, y adherencias en el pie.

Estelas 18 y 19

Paralelos decorativos

El tipo de cruz rústica en bajorrelieve de la estela 18 tiene sus mejores correspondencias en Navarra, en las estelas discoideas de los cementerios de Iriberri de Orba [70], Esparza de Salazar [71] y Artazu (Améscoa) [72], y fuera de nuestra región en tres ejemplares del camposanto de Sabroso (cerca de Barros, Portugal) [73].

En cuanto a la cruz patada de la estela 19, sus paralelos más próximos se encuentran en una estela antropomorfa de Lanz [74] y otra de Sorauren [75], si bien el motivo -encerrado en un círculo-, ya se empleaba para decorar en el período visigótico, y así aparece en un altar hallado cerca de Sangüesa y conservado en Javier, datado entre los siglos VI1 a IX [76]. Fuera de Navarra se reproduce en su estado más puro, es decir, hendida sobre disco plano, en la estela también antropomorfa de San Adrián de Arguiñeta (Elorrio, Vizcaya) [77] y en tres estelas de Riocerezo y Viliargama (del Museo Arqueológico de Burgos) [78]. Y si del cuello geminado es imposible encontrar paralelos hasta ahora, no puede decirse lo mismo de su perfil antropomórfico, que relaciona esta estela con otras navarras de Soracoiz [79], Lanz (6), Uriz de Arce [80], Iturriza, Los Arcos, Monjardín, Ayegui, Eulate y otra más de la Merindad de Estella (todas del Museo de San Telmo) [81], Añézcar (del Museo de Navarra) [82], Cáseda [83], Ujué [84], Espoz de Erro [85] y sus mismas compañeras de San Martín de Unx [86]; con otras vecinas de Salinas de Léniz (procedente del Alto de Arlabán, en Álava, y ahora en el Museo de San Telmo) [87], y de San Adrián de Arguiñeta (Vizcaya) [88]; con las bajonavarras de Saint Martín d’Arberoue, Ilhare, Sorhapuru, Bunus, Juxue, Larcevau, Saint Martin de Lantabat, Anhaux, Ascarat, Lasse, Osses, Saint Michel-en-Cize, Ayherre y Saint Esteben [89], o con la bajosuletina de Larrory [90]; con las castellanas de Vilimar, Riocerezo y Viliargama (Museo Arqueológico de Burgos) [91], así como con la portuguesa de San Joâo dos Montes (Lisboa) [92]; con las italianas de la antigua Bolonia Villanoviense y Etrusca procedentes de San Giovanni in Perscieto, Arnoaldi y de Grabinski-Meniello [93]; con los exvotos pétreos de Halatte (Francia) y “las mujeres viejas de piedra” de Europa Oriental [94]; con las estelas humanoides de Araucania (Chile), de la Tribu Wa-Nyika (en Río Tana, Africa del Este), de Pompeya (Italia), de Turquía, de Siria, etc …, que tienen todas ellas en su origen la idea inmanente de “erigir una figura humana sobre la sepultura del muerto, común a todos los pueblos” [95].

Conclusión

Así como otras estelas de San Martín de Unx pudieron ser datadas por la ubicación que tenían en el interior de la Iglesia Parroquial, en el caso de las dos últimas aparecidas, no es posible hacer un cálculo de su edad por el lugar de su emplazamiento, que recordaremos fue el exterior del ábside parroquial. Posiblemente, el único criterio objetivo para estudiar sus cronologías sea el de suponer su procedencia del cementerio antiguo de la Villa, en torno a la Iglesia Parroquial, y que en el siglo XVIII se trasladó a la zona de San Miguel. Estas dos estelas no son posteriores a la época de ese traslado, sino anteriores.

Orientándome por paralelismos de ejecución, así como por el hecho de que los dos ejemplares no aparecieran lejos de las estelas 13 y 14 (1), me inclino a pensar que entre ellas hay una contemporaneidad, más probable en lo tocante a las estelas 18 y 19, cuyas semejanzas de talla son asombrosas.

¿Podría servir para la datación de la estela 19 la consideración de su silueta antropomórfica? Varios han sido los estudiosos clásicos (Latronne, O’Shea, Frankowski, Colas) que se han ocupado de este problema cronológico para buscarle una solución, pero de todos, tal vez fue Colas quien más ahondó en la cuestión. Para el investigador francés, el esquema antropomórfico fue regla bastante general en épocas antiguas, que tuvo influencia dominante hasta el siglo XVI, sin exceder de él. Según su teoría, los escultores de los siglos XIV, XV y XVI estaban más imbuidos de la tradición ancestral – en cuanto a reproducir la silueta del hombre- que sus compañeros de los siglos posteriores. Y destaca el hecho comprobado de que la intención antropomórfica se encuentra en las estelas más antiguas.

Según la teoría de Colas, la estela 19 habría de ser anterior al siglo XVI, o pudiera ser todavía mucho más antigua.

Una oportuna revisión de los criterios cronológicos a seguir en la datación de las estelas discoideas -la del vasco-francés Duvert [96]-, plantea la provisionalidad de toda data en tanto no se disponga de documentos o antecedentes rigurosamente objetivos, y avisa de lo engañosos que son algunos de los métodos seguidos hasta ahora para fechar las estelas. Su criterio, que yo comparto plenamente, es éste: «las obras ejecutadas torpemente, o que presentan un repertorio singular u original, o bien una curiosa forma (antropomorfismo, p. ej.), no pueden considerarse a priori como “muy antiguas” sobre la única base de tales criterios; en tanto no se tenga una idea muy precisa de la cualificación artística y técnica de los maestros canteros, de su inserción en la sociedad ( ¿artistas o artesanos? ), así como de las corrientes artísticas (si hubo talleres autóctonos o influencias del exterior, etc.), que se extendieran sobre el país, todo juicio de arcaísmo basado en lo anteriormente dicho, no podrá ser tenido en cuenta».

Podría concluirse que, si bien por la decoración y los paralelos que de ella hemos visto en otros ejemplares funerarios, estas estelas podrían remontarse a una Edad Media o incluso antes, por otra parte es probable que fueran más tardías. Sin rebasar el límite del siglo XVI, y siguiendo los pasos dados en las dataciones de otras estelas de San Martín de Unx, me atrevo a concluir que las estelas objeto del presente estudio no son posteriores a dicho siglo y sí son presumiblemente medievales o bajomedievales, aunque por su aspecto pueden ser hereditarias de formas anteriores.

Pamplona, abril de 1978

Calcos y dibujos : Mª Amor Beguiristáin

Fotos: Mª Amor Beguiristain y José Ángel Zubiaur Carreño

Notas

[1] ESCALADA, Francisco, S. J., La Arqueología en la Villa y Castillo de Javier y sus contornos. Pamplona, Edit. Leyre, 1942, pp. 118-119. Los lugares a los que se refiere se incluyen dentro de Santa Cruz.

[2] D. Elías Leoz Iriarte, n. en San Martin de Unx el 17 de abril de 1890 y m. en el mismo lugar el 19 de julio de 1967. Fue hombre muy preocupado por los asuntos sociales, económicos e históricos de su pueblo, de los que ha dejado buena constancia en su documentación personal, que me ha sido cedida amablemente por su hija Javiera.

[3] DUVERT, Michel, “Contribution à l’etude de la stèle discoïdale busque”, Bulletin du Musée Basque. Bayonne, 1976, núm. 71-72 (l.º y 2.º trimestres).

[4] CHAUVET, Ch., “Sol et Luna: notes d’iconographie religieuse à propos d’un bas-relief du Musée d’Angoulème”, en COLAS, L. La tombe basque. Recueil d’inscriptions funéraires et domestiques du Pays Busque Français. París, Honoré Champion edit., 1923, p. 8.

[5] COLAS, Louis. La tombe basque, op.cit., p. 15.

[6] Sólo presento fotografía del reverso de esta estela, pues al fotografiarla con flash, ya que estaba en lugar cerrado, la copia obtenida no era muy reveladora.

[7] Como la estela se movía, me permití la libertad de extraerla para fotografiar su conjunto, volviéndola después a su sitio.

[8] FRANKOWSKI, Eugeniusz. Estelas discoideas de la Península Ibérica. Madrid, Museo Nacional de Ciencias Naturales, 1920. En la fig. 13 (p. 165) ofrece el cuadro evolutivo de las decoraciones más comunes grabadas sobre estelas discoideas de España y Portugal. La evolución de la cruz comienza en 1e y va hasta 1.7.

[9] URRUTIA, Ramón Mª. “Nuevas estelas discoideas del Valle de Arce y de Oroz-Betelu”, Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra. Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1974. núm. 17 (mayo septiembre), pp. 328-329.

[10] COLAS, Louis, op. cit. Estela núm. 957. En la edición española, Grafia, ornamentación y simbología vascas a través del mil antiguas estelas discoideas. Bilbao, «La Gran Enciclopedia Vasca», 1972, en el Vol. 111, p. 286.

[11] COLAS, Louis, op. cit. núms. 1034 y 943, en las pp. 308 y 281 del Vol. 11, respectivamente.

[12] COLAS, Louis, op. cit. Véase en el Vol. II de la edición española las estelas de Abense-de-Haut (núm. 944, p. 282), de Licq (núm. 965, p. 288), del Haute-Soule.

[13] COLAS, Louis, op. cit. núm. 784 de la p. 228, Vol. 1.

[14] COLAS, Louis, op. cit. Representa el juguete de un niño, un pájaro. Véase el núm. 635 de la p. 175 en el vol. 1.

[15] D. José M.ª SATRÚSTUI estudió una estela cantografiada procedente de Iranzu (Navarra), depositada en el Museo Provincial, pero el caso de la de San Martín de Unx es diferente. Cfr. “Estela discoidea cantografiada, de Iranzu”, en Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra. Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1969, núm. 2, pp. 285-287. Y “Nueva lectura de la estela cantografiada de Iranzu”, en Id., núm. 4 de 1970, pp. 135-136.

[16] COLAS, Louis, op. cit., núm. 996 de la p. 297, Vol. III.

[17] ZUBIAUR CARRENO. Francisco Xavier, “Estelas discoideas de San Martin de Unx (Navarra)”, en Cuadernos de Etnología y Etnografia de Navarra [CEEN], Pamplona, Institución «Príncipe de Viana», 1976, núm. 24, pp. 523-536.

También puede consultarse, si se desea, el folleto Villa de San Martin de Unx que fue publicado por la Diputación Foral de Navarra en su serie Navarra, Temas de Cultura Popular con el núm. 270, y que escribí en 1976. La monografía es una especie de guía histórica, turística y artística del pueblo, cuya lectura puede servir de complemento a este estudio.

[18] GARCÍA GAINZA, Concepción, La escultura romanista en Navarra. Pamplona, Institución «Príncipe de Viana», 1969, pp. 51-52. Toma el dato del Archivo Diocesano de Pamplona, Sentenciados Treviño 1623-1624, fajo único (referido a nota a pie de página núm. 47).

[19] Libro de Primicias (1631-1671) del Archivo Parroquia1 de San Martín de Unx, folio 10 vuelto. Recoge todos los cargos y descargos de la Parroquia durante esos años. El documento al que se alude viene firmado por Martín de Ciga, escribano. Juan de Frías Salazar murió sin recibir todos los honorarios por su trabajo de la pintura del retablo. En 1634 aún se le adeudaban los intereses, razón por la que Petronila de Frías -su viuda- y Francisco Adán, su heredero, habían entablado pleito contra los primicieros de San Martín de Unx, y estos eran convocados para presentar cuentas ante el notario de Pamplona, Doctor Cruçat, so pena de excomunión.

[20] Me refiero a un artículo que el P. Tomás BIURRUN escribió en Vida Eclesiástica, en octubre de 1932, y que recojo de Ecos de mi pueblo, compendio de aspectos diversos de San Martin, aún no publicado, y escrito por Ángel LEOZ IRIARTE.

[21] Libro De Las Cuentas De Fábrica De La Parroquia De San Martín de Unx (de 1 de enero de 1839 a 22 de abril de 1910). sin paginación. En la aprobación y confirmación de las cuentas de fábrica de la Parroquia, habidas desde mayo de 1848 al 1 de enero de 1880, se incluye la fecha de terminación de estas reformas. Da fe D. Clemente Gorri y Sesma, Abad de San Martín y Beire.

[22] DUVERT, Michel, “Contribution a l’étude de la stèle discoïdale basque”, en Bulletin du Musée Basque. Bayonne, 1976, núm. 71-72 (primero y segundo trimestre).

[23] Propiedad de Policarpo Muruzábal y Familia, que ya quedó estudiada. Ver nota 17. Todas las referencias que se hacen de las estelas 1 a 5 inclusive, deben remitirse a la nota 17.

[24] Sin incluir la medida de la estela 3, mutilada del pie e incompleta. En el primer estudio de las estelas de San Martín de Unx a que hace referencia la nota 1, se deslizó una errata que ahora rectifico. Como medida media del diámetro de las estelas del primer grupo, se daba la cifra de 48,7 cm. Era equivocada: en realidad es de 41,90 cm.

[25] No se cuenta con las longitudes de las estelas 7 y 8, mutiladas de los pies. La longitud media de la 7 y 8 más la 3, es de 43,33 cm.

[26] Se exceptúan en estos cálculos las estelas 3, 7 y 8, mutiladas.

[27] Ver MARCO SIMÓN, Francisco. Tipologíaa y técnicas en las estelas decoradas de tradición indígena de los conventos Cesar-augustano y cluniense. Universidad de Zaragoza, Departamento de Historia Antigua, 1976. Separata en la que se incluyen dos capítulos de su tesis doctoral.

[28] COLAS, Louis. La tombe basque. Recueil d’inscriptions funéraires et domestiques du Pays Basque Français. París, Honoré Champion Editeur, 1923, pp. 19-21.

[29] La de Arazuri puede contemplarse en el Parque del Redín de Pamplona, junto al Mesón del Caballo Blanco, a la intemperie. Las demás son citadas por COLAS, Louis, Grafía, ornamentación y simbología vascas a través de mil antiguas estelas discoideas, Bilbao, «La Gran Enciclopedia Vasca», 1972. Las Cita en este orden: la de Arraute con el núm. 635, p. 185, en el Vol. 1, como originaria del Pays de Mixe (Almikuze). Las de Abense-de-Haut, Sunhar y Licq (Vic ou Dégairie du Val Senestre), dibujadas en las pp. 282, 288 y 291 respectivamente, en el Vol. II, y comentadas en La tombe busque …, p. 44. La de Arancou en la edición de Bilbao p. 65, núm. 232 del Vol. 1.

[30] Ramón Mª Urrutia ha estudiado las estelas de Zaldaiz, Olóndriz y Loizu, y Daniel Otegui las de Zalba -todas ellas de Navarra-, y que presentan decoración en el canto. Mas no aparece en ellas la decoración a base de figuras humanas. Estos trabajos han sido publicados en la revista CEEN.

[31] ALBERTOS FIRMAT, Mª Lourdes. “De la Sierra de Cantabria a los Picos de Europa, del Cantábrico al Tajo, y la nueva estela de Castro Urdiales”, en Estudios de Arqueología Alavesa, Vitoria, Diputación Foral de Álava, 1972. Vol. V , p. 143.

[32] LACARRA, José M.ª – GUDIOL, José, “El primer románico en Navarra, estudio histórico arqueológico, en Príncipe de Viana, Pamplona, Diputación Foral de Navarra.1944, núm. 16, pp. 221-275.

[33] ELORZA, Juan Carlos. “Dos nuevas estelas alavesas”, en Estudios de Arqueología Alavesa, Vitoria, Diputación Foral de Álava, 1972, Vol. V, pp. 133-141.

[34] Así lo ha estudiado JULLY, J. J. “Thèmes ornamentaux des poteries non mediterrannes peintes en France Sud et en Peninsule Iberique, Bronze Final et Premier Age du Fer”, en IV Symposium de Prehistória Peninsular, Parnplona, Institución «Príncipe de Viana», 1966, pp. 151-152.

[35] URANGA, José E. – ÍÑIGUEZ, Francisco. Arte medieval navarro. Pamplona, Aranzadi, 1971. Vol. 1. Arte Prerrománico, cap. III, lám. 51 a y b.

[36] URANGA, J. E. – ÍÑIGUEZ, F. Op. cit., vol. III. Arte Románico, Lám. 264 d.

[37] IGLESIAS GIL, José Manuel. Epigrafía Cántabra. Estereometría. Decoración. Onomástica. Santander, «Institución Cultural de Cantabria», 1976, p. 133, lám. 28, núm. 28. Ha sido estudiada por HÜBNER, FITA y J. M. FERNÁNDEZ.

[38] COLAS, Louis. Grafía …, Vol. II, p. 371, y Vol. I, p. 261. Colás defiende la regla general de la impotencia del cantero vasco por esculpir el bulto redondo. Según esta teoría, la tosquedad, lo elemental de una escultura, no indica necesariamente antigüedad

[39] COLAS, Louis. Grafía …, Vol. I, p. 94, núm. 319. Se trata de una piedra esculpida sobre la fachada de la Casa Ithurraldea, en Lasse (Valle de Baigorry, Baja Navarra). Aparecen cuatro animales, con ligeras variantes, pero muy parecidos al de la. estela 7 de San Martín de Unx. Datada en 1774.

[40] ZUBIAUR CARREWO, Francisco Javier. “Estelas discoideas de San Martin de Unx (Navarra)”, en Cuadernos de Etnología y de Etnografía de Navarra [CEEN], Pamplona, Institución «Príncipe de Viana», 1976, núm. 24, pp. 523-536. Y “Estelas discoideas de la iglesia parroquial de San Martin de Unx (Navarra)”, en CEEN, 1977, núm. 25, pp. 123-,152.

[41] Se ha tomado la planta de URANGA, José Esteban – ÍÑIGUEZ, Francisco. Arte Medieval Navarro. Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra-Editorial Aranzadi, 1971, vol. 11 (Arte románico), p. 132. Es anterior a las restauraciones que realiza la Institución Príncipe de Viana desde 1976. En la actualidad, la nave derecha se ha transformado en atrio. La planta, pues, ofrece reservas pero es Útil al objeto que me propongo.

[42] En palabras de Pedro Pedro PÉREZ LACARRA fueron extraídos unos 15 metros cúbicos de hueso humano en escombro.

[43] BIURRUN Y SOTIL, Tomás. “Arqueología navarra. Las tres iglesias de San Martín de Unx”, en Euskalerriaren Alde. Revista de Cultura Vasca, Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1974, Año XIX. Reproduce el fascículo de junio-julio de 1929, núm. 306-307, pp. 255-263.

[44] Como expuse en el núm. 25 de CEEN. Ver nota núm. 21.

[45] DUVERT, Michel. “Contribution à 1’étude de la stèle discoïdale basque”, en Bulletin du Musée Basque, Bayonne, 1976, núm. 71-72 (primero y segundo trimestres).

[46] FRANKOWSKI, Eugeniusz. Estelas discoideas de la Península Ibérica. Madrid, Museo Nacional de Ciencias Naturales, 1920. Publicación de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Memoria núm. 25, pp. 171-173.

[47] FRANKOWSKI, Eugeniusz. Op. cit. pp. 33-34.

[48] MARCOS POUS, Alejandro – GARCÍA SERRANO, Rafael. “Un grupo unitario de estelas funerarias de época romana con centro en Aguilar de Codés”, en Estudios de DeustoBilbao, 1972, vol. XX, núm. 46, de mayo-agosto. Las estelas de Aguilar de Codés a las que me refiero, van numeradas así: la núm. 2, fig. 2 y pp. 326-327; y la núm. 4, fig. 4 y p. 326. La de Maraón es la fig. 7, p. 323 y párr. 13.

[49] URRUTIA, Ramón María “Nuevas estelas discoideas del Valle de Arce y Oroz-Betelu”, en CEEN, 1974, año VI, núm. 17, pp. 318-319. Es la núm. 1 de Azparren.

[50] COLAS, Louis. Grafía, ornamentación y simbología vascas a través de mil antiguas estelas discoideas. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1972. La catalogación es la siguiente: la de Arros, núm. 819; la de Isturitz, núm. 503, acompañando a una roseta; !a de Sorhapuru, núm. 747; y la de Lecumberry, núm. 450, en Casa Dona Martinea, fechada en 1750. Todas en el vol. I.

[51] COLAS, Louis. Op. cit. vol. 1, p. 245. Las estelas a que se refiere están catalogadas por este orden: Saint-Etienne de Lantabat, núm. 886; Ibarre, núm. 851 ; Juxue, núm. 808. La de Ibarre está catalogada como del siglo XV o anterior.

[52] FRANKOWSKI, Eugeniusz. Op. cit. p. 71, núm. 1 del catálogo, y fig. 25 de la p. 73. Este autor, refiriéndose a la estela de Egüés, escribe: «supongo que quiere imitar en su adorno a una estrella de ocho puntas, tan solo que el obrero que la ejecutó ha confundido las líneas por no recordar el original conocido» (sic., p. 75). Su decoración es a base de líneas rectas que recorren el anverso del disco en varias direcciones.

[53] ACOSTA, Pilar. La pintura rupestre esquemática en España. Salamanca, Seminario de Prehistoria y Arqueología de la Universidad, 1968, pp. 186-187.

[54] PASSEMARD, M. “Les signes cruciformes et les points des maisons busques”, en Bulletin de la Société Bayonnaise d’Études Régionales. Bayonne, 1919, núm. 10, primer semestre, pp. 55 y 35.

[55] URRUTIA, Ramón María – FERNÁNDEZ GARCÍA, Fernando. “Las estelas de Soracoiz (notas para el estudio de una necrópolis)”, en CEEN, 1973, año V, núm. 13. es la núm. 5, en las pp. 101-102.

[56] LEIZAOLA, Fermín. “Las estelas discoideas de la Villa de Cáseda (Navarra)”, en CEEN, 1972, año IV, núm. 11, pp. 232-245.

[57] FRANKOWSKI, Eugeniusz. Op. cit. La estela de Estella va catalogada con el núm. 2, lám. III, p. 59; y la de Arguineta en la p. 52.

[58] COLAS, Louis. Op. cit. La de Arbonne se cataloga con el núm. 630 y la de Suhart, con el núm. 700 del vol. 1.

[59] COLAS, Louis. Op. cit. Se catalogan así: la de Saint-Martin d’Arrossa, con el núm. 355; la de Ustaritz, con el núm. 106; y la de Arbonne, con el núm. 44. Todas en el vol. I.

[60] MANSO DE ZÚÑIGA, Gonzalo. Museo de San Telmo. San Sebastián, Caja de Ahorros Municipal-La Gran Enciclopedia Vasca, 1976, p. 52. Se trata ,de una estela muy delgada y pequeña. El espacio entre las escuadras está hueco.

[61] FRANKOWSKI, Eugeniusz. Op. cit., p. 109, núm. 4.

[62] MANSO DE ZÚÑIGA, Gonzalo. Op. cit. La estela de Urbiola aparece en la p. 76, datada entre los siglos II al V de nuestra Era. La estela de Bearin, en la p. 78.

[63] FRANKOWSKI, Eugeniusz. Op. cit., pp. 38-60.

[64] ESPERANDIEU, E. Recueil genéral des bas reliefs, statues et bustes de la Gaule Romaine. París, 1910, figs. 1509 y 510 respectivamente.

[65] COLAS, Louis. Op. cit. Vol. I, núm. 448. Estela con cruz de Jerusalén en el reverso.

[66] COLAS, Louis. Op. cit. Vol. I. La de Garris se cataloga con el núm. 711, y la de Juxue con los núm. 797 y 798.

[67] FRANKOWSKI, Eugeniusz. Op. cit. Pp. 68-69, fig. 20, núm. 6.

[68] FRANKOWSKI, Eugeniusz. Op. cit. Pp. 64-66, fig. 18, núm. 4.

[69] Ver Francisco Javier ZUBIAUR CARREÑO. “Estelas discoideas de San Martin de Unx (Navarra)”, CEEN, 1976, año VIII, núm. 24, pp. 523-536 (comprende las estelas 1 a 5, inclusive); “Estelas discoideas de la Iglesia Parroquia1 de San Martin de Unx (Navarra)”, CEEN, 1977, año IX, núm. 25, pp. 123-152 (comprende las estelas 6 a 12, inclusive); y “Nuevas estelas discoideas de San Martin de Unx”, CEEN, 1977, año IX, núm. 26, pp. 257- 287 (estelas 13 a 17 más una cruz funeraria).

[70] Ramón María URRUTIA. “Cuatro estelas discoideas del Valle de Orba (Navarra)”, CEEN, 1970, año 11, núm. 5. La de Iriberri es la fig. 2 y fot. 2. El lugar se halla próximo al pueblo de Leoz, y procede de una capilla románica. Su catalogador dice que es «muy antigua».

[71] Francisco BARBER. “Estelas discoideas en Esparza de Salazar”, CEEN, 1972, año IV, núm. 12. Es la estela núm. 1, fot. 1 y cara A, con cruz hendida, p. 352.

[72] Luciano LAPUENTE MARTÍNEZ. “Estudio etnográfico de Améscoa”, CEEN, 1971, año III, núm. 8, fot. núm. 27. En una cara ostenta una cruz similar, pero adornada con trazos ramiformes; al otro lado tiene una cruz griega en altorrelieve.

Otras estelas -como las de Alzuza, Soracoiz, Indurain y Sansoain- reproducen cruces parecidas a esta de San Martín, pero cito sólo los casos en que se da una similitud mayor.

[73] Eugeniusz FRANKOWSKI. Estelas discoideas de la Península Ibérica. Madrid, Museo Nacional de Ciencias Naturales, 1920. Publicación de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Memoria núm. 25. Este investigador reproduce en la lám. IX, p. 108, una fotografía tomada del estudio de CORREIA, V. Monumentos e esculturas, séculos III-XVI (Lisboa, 1919), que representa un rincón del cementerio de la Villa de Sabroso (Portugal), donde se distinguen varias estelas discoideas con un sepulcro, en número de tres, con esta representación.

[74] Gonzalo MANSO DE ZÚÑIGA. Museo de San Telmo. San Sebastián, Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián-La Gran Enciclopedia Vasca, 1976, pp. 70-71. Dice su autor se trata de una «magnífica estela, claramente antropomorfa … seguramente muy antigua, quizá de la Alta Edad Media».

[75] Ramón María URRUTIA. “Nuevas estelas de Navarra”. CEEN, 1974, año IV, núm. 16, pp. 163-184. La de Sorauren es la núm. 3 y «por su primitivismo es antigua». Se diferencia con la de San Martín de Uhx en que su cruz es mayor y el canto se decora con dos casquetes esféricos.

[76] José Esteban URANGA-Francisco ÍÑIGUEZ. Arte medieval navarro. Pamplona, Aranzadi, 1971, Vol. 1, Cap. 1, Lám. 15. Este motivo aparece con cierta profusión en las estelas discoideas. Sólo citaré los ejemplos de estelas de Muniain y Azparren en el Valle de Arce, Oroz-Betelu, etc.

[77] J. M. UGARTECHEA Y SALINAS. “Notas sobre estelas, lápidas e inscripciones funerarias vizcaínas”, en Anuario de Eusko-Folklore. Vitoria, Sociedad de Estudios Vascos, 1962. Tomo XIX, p. 139, fig. 3 (7-12). Como se sabe, las estelas de la ermita de San Adrián han sido datadas en el siglo IX.

[78] Que fueron estudiadas por E. FRANKOWSKI, op. cit., pp. 42-43, fig. 9), quien reveló su gran parecido con las de Arguiñeta (Vizcaya), no sólo por su decoración (»que representa el tipo más usual que hoy día [19201 los aldeanos en varios sitios de la provincia de Burgos levantan sobre sus sepulturas»), sino por su perfil humanoide, a pesar de que «sobre su edad no se puede decir nada preciso». De las tres estelas burgalesas, dos pertenecen a Viliargama y otra a Riocerezo.

[79] En el Valle de Mañeru y municipio de Guirguillano, procedentes de un despoblado -posible castro- de bastante antigüedad, de donde fueron rescatadas y llevadas a lugar no conocido de Guipúzcoa, por lo menos cinco estelas antropomorfas. Semejantes a otras de Ojacastro y Herramélluri (Logroño), de tradición paleocristiana. Ver Ramón María URRUTIA-Francisco FERNÁNDEZ GARCÍA. “Las estelas de Soracoiz (notas para el estudio de una necrópolis”). CEEN, 1973, año V, núm. 13, pp. 89-115. Interesa consultar las estelas núm. 1-3-4-7-9 y 13.

[80] Daniel OTAEGUI. “Estelas discoideas de Uriz y Urdiroz (Valle de Arce)”. CEEN, 1970, año II, núm. 6, pp. 421-425, fig. 5.

[81] Gonzalo MANSO DE ZÚÑIGA. Op. cit., pp. 64, 65, 49, 56, 45 y 59, y 58, respectivamente.

[82] En la Sala IV. Posee una curiosa decoración de cabeza humana con sombrero.

[83] Fermín LEIZAOLA. “Las estelas discoideas de la Villa de Cáseda (Navarra)”. CEEN, 1972, año IV, núm. 11, pp. 233-245.

[84] Que tengo en curso de investigación.

[85] Ramón María URRUTIA. “Las estelas discoideas del Valle de Erro”. CEEN, 1972, año IV, núm. 10, pp. 91-109.

[86] Por ejemplo las estelas 5, 6, 8, 9 y 10. Ver nota 69.

[87] Llamada «Caballero de Santiago» por llevar grabada en el disco la cruz de brazos flordelisados y en el pie una figura humana con mano en el pecho y cruz. Ver Gonzalo MANSO DE ZÚÑIGA. Op. cit., p. 57.

[88] Ver Eugeniusz FRANKOWSKI. Op . cit., pp. 51-53, fig. 13; y J. M. UGARTECHEA Y SALINAS. Op. cit. Ver nota 9.

[89] Louis COLAS. Grafía, ornamentación y simbología vascas a través de mil antiguas estelas discoideas. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1972, Vol. 1. Colección de inscripciones funerarias y domésticas de Baja Navarra. Ver por este orden: St. Martín d’Arberoue, núm. 575 ; Ilhare, 726 ; Sorhapuru, 749 ; Bunus, 784 ; Juxue, 806 ; Larcevau, 814; St. Martin de Lantabat, 891 ; Anhaux, 286 ; Ascarat, 294-95 y 305-06; Lasse, 320-21; Ossès, 338; St. Michel-en-Cize, 477-78; Ayherre, 494-95-97 y St. Esteben, 535.

[90] Louis COLAS. Op. cit., Vol. II, núm. 1056.

[91] Eugeniusz FRANKOWSKI. Op . cit., pp. 41-44. De éstas, las dos de Viliargama son las más parecidas a la núm. 19 de San Martín de Unx. Todas estas estelas son antropomorfas, y junto a ellas fue hallado un cipo sepulcral de época romana, procedente del lugar burgalés de Arlanza (fig. 96), que «guarda cierta relación genética» con sus compañeras. Según el investigador extranjero, «estas estelas nos señalan la continuidad de la misma costumbre durante más de veinticinco siglos, pues son eslabones sueltos de una cadena continua muy larga».

[92] Eugeniusz FRANKOWSKI. Op . cit., p. 109 y fig. 47 (1-5).

[93] Eugeniusz FRANKOWSKI. Op. cit., p. 111. Las estelas fueron objeto de atención por los investigadores Zanoni, Granier y Ancati. Son del siglo VI a. Xto.

[94] Eugeniusz FRANKOWSKI. Op . cit., p. 116, fig. 53. Los exvotos son a modo de estelas con su pie, cuello y disco, y reproducen en él facciones físicas humanas.

Las «Mujeres Viejas de Piedra» o Kamienne Baby (p. 117 y fig. 54) son también figuras funerarias antropomorfas erigidas por pueblos de Asia y Europa Oriental sobre las sepulturas de los muertos. El autor de este estudio reproduce algunas de ellas procedentes de Polonia, Tourgai y Semiretchenks.

[95] Ver todo el capítulo sobre «Estelas discoideas fuera de la Península Ibérica», de la obra ya citada de FRANKOWSKI (pp . 111-123).

[96] Michel DUVERT. “Contribution à l’étude des monuments funéraires du Pays Basque”, en Bulletin du Musée Basque. Bayonne, 1977, núm. 77 (tercer período, núm. 59, p. 129.