Etnografía de San Martín de Unx. 30 años de investigaciones en un pueblo de la Navarra Media

Resumen

Casco histórico de la villa

El estudio de los hermanos Zubiaur Carreño, originarios de esta villa por vía paterna, ha sido el de divulgar el sistema de vida tradicional de un pueblo característico de la Zona Media de Navarra, de base históricamente agrícola, haciendo constar su evolución desde 1900 hasta el presente, sin solución de continuidad, rescatado mediante este estudio antropológico representativo en España de una comunidad agrícola tipo. Su antecedente fue el Estudio etnográfico de San Martín de Unx publicado por la Institución Príncipe de Viana de la Diputación Foral de Navarra en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en 1980.

Sus objetivos específicos han sido los de rescatar del olvido la memoria popular acerca del grupo doméstico, otros grupos de actividad, grupo territorial y culturización de esta población tal como vienen planteados metodológicamente en la “Guía para una encuesta etnográfica” de José Miguel de Barandiarán, publicada en Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, núm. 20, pp. 277-325, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1975; el fomentar una vía de investigación en el campo de la Etnología; y servir de modelo para la aplicación de encuestas etnográficas sistemáticas en comunidades rurales.

En palabras del antropólogo don José Miguel de Barandiarán, cuya presentación aparecía en la primera edición del libro,

Edición de 1980 (DFN-CSIC)

“Los autores, que han vivido los modos de existencia de [este] pueblo e incluso los han planteado como objeto de estudio, presentan aquí imágenes y descripciones de todo un sistema de elementos que forman el complejo cultural de un grupo humano, asentado en una zona geográfica e históricamente interesante de Navarra.

Se trata, pues, de un conjunto de materiales y de hechos adecuadamente ordenados y presentados del modo más comprensible, sin apelar a vagas interpretaciones, ni a hipótesis o teorías.   […] Aquí aparecen datos escuetos, conforme al método que, para ser objetivos –éste es uno de sus méritos- han adoptado sus autores.

 […] Esta suerte de inventario de los materiales de una cultura, realizado conforme a un cuestionario que es utilizado también en otros pueblos pirenaicos, […] facilita las comparaciones   […] con paradigmas de otras regiones y países, y aún el conocimiento del área que cubre cada elemento. Esto […] permitirá trazar áreas temáticas de todas las categorías de nuestro ámbito cultural y, finalmente, delinear el atlas etnográfico de nuestro país.

Hortensia Viñes, catedrática de la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid, en la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1981, tomo XXXVI, pp. 238-239, ofrece una recensión de la la primera edición del libro de la que entresacamos estas palabras:

“Los autores han acometido el trabajo con brío, y, también, hay que decirlo, con un inmenso cariño a su pueblo de niños… el pueblo de sus antepasados. Por todo ello el libro, aun para un profano, se convierte en una lectura apasionante… El trabajo hace uso de una firme bibliografía de autores, en gran parte navarros, que abarca temas históricos, geográficos, etnográficos propiamente, lingüísticos, filológicos, etc., los cuales han servido para elaborar los materiales, iluminándolos adecuadamente, y abasteciendo a la obra de rigor científico. La diferente formación académica de los autores, Francisco Javier, historiador y etnógrafo, y José Ángel, jurista, completa la penetración de los materiales examinados de un modo singular, así a los parámetros históricos, sociológicos, artísticos y geográficos se unen los jurídicos, necesarios de manejar en un ámbito bajo los auspicios de un régimen legislativo foral, ancestral y vigente a un tiempo. Sorprende en todo momento la abundancia de materiales sabiamente comentados y en los que pueden saciarse mil curiosidades. Así, el registro toponímico es importante y lo mismo ocurre con el inventario de la flora y fauna, los estudios estadísticos de la población, y el tratamiento de los ritos, la organización familiar, la práctica de la religión, etc., todo ello salpicado de anécdotas y en ocasiones de versos y canciones; la enumeración de las fiestas del año, el inventario de las iglesias…”

Fernando Pérez Ollo, en el Diario de Navarra del 29 de marzo de 1980, p. 14, en la sección de publicaciones navarras, bajo el título de “Modernización y modernidad, historia y tradición de un pueblo”, opina sobre la primera edición del libro:

“Los hermanos Zubiaur Carreño dividen su trabajo sobre San Martín de Unx en nueve capítulos de diferente bordo y extensión. El más extenso es el primero, dedicado al grupo doméstico; el más breve la pesca, que cubre a medias una página. El conjunto, más amplio y proteico es el de los dos primeros capítulos, que repasa datos geográficos, la forma y distribución de la casa, alimentación e indumentaria, forma -más que estructura- familiar, relaciones entre esposos, equipo mobiliario, juegos, reposo, aseo, medicina popular, vida religiosa y los cuatro ritos de pasaje fundamentales. Como es obvio, algunos de estos epígrafes corresponden al apartado de culturización. Francisco Javier Zubiaur ha publicado en los últimos tiempos monografías y estudios sobre diversos aspectos históricos y artísticos de San Martín de Unx. Ahora, además de los archivos, los autores han hurgado en los papeles y escritos de los hermanos León Iriarte y la memoria de 53 sanmartinejos -casi todos de cuna, salvo cinco, entre ellos el párroco- avecindados hace años en el pueblo. Son 30 hombres y 23 mujeres. El promedio de edad son 63,6 años. Ocho de los encuestados son octogenarios y veintinueve no alcanzan los 60 años.

Los hermanos Zubiaur declaran en la introducción que su método ha sido la encuesta intensiva, sobre el formulario de Barandiarán, y que el estudio intenta ser «puramente fáctico. Al margen de todo juicio de valor». También advierten algo que el lector comprueba pronto: el cuestionario es inadecuado en algunos apartados y en bastantes, pobre. Por otra parte recurren al «Manual de etnografía» de Marcel Mauss, que dedica especial atención a las técnicas artesanales. La obra de Mauss, como señaló hace trece años J. Copans, más que un manual es un espejo de la etnografía entonces al uso, pero aún resulta un prontuario de orientación y aplicación útiles.

El estudio etnográfico de San Martín de Unx tiene el mérito de ser el más ambicioso y acabado de los realizados hasta el momento en la Navarra Media y ofrece bastantes puntos de meditación. Recopila abundantes, curiosos y a veces divertidos datos de varia índole: léxicos, agrícolas, religiosos, sociales. La personalidad incontestable de este pueblo anclado en las últimas estribaciones prepirenaicas se manifiesta en algo más que el carácter de sus gentes, su vocabulario peculiar, su entonación y su cultura. El libro de los Zubiaur saca a la luz muchos materiales interesantes, bien trabajados y presentados con orden, rigor metodológico y una cierta gracia que aliña el conjunto sin restarle severidad. Las anécdotas, dichos y coplas -que han viciado muchas páginas sobre nuestra tierra- están bien cuando ilustran los datos obtenidos en las encuestas, pero no pueden satisfacer por sí solos al etnógrafo. En este caso, las coplas de jota y las ocurrencias -«modorrinas» en el idioma «catato», propio del pueblo- ilustran pero no fundamentan las respuestas.

La primera consideración que surge al cerrar el libro es que esta recogida, prolija y puntual, ha sondeado la cultura popular, es decir el folclore de San Martín de Unx en un momento clave. La cosmovisión tradicional se retira y se impone una nueva concepción vital. Algunos dirán que son los tiempos modernos. Desaparecen los métodos agrícolas seculares, pero también las relaciones minuciosas y hondas con la naturaleza: por ejemplo la nómina de denominaciones privativas para la flora y fauna mengua a zancadas. (Es curioso comparar ese apartado con los nombres recogidos por Reta en el mismo pueblo). Cambian -para algunos se extinguen- las formas religiosas, pero cunde la moda blasfematoria. Cambian las liturgias de algunos ritos de pasaje -v. gr. el noviazgo- pero no las estructuras de parentesco ni las familiares, aunque los más ancianos acusen la regresión del respeto patriarcal. Los tiempos modernos y los medios que difunden y unifican los modos de vida que los caracterizan parecen haber barrido la tradición. No obstante, acaso sea más exacto hablar de modernización que de modernidad.

El segundo punto de reflexión es el de las relaciones de tradición e historia. Sabido es que las sociedades llamadas primitivas o ahistóricas, no se mantienen inmutables y estáticas, aunque una de las características de la mentalidad primitiva -como quería Lévy Bruhl- sea el rechazo de toda novedad en el universo social. En ellas -resume Balandier- el tiempo mítico borra el tiempo histórico. No es el caso de nuestra cultura, ni siquiera cuando demuestra una riqueza coherente de mitemas. En el estudio que nos ocupa, las preguntas sobre mitos, supersticiones, leyendas, creencias y personalización de elementos geográficos, etc., caen en el vacío y los encuestados sanmartinejos llegan a sacudirse el cuestionario con respuestas que indican una cierta conciencia de otros ámbitos mentales, «eso es cosa de vascos», «eso es cosa de la Montaña». No se da un mundo mitológico, no asoman costumbres mágicas, parece que es una visión el mundo cruda y positivista, que guarda una irónica desconfianza hacia la mentalidad mágica de otras zonas. Acaso la antropología ecológica pudiera decir que el medio imposibilita esa mentalidad, como el medio favorece en los valles septentrionales la existencia de genios y personajes mitológicos. Pero, sin duda, también sería conveniente ahondar en la historia documental del pueblo, historia que en un trabajo de etnografía tiene escasa cabida, a menos que pretenda hacer etnografía histórica. Un estudio de ese tipo arrojaría a este trabajo alguna luz.

El estudio allega datos y materiales cuantiosos, Casi siempre precisos y matizados. Digo casi siempre, porque lingüistas, filólogos, geógrafos, historiadores y demás especialistas podrán aducir acotaciones y reservas. Así, por citar un caso, los autores recogen y no rebaten la afirmación de Iribarren de que «rapatán» es voz propia de San Martín de Unx. No. Yo la he escuchado en Salazar y en la Bardena de Caseda. También hay que lamentar la cadencia de transcripciones musicales. Pero esas observaciones no anulan ni vician el mérito y la calidad del libro, uno de los mejores con que cuenta nuestra etnografía sobre una comunidad concreta. Excelente, completo y ejemplar. Ejemplar, porque si cada pueblo contara con dos estudiosos que dedicaran unos años a estos trabajos de campo, imprescindibles para las grandes síntesis, conoceríamos mejor nuestra realidad y nuestras mentalidades. San Martín de Unx tuvo ya antes otra pareja fraternal, que ahondaron en el presente y pasado, los hermanos Leoz. Los Zubiaur, dotados de métodos más útiles, han investigado con mayor eficacia”.