Etnografía en una comunidad agrícola de Navarra: San Martín de Unx

Los orígenes de la investigación

Los antecedentes de esta investigación se encuentran en los cuatro cursos de «Etnología del pueblo vasco, el grupo doméstico», impartidos por D. José Miguel de Barandiarán en la Universidad de Navarra, a los que asistí -en los años 1971 a 1978-, como alumno y luego licenciado en Filosofía y Letras.

Este reconocido etnólogo había puesto en marcha, dentro de su Cátedra de Lengua y Cultura Vasca, el grupo de trabajo Etniker [1], para la investigación de campo y con ánimo de que sus alumnos lográramos materializar los resultados de la aplicación de su «Guía para una encuesta etnográfica» [2], que se dan a conocer en los Años 70 a través de los «Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra», de la Institución Príncipe de Viana.

Mi vocación etnográfica, por tanto, nace en ese contexto y bajo las orientaciones del maestro Barandiarán. Más tarde, tras el conocimiento de María Amor Beguiristain, mi esposa desde 1977, que actuaba como secretaria del Grupo Etniker, reforzaría mi inclinación por esta disciplina, compartiendo desde entonces el trabajo con ella, especialmente en su villa de procedencia -Obanos- y en la catalogación de estelas funerarias por varias poblaciones navarras.

Puedo decir, pues, que mi vocación etnográfica, en cierto sentido, ha sido motivada también por un impulso familiar. Además de por el apoyo de mi esposa, la encuesta etnográfica de San Martín de Unx constituyó un proyecto compartido con mi hermano José Angel y se trataba de aplicarla al pueblo de nuestros antepasados, donde de niños habíamos sentido el ventoso cierzo del norte. A esta vocación inicial inculcada por el anciano maestro, se añadió el deseo de evitar la pérdida de los datos de la vida tradicional de nuestros propios pueblos y por consiguiente combatir su desfiguración cultural o al menos dejar constancia de su identidad.

 La metodología de Barandiarán

Recuerdo que las enseñanzas de D. José Miguel nos llegaron por tres vías complementarias entre si.

Por un lado sus lecciones de clase, donde el maestro exponía sus temas con relación siempre a casos concretos acontecidos en los pueblos de Vasconia, y el recurso a ejemplos, con ánimo comparativo e ilustrativo de la diversidad regional, mediante los cuales nos llegaban leyendas y creencias muchas veces desconocidas.

Su método era muy efectivo, pues contagiaba su interés por esa vida desapercibida de los pueblos, que late bajo sus modos y costumbres. Era una visión humanista, cuando no transcendente, de la realidad cotidiana. El pueblo vasco y el navarro en particular han obrado en base a su conciencia de que la vida depende de Dios, y esta seguridad ha dado un sentido a sus vidas.

Una de las consecuencias de su método era la puesta en común, para analizar las dificultades surgidas en la aplicación sobre el terreno de su modelo de encuesta etnográfica. Estas puestas en común se celebraban en la biblioteca del Museo de Navarra los sábados por la mañana. Era una de las características de su método, hasta el punto de que sus discípulos han seguido practicándolas posteriormente. Los investigadores más experimentados ayudan a vencer las dificultades a los neófitos.

La tercera vía para acceder a sus enseñanzas fue la del privilegio de su amistad, el intercambio de opiniones en torno a la mesa de su despacho -o las más de las veces en la cocina de su casa-, en su domicilio de Villa Sara, de Atáun (Guipúzcoa), muy cerca de la muga con Navarra. La relación estrecha con D. José Miguel, de cierta intimidad incluso, compartida también con su sobrina Pilar y en compañía de mi esposa, reforzaron definitivamente este interés por la etnografía, a la que, sin embargo, y a causa de diversos trabajos profesionales, he dedicado desde entonces una atención discontinua.

En sus clases de la Universidad de Navarra, nuestro profesor dejaba claras varias recomendaciones para aquellos que fueran a realizar investigación de campo.

La primera, anotar aquello que se ve -o mejor, se vive- sin llevarse de la subjetividad en el momento de aplicar la encuesta. Quería significar así que debían apuntarse, grabarse, dibujarse o fotografiarse todos aquellos aspectos de la sociedad elegida, que se pudieran apreciar mediante la observación o conocerse a través de los informantes seleccionados en función de sus diferentes edades, extracción social y cultural, con atención a las transiciones o fracturas del devenir temporal y hasta el límite del recuerdo de los mismos. Actuar como un notario perspicaz.

Era conveniente centrar la investigación en la población de origen, que uno conoce por haber vivido en ella. De este modo, la investigación, con los límites indicados, evitaba convertirse en errática u olvidar aspectos quizás esenciales en su evolución cotidiana o, por el contrario, malinterpretarlos.

En resumen: su método llevaba aparejadas la observación y la información. La observación de personas, de objetos y de grupos, con atención al estudio morfológico y funcional (análisis de elementos y conocimiento de comportamientos). E información, complementando aquella observación con la consulta de fuentes (archivos y especialmente personas de la población escogida).

El objetivo final iba orientado a la recuperación de datos, debidamente contextualizados, relativos a la vida tradicional de los pueblos, amenazada por la industrialización, la emigración y la aculturación traída por el progreso material y la apertura de horizontes más universales, en la era de la comunicación. Una recuperación que partía del hecho de que gran parte de esa información no es escrita, sino heredada de los usos y costumbres seculares, transmitida de padres a hijos oralmente. Esta «intrahistoria», que conforma el ser de los pueblos, desaparece sin remedio de no ser documentada por el etnógrafo. La consiguiente labor de rescate permitiría, en último término, la puesta a punto de un atlas regional comparativo [3].

 Su aplicación a San Martín de Unx

El casco antiguo de la villa en los inicios de la investigación

La villa escenario de nuestro trabajo durante los años 1977-1979, forma parte de la Navarra media oriental, a 45 kms. al SE. de Pamplona. Se sitúa en las tierras comprendidas entre el río Aragón, afluente del Ebro, al E. y el Cidacos al OE. Las altitudes de su espacio físico varían entre los casi 900 m. en las proximidades de Ujué (que queda al NE. de su término municipal) y los 380 m. al límite con el término de Olite (al S.). El pueblo se sitúa a 627 m. sobre el nivel del mar. Su paisaje muestra el contraste entre la llamada, no sin cierta exageración, «sierra» y el piedemonte tafallés.

La planta urbana del pueblo simboliza las dos caras de esta localidad : la soldadura del pasado con el presente. Hay, por un lado, una estructura nuclear primitiva, medieval, con fuertes desniveles, en la que la organización del asentamiento humano ha sido condicionada por razones de defensa. Y por otro, este núcleo muestra una prolongación longitudinal y en horquilla, a lo largo de las vías de expansión en dirección a Tafalla-Ujué-Sangüesa, así como a Olite, que ya es moderna [4].

Dos vías fluviales de escasa entidad, el Peralope y el Valijo, cruzan su término siguiendo el curso de las barrancadas, y dejando a poca distancia, y en medio, al casco urbano.

Su población en aquella época no alcanzaba los 700 habitantes y se ocupaba mayoritariamente en la agricultura, pues incluso los empleados en el sector industrial más próximo (Tafalla, Pamplona) o en los servicios compatibilizaban su trabajo con las faenas del campo, durante los fines de semana. El cultivo básico era la vid, con apoyo en el cereal y en progresiva recesión el olivo.

En la investigación y redacción final del trabajo colaboramos los dos hermanos. Aquella llevó los tres años mencionados, el último de los cuales fue de elaboración de los textos definitivos. A mi formación como historiador y experiencia etnográfica (pues había realizado algunos trabajos previos sobre la historia, toponimia y estelas funerarias de la villa), se unía la formación jurídica de mi hermano José Angel y unas dotes específicas para el análisis, de las que se beneficiaron apartados concretos sobre constituciones populares, medicina o la matanza de animales, especialmente el cerdo, en los que encontré en él un magnífico colaborador. En el momento de la redacción contábamos 28 y 30 años respectivamente. El trabajo de recogida de datos y las entrevistas se hicieron preferentemente en los fines de semana, en tanto que los días intermedios se dedicaron a consulta de bibliotecas u otros centros de documentación, o bien a ordenar los materiales recogidos. No hubo interrupciones de importancia. El esfuerzo no sólo fue individual, sino también familiar. Entonces éramos jóvenes recién casados y alguno con niños de corta edad, con lo que el sacrificio fue también familiar.

En la introducción del libro, publicado felizmente en 1980 por la Institución Príncipe de Viana de la Diputación Foral de Navarra como obra monográfica [5] , expresábamos la finalidad del trabajo: «mostrar la vida de un pueblo del piedemonte tafallés, antaño fortificado, rodeado de tremendas barrancadas, con empinadas calles y casas de sillarejo, luminoso y con límpida atmósfera».

También indicábamos las razones para acometer el estudio:

– el especial cariño por el pueblo de los antepasados, donde transcurrió parte de nuestra niñez; hay, pues, como base del mismo un sentimiento nostálgico;

– la constatación de una ruptura del sistema de vida tradicional, por lo que había que apresurarse en recoger para la posteridad el mayor número posible de datos acerca de los comportamientos de sus habitantes, de sus oficios, usos, costumbres, creencias y utensilios;

– la escasez practicamente total en aquellos años de otros trabajos semejantes, con su misma envergadura y metodología referidos a la Navarra media (si se excluyen algunos estudios parciales sobre Allo, Artajona, Eslava, Obanos o los valles de Améscoa, Romanzado y Valdorba) [6]; ello dificultó la investigación al carecer de modelos orientadores, incluso fuera de nuestra región .

En ese momento coexistían en San Martín de Unx una cultura tradicional (a la que podríamos denominar como «la de los mayores»), con «lo moderno», concepto genérico que sin embargo sugiere que no ha sido fruto natural de la evolución de aquella. Apreciamos la existencia de una línea de fractura con las nuevas vigencias, provocada por las adaptaciones traídas por los Planes de Desarrollo, que en Navarra son sustituidos por el Programa de Promoción Industrial de la Diputación Foral desde 1964, fractura que va abriéndose en la década de los 70. Hasta entonces, en Navarra y en San Martín de Unx en particular, la región se asentaba en una agricultura secular, con niveles de renta algo inferiores a los de la media nacional.

 El método

Empleamos una metodología diacrónica, para remontarnos del presente al pasado próximo, incluso lejano, con presupuestos de pura etnología: un conocimiento previo de la información existente, ya publicada o conservada en depósitos documentales, acerca de la localidad en estudio; la observación posterior, incluso en algunos momentos paralela, de la sociedad escogida, para dar sentido a los hechos y a sus relaciones con la proporción debida, alejando la intuición con el único afán de constatar hechos exactos; y la clasificación final de tales hechos y relaciones, previa a la redacción del libro definitivo.

Ya me he referido a que la primera dificultad con que nos topamos fue la ausencia de trabajos que hubiesen aplicado en su totalidad la «Guía para una encuesta etnográfica» de D. José Miguel de Barandiarán. A ello se unió la inherente a todo método etnográfico, que exige una peculiar preparación teórica y disciplinaria, además de una objetividad guiada por el espíritu exclusivamente científico.

En los años de nuestra recogida de datos, coincidentes con la transición democrática de nuestro país, Navarra sentía la presión cultural y política de la Comunidad Autónoma Vasca. Sin pretender juzgar la oportunidad o conveniencia de la misma -tan solo destacando esta especial situación- se hacía difícil mantener una objetividad en la aplicación de la etnografía. A nadie se le oculta que en esos años -1976/1980- había quien forzaba a la etnología a convertirse en instrumento de mentalización popular. En este sentido, hicimos nuestras las recomendaciones de José Miguel de Barandiarán y de Marcel Mauss, quien indica que «no hay que asumir ningún prejuicio moral» respecto al pueblo que se estudia [7].

Seguimos el método de la encuesta intensiva, el cual permite ahondar por completo en la observación de una colectividad. Al margen de mi relación como discípulo con D. José Miguel, elegimos el modelo de guía propuesto por él al ofrecer las mejores condiciones para un exhaustivo estudio de una comunidad dada, desde la consideración de su grupo doméstico a los grupos de actividad, pasando por los modos de vida, grupo territorial y culturización.

No obstante, si bien el modelo de encuesta de Barandiarán se eleva desde la consideración de los aspectos morfológicos y funcionales de una cultura hasta la valoración del comportamiento humano bien concreto y la interiorización también humana de los hechos culturales, y en tal sentido nos satisfacía como modelo a aplicar, nuestra actitud ante la metodología de Barandiarán fue crítica. Nos parecía pensada para un ámbito geográfico inadecuado a las características de San Martín de Unx, además de limitado en algunos desarrollos (artesanía, psicología del comportamiento) e hiper-desarrollado en otros (en el mundo mítico-supersticioso-religioso). Por ello tuvimos que ampliarlo con algunos anexos, que nos permitían globalizar mejor la sociedad de nuestro pueblo, sin dejar de respetar la estructura y numeración de las cuestiones propuestas por su autor, ya que desde el primer momento fuimos conscientes de que había que facilitar la utilización de nuestro estudio etnográfico para la configuración de un atlas regional.

Nuestra metodología se apoyó en disciplinas y técnicas de registro útiles al etnógrafo : de la cartografía, de la fotografía, de la grabación sonora, de la filología y de la sociología histórica, utilizando las entrevistas personales como cauce de aproximación a la realidad. Ciertos informantes, como los hermanos Leocadio y Pedro Lecumberri, más cualificados por su profunda «sabiduría popular», se transformaron en soporte continuado de información.

Empleamos las siguientes fuentes de información: los archivos locales y particulares de San Martín de Unx (el municipal, el parroquial y la documentación de algunas familias); el Archivo General de Navarra; la Biblioteca General de Navarra y la Biblioteca de Humanidades de la Universidad de Navarra; el Servicio Catastral de Riqueza Territorial de la Diputación Foral de Navarra; el Servicio Geográfico del Ejército (del que obtuvimos fotografías aéreas del término municipal); la prensa diaria regional (que nos permitió conocer diversos artículos de interés escritos por Alfredo Floristán Samanes y José Javier Uranga) [8]; y 53 informantes (23 de ellos mujeres) nacidos entre 1898 y 1948, lo que nos permitió acceder con fiabilidad a informaciones y recuerdos indirectos del siglo pasado incluso [9].

Una fuente que enriqueció informativamente nuestro estudio fue el archivo particular de los hermanos Leoz Iriarte: Ángel (1881-1966) y Elías (1890-1967). Ambos, cada uno con su talante personal, habían recogido valiosos datos de su pueblo llevados del amor hacia él, pero permanecían inéditos en poder de sus familias. Pudimos consultar los jocosos «Ecos de mi pueblo», los «Versos» y el «Nuevo diccionario de la lengua catata» de Angel, así como los papeles sueltos de Elías con el producto de sus consultas a archivos y bibliotecas, sus crónicas para «El Pensamiento Navarro» y varios artículos para revistas de tema agrícola, donde recogió retazos de la historia menuda de San Martín.

 Las referencias de apoyo

Un trabajo de la extensión de una encuesta sistemática sobre una determinada comunidad requiere, como es obvio, de referencias bibliográficas que orienten estudio tan diversificado.

Nos hemos referido con frecuencia a Julio Caro Baroja para orientar el análisis puramente etnográfico en relación al hábitat geográfico y a unas coordenadas históricas propias. Su Etnografía histórica de Navarra ha facilitado esta labor orientadora [10].

En la valoración del influjo geográfico sobre el espacio del asentamiento humano estudiado nos fueron muy útiles las obras de Salvador Mensua sobre la Navarra Media Oriental y de Andrés Precedo sobre la red urbana de Navarra [11]. Orientaron nuestra comprensión de los bienes comunales y de la parcelación del territorio las obras de María Angeles Lizarraga y de Alfredo Floristán Samanes [12]. La toponimia era ya conocida por nosotros, gracias a un trabajo anterior del firmante de este artículo, que amplió las aportaciones de Berrade a este mismo tema [13].

Para la comprensión del habla popular, el Vocabulario navarro de José María Iribarren constituyó una ayuda inestimable, como también lo fue Alfonso Reta Janáriz con su estudio del léxico para comprender la regresión del vascuence en el ámbito en estudio [14].

Otras referencias de importancia fueron Fritz Krüger para el estudio del mobiliario [15], de nuevo José Miguel de Barandiarán para el entendimiento de la mente popular [16], Barriola y Hurtado de Saracho para la evaluación de la medicina popular [17], Leoncio Urabayen para orientarnos en la descripción de la vivienda típica [18] y el auxilio del Fuero Nuevo o Compilación del Derecho Privado Foral de Navarra para valorar las relaciones humanas de nuestras gentes, en un tema de tanta transcendencia en la vida cotidiana de los pueblos como son las implicaciones patrimoniales en la familia y las relaciones vecinales [19].

 Los temas de especial interés

El estudio etnográfico de San Martín de Unx no ofrece unas conclusiones particulares, por lo difícil que es reunir en unas líneas la realidad multiforme y cambiante de un pueblo. Sí, en cambio, podemos decir que hay varios temas que están presentes a lo largo de sus más de trescientas páginas y que voy a mencionar a continuación.

Junto al peso específico del paisaje agrario, de la alternancia de sierra, cabezos y llanura, del llamativo contraste entre el casco medieval y las casas de nueva planta, destaca por su protagonismo el tipo humano. Hablamos de su constitución física, de su personalidad, de su habla peculiar, de sus sentimientos, de sus creencias, de sus trabajos, de sus prácticas rituales, de su vivienda, de sus relaciones familiares y vecinales, de sus diversiones, de su concepto de la moral, de su aceptación de lo tradicional y lo moderno…

Los ciclos vitales, el paso de las estaciones, el transcurso de la vida personal de los informantes mayores, que hacen balance del pasado, la repetición de ciclos puntuales como la matanza del cerdo son otros tantos temas que hacen palpitar al libro.

Finalmente, el aprovechamiento del territorio (los pastos, los cultivos, la propiedad comunal) y la unión social de los naturales (en cooperativas, cofradías y cuadrillas) terminan por definir un cuadro propio de esta sociedad agrícola de la Navarra media, descrita -como expone D. José Miguel de Barandiarán en su presentación- con objetividad.

Notas

[1] Barandiarán definía en 1976 la palabra «Etniker» como investigación étnica. «En nuestrro caso es el estudio de la cultura tradicional del pueblo vasco y del proceso de su evolución contemporánea».

[2] BARANDIARAN, José Miguel de. Guía para una encuesta etnográfica, en «Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra», Vol. VII, 1975, pp. 277-325, Institución Príncipe de Viana, Pamplona, 1975.

[3] ARREGUI AZPEITIA, G. Op. cit. pp. 92-93 y ATLAS ETNOGRAFICO DE VASCONIA cit. en nota 1.

[4] Puede repasarse panorámicamente su historia en mi trabajo titulado Villa de San Martín de Unx, Diputación Foral de Navarra, Pamplona, 1976, col. «Navarra. Temas de cultura popular» núm.270.

[5] ZUBIAUR CARREÑO, Francisco Javier y José Angel. Estudio etnográfico de San Martín de Unx (Navarra). Diputación Foral de Navarra (Institución Príncipe de Viana)-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1980. 364 pp. Presentación de José Miguel de Barandiarán.

[6] Ver JIMENO JURIO, J.M. Datos para la etnografía de Artajona, «Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra» (CEEN), 1970, II, núm. 4,p. 5 y ss. ; CRUCHAGA PURROY, J. de. Un estudio etnográfico de Romanzado y Urraúl Bajo, CEEN, 1970, II, núm. 5, p. 143 y ss. ; JIMENO JURIO, J.M. Estudio del grupo doméstico de Artajona, CEEN, 1970, II, núm. 6, p 295 y ss. ; LAPUENTE MARTINEZ, L. Estudio etnográfico de Améscoa, CEEN, 1971, III, núm. 7, p. 5 y ss. ; 1971, III, núm. VIII, p. 113 y ss. ; 1972, 4, núm. XI, p. 123 y ss. ; 1976, VIII, núm. p. 287 y ss. ; 1976, núm. VIII, núm. 24, p. 405 y ss. ; 1977, IX, núm. 25, p. 5 y ss. ; 1978, X, núm. 29, p. 225 y ss. ; 1979, XI, núm. 31, p. 37 y ss. ; 1979, XI, núm. 13, p. 471 y ss. ; 1980, XII, núm. 35-36, p. 255 y ss. ; LARRAYOZ, J. Encuesta etnográfica de Elorz (I), CEEN, 1973, V, núm.14, p. 133 y ss. ; (II) 1974, VI, núm. 16, p. 59 y ss.;1976, VIII, núm. 22, p. 87 y ss. ; LOMAX, M. M. Estudio etnográfico de Barañain, Navarra, CEEN, 1975, VII, núm. 21, p. 331 y ss. ; BEGUIRISTAIN, M.A. Encuesta etnográfica de Obanos (Navarra), 1976, VIII, núm. 23, p. 189 y ss. ; ROS GALBETE, R. Apuntes etnográficos y folklóricos de Allo, CEEN, 1976, VIII, núm. 23, p. 237 y ss. ; 1976, VIII, núm. 24, p. 443 y ss. ; CRUCHAGA PURROY, J. de. La vida en el Valle de Orba. Institución Príncipe de Viana, Pamplona, 1977 ; MACUA AZCONA, J. R. El aprovechamiento animal en la villa de Allo, CEEN, 1979, XI, núm. 32, pp. 305-372 .

[7] MAUSS, Marcel. Introducción a la etnografía. Istmo, Madrid, 1967.

[8] Ver FLORISTAN SAMANES, A. Los comunes en Navarra, en «Actes du Cuatriénne Congrés International d’Etudes Pyr´enénnes», Toulouse, 1964, vol. IV, section IV, pp. 74-86 ; Navarra, región coherente, en Navarra ante el futuro. ELSA, Pamplona, 1976. P. 9 ; Los comunes en Navarra hace cien años (III). San Martín de Unx : aborrales, corralizas y dehesas, en «Diario de Navarra», Pamplona, 17 de diciembre de 1978, p. 12 ; OLLARRA [José Javier Uranga]. Desd’el gallo de San Cernin. Fiestas pequeñas : San Martín de Unx, en «Diario de Navarra», Pamplona, [noviembre] de 1959 ; Santa Zita, una santa italiana, tiene su ermita en San Martín de Unx. Devoción, alegría y colorido de una vieja romería navarra, en «Diario de Navarra» de 20 de abril de 1960 p. 12.

[9] En los años posteriores a la publicación del estudio, en 1980, ha continuado la recogida de datos, ampliándose la nómina de informantes. Las materias objeto de atención han sido los juegos infantiles, los ritos de paso y la alimentación.

[10] CARO BAROJA, J. Unidad y variedad etnológica del Valle del Ebro. Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, 1952, vol. I, p. 179 y ss. ; Etnografía histórica de Navarra. Caja de Ahorros de Navarra, Pamplona, 1972 ; CARO BAROJA, P. Navarra : las cuatro estaciones. Documentos artísticos de España, Madrid, 1972, 150′. Guión de Julio Caro Baroja (Reed. videográfica por el Gobierno de Navarra, Pamplona, 1994).

[11] MENSUA FERNANDEZ, S. La Navarra media oriental. Estudio Geográfico. Diputación Foral de Navarra-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Zaragoza, 1960 ; PRECEDO, A. La red urbana de Navarra. Caja de Ahorros de Navarra, Pamplona, 1976.

[12] LIZARRAGA LEZAUN, María Angeles. Utilización de la fotografía aérea en el estudio de los paisajes agrarios de Navarra. Pamplona, 1976. Tesis doctoral leída en la Universidad de Navarra ; FLORISTAN SAMANES, A. Los comunes en Navarra. Op. cit. en nota 8.

[13] ZUBIAUR CARREÑO, F.J. Toponimia de San Martín de Unx (Navarra), CEEN,1977, IX, núm. 27, pp. 415-462 ; Toponimia de San Martín de Unx según los amojonamientos de la villa en el siglo XVI, CEEN,1978, X, núm. 29, pp. 255-271.

[14] IRIBARREN, J.M.. Vocabulario navarro. Diputación Foral de Navarra, 1952. 3 vols. (reed. por el Gobierno de Navarra, preparada por Ricardo Ollaquindia, en Pamplona, 1984) ; RETA JANARIZ, A. Notas sobre el léxico de la flora y la fauna de la parte oriental de la zona media de Navarra, CEEN, 1974, VI, núm. 18, pp. 349-405.

[15] KRUGER, F. El mobiliario popular en los países románicos. Faculdade de Letras da Universidade de Coimbra-Instituto de Estudios Románicos, Coimbra, 1963, suplto. de «Revista Portuguesa de Filología», 757 pp.

[16] BARANDIARAN, J.M. El mundo en la mente popular vasca. Creencias, cuentos y leyendas. Auñamendi, Zarauz, 1960.

[17] BARRIOLA, I. M. de. La medicina popular en el País Vasco. Biblioteca Vascongada de los Amigos del País, San Sebastián, 1952 ; HURTADO DE SARACHO, A. Medicina popular. Diputación Foral de Navarra, Pamplona, 1970. Serie «Navarra, temas de cultura popular» núm. 86.

[18] URABAYEN, L. Geografía humana de Navarra. Editoral Aramburu, Pamplona, 1929.

[19] Fuero Nuevo o Compilación de Derecho Privado Foral de Navarra. Diputación Foral de Navarra, Pamplona, 1974.