La celebración de San Sebastián en Vasconia

Entre las celebraciones del calendario cristiano, el 20 de enero se conmemora la figura de San Sebastián, que en Vasconia ha tenido gran relevancia, y aún la mantiene con ciertas adaptaciones, al considerársele protector contra la peste y las enfermedades contagiosas, sobre todo en tiempos pretéritos en que la población carecía de medios asistenciales para hacerlas frente, confiando a la mediación del santo toda esperanza de mejora. Pero veremos que no sólo era abogado en estas circunstancias.

San Sebastián de Juan Pascual de Mena, 1754. Iglesia de San Antón (Bilbao)

San Sebastián de Juan Pascual de Mena, 1754. Iglesia de San Antón (Bilbao)

El porqué se ha recurrido a él tiene que ver con la vida del santo y el martirio al que fue conducido. Pero, a decir verdad, sólo con una parte de su martirio, pues sufrió éste en dos momentos consecutivos. Primero asaeteado sujeto a un árbol por orden del emperador romano Maximiano (en la iconografía más común), de cuyas heridas curó gracias a los cuidados de Irene, viuda de otro mártir, Cástulo, para ser finalmente apaleado en el circo Palatino hasta su muerte en el 288. Y se ha relacionado la rapidez de la trayectoria de las saetas por el aire hasta impactar en el cuerpo de Sebastián con la manera como se difunden los miasmas malignos de la peste en la atmósfera ante la proximidad de seres contagiados. Por ello, al decir de Iribarren, el santo goza en nuestro pueblo de una “aureola poética” [1].

El origen de la protección de San Sebastián sobre la peste data del año 680, cuando libró a Roma de una gran epidemia, hecho divulgado por Pablo Diácono en su Historia Longobardorum, pero esta protección la compartió con San Roque desde el siglo XV y, sobre todo, a partir de su canonización en 1584, pues se asegura que nació con una cruz marcada en el pecho, de cuyo signo se sirvió para curar apestados. Es modélica al respecto la epidemia pestilencial que azotó Moreda (A) en 1735 y que terminó por la intercesión de este santo.

Los santos de mayor veneración en los últimos siglos medievales (no sólo San Sebastián sino otros como San Juan Bautista, Santa Catalina, Santa Bárbara, San Cristóbal y San Blas) salpicaron el territorio de ermitas y con ellas se desarrollaron devociones populares que tuvieron en las romerías anuales su máxima expresión [2]. Del mismo modo, son muy cuantiosas en la Vasconia peninsular las representaciones pictóricas y escultóricas del mártir cristiano.

Álava-Araba

La de San Sebastián es una de las advocaciones más veneradas en Álava, hasta el punto de que el refranero la coloca en privilegiado término: “De las fiestas de enero, San Sebastián, el primero” (aunque los devotos del santo protector del ganado, contestan: “Calla varón, que antes es San Antón”) y tiene su aurora cantada por los alaveses: “Celebremos el día festivo / de San Sebastián con culto y honor / que sufrió amarrado a un madero / golpes de saetas por amor de Dios / con justa razón / honraremos a un mártir ilustre / porque es en la peste nuestro defensor”.

 López de Guereñu describe con detalle la práctica devocional de los alaveses vigentes en la década de 1960, siguiendo una tradición heredada de sus mayores desde siglos atrás [3].

Los vecinos de Alaiza celebraban esta fiesta con gran solemnidad, atribuyendo al santo gran poder contra las tormentas, por lo que solían sacarlo al pórtico cuando amenazaba algún pedrisco.

En Alda se decía misa cantada ante su altar.

En Lagrán se guardaba fiesta por lo menos desde mediados del siglo XVI, y además del servicio religioso en la parroquia, se iba a su ermita, celebrándose allí una Misa rezada.

En Miñano Mayor también ofrecían una misa en la capilla del santo, sita en el cementerio.

Así como en Alaiza le atribuyen potestad en los malos temporales, en Ibarra de Aramayona, en tiempos de sequía, si después de haber hecho rogativas no llovía, se cogía su imagen  y se iba con ella en procesión hasta el Santuario de Urquiola, aunque esto solía ocurrir en muy raras ocasiones.

En Cripán, para lograr alivio en las enfermedades era costumbre ofrecer a San Sebastián, dinero, ejercicios piadosos, velas, incluso aceite para su lámpara. Rehabilitada su ermita en 1970, mantiene hoy culto activo al santo. El 20 de enero se traslada su imagen a la parroquia y hay comida de la cofradía. Antes se llevaba la víspera de su fiesta y tras la novena se devolvía a su ermita. El acto más concurrido incluso en nuestros días es el rosario por los difuntos en ella por Todos los Santos, al final del cual se reza un responso en el cementerio. En el siglo XVIII se hacían rogativas para la desaparición de epidemias en su nombre y en el de San Fabián, papa del siglo III, con el que comparte onomástica el 20 de enero. Según Medrano, en 1933 los niños despedían el día rezando un Padrenuestro “para San José, San Tirso, San Sebastián y para todos los santos de Kripan” [4].

Las Ordenanzas Municipales de Cerio obligaban a los vecinos en 1634 guardar fiesta en su fecha, “sopena que cada uno que no lo yciere pague un real y amas una libra de azeyte pael Santísimo sacramento”.

Algunos Ayuntamientos, en el siglo XVI, se renovaban por su onomástica. Así en Lopidana, pero pasando a Lagrán, la costumbre era la de recibir las cuentas del concejo en este día, lo que cumplían en la ermita de su título. Igualmente solía hacerse la entrega de “pesos y medidas”, teniendo lugar con tal motivo espléndida colación, a base, en 1804, de carnero, vaca, tocino, garbanzos, pescado, berzas, pimentones, huevos, nueces, chocolate, pan, vino, azúcar y especias. A principios de la década de 1970 los mocetes de esa villa, con motivo de la festividad, hacían sonar por las calles los cencerros puestos en bandolera. Después subían al cercano Alto del Calvario donde prendían buena fogata, encargándose de cuidarla los más pequeños, en tanto los mayores marchaban al vecino pueblo de Villaverde para pelearse “a calvazo” limpio (pedradas).

San Sebastián, a lo largo de la Sonsierra navarro-riojana (villas de San Vicente, Laguardia, Labraza, Viana y aldeas limítrofes), era el patrono de la Cofradía de los Ballesteros, vecinos que, autorizados para poseer y llevar armas, acompañaban a arrieros y caminantes para que no fueran asaltados en los fragosos caminos del monte” [5].

San Sebastián en la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Páganos, lugar de Laguardia (Álava). Foto: Antxon Aguirre Sorondo

San Sebastián en la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Páganos, lugar de Laguardia. Foto: Antxon Aguirre Sorondo

Hubo en Álava hasta al menos cuarenta ermitas dedicadas a San Sebastián hoy desaparecidas, algunas de las cuales fijaron término con su denominación (Laguardia, Lanciego, Lapuebla de Labarca, Bóveda, Navarrete y Vitoria) y otras lograron conservar la imagen del santo [6]. Alguna más alteró su fisonomía (Yécora/Iekora), en cambio otras se rehabilitaron (Kripán), pero en todas se celebraron romerías con misa popular, incluso a instancias de cofradía propia.

En Navarrete, concejo de Bernedo, el 20 de enero se inician las fiestas pequeñas y eso aunque la ermita de San Sebastián ya no existe. Dicen que era antiguamente la fiesta grande que se trasladó a la de San Juan” [7]. Tampoco existe ermita a él dedicada en Apodaka, sin embargo en su día se hacia una vereda [8] y la noche se juntaban en la sala de concejo después de tenerlo, cenaban cada uno lo que llevaba en tanto el pueblo ponía el vino, luego empezaron a cenar en una casa y hoy la junta organiza una comida todos pagada a escote. Esto se ha estado haciendo en todos los pueblos  del municipio de Zigoitia, incluido Apodaka [9]. Otras ermitas con culto las hay en Añes, Oquendo, Ibarra y Pariza, y existen parroquias en Archua y Lermanda bajo esta advocación.

Bizkaia

También hubo ermitas dedicadas a San Sebastián (Arrieta, Bermeo, Carranza/Karrantza, Ermua), pero lo reseñable es que son varias las que mantienen culto activo en la actualidad, de las que nos habla Gurutzi Arregi [10].

La de Arrakudiaga está dedicada también a San Fabián, aunque popularmente se la llama San Sebastián. La fiesta de la ermita se celebra el segundo domingo de julio, con misa cantada y romería popular. Se acudía a ella en rogativa desde la parroquia de Arrankudiaga, uno de los tres días anteriores a la Ascensión. Este día el Ayuntamiento obsequiaba a los asistentes con pan y vino. En Iurreta, la ermita de San Sebastián de Bakixano comparte titular con San Fausto y el 20 de enero se oficia misa en la romería popular.

Permanecen en culto la Ermita de Andra Mari en el barrio Muntsaratz de Abadiño, datada en el siglo XV, donde se veneran las imágenes de San Sebastián, Santa Catalina y San “Roque txiki”, pero éste le hace la competencia a nuestro santo, pues es al que se celebra primordialmente después de a la titular de la ermita.

Ermita de San Sebastián y San Roque de Kolitxa, Balmaseda (Bizkaia)

Ermita de San Sebastián y San Roque de Kolitxa, Balmaseda

La ermita de San Sebastián de Balmaseda convive con San Roque de Kolitxa, a 800 m de altura en las Encartaciones. Actualmente la fiesta popular se celebra la víspera de Pascua de Resurrección, pero hasta tiempos recientes tenía lugar el lunes de Pentecostés, con presencia de los ayuntamientos de Balmaseda y de Artzentales. Antaño la gente subía descalza y portando velas. Antes de la misa, tenía lugar la bendición de los campos y la procesión alrededor de la ermita, de estilo románico.  El sábado anterior al 16 de agosto se celebra en ella una misa en honor a San Roque, al que tradicionalmente se invocaba en tiempos de peste y se consideraba más poderoso que San Sebastián. Se cantaban unos versos populares: “San Sebastián, San Roque y San Fabián / encima de la peña están”.

Aunque hoy en ruinas, a la ermita de Carranza, conocida como ermita de San Sebastián de la Peña, en su día de enero se acudía en romería desde el pueblo y el sacerdote aprovechaba para bendecir los campos. Hubo cofradía con su nombre.

Hoy mantienen sus romerías a las ermitas del santo en Gueñes (San Sebastián de Saratxo compartida con San Fabián) y en el barrio de Albizua de Orozco, amenizada ella con txistulari.

Gipuzkoa

Se han registrado ermitas desaparecidas en Alegia/Alegría de Oria, que tenía hospital adjunto; en Ataún; la de San Sebastián de Mendikote en Azkoitia; en Berrobi/Eskoriatza; la de Getaria, con hospital de pobres; en Urretxu/Villarreal de Urrechua; y en Hernani un inexistente a día de hoy Monasterio de San Sebastián [11], pero permanecen en culto, y con sus prácticas devocionales -a las que se vienen sumando en las últimas décadas actividades profanas- otras más.

Iglesia de San Sebastián de Soreasu en Azpeitia (Gipuzkoa)

Iglesia de San Sebastián de Soreasu en Azpeitia

El primer caso a destacar es el de Azpeitia, que celebra el 20 de enero las Fiestas de San Sebastián de Soreasu, a quien está dedicada la iglesia parroquial, una parroquia de origen antiguo asociada a los templarios, reformada en siglos posteriores en el llamado gótico vasco, aunque su portada sea neoclásica de Ventura Rodríguez. Como acto relevante de dichas fiestas está la tamborrada iniciada en 1956.

Así la describía Peña Santiago en la década de 1970 [12]:

“La víspera del día 20 sale la Tamborrada a las diez y media de la noche, con participación de las distintas sociedades. Después de recorrer las calles principales se concentran en la Plaza Mayor de Navarra, y a las doce de la noche, en el balcón principal de la Casa Consistorial, a los acordes de la música de San Sebastián, se iza la bandera. El día del santo patrono después de la diana, a las diez de la mañana, procesión por las calles [de la villa] y Misa mayor en la parroquia. A las doce y media sale la Tamborrada infantil. A la tarde, a eso de las cuatro y media, sokamuturra [toro ensogado], luego, partidos de pelota, juegos populares, bailables, etc. El domingo de repetición tampoco faltará la sokamuturra, los txistularis, los juegos, y los bailables. En la Tamborrada tradicional abre marcha el grupo de Gastadores, y después le siguen los miembros del Lagun-artea, Landeta, Gure-ametsa, Arauntza, Club Taurino, Ustarri, Anchieta, y otros. Finalizado el festejo los grupos se retiran a sus Sociedades respectivas. El segundo día de Fiestas, a las doce de la noche, se arría la bandera mientras los músicos interpretan la marcha de San Sebastián. A la Misa Mayor acude el Ayuntamiento en Corporación, precedido por los maceros, txistularis y trompetas”.

La sokamuturra se mantiene.

De la ermita de Berástegui sabemos por el mismo autor que se la conoce como Santzeztin’go ermita y que en ella se invoca al santo contra las enfermedades contagiosas y antiguamente contra la peste. Es frecuente, añade Peña Santiago en 1970, encontrar en ella ofrendas de velas y monedas [13].

En Elgoibar hubo un tiempo en el que los elgoibarreses le profesaron gran devoción y prueba de ello es que desde tiempo inmemorial y hasta el año 1925 aproximadamente, se realizaba una procesión en su honor. En ella se portaba la imagen del santo [imagen desaparecida en la década de 1940] en andas por las calles de la villa. La procesión solía comenzar en la Ermita de la Magdalena, para luego dirigirse hasta la parroquia de Olaso y una vez se hubo construida la nueva en el siglo XVIII hasta la de Kalengoen, y de nuevo se volvía a la ermita. Este recorrido llegó a ser invariable. También se le sacaba en andas, con el mismo recorrido, para invocarle con motivo de alguna peste o enfermedades contagiosas, rogando ser liberados de tan terrible mal. Los naturales se dirigían también a San Roque con la misma finalidad, de manera que a la ermita de San Vicente donde se encontraba una imagen suya le disputó en el pasado el nombre [14].

En Beasain (barrio de Garín) su iglesia está dedicada a San Sebastián, cuya efigie preside el altar. Las fiestas patronales son en su día, y acude una representación del Ayuntamiento de Beasain (población a la que actualmente está unido Garín), y también la Banda Municipal de Txistularis. Se celebra misa mayor, y a la tarde hay romería [15]. Lo mismo sucede en la ermita de Leaburu, pero aquí acude todo el pueblo en procesión.

Caso curioso es el de Lezo, descrito en 1970 por Peña Santiago. El primero de setiembre se reúnen en la plaza cientos de mujeres llegadas de todos los pueblos próximos y hasta de las villas de la regata del Bidasoa (como Lesaka, Bera, Etxalar, Sumbilla, Aranatz e Igantzi) y acuden a la parroquia de San Juan Bautista, en procesión, rezando las letanías. Van con sus hijos, incluso de pocos meses y con ellos en brazos escuchan la misa mayor. Al finalizar, llevan las criaturas en largas filas hasta el sacerdote a besar la reliquia y seguidamente se dirigen a un lateral donde existe una talla a la que popularmente llaman “Bitintxo”, pero que parece un San Sebastián, y allí, a sus pies, aproximan al niño hasta la imagen para que la bese. Años atrás se decía que para que les protegiese de los “amets zikiñak” (malos sueños). Terminada la bendición, muchas de ellas llevaban a sus hijos hasta el antiguo santuario del Cristo de Lezo para orar ante su imagen [16].

Y continúa el mismo etnógrafo en referencia al pueblo de Orendain.:

“En la ermita de San Sebastián existe una imagen del santo con bigote, que deja caer su mano izquierda y levanta la derecha en señal de paz, mientras recibe los flechazos. Sólo el día del santo acuden los vecinos de Orendain, y, tras oír misa, ofrendan velas y dan limosna para el aceite de la lámpara. Lo que es cierto es la persistencia de la costumbre de que todas las noches, en cualquier época del año, se enciende todavía la lamparilla de aceite junto a la imagen de San Sebastián, porque -dicen- siempre se hizo así para guiar a los caminantes y darles luz. Y de padres a hijos, a lo largo de generaciones, se ha ido transmitiendo este rito que, aunque abandonado el viejo camino de pastores y campesinos, nadie quiere romper” [17].

En Urteta (hoy barrio de Zarautz), la devoción al santo ha estado muy extendida en todos los caseríos y aldeas vecinas, ya que era frecuente que los vecinos llevaran aceite para la lámpara en cumplimiento de alguna promesa, especialmente con relación a enfermedades de los niños, costumbre muy arraigada en otros puntos de Gipuzkoa. Las fiestas dan comienzo el 20 de enero. En esa fecha se celebra una misa cantada. Después tiene lugar un amaiketako, y a la tarde hay  romería. Al domingo siguiente se repetían las fiestas, con misa mayor, y animada romería con acordeonista [18]. Hoy se mantienen las fiestas con misa mayor en su onomástica y complementos festivos (música de trikitixa, actuación de bertsolaris, gastronomía, campeonato de mus, deporte rural y homenaje a los mayores).

Por su importancia, al ser la capital de Gipuzkoa, destacaremos el caso de San Sebastián, nombre oficial en castellano desde la fundación de la ciudad por el rey navarro Sancho el Sabio en 1180, cuyo origen se debe a un monasterio consagrado al santo, que se encontraba en la actual ubicación del palacio de Miramar, junto al barrio de El Antiguo. Donostia, que es el nombre cooficial de la ciudad desde 1980, deriva precisamente de su denominación primigenia (Donsastia > Donostia).

Compañía de la Sociedad Unión Artesana en 1928, en la Tamborrada de San Sebastián, 1928. Foto: Pascual Marín, Kutxa Fototeka

Compañía de la Sociedad Unión Artesana, Tamborrada de San Sebastián, 1928. Foto: Pascual Marín, Kutxa Fototeka

El 20 de enero la ciudad conmemora a su patrón San Sebastián con el espectáculo de la tamborrada, marcha rítmica al son de tambores y chirimías que conmemora la ocupación napoleónica de la ciudad durante la Guerra de la Independencia (1808-1812).  Los soldados franceses redoblaban el tambor por las calles de la ciudad, las mujeres iban a buscar agua a las dos fuentes disponibles con los cocineros que a su vez acudían a ellas para lavar sus utensilios de cocina. Parece que los donostiarras se burlaban de los soldados respondiéndoles haciendo ruido con cuchillos, tenedores y cucharas contra las paredes y los barriles de las mujeres. Unos años más tarde (aproximadamente en la segunda década del siglo XX) esta historia fue parodiada y pasó a ser conocida como exhibición propia de la ciudad [19].

San Sebastián tuvo una iglesia consagrada a su culto fuera del recinto de la ciudad sobre las peñas del mar. Reconstruida nuevamente en lugar próximo a la primitiva, figura actualmente como parroquia con el nombre de San Sebastián el Antiguo.

Sobre las prácticas devocionales a él dirigidas, el Dr. Camino refiere en su Historia de San Sebastián que vio la luz en 1798:

“Van en procesión [desde la iglesia de Santa María] a la parroquia del Antiguo ambos Cabildos llevando la reliquia del Santo, seguidos de un gran concurso del pueblo por las riberas del mar, y contribuyen a mayor plausibilidad de este religioso acto, repetidas descargas de artillería, disparándose al tiempo de la salida y entrada, desde las baterías de la plaza, como también al tiempo que llega la procesión al medio del arenal, tanto a la ida como a la vuelta, algunas balas contra un blanco que se pone en medio de la Concha, y anda flotando sobre las ondas de la mar para apurar la industria y el acierto de los artilleros, que, si llegan a conseguir el golpe fiel de la puntería, se les remunera por la Ciudad con algún premio. Siendo tan rigurosa la estación del mes de Enero, en que se hace esta procesión, se solicitó el siglo pasado por la misma Ciudad en la Sagrada Congregación de Ritos, se trasladase la festividad de San Sebastián Mártir a otro tiempo mas benigno y apacible; pero todavía no se ha logrado la pretensión entablada en la Corte de Roma” [20].

En Gipuzkoa se conservan ermitas del santo abiertas al culto en Berrobi, Deba (barrio de Elorriaga), Orendain, y Segura.

Iparralde

La devoción al santo se refleja en las iglesias parroquiales de Jatsu (Jatxou, L) y Bizkai (Biscay, BN), de las que es titular, pero en la práctica apenas existen imágenes del santo ni alusiones a él incluso en los libros de uso clerical, lo que parece cierto a la luz de los datos de que disponemos. Resulta extraño cuando en la Vasconia continental el campo ha estado salpicado de capillas rurales –oratorios más bien-, unas conservadas otras no, en su mayor parte dedicadas a otras advocaciones, como Nuestra Señora (Nôtre-Dame), el Salvador, el Espíritu Santo, la Trinidad o la Santa Cruz, pero también a los santos y santas Antonio, Marcos, Juan el Bautista, Santiago, Bárbara, Catalina, Engracia, Magdalena… testimonio de que “entre los vascos el culto de tan destacados lugares ha permanecido siempre vivo conforme a una tradición extremadamente antigua”, en palabras de Veyrin [21].

Iglesia trinitaria de Liginaga (Laguinge-Restoue) Foto: Wikipedia

Iglesia trinitaria de Liginaga (Laguinge-Restoue) Wikipedia

Sin embargo, aunque no se le nombre, pudo existir en el pasado devoción a San Sebastián. A José Miguel de Barandiarán [22], le refirió en 1937 la informante de Liginaga (Laguinge-Restoue), localidad de Soule en el cantón de Tardets, Margarita Aroztegixar, labradora de 74 años, cómo se celebraba San Sebastián el día de su onomástica en dicha localidad en la que se había avecindado (pues ella  era natural de Alzay):

“El día 20 de enero es la fiesta de San Sebastián, patrón del pueblo. Se celebran las fiestas patronales el domingo, lunes y martes siguientes. El domingo tiene lugar en la iglesia una misa mayor con sermón-panegírico del Santo. Hay grandes banquetes en todas las casas, en los que participan los familiares e invitados, parientes y amigos de otros pueblos. A la tarde, vísperas y bendición con el Santísimo en la Iglesia, y bailes en la plaza del pueblo. A la noche gran cena: después baile en la plaza. Los bailes unos son sueltos (vasc. jauziak) y otros agarrados. El lunes se celebra en la Iglesia una misa en sufragio de los muertos de la última guerra: gran comida al mediodía y bailes por la tarde. El martes los jóvenes del pueblo recorren las casas, en compañía de los músicos que amenizan las fiestas, pidiendo dinero para sufragar sus gastos. Al mediodía, gran comida sin invitados. A la tarde, baile de los casados en la plaza del pueblo”.

Retablo de la Iglesia de Saint-Sébastien en Jatsu (Jatxou)

Retablo de la Iglesia de Saint-Sébastien en Bizkai (Biscay)

Queda en Arros (BN), al pie de la colina “Elizabizkarra”, en los alrededores de la casa “Murulia”, un posible vestigio de aquella devoción. Se trata de una fuente con el nombre de Sébastian Ithurria (Fontaine «Saint-Sébastien») cuyas aguas se han empleado como remedio contra la tosferina, enfermedad que afecta a los niños. Una anciana de Arros refirió a Clément Urrutibehety [23] que las “laminak” desafiaron durante la noche el trabajo de los hombres para construir en lugar propicio la Iglesia de San Sebastián (Saint-Sébastien d’Arros), pero que estos genios tenían sin embargo la mala costumbre de dejar sin terminar muros y tejado, cuando en realidad es que el edificio sufrió destrozos durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial . Informa Peio Goity que la fuente está situada al borde del Camino de Santiago y supone que saciaría la sed de los peregrinos. Antes del empleo de la vacuna para combatir las tosferina, la fuente fue muy renombrada pues se creía que si los niños bebían de su agua quedarían curados, aunque antes era preciso signarse al pasar por la iglesia. Llegados a la fuente, era preciso que un hombre sacase el agua y confeccionase en el lugar una cruz de madera y la hincase cerca de la fuente. Una vez recogida el agua, que volviese a la iglesia para depositar una limosna sobre un tronco situado bajo el porche y a continuación se dirigiera al domicilio del enfermo para ofrecerle beber esta agua “curativa”. Para el restablecimiento de la salud bastaba con un solo viaje; y de no haber mejora, era inútil volver a repetir la acción, pues el agua ya no tenía ningún efecto sobre el enfermo. Tras la divulgación de la vacuna, el número de visitas a la fuente disminuyó hasta desaparecer. Hoy la iglesia aparece ruinosa rodeada de estelas discoideas.

En la actualidad no se mantiene sino una referencia lejana a San Sebastián en las llamadas Fêtes de la Bixintxo (que vendrían a significar fiestas de la vidilla o genéricamente de la alegría de vivir en diminutivo) en las localidades labortanas de Ziburu/Ciboure, Hendaya/Hendaye y Urruña/Urrugne, que comienzan o bien el 20 de enero o su víspera, en torno a la festividad de San Sebastián, con una duración de ocho a diez días.

En Ziburu la actividad religiosa el día del patrono se limita a una misa acompañada de cánticos, mientras que en Hendaya interviene una orquesta a la que se añade danza de muthikos en la Plaza de la Iglesia. El resto de las actividades son profanas (gastronómicas, deportivas, tamborrada…) En la edición de 2024 se presentó al público en Ziburu la figura de Aña, una marioneta gigante, criatura medio humana-medio pez que, según la leyenda, habría nacido cuando la gran tempestad de diciembre de 1951 y que simbolizaría el municipio. Se construye con la participación popular.

Navarra

En Navarra, San Sebastián cuenta con tres parroquias bajo su advocación en los pueblos de Juarbe, Aramendía y Eulz, y sus ermitas rondan la docena entre las existentes y las desaparecidas: Allo, Arano (junto con San Roque), Arruazu, Asarta,  Cascante, Cintruénigo, Gallipienzo, Gastiáin, Lacunza, Los Arcos, Muniáin de la Solana, Olazagutía y Navarzato en Roncal. Y existieron hasta veinticinco cofradías con su nombre, la mayor parte de ellas en Tierra Estella [24].

La devoción al santo se descubre también en los cánticos y dichos populares que retrotraen a un pasado ligado a la vida tradicional. Por ejemplo, en Valdizarbe esta aurora:

Muchos pueblos, provincias y reinos / Celebran la fiesta de San Sebastián./ Era capitán; era capitán./ El tirano cruel Diocleciano / Ordenó matarle y asaetear.[25]

O bien dichos como:

“Aunque se empeñe el alcalde, / el cura y el sacristán, / el día veinte de enero, /ha de ser San Sebastián”. Y “Llegando San Sebastián, la merienda y tomapán” (Andosilla, alusivo a que los patrones debían dar a sus peones almuerzo y merienda desde ese día); “San Sebastián de enero, una hora alarga el arriero” (Uztárroz); y “San Sebastián, líbranos de la peste y de todo mal” (Muniáin de la Solana) [26].

La jornada del 20 de enero tuvo un marcado carácter penitencial, impermeable a las tendencias lúdicas de la fiestas de invierno por haberse relacionado con la liberación de la peste, de ahí que la fiesta se celebrase con vísperas y misa solemnes en virtud de los votos hechos cuando llegaban pestes y mortandades (así en Olite, Tafalla, Sangüesa y Pamplona). La epidemia que Pamplona sufrió en 1599 motivó medidas de carácter religioso, pero no se contentó con ellas sino que las autoridades municipales se comprometieron a guardar abstinencia las vísperas de San Sebastián y San Fermín y la bandera de la ciudad de Pamplona y las veneras de sus regidores recuerdan la procesión de las Cinco Llagas, realizada a instancias de un lego franciscano de Calahorra, mediante la cual la capital navarra quedó libre del azote [27].

Explica Jimeno Jurío que este proceder penitencial se mantuvo inalterable hasta el siglo XVII, cuando las fiestas fueron adquiriendo carácter más alegre, y entonces hubo que trasladar los actos festivos al verano (Múzqui, Tafalla, Aguilar, Andosilla, Sangüesa, Aras…) y el día 20 de enero quedó como “fiesta chiquita” equiparada a la del verano y manteniendo la finalidad de sus rogativas para contener la peste. La Cofradía del santo nació en Olite por razón de la tribulación que ésta causó en la ciudad. Parquedad y abstinencia fueron la tónica de la fiesta: si en Pamplona estaba prohibido comer carne la víspera del santo, en Cintruénigo los naturales pidieron en 1757 retrasar la celebración a causa de la vigilia, pues preferían comer conejo y cabrito, mientras que los de Los Arcos mantenían la costumbre de comer abadejo tal día en la ermita; en Petilla de Aragón el Ayuntamiento repartía pan y vino mientras repicaban las campanas y los chicos recitaban en la plaza: “San Sebastián, como era tan galán, le hacía su madre camisas de tatán. San Sebastián, como estaba desnudo, le entraba el aire por debajo el culo” (en alusión a la manera como se le ha representado en la iconografía, desnudo, atado a un árbol y asaeteado). Los de Muniáin de la Solana encendían un fogatón en las proximidades de la ermita y en 1973 estaba tan viejecico el santo que ni se atrevían a bajarlo para pedir agua en tiempo de sequía. Existieron también otras costumbres por su onomástica: el Concejo de Aizpún arreglaba ese día las cuentas con los ganaderos; Lumbier tenía cofradía homónima y guardaba fiesta con banda por las calles para amenizar el día y por la tarde rifaban “el cuto de San Antón” en beneficio del hospital.

En Muniáin de la Solana, explica Iribarren en 1946, celebran romería el 19 de  enero a la ermita de San Sebastián, aunque antes era el 20 [28]. Arturo Navallas [29] aporta algunos datos actualizados, como que es la Cofradía de San Sebastián la que se cuida de la ermita y organiza la romería, que reparte pan y vino a los asistentes. Las celebraciones en honor a San Sebastián son muy variadas y comienzan con el rezo de la novena en la parroquia para finalizar en la ermita, cercana a la cumbre de Montejurra, en la tarde del 19 de enero, a las 16:30 horas. El día de la festividad tiene lugar la misa a las 10 de la mañana y algunos se acercan al día siguiente, en lo que denominan el “san sabastianico”. Los que no pudieron acudir en días laborables lo hacen el sábado siguiente, por la tarde. En todos ellos se cantan distintas estrofas del cántico de San Sebastián:

“Al pie del alto Montejurra, / do la piedad se entronizó, / junto al altar tiene su trono, / de corazones por tu amor…” La aurora comienza: “San Sebastián, valiente guerrero, / en medio de la gentilidad, / no vacila siquiera un momento, / ante el tirano decir la verdad…”

Las rogativas a San Sebastián en el día de la Ascensión desaparecieron, así como las fiestas pequeñas.

Olite, Sangüesa, Tafalla y Pamplona lo tienen como especial intercesor por su mediación ante Dios en situaciones de emergencia como pestes o sequías. Veamos cómo ha evolucionado en el tiempo esta devoción.

En 1401, doña Leonor de Castilla habría fundado en Olite una cofradía bajo la advocación de San Sebastián para lograr el amparo ante los embates de la peste. Esta cofradía iría unida a una capilla y a una capellanía perpetua en la iglesia de San Pedro de dicha localidad, donde habría de permanecer siempre encendida una lámpara en el altar del santo, y donde el día de San Sebastián habría de celebrársele una misa. El de Olite es uno de los primeros votos documentados, en 1413, a raíz de la peste de aquel año. Se acompañó del rito protector consistente en rodear el perímetro de la localidad con un pábilo o mecha bendecida, “hecho candela, con gran procesión y misa solemne” puesto ante el altar de San Nicasio en la parroquia de Santa María para que ardiera continuamente. Esta “procesión de los muros”, que en Olite habría llegado hasta finales del siglo XVI, se repetía cada año y no era exclusiva de esta ciudad sino que también se hacía en Tafalla y Sangüesa (con la imagen del santo) circundando las poblaciones amuralladas, de ahí que al cortejo religioso se le llamara de esta forma: “procesión de los muros”. Los de Olite hicieron voto solemne, “por causa de la epidemia”, de guardar fiesta el día 20 de enero, acudiendo el alcalde, jurados y todo el pueblo a vísperas y a la misa solemne, y manteniendo una capellanía perpetua en su altar [30]. Sin embargo, la encuesta etnográfica sobre Culturización llevada a cabo en Olite en la última década del siglo XX, no refleja ninguno de estos aspectos, por lo que cabe pensar que la devoción a San Sebastián decayó hace décadas [31].

Renovación del voto de fidelidad a San Sebastián por el concejal delegado del Alcalde en Tafalla al Arzobispo don Francisco Pérez, en 2018. Foto: HML Admin para Diario de Navarra

Renovación del voto de fidelidad a San Sebastián por el concejal delegado del Alcalde en Tafalla ante el Arzobispo don Francisco Pérez, en 2018. Foto: HML Admin para Diario de Navarra

Explica Roldán Jimeno que, en Tafalla, la iglesia de San Sebastián era ya célebre y prestigioso centro devocional a principios del siglo XV, cuando los reyes Carlos III el Noble y Leonor la visitaban para hacer ofrendas. A la sombra y bajo el patrocinio de la Corona de Navarra, la devoción al que será patrono de la ciudad, se extendió por el reino, en vista de lo cual el papa Martín V concedió indulgencias a los visitantes (1418). La pujanza del culto en ella –y seguramente por las cuantiosas limosnas recibidas en la veneración de su imagen- atrajo el interés de los franciscanos del monasterio de Nuestra Señora de las Misericordias de modo que el rey Juan de Albret, accediendo a sus pretensiones, movido por el afecto a los frailes, obtuvo una bula de Inocencio VIII por la que incorporaba la iglesia de San Sebastián al citado monasterio en 1499, a pesar de la oposición del clero y feligresía locales, el cual quedaría como real convento de San Sebastián hasta la extinción del monasterio y su iglesia con la desamortización de Mendizábal en 1834 [32]. Este desacuerdo nos ilustra de lo importante que resultaba para la mentalidad colectiva medieval el cumplimiento de los votos realizados a los santos [33].

La imagen del santo mártir (no la de aquel convento –que se perdió- sino la que en piedra esculpió Jehan de Lome para la iglesia de Santa María [34]) está vinculada también a otra curiosa manifestación religiosa que se vive en Tafalla: la ya mencionada “procesión de los muros”. Tiene lugar el primer domingo de octubre a temprana hora de la mañana. En ella se rememora el milagro ocurrido en 1599 cuando la peste amenazaba a la ciudad. En aquella ocasión, los vecinos construyeron una especie de carrete portátil de grandes dimensiones en el que transportar un rollo o cordón de cera encarnada, con el que rodear el perímetro de la villa como medida de protección frente a la enfermedad, mientras paseaban procesionalmente la imagen del santo en derredor de las murallas. La fe de los tafalleses operó efectos taumatúrgicos y la peste, que había afectado a pueblos de la comarca (Peralta, Miranda, Berbinzana), se detuvo sin traspasar la barrera del hilo de cera bendita. La situación y las mismas medidas se repitieron en 1885 con la pandemia del cólera, con parecidos resultados, asimismo en 1918 con ocasión de la gripe y en 1939 para celebrar la terminación de la guerra. Desde entonces, miembros de la Hermandad de los Doce Apóstoles portan cada año en procesión, sobre unas andas, un cilindro de madera con el cordón céreo enroscado en él [35].

Imagen de San Sebastián tallada por Jehan de Lome objeto de devoción en Tafalla. Foto: Cabezudo Astrain

Imagen de San Sebastián tallada por Jehan de Lome objeto de devoción en Tafalla. Foto: Cabezudo Astrain

El 20 de enero, festividad de San Sebastián, patrono de la ciudad, la corporación municipal acude a la iglesia de Santa María acompañada de la Banda de Música, dantzaris,    txistularis, gaiteros y la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Tras la misa solemne se veneran los tres “signos propios” que llaman la atención de todo visitante: la reliquia milagrosa de la boina roja, que besan los devotos, un carretón de cera encarnada en forma de hilo continuo de los días de la peste, y una imagen de piedra, seria y adusta, del santo mártir que preside todos los ritos. De gran arraigo popular es la celebración de la víspera con cenas en cuadrilla o en familia y salida nocturna. Hoy las fiestas comienzan tres días antes y en ellas se ofrecen a los propios y foráneos conciertos, bailes y torico de fuego.

No obstante el patronazgo, el obispo de Pamplona autorizó por razones climáticas el traslado de la celebración de San Sebastián del 20 de enero al 15 de agosto (Asunción de Nuestra Señora), en que se inician las fiestas patronales con una concentración a las 11.30 h en la Plaza de Navarra de los colectivos culturales de Tafalla (los txistularis, la comparsa de gigantes y la banda municipal) más los cientos de personas que acompañan a la comitiva municipal con sus maceros, clarineros y timbaleros precedidos por el abanderado en la tradicional “subidica” (a la Salve) cuyo destino es la iglesia de Santa María. Durante la misa el alcalde ofrende un cirio votivo ante la imagen de San Sebastián como renovación anual del voto que Tafalla realizó en 1426 (ratificado en 1658) para convertir al santo en patrón “único y perpetuo” de la ciudad [36]. Terminada la misa se da a besar la reliquia del santo. En la parte musical interviene la Agrupación Coral Tafallesa. Finalizado el acto religioso, la comitiva vuelve a ‘bajar’ (la “bajada de Santa María”) unida hasta la Plaza de Navarra, donde gigantes, dantzaris y la banda municipal interpretan al alimón la que quizá es la pieza más representativa de la localidad: la Jota de Tafalla, más conocida como “La Pilindros”. La jornada dedicada a San Sebastián concluye por la tarde con una sesión de baile en el centro cívico, una actuación infantil y toro de fuego, a los que hay que sumar las tamborradas infantil y de adultos, que desde 2010 van cobrando importancia a imitación de la donostiarra. Asimismo hay encierros, corridas de toros, actuaciones musicales y espectáculos diversos en los que  no están ausentes los niños.

Entre los patronos de la ciudad de Sangüesa, las imágenes de San Roque y San Sebastián se veneran en la Iglesia de San Salvador como intercesor de labradores y hortelanos. Su festividad ha sido “día de voto”, lo que significaba que estaba prohibido trabajar y el Ayuntamiento corría con los gastos del culto y del predicador. De los patronos de Sangüesa solamente han prevalecido en el tiempo Nuestra Señora del Rocamador y especialmente San Sebastián, seguramente los más queridos. Su culto está unido a su patronazgo contra la peste (como San Roque también en Viana) desde 1543. A ello se hace referencia en los gozos al santo:

“De peste en la enfermedad. / Nuestros padres os llamaron, / y luego en vos encontraron, / el remedio y sanidad. / Entonces fuisteis nombrado / de esta ciudad por patrón, / Sebastián nuestro abogado”

También se extendieron las rogativas al santo en favor de la familia real española, para evitar los males de las guerras, por epidemia de viruela, cólera morbo y, excepcionalmente, para la curación de animales (1774) También para la protección de los campos (sequía, heladas, mildiú…) como se da a entender en los gozos a él dirigidos:

“Si nos niega lluvia el cielo, / o si en tempestad desecha / peligra nuestra cosecha, / Vos nos dais pronto consuelo, / todo el cielo nos lo ha dado / Con tu ilustre protección,/  sed con vuestra intercesión, / Sebastián nuestro abogado”.

Salida de la procesión de San Sebastián desde la iglesia del Salvador en Sangüesa. Foto: Jesús Caso para Diario de Navarra

Salida de la procesión de San Sebastián desde la iglesia de Santiago en Sangüesa. Foto: Jesús Caso para Diario de Navarra

La procesión del santo gozaba en el siglo XVIII de una gran vistosidad, aunque no tanto como la del Corpus, pues se incorporaron al cortejo las representaciones de los gremios con sus estandartes. Por acuerdo municipal, su imagen  debían portarla cuatro insaculados (personas de cierta categoría sorteadas mediante un saco) vestidos de golilla. En el XIX asistían a ella cabildos, comunidades religiosas y gremios. Hoy los cabildos cantan las vísperas el día anterior, y una escuadra de la Guardia Civil va a los lados de la efigie. A partir de 1918 los cultos festivos ganaron en espectacularidad al participar en ellos la banda municipal, la comparsa de gigantes y cabezudos y los gaiteros. A partir de 1947 la corporación municipal se hizo preceder de los maceros (vestidos a la usanza roncalesa)  y abanderado (uno de los concejales elegido como portador). A partir de la década 1970 se incorporaron al cortejo el Grupo de Danzas Nuestra Señora de Rocamador y los grupos de txistularis y gaiteros. Hacia 1995, al salir de la iglesia de San Salvador el patrono San Sebastián, la banda municipal comenzó a interpretar la “estudiantina o Jota vieja” añadiéndose el baile de la comparsa [37].

En la actualidad a las fiestas que se inician el 20 de enero las llaman en Sangüesa Fiestas Txikis, puesto que las mayores son en setiembre. Los auroros las inician a las 7 de la mañana. Con las dianas de la banda municipal y los gaiteros, a menudo a temperatura bajo cero, se despiertan los sangüesinos. A las 11:25 h banda, gaiteros y representantes municipales desfilan hasta la iglesia de Santiago, con  las calles están repletas de familias y  balcones decorados con banderas blancas y la cruz roja de Santiago. En la puerta del templo son recibidos por el párroco y vecinos al estilo roncalés, a continuación es la danza de la Jota Vieja por los gigantes de la comparsa entre las calles Santiago y Amadores delante de la figura del santo. A los gigantes les siguen los dantzaris del grupo Rocamador al son del grupo de txistus local. Viene seguidamente la procesión con el santo patrono, encabezada por la comparsa, seguida por el guión, los portadores de las banderas significativas de San Cristóbal, San Román (hortelanos), San Isidro (agricultores) y de la Virgen del Socorro, seguidos por los txistularis y los dantzaris del Rocamador con sus atuendos típicos rojos y negros, los maceros, el abanderado municipal, la cruz parroquial, el bulto del Patrón a hombros de cinco portadores, el párroco, la corporación municipal, la banda de música y cientos de vecinos cerrando la comitiva. En la calle de Santiago se interpreta una nueva jota, “Al llegar el mes de enero”. Tras la procesión la misa cantada por los auroros, que en Sangüesa llaman rosarrieros. Las fiestas se alargan hasta el fin de semana. Se entregan los premios del concurso fotográfico de fiestas y los de la feria taurina. La jornada se cierra con una comida popular a base de migas para cerca de mil asistentes.

En la víspera del Día del Patrón, en 2024, se celebró un novedoso pleno municipal infantil, formado por alumnos de 4º de Primaria de la localidad,  destinado a dar voz a los sangüesinos que liderarán el futuro para recabar ideas que mejoren la ciudad, lo que sirvió ese año como antesala de las fiestas de San Sebastián. Los munícipes txikis plantearon propuestas sobre cómo mejorar la ciudad, ideas para cuidar el medio ambiente, qué añadir a las fiestas y demandas directas a la corporación “oficial”. Cerrada la sesión, la corporación infantil lanzó el chupinazo de las fiestas txikis, que se prolongaron todo el fin de semana. La “corporación infantil” reaparece en las fiestas de setiembre, se dirige a la iglesia de Santiago, donde radica la imagen del santo, y le lleva su ofrenda floral.

Al santo también se le celebra en otras parte de Navarra, en la Sakana (Urdiain, Lakuntza), en el Valle de Roncal y en otras poblaciones, que iremos describiendo.

Informa José María Satrústegui en 1974 [38] que en Urdiain hubo fiesta, perdida en los últimos años, por el día de San Sebastián. Las madres seguían llevando a sus hijos a misa, que solía ser por la tarde (para pedirle que librase a sus hijos de las enfermedades), pero no se guardaba fiesta. Anteriormente hubo procesión del santo, que debía ser portado en andas por cuatro hombres que llevaran el nombre de Sebastián. También se llamaba Sebastián el que hacía repicar las campanas durante la marcha. Los cazadores disparaban sus escopetas al aire al paso de la procesión, desde las huertas inmediatas e incluso desde las ventanas de sus casas, con salva de confetis. Se daba suelta al ganado para esa hora y retozaba peligrosamente por las calles al paso de la comitiva. Todos los niños en brazos de sus madres orquestaban la ceremonia. Informaba de esta forma: “Queda otro recuerdo festivo de ese día en el baile de San Sebastián: una melodía que se intercalaba en el Giza-dantza, al final de la primera parte. Sólo se bailaba en esta fiesta, o en presencia de personas de cierta relevancia a quienes se quería obsequiar”. Por la época de su estudio todavía se mantenía esta práctica, pero de su cántico antiguo sólo se había conservado una estrofa, al decir de Engracia Galarza en 1971: “Hauxe da egia / Zortziko berria / Hiru txiki ardorekin / Libera ogia” (Esta es la verdad, un nuevo zortziko: una libra de pan con tres cuartillos de vino).  Le llamaron también “el baile del Majo”, por un vecino que lo bailaba maravillosamente. Según una vecina “todos los años terminaba mal esta fiesta; siempre había zaragata y riñas. Por eso ha quedado en el pueblo la frase de “San Sebastián Guerrero”. Esto se explica, según Satrústegui, porque el Ayuntamiento repartía nueces y vino entre los vecinos, entonces artículo de lujo, sobre todo en las jornadas improductivas del invierno, y a muy pocos vecinos alcanzaba la pitanza de poder excederse por su cuenta. El reparto de alimentos por parte del municipio ha sido frecuente, lo que, como vemos, viene de épocas de necesidad y no sólo por el deseo de solemnizar el día (así, en Azagra, no sólo se repartía vino sino también bacalao).

Por San Antón, 17 de enero, que es la fiesta de los ganaderos y protector de los animales, los jóvenes de Urdiain, vestidos estrafalariamente como preludio del carnaval, realizaban por las casas una cuestación de nueces para consumirlas tres días después en la fiesta de San Sebastián [39].

Ermita de San Aastin de Lakuntza. Foto: Josu Imaz

Ermita de San Saastin de Lakuntza. Foto: Josu Imaz

En Lakuntza, desde 1992, por iniciativa de Ricardo Areta Areta (batería de profesión), se introdujo “el día de San Saastin” (tal como le llaman) una tamborrada de medianoche, protagonizada por los adultos, a modo de la tamborrada donostiarra. Los componentes de la formación son citados a media tarde en la Sociedad Lakuntzako Pertza con antelación a la llegada de la medianoche. Tocados con indumentaria de cocinero y faja roja cruzada sobre el pecho, encaminan sus pasos hacia la plaza coordinando sus evoluciones en las cuatro piezas que se repiten: Diana, Tatiago, Iriarena y Marcha. “Antes todo era más pobre -media Areta- salíamos con cucharas de ocume. No había suficientes tambores, así que también llevábamos txistus y timbales” [40] Pero también se dedica especial atención a los niños, protagonistas de una “tamborrada txiki” que comienza a las 7 de la tarde y culmina con una chocolatada ofrecida por la Sociedad a los pequeños. El programa incluye la entrega del “Gorro de honor” que se concede a personas o colectivo que despunte en cualquier ámbito de la vida social en la difusión de valores por el bien de la localidad.

Terminada la tamborrada, al día siguiente se traslada el vecindario a la ermita de San Saastin, en las estribaciones de la sierra de Aralar, pues le atribuyen haberles librado de una calamidad pública en el pasado. A la conclusión de la misa, la Sociedad Lakuntzako Pertza sirve un aperitivo en el que no faltan ni la txistorra, ni los tradicionales chocolates, ni los piperropiles, ni tampoco el vino moscatel ofrecidos por el Ayuntamiento [41]. También se baila con makilas la Alkate dantza tanto en esta ocasión como por la festividad del Corpus.

Trasladan al santo procesionalmente a la parroquia con motivo de rogativas, como en el caso de sequías pertinaces.

Las villas roncalesas también lo celebran en sus ermitas de la villa de Roncal, Vidángoz y Urzainqui [42].

A la primera de ellas, antigua iglesia parroquial en el despoblado de Navarzato, se hacen dos romerías. El veinte de enero por el día del santo la primera y el uno de mayo la segunda. Tras la misa los vecinos almuerzan. Los de Urzainqui acuden en romería a la ermita de San Salvador, pero lo hacen el día de San Sebastián. El mismo proceder siguen los de Vidángoz, pero a su ermita de San Sebastián. En Burgui ese 20 de enero está protagonizado por los quintos, que se encargan de llevar al santo en procesión desde su ermita a la iglesia parroquial, para reunirse en una cena posterior en la que el Ayuntamiento sufraga vino y anís, aunque debido a las inclemencias del tiempo esta práctica religiosa se abandonó.

Tanto en Burgui como en Urzainqui se cantan unos gozos alusivos al mártir cristiano (los gozos de San Sebastián) durante la novena que se desarrolla en la iglesia parroquial [43].

En Burgui:

“Con fervor pedimos / a San Sebastián / nos libre de pestes  / y de todo mal. / En aquellos tiempos / de calamidad, / de pestes y guerras / de mí, ¿qué será? / Si por todas partes / noticias nos dan, / que se mueren tantos, / ¿qué se ha de esperar? / Si por nuestros hechos / y culpa mortal / nos viene el azote / ¿qué remedio habrá? / Si a Dios, ofendido, / lo tenemos ya, / su crecido enojo / ¿quién lo quitará? / Hacer penitencia / será lo esencial / y darle homenaje / a este capitán. / Pues es Patrón nuestro, / Santo sin igual, / el que nosotros / a Dios hablará. / Así, noble santo, / todo este lugar, / con anhelo ardiente / dice sin cesar. / Vive satisfecho / desde inmemorial, / que patrón como éste / no podrá alcanzar. / Siempre experimenta / en su amor cordial, socorre celoso /lLa necesidad. / Así pues, hermanos, / el amor doblad / y todos a una / debemos gritar. / Así lo pedimos / con toda humildad, / la parte del odio / nos socorrerá. / Médico glorioso, / receta sin par, / defiende a este pueblo / de tal tempestad. / No mires sus yerros, / que todos están / contritos y ofrecen / que se enmendarán. / Patrón muy amado, / oídnos llorar / terror y espanto / en la actualidad. / En vos confiamos / nos defenderás / de enemigo malo / infante Satanás”. [Cantada por José Antonio Mateo S.J.]

 En Urzainqui:

“Pues con Dios en sumo agrado, / vuestros méritos están, / Glorioso, San Sebastián, / sed con Dios nuestro abogado. / Como noble y generoso / fuiste en palacio aplaudido / y del César admitido / para empleo más honroso, / pero el ser más virtuoso / te elevó a mayor estado. / Glorioso San Sebastián… / Militares ejercicios / seguiste por mar y tierra / pero más ilustre guerra / hiciste, contra los vicios / teniendo siempre propicios / los ángeles, a tu lado, / Glorioso San Sebastián… / Tu virtud más singular / fue el heroico / y santo celo / de llevar almas al Cielo / cual maestro ejemplar, / en el traje militar, / como apóstol disfrazado. / Glorioso San Sebastián… / Hechos tan gloriosos, / tu virtud calificaron / mas contra ti se irritaron / los enemigos furiosos, / a los dioses fabulosos, / no dabas culto sagrado. / Glorioso San Sebastián… / Por Cristo, de quien dos veces / ser y vida has recibido, / por criado redimido, / dos veces tu vida ofreces / y así, mártir resplandeces / con gloria y honor doblado. / Glorioso San Sebastián… / Ni con bienes ni con males / pudo Diocleciano guerrero, / quitarte al Dios verdadero, / creador de los mortales; / en pestes y enfermedades, / de todos sois invocado. / Glorioso San Sebastián… / Por más glorias accidental / y gracias de varios modos / vienes de curar a todos / cual médico celestial, / Urzainqui en especial, / así lo tiene notado. / Glorioso San Sebastián… / Sea, pues, tu protección / en general, a unos y a otros / y en especial a nosotros, / que os tenemos devoción / dadnos gracia y bendición / con vuestro influjo sagrado. / Glorioso San Sebastián… / Y pues de tanta clemencia / usa a Dios por tu atención / líbrenos tu intercesión / de todo mal y dolencia / y más, de la pestilencia / que causa, nuestro pecado. / Glorioso San Sebastián… / Sed con Dios nuestro abogado”. [Cantada por Domi Salvoch]

Procesión con la imagen de San Sebastián en Obanos

Procesión con la imagen de San Sebastián en Obanos, hacia 1950

 El 12 de enero comienza la Novena de San Sebastián en Obanos. En la década de 1920, al  segundo día los cofrades de San Sebastián tenían una Misa cantada y a ella asistían con velas encendidas, ocupando los bancos bajo las gradas del presbiterio. «Comulgaban todos», anotaba el párroco Salvador Garísoain.

En la víspera del 20 llegaba un predicador extraordinario y confesaba por la tarde. La misa primera de este día se celebraba a las 7,30; a las 8,30 era la segunda “de Comunión”, que celebraba el predicador. La misa mayor de las 10 incluía sermón, seguida de responso por los cofrades difuntos. El 11 de noviembre se dedicaba una segunda misa a intención de la Cofradía de San Sebastián, que se anunciaba el domingo anterior, aunque se cantaba la misa propia del santo de ese día, que es San Martín y, al final, se rezaba otro responso en el centro del templo. El Rosario, como de costumbre, se tenía por la tarde.

El texto de la novena, que se rezaba después de la Misa, es así:

“Tu amor a Jesucristo y tu vida de cristiano te llenó de alegría, para comunicar tu fe y para atender y animar a los demás en todas las ocasiones de tu vida. / El Señor te llenó también de fortaleza, para vencer los tormentos terribles que te dieron los mismos soldados de la guardia de Diocleciano; para sufrir la lluvia de saetas con que fuiste martirizado. / Nada pudo apartarte de tu vida de cristiano, ni las promesas más alagadoras ni los tormentos más crueles. / Por todo esto, el Señor te ha adornado con todos los privilegios y gracias, para ser abogado contra todo género de contagio, peste y epidemia. / Hoy, nosotros acudimos a ti, para que nos alcances de Dios, vernos libres: no sólo de los males del cuerpo, sino también de los que manchan el alma. / ¡Glorioso San Sebastián! Ruega por nosotros”.

La Cofradía de San Sebastián de Obanos (también existente en otras poblaciones como Cintruénigo, Los Arcos, Muzqui, etc) se llamó en origen de San Martín, fundada en aquella ermita ya desaparecida, pero en 1843 cambió su nombre por  el de Cofradía de San Sebastián y San Martín, por lo que se supone acogió a los cofrades de aquella desaparecida. Desde 1860 ya es sólo Cofradía de San Sebastián. La formaban 27 hermanos, número limitado a los parientes de sus miembros. En sus capítulas se mencionan como obligaciones de los cofrades asistir a las misas del Santo Patrono los días de los Reyes Magos, San Sebastián y San Martín, asimismo al entierro y funerales por los hermanos fallecidos. La figura factotum de la cofradía era el colector o mayordomo, cargo renovado anualmente y que debía desempeñar el primer cofrade tras su ingreso: encendía las lámparas, distribuía las velas, avisaba a los hermanos, encargaba las misas, custodiaba los enseres, apañaba las andas del santo patrono, portaba la bandera en las procesiones del Corpus, su octava, San Juan, Soterraña y San Guillermo, llevaba las cuentas, cobraba las cuotas y preparaba la comida, por cierto tan cuantiosa que llamaban a sus miembros “triperos[44].

Aurora a San Sebastián cantada en Cintruénigo

Aurora a San Sebastián cantada en Cintruénigo

En Cintruénigo hay ermita del santo, aunque muy depauperada hasta el punto de servir de corral. Es la más antigua de la villa. En ella había un retablo tardogótico de valor dedicado a San Sebastián y Santa Ana, vendido en el pasado, así como una talla del santo que se conserva hoy en la parroquia. Todos los años hacia el 20 de enero se le hacía una procesión “con cruz levantada” que partiendo de la iglesia se llegaba a la ermita donde se celebraba una misa. Un documento de 1629 recoge que, según la tradición oral “hacía muchísimos años” que el propio San Sebastián reveló a una vieja devota el lugar exacto donde debía construirse su ermita, historia popular que se repite dentro del Occidente cristiano. [45]

El día de su onomástica se solemniza con esta aurora recogida por Mª Paz Larraondo [46]:

“Los martirios crueles y atroces / en Cristo confiado sufrió Sebastián, / mil saetas penetran su cuerpo / y entre fieros golpes le ven expirar. / Vamos a rezar, / el rosario a la Virgen María / en nombre del santo mártir, Sebastián”.

Todavía quedan pueblos navarros que inician las “fiestas pequeñas” el 20 de enero. Así Abáigar, Andosilla, Aramendía, Gres, Lacunza y Muzqui.

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Imagen de la portada. Procesión de San Sebastián en Sangüesa (Navarra) Foto: Jesús Caso para Diario de Navarra, 2022

El presente artículo se encuadra dentro de los trabajos conducentes a la elaboración de un nuevo tomo del Atlas Etnográfico de Vasconia dedicado al «Calendario tradicional festivo y religiosidad popular», en preparación por los grupos Etniker.

Notas

[1] San Sebastián nació en Narbona hacia el 256, la Galia, hijo de una familia militar y noble. Se educó en Milán. Se presenta como un escolta de Maximiano y Diocleciano, de cuyo favor gozó. Pero era cristiano y se negó a realizar sacrificios a los dioses paganos y se dedicó a elevar el ánimo de los soldados que temían enfrentarse al martirio, como fue el caso de los hermanos Marco y Marceliano, llegando a convertir a sus carceleros, también a los mártires Cástulo, María, Tiburcio, Tranquilino o Victorino, así como a los prefectos de Roma Claudio y Cromacio, martirizados. Obligado a abandonar su fe por el emperador, por su negativa fue atado desnudo a un árbol y asaeteado. Irene, viuda del mártir Cástulo, le halló aún convida, le curó sus heridas y le mantuvo protegido. Recuperado, visitó al emperador pero éste le condenó de nuevo a muerte, siendo apaleado hasta la muerte en el circo del Palatino (288), y arrojado su cadáver a una cloaca. Recuperado su cuerpo por Lucina, una cristiana a la que se le había rebelado el lugar del cadáver, fue enterrado en las catacumbas de la Vía Apia. Por eso es uno de los patronos de la ciudad de Roma. La concordancia de la peste con una lluvia de saetas tiene antecedentes en las fuentes clásicas -pasaje de la Ilíada en que Apolo desencadena la peste con el disparo de su flecha- como en las bíblicas (Salmos 7 y 64). La Leyenda Dorada colaboró decisivamente a la difusión de su culto e iconografía. VARIOS AUTORES, 2023, 309-311; IRIBARREN, 1946, 84; FERNÁNDEZ GRACIA, 2020, 56.

[2] JIMENO ARANGUREN, 2024; NAVALLAS REBOLÉ, 2021.

[3] LÓPEZ DE GUEREÑU (Gerardo), 1970, XIV, 35-38.

[4] MEDRANO, 1961, 71.

[5] VELILLA CÓRDOBA, 2011, 171, 34-35.

[6] Alegría-Dulantzi, Amárita, Anda, Arriaga, Ascarza, Barrio, Bergüenda, Bujanda, Caranca, Karkamu/Carcamo (hay dudas de su existencia), Elvillar/Billar, Erenchun, Fresneda, Guinea, Lagrán, Lapuebla de Labarca, Laguardia, Lezama, Mendiola, Miñano Mayor, Monasterioguren (Vitoria-Gasteiz), Nanclares de la Oca/Langraiz, Navarrete, Nograro, Ollabarre, Okondo/Oquendo, Orenin, Osma (Fuente San Sebastián), Otazu, Páganos, Pipaón, Quintana, Respaldiza, Rituerto, San Román de Campezo, Turiso, Valluerca, Villamanca, Yécora, Zigoitia. Y en el enclave de Treviño las de Arrieta y Ogueta.

[7] GONZÁLEZ SALAZAR, 1984, 2, 81-107.

[8] Trabajos obligados por el Concejo a los vecinos.

[9] SÁENZ DE URTURI, 2018.

[10] ARREGI AZPEITIA, 1987; 1999, 258-260.

[11] GOROSABEL, 1862.

[12] PEÑA SANTIAGO, 1973, 89-90.

[13] PEÑA SANTIAGO, 1973, 105.

[14] LIZARRALDE ELBERDIN, 1996.

[15] PEÑA SANTIAGO, 1973, 197.

[16] PEÑA SANTIAGO, 1973, 245-246.

[17] PEÑA SANTIAGO, 1973, 275-276.

[18] PEÑA SANTIAGO, 1973, 331-332.

[19] “La noche del 19 de enero, víspera de san Sebastián, patrono de la ciudad, sale la primera de las Tamborradas por las calles de la Parte Vieja. Tamborradas que durante veinticuatro horas, con sus tambores y barriles, con sus ropas militares y de cocineros, atronarán las calles donostiarras en su casco antiguo y en sus distintos barrios de una y otra orillas del Urumea. A las doce de la noche, en la Plaza del 18 de julio (hoy Plaza de la Constitución), junto a la anterior Casa Consistorial se izan las banderas, la tamborrada interpreta la Marcha de San Sebastián, de Sarriegui, que es coreada por miles de personas que asisten a esta ceremonia de la iniciación de las fiestas. Es de allí, de esa plaza, de donde emprenden su tradicional recorrido, saliendo hacia el antiguo Boulevard, para de nuevo internarse en las calles que llevan a la iglesia de San Vicente y de Santa María. Calles y paseos repletos de público, que cantan, saltan y bailan, a los compases de las distintas marchas formando un todo de ese espíritu alegre de San Sebastián”. DONOSTY, 1969.

[20] CAMINO Y ORELLA, 1798

[21] VEYRIN, 1975, 243-244.

[22] BARANDIARAN, 1974, 200.

[23] URRUTIBEHETY, 2003, 343-344.

[24] FERNÁNDEZ GRACIA, 2017, 64.

[25] IRIBARREN, 1946, 84-85.

[26] JIMENO JURÍO, 2009, 63-66.

[27] FERNÁNDEZ GRACIA, 2020.

[28] IRIBARREN, 1946, 85.

[29] NAVALLAS REBOLÉ, 2021, 339-341.

[30] JIMENO JURÍO, 1974, 10-12; MARCOTEGUI BARBER, 2004, 35, 66.

[31] JUSUÉ-CORCÍN, 1990.

[32] JIMENO ARANGUREN, 2000, 1-174.

[33] SÁENZ DEL CASTILLO, 2021, 9.

[34] La iglesia parroquial de Santa María de Tafalla conserva en un relicario de plata la llamada boina de San Sebastián, que es venerada en relación con un hecho milagroso. Cuenta la leyenda que, en torno a la segunda década del siglo XV –en 1425, según se lee en el relicario-, el cantero Jehan de Lome (escultor principal de la corte de Carlos III de Navarra y autor del sepulcro de los reyes Carlos III el noble y su esposa Leonor en la catedral de Pamplona), cuando esculpía la imagen de piedra de San Sebastián para dicha iglesia, se ausentó un rato de su trabajo y colocó su boina sobre la cabeza de la escultura. Poco después, alguien pasó y quiso llevársela pero, al intentarlo, se le quedó la mano soldada a ella sin poder despegarla hasta que regresó el escultor. Esa, dicen, es la razón de que la cabeza en piedra quedase inacabada. El día de san Sebastián (20 de enero), los fieles besan el relicario de 50 centímetros de diámetro en que se guarda, en bastante buen estado, esta prenda de color rojo tejida a mano y sin rabillo. IRIBARREN, 1946, 181-183.

[35] Este rollo no es exactamente el original, ya que fue elaborado en 1885 utilizando en buena medida la cera que se había deteriorado del primitivo de 1599.

[36] Desde época bajomedieval el pueblo tafallés formuló un voto, en virtud del cual se organizaba una procesión para ofrecer una candela al santo. MARCOTEGUI BARBER, 2004, 71.

[37] LABEAGA, 2002, 34, 307-347.

[38] SATRUSTEGUI, 1974, 118-121.

[39] LARRINAGA, 1989.

[40] Diario de Navarra 20.01.2020.

[41] DOMENCH GARCÍA, 2018, 88.

[42] ORDUNA PORTÚS, s. a.

[43] MAULEÓN ORZAIZ, 2009, 129-132.

[44] BEGUIRISTAIN-ZUBIAUR, 1990, 450 y 470-472.

[45] ALFARO PÉREZ, 2007, 288-291.

[46] LARRAONDO, 1990, 222.