- Introducción.
- Programación y programa museológico: sus fases y metodología.
- Participantes en el programa: sus papeles y responsabilidades.
- Estudios necesarios.
- Documentos imprescindibles.
- Elementos a tener en cuenta.
- Articulación y organización de los espacios.
- La presentación formal del programa: el proyecto museográfico.
- Bibliografía.
1. INTRODUCCIÓN
Como bien escribe Luis Alonso Fernández, “cualquier proyecto riguroso de museo debe ser el resultado de un proceso largo y colectivo en el que la iluminación del programa desvele y conduzca la realización arquitectónica. De otro modo, se producirá una inevitable disfunción organizativa museográfica que impedirá en consecuencia la materialización de sus tres grandes vocaciones: conservación y exposición, estudio y documentación, educación y cultura”[1].
La forma de impedir esta disfunción es conocer las necesidades del museo con antelación a la elaboración del proyecto arquitectónico, lo que se logrará con la elaboración de un programa museológico tras una reflexión conjunta y coordinada del equipo multidisciplinar encargado de su planificación[2]. La programación tiene un doble sentido, según Patrick O’Byrne y Claude Pequect. Por un lado es la “reflexión lógica que debe preceder a la ejecución de un proyecto” y, por otro, es una “herramienta de trabajo” muy útil cuando se trata de precisar qué museo se desea a la luz de condicionantes tan complejos como el urbanismo, la arquitectura, el uso de equipos, la administración, el funcionamiento, la conservación, la iluminación, la seguridad etc. según los requerimientos de la museología.
Para estudiar este tema seguiremos básicamente las prescripciones de este arquitecto y museólogo citados, que han destacado por ser los programadores de proyectos tan importantes como los Museos de Orsay y Louvre, en París, y ser los autores de dos reveladores artículos al respecto publicados en la revista Museum[3].
En primer lugar, por obvio que sea, hay que recordar que las obras dirigidas a la apertura de un museo (sea de nueva planta o de un edificio histórico adaptado) implican una inversión económica que abarca cuatro sectores: la arquitectura en si misma, el equipamiento, las colecciones y el funcionamiento. En tal caso, el programa asegura, además, un desarrollo del gasto más estricto y el proceso constructivo del edificio mejor adaptado a las funciones museísticas[4]. No recurrir a la programación supone embarcarse en una aventura muy peligrosa, como puede suponerse.
Dicho esto conviene preguntarse: ¿por qué, cómo, para qué y por quien debe hacerse un programa?:
- ¿por qué?: para garantizar al promotor una asistencia técnica que comience con la definición de objetivos y que termine con la puesta en funcionamiento del museo;
- ¿cómo?: elaborando un instrumento para la transmisión de informaciones y orientaciones útiles para el titular (promotor), el conservador (usuario) y el arquitecto (quien define la idea);
- ¿para quien?: para el promotor, al que la programación le permite decidir con conocimiento de causa; para el conservador, que reconoce en el programa la formulación concreta de las necesidades inherentes a los objetivos marcados; y, finalmente, para el arquitecto, a quien facilita la concepción y realización de su proyecto;
- ¿por quien?: por uno o varios programadores especializados en las cuatro materias concernidas, arquitectura, funcionamiento, equipamientos y museología.
La programación, ante la complejidad de los pasos a dar, se impone como una técnica de estudio y como instrumento indispensable de coordinación y de control.
2. PROGRAMACIÓN Y PROGRAMA MUSEOLÓGICO: SUS FASES Y METODOLOGÍA
Si la programación es un modo de pensamiento y un método de estudio, el programa museológico es un instrumento para la transmisión de informaciones y de directivas como resultado de estudios conducidos científicamente.
La programación debe estar concebida como un proceso general de reflexiones que permitan, en un primer momento, analizar los objetivos propuestos por el conservador, en un segundo tiempo traducir los objetivos expresados en términos de funciones a desempeñar, y finalmente formular el enunciado de las necesidades correspondientes a los cuatro sectores mencionados de arquitectura, equipamiento, colecciones y funcionamiento. Necesidades que deben quedar muy claramente expuestas. La programación es ante todo una herramienta de trabajo.
Cada problema debe ser enfocado desde una visión del conjunto y con una voluntad crítica, rigor científico y sentido común.
Las fases del desarrollo de la programación son:
- Elaboración del programa preliminar: en él se contempla, de manera genérica, la previsión general de superficies o espacios y de equipamiento. Se predefinen las actividades y se realiza una evaluación financiera de la operación.
- Programa básico: permite establecer un esquema general de la operación que haga posible la elaboración de un anteproyecto arquitectónico en el que se tenga en cuenta la exposición detallada de los objetivos según las distintas actividades, la presentación de los elementos funcionales de la actividad, las cuestiones relativas a las personas como conservadores, personal del museo, público y horarios, la descripción detallada de las necesidades arquitectónicas, técnicas y de equipo, los costes provisionales globales y la evaluación de los costes de funcionamiento o mantenimiento en el futuro.
- Programa definitivo: este documento-síntesis contempla el programa básico y tiene en cuenta el anteproyecto del arquitecto. En él se analiza el proceso de funcionamiento de cada una de las actividades y de los servicios, al tiempo que se definen los puestos de trabajo. Es de gran importancia que el proyecto se adecue al programa, pues puede ocurrir que la arquitectura predomine sobre el contenido, creando un edificio poco apto para su función museística.
Varios son los elementos que deben ser objeto de estudio para verificar su compatibilidad dentro de un programa global:
- Arquitectura y recursos técnicos.
Es necesario conocer la superficie total del edificio, la distribución de los espacios, la altura de los mismos, su flexibilidad interna y las comunicaciones horizontales y verticales (teniendo en cuenta la necesaria supresión de barreras que dificulten la circulación). Igualmente, deben integrarse en la arquitectura las instalaciones de los sistemas de climatización, seguridad e iluminación. - Equipamiento.
Se incluyen en este apartado el mobiliario, los accesorios o aparatos técnicos, los medios audiovisuales, los sistemas de señalización, los medios de transporte, los equipos para la exposición, la informática, los talleres y laboratorios, la reproducción y difusión, el control de personas y el mantenimiento. - Colecciones:
El conocimiento de las colecciones, el número y naturaleza de las mismas, su importancia y diversidad, los modos de exposición y almacenamiento, la circulación de las mismas dentro del edificio, su localización preferencial y, sobre todo, la prevención del incremento de éstas en el futuro. - Funcionamiento:
Se requiere conocer la naturaleza de las actividades educativas y socio-culturales y la diferenciación de las mismas, el acceso y circulación de personas y obras, la frecuencia de visitantes, el horario del público y del personal del museo, así como la organización y gestión del mismo.
Desde el punto de vista metodológico, la programación descansa sobre cinco principios fundamentales:
- Crear lazos estrechos de colaboración entre el conservador y el programador de principio a fin, dirigidos a precisar los objetivos y las funciones a desempeñar, con una permanente información sobre las decisiones a tomar y sus consecuencias.
- Considerar que la arquitectura, el funcionamiento y los equipamientos son inseparables y deben abordarse global y simultáneamente. Es decir, considerando que continente y contenido deben armonizarse, lo que implica un análisis funcional permanente
- Abordar los problemas con lógica e imaginación.
- Reconsiderar críticamente las decisiones tomadas teniendo en cuenta los fines a que van dirigidas.
- Prevenir eventuales desequilibrios y problemas de funcionamiento a nivel de costos.
3. PARTICIPANTES EN EL PROGRAMA: SUS PAPELES Y RESPONSABILIDADES
Estas acciones son dirigidas y controladas por el contratante y realizadas o conducidas por cuatro intervinientes: el conservador, el programador, el arquitecto y el contratista, cada uno con su papel específico y responsabilidades.
- El contratante tiene la misión de llevar a buen puerto la operación una vez tomada la decisión de crear el museo (política general) hasta la terminación de las obras y su recepción definitiva. Es responsable de la definición y de la puesta en marcha de los medios acordes a los objetivos propuestos[5].
- El conservador, como beneficiario y primer usuario del nuevo museo, tiene la misión de definir los objetivos del museo y de transmitirlos al programador. Sigue todos los pasos de cerca controlando la marcha de la ejecución de tales objetivos, de modo que no sean alterados. Representa también al público del museo.
- El programador es el engranaje entre el usuario y el definidor de la idea (el arquitecto), establece las funciones que se desprenden de los objetivos, una vez definidas las necesidades exigibles dentro de un buen funcionamiento, teniendo en cuenta los datos, las obligaciones y exigencias. Conduce los estudios de programación y redacta los programas. Efectúa las adecuaciones programa-proyecto por cuenta del contratante. Para Lehembruck debe tratarse de una persona imparcial y el hecho de ser el mejor informado del conjunto del equipo le da la posibilidad de proponer con autoridad rectificaciones o decisiones, que permiten al contratante y al arquitecto centrar mejor sus campos de acción. Este museógrafo opina que la tarea del programador es favorecer la aparición de una “conciencia del problema” e influir sobre la manera de pensar generando debates[6].
- El arquitecto, responsable de la realización arquitectónica y técnica del museo, elabora un proyecto arquitectónico y técnico que responde a las necesidades expresadas en el programa tanto a nivel de arquitectura propiamente dicha como de equipamientos y funcionamiento.
- El contratista está obligado a ejecutar los trabajos bajo el doble control del arquitecto y del contratante.
Debe haber entre ellos un diálogo constante.
El programador tiene un papel de coordinador a lo largo de las tres fases que se estiman normales en este tipo de elaboraciones:
- Fase de viabilidad: en que se analizan sistemáticamente los objetivos generales formulados por el conservador; se toman en cuenta las políticas general y particular; los imperativos económicos y gastos previstos; y se valoran la envergadura y el alcance de los objetivos.
- Fase de búsqueda: investigación a partir de los datos que van obteniéndose de las obligaciones y exigencias, obligaciones que se asumen, formulación de necesidades a partir de estas obligaciones, adecuación del solar alas necesidades y de las necesidades a las disponibilidades económicas, redacción del documento programático y su envío al arquitecto.
- Fase de desarrollo: realización y adecuación del programa-proyecto, ajustes en el programa, elaboración del manual de empleo.
Es evidente que estos pasos requieren de estudios previos.
4. ESTUDIOS NECESARIOS
Los estudios requeridos por la programación se hacen por etapas siempre partiendo de lo general a lo particular, e igualmente estos estudios responden a las necesidades surgidas a lo largo de las fases que acabamos de indicar. Hay unos primeros estudios de:
- Investigación y formulación: reuniones de trabajo que permiten precisar, a) la política general, la particular y los objetivos generales; b) la definición de actividades y sus objetivos; c) el ordenamiento de los estudios, el programa de acciones, el planeamiento de los estudios, las necesidades que van creándose y el desarrollo global presupuestario.
- La obtención y análisis de los estudios permiten a) recopilar datos, exigencias y obligaciones; b) definir funciones a desarrollar.
- Los estudios del periodo de síntesis parten de los datos recogidos para comenzar a redactar un programa básico y permiten a) conocer las necesidades de funcionamiento, arquitectónicas, técnicas y de equipamiento; b) establecer los costes estimativos generales.
- Sigue a estos estudios otros de orientación que permiten conocer mejor las intenciones primeras, el programa básico, la evaluación de los costes de funcionamiento y los costes provisionales globales. En este momento, los estudios de programación ya son suficientes como para elegir al arquitecto que diseñará su proyecto de obra, al que podrá seleccionarse mediante concurso público o de méritos o designarlo directamente, el cual se someterá a unos pliegos de condiciones técnicas y económico-administrativas aprobados por el contratante y que serán consecuencia del programa en marcha[7].
- Los estudios de predefinición y definición consisten en dar forma al programa definitivo que servirá para la elaboración del anteproyecto.
- Durante el periodo de ejecución, se desarrollarán estudios conducentes a la redacción de un manual de uso y al conocimiento en detalle de aspectos como la seguridad, la señalización etc.
Si el espacio escogido para el museo es un edificio preexistente –generalmente un edificio antiguo- tendrán que estudiarse con profundidad su historia (incluyendo el conocimiento de los usos que tuvo), planimetría, patología, y las afecciones consecuentes a su adaptación museológica, para ver si lo conveniente será rehabilitar el edificio o simplemente reconstruirlo conservando lo que verdaderamente tiene valor histórico. Esta segunda opción da mayor libertad a la intervención creativa del arquitecto. Si el edificio ha sido objeto de una clasificación, según las categorías previstas por la Ley de Patrimonio Histórico Español vigente, o por otras legislaciones autonómicas, es aconsejable redactar un Esquema Director, como elemento ordenador del proyecto, a través del cual se consigue la comprensión global de las distintas actuaciones con una voluntad de respeto al carácter monumental del edificio. Este esquema (por otros llamado Plan) prevé los programas de actuación del centro y sus posibles usos del futuro en función de las ampliaciones que puedan requerirse. Debe entenderse como un documento abierto, sujeto a crítica y variaciones.
De no existir este Esquema Director, las actuaciones no pasarán de ser puntuales, inconexas y generalmente desencadenantes de otros problemas[8].
5. DOCUMENTOS IMPRESCINDIBLES
Los documentos imprescindibles en el proceso de elaboración del programa –lo que los autores denominan documentos-programa- son los siguientes:
- Envergadura y trascendencia de los objetivos, desarrollo global presupuestario:
Estos documentos se agrupan en uno solo. Concluyen la fase de viabilidad y formalizan los estudios de investigación. Comportan:- previsión general de superficies.
- Previsión general de equipamientos orgánicos
- Predefinición de las actividades
- Exposición de motivos conducentes a la ejecución
- Percepción crítica global de nociones y obligaciones
- Percepción crítica global del funcionamiento
- Puesta a punto del contrato de obras
- Lista de las actividades principales
- Cálculo presupuestario de la operación
- Programa básico, costes estimativos globales.
Contiene el resultado de esta primera aproximación a la operación. Contiene los aspectos siguientes:- Datos: de la ciudad (población, comercios, industrias, universidades, actividades para el tiempo libre…); red de comunicaciones (carreteras, calles, transportes públicos, aparcamientos, alcantarillado, teléfono, electricidad, gas, aguas…); estado de los lugares (superficies, descripciones…); informes geotécnicos (naturaleza del subsuelo).
- Obligaciones: servidumbres (monumento histórico, zona declarada…); reglamentaciones urbanas (plan de ocupación del suelo, alineamientos…) reglamentaciones técnicas (seguridad de personas y edificios, normas sanitarias etc.).
- Exigencias: de tipo técnico (tipo de fachada y de estructura…), administrativo (retrasos, gestiones precisas) y financiero (tasas etc.).
- Necesidades: exposición de los objetivos generales (finalidad del museo, papel social…), definición de las actividades correspondientes (recepción, exposición, presentación…), exposición de objetivos por actividad (función que tendrán las diferentes áreas del museo), necesidades de funcionamiento (conexiones, circulación interna, personal…), necesidades arquitectónicas (superficies, alturas, ambientes, relación de unas áreas con otras…), necesidades técnicas (calefacción, ventilación, iluminación, energía…), necesidades en cuanto a equipamientos (audiovisuales, de seguridad, mobiliario, pedestales, vitrinas…), asuntos que exigen decisiones, costes estimativos globales.
- Escenario físico (ocupación del suelo).
Este documento valora las alternativas existentes en cuanto a la ocupación del espacio físico (el solar o solares) según las directivas formuladas en el programa. Conlleva esquemas de ocupación del suelo con sus comentarios técnico-descriptivos (ventajas, inconvenientes, consecuencias). - Programa básico, costes globales provisionales.
Este documento supone un desarrollo del capítulo de necesidades del programa básico y contempla los aspectos siguientes:- exposición detallada de objetivos por actividad
- exposición detallada del marco en que va a desarrollarse cada actividad
- cuestiones relativas a las personas (público y personal, horarios…)
- diagrama funcional por actividad
- descripción detallada de las necesidades arquitectónicas y técnicas y en equipamiento
- cuestiones que exigirán la toma de decisiones
- costes provisionales globales
- evaluación de los costes de funcionamiento.
- Bosquejo de intenciones.
Documento esencialmente gráfico en que se representa el escenario escogido, sus ventajas e inconvenientes, para un análisis detallado. Se corresponde con el proyecto de un concurso de ideas, puede calificarse también de anteproyecto. - Programa definitivo.
Este documento completa y prolonga el programa básico y valora el anteproyecto del arquitecto. Además de mejorar los aspectos ya tratados contempla otros:- proceso de funcionamiento de las actividades;
- proceso de funcionamiento de los conjuntos funcionales;
- proceso de funcionamiento de los servicios (correo, teléfono, mantenimiento…);
- definición del personal y puestos de trabajo;
- necesidades en cuanto a mobiliario de oficina;
- necesidades en cuanto a equipamiento específico de un museo (pedestales, vitrinas, peines para almacenamiento…);
- necesidades en cuanto a equipamientos especiales(sistema de seguridad, de control etc.).
- Manual de uso.
Este documento puede desdoblarse en varios según los diferentes usuarios del museo (conservador, personal administrativo y técnico, personal de vigilancia, investigadores, visitantes etc.), a fin de permitirles obtener el máximo beneficio el museo. Se elabora en estrecha relación con el director y el conservador del museo. Concierne a los aspectos siguientes:- horarios, plan de orientación
- guía práctica de cuidados y mantenimiento
- guía práctica para la transformación de espacios
- guía práctica para el uso de los equipamientos
- cuadernos con consignas etc.
6. ELEMENTOS A TENER EN CUENTA
Los principales elementos a tener en cuenta ante la preparación de un programa son:
- A nivel de funcionamiento: naturaleza y diferenciación de las actividades; acceso y circulación de las personas (público y personal); acceso y circulación de los objetos (obras, productos y documentos); población, nivel de frecuentación, horarios; perfil y número de las personas; condiciones de trabajo; información para público y personal; organización y gestión; proceso de comunicación; personal necesario para la dinamización (conservador, animadores..); normas para la vigilancia y control; señaléctica e imagen corporativa; mantenimiento; cuidado de los edificios, equipos y limpieza; almacenamiento de las obras, de productos y documentos etc.
- A nivel de obras y productos: tipología; Cantidades; pesos, naturaleza; fragilidad; volumen; plano; circuito; información; seguridad; manutención; rotación; localización preferencial; finalidad de la presentación; localización impuesta; obras importantes; obras secundarias.
- A nivel arquitectónico y técnico: superficies; alturas libres; desniveles; espacios libres; flexibilidad interna; extensiones; dimensiones de los pasos; localizaciones preferentes; superficies; estanqueidad; acústica y vibraciones; calefacción, ventilación, climatización; iluminación artificial y natural; telecomunicación; redes orgánicas, electricidad; acabados; seguridad contra incendio; enlaces verticales mecánicos.
- A nivel de equipamientos: mobiliario y accesorios; máquinas de oficina; audiovisuales; seguridad; señalización; control de personas; transporte de productos; transporte de obras; transporte de documentos; cuidados, mantenimiento; reservas, almacenes; reproducción y difusión; exposición y presentación; informática; talleres etc.
Se comprenderá, por tanto, que l trabajo necesario para la elaboración de un programa no puede tomarse a la ligera y que exige una especialización.
7. ARTICULACIÓN Y ORGANIZACIÓN DE LOS ESPACIOS
El conjunto de funciones inherentes a un museo se articula en torno a la noción de relación: relación objeto-conservador, relación objeto-público. Estas relaciones determinan la finalidad esencial del museo, por consiguiente la naturaleza de las funciones para que se cumpla su finalidad. Y estas funciones se pueden clasificar en cuatro familias de actividad:
- Actividades de acogida que preparan al público psicológicamente y de modo práctico para su visita al museo. Comprenden la información, la orientación, la venta de productos, comprendidas en los espacios de acogida propiamente dichos; así como los vestuarios y servicios higiénicos, la venta de entradas, los puntos de encuentro y los espacios anejos como cafetería, lectura, juegos, descanso, restaurante, talleres para niños etc.
- Actividades de base que sirven de marco y permiten la relación directa objeto-público. Conciernen a las salas d exposición permanente, galerías de estudio, salas de exposición temporal y eventualmente a los espacios para manifestaciones anejas.
- Actividades de coordinación que organizan material e intelectualmente la relación entre el resto de actividades del museo y que interesan a los espacios para despachos, dirección, administración, gestión, conservación y salas para el estudio o reunión.
- Actividades logísticas que preparan para la relación asegurando el la vigilancia y control de seguridad de objetos y personas; en concreto el tránsito y almacenamiento de productos de consumo, de bienes (reservas), los talleres para la preparación de presentaciones, exposiciones y otras manifestaciones, los laboratorios etc.
Cada una de estas actividades requiere sus espacios particulares: unos públicos, otros para despachos y oficinas, y otros más para servicios:
- Los espacios públicos integran recepción de visitantes, exposiciones temporales y presentación permanente; espacios para manifestaciones culturales; proyecciones y conferencias; reuniones y áreas de descanso; cafetería y restaurante; talleres de expresión.
- Los espacios para oficinas comprenden la dirección y administración; gestión; conservación y documentación.
- Los espacios destinados al servicio, los laboratorios; talleres para trabajos museológicos; talleres para mantenimiento; almacenes y reservas; locales para el personal; locales técnicos; estacionamiento de vehículos.
Cada uno de ellos debe mantener con los demás una relación de proximidad que obedecerá a los criterios siguientes:
- racionalización de las conexiones funcionales internas;
- necesaria apertura al exterior;
- imperativa seguridad contra robo e incendio;
- criterios de confort y ambiente.
Si bien, idealmente, cada uno de estos espacios debería ser aislable de los demás, tanto desde el punto de vista de su funcionamiento como de la seguridad.
Los principales criterios para localizar y organizar estos espacios sobre el plano del museo son los siguientes:
- Espacios públicos:
- Recepción. La acogida del público debe situarse a nivel de la calle por razones de seguridad (para facilitar la evacuación en caso de peligro). Por la misma razón debe constituirse en tamiz entre el exterior y los espacios destinados a recibir al público. Su acceso es libre y gratuito. Tiene la misión de atraer al público hacia el museo. En torno a él se configuran otros espacios, tales como área de descanso, área para fumadores, puesto de información, guardarropía, aseos, teléfono, tiendas y control de venta de entradas. De esta zona parten los grandes ejes verticales y horizontales de circulación.
- Puntos de acogida específicos. También pueden existir otros puntos de acogida para el personal de servicio en el museo, visitantes especializados o niños (guardería).
- Presentación permanente y exposiciones temporales. Los espacios destinados a este fin constituyen el punto neurálgico del museo. Están en estrecha relación con los espacios para almacenamiento y talleres para actividades museológicas, no obstante su necesario aislamiento. El diseño arquitectónico deberá prever su iluminación natural preferentemente cenital, aunque también es útil la lateral, en combinación ambas con una iluminación artificial bien planeada. Su disposición tendrá en cuenta la circulación del visitante libre de trabas y de acuerdo al plan museológico elaborado por los responsables del museo. Se requieren también ambientes equilibrados en la relación temperatura-humedad, sin vibraciones, con estructura sólida, fáciles de desalojar en situación de peligro, y con rigurosas medidas de seguridad contra robo e incendio.
- Zona de consulta (biblioteca, centro de documentación). Requiere una situación privilegiada, aislada de ruidos, a distancia del flujo de visitantes y también accesible para el personal conservador. No debe estar lejos del área de acogida.
- Espacios para manifestaciones culturales complementarias. Sin considerarlos espacios para el espectáculo, éstos deben quedar libres de condicionamientos, ser flexibles y no estar dotados con equipamientos pesados. Deben estar aislados del resto de actividades del museo y pueden prolongarse hacia el aire libre.
- Proyecciones y conferencias. Deben estar igualmente aislados y tener salidas de socorro y control de entrada particular, estar aislados acústicamente, situarse en planta baja. Conllevan sala para el público, cabina de proyección, zona de servicio con despacho y bastidores, además de aseos.
- El área de descanso puede adoptar diversas formas: zona de juegos, de relajación corporal, de encuentro, de paseo, espacio para fumar… Pueden incorporar teléfonos,, distribuidores automáticos de bebidas etc. Deben estar aislados del conjunto de servicios para no interferir en ellos.
- Salas de reunión y de trabajo. En ocasiones puede haber salas específicas para pequeñas reuniones de los voluntarios culturales y amigos del museo o para encuentros de carácter profesional-científico en que intervenga el personal del museo. Deben estar próximos al área de acogida, aislados acústicamente y gozar de autonomía. Pueden contar con la asistencia de espacios de servicio (cabina de traducción simultánea, despacho etc.).
- Cafetería-restaurante. Los espacios destinados a esta función deben estar aislados del conjunto, bien por razones de confort (olores, ruidos…) como de seguridad (horario prolongado de apertura) y funcionamiento. Pueden abrirse tanto al área de recepción como directamente al exterior –siempre que se garanticen las normas de seguridad- y se dividen en tres partes: sala para el consumo público, espacio para la preparación de alimentos (cocina) y espacio privado para el servicio (almacén, despensa).
- Espacios de oficinas:
- Dirección: en este caso el despacho de dirección debe situarse en el corazón del área de conservación y en lugar accesible para los visitantes especializados, y gozar de confort.
- Administración: se compone de los servicios de gestión del personal, gestión presupuestaria, servicios generales (reprografía, correo, archivo de material etc.), todos ellos relacionados funcionalmente entre sí. Debe existir control de acceso.
- Archivos: espacio de apoyo a la gestión administrativa y directiva. Contará con medidas de seguridad y el mobiliario necesario.
- Seguridad: puesto de control con acceso permanente a los sistemas automatizados de detección de peligros. Tendrán cierto confort, gozarán de una posición estratégica en el conjunto y no tendrán aberturas al exterior.
- Limpieza: aislados por necesidades del confort (ruidos, olores). Se localizarán en lugares accesibles para los camiones de recogida de basuras.
- Centralita telefónica: requiere un aislamiento acústico absoluto. Puede situarse en el área de oficinas.
- Tiendas: al estar destinadas al público se situarán cerca de recepción. Deben contar con un espacio para almacenamiento de sus productos.
- Correo: el área de recepción y expedición del correo se situará en oficinas.Zona de descanso del personal: contarán con máquinas expendedoras de bebidas.
- Información: en función de la amplitud del museo se pondrá un punto de información o varios en los nudos principales del circuito de visita.
- Conservación: los espacios correspondientes a la tarea museológica interna estarán relacionados con otros espacios como almacenes de obras en reserva, salas de exposición, biblioteca y centro documental. Es indispensable contar con luz natural.
- Espacios de servicio:
- Locales técnicos: comprenden aquellos equipamientos a nivel de “alimentación”, es decir centrales de producción calorífica y frigorífica; centrales de tratamiento del aire y de recuperación del calor; central eléctrica y sistemas de seguridad y de socorro; central de almacenamiento y de distribución de fluidos para los sistemas de extinción en caso de incendio; reciclaje de basura, centrales de registro telefónico y de conexiones en red telemática, distribución de las aguas sanitarias etc.. Como estos equipos producen molestias a nivel de ruidos y vibraciones, deben estar aisladas del conjunto de actividades. También lo estarán por razones de seguridad, y se someterán a rigurosos controles de acceso. Como las máquinas de esta sección son pesadas y hay que alimentarlas, se reservará para ellas un acceso independiente. Su ubicación, en planta baja o sótano.
- Locales para el personal: se refieren a vestuarios, aseos, duchas, zona de esparcimiento propia, enfermería-botiquín, local para reuniones sindicales, pequeña cafetería, locales que preferentemente deben estar agrupados y localizarse cerca del acceso al museo, con confort y luz natural.
- Almacenes y reservas: aunque su función es la misma conviene diferenciar los almacenes para productos diversos de las reservas para bienes del museo. Pueden situarse en el subsuelo y no requieren iluminación natural. Deben contar con un completo aislamiento, acceso rigurosamente controlado (con acceso único y sin salida directa a la calle) y estar protegido especialmente contra robo e incendio. Las reservas deben contar con una sala para estudio y consulta de las obras almacenadas y se componen de tres áreas diferenciadas: a) almacén propiamente dicho, b) zona de tránsito, desembalaje-embalaje, y c) recepción-distribución de obras. Se incluirán en esta zona los espacios para el aparcamiento de los equipos necesarios (carritos, escaleras etc.).
- Talleres: por taller se entienden los espacios donde se desarrollan labores de producción, es decir, taller de mantenimiento del edificio, taller para labores museológicas, taller para labores de conservación-restauración de obras, laboratorios fotográficos, estudio para toma de imágenes y simulaciones, taller de reprografía y encuadernación, taller de mantenimiento de vehículos, que pueden estar agrupados o por separado, aislados, de preferencia en el subsuelo y con luz artificial, y/o abrirse al exterior bajo control (incluyendo el andén de carga-descarga de mercancías u obras), observando las normas en materia de seguridad e higiene en el trabajo, con las medidas de control necesarias. Los talleres de conservación-restauración plantean problemas específicos en función de la naturaleza de las colecciones del museo.
- Estacionamiento de vehículos: el estacionamiento de vehículos afecta tanto a los servicios del museo como al público visitante. En el primer caso habrá una relación con la zona de descarga y ésta a su vez con los almacenes y reservas. En el segundo, el estacionamiento es vital para la dinamización del museo, pues garantiza el acercamiento del público y, sobre todo, de los escolares y otros colectivos sociales, lo que está en relación directa con los accesos generales al núcleo urbano y la señalización. Puede haber un aparcamiento privado para el personal de servicio en el museo.
Esta explicación sobre las unidades orgánicas del museo revela los principios básicos que deben tenerse en cuenta al elaborar un programa museológico. Su complejidad, como puede deducirse, está reñida con los criterios de “oportunidad política” que presiden muchas iniciativas tendentes a crear museos, y que suelen llevar una cadencia temporal distinta.
8. LA PRESENTACIÓN FORMAL DEL PROGRAMA: EL PROYECTO MUSEOGRÁFICO
El proyecto arquitectónico, punto final de la programación, permite alumbrar la solución visual y espacial hasta ahora latente de lo que tan solo era, hasta el momento, un conjunto de ideas. La proyección de estas ideas en el espacio permite al arquitecto tener una nueva oportunidad para solucionar problemas no resueltos o de última hora, concernientes, por ejemplo, a la configuración del solar, a las conexiones de los diferentes módulos constructivos, a la orientación del edificio o al empleo de nuevas soluciones técnicas. En todo caso la concepción del espacio debe ser flexible, pues una formulación abstracta no evoca ninguna representación.
Para Lehmbruck el arquitecto, no obstante, debe ser “un buen creador de la imaginación” y es partidario de que el proyecto arquitectónico constituya “una obra autónoma del arte arquitectónico” del tipo Guggenheim Museum de New York o Nationalgalerie de Berlin. Precisamente, en previsión de que esto sea así, solicita que la programación defina bien las condiciones básicas para que las nociones de museología no puedan ser sacrificadas ante una concepción demasiado general del museo. “La programación –opina- debe ejercer una acción reguladora y supervisora en la preparación del proyecto, de acuerdo al pensamiento del grupo de planificación”[9]. En todo caso hay que tender a armonizar continente (arquitectura, escenografía) y contenido (las obras expuestas).
Según las orientaciones de C. Baztán, retomadas por Francisca Hernández, el proyecto arquitectónico, debe englobar la ejecución de la obra arquitectónica así como el diseño de la instalación museográfica interna, de acuerdo al programa museológico desarrollado, previa selección de las piezas que vayan a exponerse y su restauración, considerando las necesidades de amueblamiento, equipamiento y suministro de los complementos exigidos[10].
9. BIBLIOGRAFÍA
Básica
ALONSO FERNÁNDEZ, Luis. Museología. Introducción a la teoría y práctica del museo. Madrid, Istmo, 1993. Cap. VII. Ed. de La Serbal en Barcelona, 1999, con el título de Museología y museografía, cap. VII).
HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, Francisca. Manual de museología. Madrid, Síntesis, 1994. Cap. 5.
LEÓN, Aurora. El museo. Teoría, praxis y utopía. Madrid, Cátedra, 1986. Pp. 78-82.
LORD, Barry-DEXTER LORD, Gail. Manual de gestión de museos. Madrid, Ariel, 1998. Cap. 3.4, “La gestión de las instalaciones”.
V.V.A.A. Criterios para la elaboración del plan museológico. Madrid, Ministerio de Cultura, 2005.
Especializada
FEDUCHI, Javier. “Arquitectura y proyecto museológico”, Museo, núm. 5, Madrid, APME, 2000, pp. 57-60.
LEHMBRUCK, Manfred. “La programmation”, Museum, núm.2 del vol. XXXI, París, 1979, pp. 94-96 (número dedicado al estudio de la programación para los museos)
MINISTÈRE DE LA CULTURE. Faire un Musée. Comme conduire une operation museographique?. Paris, La Documentation Française, 1986..
O’BYRNE, Patrick-PECQUET, Claude. “La programation, un outil au service du conservateur, du maître d’ouvrage et du maître d’oeuvre”, Museum, núm. 2 del vol. XXXI, Paris, 1979, pp. 74-93.
IDEM. “La programación, una herramienta que no envejece”, Museum, núm. 164 del cuarto trimestre de 1989, Paris, pp. 233-234.
PARDO, Jordi. “Ideas e Ideología en el proyecto museológico”, Museo, núm. 5, Madrid, APME, 2000, pp. 61-71.
Notas (Puedes hacer clic en los números de las notas [X] para desplazarte entre la nota y su llamada)
[1] ALONSO FERNÁNDEZ, Luis. Museología. Introducción a la teoría y práctica del museo, cit., pp.318-319.
[2] Es lo que Jordi Pardo llama “diseño conceptual previo”. Véase PARDO, Jordi. “Ideas e Ideología en el proyecto museológico”, Museo, núm. 5, Madrid, APME, 2000, p. 61.
[3] O’BYRNE, Patrick-PECQUET, Claude. “La programation, un outil au service du conservateur, du maître d’ouvrage et du maître d’oeuvre”, Museum, núm. 2 del vol. XXXI, Paris, 1979, pp. 74-93; y “La programación, una herramienta que no envejece”, Museum, núm. 164 del cuarto trimestre de 1989, Paris, pp. 233-234.
[4] Aspectos destacados por Ton Hume y Pier Kaks en la presentación del núm. 2 del vol. XXXI, de 1979, de la revista Museum dedicado a “La Programación para los Museos”.
[5] El contratante suele ser por lo general la Administración Pública, pero puede serlo también una Fundación, una empresa o un particular. Normalmente el contratante es el promotor de la idea del museo, pero no siempre. Un museo puede impulsarlo un artista, por ejemplo, con la donación de sus obras condicionada a la creación, precisamente, del museo.
[6] LEHMBRUCK, Manfred. “La programmation”, Museum, núm.2 del vol. XXXI, París, 1979, pp. 94-96 (número dedicado al estudio de la programación para los museos) Manfred Lehmbruck, arquitecto museógrafo de fama mundial, estudioso de Mies van der Rohe, es autor de los proyectos arquitectónicos del Centro Cultural de Reuchlinhaus (Pforzheim), el Wilhelm Lehmbruck Museum (Duisburg), el Federsee Museum (Bad Buchau), y el Museum-Cultural Centre (Rottweil), entre otros, situados en Alemania.
[7] Estos pliegos definen con la mayor precisión las condiciones (también denominadas bases) arquitectónicas y técnicas que se desean para el nuevo museo, determinan si se trata de un museo de nueva planta o de la adaptación de un edificio preexistente, partiendo de la especialización de sus colecciones, los equipamientos exigibles y los principios de su funcionamiento, con sus exigencias de espacio; establecen los honorarios del arquitecto o arquitectos intervinientes por la redacción del proyecto y supervisión de las obras posteriores; establecen el tipo de contrato previsto y la experiencia exigible para ser admitido a concurso, precisan la documentación administrativa que será preciso presentar y establecen el plazo tanto para presentar ésta como el proyecto mismo. Las modalidades de contrato son varias: encargo directo, concurso público para la presentación de un anteproyecto (equivale a un concurso de ideas del que se seleccionan los mejores para someter de nuevo a sus autores a un concurso restringido del que saldrá el proyecto definitivo), y concurso público para la adjudicación de la totalidad del proyecto, entre las principales. Los proyectistas deben presentar junto a las soluciones arquitectónicas y técnicas consideradas viables el presupuesto de obra que orientará al contratante a la hora de sacar a subasta pública la adjudicación de las obras entre empresas del ramo de la construcción. A la empresa adjudicataria, como hemos dicho, se le denomina contratista. El programador podrá ayudar a definir los términos del concurso y ser de utilidad a la hora de estudiar las propuestas presentadas y seleccionar la conveniente.
[8] Véase FEDUCHI, Javier. “Arquitectura y proyecto museológico”, Museo, núm. 5, Madrid, APME, 2000, pp. 57-60.
[9] LEHMBRUCK, M. “La programmation”, cit., p. 96.
[10] Véase el esquema del proceso de creación de un museo según las orientaciones de C. Baztán reproducido como Fig. 28 en la p. 120 del libro de HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, Francisca. Manual de museología. Madrid, Síntesis, 1994.