Capítulo 11 – La función educativa del museo. Elementos de que se vale. Importancia en la enseñanza escolar y en otros colectivos humanos. Actividades complementarias de esta función. Museos específicamente pedagógicos.

  1. Introducción. Museo y educación.
  2. Elementos de que se vale la función pedagógica en el museo:
    1. Elementos directamente informativos;
    2. Elementos indirectamente informativos;
    3. Medios directamente pedagógicos.
  3. Importancia del museo en la enseñanza escolar.
  4. Oferta educativa dirigida a los adultos.
  5. Oferta educativa dirigida a las personas mayores.
  6. Oferta educativa para personas con necesidades educativas especiales.
  7. Actividades complementarias de la función educativa del museo:
    1. En el propio museo.
    2. Fuera de él.
  8. Museos específicamente pedagógicos.
  9. Bibliografía.
  10. Anexo 11. Aprendizaje a partir del objeto expuesto en la visita didáctica al museo (Inmaculada Pastor Homs).

1. INTRODUCCIÓN. MUSEO Y EDUCACIÓN

Señala María Luisa Herrera que siempre tuvo el museo una función docente, un valor educativo, pero el área de su actividad educativa fue cambiando con el paso del tiempo[1]:

  • En el momento helenístico, en la Edad Antigua, educó a los críticos y a los estudiosos. El museo era entonces un «depósito» donde se acumulaban los objetos.
  • En el Renacimiento sirvió para el placer de la contemplación de príncipes y magnates, pero contribuyó también a la educación del artista, que se inspiraba en aquellas bellas formas surgidas de la Antigüedad. Se trataba más bien, sin embargo, de un museo-colección.
  • Desde la Edad Moderna a la actualidad, el museo ha pasado de ser particular a nacional, al servicio educativo del pueblo. A este proceso contribuyen varios países. Francia, que nacionalizó las colecciones reales. Alemania, que estableció una metodología para la presentación de las colecciones. Estados Unidos que aportó su preocupación por la divulgación de los museos. Y la antigua URSS que dió al museo una interpretación social de educador de las masas.

España, por su parte, fue precursora de las teorías docentes de Estados Unidos y de la URSS, gracias al Decreto de 1901, en que se definían los museos como «centros docentes», «laboratorios de enseñanza» y «gran medio educador»[2].

Desde la década de 1960 y más aún en la siguiente, se esfuerzan los países y organismos culturales internacionales en que los museos sirvan al conocimiento humano y no sólo a su mero disfrute estético. Por ello se intenta revitalizar el museo de tipo «estático» tradicional y transformarlo en «museo dinámico», en centro cultural.

Esa mutación sustancial se ejemplifica en el cambio de actitudes registrado en el museo: de una política centrada en el objeto –su adquisición, conservación, estudio, etc.- se ha pasado a una política centrada en el público, que se traduce en una atención preferente al montaje de exposiciones comprensibles, adoptando unos criterios didácticos y no exclusivamente estéticos[3].

El museo tiene dos medios para comunicar con la sociedad:

  1. Una es a través del ambiente cultural, que contribuye a sensibilizar a los ciudadanos, y de esta forma les convierte en potenciales usuarios del museo, pero este ambiente no siempre llega a todas las capas sociales.
  2. La otra es a través de la escuela, es en ella donde a largo plazo están los futuros visitantes de los museos y es mediante una intención pedagógica como puede educarse al visitante por medio de la cultura de los museos. Los niños deben enterarse de lo que los objetos dicen al tiempo que disfrutan de ellos, y así aprenderán a descifrar su mensaje de forma natural.

Sin embargo, Inmaculada Pastor sitúa la acción de los museos en el ámbito de la educación no formal, es decir, fuera del sistema educativo (esta sería la educación formal), abierta a un amplio espectro de destinatarios[4]:

  • Escolares, desde la educación infantil hasta la educación universitaria.
  • Docentes de todos los niveles educativos y educadores en general.
  • Familias.
  • Grupos de niños o jóvenes pertenecientes a grupos o asociaciones de tiempo libre.
  • Adultos, bien sea de forma individual o en grupo pequeño, bien sea en grupos organizados pertenecientes a alguna entidad, asociación, empresa o colectivo específico.
  • Personas mayores, bien sea en forma individual o en grupo pequeño, bien sea en grupos organizados por alguna institución o asociación.
  • Personas con alguna discapacidad física o psíquica.
  • Personas con problemáticas sociales especiales, como marginación, toxicomanías, delincuencia etc.
  • Enfermos crónicos (mentales, por ejemplo).
  • Investigadores o expertos.

Y considera al museo como el instrumento ideal para lograr una educación patrimonial cuyos objetivos serían tres: dar a conocer el patrimonio a la población en general; concienciar a la población para contribuir a preservarlo de la destrucción y abandono, y poder así legarlo a las generaciones futuras; y proporcionar a la población el goce de la contemplación y comprensión del valor y significado del patrimonio, para contribuir a su enriquecimiento personal y colectivo.

Concluye que en la educación museística son muy importantes los conocimientos (no se puede valorar sin conocer), los valores de respeto y estimación hacia la cultura propia y la de los demás pueblos, y el desarrollo de las capacidades cognoscitivas de la persona (la capacidad de observación, de comparación, de relación, de síntesis, de interpretación etc.).

Por tanto, las instituciones museísticas son potencialmente “instituciones educativas” de un extraordinario valor.

2. ELEMENTOS DE QUE SE VALE LA FUNCION PEDAGÓGICA EN EL MUSEO.

Dos son los componentes emisores de la función pedagógica de que tratamos: el Museo y la Escuela.

Nos centraremos en primer lugar en el Museo.

La institución «museo» la lleva a cabo como parte fundamental de su fin. Es consustancial a él. Un museo que no se plantee esta función es como si no existiera, ya que el museo no es un lugar de mera exposición de objetos. Es un órgano educativo básico, puesto que debe provocar el análisis intrínseco a la pieza expuesta y comparativo respecto a las de su entorno.

La función pedagógica del museo tiene, además, sus exigencias: el equipo directivo debe ser pluridisciplinar y estar persuadido de su función educadora, así como entender el museo como aula de cultura; el museo deberá gozar de las condiciones y equipamientos necesarios para cumplir sus fines, en especial la presentación de los objetos, para ser verdaderamente educativo.

Entre los elementos de que se vale el museo en esta necesaria presentación, hay unos que son directamente informativos y otros que influyen en gran manera en la información, pero que no son soportes primarios de mensajes.

Veámoslos con detenimiento.

A. Elementos directamente informativos en la presentación de objetos:

Son los soportes directos de la información.

No tienen una acción modificadora sobre la manera de ver la pieza expuesta. Constituyen mensajes independientes.

Podemos clasificar estos elementos en: información escrita, información complementaria, información audiovisual e información exterior.

Información escrita:

Plantea dos problemas principales: la cantidad de información óptima y la forma que debe tener esa información.

Sobre la cantidad de lectura que es capaz de soportar el visitante, hay que considerar que la información escrita debe de ser concisa y estar concretamente dirigida; no debe ser «de opinión» sino de datos; su estilo tiene que ser directo; empleará vocabulario sencillo y ajustado; hay que prever distintos niveles de lectura, según la heterogeneidad de los visitantes: nivel general o de Educación Primaria, medio de cultura general, y específico o de especialistas. Estos niveles pueden distinguirse por: tipografía, por color (o juego positivo-negativo) o por otras señales (flechas, puntos, asteriscos…). Se tendrá en cuenta, al respecto, la complicación inherente a la información bilingüe o trilingüe.

El sistema tipográfico consiste en distinguir los niveles por la letra utilizada en la escritura de su contenido. Puede hacerse atendiendo al tipo o al cuerpo de la letra. Se debe tener en cuenta que la letra elegida para el nivel general será mayor: su destinatario (el niño, el analfabeto funcional o el anciano), tarda más en leer, se cansa antes y/o se distrae con otras incitaciones. Además este nivel es el de menor extensión y contenido.
Respecto a los tipos de información escrita hay que tener en cuenta que existe:

  • una información general: que sirve para situar al visitante frente al conjunto del museo o de las partes monográficas en que se divida. Debe ser cuidadosamente planteada, breve y aclaratoria;
  • una información de conjuntos o de subconjuntos: que proporciona datos para la comprensión de objetos con relación mutua (sala o colección). No tiene por qué ser cubierta solo con la información escrita, cabe la ayuda de informaciones complementarias y audiovisuales. El contenido de esta información debe ser más específico y darse todos los niveles de lectura. La diferencia entre la información general y esta de conjunto debe ser también formal (y distinguirse por la situación, formato de los paneles y tamaño de las letras).

Sobre la forma que debe tener esta información, se tendrá en cuenta que la colocación de la información escrita o estable debe contemplar: la altura a la que es capaz de leer un niño y la no interferencia con los objetos propios del museo.

Puntos a estudiar también son:

  • Las vitrinas: su altura, anchura, el distanciamiento en que coloca las piezas en ellas encerradas y la importancia que confiere a los objetos museados; sus problemas desde el punto de vista pedagógico: la dificultad física de que los niños vean todo el interior y comprendan que el contenido es parte de un conjunto (la vitrina no debe ser un aislante).
  • Los pedestales soporte de los objetos y de la información a ellos referida, que se identifique y no moleste.
  • La cartela o información escrita que origina cada pieza: no debe interferir, se asociará sin error a su objeto, su lectura será fácil y su colocación ante el lector no obstaculizará al resto de los visitantes. Se tendrán en cuenta las exigencias de los diferentes niveles: en el primario bastará con el título o utilización del objeto, datación y autor; en el medio se añadirán datos complementarios; en el específico, datos de la historia del objeto (documentación, bibliografía etc.).

La información móvil, es decir aquella que el visitante puede llevar consigo (audioguías, publicaciones…), debe contemplar también la existencia de niveles de lectura. Tiene la ventaja de que no interfiere la visión de los objetos, se recurre a ella en el momento deseado, pero tiene el inconveniente de su precio, vedado a muchos visitantes (niños, estudiantes y jubilados).

Información complementaria

Es la compuesta por los elementos que sirven de soporte a una información necesaria para la mejor comprensión de los objetos: mapas, gráficos, fotografías, dibujos, esquemas e información audiovisual.

Todos ellos deben ayudar a la visualización por encima del dato concreto. Ser comprensibles, no decorativos, ser complementarios.

Con los mapas es posible dar los distintos niveles de comprensión en uno solo.
Se aconsejan los gráficos para los especialistas. No deben abrumar por su complicación y abundancia. Deben seguir un estilo. No ser «decorativos» y ser siempre, también, un complemento de la pieza, no protagonistas.

La fotografía es muy útil porque su lectura es directa y fácil. Su calidad estética no justifica por sí misma su uso; su tamaño puede alterar la jerarquía del mensaje que transmite; el uso del color o la manipulación de la fotografía debe ir condicionado por el propio contenido (una foto en color destaca más, es más comprensible). Respetarán las exigencias de los niveles de lectura.

Información audiovisual

Dentro de la información complementaria hay un tipo de soporte más familiar para el hombre de hoy: el constituido por los medios audiovisuales.

Los medios puramente auditivos son aquellos que usan la música, sonidos y ruidos y los que usan la palabra.

Los audiovisuales comprenden proyecciones de diapositivas sincronizadas con sonido, radio, televisión, cine, video y, actualmente, la consulta mediante ordenador (con o sin pantalla táctil) o proyección sobre pantalla del contenido de soportes ópticos de memoria: CD-ROM (para lectura de datos acompañados de sonidos, gráficos e imagen dinámica de vídeo), el hipertexto (para acceso a informaciones colaterales al tema en estudio), el CD-I (disco compacto multimedia e interactivo) y el DVD (vídeo digital). Y también interesan a las bases de datos y páginas web (con la posibilidad de realizar visitas “virtuales” al museo, enlazar con buscadores que amplíen la información deseada, interactuar con expertos, intervenir en juegos de preguntas y respuestas etc.) que ofrece la red Internet.

La información audiovisual tiene una importante misión, pues amplía la información de la pieza expuesta o de un conjunto de piezas, las ambienta y contextualiza, aclara ideas sobre los materiales que van a verse o sirve de recordatorio de lo que se ha visto.

Los audiovisuales más tradicionales (diapositivas, TV, cine) exigen unas condiciones:que las imágenes sean reconocibles, homogéneas, respondan al tamaño real de los objetos y permanezcan en pantalla el tiempo suficiente para su lectura;que empleen el sonido con cautela, acompañando a la imagen;que por medio del guión el espectador reciba dos tipos de informaciones: una directa (imagen y palabra) y otra indirecta (ritmo, música y sonido), con un cuidado hacia la línea de interés;que la palabra no sobrepase en extensión a la imagen; no debe describir lo que se ve; establecerá relaciones entre lo que se ha visto y se vaya a ver;que posea un ritmo y una línea de interés: mediante la alternancia de planos, duración de las imágenes, dos o tres puntos álgidos de interés, etc.;y que la duración sea de 12 a 18′ y nunca sobrepase los 25′.

Los audiovisuales con soporte magnético (vídeo) o electrónico (mediante ordenador) no interfieren demasiado en las piezas expuestas (no necesitan de un ambiente oscuro) y permiten el diálogo del visitante con el museo, es decir favorecen una participación activa y a la carta.

Para recordar al visitante el contenido de los audiovisuales, se pueden editar resúmenes de los mismos con un texto explicativo, mapas, gráficos, tablas cronológicas y un vocabulario técnico explicativo.

Información exterior

Es toda aquella que el museo emite hacia un destinatario que puede no ser visitante.
Se trata de publicaciones (carteles, hojas publicitarias, revistas o boletines periódicos, hojas y guías didácticas etc.), anuncios en los medios de comunicación y presentaciones electrónicas (páginas web).

En cuanto al cartel, es conveniente que incorpore una imagen, porque debe ser visual ante todo. Si esta imagen la constituye un objeto del propio museo, se corre el peligro de darle un protagonismo injusto para con los otros objetos expuestos. Puede optarse por escoger varios motivos o por incorporar la imagen del edificio. Lo ideal, siempre, es que la imagen escogida traduzca el contenido y el espíritu del museo.

En el cartel debe haber: adecuación de fondo y forma, claridad de comprensión, sorpresa y «gancho» frente al contemplador. Es interesante su difusión por los centros educativos.

B. Elementos indirectamente informativos

Aquí incluimos otros elementos que componen el museo y que deben cumplir cierta función pedagógica: el edificio en si, la instalación museográfica y el reparto de espacios tienen un papel significante.

El edificio

Como hemos explicado, el edificio contenedor del museo puede ser un edificio construido a propósito para el mismo o construido con otro fin y aprovechado como tal.

En este último caso caben dos alternativas: que se corresponda su estilo y época con el contenido o que no. En el primer caso existirá una adecuación entre el contenido y los valores arquitectónicos del edificio. En el segundo, habrá que resolver los problemas de identificación que en ese ámbito planteen los objetos, pero sin modificar la personalidad del edificio, que suele ser de importante valor arquitectónico. El mismo puede tener una función pedagógica.

La instalación museográfica

Debe tener en cuenta aspectos tan importantes como la distribución de espacios y su secuencia, la circulación a través de itinerarios ordenados, la comodidad del visitante, la ambientación y la instalación museográfica.

En el montaje de las piezas, Inmaculada Pastor recomienda seguir un enfoque educativo constructivista[5]:

  • que haga depender la presentación de los objetos no de la estructura lógica de la materia sino de las necesidades educativas de los visitantes;
  • que permita al visitante construir su propio conocimiento mediante la interacción con las obras expuestas;
  • los programas educativos estarán diseñados de forma que permitan múltiples caminos posibles a través de las salas del museo y den al visitante la opción de elegir entre diversas modalidades para conseguir información;
  • y se animará al visitante a elaborar sus propias conclusiones tras su exploración del museo.

Con respecto a la instalación museográfica hay que recordar que la estatura de los niños debe condicionar: el montaje de los objetos, de la información y de la iluminación.

Los espacios no específicos

En los museos hay unos espacios que no constituyen parte integrante de su contenido, pero que complementan la función informativa y por tanto didáctica, al permitir desarrollar en ellos ciertas actuaciones marginales, que deben ser también cuidadosamente preparadas. Nos referimos al vestíbulo de entrada, a la tienda, la cafetería, las salas de descanso, la guardería etc.

De todos ellos el más importante es el primero. Del ambiente del vestíbulo dependerá el interés que despierte el museo al visitante. Debe ser acogedor, festivo y gratificante. Responderá al espíritu del museo.

La tienda tiene un papel acercador al museo y una función educadora.

La cafetería y otros lugares de descanso deben «funcionar» como elemento indirectamente informativo, aunque sólo sea a nivel de sensaciones.

En las guarderías, los niños deben servirse de juegos educativos, si es posible vinculados al contenido del museo.

C. Medios directamente pedagógicos:

Los medios directamente pedagógicos más frecuentes son: la hoja didáctica, la guía pedagógica, la hoja informativa, el dinamuseo y el gabinete didáctico.

Veámoslos.

La hoja didáctica

Es uno de los medios utilizados para facilitar al niño el conocimiento de una pieza.

Se diferencia de la hoja informativa en que el niño ha de trabajar con ella, no quedándose en simple receptor de la información.

La pieza estudiada es punto de partida para conocer aspectos nuevos de la cultura a que pertenece. Quiere esto decir que en la hoja didáctica se emplea el método inductivo: partir del análisis de la pieza para llegar a una valoración cultural. Es un proceso metodológico que nos propone Inmaculada Pastor Homs en el Anexo 11 (Aprendizaje a partir del objeto expuesto en la visita didáctica al museo)[6].

Los pasos que ha de dar el niño con ella son:

  1. Leerá la información que se le ofrece sobre la pieza.
  2. Interpretar´esa lectura para ver cual es el significado de los datos leídos.

Paralelamente podrá establecer la relación con otras piezas de la misma u otras culturas, con objeto de ampliar su significado, la función o el contenido de la pieza en estudio. Se verá al objeto integrado en su contexto cultural.

Los peligros que presenta son varios, ya que puede tener un estilo infantilizado y no prever la edad de su destinatario; puede llevar a conclusiones imaginativas y no objetivas; puede dirigirse hacia varios temas u objetivos, cuando lo deseable es que se centre en un solo tema; puede transformarse en un «examen», cuando lo que debe pretender es que el niño fije su atención en ciertos aspectos.

Los planteamientos que han de dirigir la elaboración de una hoja didáctica son:

  1. La actividad a realizar ha de ser propuesta por la propia pieza, de manera que la hoja se aproxime lo más posible al aspecto formal, técnico o temático más característico de ella.
    Ejemplo:

    • Si invitamos al niño a colorear el dibujo de la Dama de Baza, resaltamos la originalidad de esta escultura frente al resto de la escultura ibérica que nos ha llegado sin color. El propio niño se preguntará si el resto de la escultura ibérica estaba pintada o no. Será el momento de hacer que se fije en las urnas de Galera pintadas
    • Si el objeto que tratamos es un mosaico, cuya esencia técnica es su composición, se podrá proponer la recomposición del mosaico a partir de la descomposición del mismo en escenas o temas.
  2. El niño realiza una verdadera lectura del objeto propuesto, lo recrea (mediante el recortado, pegado, coloreado etc.), lo investiga y todo ello entendido como un juego.
  3. La información que facilita la hoja debe proveer al niño de datos y relaciones suficientes para la mejor comprensión de la obra en sí misma, con relación a otras y en el contexto cultural que le da sentido. La información posibilitará la búsqueda y contestación personal a los interrogantes que presenta la pieza. Implicará el uso de términos adecuados y propios, cuyos significados se han de ofrecer en vocabularios incluidos al final del texto.
    Ejemplo:

    • para que sirve o sirvió el objeto en estudio, su uso
    • a que cultura pertenece
    • de dónde procede
    • interpretación de los datos que peor se entienden
    • relación con otros objetos de esa cultura o de otra
    • referencia a los textos coetáneos que ayudan a la interpretación
    • reconstrucción de su entorno sociocultural
    • el momento cronológico etc.
  4. Las preguntas que se intercalan en el texto han de ser activadoras. Las respuestas, razonadas, evaluarán las características personales del niño: su capacidad de atención y de búsqueda, su rapidez en la comprensión, la limpieza en el trabajo manual y otras características.

La guía pedagógica

Para visitar el museo individualmente y sin cicerone existe la posibilidad de utilizar guías escritas o audios portátiles.

Las guías escritas suelen ser de tres categorías:

  • el catálogo: suele ser de nivel científico y en él se recogen los objetos museados con la mayor información específica, incluso fotografías;
  • la guía didáctica: es una reproducción portátil, sin los objetos, de los elementos directamente informativos e indirectos propios de la publicación (diagramación, color…);
  • la guía pedagógica: debe ser como la anterior pero eminentemente participativa. Puede estar formada por un conjunto de hojas didácticas presentadas en forma de cuaderno o dentro de una carpeta, sobre las que se podrá escribir, colorear, pegar etc. Debe tener unidad y ayudar a una visión no tanto puntual sino panorámica del conjunto del museo o de una parte monográfica de él. Debe usarse sobre todo «durante la visita».

La hoja informativa

Otro de los materiales servidos por el museo a sus visitantes son las hojas informativas, que pretenden explicar la naturaleza de los fondos conservados. Carecen del didactismo de las anteriores y no exigen el mismo grado de participación. En este tipo de hojas se hace preciso diferenciar las dirigidas a los niños y las pensadas para los adultos.

El dinamuseo

Es un espacio especialmente adecuado en los museos para realizar actividades que requieren el uso de elementos mecanizados y de materiales que estorben su normal funcionamiento.

En él los niños realizan maquetas, manejan imitaciones de los objetos museados, estudian los volúmenes, las influencias y empleo de la luz en los cuadros, realizan audiovisuales o prácticas de sensibilización artística.

El dinamuseo puede completarse, sobre todo en los museos de arte contemporáneo, con otro espacio llamado área de sensibilización, en donde los niños realizan experiencias de color o táctiles de identificación, modelado, descubrimiento de formas en la naturaleza y otras pruebas.

Por extensión quedarían comprendidas también las escenificaciones o dramatizaciones ante la obra expuesta, que buscar darle una vida para hacerla reconocible.

El gabinete didáctico

También conocido por Departamento Pedagógico o Departamento de Educación y Acción Cultural. A él ya nos hemos referido en el Cap. 8.

Es el instrumento del planteamiento didáctico del museo, el que asume la relación más personal con los visitantes y en cierto modo es el relaciones públicas del museo, constituye su cara más humana.

En él confluyen la información científica que se quiere ofrecer y la intencionalidad educativa, didáctica y comunicadora.

Esta disposición debe estar presente en el personal directivo, conservador y pedagogo, así como en sus colaboradores (diseñador, fotógrafo, personal auxiliar y guías), que debe trabajar en equipo.

Evaluará críticamente las características del público, tanto real como potencial; el grado de aprendizaje del público que ha visitado la exposición; y la adecuación de las actividades programadas a los niveles de la enseñanza

Estará en comunicación permanente con los profesores de enseñanza para ajustar la acción educativa.

Lo exponemos de manera gráfica:

ASPECTOS A TENER EN CUENTA
EN LA EVALUACIÓN EDUCATIVA DENTRO DEL MUSEO
Según Inmaculada Pastor. Pedagogía museística, p. 75
Características del público
  • Identificación y caracterización del público real y el potencial
  • Identificación de las necesidades de los distintos públicos
  • Identificación de los factores que determinan la decisión de visitar o no visitar el museo
  • Identificación de las barreras que dificultan el acceso al museo (físicas, sensoriales, intelectuales, económicas, culturales, etc.)
  • Opiniones de los visitantes sobre la ubicación, servicios y equipamientos generales del museo
Aprendizaje del público que ha visitado la exposición
  • Respuestas del público ante el diseño y presentación de la exposición (señalización, orientación, iluminación, accesibilidad, etc.)
  • Respuestas del público ante los elementos constitutivos de la exposición (interés de las obras seleccionadas, claridad de los textos informativos, adecuación de las actividades…)
  • Interpretación que hace el público del mensaje de la exposición

Ahora nos centraremos en la enseñanza escolar.

3. IMPORTANCIA DEL MUSEO EN LA ENSEÑANZA ESCOLAR

La oferta educativa debe amoldarse a la edad de sus destinatarios en cuanto a contenido y orientación pedagógica. Pueden establecerse tres grupos:

  • Los de edades inferiores a 5-6 años, que se corresponden con la etapa de educación infantil
  • Un segundo grupo formado por los niños de entre 7-8 años hasta los 11-12, es decir, los que cursan la educación primaria
  • Y, finalmente, un tercero, los de 13 años o más, que se corresponde con la enseñanza secundaria.

Con carácter general, se admiten unos principios o líneas de trabajo generales a tener en cuenta en el diseño de programas con todos los grupos:

  • El aprendizaje tendrá en cuenta la experiencia previa de los niños y su particular forma de entender el mundo que les rodea.
  • Los niños aprenderán contenidos relevantes para su vida real y no para la de los adultos.
  • Los niños serán los “dueños” de su propio aprendizaje con la ayuda y orientación que reciban de los educadores.
  • Los niños realizarán un proceso de aprendizaje basado en la actividad, la exploración y el descubrimiento[7].
  • El objetivo principal de los programas educativos será apoyar y orientar a los niños y adolescentes en la búsqueda del significado atribuido a los objetos del museo.

Analizando después las características de cada grupo, Inmaculada Pastor estudia con detalle la actividad educativa recomendable:

  1. Para el grupo de Educación Infantil (5-6 años de edad): ya que la capacidad de aprendizaje del niño en esta etapa es extraordinaria, no hay que restringir su paso al museo. Tendremos en cuenta:
    • Es importante que el grupo de niños sea reducido, ya que cuanto más joven sea el visitante más atención individualizada precisará.
    • La base del programa educativo será el juego, que podrá ser exploratorio, dramático, simbólico, constructivo o físico, puesto que es el modo de aprender que tiene el niño en esta fase de su vida.
    • El aprendizaje se basará en la observación y exploración de objetos y espacios mediante los sentidos. Por tanto, los niños deberán poder tocar, oler, escuchar, en suma sentir, los objetos y materiales del museo (preferiblemente réplicas).
    • Los niños deberán poder experimentar libremente con materiales muy diversos y adecuados que podremos a su alcance y, al mismo tiempo, aprenderán a respetar los objetos expuestos.
    • Las actividades que propongamos serán de corta duración, puesto que la capacidad de atención de los niños es limitada.
    • Por ello, tan solo debemos seleccionar unos pocos objetos para su estudio, a fin de focalizar la atención de los niños y evitar su dispersión.
    • Trataremos de introducir actividades que conlleven el trabajo en colaboración y el esfuerzo conjunto de todo el grupo, pese a que por su edad el grupo marca su propio ritmo.
    • Dispondremos de un espacio apropiado y acogedor para que los niños realicen sus actividades con el movimiento, el ruido y la posibilidad de ensuciar lógicos en sus circunstancias (aunque podrán realizarse algunas actividades en las salas del museo).
    • En suma, tendrá mucha importancia el aprendizaje individualizado y experimental, para que el niño pueda ver, tocar, participar, actuar y aprender por sí mismo sin miedo, aunque aprendiendo a respetar unas normas de comportamiento que deben tener muy claras desde el principio.
  1. Para el grupo de Educación Primaria (7-12 años): deberá tenerse en cuenta que, en estas edades, el niño va adquiriendo la capacidad de generalizar, sacar conclusiones, consensuar, discutir y llegar a resultados acerca de las cuestiones o problemas que se le plantean, aunque aún son limitados en su capacidad de abstracción.. Por ello se les debe enseñar “cómo mirar”, haciéndoles salir de su pasividad y aburrimiento y dándoles la oportunidad de tener una experiencia tangible y física. A partir de una exploración física del presente se les ayudará a reconstruir el pasado facilitándoles el contexto mediante materiales didácticos (escritos, audiovisuales o informáticos).
  2. Para el grupo de Enseñanza Secundaria (13-15 años): a los adolescentes se les motiva en el museo con mayor dificultad, pues recelan de cualquier elemento establecido de la “vida adulta”. Los programas dirigidos a ellos deberán:
    • Hacer partícipes a los jóvenes de la planificación de las actividades dirigidas a ellos para favorecer su implicación personal y hacerles sentirse “dueños” de su propia formación.
    • Aprovechar las temáticas o exposiciones que han suscitado su interés para tratar de profundizar en ellas mediante proyectos de mayor duración y alcance.
    • Procurar que tengan claros los objetivos de las actividades y programas que se les ofrecen y sus posibles beneficios para ellos mismos.
    • Tratar de consolidar “grupos de trabajo” eficaces y estables para llevar a cabo las actividades y darles la posibilidad de continuar trabajando juntos en posteriores proyectos.
    • El educador que trabaje con ellos adoptará más un papel de animador, orientador y consejero, para no ser percibido como un “profesor más”.
    • Procurar hacerles conscientes de la importancia y valor del trabajo que hacen en el museo, tanto para ellos mismos como para la comunidad.

La visita al museo:

Todas estas precisiones se orientan a la vista del museo, supuesta la estrecha colaboración de los educadores del museo con el profesor. De esta colaboración se beneficiarán ambas partes:

  • Los educadores del museo podrán recabar información acerca del grupo visitante: su nivel de conocimientos respecto a lo que es un museo y con relación a la temática concreta del programa educativo que llevarán a cabo, conocer las características del grupo o las necesidades particulares de alguno de sus miembros, así como de los mismos profesores.
  • Los profesores, con la información recibida del museo podrán entender mejor los objetivos y metodologías de la visita, preparar actividades previas a la misma para motivar a sus alumnos o realizar actividades complementarias que redunden en la mejor asimilación de los contenidos de la visita.

El Museo tiene un importante papel formador que jugar para preparar a los profesores como guías idóneos de las visitas escolares: no sólo se les enseñará el contenido del museo y sus instalaciones museográficas, sino el método seguido en el estudio de las piezas, los diferentes itinerarios a seguir en la visita, las múltiples relaciones que se pueden establecer, la mejor utilización de los espacios y otros aspectos de interés, todo ello con un sentido práctico, crítico y pedagógico.

Las «escuelas de verano» son muy útiles, en este sentido, para el reciclaje del profesorado con museólogos, de las que se derivan intercambios de criterios pedagógicos útiles para ambos tipos de profesionales.

Metodología:

La visita debe prepararse a dos niveles:

  • Uno general: implica la previsión de la visita al museo en el programa de la asignatura. El provecho de la asignatura deberá medirse no a nivel cuantitativo, sino por la profundidad de los conocimientos adquiridos mediante ella.
  • Otro específico: que exige la preparación de la visita por parte del profesor, quien deberá conocer primero el museo para luego adecuar sus posibilidades a los fines pedagógicos y de conocimiento que se propone.

Conocer el museo exige saber el contenido de las salas: las piezas expuestas los horarios y días adecuados para la visita colectiva; y el contacto con los responsables del gabinete didáctico para obtener orientaciones o ayuda en la planificación de la visita colectiva

La visita, a nivel pedagógico, requiere:

  • una selección del tema y/o piezas idóneas para el estudio cultural que se pretenda;
  • una sistematización de la información;
  • una motivación del alumno para que el conocimiento sea efectivo;
  • un planteamiento metodológico propio o existente en el museo;

Antes de la visita, el que los alumnos sean preparados para ella:

  • deben saber a donde van a ir;
  • se les explicará qué es un museo;
  • se les presentarán los fondos como algo vivo a pesar de la distancia temporal, que pertenecieron a nuestros antepasados;
  • se relacionará al museo con su entorno urbano o histórico-geográfico; se explicará su historia;
  • sabrán que tipo de trabajo realizarán en él o posteriormente en clase;
  • y se les facilitará el material necesario: guiones ya preparados, planos etc.

Son normas prácticas para la visita:

  • evitar grupos numerosos, no superiores a 20-25 alumnos; el guía o profesor será quien determine el número en función de su nivel;
  • graduar la cantidad de información que reciba el visitante, en función de su horizonte de conocimientos y de su capacidad física y mental; por ello es importante la selección previa del objetivo que se pretenda con la visita al museo;
  • hacer una crítica posterior de la visita para sacar consecuencias de la misma y actualizar la cultura que se ha estudiado.

El gabinete didáctico, por su lado, evaluará y seguirá este tipo de visitas.

En resumen: la eficacia de una visita al museo dependerá de la planificación de objetivos y de la adecuada metodología, que contenga estos pasos esenciales:

METODOLOGÍA DE LA VISITA AL MUSEO
ANTES DE LA VISITA – Recogida de información: en el Dpto. Pedagógico

– Concreción de objetivos

– Documentación y material de apoyo

– Elaboración de una guía, bien la del museo o una propia

DURANTE LA VISITA – Recogida de datos

– Técnicas de observación y análisis (cuestionarios)

– Realización de planos, bocetos…

– Análisis comparativos

DESPUÉS DE LA VISITA – Actividades de expresión: plástica, dramatización.

– Otras actividades: dosieres, juegos de simulación…

– Puesta en común: debates

– Evaluación de resultados

El museo también debe preparar programas educativos fuera del horario lectivo (en un fin de semana o en tiempo de vacaciones), con actividades a más largo plazo, dentro del espacio adecuado y con los recursos necesarios.

4. OFERTA EDUCATIVA DIRIGIDA A LOS ADULTOS

La diversidad es el rasgo distintivo de los visitantes adultos, de quienes el museo desconoce su “historial previo” y a los que es difícil evaluar tras su visita, ya que no mantienen un contacto regular con el museo, como sucede con el ámbito escolar.

Dentro de este gran colectivo se comprenden:

  • El grupo de edad de 25 a 40 años, que constituye en Europa Occidental un sector de visitantes en crecimiento.
  • Las familias, es decir, adultos acompañados por sus hijos.
  • Grupos específicos o “nuevos públicos”, tales como profesionales, miembros de asociaciones diversas, amas de casa, grupos juveniles, militares, grupos de marginados etc.

El adulto suele ser un “aprendiz no guiado”, al que le gusta disfrutar de su autonomía y no sentirse muy encorsetado por programas educativos. Como explica Inmaculada Pastor[8], el aprendizaje del visitante adulto:

  • Es un aprendizaje no lineal, que se mueve por intereses personales y no se somete a una secuencia predeterminada de visita.
  • Es un aprendizaje voluntario, fruto de una decisión libre.
  • Es un aprendizaje con ritmo propio en función de múltiples factores: el interés, el tiempo disponible para la visita, el nivel formativo etc.
  • Es un proceso de aprendizaje de carácter exploratorio, que carece en muchos casos de objetivos claramente definidos.
  • Tiene una orientación predominante visual, que deja en segundo plano las informaciones textuales.

Por tanto, las líneas de actuación del museo en materia educativa dirigida a los adultos deben basarse en los siguientes criterios:

  1. Racionalización y flexibilidad horaria, adecuada a las posibilidades de acudir al museo.
  2. Diversificación de la oferta educativa, de tal manera que se dé la posibilidad de escoger la actividad, el programa, el itinerario, etc., más adecuado a cada visitante, con una información clara de lo que pretende cada opción.
  3. Priorización de programas orientados a la participación y a la interacción entre visitantes y obras expuestas, no exentos de componentes lúdicos y que favorezcan el sentimiento de utilidad para la vida cotidiana.
  4. Inclusión en los programas de mecanismos de auto-evaluación para el visitante orientados hacia la motivación inicial y a la creación de actitudes de curiosidad y expectación ante las exposiciones, así como al refuerzo, auto-afianzamiento y generación de sentimientos de satisfacción por el propio aprendizaje.

Y para captar “nuevos públicos”, se recomienda seguir una estrategia que atienda por igual:

  • Al uso eficaz y creativo de la publicidad, dándole un carácter más personalizado.
  • Al plan de exposiciones fuera del ámbito propio para acercar el museo a lugares donde se concentra ese tipo de público: estaciones, centros cívicos, hospitales, casas regionales etc.
  • Al préstamo de obras a instituciones ciudadanas.
  • Al calendario de contactos de los educadores del museo con los grupos a fin de conocer sus expectativas y demandas respecto al museo, favoreciendo proyectos comunitarios donde todos se vean interesados e implicados

5. OFERTA EDUCATIVA DIRIGIDA A LAS PERSONAS MAYORES

Circunstancias como el adelanto de la jubilación, el aumento de la esperanza de vida y su calidad, nos sitúan en la Unión Europea ante un colectivo de 73 millones de personas con más de 50-55 años de edad capaces de mantenerse activos todavía durante al menos 20 años. El museo se convierte entonces en un potencial instrumento para la educación gerontológica, capaz de promover la potencialidad de los mayores, aumentar su autoestima y favorecer su integración en la sociedad.

Se trata, en primer lugar, de que los mayores puedan ocupar su tiempo de ocio de un modo creativo y enriquecedor, abandonando el peligro de la pasividad y de la incomunicación, ya que una inmensa mayoría de los mayores del área occidental dedican su tiempo a actividades poco participativas y predominantemente caseras. Por tanto, los museos han de aprovecharse del tiempo libre extra de los mayores en la planificación de su oferta educativa, para poner a su alcance un ocio más diversificado y cultural e intelectualmente más atractivo.

En tal sentido, las líneas básicas de la oferta museística a ellos dirigida puede contemplar:

  • Actividades en horarios adecuados a su tiempo libre.
  • Ayudarles a retomar antiguas aficiones e intereses, así como a descubrir otros nuevos.
  • Darles la oportunidad de relacionarse con otras personas.
  • Implicarles en las actividades de voluntariado y en las de la Asociación de Amigos del museo.
  • Promover programas intergeneracionales basados en el intercambio de experiencias.
  • Y, en cuanto al acceso, garantizarles la gratuidad de la visita, los servicios de transporte adecuado, la eliminación de barreras arquitectónicas en el museo, los espacios de encuentro apropiados y la utilización de los servicios culturales del museo en su provecho.

Pero el colectivo de mayores no solo debe ser considerado como destinatario de la actividad educativa del museo, sino también como recurso del museo para desarrollar programas que sirvan para la formación de otros sectores de la población, especialmente de niños y jóvenes.

Como colaboradores del museo, están capacitados para desarrollar cuatro tipos de actividades:

  • la enseñanza en vivo y en directo de técnicas artesanales en vías de extinción y de aspectos del patrimonio inmaterial amenazado (bailes, canciones, leyendas…), como complemento de actividades organizadas por el museo;
  • la transmisión de la cultura histórica y/o tradicional en las visitas familiares, en un fructífero intercambio intergeneracional e intercultural;
  • en los proyectos educativos basados en la reminiscencia o la memoria, utilizando los objetos para animar a los visitantes a compartir y discutir sus recuerdos;
  • como guías voluntarios del museo, cooperando al mejor rendimiento de los programas educativos del mismo.

6. OFERTA EDUCATIVA PARA PERSONAS CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES

En el Cap. 6, al tratar de la instalación museográfica y referirnos a las especiales características del montaje de exposiciones para personas con minusvalías (invidentes, personas con problemas de desplazamiento y aquejadas de trastornos nerviosos, y niños con síndrome de Down), expusimos las necesidades educativos de cada grupo.

Ahora nos referiremos a las personas de diferentes culturas, una de las barreras más difíciles de superar en el contexto occidental.

El museo debe analizar previamente la situación de interculturalidad en que se mueve nuestra sociedad hiperdesarrollada, para desplegar un plan estratégico de práctica educativa que trate de:

  • Mejorar la comprensión y el conocimiento entre los diferentes grupos étnicos de la comunidad.
  • Proporcionar a las personas involucradas en los programas información acerca de los pueblos de otras partes del mundo, en el pasado como en el presente.
  • Fomentar el respeto hacia los puntos de vista, creencias religiosas y prácticas culturales de los demás.
  • Combatir el racismo.
  • Superar la perspectiva histórica eurocéntrica acerca del comercio, la cultura, la ciencia y la tecnología sobre la que se basa nuestro sistema educativo tradicional[9].

7. ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS DE LA FUNCION EDUCATIVA DEL MUSEO

El museo puede hacer posible su función pedagógica no sólo sirviéndose de su exposición permanente, también mediante otras actividades complementarias, dentro del ámbito museístico o fuera de él.

A. En el propio museo:

Para este propósito se sirve de las exposiciones temporales, de las ediciones y de otras actividades culturales.

Las exposiciones temporales

Que pueden ser las organizadas por el propio museo o las contratadas por él.
Equivalen a pequeños museos con una intención didáctica.

Tienen una triple utilidad: constituyen una forma de profundizar en alguno de los aspectos específicos o colaterales del museo; son una extensión cultural en el ámbito cubierto por el museo; y una forma de despertar el interés hacia el museo
Variantes de este tipo de exposiciones son las llamadas:

  • pieza del mes: se trata de escoger uno de los objetos museados, si es posible con una relación de actualidad, y montar a su alrededor una exhaustiva trama de significados y relaciones;
  • ojo del artista: se ofrece a un artista contemporáneo una sala para que elija de entre los fondos del museo aquellas obras que él considere forman un hilo continuado hasta la suya y se ofrecen juntas

Ciertas exposiciones, como las destinadas a los invidentes, donde se les permite tocar las obras, van en esta línea divulgadora.

Las ediciones

El museo produce o vende con su garantía una serie de objetos: tarjetas, diapositivas, libros, videos, reproducciones, maquetas, recuerdos y otros elementos.

No siempre se tiene en cuenta a los niños a la hora de editar estos objetos y sin embargo ellos son la mejor prolongación de la acción educativa del museo.

Se pueden realizar libros de cuentos sobre o en torno a lo visto en el museo, mediante los cuales y de modo subliminal queden en la memoria del niño imágenes vistas en él. Lo mismo puede decirse de los libros-juego. Hay muchas posibilidades abiertas en este sentido (disfraces, maquetas, puzzles...).Las actividades culturales
Cursillos, conferencias, conciertos, teatro, proyecciones varias, son complementos informativos de un museo, que bien utilizados favorecen la función pedagógica del mismo.

B. Fuera de él:

La relación con su entorno

La función pedagógica del museo no puede quedar aislada. Por su propia naturaleza, el contenido de un museo se relaciona con el entorno geográfico más próximo. Así los materiales prehistóricos de una cueva expuestos en el museo se entienden mejor si después de ser vistos se visita ésta con su hábitat natural. Las excavaciones arqueológicas dirigidas por el museo son una buena ocasión para que los escolares conozcan los métodos de investigación sobre el terreno y de qué manera el museo realiza el acopio de materiales, que luego expone o simplemente conserva en sus almacenes.

El museobús

También conocido como museo móvil, museo sobre ruedas o autobús del arte.

Es un intento de introducir el museo en la vida cotidiana, visitando a sus potenciales visitantes. El museobús llega a un pueblo, a hora determinada o no, deja su contenedor y se marcha. En él se ofrecen en exposición fotos o reproducciones de obras de un museo concreto, con apoyo de audiovisuales y hojas informativas. Así el museobús sirve de reclamo para conocer el verdadero museo. A ello contribuye el insólito efecto publicitario de presentarse el museo rodado. También el museo así se «desacraliza». Es una forma muy interesante de llegar a los pueblos y barrios o a zonas geográficas alejadas en los grandes países del llamado Tercer Mundo.

Los stands portátiles

Nos referimos a esas pequeñas exposiciones que temporalmente se colocan en centros de enseñanza para llamar la atención sobre el museo.

Son esencialmente publicitarios: su exposición consiste en recordar que existe el museo y su acción se encamina a demostrar a niños y profesores lo que el museo les puede proporcionar. Utilizan reproducciones y se sirven del video para comunicar las informaciones. Deben ser autosuficientes.

Físicamente consisten en un cajón del que salen paredes articuladas que sirven como paneles de exposición. En el interior del cajón se instala el emisor de televisión.
Deben ser programados y diseñados por el gabinete didáctico del museo.

Otros medios

Las exposiciones ambulantes son frecuentes en países de gran extensión (Canadá, la Federación Rusa, Irán…), donde es preciso llevar la cultura a zonas muy alejadas.

La Casa del Museo es un experimento mexicano según el cual el Museo Nacional de Antropología ha destacado a un barrio obrero de la capital del Estado una sucursal del mismo. El público expresa en él sus vivencias, costumbres y conflictos e interviene en la instalación museográfica.

En algo parecido consiste la galería de vecindad norteamericana.

El museo del colegio. En Nigeria lo forman los propios estudiantes en su centro escolar y aunque no sea sino una repercusión indirecta del museo con mayúsculas, indica cómo se han comprendido las virtudes pedagógicas de la institución.

El kit o exposición portátil es una invención sueca, consistente en una unidad producida en serie y disponible para su alquiler y venta, que se presenta dentro de un estuche protector, fácil de llevar, que puede utilizarse para su presentación. Lleva material original o réplicas, medios audiovisuales, material suplementario gráfico y de trabajo, así como sugerencias para su uso didáctico.

8. MUSEOS ESPECÍFICAMENTE PEDAGÓGICOS

Existen museos que por esencia están específicamente dedicados a la enseñanza. Su razón de ser es, precisamente, cumplir una función pedagógica.

Podrían clasificarse en dos grandes grupos:

  1. Los museos que utilizan los objetos materiales como significantes de un proceso cultural. Son los llamados Museos de la Ciencia y de la Técnica: museos de ciencias naturales, etnológicos, algunos zoológicos y los ecomuseos.
  2. Y los museos que presentan simplemente el proceso, cultural o científico, para que el niño o adulto con afán de aprender lo vea, lo entienda y saque las conclusiones debidas. Son los llamados Museos del Niño.

Características de los museos de la ciencia y de la técnica:

  • Los objetos no están en ellos como protagonistas sino en razón del proceso a explicar. Ofrecen la posibilidad de que el niño vea lo que en la escuela ha aprendido. Por ejemplo: puede visitar el interior de un submarino en el Deutsches Museum de Munich o asistir a la extracción del mineral de hierro en el Museo de la Ciencia de Londres.
  • Se requiere muy poca información escrita o complementaria. El objeto del museo es la propia información y esta se da a través de las propias piezas expuestas.
  • El visitante se convierte en manipulador: pone en funcionamiento las máquinas, penetra en los medios de transporte, juega con computadoras, comprueba pesos y medidas, filma películas, golpean el tam-tam de la selva…

Destacan por su carácter de animación permanente, pero también como impulsores del progreso museológico a través de las sofisticadas técnicas de instalación que usan.

Cada museo requiere, sin embargo, una acción específica, pero ésta es esencialmente una acción educadora, desde un punto de vista multidisciplinar.

El museo de los niños:

Muy empleado en Norteamérica, viene a cubrir otras necesidades del proceso educativo no atendidas por el conjunto de museos existentes.

Su planteamiento es similar a los museos de la ciencia y de la técnica y como ellos utiliza todos los procedimientos posibles, buscando siempre la mayor sencillez en la información y con marcado carácter de diversión.

Su intención es aprovechar el sentido lúdico del niño, para que sin esfuerzo penetre en el mundo que se le quiere enseñar. Son museos hechos a la escala del niño (se llegan a emplear procedimientos similares a los de los parques de atracciones).

El resto de los museos suelen tener a este tipo de museo infantil como centro pedagógico experimental, del que obtener referencias valiosas.

9. BIBLIOGRAFÍA

Publicaciones periódicas

Boletín de la ANABAD. Ver GARCÍA BLANCO, Ángela. Didáctica del museo: el montaje didáctico. 1981, núm. 31, pp. 421-426.

Cuadernos de Pedagogía. Madrid, 1978, núm. de junio dedicado a los museos y la educación.

Escuela Española. Septiembre de 1978.

ICOM : Icom News/Las Nouvelles de l’Icom; Museum; Annales-musées, éducation, action culturelle.

Magisterio Español

Enciclopedias

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Monografías generales y específicas, obras colectivas

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BRAVO MALO DE ESPINOSA, Aurelia. El museo abierto. Quito, Casa de Cultura Ecuatoriana, 1976. 119 pp.

CABALLERO ZOREDA, Luis. Funciones, organización y servicios de un museo : el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Madrid, ANABAD, 1982. Pp. 57-63 y 156-161.

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VALDÉS SAGÜÉS, María del Carmen. La difusión cultural en el museo: servicios destinados al gran público. Gijón, Trea, 1999. Cap. III, “Difusión y educación en el museo”.

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FONTAL MERILLAS, O. “Enseñar y aprender patrimonio en el museo”, en CALAF, Roser (coord.). Arte para todos. Miradas para enseñar y aprender el patrimonio. Gijón, Ediciones Trea, 2003, pp. 49-79.

CAMPOS CARRASCO, Juan María-GIL DE LOS REYES, Soledad-OLIVA ALONSO, Diego. “Museo y pedagogía. Proyecto de un taller para los niños en el Museo Arqueológico de Sevilla”, en Museos, núm. 2, pp. 121-126.

GÓMEZ GONZÁLEZ, Javier-LINEROS ROMERO, Ricardo-ROMERO MORAGAS, Carlos. “Aplicación de los medios audiovisuales a la función pedagógica del Museo Arqueológico de Sevilla”, en Museos, núm. 2, pp. 127-132.

MINISTERIO DE CULTURA. Comunicaciones de las Jornadas de los Departamentos de Educación y Acción Cultural de Museos.

IDEM. Una experiencia pedagógica. La exposición «El niño y el museo». Madrid, 1980. [Interesante bibliografía sobre el museo y la educación]

Apoyo de los medios audiovisuales

COLORADO CASTELLARY, Arturo. Hipercultura visual. El reto hipermedia en el arte y la educación. Editorial Complutense, Madrid, 1997. Caps. 5 y 6. Amplia bibliografía.

Estudio de visitantes

PÉREZ SANTOS, Eloísa. Estudios de visitantes en museos: metodología y aplicaciones. Gijón, Ediciones Trea, 2000.

ANEXO 11
APRENDIZAJE A PARTIR DEL OBJETO EXPUESTO
EN LA VISITA DIDÁCTICA AL MUSEO
Según Inmaculada Pastor Homs. Pedagogía museística, 2004

1ª FASE: EXPLORACIÓN SENSORIAL DEL OBJETO.

  • Aspectos a explorar:
    • Tamaño
    • Escala
    • Materiales (cuántos, cuáles…)
    • Colores (intrínsecos, aplicados…)
    • Olor
    • Sabor
    • Ruido
    • Textura
    • Temperatura
    • Peso
    • Antigüedad
    • Estado de conservación
    • Etc.

2ª FASE: BÚSQUEDA DE OTRAS INFORMACIONES.

  • Buscar otras informaciones de/en:
    • Otros objetos, otras personas
    • Otros lugares, otros edificios
    • Libros, documentos
    • Fotografías, películas
    • Etc.

3ª FASE: ANÁLISIS Y DISCUSIÓN DE LA INFORMACIÓN OBTENIDA.

  • Algunos aspectos para analizar y sobre los cuales discutir:
    • Uso (cuando, para qué, por qué, de quién, para quién…)
    • Materiales (cuáles, de dónde, por qué…)
    • Diseño (estilo, decoración, coste…)
    • Elaboración (cuando, cómo, dónde, por quién…)
    • Significado (en la época en que fue construido, ahora, para mí, para su dueño, en otras culturas…)

4ª FASE: RECORDAR, COMPARAR, RELACIONAR Y SINTETIZAR.

  • Recordar:
    • ¿Qué conozco que se le parezca?
    • ¿Qué conozco que tenga la misma función?
    • ¿Por qué lo tengo / no lo tengo?
    • ¿Sería útil en otros lugares o en otros tiempos?
  • Comparar con:
    • Otros objetos utilizados por el mismo usuario
    • Otros objetos realizados por el mismo autor
    • Otros objetos de la misma época
    • Otros objetos del mismo material, estilo …
    • Objetos del mismo tipo, clase, función …
    • Etc.
  • Relacionar con:
    • La época histórica, la sociedad…
    • Las corrientes artísticas
    • los avances científicos y tecnológicos
    • El coleccionismo, la evolución de los museos
    • Los diversos lenguajes
    • Etc.
  • Sintetizar:
    • ¿Qué me “dice” el objeto acerca de la vida, las actitudes, las expectativas, los pensamientos, etc., de los individuos y los grupos?
    • ¿Qué significó el objeto en el pasado?, ¿qué significa hoy?
    • ¿Qué significa para mí?
    • ¿Qué significa para los demás?.

Notas (Puedes hacer clic en los números de las notas [X] para desplazarte entre la nota y su llamada)

[1] HERRERA ESCUDERO, María Luisa. El museo en la educación. Su origen, evolución e importancia en la cultura moderna. Barcelona-Madrid, Index, 1971.

[2] OVEJERO, Andrés. Concepto actual del Museo Artístico. Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1934. Discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.

[3] En esta adaptación de una forma de entender el museo a otra habrá que valorar dos aspectos que pueden dificultarla. El primero es la descontextualización que sufren los objetos con respecto a su marco natural: descontextualización que habrá de saberse utilizar para que aquellos aparezcan como portadora de mensajes. Y el segundo es la sacralización del ambiente. Los edificios de los museos han estado cargados de simbolismo, como si en cierta forma fuesen «templos». El visitante ha reaccionado ante ellos con actitudes de silencio, concentración y respeto, quizás exagerados. Por más que hoy esta actitud pueda ser criticada, sin embargo no debemos perder una necesaria dosis de respeto hacia los objetos expuestos en los museos, tras los que podremos imaginarse la presencia de nuestros antepasados.

[4] PASTOR HOMS, Mª Inmaculada. Pedagogía museística. Nuevas perspectivas y tendencias actuales. Barcelona, Ariel, 2004. Cap. 3, principalmente pp. 40-46.

[5] PASTOR, HOMS, M.I. Pedagogía museística, cit., pp. 54-55.

[6] PASTOR HOMS, M. I. Pedagogía museística, cit., pp.56-58.

[7] A este respecto, el estudio de INGLE, M. “Pupil’s perception of museum education sessions” (en HOOPER-GREENHILL, E. The Educational Role of tehe Museum. London, Routledge, 1994, pp. 316-324), revela que las actividades educativas preferidas por los niños de todas las edades son:

  • La manipulación de objetos, el hecho de poder tocarlos, sentirlos personalmente.
  • Las actividades relacionadas con disfrazarse, simular ser un personaje, o hacer una dramatización.
  • Todas aquellas actividades que permitan la participación activa de los visitantes.

[8] PASTOR HOMS, Mª Inmaculada. Pedagogía museística, cit., p. 99.

[9] Estas fueron las conclusiones de un encuentro de 43 museos de Gran Bretaña e Irlanda en 1997, recogidas por su coordinadora Moira G. Simpson en Making representations: museums in the post-colonial era. London, Routledge, 1997.