Capítulo 15 – Los fondos en reserva del museo. Condiciones que requieren. Problemas que plantean y soluciones viales.

  1. Qué son los fondos de reserva.
  2. Condiciones que requieren y funciones que desempeñan.
  3. Problemas que plantean en el museo.
  4. Soluciones más viables.
  5. Una experiencia piloto: las Salas Europeas.
  6. Bibliografía.

1. QUE SON LOS FONDOS DE RESERVA

Puede decirse que los fondos de un museo se distribuyen de tres maneras diferentes:

  • Aquellos que son exhibidos y ofrecidos al público en las salas, considerados como representativos de las fases culturales de la Humanidad.
  • Las colecciones de estudio, que son presentadas aparte a investigadores y estudios.
  • Y el resto del material, que se mantiene en reserva en almacenes bien acondicionados.

Estos últimos son, por tanto, los «fondos de reserva» de un museo, aunque en cierto modo también son fondos de reserva las colecciones en estudio. Por extensión, constituyen los fondos de reserva todo el material no expuesto, que se halla almacenado y fuera del alcance del público en general.

Se justifican los fondos de reserva en el hecho de la multiplicación incesante de los objetos del museo, sea por excavación, prospección, donación u otras causas, que impiden la exposición de todos ellos al público, bien por su elevado número o porque no todos estos objetos sean merecedores por su calidad de ser expuestos, o por razones didácticas.

Si embargo, todo objeto registrado en un museo tiene en sí un valor documental que obliga a no despreciarlo sino a integrarlo dentro de las colecciones en reserva de dicho museo, ya que en un momento dado puede ser requerido por el investigador para su estudio.

La existencia de los fondos de reserva constituye una derivación de las propias funciones del museo, que -recordemos- según el ICOM son:

  • Recolección de objetos
  • Investigación
  • Conservación
  • Comunicación
  • Educación
  • Recreación

Al menos las tres primeras funciones exigen ya de por si la existencia de almacenes donde se guarden los fondos en reserva.

Es decir, que los fondos de reserva son un importante apoyo para:

  • La conservación: un museo debe conservar los bienes culturales depositados en él y para ello deben ordenarse con eficacia los fondos que no vayan a exponerse en almacenes acondicionados.
  • La investigación: pues los estudiosos podrán tener la garantía de acceso a estos bienes culturales en el momento preciso, si estos están depositados y clasificados igualmente en almacenes a propósito.

De los espacios de que consta el museo -espacios destinados al público, espacios destinados al personal del museo y los utilizados por ambos-, las salas de reserva se ubicarán en estos últimos, es decir, en los espacios mixtos de utilización por el público (si bien restringido) y el personal del museo, al mismo nivel que otros servicios, como:

  • Salas de consulta de las colecciones, a donde se llevarán los materiales de las salas de reserva para su estudio.
  • La biblioteca.
  • Los archivos científicos relacionados con las colecciones del museo.
  • La fototeca, la filmoteca, la fonoteca y la videoteca.
  • Las oficinas para sociedades científicas afiliadas al museo, etc.

2. CONDICIONES QUE REQUIEREN Y FUNCIONES QUE DESEMPEÑAN

Desde el punto de vista de la seguridad, según Isabel Bravo Juega[1], las reservas o fondos del museo deberán almacenarse preferentemente en sótanos o locales de planta baja, por razones prácticas, de peso y de seguridad. Deben estar separadas de los locales técnicos, pero lo más cerca posible de la entrada al museo.

Serán fácilmente accesibles por dos razones:

  • Para permitir la entrada cómoda de los bienes culturales al museo (para lo que se recomienda que cuenten con un portón de entrada grande, que permita a los vehículos de transporte proceder a la descarga en el interior del edificio).
  • Y para garantizar la evacuación rápida de las obras en caso necesario.

El mantenimiento del orden en los fondos no sólo es en sí muy utilitario sino factor de seguridad.

Partiendo del estudio de Buces y Herráez[2] resumiremos en el cuadro adjunto las condiciones que deberá reunir todo almacén de fondos reservados:

CONDICIONES DEL ALMACÉN IDEAL DE UN MUSEO
A partir de J.A. Buces y J.A. Herráez. “El almacén de bienes culturales” (1999)
Accesos Acceso fácil desde el muelle de carga

Acceso directo al recinto de exposición

[Apoyo de dispositivos: montacargas, transpaletas, carretillas…]
Desembalaje y recepción de obras Espacio bien iluminado, que disponga de mesa o de cualquier otro elemento necesario para la inspección de la obra

Climatizado y con medidas de seguridad

[Manipulación por personal cualificado]
Almacén temporal de obras Dispondrá de peines, estanterías o cualquier otro elemento para el almacén de obras

[Lo más diáfano posible, con espacio libre para el tránsito y previsión de crecimiento]

Climatizado [y con seguimiento de las condiciones ambientales] [Sin iluminación natural, factor de deterioro]

[Sala de cuarentena] [Para el tratamiento de desinfectación y aislamiento de los bienes infectados]
Almacén de embalajes Amplio, limpio y climatizado
Limpieza Mantenimiento de estos espacios en condiciones de limpieza. Realizar las tareas de limpieza antes y después de llegar y salir las obras de arte

[Control de plagas mediante trampas]
Seguridad Vigilancia humana [e inspecciones periódicas]

Vigilancia electrónica, alarmas, cámaras de TV, vídeos, [cerraduras de seguridad], etc.

Sistemas contra incendios

Recomendaciones en caso de siniestros o accidentes en las obras de arte expuestas

De nuevo, basándonos en estos autores, expondremos los sistemas que recomendamos para facilitar el orden y clasificado de los bienes reservados[3]:

SISTEMAS PARA FACILITAR EL ORDEN Y CLASIFICADO DE LOS FONDOS ALMACENADOS
A partir de J.A. Buces y J.A. Herráez. “El almacén de bienes culturales” (1999)
Tipo de objeto Soporte de almacenaje Precauciones
Pintura: tela, tabla, metal etc.

Relieves: piedra, madera, metal… ejecutados por una sola cara y de peso reducido

Marcos

Peine [extraíble o de almacenamiento compacto] Aislar de muros, suelos y focos de humedad

Mantener la limpieza

Proteger de la luz

Escultura: madera, piedra, metal… de gran peso y volumen

Objetos de bulto redondo: madera, metal, piedra… de gran peso y volumen

Muebles y objetos similares

Pallet [en sótanos] Aislar de suelos, muros y focos de humedad

Mantener la limpieza

Lámparas, objetos colgantes y similares Barras y ganchos

Soportes especiales

No colocar en pasillos o a baja altura

Mantener la limpieza

Alfombras y tapices

Tejidos y pinturas sin montaje

Grandes dimensiones

Rulos (cuanto mayor sea el diámetro del rulo menor es el daño. Siempre se enrolla con la cara hacia fuera)

[Enrollado en tubo libre de ácido y lignina, encajado dentro de otro]
Aislar de suelos, muros y focos de humedad

Proteger de la luz y del polvo

[Guiones, banderas, estandartes Planeros metálicos pintados al fuego Extenderlos

Protegerlos de la humedad la luz y el polvo. Airear.]

Obra sobre soporte de papel o similar sin montaje Carpeta de montaje no ácido

Cajas no ácidas [de apertura frontal]

Estanterías [tipo planero] [Bandejas apilables modulares]

Aislar de focos de humedad

Proteger de la luz

Mantener la limpieza

Tejidos de pequeño formato o materiales similares Gavetas en posición horizontal Aislar de focos de humedad

Proteger de la luz

Proteger del polvo

Libros y documentos

 

Cajas no ácidas con bordes metálicos

Estanterías [con puertas] [Armarios móviles almacenamiento compacto]

Aislar de focos de humedad

Proteger de la luz

Proteger del polvo

[Control ambiental]
Objetos arqueológicos: cerámica, vidrio, metal, etc.

Pequeño formato

Contenedores

Soportes especiales

Estanterías [de almacenamiento compacto]

Aislar de focos de humedad

Mantener la limpieza

Joyas, monedas, medallas… Bandejas

Soportes especiales

Caja fuerte

Evitar focos de humedad

Mantener la limpieza

Fotografía en color y B/N Carpetas de montaje no ácido

Cajas no ácidas

[Ficheros metálicos pintados al fuego] [Sobres de papel no ácido o de polietileno]

Armarios [metálicos pintados al fuego]

Evitar focos de humedad y calor

[Renovación del aire]

Proteger de la luz

Mantener la limpieza

[Clichés fotográficos de cristal Ensobrado en bolsas de papel no ácidas y solapa protectora

Estuchado en cajas de archivo no ácidas de bordes metálicos

Armarios metálicos pintados al fuego

Armarios móviles almacenamiento compacto

Crontol medioambiental

Aireación

Preservar del polvo

Manipulado con guantes]

 

[Fondos audiovisuales: CDs, DVDs, cintas audio, films… Idem

 

Idem]
Trajes e indumentaria

 

Soportes especiales

[Cajas no ácidas con bordes metálicos y tisú como envoltorio] [Bolsas de algodón sin apresto]

Armarios

Evitar focos de humedad

Proteger de la luz

[Renovación del aire]

Mantener la limpieza

Colecciones de Ciencias Naturales [Carpetas de papel no ácido] [Bolsas de poliester]

Cajas no ácidas

Armarios-[archivadores]

Evitar focos de humedad y calor

Proteger de la luz

Mantener la limpieza

Proteger contra el biodeterioro

Armas y objetos similares Soportes especiales

Estanterías

Evitar focos de humedad

Mantener la limpieza

 

Mediante programas adecuados de ordenador, sobre todo en los grandes museos, se controlan el almacenamiento y los movimientos de los bienes objeto de almcenaje.

El acceso a las reservas debe estar permitido exclusivamente a los conservadores o a alguna persona delegada por ellos, llevándose el material de consulta a la sala de estudio, donde podrán trabajar con él los investigadores autorizados, devolviéndose el material al almacén cada día y sacándose en las cantidades precisas, teniendo buen cuidado del control del material extraído.

Las puertas de las reservas deben ser sólidas y estarán provistas de una cerradura de seguridad. Es recomendable proceder a controles periódicos en ellas.

Los almacenes, según Caballero Zoreda[4], poseen dos actividades fundamentales y perfectamente distinguibles:

  • una dirigida a su organización y vida interior: las adquisiciones, la ordenación y el inventario;
  • otra cara al exterior, dirigida principalmente a los investigadores, que suelen ser de tres clases:
    • unos de carácter semifijo, voluntarios o no, vinculados al museo a través de equipos de trabajo;
    • otros son estudiantes o licenciados que realizan el doctorado;
    • y algunos más investigadores de paso, normalmente para estudiar piezas muy determinadas y en fechas fijas e improrrogables.

Todos ellos deben contar con espacios apropiados para trabajar.

La atención de los fondos de reserva debe estar encomendada a un responsable directo, aunque su organización es tarea de los servicios técnicos del museo y en último grado de su director.

3. PROBLEMAS QUE PLANTEAN EN UN MUSEO

Los problemas museográficos que han planteado los fondos de reserva obedecen a dos causas: una de carácter físico, otra -la principal- debido a la función pedagógica y sociocultural que se quiere dar al museo, lo que obliga a seleccionar entre los fondos expuestos aquellos que son imprescindibles para comprender las fases culturales de la Civilización o aquellos otros que dificulten un acercamiento al público, relegando los demás a los almacenes.

Veamos con detenimiento ambas problemáticas:

  1. Problemas derivados de la multiplicación de los fondos:
    • El almacenamiento en condiciones de conservación y accesibilidad.
    • La falta de personal especializado necesario para el estudio del material acumulado.
    • La expansión del museo a que obligan tantos materiales, planteando problemas de financiación difíciles de resolver.
  2. Problemas derivados de la función pedagógica y sociocultural:
    • Para los museólogos preocupados por la labor pedagógica del museo, no se tratará de que en este centro se ofrezcan al público gran número de objetos, sino sólo las piezas representativas que den una idea clara, por ejemplo, del arte de su época. Esto demada a su vez la existencia de otras salas especializadas para los estudiosos, pero que queden fuera del recorrido del público.
    • La misión social que todo museo debe tener, impedirá que los fondos incluídos en las reservas no permanezcan inéditos para siempre, sino que sean expuestos al público periódicamente, lo que exigirá alterar el carácter de exposición permanente que hasta ahora se daba a las salas de los museos. De lo contrario se puede llegar a un exceso de obras expuestas, que a veces coincide con una saturación de los depósitos.
    • El papel de animador sociocultural que la sociedad de hoy exige al museo, no será posible si al espectador no se le ofrecen condiciones de comodidad y de comunicabilidad en el interior del recinto museístico, lo que no es compatible con el amontonamiento abrumador de los objetos expuestos, que causarán en él cansancio y falta de participación.

4. SOLUCIONES MÁS VIABLES

Las soluciones a estos problemas son fáciles de imaginar:

  1. La redistribución de fondos:
    • Para evitar el amontonamiento de obras en las paredes de las salas, con el consiguiente problema de falta de espacio y deficiencias en la iluminación.
    • Por razones de seguridad, por el peligro que implica su elevada concentración ante catástrofes, guerras, incendios y otras desgracias.Con el exceso de obras expuestas y las existentes en depósitos se podrían formar otros museos, siempre que las condiciones medioambientales fuesen aceptables: tal sucede con el Museo Nacional del Prado o el de Ciencias Naturales, en Madrid. Este último sólo expone en torno a 17.000 piezas de las aproximadamente 400.000 que tiene en sus fondos de reserva.
      La descentralización de estos museos debe hacerse, no obstante, con cautela, para evitar una excesiva dispersión de los fondos o un aumento considerable de los gastos.Este esfuerzo es compatible con otro:
  2. La concentración de los fondos especializados: para crear museos monográficos, que brinden al visitante una visión más amplia de un período o situación histórico-cultural.
  3. La rotación de los fondos dentro del propio espacio del museo, con la alternancia de las piezas en depósito con las existentes en exposición, para dinamizar la imagen estática tradicional del museo.
  4. El intercambio de fondos con otros museos, por cesión temporal de los mismos, organizando exposiciones sobre temas variados (nuevas adquisisiones, conmemoraciones, temas monográficos o de actualidad etc.), que hasta pueden itinerar, con lo que se liberan temporalmente los almacenes; se acerca el museo al público; se crea un mayor hábito de acudir a él; se hace propaganda; y se beneficia el museo de las contrapartidas por el intercambio realizado.
  5. Una inteligente política de adquisiciones, llevada con criterio selectivo. El museo no debe aceptar legados que condicionen su propia dinámica. Así, por ejemplo, tal vez pueda interesar más elaborar copias de las principales obras que conserva para mostrarlas en exposiciones itinerantes, que adquirir fondos nuevos que conribuyan a saturar aún más el museo.

Las soluciones propuestas mejorarían sin duda el funcionamiento del museo:

  • Su estructura perdería rigidez y ganaría en flexibilidad, lo que es más aconsejable en los tiempos actuales de participación social.
  • Su carácter intemporal y estático desparecería, transformándose en temporal y dinámico;
  • Del museo-cerrado se pasaría al museo-proceso-abierto.
  • Del museo entendido como sujeto pasivo se iría al museo-activo- de la participación ciudadana.Si el museo ha sido considerado hasta ahora en función de su contenido, se concebirá a partir de estos cambios en función de su papel sociocultural.

5. UNA EXPERIENCIA PILOTO: LAS SALAS EUROPEAS

Basándose en la idea de que las obras menos brillantes ocultas en los fondos de reserva son más apropiadas que las obras maestras para la misión de educación-animación del museo, la entonces Comunidad Económica Europea puso en práctica en 1978 una experiencia piloto: la organización de las «salas europeas».

Con este proyecto se pretendía fomentar la conciencia europea a través de la cultura y del arte en particular; favorecer el intercambio de obras artísticas con otros museos, así como la adquisición de las obras de procedencia europea necesarias para la constitución de estas salas, mediante créditos especiales; y recuperar para la exposición y función didáctica del museo obras ocultas entre los fondos de reserva, y dinamizar estos mediante el intercambio.

Se elegieron para ello museos de tipo medio, donde en varias salas contiguas se expusieron obras originales de países pertenecientes a la CEE, originales quizás antes ya expuestos, pero de forma dispersa. Con ello se pretendió atraer al público, dándole una idea de la dimensión europea de la cultura.

Estas salas europeas trataron de ofrecer al público exposiciones variadas: de cuadros, de esculturas, de tapices, de muebles, de utensilios de la tradición popular, piezas arqueológicas e históricas, etc.

En último término, la experiencia pretendió ir superando los obstáculos administrativos existentes entre las naciones para simplificar las formalidades de cesión de fondos entre los museos, así como el apego a veces exagerado que los conservadores tienen hacia las obras cuya custodia les ha sido confiada.

6. BIBLIOGRAFÍA

BENOIST, Luc. Musées et muséologie. Paris, PUF, 1971. Cap. IV, pp. 64-65.

BRAVO JUEGA, María Isabel. Un capítulo fundamental de la museología: la seguridad en los museos. Anabad, Madrid, 1982. Pp. 79-80.

BUCES, José Antonio-HERRÁEZ, Juan Antonio. “El almacén de bienes culturales”, en RICO, Juan Carlos (ed.). Los conocimientos técnicos. Museos, Arquitectura, Arte. Madrid, Sílex, 1999, pp. 407-432.

CABALLERO ZOREDA, Luis. Funciones, organización y servicios de un museo: el Museo Arqueológico Nacional. Madrid, ANABAD, 1982.

LEÓN, Aurora. El museo. Teoría, praxis y utopía. Madrid, Cátedra, 1986, pp. 272-276.

MINISTERIO DE CULTURA. Acción cultural de los organismos internacionales europeos. Madrid, 1979. P. 88 y ss.

RICO, Juan Carlos. La difícil supervivencia de los museos. Gijón, Trea, 2003. Cap. 3, págs. 69-82.

SALAS LÓPEZ, Fernando de. El museo cultura para todos. Madrid, Ministerio de Cultura, 1980.

SUBIRANA, Rosa María. “Museología”, en ENCICLOPEDIA UNIVERSAL ILUSTRADA EUROPEO-AMERICANA. Suplto. 1969-1970, p. 1209 y ss. Madrid, Espasa Calpe, 1970.

VERNER JOHNSON, E.-HORGAN, Joanne C. La mise en réserve des collections de musée. Paris, UNESCO, 1980. 59 pp.


Notas (Puedes hacer clic en los números de las notas [X] para desplazarte entre la nota y su llamada)

[1] BRAVO JUEGA, Isabel. Un capítulo fundamental de la museología: la seguridad en los museos. Madrid, ANABAD, 1982. Pp. 79-80.

[2] BUCES, José Antonio-HERRÁEZ, Juan Antonio. “El almacén de bienes culturales”, en RICO, Juan Carlos (ed.). Los conocimientos técnicos. Museos, Arquitectura, Arte. Madrid, Sílex, 1999, p. 427.

[3] Idem, pp. 410-411.

[4] CABALLERO ZOREDA, Luis. Funciones, organización y servicios de un museo: el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Madrid, ANABAD, 1982.